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    Semanitas de estudio y reprobé. Me ví todo Harry Potter para calmarme y parte del señor de los anillos.
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  • Cap: 00.

    Las paredes volvieron a temblar, igual que hace muchas veces, con la misma intensidad que hacía temblar el agua estancada en aquel cuarto que engendra penumbras más allá de la ausencia lumínica. Cuando los movimientos, aquellos que aquél ya los tomaba como un suceso inmutable de su rutina, el mundo, su pequeño páramo de sombras, murió, o más bien se transformó, bajo una presencia delgada, pero intensa para él; luz nocturna, cayendo como cascada por encima de su rojiza cabeza.

    Para esa luz no le fue suficiente con hostigar desde arriba sino que también lo hizo desde abajo, usando el agua como un trampolín para fragmentarse en mil rayos que rebotaron en mil direcciones distintas. No hubo centímetro de ladrillo negro que se salvará de la iluminación.

    Las manos, delgadas y pálidas, cubrieron los párpados en un intento por esconder sus adoloridos ojos. Un frote tras otro fue suficiente, así pudo volver a posar la mirada en lo que escondían las penumbras a las que llamaba compañía; una recamara fría, inundada de aguas turbias que le llegan hasta las rodillas, con cuatro paredes que se repiten en patrón y medidas.

    El niño de cabello rojo estaba absorto en el paisaje, pero un susurro distante le hizo mirar hacia arriba. El cielo miró al niño y este le devolvió la mirada. Esa noche, de manera abrupta, el resplandor del firmamento fue trastornado por la mera presencia de aquel que por primera vez pudo hacer uso de la palabra belleza.
    No pudo descifrar el susurro, así como tampoco logró cortar el contacto visual con las estrellas. Era perturbador para él, quien era totalmente ajeno al desprecio que recibía desde lo alto. Algo presionó el centro de su pecho, algo que pronto se extendería hasta su garganta y culminaría en sus temblorosos labios.

    Flexionó las piernas, acto que pronto provocaría un nuevo temblor entre los ladrillos y el agua de la recamara. Al entorno se le sumaron los anillos, esas piezas doradas con trazos y fragmentos de rocas rojas, pero con una intensidad mayor. Él era el origen, motivado por una necesidad que jamás había sentido; Saber el porque las estrellas le odiaban.

    El niño de cabello rojo fue el factor que rompería con la quietud de la noche, el desencadenante de un catastrófico efecto mariposa para el destino. Un estruendo recorrió los oscuros bosques, como el rugido de los truenos durante las tormentas, mientras que un borrón escarlata cortó la distancia entre la tierra y el firmamento con una velocidad vertiginosa.

    Sus delgados dedos fueron extendidos en dirección a la infinidad del glorioso cielo, y él los extendió sin importar que una delgada capa ardiente y blanca cubriera desde las puntas de sus uñas negras hasta la mitad de sus antebrazos.

    No alcanzó a las estrellas.
    La distancia entre la tierra y el cielo, entre él y las estrellas, fue retornando a su forma original.
    Con el alejamiento creciente, con cada metro que se alejaba, la presión en su pecho fue grabándose, como si quisiera quedarse allí para toda la eternidad.

