• Desde temprana edad Illyiv había sido entrenada arduamente por la organización secreta para la cual trabajaba. Su lealtad era incuestionable, y su destreza en el combate, inigualable. Sin embargo, los últimos meses habían resultado ser agotadores, no había noche en la que no la enviaran a una misión, sin darle descanso alguno, por lo que el cansancio empezaba a acumularse.

    Esta vez, su organización la había enviado a eliminar a un sujeto de gran relevancia: el Agente @𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗 , uno de los mejores asesinos de la agencia rival. Mientras repasaba el documento con los datos del objetivo, Illyiv no pudo evitar una sonrisa irónica.

    —Alias: Agente Paranox. Nombre real: desconocido. Edad: desconocido. —pensó ante la desinformación—. ¿Y para esto es que pagan una de las mejores redes de informantes?

    La madrugada era oscura y silenciosa mientras Illyiv se movía con gracia y ligereza. La información suministrada por su organización le había indicado la ubicación exacta del apartamento provisional de Paranox. Illyiv ya estaba en el edificio, observando el entorno con atención, evaluando como infiltrarse en el apartamento de Paranox. La única forma de acceder sin ser detectada era desde el balcón. Con movimientos ágiles, se dirigió hacia la parte trasera del edificio, donde las luces eran escasas y las sombras abundantes.

    Utilizando su entrenamiento, comenzó a escalar la estructura del edificio. Sus manos y pies encontraban puntos de apoyo con precisión, y su cuerpo se movía con fluidez. Al llegar al balcón del apartamento de Paranox, Illyiv se detuvo un momento para asegurarse de que no había sido detectada. La puerta corrediza de cristal estaba cerrada, pero eso no sería un obstáculo. Con cuidado, quitó la aguja de acero que llevaba enredada en su cabello. La aguja, aunque parecía un simple adorno, era una herramienta perfecta para abrir cerraduras. Insertó la aguja en el seguro de la puerta corrediza y comenzó a manipularlo con destreza. Sus dedos se movían con precisión, y en cuestión de segundos, el seguro cedió con un suave clic. Con una sonrisa de satisfacción y un brillo en sus ojos, deslizó la puerta de cristal y entró en el apartamento. El interior estaba en penumbra, pero sus ojos se adaptaron rápidamente a la oscuridad. Avanzó con cautela, con pasos ligeros y agraciados y con sus sentidos alerta ante cualquier movimiento o sonido.

    Mientras se deslizaba a través del apartamento, notó una leve luz proveniente de una habitación al final del pasillo. Se detuvo un momento, escuchando atentamente. El silencio era casi absoluto. Con una mezcla de gracia y precisión, se acercó a la puerta entreabierta, su mano derecha lista para desenfundar una de sus dagas.

    Al asomarse, vio a Paranox de espaldas a ella. La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la tenue luz de una lámpara en el escritorio. Illyiv sabía que no podía subestimar a su objetivo; su reputación como el mejor asesino de la agencia rival no era inmerecida.
    Con un movimiento fluido, Illyiv entró en la habitación, sus ojos fijos en Paranox. La tensión en el aire era palpable, y aunque él aún no había girado para mirarla, ella podía sentir que él estaba alerta, consciente de su presencia, era evidente que él sabía que ella estaba allí a pesar de los movimientos sigilosos de Illyiv, por lo cual seguir ocultándose sería inútil.

    —Vaya, parece ser que no soy la única que no puede dormir... —murmuró Illyiv con un tono juguetón y una leve sonrisa, su voz apenas un susurro en la oscuridad—. ¿Esperabas a alguien, Paranox?
    Desde temprana edad Illyiv había sido entrenada arduamente por la organización secreta para la cual trabajaba. Su lealtad era incuestionable, y su destreza en el combate, inigualable. Sin embargo, los últimos meses habían resultado ser agotadores, no había noche en la que no la enviaran a una misión, sin darle descanso alguno, por lo que el cansancio empezaba a acumularse. Esta vez, su organización la había enviado a eliminar a un sujeto de gran relevancia: el Agente @[P4ranox] , uno de los mejores asesinos de la agencia rival. Mientras repasaba el documento con los datos del objetivo, Illyiv no pudo evitar una sonrisa irónica. —Alias: Agente Paranox. Nombre real: desconocido. Edad: desconocido. —pensó ante la desinformación—. ¿Y para esto es que pagan una de las mejores redes de informantes? La madrugada era oscura y silenciosa mientras Illyiv se movía con gracia y ligereza. La información suministrada por su organización le había indicado la ubicación exacta del apartamento provisional de Paranox. Illyiv ya estaba en el edificio, observando el entorno con atención, evaluando como infiltrarse en el apartamento de Paranox. La única forma de acceder sin ser detectada era desde el balcón. Con movimientos ágiles, se dirigió hacia la parte trasera del edificio, donde las luces eran escasas y las sombras abundantes. Utilizando su entrenamiento, comenzó a escalar la estructura del edificio. Sus manos y pies encontraban puntos de apoyo con precisión, y su cuerpo se movía con fluidez. Al llegar al balcón del apartamento de Paranox, Illyiv se detuvo un momento para asegurarse de que no había sido detectada. La puerta corrediza de cristal estaba cerrada, pero eso no sería un obstáculo. Con cuidado, quitó la aguja de acero que llevaba enredada en su cabello. La aguja, aunque parecía un simple adorno, era una herramienta perfecta para abrir cerraduras. Insertó la aguja en el seguro de la puerta corrediza y comenzó a manipularlo con destreza. Sus dedos se movían con precisión, y en cuestión de segundos, el seguro cedió con un suave clic. Con una sonrisa de satisfacción y un brillo en sus ojos, deslizó la puerta de cristal y entró en el apartamento. El interior estaba en penumbra, pero sus ojos se adaptaron rápidamente a la oscuridad. Avanzó con cautela, con pasos ligeros y agraciados y con sus sentidos alerta ante cualquier movimiento o sonido. Mientras se deslizaba a través del apartamento, notó una leve luz proveniente de una habitación al final del pasillo. Se detuvo un momento, escuchando atentamente. El silencio era casi absoluto. Con una mezcla de gracia y precisión, se acercó a la puerta entreabierta, su mano derecha lista para desenfundar una de sus dagas. Al asomarse, vio a Paranox de espaldas a ella. La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la tenue luz de una lámpara en el escritorio. Illyiv sabía que no podía subestimar a su objetivo; su reputación como el mejor asesino de la agencia rival no era inmerecida. Con un movimiento fluido, Illyiv entró en la habitación, sus ojos fijos en Paranox. La tensión en el aire era palpable, y aunque él aún no había girado para mirarla, ella podía sentir que él estaba alerta, consciente de su presencia, era evidente que él sabía que ella estaba allí a pesar de los movimientos sigilosos de Illyiv, por lo cual seguir ocultándose sería inútil. —Vaya, parece ser que no soy la única que no puede dormir... —murmuró Illyiv con un tono juguetón y una leve sonrisa, su voz apenas un susurro en la oscuridad—. ¿Esperabas a alguien, Paranox?
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  • Nuevamente las pesadillas han vuelto a su mente, las cuales no la dejan descansar. Aun menos ahora tras el incidente en la Mansión, viendo nuevamente todas esas muertes y la desaparición de Kiev. Esto no puede estar pasando, no nuevamente. Otra vez, ella ha quedado como superviviente. ¿Y si los asesinos de su familia habían vuelto? ¿La estarían buscando? ¿ Querían terminar con las personas que le importaban? Todas esas cosas pasaban por su mente. la policía no iba a hacer nada nuevamente. Obligándola a despertarse de golpe, dando un grito.

