• ──── 𝘛𝘩𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘵 𝘩𝘢𝘴 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘪𝘥. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | ℭ𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 [𝟷𝟷]

    [] 𝑃𝑎𝑟í𝑠, 𝐹𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 — 𝟷𝟶:𝟹𝟶 𝑃.𝑀

    La noche parisina caía como un velo de terciopelo negro sobre el Sena, cuando el vuelo desde Buenos Aires aterrizó en Charles de Gaulle. Santiago descendió del avión con la elegancia de un fantasma, su abrigo negro ondeando ligeramente con la brisa otoñal. Sus ojos rojos ocultos tras lentes ahumados, piel pálida que no reflejaba la luz, y un aura que hacía que los mortales se apartaran instintivamente.

    Argentino de nacimiento, pero con siglos de vagabundeo por el infierno y la tierra, hablaba francés como si hubiera nacido en las calles de Montmartre.

    Tomó un taxi hacia el distrito 16, donde las mansiones de los poderosos se erguían como fortalezas de mármol y oro. Su objetivo: Pierre Duval, el Ministro de Defensa de Francia, un hombre que había cruzado caminos con Santiago décadas atrás, cuándo se deshacía de los opositores u aquellos que atentaban contra él. Pero los contratos cambian, y esta vez, el pago venía por una deuda pendiente del mismísimo Pierre.

    La mansión de Duval era un palacio neoclásico, rodeado de jardines manicureados y vigilado por guardias armados con fusiles de asalto. Santiago se acercó a la verja principal, su silueta recortada contra las luces de la ciudad. Uno de los guardias, un tipo fornido con auricular, lo detuvo.

    Guardia: ──── Identifiez-vous. ────

    Gruñó el guardia, mano en la pistolera.
    Santiago sonrió, revelando colmillos apenas perceptibles.

    ──── Dites à Monsieur Duval que c'est un vieil ami d'Argentine. Santiago. Il me connaît depuis longtemps.────

    El guardia dudó, pero el nombre surtió efecto. Llamó por radio, y tras un minuto de silencio tenso, la verja se abrió.

    Dos guardias más lo escoltaron por el camino de gravilla, sus botas crujiendo como huesos rotos. Santiago caminaba con calma, inhalando el aroma a rosas y poder corrupto.
    En el vestíbulo de mármol, iluminado por candelabros de cristal, Pierre Duval lo esperaba. El ministro era un hombre de sesenta años, elegante en su traje a medida, con una copa de coñac en la mano. Su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y nostalgia.

    Pierre : ──── Santiago! Mon Dieu, ça fait combien... vingt ans? Depuis Brazzaville. Entre, entre. Qu'est-ce qui t'amène à Paris? Un contrat?────


    Santiago entró, quitándose los guantes lentamente.

    ──── Exactement, Pierre. Un contrat. Mais cette fois, c'est toi la cible. ────

    Los ojos de Duval se abrieron de par en par. Intentó retroceder, pero los guardias ya estaban alertas.

    Los dos guardias en la puerta levantaron sus armas, pero Santiago fue más rápido. Con un movimiento fluido, extendió la mano y envolviendo su cuello hasta romperlo. El hombre gritó mientras su cuerpo se retorcía, huesos crujiendo como ramas secas, hasta colapsar en un montón de carne inerte.

    El segundo disparó, balas silbando en el aire, pero rebotaron en la piel de Santiago como gotas de lluvia en acero.

    ──── Tu n'as pas changé du tout, Pierre. Tu continues d'échouer malgré toute la sécurité dont tu disposes.────

    El guardia restante cargó con un cuchillo, pero Santiago lo agarró por el cuello, levantándolo del suelo. Con un chasquido, el cuello se quebró.

    El cuerpo cayó pesadamente sobre la alfombra persa.
    Duval retrocedió hacia su escritorio, presionando un botón de pánico oculto.

    Pierre : ──── Pourquoi? Qui t'a payé? On était amis! ────

    Santiago se rio, un sonido gutural que resonó como eco en el infierno.

    ──── Amis ? Nous n'avons jamais été amis. Tu as rompu le pacte, et maintenant tu dois payer. Le démon qui est en moi n'oublie pas. Et ce soir, le prix à payer sera ton sang. ────

    Más guardias irrumpieron desde las escaleras: cuatro en total, armados hasta los dientes. Disparos retumbaron en la mansión, astillando muebles antiguos y perforando paredes. Santiago se movió como humo, esquivando balas. Saco rápidamente su 9mm, solo fueron dos disparos certeros; una a la cabeza de los dos guardias que cubrían la delantera.

    Los últimos dos intentaron flanquearlo. Uno disparó una ráfaga que rozó el hombro de Santiago, rasgando el abrigo pero no la piel.

    ──── Pathétique. ────

    Siseó él, lanzando una daga oculta en su saco que se clavó en la garganta del tirador. El último guardia, aterrorizado, vació su cargador.

    Santiago, apunto nuevamente y disparó otro certero tiro en la cabeza del guardia restante. Duval, acorralado detrás del escritorio, sacó una pistola de un cajón.

    Pierre : ──── Attends! Je peux payer le double! Triple! ────

    Santiago se acercó, ignorando el arma.

    Tomó la pistola de la mano temblorosa de Duval y la aplastó como papel. Luego, con delicadeza casi amorosa, colocó una mano en la frente del ministro y luego la bajó rápidamente para tomarlo del cuello apretando fuertemente.

    ──── Adieu, Pierre. L'enfer t'attend. . . ────

    Hizo una pequeña pausa.

    ────𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘧𝘳𝘢𝘯𝘤é𝘴 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘳𝘥𝘰. ────

    Un pulso fuerte recorrió el cuerpo del ministro. Su piel se agrietó ante aquél tacto, sangre negra brotando como lava. Gritó una última vez hasta que se escucho rápidamente el filo de la garra atravesando su cuello y un rápido movimiento, firme y perfecto realizando un corte limpió donde la cabeza salió rodando por los suelos dejando un camino de sangre en el transcurso.

    Santiago se limpió las manos en el abrigo, admirando el caos: cuerpos destrozados, sangre salpicando tapices renacentistas. Sacó un cigarrillo, lo encendió con una llama de su dedo, y exhaló humo hacia el techo.