    Por primera vez sintió emociones; tristeza, frustración e ira. Pero también sintió algo aún mayor: Esperanza. La esperanza de algún día poder cambiar las estrellas.
    Cap: 00. Las paredes volvieron a temblar, igual que hace muchas veces, con la misma intensidad que hacía temblar el agua estancada en aquel cuarto que engendra penumbras más allá de la ausencia lumínica. Cuando los movimientos, aquellos que aquél ya los tomaba como un suceso inmutable de su rutina, el mundo, su pequeño páramo de sombras, murió, o más bien se transformó, bajo una presencia delgada, pero intensa para él; luz nocturna, cayendo como cascada por encima de su rojiza cabeza. Para esa luz no le fue suficiente con hostigar desde arriba sino que también lo hizo desde abajo, usando el agua como un trampolín para fragmentarse en mil rayos que rebotaron en mil direcciones distintas. No hubo centímetro de ladrillo negro que se salvará de la iluminación. Las manos, delgadas y pálidas, cubrieron los párpados en un intento por esconder sus adoloridos ojos. Un frote tras otro fue suficiente, así pudo volver a posar la mirada en lo que escondían las penumbras a las que llamaba compañía; una recamara fría, inundada de aguas turbias que le llegan hasta las rodillas, con cuatro paredes que se repiten en patrón y medidas. El niño de cabello rojo estaba absorto en el paisaje, pero un susurro distante le hizo mirar hacia arriba. El cielo miró al niño y este le devolvió la mirada. Esa noche, de manera abrupta, el resplandor del firmamento fue trastornado por la mera presencia de aquel que por primera vez pudo hacer uso de la palabra belleza. No pudo descifrar el susurro, así como tampoco logró cortar el contacto visual con las estrellas. Era perturbador para él, quien era totalmente ajeno al desprecio que recibía desde lo alto. Algo presionó el centro de su pecho, algo que pronto se extendería hasta su garganta y culminaría en sus temblorosos labios. Flexionó las piernas, acto que pronto provocaría un nuevo temblor entre los ladrillos y el agua de la recamara. Al entorno se le sumaron los anillos, esas piezas doradas con trazos y fragmentos de rocas rojas, pero con una intensidad mayor. Él era el origen, motivado por una necesidad que jamás había sentido; Saber el porque las estrellas le odiaban. El niño de cabello rojo fue el factor que rompería con la quietud de la noche, el desencadenante de un catastrófico efecto mariposa para el destino. Un estruendo recorrió los oscuros bosques, como el rugido de los truenos durante las tormentas, mientras que un borrón escarlata cortó la distancia entre la tierra y el firmamento con una velocidad vertiginosa. Sus delgados dedos fueron extendidos en dirección a la infinidad del glorioso cielo, y él los extendió sin importar que una delgada capa ardiente y blanca cubriera desde las puntas de sus uñas negras hasta la mitad de sus antebrazos. No alcanzó a las estrellas. La distancia entre la tierra y el cielo, entre él y las estrellas, fue retornando a su forma original. Con el alejamiento creciente, con cada metro que se alejaba, la presión en su pecho fue grabándose, como si quisiera quedarse allí para toda la eternidad. Por primera vez sintió emociones; tristeza, frustración e ira. Pero también sintió algo aún mayor: Esperanza. La esperanza de algún día poder cambiar las estrellas.
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  • ꧁༒☬ ƖƖɛɠąɖą - ɱơŋơཞơƖ ☬༒꧂



    Había muchas cosas en el mundo, mucho más grande de lo que cualquier inmortal, incluso, imaginaria. Posibilidades infinitas, tanto como lo era el mismo universo.
    Había reglas cuyas existencias eran desconocidas incluso para los más sabios. Realidades, experiencias, poderes .... Incluso mundos que ni el mismo Dios en persona era capaz de imaginar.
    Mundos hermosos. Mundos perfectas... Y mundos rotos. Destruídos hasta la médula. Agonizantes y masacrados hasta el punto que nada quedaba; solo terror, oscuridad y, a veces, una soledad sofocante.

    Y aún así, en medio de todo ese bien y mal. De esa perfección y esa putrefacción. Aún en medio de lo desesperado y carente de sueño... También podía haber sobrevivientes. Guerreros. Luchadores. Soñadores...

    — Maldita sea. Esta vez tiene que funcionar —

    Había marcas. Marcas imborrables creadas por la vida y la experiencia. Por las decisiones tomadas y las consecuencias.
    En algún lugar remoto, donde ya nada quedaba salvo la muerte. Aún había esperanza. Una pequeña luz incansable que no se rendía y que, después de mucho tiempo, sus esfuerzos parecieron rendir.

    Aún entre el terror y la oscuridad, en otro mundo donde, aunque la vida era un infierno (literalmente) pero cuya vida aún brillaba... Un espejo pareció reflejar la misma vida. El mismo brillo. La ensoñación y la esperanza.
    Tal vez en algún lugar, tal vez en algún edificio, tal vez en alguna torre. ¿Dónde? Probablemente donde nadie estaba mirando en ese momento. Pero había un espejo, un único en todos los anillos del infierno, cuyo reflejó no mostró lo que veía.

    Una distorsión, una oscuridad, una realidad... Del otro lado nada era brillante. No había vida y no había esperanza. Salvo por una única silueta que se vio poco después asomándose por el espejo.
    Una silueta cansada, tal vez hasta destruida, pero no derrumbada. Una silueta en cuya mirada se denotaba el cansancio pero también la determinación y la victoria por haber conseguido por lo que tanto tiempo trabajo.
    Una rosada mirada intensa que amenazaba con peligrosa astucia y fiereza.
    El reflejo tembló y el vidrio del espejo pareció crear ondas como el agua cuando aquella silueta extendió su mano. Una mano que atravesó el vidrio. Que cruzó al otro lado... Y pronto, aquella silueta ya no estaba en lo que el espejo reflejó. No. Ahora era alguien real. Ahora sus pies estaban sobre el lado rebosante de vida infernal. Había cruzado el espejo en su totalidad.

    Su ropa sucia y rota. Pero irónicamente aún parecía mantener el estilo... Aún así, aquella apariencia era la marca de la supervivencia. De la dura vida pasada.
    Su rostro denotaba seriedad, pero pronto, ya del otro lado, sus labios se curvaron en una sonrisa victoriosa.
    Levantó una de sus manos cerrada en un puño y, con fuerza, lo llevó detrás de ella sin siquiera voltear. Golpeando el, nuevamente sólido, vidrio del espejo que no demoró en quebrarse. Astillarse en millones de pedazos tal como estaba de astillado y roto el mundo de donde había provenido. Un mundo que, antes de desaparecer ante el estallido del vidrio a romperse, llegó a reflejar escalofriantes criaturas jamás imaginadas apareciendo de repente. Monstruos de pesadillas que apenas se hubieran llegado a ver.
    Pero con el espejo roto, la visión del otro lado desapareció. Tal vez una rara pesadilla que alguien drogado pudo haber imaginado ¿O no?

