• 𝑮𝒓𝒂𝒕𝒊𝒕𝒖𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒔 𝒊𝒏 𝒎𝒂𝒏𝒚 𝒘𝒂𝒚𝒔.

    Ridícula, estúpida, infantil.
    Eran algunos de los insultos que Sayuri se decía a si misma mientras se "bañaba" y limpiaba para alistarse.

    Era temprano (4pm) para ella, aun los oficinistas no salian de trabajar, pero hoy no usaba tacones, ni vestido, ni abrigo, los tenia que mandar a la lavandería.

    Hoy usaba una blusa blanca, un sueter ligero, una falda de mezclilla y tenis, los mismos que usaba cuando ya no tenia nada que usar limpio.
    Le costó un poco intentar descifrar qué podia darle como un agradecimiento, entonces, todo fue claro, fue con su conocido (cliente ocasional) un señor que trabajaba distrubuyendo consumibles para las empresas, asi que sin problemas, despues de un "servicio" con su obvio condón, le regaló algunas cajas de guantes desechables, gazas, vendajes, algodón y otras cosas que siempre se consumian....sobre todo si algun delincuente herido llegaba a necesitar.

    Cargando la bolsa de papel cartón, llego al consultorio a las 6pm...esperó su turno, viendo salir a alguien de su barrio, lo cual confirmó lo de ayer.

    " tch...si este lugar se las da de gratuito, probablemente pronto quede en la ruina... será mejor aprovecharlo lo mas que pueda mientras dure... No, no, no...¿qué cosas pienso? Mi regla es no aprovecharme así, no de alguien que pudo drogarme, venderme por piezas y prefirió llevarme a casa."
    Pensó en su monólogo interno, cuando escuchó aquel "Rin" por un momento olvidó que ese era su nombre, asi que se puso de pie, entrando al consultorio.

    ── Tal y como lo pidió. Regresé. ──
    Sin un Buenas tardes, sin un Hola, mucho menos un "con permiso" denotando esa falta de una educación o tal vez, olvidándolos porque nadie en su mundo lo hacía.

    𝑫𝒂𝒎𝒊𝒂𝒏
    𝑮𝒓𝒂𝒕𝒊𝒕𝒖𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒆𝒔 𝒊𝒏 𝒎𝒂𝒏𝒚 𝒘𝒂𝒚𝒔. Ridícula, estúpida, infantil. Eran algunos de los insultos que Sayuri se decía a si misma mientras se "bañaba" y limpiaba para alistarse. Era temprano (4pm) para ella, aun los oficinistas no salian de trabajar, pero hoy no usaba tacones, ni vestido, ni abrigo, los tenia que mandar a la lavandería. Hoy usaba una blusa blanca, un sueter ligero, una falda de mezclilla y tenis, los mismos que usaba cuando ya no tenia nada que usar limpio. Le costó un poco intentar descifrar qué podia darle como un agradecimiento, entonces, todo fue claro, fue con su conocido (cliente ocasional) un señor que trabajaba distrubuyendo consumibles para las empresas, asi que sin problemas, despues de un "servicio" con su obvio condón, le regaló algunas cajas de guantes desechables, gazas, vendajes, algodón y otras cosas que siempre se consumian....sobre todo si algun delincuente herido llegaba a necesitar. Cargando la bolsa de papel cartón, llego al consultorio a las 6pm...esperó su turno, viendo salir a alguien de su barrio, lo cual confirmó lo de ayer. " tch...si este lugar se las da de gratuito, probablemente pronto quede en la ruina... será mejor aprovecharlo lo mas que pueda mientras dure... No, no, no...¿qué cosas pienso? Mi regla es no aprovecharme así, no de alguien que pudo drogarme, venderme por piezas y prefirió llevarme a casa." Pensó en su monólogo interno, cuando escuchó aquel "Rin" por un momento olvidó que ese era su nombre, asi que se puso de pie, entrando al consultorio. ── Tal y como lo pidió. Regresé. ── Sin un Buenas tardes, sin un Hola, mucho menos un "con permiso" denotando esa falta de una educación o tal vez, olvidándolos porque nadie en su mundo lo hacía. [heal_noblesse]
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    𝐋𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐧𝐫𝐢𝐬𝐚𝐬 𝐦á𝐬 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞𝐬 𝐠𝐮𝐚𝐫𝐝𝐚𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨𝐬 𝐦á𝐬 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐨𝐬.
    𝐋𝐚𝐬 𝐬𝐨𝐧𝐫𝐢𝐬𝐚𝐬 𝐦á𝐬 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞𝐬 𝐠𝐮𝐚𝐫𝐝𝐚𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨𝐬 𝐦á𝐬 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐨𝐬.
    Me gusta
    1
    0 comentarios 0 compartidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    𝐈'𝐦 𝐥𝐨𝐧𝐠𝐢𝐧𝐠 𝐟𝐨𝐫 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐭𝐨𝐮𝐜𝐡 𝐚𝐧𝐝 𝐈 𝐰𝐞𝐥𝐜𝐨𝐦𝐞 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝟔𝟔𝟔 𝐢𝐧 𝐦𝐲 𝐡𝐞𝐚𝐫𝐭.
    𝐈'𝐦 𝐥𝐨𝐧𝐠𝐢𝐧𝐠 𝐟𝐨𝐫 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐭𝐨𝐮𝐜𝐡 𝐚𝐧𝐝 𝐈 𝐰𝐞𝐥𝐜𝐨𝐦𝐞 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝟔𝟔𝟔 𝐢𝐧 𝐦𝐲 𝐡𝐞𝐚𝐫𝐭.
    Me endiabla
    Me shockea
    3
    0 comentarios 0 compartidos
  • :ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ:ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ⋆

    ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆ 𝆺𝅥 ˑ ִ ۫ ּ ִ 𝆺𝅥 ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆
    ~ ㅤ ★ㅤㅤ. 𓏸 ۪ 𝟎𝟎. ᥫ᭡
    .
    🫧
    ⌕˖ ࣪✦ ꒰ ! « 🪷 ࣪˖ 𝙋𝙊𝙎𝙏

    𖤐⭒๋ Lᴀ ᴊᴏᴠᴇɴ ᴘᴇʟɪʀᴏsᴀ ᴇsᴛᴀʀɪ́ᴀ ᴇɴ ᴜɴ ᴄᴏɴᴠᴇɴᴛᴏ ᴀ ᴘʟᴇɴᴀ ɴᴏᴄʜᴇ ʙᴀᴊᴏ ʟᴀ ʟᴜᴢ ᴅᴇ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ ᴄᴏɴ ʟᴀs ᴍᴀɴᴏs ᴊᴜɴᴛᴀs ᴍɪᴇɴᴛʀᴀs ᴇsᴛᴀ́s sᴏsᴛᴇɴɪ́ᴀɴ ᴜɴ ʀᴏsᴀʀɪᴏ ʀᴇᴘɪᴛɪᴇɴᴅᴏ ᴀϙᴜᴇʟʟᴀ ᴏʀᴀᴄɪᴏ́ɴ ϙᴜᴇ sᴇ ʟᴇs ᴇɴsᴇɴ̃ᴏ́....

    Dᴇsᴘᴜᴇ́s ᴅᴇ ᴛᴏᴅᴏ ᴇʀᴀ ᴜɴᴀ ᴍᴏɴᴊᴀ ʏ ᴛᴇɴɪ́ᴀ ϙᴜᴇ ᴘʀᴏᴛᴇɢᴇʀsᴇ....ᴅᴇ sᴇʀᴇs ᴏsᴄᴜʀᴏs ᴇɴ ʙᴜsᴄᴀ ᴅᴇ ʜᴀᴍʙʀᴇ ᴇɴ ʟᴀ ɴᴏᴄʜᴇ....ᴀʟᴇᴊᴀɴᴅᴏ ᴄᴜᴀʟϙᴜɪᴇʀ ᴛɪᴘᴏ ᴅᴇ ʟᴜᴊᴜʀɪᴀ ᴅᴇ ᴇʟʟᴀ