    ──── Paris est toujours aussi belle la nuit. J'ai récupéré ce que vous me deviez. ────

    Murmuró, antes de desvanecerse en las sombras, dejando la mansión como un mausoleo de los caídos. El demonio había cobrado su deuda.
    ──── 𝘛𝘩𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘵 𝘩𝘢𝘴 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘪𝘥. ──── 𝑃𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡 𝐷𝑎𝑦 | ℭ𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 [𝟷𝟷] [🇫🇷] 𝑃𝑎𝑟í𝑠, 𝐹𝑟𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 — 𝟷𝟶:𝟹𝟶 𝑃.𝑀 La noche parisina caía como un velo de terciopelo negro sobre el Sena, cuando el vuelo desde Buenos Aires aterrizó en Charles de Gaulle. Santiago descendió del avión con la elegancia de un fantasma, su abrigo negro ondeando ligeramente con la brisa otoñal. Sus ojos rojos ocultos tras lentes ahumados, piel pálida que no reflejaba la luz, y un aura que hacía que los mortales se apartaran instintivamente. Argentino de nacimiento, pero con siglos de vagabundeo por el infierno y la tierra, hablaba francés como si hubiera nacido en las calles de Montmartre. Tomó un taxi hacia el distrito 16, donde las mansiones de los poderosos se erguían como fortalezas de mármol y oro. Su objetivo: Pierre Duval, el Ministro de Defensa de Francia, un hombre que había cruzado caminos con Santiago décadas atrás, cuándo se deshacía de los opositores u aquellos que atentaban contra él. Pero los contratos cambian, y esta vez, el pago venía por una deuda pendiente del mismísimo Pierre. La mansión de Duval era un palacio neoclásico, rodeado de jardines manicureados y vigilado por guardias armados con fusiles de asalto. Santiago se acercó a la verja principal, su silueta recortada contra las luces de la ciudad. Uno de los guardias, un tipo fornido con auricular, lo detuvo. Guardia: ──── Identifiez-vous. ──── Gruñó el guardia, mano en la pistolera. Santiago sonrió, revelando colmillos apenas perceptibles. ──── Dites à Monsieur Duval que c'est un vieil ami d'Argentine. Santiago. Il me connaît depuis longtemps.──── El guardia dudó, pero el nombre surtió efecto. Llamó por radio, y tras un minuto de silencio tenso, la verja se abrió. Dos guardias más lo escoltaron por el camino de gravilla, sus botas crujiendo como huesos rotos. Santiago caminaba con calma, inhalando el aroma a rosas y poder corrupto. En el vestíbulo de mármol, iluminado por candelabros de cristal, Pierre Duval lo esperaba. El ministro era un hombre de sesenta años, elegante en su traje a medida, con una copa de coñac en la mano. Su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y nostalgia. Pierre : ──── Santiago! Mon Dieu, ça fait combien... vingt ans? Depuis Brazzaville. Entre, entre. Qu'est-ce qui t'amène à Paris? Un contrat?──── Santiago entró, quitándose los guantes lentamente. ──── Exactement, Pierre. Un contrat. Mais cette fois, c'est toi la cible. ──── Los ojos de Duval se abrieron de par en par. Intentó retroceder, pero los guardias ya estaban alertas. Los dos guardias en la puerta levantaron sus armas, pero Santiago fue más rápido. Con un movimiento fluido, extendió la mano y envolviendo su cuello hasta romperlo. El hombre gritó mientras su cuerpo se retorcía, huesos crujiendo como ramas secas, hasta colapsar en un montón de carne inerte. El segundo disparó, balas silbando en el aire, pero rebotaron en la piel de Santiago como gotas de lluvia en acero. ──── Tu n'as pas changé du tout, Pierre. Tu continues d'échouer malgré toute la sécurité dont tu disposes.──── El guardia restante cargó con un cuchillo, pero Santiago lo agarró por el cuello, levantándolo del suelo. Con un chasquido, el cuello se quebró. El cuerpo cayó pesadamente sobre la alfombra persa. Duval retrocedió hacia su escritorio, presionando un botón de pánico oculto. Pierre : ──── Pourquoi? Qui t'a payé? On était amis! ──── Santiago se rio, un sonido gutural que resonó como eco en el infierno. ──── Amis ? Nous n'avons jamais été amis. Tu as rompu le pacte, et maintenant tu dois payer. Le démon qui est en moi n'oublie pas. Et ce soir, le prix à payer sera ton sang. ──── Más guardias irrumpieron desde las escaleras: cuatro en total, armados hasta los dientes. Disparos retumbaron en la mansión, astillando muebles antiguos y perforando paredes. Santiago se movió como humo, esquivando balas. Saco rápidamente su 9mm, solo fueron dos disparos certeros; una a la cabeza de los dos guardias que cubrían la delantera. Los últimos dos intentaron flanquearlo. Uno disparó una ráfaga que rozó el hombro de Santiago, rasgando el abrigo pero no la piel. ──── Pathétique. ──── Siseó él, lanzando una daga oculta en su saco que se clavó en la garganta del tirador. El último guardia, aterrorizado, vació su cargador. Santiago, apunto nuevamente y disparó otro certero tiro en la cabeza del guardia restante. Duval, acorralado detrás del escritorio, sacó una pistola de un cajón. Pierre : ──── Attends! Je peux payer le double! Triple! ──── Santiago se acercó, ignorando el arma. Tomó la pistola de la mano temblorosa de Duval y la aplastó como papel. Luego, con delicadeza casi amorosa, colocó una mano en la frente del ministro y luego la bajó rápidamente para tomarlo del cuello apretando fuertemente. ──── Adieu, Pierre. L'enfer t'attend. . . ──── Hizo una pequeña pausa. ────𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰, 𝘧𝘳𝘢𝘯𝘤é𝘴 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘳𝘥𝘰. ──── Un pulso fuerte recorrió el cuerpo del ministro. Su piel se agrietó ante aquél tacto, sangre negra brotando como lava. Gritó una última vez hasta que se escucho rápidamente el filo de la garra atravesando su cuello y un rápido movimiento, firme y perfecto realizando un corte limpió donde la cabeza salió rodando por los suelos dejando un camino de sangre en el transcurso. Santiago se limpió las manos en el abrigo, admirando el caos: cuerpos destrozados, sangre salpicando tapices renacentistas. Sacó un cigarrillo, lo encendió con una llama de su dedo, y exhaló humo hacia el techo. ──── Paris est toujours aussi belle la nuit. J'ai récupéré ce que vous me deviez. ──── Murmuró, antes de desvanecerse en las sombras, dejando la mansión como un mausoleo de los caídos. El demonio había cobrado su deuda.
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  • Bienvenidos a MIRROR Esoterica

    Por Jaejun Sanren Seong
    Director Ejecutivo

    En MIRROR Esotérica no vendemos objetos.
    Custodiamos poder.

    Si han llegado hasta aquí, es porque algo los ha traído…
    y en esta casa, nada llega sin un propósito.

    Origen

    MIRROR fue fundada en los años 70 por mi madre, Mi-yeon Seong, una mujer cuya mente veía más allá de lo visible y cuya sensibilidad era incompatible con el mundo ordinario.
    Ella abrió una pequeña tienda en un callejón de Insadong, un lugar donde las personas acudían buscando respuestas que no podían formular.

    Era un espacio estrecho, silencioso, perfumado con incienso antiguo y tinta en papel.
    En él, mi madre restauraba reliquias cargadas con siglos de memoria:
    amuletos rituales, grimorios, espejos con historia, joyas que habían contenido promesas, miedos, deseos… y a veces, algo más.

    MIRROR nació ahí: en la frontera entre lo humano y lo que trasciende.

    Herencia y expansión

    Cuando mi madre desapareció, bajo extrañas circunstancias, su legado pasó a mis manos.

    Yo convertí MIRROR Esoterica en lo que es ahora:
    una corporación internacional especializada en reliquias de alto valor, coleccionadas por quienes aprecian la belleza en lo antiguo.

    Actualmente operamos sedes en:

    Seúl, nuestra raíz y esencia.

    Hong Kong, donde se negocian secretos antes que monedas.

    Londres, punto de reunión de eruditos y ocultistas.