    — Espérame, V. Ya llegué —
    ꧁༒☬ ƖƖɛɠąɖą - ɱơŋơཞơƖ ☬༒꧂ Había muchas cosas en el mundo, mucho más grande de lo que cualquier inmortal, incluso, imaginaria. Posibilidades infinitas, tanto como lo era el mismo universo. Había reglas cuyas existencias eran desconocidas incluso para los más sabios. Realidades, experiencias, poderes .... Incluso mundos que ni el mismo Dios en persona era capaz de imaginar. Mundos hermosos. Mundos perfectas... Y mundos rotos. Destruídos hasta la médula. Agonizantes y masacrados hasta el punto que nada quedaba; solo terror, oscuridad y, a veces, una soledad sofocante. Y aún así, en medio de todo ese bien y mal. De esa perfección y esa putrefacción. Aún en medio de lo desesperado y carente de sueño... También podía haber sobrevivientes. Guerreros. Luchadores. Soñadores... — Maldita sea. Esta vez tiene que funcionar — Había marcas. Marcas imborrables creadas por la vida y la experiencia. Por las decisiones tomadas y las consecuencias. En algún lugar remoto, donde ya nada quedaba salvo la muerte. Aún había esperanza. Una pequeña luz incansable que no se rendía y que, después de mucho tiempo, sus esfuerzos parecieron rendir. Aún entre el terror y la oscuridad, en otro mundo donde, aunque la vida era un infierno (literalmente) pero cuya vida aún brillaba... Un espejo pareció reflejar la misma vida. El mismo brillo. La ensoñación y la esperanza. Tal vez en algún lugar, tal vez en algún edificio, tal vez en alguna torre. ¿Dónde? Probablemente donde nadie estaba mirando en ese momento. Pero había un espejo, un único en todos los anillos del infierno, cuyo reflejó no mostró lo que veía. Una distorsión, una oscuridad, una realidad... Del otro lado nada era brillante. No había vida y no había esperanza. Salvo por una única silueta que se vio poco después asomándose por el espejo. Una silueta cansada, tal vez hasta destruida, pero no derrumbada. Una silueta en cuya mirada se denotaba el cansancio pero también la determinación y la victoria por haber conseguido por lo que tanto tiempo trabajo. Una rosada mirada intensa que amenazaba con peligrosa astucia y fiereza. El reflejo tembló y el vidrio del espejo pareció crear ondas como el agua cuando aquella silueta extendió su mano. Una mano que atravesó el vidrio. Que cruzó al otro lado... Y pronto, aquella silueta ya no estaba en lo que el espejo reflejó. No. Ahora era alguien real. Ahora sus pies estaban sobre el lado rebosante de vida infernal. Había cruzado el espejo en su totalidad. Su ropa sucia y rota. Pero irónicamente aún parecía mantener el estilo... Aún así, aquella apariencia era la marca de la supervivencia. De la dura vida pasada. Su rostro denotaba seriedad, pero pronto, ya del otro lado, sus labios se curvaron en una sonrisa victoriosa. Levantó una de sus manos cerrada en un puño y, con fuerza, lo llevó detrás de ella sin siquiera voltear. Golpeando el, nuevamente sólido, vidrio del espejo que no demoró en quebrarse. Astillarse en millones de pedazos tal como estaba de astillado y roto el mundo de donde había provenido. Un mundo que, antes de desaparecer ante el estallido del vidrio a romperse, llegó a reflejar escalofriantes criaturas jamás imaginadas apareciendo de repente. Monstruos de pesadillas que apenas se hubieran llegado a ver. Pero con el espejo roto, la visión del otro lado desapareció. Tal vez una rara pesadilla que alguien drogado pudo haber imaginado ¿O no? — Espérame, V. Ya llegué —
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  • https://youtu.be/IlPnKDKb1Ak?si=ujkvVI-EKwIRTm9x


    - En todos los anillos del infierno empezó a sintonizarse mientras en mi torre cantaba animado, recordando esos tiempos tan hermosos que tuve en vida -
    https://youtu.be/IlPnKDKb1Ak?si=ujkvVI-EKwIRTm9x :STK-54: - En todos los anillos del infierno empezó a sintonizarse mientras en mi torre cantaba animado, recordando esos tiempos tan hermosos que tuve en vida -
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  • ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖

    𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰𝑰: 𝑳𝒐𝒔 𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝑨𝒏𝒊𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒅𝒊ó𝒔

    Querido diario…

    Dicen que todo fugitivo deja un rastro.
    
