• El futuro en mis pesadillas más excelsas, reposa en el tiempo. Avanza la majestad nocturna hacia adelante y hacia atrás, burla el arriba y el abajo, ese, detenido aún en este cosmos, la justicia para ti.

    En este sarcófago de retazos de piedras preciosas en el que me encuentro. Me encuentro en un universo de almas inconscientes, de formas triangulares e inconexas, pedazos de tesoros que amargaron al más allá con su existencia. En esos espacios de lienzos y humos de acuarelas, llantos de recién nacidos y crías de amaestrados animales, persiste la libertad sublime este circo de llamas de nostalgia; esa en la que me invocaste.

    Entre oraciones de verdores, acérrimas ruinas de tus cálices, vislumbro el futuro en mis pesadillas: esos santos sueños de breas desnudadas, esas promesas aparecidas en la desgraciada guerra en la que te perdí. Son mi boleto al paraíso.

    Te pienso, en este eterno reposo. Contemplo a tu rostro en mis memorias, memorias que no apagan a la corteza de tus peceras rebosantes de un sentir que es todo un pecado original.

    Tu crucifixión se convirtió en la ruina de mis ruinas. Diste tu vida por amor. Las estrellas lloran tu ausencia; me he esfumado. Sueño las verdades que sostienen a todo tu epónimo perdido. Te sueño, artista de secretos aromas, la tinta breve de tus garras, tus uñas de transparentes cristales, forjados en las pupilas de los caídos. Cesa el canto rodado. La libertad en las alturas.

    La guerra te arrancó de mi coseno, te impulsó a reencarnar en el limbo de mis rezos. Desconozco que pueda contarte si estoy dormido, y no soy capaz de alcanzarte.

    Tu pasado reside entre mis mentes de acuarelas, en los cuellos degollados de mis enemigos. Esos que captan los claroscuros del más allá: el presente y paraíso de mis carruseles; que nublan las antenas de las orugas de tus sirvientes.

    Los que embalsamaron tu anatomía de bestia.

    Emperador de arañas rosadas, emperatriz turquesa de mantis religiosas, entrenadas para guerrear en tu ausencia, sesgan el pasto del pueblo de antiguas magias, tan arcanas como el origen de tus tiranos ancestros. Me revelan sus orígenes. Ellos timadores, ellos traicioneros, a diferencia de ti.

    No detienes las huellas de tus pies, sincronizan con los sabores al picante que invoca la muerte en el templo sacrosanto, en el que los gigantes de acero descubrieron como arribar a tus fantasías desde el mástil de la realidad. Tus mantos son escudos para mis sueños.


    Carne de mi carne, ruega por nosotros.

    Postre de mis entrañas, te rezo.


    Ante ti.

    Carmelo.

    Carmelo.

    Camelia.

    Cabeza.

    Coronas.

    Descubrimientos.

    Dibujos rupestres.

    En el revés de mi revés.


    Marcho hacia las cadenas de tus fértiles caderas. Me postro ante tu presencia.


    En este sarcófago, te sueño, entre lenguas antiguas, devoradas por el tiempo, el b del barro del suelo que se forma al caer la lluvia; el c de las casas heridas que las muñecas de mi padre creador al aplaudir. Una vez, por vez al artista de concéntricos perfectos, ciruelos a su vez llamados por un dios imaginario.


    Así te soñé.

    Eras mío.

    El final.

    Es.

    Inminente.

    Inclusive más lento.

    Te sueño.

    Tu compañía.

    mi consorte.

    Te sueño

    Surfista del mar de hierba.

    Espejo.

    censurados sueños.

    Consensuados.


    Eres la hiedra venenosa, eras la hidra de la aurora. Soy una esmeralda amaestrada por el ocio de tus fantasías a tórridas revelaciones, ingratas dulzura; como fuero internos, escritos por ti.


    Amigo imaginario.

    Sé feliz.


    Amigo imaginario.