    Los Ángeles, capital moderna del misticismo contemporáneo.

    París, la ciudad donde el arte respira sin permiso.

    Qué es MIRROR Esoterica

    No somos un museo.
    No somos una boutique.
    No somos una galería de antigüedades.

    Somos curadores de energía.

    Cada objeto que llega a nuestras manos es analizado, catalogado y resguardado por expertos en historia, restauración y fenomenología.
    Valoramos la procedencia, el estado físico…
    pero sobre todo, el comportamiento energético.

    Algunos artefactos reaccionan al tacto.
    Otros, a la luz. Unos pocos, a las emociones humanas, esos son los que se resguardan bajo mi supervisión directa.

    Nuestra filosofía

    El poder es un recurso.
    La ignorancia, un riesgo.
    La verdad, un privilegio.

    MIRROR Esoterica existe para mantener estos conceptos en equilibrio.
    Para proteger aquello que la mayoría preferiría no saber que existe.
    Para ofrecer, a quienes están preparados, acceso a piezas que no deberían estar en manos inexpertas.

    Aquí no compran belleza.
    Compran influencia, memoria…
    y en ocasiones, destino.

    Bienvenidos

    Ahora que han cruzado nuestras puertas, recuerden algo:
    en MIRROR, ustedes observan los objetos…pero algunos objetos también les observan de vuelta.

    Bienvenidos al lugar donde el pasado nunca duerme.

    Bienvenidos a MIRROR Esoterica.
    Bienvenidos a MIRROR Esoterica Por Jaejun Sanren Seong Director Ejecutivo En MIRROR Esotérica no vendemos objetos. Custodiamos poder. Si han llegado hasta aquí, es porque algo los ha traído… y en esta casa, nada llega sin un propósito. Origen MIRROR fue fundada en los años 70 por mi madre, Mi-yeon Seong, una mujer cuya mente veía más allá de lo visible y cuya sensibilidad era incompatible con el mundo ordinario. Ella abrió una pequeña tienda en un callejón de Insadong, un lugar donde las personas acudían buscando respuestas que no podían formular. Era un espacio estrecho, silencioso, perfumado con incienso antiguo y tinta en papel. En él, mi madre restauraba reliquias cargadas con siglos de memoria: amuletos rituales, grimorios, espejos con historia, joyas que habían contenido promesas, miedos, deseos… y a veces, algo más. MIRROR nació ahí: en la frontera entre lo humano y lo que trasciende. Herencia y expansión Cuando mi madre desapareció, bajo extrañas circunstancias, su legado pasó a mis manos. Yo convertí MIRROR Esoterica en lo que es ahora: una corporación internacional especializada en reliquias de alto valor, coleccionadas por quienes aprecian la belleza en lo antiguo. Actualmente operamos sedes en: Seúl, nuestra raíz y esencia. Hong Kong, donde se negocian secretos antes que monedas. Londres, punto de reunión de eruditos y ocultistas. Los Ángeles, capital moderna del misticismo contemporáneo. París, la ciudad donde el arte respira sin permiso. Qué es MIRROR Esoterica No somos un museo. No somos una boutique. No somos una galería de antigüedades. Somos curadores de energía. Cada objeto que llega a nuestras manos es analizado, catalogado y resguardado por expertos en historia, restauración y fenomenología. Valoramos la procedencia, el estado físico… pero sobre todo, el comportamiento energético. Algunos artefactos reaccionan al tacto. Otros, a la luz. Unos pocos, a las emociones humanas, esos son los que se resguardan bajo mi supervisión directa. Nuestra filosofía El poder es un recurso. La ignorancia, un riesgo. La verdad, un privilegio. MIRROR Esoterica existe para mantener estos conceptos en equilibrio. Para proteger aquello que la mayoría preferiría no saber que existe. Para ofrecer, a quienes están preparados, acceso a piezas que no deberían estar en manos inexpertas. Aquí no compran belleza. Compran influencia, memoria… y en ocasiones, destino. Bienvenidos Ahora que han cruzado nuestras puertas, recuerden algo: en MIRROR, ustedes observan los objetos…pero algunos objetos también les observan de vuelta. Bienvenidos al lugar donde el pasado nunca duerme. Bienvenidos a MIRROR Esoterica.
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  • Llamaré a esta sección.

    Nadamas no pongo un restaurante por qué no tengo dinero, pero si lo tuviera tendría mi cafetería + foto vieja.
    Llamaré a esta sección. Nadamas no pongo un restaurante por qué no tengo dinero, pero si lo tuviera tendría mi cafetería + foto vieja.
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  • Nyx ya no era aquella niña dulce , tan alegre llena de luz y siempre optimista
    Esta era mas apagada sus ojos estaban lleno de odio, su aura era imponente esa aura de rey demonio anterior , parecia la de su padre zeldris y su tio meliodas ¿por que habia cambiaro?
    Nyx ya no era aquella niña dulce , tan alegre llena de luz y siempre optimista Esta era mas apagada sus ojos estaban lleno de odio, su aura era imponente esa aura de rey demonio anterior , parecia la de su padre zeldris y su tio meliodas ¿por que habia cambiaro?
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  • -la verdas loki no tuvo gran dia la verda , estaba molesto con ganas de romper cosas pero aun asi se tenia calmado pero su aura decia otra cosa por si misma .-

    ¡maldita sea!

    -dijo entre dientres molesto.-
    -la verdas loki no tuvo gran dia la verda , estaba molesto con ganas de romper cosas pero aun asi se tenia calmado pero su aura decia otra cosa por si misma .- ¡maldita sea! -dijo entre dientres molesto.-
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  • El único sonido en el interior de la tienda era el tic-tac obsesivo del reloj de péndulo suizo del siglo XVIII, marcando los minutos de espera desde que colgó el teléfono. Raden no estaba restaurando, ni catalogando. Estaba aguardando una visita, y la paciencia nunca fue su virtud.

    De pie frente al mostrador, sus dedos enguantados tamborileaban una melodía impaciente sobre la madera. Su mirada, se clavaba en la puerta una y otra vez. Sobre el mostrador, descansaba un único objeto: lo que parecía ser una figurilla con forma de dragón.

    — Ah, ¿cuánto más tardará? —murmuró impaciente para si misma.