Yo dejé cuatro….
    
Y algo más… un reflejo roto que ya no quería cargar.

    La noche en que escapé de la Mansión Moretti, el silencio se estiraba entre las paredes como un animal dormido que podía despertar en cualquier momento.

    Mis pasos eran tímidos, pero mi decisión ardía como un incendio.

    En el vestíbulo principal, antes de cruzar la puerta que solo se abría en nacimientos, bodas o muertes, dejé sobre la mesa de mármol un pequeño cofre de madera oscura.

    
Mi renuncia.
    
Mi acto final como hija de esa casa.

    Dentro acomodé los cuatro anillos que representaban los destinos que nunca pedimos.

    El anillo de Luca:
Oro pálido con el escudo Moretti.
    El peso del deber que él jamás cuestionó… aunque sus ojos lo hicieran.

    El anillo de Adriano:
    
Sencillo, con un rubí oculto en el interior.
La rebeldía que él escondía mejor que sus temores.

    El anillo de Giulia:
    
Perlas blancas, frías como el papel en el que se firmarán sus votos
    Una pureza forzada… no elegida.

    Y mi anillo.
    
El compromiso con Nikolai Romanov.


    La corona que debía cargar sin haberla pedido.

    Los dejé juntos, como si así pudiera entregarles la vida que rechazaba.

    Pero había algo más que debía abandonar.
    A un lado del cofre dejé mi espejo de mano, aquel que mi madre me entregó cuando cumplí trece años.
    
Un espejo de oro, tallado con filigranas delicadas y pequeñas rosas grabadas en su borde.

    Ella solía decirme:

    "Una Moretti siempre debe recordar quién es."

    Esa noche lo dejé abierto, con la superficie rota en tres fragmentos, cada uno reflejando una parte distinta de mí.
    
Sobre ellos puse rosas rosadas, frescas, recién cortadas del invernadero.

    El contraste entre el oro brillando bajo la luz tenue, las grietas del cristal y el color suave de los pétalos decía todo lo que yo no quería escribirles en una carta:

    La mujer que ustedes intentaron forjar en oro ya no existe.
La rompí yo misma.

    Huir fue dolor.
Frío.
Silencio.
    
La libertad no huele a victoria… huele a miedo y a madrugada

    Viajé con lo mínimo, ocultando mi apellido como si fuera un pecado.

    Cada ciudad me recibió con indiferencia, cada tren con incertidumbre.

    Hasta llegar a Londres.
    La lluvia era un látigo.
    El viento, un verdugo.
    
Mis manos se entumecieron, mis piernas fallaron y mi respiración se volvió un susurro agonizante.

    Me desplomé en un callejón húmedo, abrazando mi propio cuerpo como si pudiera calentarme a mí misma.
    
Me pregunté si la libertad valía morir en un país donde nadie sabía pronunciar Scarlett…

    sin acento.

    Entonces… ella apareció.

    Una mujer alta, elegante, un abrigo negro envolviéndola como un secreto.
    
Ojos filosos.

    Labios rojos.
    
Presencia que imponía respeto sin pedirlo.

    —Niña —dijo con voz grave, segura—

    así no se muere.
    Vamos.
    Te levantarás.

    No sé si yo tomé su mano… o si la vida lo hizo por mí.

    Se llamaba Mirena Blackwood, dueña de uno de los burdeles más influyentes y discretos de Londres.
    
Una mujer que había sobrevivido al mundo… y que había aprendido a dominarlo.
    Me llevó a su refugio.

    Me alimentó.

    Me dio un baño caliente.

    Ropa limpia.
    Una cama que no juzgaba.

    Y, sobre todo, me dio algo que nadie en mi vida me había dado:
    Tiempo.
    Esa noche, mientras escuchaba la música sensual detrás de las paredes rojas del burdel y el murmullo de voces que vivían al margen del mundo elegante, entendí que la libertad no empieza cuando uno huye.

    Empieza cuando uno se permite renacer.