    Ruego y rezo.


    Por tu libertad.

    Sublime.

    Lamento.

    Absorbo el matiz de limas y naranjas en este día, esta tarde, esta noche. Ese árbol, que respira mis cadentes maravillas. Me revela a tu anatomía aparecida.

    Cobijado por solariegos riesgos de encontrarte en mis memorias, el amarillo que atardeció y anocheció vislumbra como tu cabeza rueda por los suelos y empapa con tu bruna sangre los dedos de tus ausentes dedos. Plagas de agujas, enfermedades, que para tu suerte, acudieron a tu auxilio.

    El Sol.fue mi aliado.
    Las estrellas.mi fuente.
    La Luna mi amante.
    Perpetúa adoración.

    Te recuerdo.
    Te veo. Te veo. Te veo.
    Huevo.
    adornado.
    Con ónix dormido.
    Mis adiamantados. Huesos.
    Océano de arena.

    Te pienso. Te pienso. Te pienso.

    Derramé tus entrañas en el lecho nupcial, ese en el que me tomabas como tu esposo, tu esclavo, tu siervo. Fui tan sólo una presa para ti. En el tanteo de estas tentaciones, que vistieron a las aterciopeladas cortinas, tus recuerdos, llaman insistente a mi nombre verdadero.

    ¿Por qué debí velar por tu integridad?
    ¿Por qué he de cargar con esta culpa?
    Tanteo la madera del sillón.
    Contemplo a la ventana.

    No sé. No sé. No sé.
    Mi cordura.
    Desconozco si la perderé.
    Un extravío.
    De mi cordura.
    Rescato con ella.

    Mi Paz.

    Y en un sólo pero, en una sola triada de luminosidad, acuosos ritos, es tu boca de maduros frutos, los que, entre tu justicia y la mía, los que en la existencia de mi segunda vida, en la corte de los sueños, nocturna calma para siempre, atada a mí, son los que hacen las preguntas.

    En.mi.mente.
    Respondo.
    En tu mente.
    Existo.