    Shiori Novella
    El único sonido en el interior de la tienda era el tic-tac obsesivo del reloj de péndulo suizo del siglo XVIII, marcando los minutos de espera desde que colgó el teléfono. Raden no estaba restaurando, ni catalogando. Estaba aguardando una visita, y la paciencia nunca fue su virtud. De pie frente al mostrador, sus dedos enguantados tamborileaban una melodía impaciente sobre la madera. Su mirada, se clavaba en la puerta una y otra vez. Sobre el mostrador, descansaba un único objeto: lo que parecía ser una figurilla con forma de dragón. — Ah, ¿cuánto más tardará? —murmuró impaciente para si misma. [specter_copper_horse_768]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    //Estoy en un restaurante comiendo con amigos, estábamos diciendo mamada y media hasta que un wey random que se levantó de una mesa cercana de la nada, se acerca y me dice todo emputado:”Ay madura, actúas como un niño de 10 años”, y yo como toda la persona adulta 100% madura y sería que se respeta que soy, le respondí diciéndole:”tu mamá”… JAJA, y el man solo me queda viendo y después se fue del restaurante XDDD. Y yo que pensaba que esto solo se vivía en Estados Unidos; es la persona más “Karen” con la que eh tratado.
    //Estoy en un restaurante comiendo con amigos, estábamos diciendo mamada y media hasta que un wey random que se levantó de una mesa cercana de la nada, se acerca y me dice todo emputado:”Ay madura, actúas como un niño de 10 años”, y yo como toda la persona adulta 100% madura y sería que se respeta que soy, le respondí diciéndole:”tu mamá”… JAJA, y el man solo me queda viendo y después se fue del restaurante XDDD. Y yo que pensaba que esto solo se vivía en Estados Unidos; es la persona más “Karen” con la que eh tratado. :STK-5:
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  • ❝𝑸𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒂 𝒔𝒐𝒔𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓𝒍𝒐❞
    Fandom Original
    Categoría Original
    ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ┈─✧ 𝑹𝒐𝒍 𝒕𝒐:
    ㅤㅤ╭─────────────────────╮
    ㅤㅤ╰─► 𝑲𝒂𝒕𝒉𝒆𝒓𝒊𝒏𝒆 𝑯𝒂𝒎𝒊𝒍𝒕𝒐𝒏

    ✧ㅤㅤ•ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ✩ㅤㅤ•ㅤㅤ .ㅤㅤ•ㅤㅤ.

    Tras varias semanas de acumular fondos a través de métodos que prefería no detallar, Kazuha regresaba, una vez más, desde la última vez que la había visitado. No a una tienda, sino a una brecha en la realidad que se aferraba a la normalidad como un hongo a la corteza de un árbol. La fachada era un café anodino, de nombre genérico, cuyo interior olía a grano tostado y pastel recién horneado.

    Dentro, nada fuera de lo normal. Solo un café más, ubicado en un callejón que no solía aparecer en mapas. El joven barista, de mirada cansada, la observó al entrar. No hubo saludo. No hacía falta. Ella era un huracán familiar en su rutina. Lo que siguió fue un código susurrado, 'Elowen', la contraseña ya innecesaria pero ritual. Él asintió, un gesto con su cabeza hacia la parte trasera.

    —La penúltima puerta. La azul brillante —murmuró el joven, deslizando una llave de latón oxidada sobre la barra de madera.

    ¿Era necesario? Absolutamente. Porque la verdadera tienda, era como un fantasma que cambiaba de habitación. Caminó por un pasillo estrecho, flanqueado por puertas de todas las formas y épocas. La 'puerta azul' no era azul realmente, sino de roble negro con un contorno que brillaba con un azul eléctrico y antinatural, como el borde de una herida neón en la realidad. No tenía pomo, solo una cerradura sobre la que alguien había tallado el perfil de una mujer de rostro desconocido y expresión doliente, que sabrá dios quién era.

    .ㅤㅤ. ㅤㅤ•ㅤㅤ•ㅤㅤㅤ˚ ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤㅤ.
    ㅤ•ㅤㅤ.ㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ✦ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ•ㅤㅤㅤㅤ•
    . ㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ•
    La llave giró. La puerta se abrió sola, sin que nadie la empujara. Y ella entró.ㅤㅤㅤ•
    .ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ•ㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤㅤ•
    •ㅤㅤ. ㅤㅤㅤ✩ㅤㅤㅤ•ㅤ. ㅤㅤ•ㅤ.ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ.
    ㅤㅤ.ㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ.
    ✦ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ✦
    ·ㅤㅤㅤㅤ·ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ✦

    El cambio fue instantáneo. El aire se volvió espeso, con un olor profundo a raíces secas y el dulzor podrido de la magia estancada. Kazuha no miró a la derecha ni a la izquierda, su mirada no se perdió en los estantes que se extendían hacia el techo, y su atención tampoco fue robada por los clientes que observaban con fascinación los objetos. Sus botas negras afligieron el suelo de tablones gastados con una seguridad que solo anunciaba que sabía exactamente lo que quería, y había venido a tomarlo.

    Su silueta menuda, enfundada en una chaqueta de cuero que le quedaba un poco grande, cortó la penumbra, acercándose al mostrador de madera. Claro que ignoró por completo el suspiro exasperado que vino desde detrás del mostrador al fondo, donde un hombre tan arrugado y seco como el pergamino que restauraba, el señor Halmar, miraba su llegada con el entusiasmo de quien ve acercarse a un verdadero dolor de muelas.

    —No —escupió el anciano, sin preámbulos, limpiando sus gafas de carey con un pañuelo— ...no lo tengo. Alguien llegó primero. Y antes de que lo preguntes, no, no acepto duelos a muerte, desafíos de ingenio o cualquier otro drama en mi establecimiento.

    Kazuha se detuvo justo frente al mostrador, bajo la luz sucia que se filtraba por un vitral agrietado. No mostró decepción. Solo una leve inclinación de cabeza, como si estuviera recalculando sus palabras.

    —Tsk, qué mentiroso más poco creativo eres, Halmar —su voz era un canto juguetón, pero sus ojos oscuros, no se apartaban de él— Dame el bolígrafo, prometiste que me lo venderías. Ya tengo tu dinero. Y mi récord de no armar problemas dentro de tu tienda sigue impecable, no lo arruines.

    —Vendo a quien pague primero. Y ella pagó. Con tarjeta —refunfuñó Halmar, guardando sus gafas como si con eso pudiera guardarla a ella también— algo que tú, señorita, pareces haber olvidado que existe.

    —...Pagar con tarjeta es tan aburrido, y el plástico es tan mundano —Kazuha hizo un gesto de desdén— Como pagar multas, o pagar deudas. Cosas tristes, Halmar. Tristes y aburridísimas —cambió el tono de golpe—: ¡Te daré el doble! ¡El triple!

    —No se trata del precio. Se trata del principio. Y mi principio es evitar que conviertas mi tienda en un campo de batalla campal.

    —Ja, principio. ¡Si tuvieras principios cumplirías con tu promesa! Prometiste que guardarías el bolígrafo hasta que yo tuviera el dinero...

    Finalmente, la mirada de Kazuha se desvió hacia la estantería detrás de él. Allí, en un espacio vacío entre un orbe de cristal y un espejo, era donde debía estar. El bolígrafo que obligaba a escribir verdades. Justo lo que necesitaba para un... proyecto personal. Un resoplido exasperado se le escapó. Halmar, por una vez, no parecía estar mintiendo, pero, ¡¿dónde demonios estaba su bolígrafo?!.

    —...Dime, Halmar... —su voz bajó hasta convertirse en un susurro íntimo— ¿Le contaste a esa alma incauta... sobre la cláusula de propiedad no escrita? Esa que los artesanos graban en el alma de los objetos bonitos... La que dice que el verdadero dueño no es quien lo compra, sino... —hizo una pausa, apoyando ambas palmas sobre el mostrador polvoriento, y su voz se alzó, haciéndose audible en todo el local— ¡¿... QUIÉN PUEDA SOSTENERLO SIN ENLOQUECER?!

    Varios clientes volvieron la cabeza, alarmados. Halmar no pestañeó.