    — Scarlett Moretti

    ~(o tal vez, pronto… solo Scarlett (?)…

    ˖ ݁𖥔. ݁ . 𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝑺𝒄𝒂𝒓𝒍𝒆𝒕𝒕 . ݁.𖥔 ݁ ˖ 𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑰𝑰: 𝑳𝒐𝒔 𝑪𝒖𝒂𝒕𝒓𝒐 𝑨𝒏𝒊𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒅𝒊ó𝒔 Querido diario… Dicen que todo fugitivo deja un rastro. 
Yo dejé cuatro…. 
Y algo más… un reflejo roto que ya no quería cargar. La noche en que escapé de la Mansión Moretti, el silencio se estiraba entre las paredes como un animal dormido que podía despertar en cualquier momento. Mis pasos eran tímidos, pero mi decisión ardía como un incendio. En el vestíbulo principal, antes de cruzar la puerta que solo se abría en nacimientos, bodas o muertes, dejé sobre la mesa de mármol un pequeño cofre de madera oscura. … 
Mi renuncia. 
Mi acto final como hija de esa casa. … Dentro acomodé los cuatro anillos que representaban los destinos que nunca pedimos. El anillo de Luca:
Oro pálido con el escudo Moretti. El peso del deber que él jamás cuestionó… aunque sus ojos lo hicieran. El anillo de Adriano: 
Sencillo, con un rubí oculto en el interior.
La rebeldía que él escondía mejor que sus temores. El anillo de Giulia: 
Perlas blancas, frías como el papel en el que se firmarán sus votos Una pureza forzada… no elegida. Y mi anillo. 
El compromiso con Nikolai Romanov.
 La corona que debía cargar sin haberla pedido. Los dejé juntos, como si así pudiera entregarles la vida que rechazaba. Pero había algo más que debía abandonar. A un lado del cofre dejé mi espejo de mano, aquel que mi madre me entregó cuando cumplí trece años. 
Un espejo de oro, tallado con filigranas delicadas y pequeñas rosas grabadas en su borde. Ella solía decirme: "Una Moretti siempre debe recordar quién es." Esa noche lo dejé abierto, con la superficie rota en tres fragmentos, cada uno reflejando una parte distinta de mí. 
Sobre ellos puse rosas rosadas, frescas, recién cortadas del invernadero. El contraste entre el oro brillando bajo la luz tenue, las grietas del cristal y el color suave de los pétalos decía todo lo que yo no quería escribirles en una carta: La mujer que ustedes intentaron forjar en oro ya no existe.
La rompí yo misma. Huir fue dolor.
Frío.
Silencio. 
La libertad no huele a victoria… huele a miedo y a madrugada Viajé con lo mínimo, ocultando mi apellido como si fuera un pecado. Cada ciudad me recibió con indiferencia, cada tren con incertidumbre. Hasta llegar a Londres. La lluvia era un látigo. El viento, un verdugo. 
Mis manos se entumecieron, mis piernas fallaron y mi respiración se volvió un susurro agonizante. Me desplomé en un callejón húmedo, abrazando mi propio cuerpo como si pudiera calentarme a mí misma. 
Me pregunté si la libertad valía morir en un país donde nadie sabía pronunciar Scarlett… sin acento. Entonces… ella apareció. Una mujer alta, elegante, un abrigo negro envolviéndola como un secreto. 
Ojos filosos.
 Labios rojos. 
Presencia que imponía respeto sin pedirlo. —Niña —dijo con voz grave, segura— así no se muere. Vamos. Te levantarás. No sé si yo tomé su mano… o si la vida lo hizo por mí. Se llamaba Mirena Blackwood, dueña de uno de los burdeles más influyentes y discretos de Londres. 
Una mujer que había sobrevivido al mundo… y que había aprendido a dominarlo. Me llevó a su refugio.
 Me alimentó.
 Me dio un baño caliente.
 Ropa limpia. Una cama que no juzgaba. Y, sobre todo, me dio algo que nadie en mi vida me había dado: Tiempo. Esa noche, mientras escuchaba la música sensual detrás de las paredes rojas del burdel y el murmullo de voces que vivían al margen del mundo elegante, entendí que la libertad no empieza cuando uno huye. Empieza cuando uno se permite renacer. — Scarlett Moretti
 ~(o tal vez, pronto… solo Scarlett (?)…
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  • —Calma, venadín, sé que no disfrutas asistir a ciertos anillos. Aquí no tienes voz ni opinión, y tenemos innumerables entrevistas que realizar. ¿Por qué estoy haciendo esto, preguntas? Fácil, porque tengo ganas de hacerlo y lo disfrutaré.—


    ꧁༒☬𝓐𝓛𝓐𝓢𝓣𝓞𝓡 𝓡𝓔𝓓 𝓓𝓔𝓜𝓞𝓝 𝓞𝓥𝓔𝓡𝓛𝓞𝓡𝓓☬༒꧂
    —Calma, venadín, sé que no disfrutas asistir a ciertos anillos. Aquí no tienes voz ni opinión, y tenemos innumerables entrevistas que realizar. ¿Por qué estoy haciendo esto, preguntas? Fácil, porque tengo ganas de hacerlo y lo disfrutaré.— [Alastor_rabbit]
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  • -En su cautiverio, sus pensamientos eran lo único que tenía libertad. La seguridad del hotel iba cuesta abajo y tenía que ganar tiempo. VOX Overlord podía tenerme esclavizado sus aires de superioridad nublaban su coeficiente, del cabeza plana y me venía muy bien dejar que se pavonee y siga humillándome más. Mas mis ojos no perdían el brillo de OJO POR OJO, y sabía que me cobraría todas esas humillaciones. Unos cables rodearon mi cuerpo, controlando mis movimientos. Tomé una bocanada de aire y empecé a cantar. La transmisión se hacía ver en todos los anillos del infierno. Mi canto perforaba el alma del oyente que conectara con el mensaje. Era mi as bajo la manga, pero mis pensamientos me reconfortaban con las imágenes de mis esposos. Sabía que Dante cuidaría bien de los niños en mi ausencia.-