    -Kiev me recuerda tanto a mi hermano....- Susurra en su cama sujetando las sábanas de su cama. Cubierta de sudor y temblando por el miedo a todo. Sintiéndose insegura y débil. Notando como las lágrimas volvían a brotar de sus ojos, recorriendo sus mejillas.
    Nuevamente las pesadillas han vuelto a su mente, las cuales no la dejan descansar. Aun menos ahora tras el incidente en la Mansión, viendo nuevamente todas esas muertes y la desaparición de Kiev. Esto no puede estar pasando, no nuevamente. Otra vez, ella ha quedado como superviviente. ¿Y si los asesinos de su familia habían vuelto? ¿La estarían buscando? ¿ Querían terminar con las personas que le importaban? Todas esas cosas pasaban por su mente. la policía no iba a hacer nada nuevamente. Obligándola a despertarse de golpe, dando un grito. -Kiev me recuerda tanto a mi hermano....- Susurra en su cama sujetando las sábanas de su cama. Cubierta de sudor y temblando por el miedo a todo. Sintiéndose insegura y débil. Notando como las lágrimas volvían a brotar de sus ojos, recorriendo sus mejillas.
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  • Ninive

    Ninive fue la primera y única prisión que existía en Basilia, fundada por David después de la gran guerra civil de Basilia, en ella se encontraban desertores, asesinos, violadores, criaturas malas, pero David no tenía deseo en su corazón de hacerles mal, apesar de sus faltas, la permanencia en Nínive para los cautivos era tranquila y ordenada, fue tiempo después de que Zet ascendiera al trono que las cosas cambiarían, el numero de residentes de la prisión comenzó en aumento, el Nuevo Rey Zet pensaba en el porque David era tan benévolo con aquellas criaturas que no lo merecían, preocupado de que se alzara una nueva rebelión, Zet decide lo impensable, congrega a toda Basilia a una audiencia pública, presentando una mesa de sacrificio, los guardias de la prisión no estaban de acuerdo, se opusieron, pero Zet les dijo,

    - si alguno esta con migo caminará como yo, si alguno esta en mi contra le cortaré la cabeza,

    " Y ninguno de ellos se opuso, uno a uno los guardias fueron llevando los prisioneros a la mesa de piedra, ahí Zet los esperaba con su espada, aquellos rogaban a Zet piedad, suplicaban a David clemencia, pero el tirano Zet no les escuchaba, parecía no oír su voz ni ver su llanto, al colocar sus cabezas en el borde el simplemente les decía .

    - No es mi mano ni mi espada, fueron tus actos los que hoy te condenaron .

    " A todos por igual, las mismas palabras, durante seis días completos, sin detenerse, uno tras otro, los cuerpos se apilaban y las cabezas ya no cabían en los carros de transporte, habiendo cortado más de seiscientas cabezas al final del sexto día su cuerpo no podía distinguirse por la cantidad de sangre que le cubría, sus cabellos se tiñeron de rojo, la sangre llegaba a sus tobillos y se extendía por todo el salón de la prisión, formando sobre el mármol blanco un pequeño lago sangriento, y al mirar a Zet, se veia tranquilo, en calma, como si nada hubiese pasado, ninguna de las muertes significó nada para él, era un trabajo mas y alguien debía hacerlo, en eso pensaba, sin pena, ni gloria, solo un deber y nada mas .
    Ninive Ninive fue la primera y única prisión que existía en Basilia, fundada por David después de la gran guerra civil de Basilia, en ella se encontraban desertores, asesinos, violadores, criaturas malas, pero David no tenía deseo en su corazón de hacerles mal, apesar de sus faltas, la permanencia en Nínive para los cautivos era tranquila y ordenada, fue tiempo después de que Zet ascendiera al trono que las cosas cambiarían, el numero de residentes de la prisión comenzó en aumento, el Nuevo Rey Zet pensaba en el porque David era tan benévolo con aquellas criaturas que no lo merecían, preocupado de que se alzara una nueva rebelión, Zet decide lo impensable, congrega a toda Basilia a una audiencia pública, presentando una mesa de sacrificio, los guardias de la prisión no estaban de acuerdo, se opusieron, pero Zet les dijo, - si alguno esta con migo caminará como yo, si alguno esta en mi contra le cortaré la cabeza, " Y ninguno de ellos se opuso, uno a uno los guardias fueron llevando los prisioneros a la mesa de piedra, ahí Zet los esperaba con su espada, aquellos rogaban a Zet piedad, suplicaban a David clemencia, pero el tirano Zet no les escuchaba, parecía no oír su voz ni ver su llanto, al colocar sus cabezas en el borde el simplemente les decía . - No es mi mano ni mi espada, fueron tus actos los que hoy te condenaron . " A todos por igual, las mismas palabras, durante seis días completos, sin detenerse, uno tras otro, los cuerpos se apilaban y las cabezas ya no cabían en los carros de transporte, habiendo cortado más de seiscientas cabezas al final del sexto día su cuerpo no podía distinguirse por la cantidad de sangre que le cubría, sus cabellos se tiñeron de rojo, la sangre llegaba a sus tobillos y se extendía por todo el salón de la prisión, formando sobre el mármol blanco un pequeño lago sangriento, y al mirar a Zet, se veia tranquilo, en calma, como si nada hubiese pasado, ninguna de las muertes significó nada para él, era un trabajo mas y alguien debía hacerlo, en eso pensaba, sin pena, ni gloria, solo un deber y nada mas .
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  • Kartikeya había sido solicitada y con ella los otros directamente debajo de la emperatriz.
    No más explicaciones, lo que solo significaba una sola cosa...

    Guerra.

    En el aire, una tensión que hacia sentir a todos los débiles faltos de aire, y a los fuertes la emoción de ser asesinos con causa.

    Con el mentón en alto entró a la sala, en silencio, sin gritos, sin expresar ningún tipo de queja, pero su cuerpo entero con las ansias de soltarse de su correa.

    La emperatriz se pronunció, las armaduras comenzaron a sonar y la pelirroja emitió un grito fuerte de apoyo, una "magia" peculiar, un poder único de embravecer, llenar de fuerza y adrenalina a los soldados, más perros rabiosos como ella.