    Aᴜɴϙᴜᴇ ᴛʀᴀᴛᴀʀᴀ́ ᴅᴇ ᴅɪsɪᴍᴜʟᴀʀ ᴇsᴏs ᴘᴇɴsᴀᴍɪᴇɴᴛᴏs ᴛᴀɴ ɪᴍᴘᴜʀᴏs ϙᴜᴇ ᴇʀᴀɴ ᴘᴀʀᴀ sᴜ ᴄʀᴇᴇɴᴄɪᴀ ᴇʀᴀ ᴅɪғɪ́ᴄɪʟ ᴅᴇ ᴇᴠɪᴛᴀʀ ᴇsᴛᴀɴᴅᴏ ᴇɴ ᴜɴ ʟᴜɢᴀʀ sᴏʟᴏ ᴄᴏɴ ᴍᴏɴᴊᴀs ϙᴜᴇ ᴄᴏɴᴛᴀʙᴀɴ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴅᴇ ᴅᴇᴍᴏɴɪᴏs ϙᴜᴇ ʟʟᴇɢᴀʙᴀɴ ᴀʟ ᴄᴏɴᴠᴇɴᴛᴏ ᴀ ᴍᴏʀᴅᴇʀʟᴇ ᴇʟ ᴄᴜᴇʟʟᴏ ᴀ ʟᴀs ᴊᴏᴠᴇɴᴄɪᴛᴀs ʏ ᴄʜᴜᴘᴀʀʟᴇs ʟᴀ sᴀɴɢʀᴇ...ᴀᴜɴϙᴜᴇ sᴇᴀ ᴀᴛᴇʀʀᴀᴅᴏʀ ᴅᴇ ᴀʟɢᴜɴᴀ ғᴏʀᴍᴀ ʟᴇ ᴘᴀʀᴇᴄɪ́ᴀ ʟᴜᴊᴜʀɪᴏsᴏ sɪɴ ᴘᴀʀᴀʀ ᴅᴇ ɪᴍᴀɢɪɴᴀʀsᴇ ᴇsᴇ ᴛɪᴘᴏ ᴅᴇ ᴇsᴄᴇɴᴀs

    Mɪᴇɴᴛʀᴀs sᴇ ʀᴇᴘᴇᴛɪ́ᴀ ᴀ sɪ ᴍɪsᴍᴀ ϙᴜᴇ ᴇʀᴀ ᴍᴀʟ ᴘᴇɴsᴀʀ ᴇɴ ᴇsᴏ ᴍɪᴇɴᴛʀᴀs sᴇ ʟᴏ ɪᴍᴀɢɪɴᴀʙᴀ ʏ ʀᴇᴘᴇᴛɪ́ᴀ ʟᴀs ᴘᴀʟᴀʙʀᴀs ʙᴀᴊᴏ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ ʜᴀʙʟᴀʙᴀ ᴄᴏɴsɪɢᴏ ᴍɪsᴍᴀ...

    𖤐- (Cᴀʀᴀᴊᴏ...ϙᴜᴇ ᴍʀᴅ ᴇsᴛᴏʏ ᴘᴇɴsᴀɴᴅᴏ...ᴇsᴛᴏ ɴᴏ ᴇsᴛᴀ́ ʙɪᴇɴ ᴇsᴛᴏʏ ᴘᴇᴄᴀɴᴅᴏ sɪ sɪɢᴏ ᴀsɪ́ ᴍᴇ ɪʀᴇ́ ᴀʟ ɪɴғɪᴇʀɴᴏ...)