    —Baja la voz. Estás asustando a los clientes sensibles —murmuró con serenidad absoluta.

    Los ojos de Kazuha brillaron con un destello de carmesí apenas perceptible.

    —...Porque yo sí puedo sostenerlo —susurró, con una sonrisa que se torció lentamente en sus labios— Y tengo el presentimiento de que quien lo tenga... va a querer arrojarlo por la ventana muy, muy pronto. Pero... ¿Sabes que es lo más curioso, Halmar? ...Aún puedo sentir su esencia. El aura mágica de ese bolígrafo no ha abandonado este lugar. ¿No es así?

    Halmar la miró, y por primera vez, algo parecido a una leve tensión cruzó su rostro arrugado.

    —...No se ha ido, ¿verdad? —preguntó Kazuha— La persona a la que se lo vendiste... aún está aquí.

    Y fue entonces cuando se giró. Su mirada, curiosa, se deslizó por los pocos clientes hasta que se detuvo, por primera vez desde que había entrado, en una figura que permanecía junto a una vitrina de amuletos protectores. Una chica. Rubia.

    —Kazuha —la voz de Halmar fue una advertencia grave— ni se te ocurra fastidiar a la cliente nueva.

    ¿La nueva? ¿Quién era ella? ¿Por qué no la había visto antes, y por qué tenía su preciado bolígrafo en sus manos? Kazuha no dijo nada. Solo la miró. Y en esa mirada no había enfado, ni siquiera rivalidad. ¿Exasperación? Si, un poco de eso. Pero lo más notable, lo más evidente, era solo una pura y genuina curiosidad.
    ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ┈─✧ 𝑹𝒐𝒍 𝒕𝒐: ㅤㅤ╭─────────────────────╮ ㅤㅤ╰─► [Littl3Vodka] ✦ ✧ㅤㅤ•ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ✩ㅤㅤ•ㅤㅤ .ㅤㅤ•ㅤㅤ. Tras varias semanas de acumular fondos a través de métodos que prefería no detallar, Kazuha regresaba, una vez más, desde la última vez que la había visitado. No a una tienda, sino a una brecha en la realidad que se aferraba a la normalidad como un hongo a la corteza de un árbol. La fachada era un café anodino, de nombre genérico, cuyo interior olía a grano tostado y pastel recién horneado. Dentro, nada fuera de lo normal. Solo un café más, ubicado en un callejón que no solía aparecer en mapas. El joven barista, de mirada cansada, la observó al entrar. No hubo saludo. No hacía falta. Ella era un huracán familiar en su rutina. Lo que siguió fue un código susurrado, 'Elowen', la contraseña ya innecesaria pero ritual. Él asintió, un gesto con su cabeza hacia la parte trasera. —La penúltima puerta. La azul brillante —murmuró el joven, deslizando una llave de latón oxidada sobre la barra de madera. ¿Era necesario? Absolutamente. Porque la verdadera tienda, era como un fantasma que cambiaba de habitación. Caminó por un pasillo estrecho, flanqueado por puertas de todas las formas y épocas. La 'puerta azul' no era azul realmente, sino de roble negro con un contorno que brillaba con un azul eléctrico y antinatural, como el borde de una herida neón en la realidad. No tenía pomo, solo una cerradura sobre la que alguien había tallado el perfil de una mujer de rostro desconocido y expresión doliente, que sabrá dios quién era. .ㅤㅤ. ㅤㅤ•ㅤㅤ•ㅤㅤㅤ˚ ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤㅤ. ㅤ•ㅤㅤ.ㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ✦ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ•ㅤㅤㅤㅤ• . ㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ• La llave giró. La puerta se abrió sola, sin que nadie la empujara. Y ella entró.ㅤㅤㅤ• .ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ•ㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤㅤ• •ㅤㅤ. ㅤㅤㅤ✩ㅤㅤㅤ•ㅤ. ㅤㅤ•ㅤ.ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ. ㅤㅤ.ㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ. ✦ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ✦ ·ㅤㅤㅤㅤ·ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ✦ El cambio fue instantáneo. El aire se volvió espeso, con un olor profundo a raíces secas y el dulzor podrido de la magia estancada. Kazuha no miró a la derecha ni a la izquierda, su mirada no se perdió en los estantes que se extendían hacia el techo, y su atención tampoco fue robada por los clientes que observaban con fascinación los objetos. Sus botas negras afligieron el suelo de tablones gastados con una seguridad que solo anunciaba que sabía exactamente lo que quería, y había venido a tomarlo. Su silueta menuda, enfundada en una chaqueta de cuero que le quedaba un poco grande, cortó la penumbra, acercándose al mostrador de madera. Claro que ignoró por completo el suspiro exasperado que vino desde detrás del mostrador al fondo, donde un hombre tan arrugado y seco como el pergamino que restauraba, el señor Halmar, miraba su llegada con el entusiasmo de quien ve acercarse a un verdadero dolor de muelas. —No —escupió el anciano, sin preámbulos, limpiando sus gafas de carey con un pañuelo— ...no lo tengo. Alguien llegó primero. Y antes de que lo preguntes, no, no acepto duelos a muerte, desafíos de ingenio o cualquier otro drama en mi establecimiento. Kazuha se detuvo justo frente al mostrador, bajo la luz sucia que se filtraba por un vitral agrietado. No mostró decepción. Solo una leve inclinación de cabeza, como si estuviera recalculando sus palabras. —Tsk, qué mentiroso más poco creativo eres, Halmar —su voz era un canto juguetón, pero sus ojos oscuros, no se apartaban de él— Dame el bolígrafo, prometiste que me lo venderías. Ya tengo tu dinero. Y mi récord de no armar problemas dentro de tu tienda sigue impecable, no lo arruines. —Vendo a quien pague primero. Y ella pagó. Con tarjeta —refunfuñó Halmar, guardando sus gafas como si con eso pudiera guardarla a ella también— algo que tú, señorita, pareces haber olvidado que existe. —...Pagar con tarjeta es tan aburrido, y el plástico es tan mundano —Kazuha hizo un gesto de desdén— Como pagar multas, o pagar deudas. Cosas tristes, Halmar. Tristes y aburridísimas —cambió el tono de golpe—: ¡Te daré el doble! ¡El triple! —No se trata del precio. Se trata del principio. Y mi principio es evitar que conviertas mi tienda en un campo de batalla campal. —Ja, principio. ¡Si tuvieras principios cumplirías con tu promesa! Prometiste que guardarías el bolígrafo hasta que yo tuviera el dinero... Finalmente, la mirada de Kazuha se desvió hacia la estantería detrás de él. Allí, en un espacio vacío entre un orbe de cristal y un espejo, era donde debía estar. El bolígrafo que obligaba a escribir verdades. Justo lo que necesitaba para un... proyecto personal. Un resoplido exasperado se le escapó. Halmar, por una vez, no parecía estar mintiendo, pero, ¡¿dónde demonios estaba su bolígrafo?!. —...Dime, Halmar... —su voz bajó hasta convertirse en un susurro íntimo— ¿Le contaste a esa alma incauta... sobre la cláusula de propiedad no escrita? Esa que los artesanos graban en el alma de los objetos bonitos... La que dice que el verdadero dueño no es quien lo compra, sino... —hizo una pausa, apoyando ambas palmas sobre el mostrador polvoriento, y su voz se alzó, haciéndose audible en todo el local— ¡¿... QUIÉN PUEDA SOSTENERLO SIN ENLOQUECER?! Varios clientes volvieron la cabeza, alarmados. Halmar no pestañeó. —Baja la voz. Estás asustando a los clientes sensibles —murmuró con serenidad absoluta. Los ojos de Kazuha brillaron con un destello de carmesí apenas perceptible. —...Porque yo sí puedo sostenerlo —susurró, con una sonrisa que se torció lentamente en sus labios— Y tengo el presentimiento de que quien lo tenga... va a querer arrojarlo por la ventana muy, muy pronto. Pero... ¿Sabes que es lo más curioso, Halmar? ...Aún puedo sentir su esencia. El aura mágica de ese bolígrafo no ha abandonado este lugar. ¿No es así? Halmar la miró, y por primera vez, algo parecido a una leve tensión cruzó su rostro arrugado. —...No se ha ido, ¿verdad? —preguntó Kazuha— La persona a la que se lo vendiste... aún está aquí. Y fue entonces cuando se giró. Su mirada, curiosa, se deslizó por los pocos clientes hasta que se detuvo, por primera vez desde que había entrado, en una figura que permanecía junto a una vitrina de amuletos protectores. Una chica. Rubia. —Kazuha —la voz de Halmar fue una advertencia grave— ni se te ocurra fastidiar a la cliente nueva. ¿La nueva? ¿Quién era ella? ¿Por qué no la había visto antes, y por qué tenía su preciado bolígrafo en sus manos? Kazuha no dijo nada. Solo la miró. Y en esa mirada no había enfado, ni siquiera rivalidad. ¿Exasperación? Si, un poco de eso. Pero lo más notable, lo más evidente, era solo una pura y genuina curiosidad.
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  • Cuando la agencia le comunicó a Elorien que debía hacer una sesión de fotos para VOGUE, no le dio demasiada importancia, no más que la que le había dado al trabajar con marcas más pequeñas.De seguro sería para una sección de moda artística, donde aparecía junto con más modelos con la misma temática.