    Activen los subtitulos si no saben Taka Taka jxjxjxjx ◖⁠⚆⁠ᴥ⁠⚆⁠◗//


    https://youtu.be/_kIkKwhmnTo?si=i7zMZ9S5keHiVb78
    -En su cautiverio, sus pensamientos eran lo único que tenía libertad. La seguridad del hotel iba cuesta abajo y tenía que ganar tiempo. [VOX_Vees] podía tenerme esclavizado sus aires de superioridad nublaban su coeficiente, del cabeza plana y me venía muy bien dejar que se pavonee y siga humillándome más. Mas mis ojos no perdían el brillo de OJO POR OJO, y sabía que me cobraría todas esas humillaciones. Unos cables rodearon mi cuerpo, controlando mis movimientos. Tomé una bocanada de aire y empecé a cantar. La transmisión se hacía ver en todos los anillos del infierno. Mi canto perforaba el alma del oyente que conectara con el mensaje. Era mi as bajo la manga, pero mis pensamientos me reconfortaban con las imágenes de mis esposos. Sabía que Dante cuidaría bien de los niños en mi ausencia.- Activen los subtitulos si no saben Taka Taka jxjxjxjx ◖⁠⚆⁠ᴥ⁠⚆⁠◗// https://youtu.be/_kIkKwhmnTo?si=i7zMZ9S5keHiVb78
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  • -Recibí una llamada de Asmodeo porque enfrentaba un bloqueo creativo; sin embargo, no anticipaba que me solicitaría ayuda. Pensé que lo hizo por hábito, puesto que anteriormente estuve a cargo de los anillos supervisando. No estaba seguro de qué manera mi apoyo haría que su desbloqueo se desvaneciera, pero únicamente porque a veces realizaba mis tareas en su área y no comentaba nada. Solo por esa razón, respondí a su llamado.-

    —Asmodeo, sé que a veces ocurren bloqueos creativos y tienes una imagen que preservar, pero aún no logro entender de qué manera podría asistirte. Ya no soy un Monarca.

    Az: Por los viejos tiempos, Alastor, recurrí a Mamón, pero ese idiota solo se preocupa por llenar su boca de basura. He agotado todo mi repertorio y se acerca Halloween, y no tengo nada novedoso. Estoy perdiendo la cabeza; si observan la misma actuación de siempre, ¿qué pasará con mi reputación?

    Jejeje, ¿quién iba a pensar que verte de esta manera me haría sentir incómodo? Pero comprendo tu perspectiva. y Dime, ¿cuáles son tus ideas?

    Az: Deseo algo sombrío, pero que también tenga risas constantes. Colorido, pero con sombra siniestra, con ¡Chispa! Que sea una celebración, pero también que sea pagana, como si las víctimas ofrecieran sus vidas al ritual con gran deleite.

    Mmmm, para no tener nada, tienes muchas cosas que exigir, y además es específico.

    Az: Si lo planteas de esa manera, en teoría sí; pero no tengo forma de extraerlo de mi mente, o mejor dicho, de llevarlo al escenario.

    Está bien, pienso que tengo una solución. Si me proporcionas un par de horas, podríamos crear algo en base a lo que solicitas.

    Az: Lo lamento, sin embargo, no contamos con ese tiempo. En 20 minutos se hará público el nuevo evento que tengo que presentar, y por eso estoy angustiado.

    - Con un tic en el ojo -

    ¿QUE tú qué!?

    -Moví la cabeza en señal de negación.
    ¿De verdad me solicitó ayuda justo antes de tal anuncio?
    Cerré los ojos intentando imaginar al menos un detalle de lo que se anticipaba en el evento de Asmodeo, hasta que finalmente se me vino una idea, aumentando mi sonrisa.-

    Bien, Asmodeo, alístete para lo que presenciarás. Por supuesto, esto tendrá un costo; confío en que sigas dándome esos permisos cuando realice mis propios espectáculos en tu área. jxjxjxjx

    Az: Si logras hacerlo, te convertiré en el coaccionista del anillo de la lujuria, Alastor.

    Jxjxjxjx, no hace falta, Asmodeo; solo solicito libertad para mis Show si tienen lugar en tu dominio. Eso es todo, ¿Aceptas hacer el trato?

    Az: Será así si el evento tiene éxito; formalizaremos el acuerdo, pero no antes.