    ╰┈➤⋆ ˚。⋆𓍢

    :ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ:ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ
    :ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ:ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆ 𝆺𝅥 ˑ ִ ۫🌕 ּ ִ 𝆺𝅥 ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆ ~ ㅤ ★ㅤㅤ. 𓏸 ۪ 𝟎𝟎. ᥫ᭡ . 🫧 ⌕˖ ࣪✦ ꒰ ! « 🪷 ࣪˖ 𝙋𝙊𝙎𝙏 𖤐⭒๋ Lᴀ ᴊᴏᴠᴇɴ ᴘᴇʟɪʀᴏsᴀ ᴇsᴛᴀʀɪ́ᴀ ᴇɴ ᴜɴ ᴄᴏɴᴠᴇɴᴛᴏ ᴀ ᴘʟᴇɴᴀ ɴᴏᴄʜᴇ ʙᴀᴊᴏ ʟᴀ ʟᴜᴢ ᴅᴇ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ ᴄᴏɴ ʟᴀs ᴍᴀɴᴏs ᴊᴜɴᴛᴀs ᴍɪᴇɴᴛʀᴀs ᴇsᴛᴀ́s sᴏsᴛᴇɴɪ́ᴀɴ ᴜɴ ʀᴏsᴀʀɪᴏ ʀᴇᴘɪᴛɪᴇɴᴅᴏ ᴀϙᴜᴇʟʟᴀ ᴏʀᴀᴄɪᴏ́ɴ ϙᴜᴇ sᴇ ʟᴇs ᴇɴsᴇɴ̃ᴏ́.... Dᴇsᴘᴜᴇ́s ᴅᴇ ᴛᴏᴅᴏ ᴇʀᴀ ᴜɴᴀ ᴍᴏɴᴊᴀ ʏ ᴛᴇɴɪ́ᴀ ϙᴜᴇ ᴘʀᴏᴛᴇɢᴇʀsᴇ....ᴅᴇ sᴇʀᴇs ᴏsᴄᴜʀᴏs ᴇɴ ʙᴜsᴄᴀ ᴅᴇ ʜᴀᴍʙʀᴇ ᴇɴ ʟᴀ ɴᴏᴄʜᴇ....ᴀʟᴇᴊᴀɴᴅᴏ ᴄᴜᴀʟϙᴜɪᴇʀ ᴛɪᴘᴏ ᴅᴇ ʟᴜᴊᴜʀɪᴀ ᴅᴇ ᴇʟʟᴀ Aᴜɴϙᴜᴇ ᴛʀᴀᴛᴀʀᴀ́ ᴅᴇ ᴅɪsɪᴍᴜʟᴀʀ ᴇsᴏs ᴘᴇɴsᴀᴍɪᴇɴᴛᴏs ᴛᴀɴ ɪᴍᴘᴜʀᴏs ϙᴜᴇ ᴇʀᴀɴ ᴘᴀʀᴀ sᴜ ᴄʀᴇᴇɴᴄɪᴀ ᴇʀᴀ ᴅɪғɪ́ᴄɪʟ ᴅᴇ ᴇᴠɪᴛᴀʀ ᴇsᴛᴀɴᴅᴏ ᴇɴ ᴜɴ ʟᴜɢᴀʀ sᴏʟᴏ ᴄᴏɴ ᴍᴏɴᴊᴀs ϙᴜᴇ ᴄᴏɴᴛᴀʙᴀɴ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴅᴇ ᴅᴇᴍᴏɴɪᴏs ϙᴜᴇ ʟʟᴇɢᴀʙᴀɴ ᴀʟ ᴄᴏɴᴠᴇɴᴛᴏ ᴀ ᴍᴏʀᴅᴇʀʟᴇ ᴇʟ ᴄᴜᴇʟʟᴏ ᴀ ʟᴀs ᴊᴏᴠᴇɴᴄɪᴛᴀs ʏ ᴄʜᴜᴘᴀʀʟᴇs ʟᴀ sᴀɴɢʀᴇ...ᴀᴜɴϙᴜᴇ sᴇᴀ ᴀᴛᴇʀʀᴀᴅᴏʀ ᴅᴇ ᴀʟɢᴜɴᴀ ғᴏʀᴍᴀ ʟᴇ ᴘᴀʀᴇᴄɪ́ᴀ ʟᴜᴊᴜʀɪᴏsᴏ sɪɴ ᴘᴀʀᴀʀ ᴅᴇ ɪᴍᴀɢɪɴᴀʀsᴇ ᴇsᴇ ᴛɪᴘᴏ ᴅᴇ ᴇsᴄᴇɴᴀs Mɪᴇɴᴛʀᴀs sᴇ ʀᴇᴘᴇᴛɪ́ᴀ ᴀ sɪ ᴍɪsᴍᴀ ϙᴜᴇ ᴇʀᴀ ᴍᴀʟ ᴘᴇɴsᴀʀ ᴇɴ ᴇsᴏ ᴍɪᴇɴᴛʀᴀs sᴇ ʟᴏ ɪᴍᴀɢɪɴᴀʙᴀ ʏ ʀᴇᴘᴇᴛɪ́ᴀ ʟᴀs ᴘᴀʟᴀʙʀᴀs ʙᴀᴊᴏ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ ʜᴀʙʟᴀʙᴀ ᴄᴏɴsɪɢᴏ ᴍɪsᴍᴀ... 𖤐- (Cᴀʀᴀᴊᴏ...ϙᴜᴇ ᴍʀᴅ ᴇsᴛᴏʏ ᴘᴇɴsᴀɴᴅᴏ...ᴇsᴛᴏ ɴᴏ ᴇsᴛᴀ́ ʙɪᴇɴ ᴇsᴛᴏʏ ᴘᴇᴄᴀɴᴅᴏ sɪ sɪɢᴏ ᴀsɪ́ ᴍᴇ ɪʀᴇ́ ᴀʟ ɪɴғɪᴇʀɴᴏ...) ╰┈➤⋆ ˚。⋆𓍢 🔞 :ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ:ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ
    Me encocora
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • :ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ:ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ⋆

    ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆ 𝆺𝅥 ˑ ִ ۫ ּ ִ 𝆺𝅥 ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆
    ~ ㅤ ★ㅤㅤ. 𓏸 ۪ 𝟎𝟎. ᥫ᭡
    .
    🫧
    ⌕˖ ࣪✦ ꒰ ! « 🪷 ࣪˖ 𝙋𝙊𝙎𝙏

    𖤐⭒๋ Sᴀᴋᴜʀᴀ Hᴀʀᴜɴᴏ, ᴛʀᴀs ᴜɴᴀ ᴍɪsɪᴏ́ɴ ʀᴜᴛɪɴᴀʀɪᴀ ᴇɴ ʟᴀ Aʟᴅᴇᴀ Oᴄᴜʟᴛᴀ ᴅᴇ ʟᴀ Hᴏᴊᴀ ʟᴀ ᴄᴜᴀʟ ᴇsᴛᴀʙᴀ ᴇɴ ᴍᴇᴅɪᴏ ᴅᴇ ᴜɴ ᴄᴏᴍʙᴀᴛᴇ, ᴇs ɪɴᴇsᴘᴇʀᴀᴅᴀᴍᴇɴᴛᴇ ᴀʀʀᴀsᴛʀᴀᴅᴀ ᴘᴏʀ ᴜɴ ᴘᴏʀᴛᴀʟ ᴅɪᴍᴇɴsɪᴏɴᴀʟ ʜᴀᴄɪᴀ ᴜɴᴀ ᴅɪᴍᴇɴsɪᴏ́ɴ ᴘᴀʀᴀʟᴇʟᴀ ʏ ᴅᴇsᴄᴏɴᴏᴄɪᴅᴀ, ᴜɴ ᴍᴜɴᴅᴏ ᴏsᴄᴜʀᴏ ʏ ᴘᴇʟɪɢʀᴏsᴏ, ᴍᴜʏ ᴅɪғᴇʀᴇɴᴛᴇ ᴀʟ sᴜʏᴏ.

    Eʟʟᴀ ᴄᴀᴇʀɪᴀ ᴄᴏɴ ғᴜᴇʀᴢᴀs ᴅᴇʟ ᴘᴏʀᴛᴀʟ ᴅᴏɴᴅᴇ ʟᴀ ʟʟᴇᴠᴏ ᴀ ʟᴀ ᴅɪᴍᴇɴsɪᴏ́ɴ ᴅᴇsᴄᴏɴᴏᴄɪᴅᴀ ᴇsᴛᴀɴᴅᴏ ᴍᴜʏ ʜᴇʀɪᴅᴀ ᴀ ᴅᴜʀᴀs ᴘᴇɴᴀs ᴘᴜᴇᴅᴇ ᴘʀᴇᴠᴇɴɪʀ sᴜ ᴄᴀɪ́ᴅᴀ ʏᴀ ϙᴜᴇ ɴᴏ ᴛᴇɴɪ́ᴀ ᴍᴜᴄʜᴀs ᴇɴᴇʀɢɪ́ᴀs ᴇsᴇ ᴇxᴛʀᴀɴ̃ᴏ ᴘᴏʀᴛᴀʟ ᴀɢᴏᴛᴏ́ sᴜ ᴄʜᴀʀᴋᴀ, ᴀᴜ́ɴ ᴘᴇᴏʀ ᴇsᴛᴀɴᴅᴏ ʜᴇʀɪᴅᴀ ᴅᴇ ʟᴀ ᴘᴇʟᴇᴀ ᴅᴏɴᴅᴇ ᴇsᴛᴀʙᴀ ϙᴜᴇᴅᴀɴᴅᴏ ᴅᴇ ʀᴏᴅɪʟʟᴀs ʜᴇʀɪᴅᴀ ʏ ᴀɢɪᴛᴀᴅᴀ ᴛʀᴀᴛᴀɴᴅᴏ ᴅᴇ ʀᴇᴄᴜᴘᴇʀᴀʀ ᴇɴᴇʀɢɪᴀs...