    Esa mañana iba camino al Museo del Louvre, donde trabajaba a jornada medía como restaurador. Con ese trabajo y las sesiones de modelaje cobraba lo suficiente para vivir cómodamente, tenía un sueldo superior a la media.

    Fue al kiosko al que iba todas las mañanas a comprar el periódico, mientras sostenía un café para llevar que había tomado en una cafetería. Siempre tenía la misma rutina: estaba esperando el cambio del periódico que había comprado, mientras tomaba un sorbo de café. Miró hacía un lado de forma despreocupada, cuando de pronto vio en el expositor de revistas la portada de VOGUE de su última edición.

    Este se atragantó con el café, teniendo que dar un par de pasos hacia atrás para poder inclinar su cuerpo hacia delante, para evitar que el café manchase su ropa. Volvió a mirar la portada, abriendo los ojos como platos sin creer lo que sus ojos estaban viendo.

    Él es portada de la revista Vogue, una de las revistas de moda más importantes del mundo.

    - No me jodas... - Murmuró aún sin salir de su estupor.

    Este empezó a sentir que un ataque de pánico subía desde la boca de su estómago. ~No, no, no, no...~ Decían sus pensamientos mientras miraba aquella revista con auténtico miedo. Si es que hasta habían puesto su nombre.

    _ Aquí tiene su cambio monsieur...¿Monsieur?, ¿Se encuentra bien?. _ Le dijo el kiosquero, es tendiendo su brazo para devolverle el cambio.

    La voz del amable quiosquero lo trajo de vuelta al presente. Lo miró y tomó el cambio con algo de torpeza.

    - Merci... - Murmuró Elorien, inclinando la cabeza, agradeciendo de forma silenciosa la paciencia de aquel hombre.

    Este se dio media vuelta, agachando su cabeza para que sus cabellos dorados taparan su rostro. Aquello, lejos de ser una buena noticia, se había convertido en un problema. No se podía permitir ser relevante o conocido. Esconder su inmortalidad si era un personaje "famoso" era totalmente incompatible.

    Se propuso llamar a la agencia más tarde para pedirles explicaciones y, por supuesto, no tomar más trabajos para firmas importantes.

    Cuando la agencia le comunicó a Elorien que debía hacer una sesión de fotos para VOGUE, no le dio demasiada importancia, no más que la que le había dado al trabajar con marcas más pequeñas.De seguro sería para una sección de moda artística, donde aparecía junto con más modelos con la misma temática. Esa mañana iba camino al Museo del Louvre, donde trabajaba a jornada medía como restaurador. Con ese trabajo y las sesiones de modelaje cobraba lo suficiente para vivir cómodamente, tenía un sueldo superior a la media. Fue al kiosko al que iba todas las mañanas a comprar el periódico, mientras sostenía un café para llevar que había tomado en una cafetería. Siempre tenía la misma rutina: estaba esperando el cambio del periódico que había comprado, mientras tomaba un sorbo de café. Miró hacía un lado de forma despreocupada, cuando de pronto vio en el expositor de revistas la portada de VOGUE de su última edición. Este se atragantó con el café, teniendo que dar un par de pasos hacia atrás para poder inclinar su cuerpo hacia delante, para evitar que el café manchase su ropa. Volvió a mirar la portada, abriendo los ojos como platos sin creer lo que sus ojos estaban viendo. Él es portada de la revista Vogue, una de las revistas de moda más importantes del mundo. - No me jodas... - Murmuró aún sin salir de su estupor. Este empezó a sentir que un ataque de pánico subía desde la boca de su estómago. ~No, no, no, no...~ Decían sus pensamientos mientras miraba aquella revista con auténtico miedo. Si es que hasta habían puesto su nombre. _ Aquí tiene su cambio monsieur...¿Monsieur?, ¿Se encuentra bien?. _ Le dijo el kiosquero, es tendiendo su brazo para devolverle el cambio. La voz del amable quiosquero lo trajo de vuelta al presente. Lo miró y tomó el cambio con algo de torpeza. - Merci... - Murmuró Elorien, inclinando la cabeza, agradeciendo de forma silenciosa la paciencia de aquel hombre. Este se dio media vuelta, agachando su cabeza para que sus cabellos dorados taparan su rostro. Aquello, lejos de ser una buena noticia, se había convertido en un problema. No se podía permitir ser relevante o conocido. Esconder su inmortalidad si era un personaje "famoso" era totalmente incompatible. Se propuso llamar a la agencia más tarde para pedirles explicaciones y, por supuesto, no tomar más trabajos para firmas importantes.
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  • Dónde las almas claman piedad y los divinos diversión
    Categoría Original
    Rol para:
    Mahdi 𐬛𐬀𐬉𐬎𐬎𐬀

    Hora: 7 p.m
    Lugar: Ciudad Szeged- Hospital Rókus.

    La ceremonia apenas llevaba diez minutos de haber comenzado, y Lyra ya contaba los segundos para marcharse a casa. Pero no podía. Cada año era la misma rutina, o al menos eso decían quienes llevaban tiempo trabajando en aquel hospital. Ella apenas llevaba seis meses de regreso en su tierra natal, intentando adaptarse a un entorno que le resultaba tan familiar como ajeno.