    Bueno, confío en que quedarás fascinado, Asmodeo, ya que esto será tema de conversación. jxjxjxjx

    -Me camuflé entre las sombras y, con mis sombras, organicé todo. La audiencia estaba atenta y Fizz anunciaba de manera ostentosa el evento, consciente de que Asmodeo no planeaba nada. Pero tenía fe en él; cuando se apagaron las luces, comenzaron a brillar hermosos acróbatas, dando comienzo a tan sombrío espectáculo... o eso parecía.-

    https://youtu.be/StVsfO0lVok?si=NeLt8S-hp9S1nciK
    -Recibí una llamada de Asmodeo porque enfrentaba un bloqueo creativo; sin embargo, no anticipaba que me solicitaría ayuda. Pensé que lo hizo por hábito, puesto que anteriormente estuve a cargo de los anillos supervisando. No estaba seguro de qué manera mi apoyo haría que su desbloqueo se desvaneciera, pero únicamente porque a veces realizaba mis tareas en su área y no comentaba nada. Solo por esa razón, respondí a su llamado.- —Asmodeo, sé que a veces ocurren bloqueos creativos y tienes una imagen que preservar, pero aún no logro entender de qué manera podría asistirte. Ya no soy un Monarca. Az: Por los viejos tiempos, Alastor, recurrí a Mamón, pero ese idiota solo se preocupa por llenar su boca de basura. He agotado todo mi repertorio y se acerca Halloween, y no tengo nada novedoso. Estoy perdiendo la cabeza; si observan la misma actuación de siempre, ¿qué pasará con mi reputación? Jejeje, ¿quién iba a pensar que verte de esta manera me haría sentir incómodo? 😅😅 Pero comprendo tu perspectiva. y Dime, ¿cuáles son tus ideas? Az: Deseo algo sombrío, pero que también tenga risas constantes. Colorido, pero con sombra siniestra, con ¡Chispa! Que sea una celebración, pero también que sea pagana, como si las víctimas ofrecieran sus vidas al ritual con gran deleite. Mmmm, para no tener nada, tienes muchas cosas que exigir, y además es específico. 😅 Az: Si lo planteas de esa manera, en teoría sí; pero no tengo forma de extraerlo de mi mente, o mejor dicho, de llevarlo al escenario. Está bien, pienso que tengo una solución. Si me proporcionas un par de horas, podríamos crear algo en base a lo que solicitas. Az: Lo lamento, sin embargo, no contamos con ese tiempo. En 20 minutos se hará público el nuevo evento que tengo que presentar, y por eso estoy angustiado. - Con un tic en el ojo - ¿QUE tú qué!? -Moví la cabeza en señal de negación. ¿De verdad me solicitó ayuda justo antes de tal anuncio? Cerré los ojos intentando imaginar al menos un detalle de lo que se anticipaba en el evento de Asmodeo, hasta que finalmente se me vino una idea, aumentando mi sonrisa.- Bien, Asmodeo, alístete para lo que presenciarás. Por supuesto, esto tendrá un costo; confío en que sigas dándome esos permisos cuando realice mis propios espectáculos en tu área. jxjxjxjx Az: Si logras hacerlo, te convertiré en el coaccionista del anillo de la lujuria, Alastor. Jxjxjxjx, no hace falta, Asmodeo; solo solicito libertad para mis Show si tienen lugar en tu dominio. Eso es todo, ¿Aceptas hacer el trato? Az: Será así si el evento tiene éxito; formalizaremos el acuerdo, pero no antes. Bueno, confío en que quedarás fascinado, Asmodeo, ya que esto será tema de conversación. jxjxjxjx -Me camuflé entre las sombras y, con mis sombras, organicé todo. La audiencia estaba atenta y Fizz anunciaba de manera ostentosa el evento, consciente de que Asmodeo no planeaba nada. Pero tenía fe en él; cuando se apagaron las luces, comenzaron a brillar hermosos acróbatas, dando comienzo a tan sombrío espectáculo... o eso parecía.- https://youtu.be/StVsfO0lVok?si=NeLt8S-hp9S1nciK
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  • Escena: “El Humo de la Medianoche”

    La ciudad dormía, pero el mundo de Luana nunca descansaba.
    Desde el balcón de un edificio en el centro, el humo del cigarrillo se elevaba lento, dibujando formas inciertas bajo la luz de la luna. El brillo tenue de los autos a lo lejos reflejaba en sus anillos, y el aire nocturno le revolvía el cabello como si susurrara secretos antiguos.

    Luana apoyó el codo sobre la baranda metálica, la mirada fija en el horizonte donde las luces se mezclaban con la oscuridad. Acababa de cerrar un trato. Uno de esos que no se firman con tinta, sino con sangre y silencio.

    —Otro imperio cayendo... —murmuró, dejando que el humo escapara entre sus labios—. Y ellos creen que aún tienen el control.

    El tono de su voz era suave, casi perezoso, pero detrás de él se escondía una mente en constante movimiento. Bajo su abrigo oscuro, la pistola Night Whisper reposaba como una extensión natural de su cuerpo. No la necesitaba siempre… pero le gustaba saber que estaba ahí.