    Eɴ ᴇsᴛᴀ ᴅɪᴍᴇɴsɪᴏ́ɴ, Sᴀᴋᴜʀᴀ ᴇsᴛᴀ́ ᴅᴇsᴏʀɪᴇɴᴛᴀᴅᴀ ʏ ᴠᴜʟɴᴇʀᴀʙʟᴇ. Jᴜsᴛᴏ ᴇs ᴇɴᴄᴏɴᴛʀᴀᴅᴀ, sᴀʟᴠᴀᴅᴀ ᴘᴏʀ ᴇʟ ᴘᴇʀsᴏɴᴀᴊᴇ ᴄᴏɴᴛʀᴀʀɪᴏ, ᴜɴ ᴄʜɪᴄᴏ ᴍɪsᴛᴇʀɪᴏsᴏ ʏ ᴇɴɪɢᴍᴀ́ᴛɪᴄᴏ ϙᴜᴇ ᴅᴏᴍɪɴᴀ ᴇsᴀ ʀᴇᴀʟɪᴅᴀᴅ. Éʟ ʟᴀ ʀᴇsᴄᴀᴛᴀ ᴄᴀʀɢᴀɴᴅᴏʟᴀ ʏ ʟʟᴇᴠᴀɴᴅɪʟᴀ ᴀ ᴜɴ ʟᴜɢᴀʀ sᴇɢᴜʀᴏ.