    La dinámica era simple, premiar a los mejores departamentos del hospital, aquellos que habían destacado durante durante aquellos meses.

    —¿Y tú, Lyra? ¿No te acompaña nadie? ¿Algún novio, tus padres quizás? Oí que, como jefa del Departamento Forense, podrías ganar este año —preguntó Darka con esa curiosidad tan inoportuna que la caracterizaba.

    ♧ No, mis padres están de vacaciones. Hoy soy solo yo —mintió Lyra, regalándole una sonrisa amable. Nadie necesitaba saber más de su vida. En unos meses probablemente desaparecería con la excusa de un nuevo empleo en otra ciudad. Era su forma de sobrevivir. Los de su especie no podían permanecer mucho tiempo en un mismo lugar… era demasiado peligroso.

    El murmullo del público se interrumpió cuando pronunciaron su nombre. Ganadora del primer lugar, Lyra Velvetthorn. Los aplausos resonaron como un eco distante mientras subía al escenario, sosteniendo aquel trofeo que brillaba bajo las luces del auditorio.

    ♧ Gracias a todos mis compañeros —dijo con voz serena— Trabajar con ustedes ha sido un honor. La vida nos da oportunidades maravillosas, y esta es una de ellas — Aunque sus palabras sonaban sinceras, dentro de ella solo había vacío. Todo era un guión repetido una y otra vez. Sonrisas falsas, promesas vacías, años que pasaban sin dejar huella. Un ciclo interminable sin chispa ni propósito...

    Esa noche, al regresar a casa, dejó el premio en una repisa junto a otros idénticos. Parecía una línea del tiempo, una sucesión de logros que ya no significaban nada. Exhausta, se dejó caer en la cama y cerró los ojos.

    El sueño llegó rápido… y con él, el pasado. Tenía siete años otra vez. Sus padres reían mientras jugaban en el jardín. Todo era luz, hasta que la oscuridad lo devoró todo. Los disparos, los gritos, la sangre. Sus padres cayendo frente a ella. Mientras Lyra solo gritaba que no la dejaran sola, rogaba que se quedarán, pero en sus ojos ya se había ido todo rastro de vida.

    En el medio de la lluvia, mientras ella abrazaba sus cuerpos inertes, un hombre extraño apareció, ni siquiera podía distinguir su rostro, no sabía si era por sus lágrimas o es que de verdad aquel hombre no quería dejarse ver.

    — Pobre niña desafortunada. Tan hermosa como maldita. Una escena desgarradora —susurró, su voz sonaba tan ronca como diabólica — Mi alma ha sido conmovida. Por lo que vengo a ofrecerte un salida, la opción de cambiar tu destino. ¿No te gustaría? — Lyra quién yacía en el piso con el vestido lleno de la sangre de sus padres, no hizo más que levantarse del suelo para encararlo, la oferta no sonaba mal, después de todo, lo que la movía era su corazón desgarrado por el dolor y la rabia.

    ♧ ¿ Qué clase de salida? ¿Qué debo hacer? — La voz infantil de Lyra resonó como eco en el medio del caos.

    Al escuchar el interés de la niña, el hombre rió con satisfacción.

    — Que ñiña tan valiente...La salida es sencilla, pero el camino es tormentoso. El precio justo por lo que obtendrás luego — El hombre estiró su mano y limpió la pequeña lágrima que corrió por la mejilla de Lyra — Debes ir al Limbo y buscar los relojes invertidos, artefactos capaces de alterar la línea temporal. Podrás cambiar este destino tan desastroso — Se inclinó hacia ella, dejando su rostro a unos centímetros de distancia — ¿Aceptas princesita? — Lyra asintió sin pensarlo. El hombre sonrió, una sonrisa inquietante y macabra.

    — Trato sellado — El hombre sacó su lengua y lamió su propio dedo, en ese momento Lyra no lo sabía, pero aquel dedo contenía la lágrima que le había limpiado hace un momento.

    Y antes de poder preguntar por aquella acción tan extraña, fue arrastrada hacia el vacío. Despertó jadeando y sudando. Miró el reloj de su mesita de noche, era madrugada.

    ♧ Que sueño tan raro...- Murmuró, sin más, se dejó caer de nuevo sobre la cama. Y al girarse para cubrirse el rostro con una almohada. A su lado descansaba un mapa viejo, con símbolos extraños y una ruta trazada hasta un punto en el bosque.

    No había sido un sueño. La oportunidad que siempre había estado esperando estaba frente a ella. Tomó el mapa y lo guardo en el cajón de su mesita de noche.

    Al amanecer, lo primero que hizo Lyra fue darse de baja en el hospital por “asuntos personales”, la noticia tomó por sorpresa a todos, aunque los directores le rogaron que se quedará, ella no podía hacerlo, tenía una misión y la iba a cumplir a cualquier costo.

    Una vez en casa, alistó una pequeña mochila con lo que creía que iba a necesitar, no quería hacerse un drama, después de todo era el Limbo, cosas "normales" no iban a ser de mucha ayuda.

    Dando una última mirada a su hogar, cerró la puerta soltando un pequeño suspiro, tan cargado de esperanza como de muerte.

    En menos de 40 minutos, ya se encontraba en la parada de la estación del tren, tenía que ir a su primer destino "Muskai", un bosque tan bello como oscuro. Cada año habían reporte de al menos 10 personas desaparecidas en aquel lugar. Algunos decían que se los tragaba el bosque como pago, otros que eran simples aventureros curiosos que tentaban al destino, que cuando se daban cuenta de lo maligno que era su interior ya era muy tarde para volver.

    Pero para Lyra eso no era una barrera, después de todo ella tenía un mapa ¿no?. Igual si moría o pasaba algo en el trayecto, no había nada que lamentar.

    Las horas pasaban y ella ya no sabía cuanta distancia había caminado. Los pies le dolían pero no podía parar, tenía que llegar a la cueva antes del anochecer o todo sería más difícil.

    ♧ Maldición...¿Cuánto más debo caminar?- Se abrió paso entre el follaje de hojas violeta, fue ahí cuando se dió cuenta que estaba cerca, el ambiente se sentía diferente y ni hablar de la abrumadora aura, tan pesada y miserable...

    Media hora más tarde encontró la cueva, el borde estaba tallado con símbolos raros, casi igual al del mapa en sus manos. Se arrodillo y comenzó a sacar los implementos de su mochila.

    Creó el círculo con sangre humana y empezó a dibujar los signos del mapa, recitó un cántico de una lengua muerta y para el sello final, tomó una navaja y cortó su palma dejando caer su sangre en el medio del círculo.

    Al instante el suelo empezó a temblar y brillar, abriéndose por completo, todo fue tan rápido que se encontró cayendo al vacío en un abrir y cerrar de ojos. Tanto fue el impacto que no supo en que momento cayó inconsciente.

    Pero cuando por fin pudo despertar, Lyra yacía junto a un río de aguas rojas como el vino. El aire olía a óxido y niebla.