    Era tanta la emoción que no podia evitar sonreír, ella no tenía confianza, ella sabía que algo más había pasado detrás de las cortinas... ¿acaso el maldito Rey había por fin muerto?
    Kartikeya había sido solicitada y con ella los otros directamente debajo de la emperatriz. No más explicaciones, lo que solo significaba una sola cosa... Guerra. En el aire, una tensión que hacia sentir a todos los débiles faltos de aire, y a los fuertes la emoción de ser asesinos con causa. Con el mentón en alto entró a la sala, en silencio, sin gritos, sin expresar ningún tipo de queja, pero su cuerpo entero con las ansias de soltarse de su correa. La emperatriz se pronunció, las armaduras comenzaron a sonar y la pelirroja emitió un grito fuerte de apoyo, una "magia" peculiar, un poder único de embravecer, llenar de fuerza y adrenalina a los soldados, más perros rabiosos como ella. Era tanta la emoción que no podia evitar sonreír, ella no tenía confianza, ella sabía que algo más había pasado detrás de las cortinas... ¿acaso el maldito Rey había por fin muerto?
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  • Jeff se dejó caer en el destartalado sofá de una casa abandonada, la luz parpadeante de la televisión iluminando la habitación. Era Halloween, la noche perfecta para una "noche de películas". A su lado, unos cuerpos de sus recientes víctimas descansaban, aún calientes. Para él, no había mejor manera de relajarse que viendo clásicos de terror.

    Las imágenes en la pantalla mostraban a los icónicos asesinos: Freddy Krueger, Jason Voorhees y Michael Myers. Jeff se burló, hundiéndose en el sofá y afilando su cuchillo.

    —¿Esto es lo que a la gente le da miedo? ¡Qué patéticos! —exclamó, justo cuando los personajes comenzaron a emerger de la pantalla.

    Freddy intentó intimidarlo, pero Jeff solo se rió.

    —¿No tienes mejores trucos que eso? —dijo—. Y tú, Jason, ¿esos pasos lentos realmente asustan a alguien? ¡Vamos!

    Después de eliminar a los tres, se enderezó, limpiándose la sangre de las manos.

    —JA, ¡novatos! —rió—. Esto no es una película. Soy un verdadero asesino.

    Al abrir la puerta trasera, reveló una pirámide de cuerpos amontonados, el resultado de una fiesta que había ido demasiado lejos.

    —¡Esto es lo que significa ser un auténtico monstruo!

    #Inkfest DIA 20
    Jeff se dejó caer en el destartalado sofá de una casa abandonada, la luz parpadeante de la televisión iluminando la habitación. Era Halloween, la noche perfecta para una "noche de películas". A su lado, unos cuerpos de sus recientes víctimas descansaban, aún calientes. Para él, no había mejor manera de relajarse que viendo clásicos de terror. Las imágenes en la pantalla mostraban a los icónicos asesinos: Freddy Krueger, Jason Voorhees y Michael Myers. Jeff se burló, hundiéndose en el sofá y afilando su cuchillo. —¿Esto es lo que a la gente le da miedo? ¡Qué patéticos! —exclamó, justo cuando los personajes comenzaron a emerger de la pantalla. Freddy intentó intimidarlo, pero Jeff solo se rió. —¿No tienes mejores trucos que eso? —dijo—. Y tú, Jason, ¿esos pasos lentos realmente asustan a alguien? ¡Vamos! Después de eliminar a los tres, se enderezó, limpiándose la sangre de las manos. —JA, ¡novatos! —rió—. Esto no es una película. Soy un verdadero asesino. Al abrir la puerta trasera, reveló una pirámide de cuerpos amontonados, el resultado de una fiesta que había ido demasiado lejos. —¡Esto es lo que significa ser un auténtico monstruo! #Inkfest DIA 20
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  • Texto no apto para gente aprensiva.

    Analepsis. "Historias de su pasado".

    𝓥𝓮𝓷𝓰𝓪𝓷𝔃𝓪 ( 𝓟𝓪𝓻𝓽𝓮 2 )

    Se había vengado... ¿Por qué entonces se sentía tan vacío?

    Habían muerto... Toda su familia humana habían muerto. Aquellos que le dieron un nombre, enseñado hablar y a ser invisible. Aquellos que les había enseñado que era amar. 

    No paraba de llover. Kazuo, transformado después de tantos años en un imponente zorro de dos colas, corría de forma frenética, zigzagueando entre los árboles del bosque, como si fuera una sombra entre estos. Su poder explotaba en una maraña salvaje, incontrolable y voraz.

    Podía olerlos... Podía oler a los culpables de aquel acto atroz, de aquel asesinato a sangre fría, sin compasión y brutal. No estaban lejos, su hedor cada vez más intenso, mezclado con la sangre de sus padres y sus hermanos. Sentía como le ardían los pulmones, como estos amenazaban por salir de su boca en un estallido. Pero no podía parar, estaba tan cerca de alcanzarlos que casi podía sentir la anticipación del crujir de sus huesos en su mandíbula.

    El cuerpo del zorro se movía solo. Su mente en modo automático, conectado con el botón de destruir activado. Oteando el horizonte, allí estaban, cuatro jinetes a caballo desbocado, riendo y hablando como si no acabarán de arrebatarles la vida a una familia entera, a su familia. La impotencia era desmedida, tan dolorosa que por unos instantes hubiese preferido la muerte al dolor que estaba experimentando. 

    Con cada zancada a cuatro patas, Kazuo comienza a acercarse peligrosamente, hasta que finalmente en un impulso la enorme criatura se alzaba por encima de estos, agarrando una de las cabezas de los jinetes entre sus fauces, arrancándosela de cuajo con una facilidad pasmosa. 

    El zorro aterrizaba frente a ellos, aun con la cabeza chorreante entre sus dientes, una imagen visceral, solo a la altura de la más tenebrosa de las pesadillas. Estaba nublado por la rabia, un sentimiento que descubrió ese mismo día, ya que ciento de años atrás no tenía consciencia de sus sentimientos, simplemente el de la pura supervivencia. Todos estos cambiaría después de conocer a su familia, ahora muerta, con sus cuerpos aún calientes en lo que era su hogar. 

    Kazuo daba un latigazo con su cuello, arrojando la cabeza del jinete frente a los otros que frenaban en seco sus caballos. El zorro rugía, un gutural sonido que emanaba de su pecho, ahora tintando por el líquido carmesí, ensuciando su pelaje blanco y puro como el color de la luna. Este hacía retroceder sus orejas hacia atrás, apretando sus colmillos mientras todo su gesto se tensaba en una amenaza, sintiendo el sabor metálico de la sangre ajena en su boca.

    Agazapado, listo para abalanzarse, este comienza a acercarse, lentamente, acechando a sus presas que comenzaban a jadear presas del pánico. Estos no sabían las razones por las que el demonio arremetía contra ellos, pero mientras estos murieran, el Yokai no necesitaba nada más. En un abrir y cerrar de ojos, como si de un espectro se tratase, el zorro se abalanzaba sobre otro de los jinetes, haciéndole caer a él y su caballo al suelo. Mientras el equino se ponía en pie y se marchaba, dejaba al descubierto la sanguinaria escena, mientras el asesino gritaba con desesperación, Kazuo mordía su estómago con saña, desperdigando sus tripas por la tierra, llenando esta de sus vísceras y su sangre. Había sido una muerte agónica, tortuosa, solo el primero de los jinetes que habían muerto había tenido la suerte de tener una muerte limpia y rápida. ¿El resto?; estos iban a sufrir, primero con el miedo, el miedo certero de la llegada de su muerte, y más tarde la consecuencia de esta con un dolor y sufrimiento cruel y despiadado.