    ╰┈➤⋆ ˚。⋆𓍢


    :ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ:ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ
    :ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ:ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆ 𝆺𝅥 ˑ ִ ۫🌕 ּ ִ 𝆺𝅥 ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆ ~ ㅤ ★ㅤㅤ. 𓏸 ۪ 𝟎𝟎. ᥫ᭡ . 🫧 ⌕˖ ࣪✦ ꒰ ! « 🪷 ࣪˖ 𝙋𝙊𝙎𝙏 𖤐⭒๋ Sᴀᴋᴜʀᴀ Hᴀʀᴜɴᴏ, ᴛʀᴀs ᴜɴᴀ ᴍɪsɪᴏ́ɴ ʀᴜᴛɪɴᴀʀɪᴀ ᴇɴ ʟᴀ Aʟᴅᴇᴀ Oᴄᴜʟᴛᴀ ᴅᴇ ʟᴀ Hᴏᴊᴀ ʟᴀ ᴄᴜᴀʟ ᴇsᴛᴀʙᴀ ᴇɴ ᴍᴇᴅɪᴏ ᴅᴇ ᴜɴ ᴄᴏᴍʙᴀᴛᴇ, ᴇs ɪɴᴇsᴘᴇʀᴀᴅᴀᴍᴇɴᴛᴇ ᴀʀʀᴀsᴛʀᴀᴅᴀ ᴘᴏʀ ᴜɴ ᴘᴏʀᴛᴀʟ ᴅɪᴍᴇɴsɪᴏɴᴀʟ ʜᴀᴄɪᴀ ᴜɴᴀ ᴅɪᴍᴇɴsɪᴏ́ɴ ᴘᴀʀᴀʟᴇʟᴀ ʏ ᴅᴇsᴄᴏɴᴏᴄɪᴅᴀ, ᴜɴ ᴍᴜɴᴅᴏ ᴏsᴄᴜʀᴏ ʏ ᴘᴇʟɪɢʀᴏsᴏ, ᴍᴜʏ ᴅɪғᴇʀᴇɴᴛᴇ ᴀʟ sᴜʏᴏ. Eʟʟᴀ ᴄᴀᴇʀɪᴀ ᴄᴏɴ ғᴜᴇʀᴢᴀs ᴅᴇʟ ᴘᴏʀᴛᴀʟ ᴅᴏɴᴅᴇ ʟᴀ ʟʟᴇᴠᴏ ᴀ ʟᴀ ᴅɪᴍᴇɴsɪᴏ́ɴ ᴅᴇsᴄᴏɴᴏᴄɪᴅᴀ ᴇsᴛᴀɴᴅᴏ ᴍᴜʏ ʜᴇʀɪᴅᴀ ᴀ ᴅᴜʀᴀs ᴘᴇɴᴀs ᴘᴜᴇᴅᴇ ᴘʀᴇᴠᴇɴɪʀ sᴜ ᴄᴀɪ́ᴅᴀ ʏᴀ ϙᴜᴇ ɴᴏ ᴛᴇɴɪ́ᴀ ᴍᴜᴄʜᴀs ᴇɴᴇʀɢɪ́ᴀs ᴇsᴇ ᴇxᴛʀᴀɴ̃ᴏ ᴘᴏʀᴛᴀʟ ᴀɢᴏᴛᴏ́ sᴜ ᴄʜᴀʀᴋᴀ, ᴀᴜ́ɴ ᴘᴇᴏʀ ᴇsᴛᴀɴᴅᴏ ʜᴇʀɪᴅᴀ ᴅᴇ ʟᴀ ᴘᴇʟᴇᴀ ᴅᴏɴᴅᴇ ᴇsᴛᴀʙᴀ ϙᴜᴇᴅᴀɴᴅᴏ ᴅᴇ ʀᴏᴅɪʟʟᴀs ʜᴇʀɪᴅᴀ ʏ ᴀɢɪᴛᴀᴅᴀ ᴛʀᴀᴛᴀɴᴅᴏ ᴅᴇ ʀᴇᴄᴜᴘᴇʀᴀʀ ᴇɴᴇʀɢɪᴀs... Eɴ ᴇsᴛᴀ ᴅɪᴍᴇɴsɪᴏ́ɴ, Sᴀᴋᴜʀᴀ ᴇsᴛᴀ́ ᴅᴇsᴏʀɪᴇɴᴛᴀᴅᴀ ʏ ᴠᴜʟɴᴇʀᴀʙʟᴇ. Jᴜsᴛᴏ ᴇs ᴇɴᴄᴏɴᴛʀᴀᴅᴀ, sᴀʟᴠᴀᴅᴀ ᴘᴏʀ ᴇʟ ᴘᴇʀsᴏɴᴀᴊᴇ ᴄᴏɴᴛʀᴀʀɪᴏ, ᴜɴ ᴄʜɪᴄᴏ ᴍɪsᴛᴇʀɪᴏsᴏ ʏ ᴇɴɪɢᴍᴀ́ᴛɪᴄᴏ ϙᴜᴇ ᴅᴏᴍɪɴᴀ ᴇsᴀ ʀᴇᴀʟɪᴅᴀᴅ. Éʟ ʟᴀ ʀᴇsᴄᴀᴛᴀ ᴄᴀʀɢᴀɴᴅᴏʟᴀ ʏ ʟʟᴇᴠᴀɴᴅɪʟᴀ ᴀ ᴜɴ ʟᴜɢᴀʀ sᴇɢᴜʀᴏ. ╰┈➤⋆ ˚。⋆𓍢 :ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ:ₓ˚. ୭ ˚○◦˚.˚◦○˚ ୧ .˚ₓ
    Me encocora
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆ 𝆺𝅥 ˑ ִ ۫ ּ ִ 𝆺𝅥 ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆.
    𖤐⭒๋「 𝙉𝙀𝙒 𝙋𝙃𝙊𝙏𝙊 」
    ~ :ೄ࿐ ˊˎ-ㅤ ★ㅤㅤ. 𓏸 ۪ ꒰ 鱻 ꒱ ׄ x. 🫧
    鱻 𝗦𝗔𝗞𝗨𝗥𝗔 𝗛𝗔𝗥𝗨𝗡𝗢