    A su espalda, la puerta del balcón se abrió apenas con un clic. No se giró; ya había sentido la presencia desde hacía minutos.

    —Sabes que no deberías estar aquí —dijo sin cambiar el tono.

    —Tampoco tú, jefa —respondió una voz masculina, con un dejo de nerviosismo.

    Ella sonrió con sutileza, una de esas sonrisas que nadie sabe si son de agrado o amenaza. Aplastó el cigarrillo en el borde del barandal, el brillo rojo extinguiéndose con un leve crujido.

    —Si vas a traerme malas noticias, al menos trae una copa de vino —susurró mientras se giraba, los ojos ámbar brillando a la luz de la luna.

    El hombre tragó saliva y extendió un sobre sellado con el emblema de una familia rival.
    Luana lo tomó, sin prisa. Lo abrió, leyó unas líneas y exhaló con calma.

    —Interesante. Quieren jugar sucio otra vez. —Sus dedos se deslizaron por el papel, sintiendo las letras grabadas—. Bien. Juguemos.

    De pronto, las sombras del balcón se alargaron, fundiéndose con sus piernas, como si la oscuridad misma la reconociera. La temperatura bajó apenas un grado.

    —Reúne al grupo, Marco —ordenó—. A medianoche saldremos a cazar.

    Cuando él salió, Luana volvió su mirada al cielo. La luna la observaba, silenciosa, como una vieja cómplice.
    Encendió otro cigarrillo, dejando que el humo se perdiera con el viento.

    > “El poder no se gana… se toma.”



    Y Luana Smith Carson estaba a punto de recordárselo al mundo.


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    🌙 Escena: “El Humo de la Medianoche” La ciudad dormía, pero el mundo de Luana nunca descansaba. Desde el balcón de un edificio en el centro, el humo del cigarrillo se elevaba lento, dibujando formas inciertas bajo la luz de la luna. El brillo tenue de los autos a lo lejos reflejaba en sus anillos, y el aire nocturno le revolvía el cabello como si susurrara secretos antiguos. Luana apoyó el codo sobre la baranda metálica, la mirada fija en el horizonte donde las luces se mezclaban con la oscuridad. Acababa de cerrar un trato. Uno de esos que no se firman con tinta, sino con sangre y silencio. —Otro imperio cayendo... —murmuró, dejando que el humo escapara entre sus labios—. Y ellos creen que aún tienen el control. El tono de su voz era suave, casi perezoso, pero detrás de él se escondía una mente en constante movimiento. Bajo su abrigo oscuro, la pistola Night Whisper reposaba como una extensión natural de su cuerpo. No la necesitaba siempre… pero le gustaba saber que estaba ahí. A su espalda, la puerta del balcón se abrió apenas con un clic. No se giró; ya había sentido la presencia desde hacía minutos. —Sabes que no deberías estar aquí —dijo sin cambiar el tono. —Tampoco tú, jefa —respondió una voz masculina, con un dejo de nerviosismo. Ella sonrió con sutileza, una de esas sonrisas que nadie sabe si son de agrado o amenaza. Aplastó el cigarrillo en el borde del barandal, el brillo rojo extinguiéndose con un leve crujido. —Si vas a traerme malas noticias, al menos trae una copa de vino —susurró mientras se giraba, los ojos ámbar brillando a la luz de la luna. El hombre tragó saliva y extendió un sobre sellado con el emblema de una familia rival. Luana lo tomó, sin prisa. Lo abrió, leyó unas líneas y exhaló con calma. —Interesante. Quieren jugar sucio otra vez. —Sus dedos se deslizaron por el papel, sintiendo las letras grabadas—. Bien. Juguemos. De pronto, las sombras del balcón se alargaron, fundiéndose con sus piernas, como si la oscuridad misma la reconociera. La temperatura bajó apenas un grado. —Reúne al grupo, Marco —ordenó—. A medianoche saldremos a cazar. Cuando él salió, Luana volvió su mirada al cielo. La luna la observaba, silenciosa, como una vieja cómplice. Encendió otro cigarrillo, dejando que el humo se perdiera con el viento. > “El poder no se gana… se toma.” Y Luana Smith Carson estaba a punto de recordárselo al mundo. ---
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  • “¿Saturno? ¡Ah~! Siempre tan elegante con tus anillos~
    ¿Sabías que a veces me pierdo mirando cómo giras?
    El universo puede ser enorme y solitario… pero mientras existan maravillas como tú,
    Sana nunca se aburrirá~ ☆”
    “¿Saturno? ¡Ah~! Siempre tan elegante con tus anillos~ 💫 ¿Sabías que a veces me pierdo mirando cómo giras? El universo puede ser enorme y solitario… pero mientras existan maravillas como tú, Sana nunca se aburrirá~ ☆”
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