    Soy la libertad.
    Sublime.
    Me convierto.
    En.
    Crepúsculo.
    Luna Nueva.
    Eclipse.
    Amanecer de Medianoche.
    La elipsis.
    Y.en.mi.sárcofago.pienso.
    Reconozco.
    Que te extraño.
    El futuro en mis pesadillas más excelsas, reposa en el tiempo. Avanza la majestad nocturna hacia adelante y hacia atrás, burla el arriba y el abajo, ese, detenido aún en este cosmos, la justicia para ti. En este sarcófago de retazos de piedras preciosas en el que me encuentro. Me encuentro en un universo de almas inconscientes, de formas triangulares e inconexas, pedazos de tesoros que amargaron al más allá con su existencia. En esos espacios de lienzos y humos de acuarelas, llantos de recién nacidos y crías de amaestrados animales, persiste la libertad sublime este circo de llamas de nostalgia; esa en la que me invocaste. Entre oraciones de verdores, acérrimas ruinas de tus cálices, vislumbro el futuro en mis pesadillas: esos santos sueños de breas desnudadas, esas promesas aparecidas en la desgraciada guerra en la que te perdí. Son mi boleto al paraíso. Te pienso, en este eterno reposo. Contemplo a tu rostro en mis memorias, memorias que no apagan a la corteza de tus peceras rebosantes de un sentir que es todo un pecado original. Tu crucifixión se convirtió en la ruina de mis ruinas. Diste tu vida por amor. Las estrellas lloran tu ausencia; me he esfumado. Sueño las verdades que sostienen a todo tu epónimo perdido. Te sueño, artista de secretos aromas, la tinta breve de tus garras, tus uñas de transparentes cristales, forjados en las pupilas de los caídos. Cesa el canto rodado. La libertad en las alturas. La guerra te arrancó de mi coseno, te impulsó a reencarnar en el limbo de mis rezos. Desconozco que pueda contarte si estoy dormido, y no soy capaz de alcanzarte. Tu pasado reside entre mis mentes de acuarelas, en los cuellos degollados de mis enemigos. Esos que captan los claroscuros del más allá: el presente y paraíso de mis carruseles; que nublan las antenas de las orugas de tus sirvientes. Los que embalsamaron tu anatomía de bestia. Emperador de arañas rosadas, emperatriz turquesa de mantis religiosas, entrenadas para guerrear en tu ausencia, sesgan el pasto del pueblo de antiguas magias, tan arcanas como el origen de tus tiranos ancestros. Me revelan sus orígenes. Ellos timadores, ellos traicioneros, a diferencia de ti. No detienes las huellas de tus pies, sincronizan con los sabores al picante que invoca la muerte en el templo sacrosanto, en el que los gigantes de acero descubrieron como arribar a tus fantasías desde el mástil de la realidad. Tus mantos son escudos para mis sueños. Carne de mi carne, ruega por nosotros. Postre de mis entrañas, te rezo. Ante ti. Carmelo. Carmelo. Camelia. Cabeza. Coronas. Descubrimientos. Dibujos rupestres. En el revés de mi revés. Marcho hacia las cadenas de tus fértiles caderas. Me postro ante tu presencia. En este sarcófago, te sueño, entre lenguas antiguas, devoradas por el tiempo, el b del barro del suelo que se forma al caer la lluvia; el c de las casas heridas que las muñecas de mi padre creador al aplaudir. Una vez, por vez al artista de concéntricos perfectos, ciruelos a su vez llamados por un dios imaginario. Así te soñé. Eras mío. El final. Es. Inminente. Inclusive más lento. Te sueño. Tu compañía. mi consorte. Te sueño Surfista del mar de hierba. Espejo. censurados sueños. Consensuados. Eres la hiedra venenosa, eras la hidra de la aurora. Soy una esmeralda amaestrada por el ocio de tus fantasías a tórridas revelaciones, ingratas dulzura; como fuero internos, escritos por ti. Amigo imaginario. Sé feliz. Amigo imaginario. Ruego y rezo. Por tu libertad. Sublime. Lamento. Absorbo el matiz de limas y naranjas en este día, esta tarde, esta noche. Ese árbol, que respira mis cadentes maravillas. Me revela a tu anatomía aparecida. Cobijado por solariegos riesgos de encontrarte en mis memorias, el amarillo que atardeció y anocheció vislumbra como tu cabeza rueda por los suelos y empapa con tu bruna sangre los dedos de tus ausentes dedos. Plagas de agujas, enfermedades, que para tu suerte, acudieron a tu auxilio. El Sol.fue mi aliado. Las estrellas.mi fuente. La Luna mi amante. Perpetúa adoración. Te recuerdo. Te veo. Te veo. Te veo. Huevo. adornado. Con ónix dormido. Mis adiamantados. Huesos. Océano de arena. Te pienso. Te pienso. Te pienso. Derramé tus entrañas en el lecho nupcial, ese en el que me tomabas como tu esposo, tu esclavo, tu siervo. Fui tan sólo una presa para ti. En el tanteo de estas tentaciones, que vistieron a las aterciopeladas cortinas, tus recuerdos, llaman insistente a mi nombre verdadero. ¿Por qué debí velar