    Mientras el zorro se volteaba, los otros dos hombres restantes había cardado sus arcos, y sin que este pudiera evitarlo, sentía los punzantes filos de hierro atravesar su carne. Las pupilas del zorro se dilataban y sin proliferar el más mínimo aullido de dolor, unas llamas azules envuelven su cuerpo, haciendo consumir las fechas, reduciéndolas a cenizas que la misma brisa del viento se llevaba. 

    El zorro dirigía su mirada a uno de los atacantes, dejando que sus ojos penetraran en los del contrario. Este comenzaba a gritar, comenzaba a tocarse todo su cuerpo, arañar su carne con desesperación. Ampollas empezaban a adornar su piel, explotando, dejando escapar vapor con cada implosión. Le estaba quemando desde dentro, dejaba que una furiosa llama purificase su interior de dentro hacia afuera hasta que este explota en una llamarada, cayendo del caballo y retorciéndose en el suelo de dolor, arrastrándose por el suelo como la escoria que era. En algún momento este dejaba de gritar, y cuando esto ocurre Kazuo miraba al que quedaba, aparentemente el cabecilla del grupo.

    El asesino de su familia, temeroso, había emprendido una carrera frenética para intentar escapar. El zorro, con tranquilidad inquietante y pétrea, se desvanece entre llamas, desplazándose como si de un espectro se tratase. Finalmente, la figura de un joven de cabellos color plata se plantaba frente al jinete. Este, con sus cabellos plateados cayendo de sus hombros hasta su cintura, con dos puntiagudas orejas en lo alto de su cabeza y dos colas que oscilaban de un lado para el otro, ardoradas de llamas color zafiro, tan brillantes como sus ojos. La imponente presencia del zorro hacía que el caballo se alzase de sus patas delanteras, tirando al aquel temeroso hombre de su montura. Kazuo se aproxima con tanta calma que daba aún más miedo que en su forma más primitiva. Este se agacha a la altura del asesino, mirándolo a los ojos con una frialdad que casi se podían saborear.

    En un rápido movimiento toma al contrario del cuello, haciendo que se levante del suelo para después alzarlo con una sola mano por encima de su cabeza, clavando sus garras en el cuello de este. La mirada del zorro era vacía y distante, como el eco de una piedra cayendo en el fondo de un pozo. 

    - Ojo por ojo.-

    Aquella era una expresión tan humana. En el pasado no le encontraba sentido. No hasta ese momento. Mientras aquel hombre luchaba por respirar, la mano libre del zorro se posicionaba a la altura del corazón de la escoria que sostenía en el aire. Sus músculos tensos por el esfuerzo de la elevación, marchándose todos y cana unos de estos. Poco a poco sus garras penetraban su carne, abriéndose paso con la facilidad con la que los pies entraban al barro. 

    Este gritaba, gritaba tanto que el zorro incluso lo estaba disfrutando. Continuaba su perforación hasta que en un golpe seco toda la longitud de su mano se introducía en su pecho. Los ojos vidriosos de aquel hombre se clavaban en los fríos e inexpresivos del zorro. Este dejaba de patalear en el momento justo que Kazuo extrae su corazón, aún palpitante entre sus alargados dedos. Este deja caer el cuerpo inerte del cabecilla de los asesinos de su familia, como si fuera un muñeco de trapo, profiriendo un chasquido seco al contacto con el suelo. Instantes más tarde, mientras Kazuo seguía mirándolo, aprieta su puño, estrujando el corazón aún humeante con sus garras, transformando este en un amasijo de carne deshecha.

    Finalizada su venganza, se mira las manos, llena de la sangre de sus enemigos. Sentía el juicio de Inari sobre sus hombros, y sabía que necesitaría siglos de redención por sus actos. Después de hacer aquello esperaba sentir paz, su familia había sido vengada con creces, a costa del sufrimiento de sus asesinos. Pero el zorro no se sentía mejor, no encontraba consuelo en esas muertes. Lo único que veía era un animal que había perdido el control de sus actos, un ser que se había dejado llevar por la oscuridad de su corazón.

    La lluvia intentaba llevarse el rastro de lo acontecido, más era imposible borrar nada de aquella escena. Kazuo miraba al cielo, dejando que el agua se llevase la sangre de su cuerpo, que la frialdad de esta apagase su rabia y su fuego.