    Había llegado al Limbo...
    Rol para: [TwoBecomeOne_13] Hora: 7 p.m Lugar: Ciudad Szeged- Hospital Rókus. La ceremonia apenas llevaba diez minutos de haber comenzado, y Lyra ya contaba los segundos para marcharse a casa. Pero no podía. Cada año era la misma rutina, o al menos eso decían quienes llevaban tiempo trabajando en aquel hospital. Ella apenas llevaba seis meses de regreso en su tierra natal, intentando adaptarse a un entorno que le resultaba tan familiar como ajeno. La dinámica era simple, premiar a los mejores departamentos del hospital, aquellos que habían destacado durante durante aquellos meses. —¿Y tú, Lyra? ¿No te acompaña nadie? ¿Algún novio, tus padres quizás? Oí que, como jefa del Departamento Forense, podrías ganar este año —preguntó Darka con esa curiosidad tan inoportuna que la caracterizaba. ♧ No, mis padres están de vacaciones. Hoy soy solo yo —mintió Lyra, regalándole una sonrisa amable. Nadie necesitaba saber más de su vida. En unos meses probablemente desaparecería con la excusa de un nuevo empleo en otra ciudad. Era su forma de sobrevivir. Los de su especie no podían permanecer mucho tiempo en un mismo lugar… era demasiado peligroso. El murmullo del público se interrumpió cuando pronunciaron su nombre. Ganadora del primer lugar, Lyra Velvetthorn. Los aplausos resonaron como un eco distante mientras subía al escenario, sosteniendo aquel trofeo que brillaba bajo las luces del auditorio. ♧ Gracias a todos mis compañeros —dijo con voz serena— Trabajar con ustedes ha sido un honor. La vida nos da oportunidades maravillosas, y esta es una de ellas — Aunque sus palabras sonaban sinceras, dentro de ella solo había vacío. Todo era un guión repetido una y otra vez. Sonrisas falsas, promesas vacías, años que pasaban sin dejar huella. Un ciclo interminable sin chispa ni propósito... Esa noche, al regresar a casa, dejó el premio en una repisa junto a otros idénticos. Parecía una línea del tiempo, una sucesión de logros que ya no significaban nada. Exhausta, se dejó caer en la cama y cerró los ojos. El sueño llegó rápido… y con él, el pasado. Tenía siete años otra vez. Sus padres reían mientras jugaban en el jardín. Todo era luz, hasta que la oscuridad lo devoró todo. Los disparos, los gritos, la sangre. Sus padres cayendo frente a ella. Mientras Lyra solo gritaba que no la dejaran sola, rogaba que se quedarán, pero en sus ojos ya se había ido todo rastro de vida. En el medio de la lluvia, mientras ella abrazaba sus cuerpos inertes, un hombre extraño apareció, ni siquiera podía distinguir su rostro, no sabía si era por sus lágrimas o es que de verdad aquel hombre no quería dejarse ver. — Pobre niña desafortunada. Tan hermosa como maldita. Una escena desgarradora —susurró, su voz sonaba tan ronca como diabólica — Mi alma ha sido conmovida. Por lo que vengo a ofrecerte un salida, la opción de cambiar tu destino. ¿No te gustaría? — Lyra quién yacía en el piso con el vestido lleno de la sangre de sus padres, no hizo más que levantarse del suelo para encararlo, la oferta no sonaba mal, después de todo, lo que la movía era su corazón desgarrado por el dolor y la rabia. ♧ ¿ Qué clase de salida? ¿Qué debo hacer? — La voz infantil de Lyra resonó como eco en el medio del caos. Al escuchar el interés de la niña, el hombre rió con satisfacción. — Que ñiña tan valiente...La salida es sencilla, pero el camino es tormentoso. El precio justo por lo que obtendrás luego — El hombre estiró su mano y limpió la pequeña lágrima que corrió por la mejilla de Lyra — Debes ir al Limbo y buscar los relojes invertidos, artefactos capaces de alterar la línea temporal. Podrás cambiar este destino tan desastroso — Se inclinó hacia ella, dejando su rostro a unos centímetros de distancia — ¿Aceptas princesita? — Lyra asintió sin pensarlo. El hombre sonrió, una sonrisa inquietante y macabra. — Trato sellado — El hombre sacó su lengua y lamió su propio dedo, en ese momento Lyra no lo sabía, pero aquel dedo contenía la lágrima que le había limpiado hace un momento. Y antes de poder preguntar por aquella acción tan extraña, fue arrastrada hacia el vacío. Despertó jadeando y sudando. Miró el reloj de su mesita de noche, era madrugada. ♧ Que sueño tan raro...- Murmuró, sin más, se dejó caer de nuevo sobre la cama. Y al girarse para cubrirse el rostro con una almohada. A su lado descansaba un mapa viejo, con símbolos extraños y una ruta trazada hasta un punto en el bosque. No había sido un sueño. La oportunidad que siempre había estado esperando estaba frente a ella. Tomó el mapa y lo guardo en el cajón de su mesita de noche. Al amanecer, lo primero que hizo Lyra fue darse de baja en el hospital por “asuntos personales”, la noticia tomó por sorpresa a todos, aunque los directores le rogaron que se quedará, ella no podía hacerlo, tenía una misión y la iba a cumplir a cualquier costo. Una vez en casa, alistó una pequeña mochila con lo que creía que iba a necesitar, no quería hacerse un drama, después de todo era el Limbo, cosas "normales" no iban a ser de mucha ayuda. Dando una última mirada a su hogar, cerró la puerta soltando un pequeño suspiro, tan cargado de esperanza como de muerte. En menos de 40 minutos, ya se encontraba en la parada de la estación del tren, tenía que ir a su primer destino "Muskai", un bosque tan bello como oscuro. Cada año habían reporte de al menos 10 personas desaparecidas en aquel lugar. Algunos decían que se los tragaba el bosque como pago, otros que eran simples aventureros curiosos que tentaban al destino, que cuando se daban cuenta de lo maligno que era su interior ya era muy tarde para volver. Pero para Lyra eso no era una barrera, después de todo ella tenía un mapa ¿no?. Igual si moría o pasaba algo en el trayecto, no había nada que lamentar. Las horas pasaban y ella ya no sabía cuanta distancia había caminado. Los pies le dolían pero no podía parar, tenía que llegar a la cueva antes del anochecer o todo sería más difícil. ♧ Maldición...¿Cuánto más debo caminar?- Se abrió paso entre el follaje de hojas violeta, fue ahí cuando se dió cuenta que estaba cerca, el ambiente se sentía diferente y ni hablar de la abrumadora aura, tan pesada y miserable... Media hora más tarde encontró la cueva, el borde estaba tallado con símbolos raros, casi igual al del mapa en sus manos. Se arrodillo y comenzó a sacar los implementos de su mochila. Creó el círculo con sangre humana y empezó a dibujar los signos del mapa, recitó un cántico de una lengua muerta y para el sello final, tomó una navaja y cortó su palma dejando caer su sangre en el medio del círculo. Al instante el suelo empezó a temblar y brillar, abriéndose por completo, todo fue tan rápido que se encontró cayendo al vacío en un abrir y cerrar de ojos. Tanto fue el impacto que no supo en que momento cayó inconsciente. Pero cuando por fin pudo despertar, Lyra yacía junto a un río de aguas rojas como el vino. El aire olía a óxido y niebla. Había llegado al Limbo...
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