por tu integridad? ¿Por qué he de cargar con esta culpa? Tanteo la madera del sillón. Contemplo a la ventana. No sé. No sé. No sé. Mi cordura. Desconozco si la perderé. Un extravío. De mi cordura. Rescato con ella. Mi Paz. Y en un sólo pero, en una sola triada de luminosidad, acuosos ritos, es tu boca de maduros frutos, los que, entre tu justicia y la mía, los que en la existencia de mi segunda vida, en la corte de los sueños, nocturna calma para siempre, atada a mí, son los que hacen las preguntas. En.mi.mente. Respondo. En tu mente. Existo. Soy la libertad. Sublime. Me convierto. En. Crepúsculo. Luna Nueva. Eclipse. Amanecer de Medianoche. La elipsis. Y.en.mi.sárcofago.pienso. Reconozco. Que te extraño.
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  • -mi orfanato tiene una capacidad infinita de habitaciones, por eso es que tengo varios niños- la hermana de la bruja solo alzo la ceja -varios? Tienes como 560 niños y de alguna forma atiendes a todos en 24 horas los 7 días de la semana- Bloom se cruzó de brazos -no exageres, solo son Anelia, Amir, asina, aselio, acarmio, astelio, astenio, Amelia, arnia, árnica, Artemisa, arsila, armina, artina y artima, alpina, a....- Divinity suspiro sosteniendose el rostro -y apenas va en la a, aun falta el resto del alfabeto....-
    -mi orfanato tiene una capacidad infinita de habitaciones, por eso es que tengo varios niños- la hermana de la bruja solo alzo la ceja -varios? Tienes como 560 niños y de alguna forma atiendes a todos en 24 horas los 7 días de la semana- Bloom se cruzó de brazos -no exageres, solo son Anelia, Amir, asina, aselio, acarmio, astelio, astenio, Amelia, arnia, árnica, Artemisa, arsila, armina, artina y artima, alpina, a....- Divinity suspiro sosteniendose el rostro -y apenas va en la a, aun falta el resto del alfabeto....-
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  • -yo le advertí de que no entrara al territorio de camelia, a no pero como soy bruja soy bien emntirosa y seguro escondo algo ahí dentro- la bruja se quejaba mientras cortaba las cuerdas que sostenían al chico -por pendejo baboso estúpido te pasa animal, si te dicen no te metas, pues NO TE METAS, por amor a dios soy bruja lo sé pero mínimo yo los cuido le las otras pero ustedes van de estupidiotas a meterse creyéndose los mas vergas pinches pendejos- el cabello de la bruja se empezó a alborotar del fastidio que le habían provocado
    -yo le advertí de que no entrara al territorio de camelia, a no pero como soy bruja soy bien emntirosa y seguro escondo algo ahí dentro- la bruja se quejaba mientras cortaba las cuerdas que sostenían al chico -por pendejo baboso estúpido te pasa animal, si te dicen no te metas, pues NO TE METAS, por amor a dios soy bruja lo sé pero mínimo yo los cuido le las otras pero ustedes van de estupidiotas a meterse creyéndose los mas vergas pinches pendejos- el cabello de la bruja se empezó a alborotar del fastidio que le habían provocado
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || Aun recuerdo cuando quería hacer una trama con una amelia watson, de que ella fuera la detective que buscara a mi ladron multiversal... Te extrañaré mi Oshi de Hololive.
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    Me entristece
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    // Un juego ha hecho una colaboración con Slayers y puedes reunir los 5 personajes principales para jugar con ellos: Lina, Gourry, Xellos, Zelgadiss y Amelia (he puesto los nombres ingleses, en español alguno varía un poco). Al lío:
    • ¿Yo quería reunir los personajes? Sí.
    • Problema: que es un estilo de juego que a mí se me da horriblemente mal.
    • ¿Solución? He esclavizado a uXellos para que me consiga los personajes y HA LOGRADO DESBLOQUEARME LOS 5!!! AAAAAAAAAAAH!!! ME MUERO!!!
    TE ADORO Xellos Metallium!!!
    // Un juego ha hecho una colaboración con Slayers y puedes reunir los 5 personajes principales para jugar con ellos: Lina, Gourry, Xellos, Zelgadiss y Amelia (he puesto los nombres ingleses, en español alguno varía un poco). Al lío: • ¿Yo quería reunir los personajes? Sí. • Problema: que es un estilo de juego que a mí se me da horriblemente mal. • ¿Solución? He esclavizado a uXellos para que me consiga los personajes y HA LOGRADO DESBLOQUEARME LOS 5!!! AAAAAAAAAAAH!!! ME MUERO!!! TE ADORO [XELLOS]!!! ❤️❤️❤️
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  • Viví en tu voz y tú, y tan sólo tú, extrajiste los tumores de mis dedos carcomidos, las ofrendas de nupcias ardientes que entregué a las estrellas cenizas. Y vi en tus cosmos mis delirios, mi dama de luz, me enfrenté al mundo gracias a ti; gobernado por tu gente.