    ⚠️ Texto no apto para gente aprensiva.⚠️ Analepsis. "Historias de su pasado". 𝓥𝓮𝓷𝓰𝓪𝓷𝔃𝓪 ( 𝓟𝓪𝓻𝓽𝓮 2 ) Se había vengado... ¿Por qué entonces se sentía tan vacío? Habían muerto... Toda su familia humana habían muerto. Aquellos que le dieron un nombre, enseñado hablar y a ser invisible. Aquellos que les había enseñado que era amar.  No paraba de llover. Kazuo, transformado después de tantos años en un imponente zorro de dos colas, corría de forma frenética, zigzagueando entre los árboles del bosque, como si fuera una sombra entre estos. Su poder explotaba en una maraña salvaje, incontrolable y voraz. Podía olerlos... Podía oler a los culpables de aquel acto atroz, de aquel asesinato a sangre fría, sin compasión y brutal. No estaban lejos, su hedor cada vez más intenso, mezclado con la sangre de sus padres y sus hermanos. Sentía como le ardían los pulmones, como estos amenazaban por salir de su boca en un estallido. Pero no podía parar, estaba tan cerca de alcanzarlos que casi podía sentir la anticipación del crujir de sus huesos en su mandíbula. El cuerpo del zorro se movía solo. Su mente en modo automático, conectado con el botón de destruir activado. Oteando el horizonte, allí estaban, cuatro jinetes a caballo desbocado, riendo y hablando como si no acabarán de arrebatarles la vida a una familia entera, a su familia. La impotencia era desmedida, tan dolorosa que por unos instantes hubiese preferido la muerte al dolor que estaba experimentando.  Con cada zancada a cuatro patas, Kazuo comienza a acercarse peligrosamente, hasta que finalmente en un impulso la enorme criatura se alzaba por encima de estos, agarrando una de las cabezas de los jinetes entre sus fauces, arrancándosela de cuajo con una facilidad pasmosa.  El zorro aterrizaba frente a ellos, aun con la cabeza chorreante entre sus dientes, una imagen visceral, solo a la altura de la más tenebrosa de las pesadillas. Estaba nublado por la rabia, un sentimiento que descubrió ese mismo día, ya que ciento de años atrás no tenía consciencia de sus sentimientos, simplemente el de la pura supervivencia. Todos estos cambiaría después de conocer a su familia, ahora muerta, con sus cuerpos aún calientes en lo que era su hogar.  Kazuo daba un latigazo con su cuello, arrojando la cabeza del jinete frente a los otros que frenaban en seco sus caballos. El zorro rugía, un gutural sonido que emanaba de su pecho, ahora tintando por el líquido carmesí, ensuciando su pelaje blanco y puro como el color de la luna. Este hacía retroceder sus orejas hacia atrás, apretando sus colmillos mientras todo su gesto se tensaba en una amenaza, sintiendo el sabor metálico de la sangre ajena en su boca. Agazapado, listo para abalanzarse, este comienza a acercarse, lentamente, acechando a sus presas que comenzaban a jadear presas del pánico. Estos no sabían las razones por las que el demonio arremetía contra ellos, pero mientras estos murieran, el Yokai no necesitaba nada más. En un abrir y cerrar de ojos, como si de un espectro se tratase, el zorro se abalanzaba sobre otro de los jinetes, haciéndole caer a él y su caballo al suelo. Mientras el equino se ponía en pie y se marchaba, dejaba al descubierto la sanguinaria escena, mientras el asesino gritaba con desesperación, Kazuo mordía su estómago con saña, desperdigando sus tripas por la tierra, llenando esta de sus vísceras y su sangre. Había sido una muerte agónica, tortuosa, solo el primero de los jinetes que habían muerto había tenido la suerte de tener una muerte limpia y rápida. ¿El resto?; estos iban a sufrir, primero con el miedo, el miedo certero de la llegada de su muerte, y más tarde la consecuencia de esta con un dolor y sufrimiento cruel y despiadado. Mientras el zorro se volteaba, los otros dos hombres restantes había cardado sus arcos, y sin que este pudiera evitarlo, sentía los punzantes filos de hierro atravesar su carne. Las pupilas del zorro se dilataban y sin proliferar el más mínimo aullido de dolor, unas llamas azules envuelven su cuerpo, haciendo consumir las fechas, reduciéndolas a cenizas que la misma brisa del viento se llevaba.  El zorro dirigía su mirada a uno de los atacantes, dejando que sus ojos penetraran en los del contrario. Este comenzaba a gritar, comenzaba a tocarse todo su cuerpo, arañar su carne con desesperación. Ampollas empezaban a adornar su piel, explotando, dejando escapar vapor con cada implosión. Le estaba quemando desde dentro, dejaba que una furiosa llama purificase su interior de dentro hacia afuera hasta que este explota en una llamarada, cayendo del caballo y retorciéndose en el suelo de dolor, arrastrándose por el suelo como la escoria que era. En algún momento este dejaba de gritar, y cuando esto ocurre Kazuo miraba al que quedaba, aparentemente el cabecilla del grupo. El asesino de su familia, temeroso, había emprendido una carrera frenética para intentar escapar. El zorro, con tranquilidad inquietante y pétrea, se desvanece entre llamas, desplazándose como si de un espectro se tratase. Finalmente, la figura de un joven de cabellos color plata se plantaba frente al jinete. Este, con sus cabellos plateados cayendo de sus hombros hasta su cintura, con dos puntiagudas orejas en lo alto de su cabeza y dos colas que oscilaban de un lado para el otro, ardoradas de llamas color zafiro, tan brillantes como sus ojos. La imponente presencia del zorro hacía que el caballo se alzase de sus patas delanteras, tirando al aquel temeroso hombre de su montura. Kazuo se aproxima con tanta calma que daba aún más miedo que en su forma más primitiva. Este se agacha a la altura del asesino, mirándolo a los ojos con una frialdad que casi se podían saborear. En un rápido movimiento toma al contrario del cuello, haciendo que se levante del suelo para después alzarlo con una sola mano por encima de su cabeza, clavando sus garras en el cuello de este. La mirada del zorro era vacía y distante, como el eco de una piedra cayendo en el fondo de un pozo.  - Ojo por ojo.- Aquella era una expresión tan humana. En el pasado no le encontraba sentido. No hasta ese momento. Mientras aquel hombre luchaba por respirar, la mano libre del zorro se posicionaba a la altura del corazón de la escoria que sostenía en el aire. Sus músculos tensos por el esfuerzo de la elevación, marchándose todos y cana unos de estos. Poco a poco sus garras penetraban su carne, abriéndose paso con la facilidad con la que los pies entraban al barro.  Este gritaba, gritaba tanto que el zorro incluso lo estaba disfrutando. Continuaba su perforación hasta que en un golpe seco toda la longitud de su mano se introducía en su pecho. Los ojos vidriosos de aquel hombre se clavaban en los fríos e inexpresivos del zorro. Este dejaba de patalear en el momento justo que Kazuo extrae su corazón, aún palpitante entre sus alargados dedos. Este deja caer el cuerpo inerte del cabecilla de los asesinos de su familia, como si fuera un muñeco de trapo, profiriendo un chasquido seco al contacto con el suelo. Instantes más tarde, mientras Kazuo seguía mirándolo, aprieta su puño, estrujando el corazón aún humeante con sus garras, transformando este en un amasijo de carne deshecha. Finalizada su venganza, se mira las manos, llena de la sangre de sus enemigos. Sentía el juicio de Inari sobre sus hombros, y sabía que necesitaría siglos de redención por sus actos. Después de hacer aquello esperaba sentir paz, su familia había sido vengada con creces, a costa del sufrimiento de sus asesinos. Pero el zorro no se sentía mejor, no encontraba consuelo en esas muertes. Lo único que veía era un animal que había perdido el control de sus actos, un ser que se había dejado llevar por la oscuridad de su corazón. La lluvia intentaba llevarse el rastro de lo acontecido, más era imposible borrar nada de aquella escena. Kazuo miraba al cielo, dejando que el agua se llevase la sangre de su cuerpo, que la frialdad de esta apagase su rabia y su fuego.
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  • "𝑴𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒚 𝒓𝒆𝒏𝒂𝒄𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐."

    Un día simplemente me sacaron de mi lugar, me hicieron desaparecer del mapa, fue un secuestro. ¿Quién lo diría? El problema es que no ofrecían un precio para que pudieran llevarme de vuelta, diría que simplemente lo hicieron porque se les dio la gana, no debería extrañarme, este mundo está lleno de individuos con una mente retorcida, enferma, desequilibrada, donde mucho de sus actos carecen de toda lógica y sentido, aunque también pudo haber sido una venganza personal orquestada por alguien.

    Desperté en una habitación oscura y fría, donde unos sujetos con acentos extraños me hacían preguntas, creo que lo primero que dije debió ser un insulto porque recuerdo muy bien la golpiza que me dieron. Estaba de manos atadas así que no pude hacer nada para defenderme, solo recibir y recibir mientras mi rostro se hinchaba por esos puñetazos, aunque también recuerdo que me golpearon en el pecho.

    Me hicieron preguntas de cosas que desconocía, exportación ilegal de armas que no estaban relacionadas a mí, tratos con políticos, cosas de ese ámbito. Como no podía responder al no tener conocimiento de lo que se referían, lo que quisieron era obvio, recibí otra golpiza más, empezaba a convertirse en una costumbre andar escupiendo sangre por cada puñetazo y patada que me daban.