    Hará no mucho tiempo que el tiempo es tiempo. Hará no mucho que las almas son almas. Ingenuas, graciosas. Gracia de venia. Heraldos de amor. Unidas hicieron el amor entre los montes del destino. Con el arrullo de tus nombres.

    Conmovido por la hambruna de la sabiduría conocida, tan sólo fuimos un puñado de recuerdos heridos por el poderío del sol. Ingratos ante la sutileza de la luz de luna. Acérrimos ante los quiebres del relumbre de la tierra.

    Frágil fue nuestra historia. Devoto nuestro ingenio. Por un puñado de monedas te vendí y tú, en cambio, me diste un beso con la crudeza de una íntegra verdad. En esa prisión en la que me salvabas la vida como un árbol frondoso a su fruta favorita.

    Porque era manzana, soy mandarina. Era naranja y al final simplemente me convertí en las uvas que lamiste entre tus dedos. Me aplastaste con el sigilo de un migrante que reúne entre sus pertenencias el gemebundo frío. El calor del lecho que compartimos.

    Las estaciones, las catorce sangrientas, las quince tristezas de un astro a otro, conmovieron a todos lo que acudieron a verte bailar. Y te movías como una gacela, mi dama de luz. Como una presea. Como una ostia. Una saga de las profundidades.

    También la glosolalia que manaban de tus senos nos permitía entrever que eras arenas de ayer y cenizas de mañana; esas con las que alguna una vez soñé cuando te soñé siendo mía.

    ¿Quién para soñarte sino yo?

    Me relataste tanto de tu gente. De tu porte, de tus níveos espejismos. Y yo en cambio sólo te hablé del ayer, del hoy, del mañana. Soñándote como mi dama de las camelias, mi musa de azucenas y, con mi yugo presente y de mi lado, relumbraron las trompetas que los ángeles te entregaron, la maldición de los demonios del cambio a nuestros vástagos.

    Coroné tus ojos entre maromas de tierna usanza. Coroné los espacios de tu virgen vientre, la ceguera de creación que edificabas. Desnudaste en cambio el orgullo de mi bajo vientre, la faena que tenía contigo de llorar dentro de ti.

    Porque viví en ti y clamé tu nombre en un celestial éxtasis. Porque eras la cayena de mi alma, el cisne de mi mar de emociones, la grulla de mi lago de abrasadora lava. Me hechizaste como una sirena a un dios de un millar de corazones, hilados en ti, mi bien y tafetán. Entregué los espacios de mi morada a tu garganta, a tus lunares, a tus verrugas, a tu mórbida belleza.

    Y entonces desperté. Y encontré el don de tu alborada entre mis brazos. Tu luz ardiente me hizo conocer el paraíso hasta que tu ectoplasma se unió con el mío, y nos convertimos así, en las leyendas de dioses secretos, sacerdotisas de arenas y cenizas.

    En otras vidas fui tu caballero y te amé en la otra vida.

    Y en esta me convertiré en el para siempre al que entregues a descansar cuando estés cansada de la buena nueva de nuestro lirio de plata edificado.

    ¿Quién sino para amarte sino yo?

    Ruego por ti y rezo cada mañana en tu nombre. Ruego por ti cada tarde en la que te pienso.

    En ese, mi propio calvario, me someto siendo un tan sólo un fantasma. Cada noche ruego al firmamento para que sigas siendo mía.