    Pasaron un par de días, estos idiotas apenas me dieron de comer. Comenzaron a hacerme preguntas de mi familia, aunque estaba bien jodido no pensaba en responderles, a esas alturas ya todo me valía una mierda, pero sobre mi familia no iba a responder nada, primero muerto antes que ser un puto soplón. La lluvia de golpes continuo, estoy seguro de que debí de recibir más de una contusión por tanta paliza, pero no se quedaría en eso. También empezaron a torturarme con electroshock en varias ocasiones, me volvía a desmayar.

    Muchos de esos días quedaron borrosos, había perdido la noción del tiempo. Supongo que es el precio de tanto recibir tanto castigo, pero también comencé a olvidar caras, nombres, el retrato de esa persona importante se iba borrando de mi mente en cada momento, hasta que ya solo veía una figura sin rostro, pero luego de eso, nada.

    Me aferre al nombre de mi hermana, de mis hermanos, era lo único que podía hacer, si no, iba a perderlo todo, y ya había perdido mucho en ese entonces.

    Me preguntaba porque seguía vivo, porque estos tipos no simplemente me mataban y acababan con mi miserable vida, aunque seguramente eran unos putos sádicos que les gustaba hacerme sufrir, se deleitaban con ello.

    Pasaron varios días más, no sé cuántos, estaba perdido.

    Dejaron de interrogarme, apalizarme y torturarme, me encerraron en una prisión que tenían. No era el único ahí, había muchas otras personas. Ladrones, asesinos, violadores, otros mafiosos y mentes maestras como yo, creo que incluso políticos que se creían muertos, era un asunto que me superaba y superaba todo lo que había hecho antes en las actividades de mi familia.

    Nos hacían trabajar como esclavos en un ambiente bastante hostil y frío, por como se veía todo, al parecer estábamos en algún lugar de Rusia, pero no lo podía asegurar, solo lo pensaba por la nieve que había en esa zona montañosa. Picando y excavando en las minas, moviendo rocas, a quienes no podían mantener el ritmo los dejaban a su suerte, muchos murieron de esa forma y no permitían a nadie auxiliarlos. Después, simplemente quemaban los cadáveres amontonados en una especie de hoguera.

    De alguna forma pude seguir, roto, quebrado, perdido, aún así pude seguir, algo me mantenía vivo en ese infierno.

    Un día se dio la oportunidad, alguien comenzó a hacer disturbios en esa prisión, la energía se apagó y las celdas se abrieron, inicio un motín. No iba a desperdiciar la oportunidad de salir de ahí, ese día me sentí eufórico, feliz, la adrenalina se me subió como nunca.

    Empecé a apalizar a guardias, a todo lo que se me cruzaba, robe sus armas y las use contra ellos mientras mucha gente moría a mi alrededor, el lugar se había vuelto una masacre. Volví a reír, aunque estuviera cubierto de sangre, sentí lo más cercano a algo que pensé que no volvería a sentir de nuevo en mi vida, felicidad.

    Toda mi ira y mi frustración fueron descargadas en ese momento, incluso mate a uno de esos malditos hijos de puta que me apalizaba todos los días, fue una venganza tan deliciosa, diría que el gozo que se sintió supera con creces a lo que es recibir el afecto íntimo de una mujer, no hay comparación alguna.

    Quería matar a los otros que me habían hecho sufrir, pero ella se me adelanto, esa mujer los mato antes. No voy a negar que en su momento fue frustrante, pero al final me resigne y lo acepte, al parecer ella estaba ahí por algún motivo, mi mente estaba tan confundida que no sabría decir si fue para rescatarme y sacarme de ahí, o porque tenía que matar a esos tipos, tal vez fueron ambas razones.

    De esa forma pude escapar, pase varios días refugiado en un pueblo donde me rehabilite de alguna posible lesión, malestar o consecuencia. Físicamente pude recuperarme, pero mentalmente había perdido demasiado, hay memorias que nunca voy a poder recuperar. Hay muchas caras que olvide, experiencias que fueron borradas de mi mente, al final no me quedo más que aceptarlo, de todas formas, logre mantener los nombres y los rostros de mis hermanos, también el de ese viejo de mierda de mi padre, aunque no recuerdo muy bien el porque me desagrada, pero tampoco quería indagar demasiado en el tema. Se que mi madre murió hace tiempo, pero no lo puedo recordar, supongo que es una de las cosas importantes que perdí.

    Voy a regresar a casa, no sé que tipo de rumbo tomara mi vida a partir de ahora, pero hay una cosa segura, voy a tomar todo lo que se me plazca, voy a hacer que el poder y la influencia de mi familia crezca a niveles que nunca antes había alcanzado. Y también, a todo el que quiera obstaculizar mis objetivos, a todo el que me amenazase a mí y a los míos, los voy a destruir.

    Posiblemente corra mucha sangre, es inevitable.