    Mi aparecida doncella de lápidas y cementerios de sueños.

    Tú y tan sólo tú. Desde mi etérea juventud.
    Viví en tu voz y tú, y tan sólo tú, extrajiste los tumores de mis dedos carcomidos, las ofrendas de nupcias ardientes que entregué a las estrellas cenizas. Y vi en tus cosmos mis delirios, mi dama de luz, me enfrenté al mundo gracias a ti; gobernado por tu gente. Hará no mucho tiempo que el tiempo es tiempo. Hará no mucho que las almas son almas. Ingenuas, graciosas. Gracia de venia. Heraldos de amor. Unidas hicieron el amor entre los montes del destino. Con el arrullo de tus nombres. Conmovido por la hambruna de la sabiduría conocida, tan sólo fuimos un puñado de recuerdos heridos por el poderío del sol. Ingratos ante la sutileza de la luz de luna. Acérrimos ante los quiebres del relumbre de la tierra. Frágil fue nuestra historia. Devoto nuestro ingenio. Por un puñado de monedas te vendí y tú, en cambio, me diste un beso con la crudeza de una íntegra verdad. En esa prisión en la que me salvabas la vida como un árbol frondoso a su fruta favorita. Porque era manzana, soy mandarina. Era naranja y al final simplemente me convertí en las uvas que lamiste entre tus dedos. Me aplastaste con el sigilo de un migrante que reúne entre sus pertenencias el gemebundo frío. El calor del lecho que compartimos. Las estaciones, las catorce sangrientas, las quince tristezas de un astro a otro, conmovieron a todos lo que acudieron a verte bailar. Y te movías como una gacela, mi dama de luz. Como una presea. Como una ostia. Una saga de las profundidades. También la glosolalia que manaban de tus senos nos permitía entrever que eras arenas de ayer y cenizas de mañana; esas con las que alguna una vez soñé cuando te soñé siendo mía. ¿Quién para soñarte sino yo? Me relataste tanto de tu gente. De tu porte, de tus níveos espejismos. Y yo en cambio sólo te hablé del ayer, del hoy, del mañana. Soñándote como mi dama de las camelias, mi musa de azucenas y, con mi yugo presente y de mi lado, relumbraron las trompetas que los ángeles te entregaron, la maldición de los demonios del cambio a nuestros vástagos. Coroné tus ojos entre maromas de tierna usanza. Coroné los espacios de tu virgen vientre, la ceguera de creación que edificabas. Desnudaste en cambio el orgullo de mi bajo vientre, la faena que tenía contigo de llorar dentro de ti. Porque viví en ti y clamé tu nombre en un celestial éxtasis. Porque eras la cayena de mi alma, el cisne de mi mar de emociones, la grulla de mi lago de abrasadora lava. Me hechizaste como una sirena a un dios de un millar de corazones, hilados en ti, mi bien y tafetán. Entregué los espacios de mi morada a tu garganta, a tus lunares, a tus verrugas, a tu mórbida belleza. Y entonces desperté. Y encontré el don de tu alborada entre mis brazos. Tu luz ardiente me hizo conocer el paraíso hasta que tu ectoplasma se unió con el mío, y nos convertimos así, en las leyendas de dioses secretos, sacerdotisas de arenas y cenizas. En otras vidas fui tu caballero y te amé en la otra vida. Y en esta me convertiré en el para siempre al que entregues a descansar cuando estés cansada de la buena nueva de nuestro lirio de plata edificado. ¿Quién sino para amarte sino yo? Ruego por ti y rezo cada mañana en tu nombre. Ruego por ti cada tarde en la que te pienso. En ese, mi propio calvario, me someto siendo un tan sólo un fantasma. Cada noche ruego al firmamento para que sigas siendo mía. Mi aparecida doncella de lápidas y cementerios de sueños. Tú y tan sólo tú. Desde mi etérea juventud.
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