    Pero ya no habrá dudas, no habrá piedad ni misericordia.
    "𝑴𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒚 𝒓𝒆𝒏𝒂𝒄𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐." Un día simplemente me sacaron de mi lugar, me hicieron desaparecer del mapa, fue un secuestro. ¿Quién lo diría? El problema es que no ofrecían un precio para que pudieran llevarme de vuelta, diría que simplemente lo hicieron porque se les dio la gana, no debería extrañarme, este mundo está lleno de individuos con una mente retorcida, enferma, desequilibrada, donde mucho de sus actos carecen de toda lógica y sentido, aunque también pudo haber sido una venganza personal orquestada por alguien. Desperté en una habitación oscura y fría, donde unos sujetos con acentos extraños me hacían preguntas, creo que lo primero que dije debió ser un insulto porque recuerdo muy bien la golpiza que me dieron. Estaba de manos atadas así que no pude hacer nada para defenderme, solo recibir y recibir mientras mi rostro se hinchaba por esos puñetazos, aunque también recuerdo que me golpearon en el pecho. Me hicieron preguntas de cosas que desconocía, exportación ilegal de armas que no estaban relacionadas a mí, tratos con políticos, cosas de ese ámbito. Como no podía responder al no tener conocimiento de lo que se referían, lo que quisieron era obvio, recibí otra golpiza más, empezaba a convertirse en una costumbre andar escupiendo sangre por cada puñetazo y patada que me daban. Pasaron un par de días, estos idiotas apenas me dieron de comer. Comenzaron a hacerme preguntas de mi familia, aunque estaba bien jodido no pensaba en responderles, a esas alturas ya todo me valía una mierda, pero sobre mi familia no iba a responder nada, primero muerto antes que ser un puto soplón. La lluvia de golpes continuo, estoy seguro de que debí de recibir más de una contusión por tanta paliza, pero no se quedaría en eso. También empezaron a torturarme con electroshock en varias ocasiones, me volvía a desmayar. Muchos de esos días quedaron borrosos, había perdido la noción del tiempo. Supongo que es el precio de tanto recibir tanto castigo, pero también comencé a olvidar caras, nombres, el retrato de esa persona importante se iba borrando de mi mente en cada momento, hasta que ya solo veía una figura sin rostro, pero luego de eso, nada. Me aferre al nombre de mi hermana, de mis hermanos, era lo único que podía hacer, si no, iba a perderlo todo, y ya había perdido mucho en ese entonces. Me preguntaba porque seguía vivo, porque estos tipos no simplemente me mataban y acababan con mi miserable vida, aunque seguramente eran unos putos sádicos que les gustaba hacerme sufrir, se deleitaban con ello. Pasaron varios días más, no sé cuántos, estaba perdido. Dejaron de interrogarme, apalizarme y torturarme, me encerraron en una prisión que tenían. No era el único ahí, había muchas otras personas. Ladrones, asesinos, violadores, otros mafiosos y mentes maestras como yo, creo que incluso políticos que se creían muertos, era un asunto que me superaba y superaba todo lo que había hecho antes en las actividades de mi familia. Nos hacían trabajar como esclavos en un ambiente bastante hostil y frío, por como se veía todo, al parecer estábamos en algún lugar de Rusia, pero no lo podía asegurar, solo lo pensaba por la nieve que había en esa zona montañosa. Picando y excavando en las minas, moviendo rocas, a quienes no podían mantener el ritmo los dejaban a su suerte, muchos murieron de esa forma y no permitían a nadie auxiliarlos. Después, simplemente quemaban los cadáveres amontonados en una especie de hoguera. De alguna forma pude seguir, roto, quebrado, perdido, aún así pude seguir, algo me mantenía vivo en ese infierno. Un día se dio la oportunidad, alguien comenzó a hacer disturbios en esa prisión, la energía se apagó y las celdas se abrieron, inicio un motín. No iba a desperdiciar la oportunidad de salir de ahí, ese día me sentí eufórico, feliz, la adrenalina se me subió como nunca. Empecé a apalizar a guardias, a todo lo que se me cruzaba, robe sus armas y las use contra ellos mientras mucha gente moría a mi alrededor, el lugar se había vuelto una masacre. Volví a reír, aunque estuviera cubierto de sangre, sentí lo más cercano a algo que pensé que no volvería a sentir de nuevo en mi vida, felicidad. Toda mi ira y mi frustración fueron descargadas en ese momento, incluso mate a uno de esos malditos hijos de puta que me apalizaba todos los días, fue una venganza tan deliciosa, diría que el gozo que se sintió supera con creces a lo que es recibir el afecto íntimo de una mujer, no hay comparación alguna. Quería matar a los otros que me habían hecho sufrir, pero ella se me adelanto, esa mujer los mato antes. No voy a negar que en su momento fue frustrante, pero al final me resigne y lo acepte, al parecer ella estaba ahí por algún motivo, mi mente estaba tan confundida que no sabría decir si fue para rescatarme y sacarme de ahí, o porque tenía que matar a esos tipos, tal vez fueron ambas razones. De esa forma pude escapar, pase varios días refugiado en un pueblo donde me rehabilite de alguna posible lesión, malestar o consecuencia. Físicamente pude recuperarme, pero mentalmente había perdido demasiado, hay memorias que nunca voy a poder recuperar. Hay muchas caras que olvide, experiencias que fueron borradas de mi mente, al final no me quedo más que aceptarlo, de todas formas, logre mantener los nombres y los rostros de mis hermanos, también el de ese viejo de mierda de mi padre, aunque no recuerdo muy bien el porque me desagrada, pero tampoco quería indagar demasiado en el tema. Se que mi madre murió hace tiempo, pero no lo puedo recordar, supongo que es una de las cosas importantes que perdí. Voy a regresar a casa, no sé que tipo de rumbo tomara mi vida a partir de ahora, pero hay una cosa segura, voy a tomar todo lo que se me plazca, voy a hacer que el poder y la influencia de mi familia crezca a niveles que nunca antes había alcanzado. Y también, a todo el que quiera obstaculizar mis objetivos, a todo el que me amenazase a mí y a los míos, los voy a destruir. Posiblemente corra mucha sangre, es inevitable. Pero ya no habrá dudas, no habrá piedad ni misericordia.
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  • El punto es, necesitamos algo de... personal, andamos cortos en cuanto asesinos, ¿Que te parece la oferta?

    {¿mat*r gente, por dinero? ¿De que RAYOS me servira eso?

    Filosofia del put* socrates, ¿Quieres la put* lata de frijoles?

    -Procede a apuñalar explicitamente una hoja de papel en corto-
    El punto es, necesitamos algo de... personal, andamos cortos en cuanto asesinos, ¿Que te parece la oferta? {¿mat*r gente, por dinero? ¿De que RAYOS me servira eso? Filosofia del put* socrates, ¿Quieres la put* lata de frijoles? -Procede a apuñalar explicitamente una hoja de papel en corto-
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  • -Los altavoces de aquella fiesta en el club nocturno cambiaron aquella música electrónica y comenzana a sonar "Aerials". Ante la vista confundida del DJ que intentaba volver a colocar la musica de antes, "El Ruso" hacía presencia en el lugar disparando al aire unas 3 veces. Las personas intentaban salir del lugar, sin embargo, se encontraban con las salidas cerradas a cal y canto-

    Vaya...si que se entregaron en bandeja de plata...Bueno, no es como que alguien vaya a extrañarlos.

    -El chico sonríe mientras saca sus armas de fuego. Aquellas personas participes de la fiesta eran parte de la pudedumbre del bajo mundo. Narcotraficantes, traficantes de razas, traficantes de organos, asesinos a sueldo, psicopatas, entre otros. La única diferencia es que aparentaban ser adultos jovenes debido a multiples usos de la magia oscura. Sin embargo, debido a una regla de sus fiestas de dejar todas sus armas fuera y que el lugar contenía un sello que anulaba sus poderes para asi evitar confrontaciones, estaban indefensos contra su verdugo-


    ¡Bueno! ¡No perdamos el tiempo! ¿Que acaso esto no era una fiesta?


    https://youtu.be/9p7l5HscpBE?si=vPUxWPAL8pN9fy8V
    -Los altavoces de aquella fiesta en el club nocturno cambiaron aquella música electrónica y comenzana a sonar "Aerials". Ante la vista confundida del DJ que intentaba volver a colocar la musica de antes, "El Ruso" hacía presencia en el lugar disparando al aire unas 3 veces. Las personas intentaban salir del lugar, sin embargo, se encontraban con las salidas cerradas a cal y canto- Vaya...si que se entregaron en bandeja de plata...Bueno, no es como que alguien vaya a extrañarlos. -El chico sonríe mientras saca sus armas de fuego. Aquellas personas participes de la fiesta eran parte de la pudedumbre del bajo mundo. Narcotraficantes, traficantes de razas, traficantes de organos, asesinos a sueldo, psicopatas, entre otros. La única diferencia es que aparentaban ser adultos jovenes debido a multiples usos de la magia oscura. Sin embargo, debido a una regla de sus fiestas de dejar todas sus armas fuera y que el lugar contenía un sello que anulaba sus poderes para asi evitar confrontaciones, estaban indefensos contra su verdugo- ¡Bueno! ¡No perdamos el tiempo! ¿Que acaso esto no era una fiesta? https://youtu.be/9p7l5HscpBE?si=vPUxWPAL8pN9fy8V
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  • Starter to @mandythatgirl1
    Categoría Acción
    Asesinos a sueldo, sicarios, matones... Todos conocían su nombre. Más de uno había intentado matarla, pero atraparla era todo un reto.
    Elisah se convirtió en la mejor hitgirl de Estados Unidos, había llegado a lo más alto, había conseguido todo cuanto quería, pero seguía sintiéndose vacía. Nunca había asesinado por placer, pero sí para sentirse viva. La adrenalina, la emoción, la excitación, y el poder de tener en tus manos la vida de otra persona había conseguido mantenerla entretenida. Pero ya nada era suficiente. Ser la mejor ahora le resultaba aburrido, pues donde se encontraba, ya nada le suponía un reto. Así, decidió tomarse unos meses de descanso.
    Durante ese tiempo, su mente la atormentó. No encontraba una motivación, un camino a seguir para no volverse completamente loca. Había probado con todo, volver a los atracos, carreras ilegales, cualquier cosa que la sacara del estado en el que se encontraba, pero nada parecía funcionar.
    Un día, mientras sujetaba entre sus dedos el último cigarro del paquete que le quedaba, contemplando la lluvia que caía sobre la gran ciudad a través del gran ventanal de su apartamento, su teléfono volvió a sonar después de dos meses. No recordaba haber activado el sonido, por lo que, curiosa, se dirigió hacia la mesa del salón y lo recogió, contestando al instante, sin saber que aquella llamada lo cambiaría todo para siempre.
    Uno de sus antiguos clientes, un traficante de considerado prestigio en la ciudad, había contactado con ella porque un tipo, un camello de los bajos fondos, le debía una cantidad considerable de dinero. Le había entregado la mercancía y aún no había recibido el pago. Elisah aceptó, y se encaminó hacia el alijo del sujeto haciéndose pasar por una nueva clienta. Cuando llegó y se cercioró de que estaban solos preparó su estrategia por costumbre; sacar su pistola y amenazar al tipo, concediendo así el primer aviso. Si no pagaba, moriría. Era sencillo y la mayoría no solía necesitar de un tercero. Aquel parecía ser el caso.
    Mientras el tipo preparaba el pedido, Elisah examinó la estancia. Siempre era necesario para la siguiente visita: zonas de acceso, ventanas sin seguridad, escaleras de incendio, entradas secretas… Cualquier cosa que le resultara útil. Una vez terminó de analizar el entorno, se dispuso a actuar. Se aproximó hacia la cortina que separaba el recibidor y sacó su pistola despacio, apuntando hacia el fondo, cuando percibió el crujir de la escalera que daba a la entrada. Bajó el arma con cautela y se giró. Aquello complicaba un poco las cosas… La puerta estaba abierta, (caso error por su parte, aquello era algo que no solía sucederle) así que, cualquiera que quisiera entrar podría hacerlo sin siquiera llamar. Por suerte tenía los sentidos aguzados y logró anticiparse. Con los ojos puestos en el umbral de la puerta, Elisah sintió que el corazón empezaba a latir con fuerza sin un motivo aparente. Aquello la hizo fruncir el ceño, pues hacía mucho que no le sucedía aquello. ¿Ponerse nerviosa? ¿Por qué?…
    La respuesta no tardó en llegar, en cuanto la propietaria de los pasos y la causante de que hubiera tenido que posponer sus métodos apareció, supo que su vida cambiaría a partir de aquel momento.
    Una mujer de cabello largo, castaño, vestida con medias de rejilla hasta la media altura del muslo, falda negra y camiseta de corte a los hombros, pasó al interior de la sala en la que ella se encontraba. La saludó, pero Elisah no fue capaz de pronunciar una palabra.
    Asesinos a sueldo, sicarios, matones... Todos conocían su nombre. Más de uno había intentado matarla, pero atraparla era todo un reto. Elisah se convirtió en la mejor hitgirl de Estados Unidos, había llegado a lo más alto, había conseguido todo cuanto quería, pero seguía sintiéndose vacía. Nunca había asesinado por placer, pero sí para sentirse viva. La adrenalina, la emoción, la excitación, y el poder de tener en tus manos la vida de otra persona había conseguido mantenerla entretenida. Pero ya nada era suficiente. Ser la mejor ahora le resultaba aburrido, pues donde se encontraba, ya nada le suponía un reto. Así, decidió tomarse unos meses de descanso. Durante ese tiempo, su mente la atormentó. No encontraba una motivación, un camino a seguir para no volverse completamente loca. Había probado con todo, volver a los atracos, carreras ilegales, cualquier cosa que la sacara del estado en el que se encontraba, pero nada parecía funcionar. Un día, mientras sujetaba entre sus dedos el último cigarro del paquete que le quedaba, contemplando la lluvia que caía sobre la gran ciudad a través del gran ventanal de su apartamento, su teléfono volvió a sonar después de dos meses. No recordaba haber activado el sonido, por lo que, curiosa, se dirigió hacia la mesa del salón y lo recogió, contestando al instante, sin saber que aquella llamada lo cambiaría todo para siempre. Uno de sus antiguos clientes, un traficante de considerado prestigio en la ciudad, había contactado con ella porque un tipo, un camello de los bajos fondos, le debía una cantidad considerable de dinero. Le había entregado la mercancía y aún no había recibido el pago. Elisah aceptó, y se encaminó hacia el alijo del sujeto haciéndose pasar por una nueva clienta. Cuando llegó y se cercioró de que estaban solos preparó su estrategia por costumbre; sacar su pistola y amenazar al tipo, concediendo así el primer aviso. Si no pagaba, moriría. Era sencillo y la mayoría no solía necesitar de un tercero. Aquel parecía ser el caso. Mientras el tipo preparaba el pedido, Elisah examinó la estancia. Siempre era necesario para la siguiente visita: zonas de acceso, ventanas sin seguridad, escaleras de incendio, entradas secretas… Cualquier cosa que le resultara útil. Una vez terminó de analizar el entorno, se dispuso a actuar. Se aproximó hacia la cortina que separaba el recibidor y sacó su pistola despacio, apuntando hacia el fondo, cuando percibió el crujir de la escalera que daba a la entrada. Bajó el arma con cautela y se giró. Aquello complicaba un poco las cosas… La puerta estaba abierta, (caso error por su parte, aquello era algo que no solía sucederle) así que, cualquiera que quisiera entrar podría hacerlo sin siquiera llamar. Por suerte tenía los sentidos aguzados y logró anticiparse. Con los ojos puestos en el umbral de la puerta, Elisah sintió que el corazón empezaba a latir con fuerza sin un motivo aparente. Aquello la hizo fruncir el ceño, pues hacía mucho que no le sucedía aquello. ¿Ponerse nerviosa? ¿Por qué?… La respuesta no tardó en llegar, en cuanto la propietaria de los pasos y la causante de que hubiera tenido que posponer sus métodos apareció, supo que su vida cambiaría a partir de aquel momento. Una mujer de cabello largo, castaño, vestida con medias de rejilla hasta la media altura del muslo, falda negra y camiseta de corte a los hombros, pasó al interior de la sala en la que ella se encontraba. La saludó, pero Elisah no fue capaz de pronunciar una palabra.
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