    - 𝑏𝑌: - ★.
    𝒞𝒽ℯ𝓇𝓇𝓎 ℱ𝓇ℯℯ.
    ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆ 𝆺𝅥 ˑ ִ ۫🌕 ּ ִ 𝆺𝅥 ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆. 𖤐⭒๋「 𝙉𝙀𝙒 𝙋𝙃𝙊𝙏𝙊 」 ~ :ೄ࿐ ˊˎ-ㅤ ★ㅤㅤ. 𓏸 ۪ ꒰ 鱻 ꒱ ׄ x. 🫧 鱻 𝗦𝗔𝗞𝗨𝗥𝗔 𝗛𝗔𝗥𝗨𝗡𝗢 🌸 🦔 - 𝑏𝑌: - ★. 𝒞𝒽ℯ𝓇𝓇𝓎 ℱ𝓇ℯℯ.
    0 comentarios 0 compartidos
  • ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆ 𝆺𝅥 ˑ ִ ۫ ּ ִ 𝆺𝅥 ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆.
    𖤐⭒๋「 𝙉𝙀𝙒 𝙋𝙃𝙊𝙏𝙊 」
    ~ :ೄ࿐ ˊˎ-ㅤ ★ㅤㅤ. 𓏸 ۪ ꒰ 鱻 ꒱ ׄ x. 🫧
    鱻 𝗦𝗔𝗞𝗨𝗥𝗔 𝗛𝗔𝗥𝗨𝗡𝗢

    - 𝑏𝑌: - ★.
    𝒞𝒽ℯ𝓇𝓇𝓎 ℱ𝓇ℯℯ.
    ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆ 𝆺𝅥 ˑ ִ ۫🌕 ּ ִ 𝆺𝅥 ⋆ ִֶָ ࣪ . ִֶָ ˑ ִ ֗ ۫ ִֶָˑ ִ ۫ ִֶָ⋆. 𖤐⭒๋「 𝙉𝙀𝙒 𝙋𝙃𝙊𝙏𝙊 」 ~ :ೄ࿐ ˊˎ-ㅤ ★ㅤㅤ. 𓏸 ۪ ꒰ 鱻 ꒱ ׄ x. 🫧 鱻 𝗦𝗔𝗞𝗨𝗥𝗔 𝗛𝗔𝗥𝗨𝗡𝗢 🌸 🦔 - 𝑏𝑌: - ★. 𝒞𝒽ℯ𝓇𝓇𝓎 ℱ𝓇ℯℯ.
    Me encocora
    Me endiabla
    2
    0 comentarios 0 compartidos
  • ── 𝐐𝐮𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨... 𝐓𝐚𝐧 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐝𝐚𝐬 𝐧á𝐮𝐬𝐞𝐚𝐬 ──
    ── 𝐐𝐮𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨... 𝐓𝐚𝐧 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐝𝐚𝐬 𝐧á𝐮𝐬𝐞𝐚𝐬 ──
    Me gusta
    Me endiabla
    Me entristece
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • ༒𝐋𝐄𝐓 𝐌𝐄 𝐂𝐀𝐓𝐂𝐇 𝐘𝐎𝐔༒



    ── 𝐓ú 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐬𝐞 𝐞𝐬𝐭á 𝐚𝐜𝐚𝐛𝐚𝐧𝐝𝐨, 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐫𝐨.


    Las puertas del bar se abrieron con violencia y la nieve irrumpió como un látigo gélido que apagó la música de golpe. El murmullo alegre se quebró en un silencio abrupto cuando cuatro hombres entraron. Altos, cubiertos por largos abrigos negros, botas que retumbaban sobre la madera vieja. No hacía falta que pronunciaran palabra: la multitud comprendió de inmediato a qué clase de depredadores estaba mirando.

    "Hay un bastardo que me debe algo."

    Los clientes se replegaron hacia las paredes, intentando desaparecer bajo la penumbra. El humo de los cigarrillos quedó suspendido en el aire, detenido como si el tiempo mismo se hubiera congelado. Solo una figura permaneció imperturbable, sentado con esa arrogancia propia de quienes creen que jamás podrán ser tocados.

    El Ministro de Defensa de Rusia.

    Canoso, con traje impecable y un vaso de vodka aún húmedo en la mano, alzó la mirada hacia los intrusos. No había miedo en sus ojos, sino fastidio, como si la escena fuera una ofensa menor a su autoridad.

    — Ministro. Vendrá con nosotros — anunció uno de los hombres, su voz grave, un eco oscuro que llenó la sala con un peso insoportable.

    "Se encuentra en San Petersburgo. Localícenlo y tráiganmelo aquí."

    Los guardaespaldas del político apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Una mano buscó la chaqueta, pero el disparo llegó antes. Un estampido seco. Después otro, y otro. El aire se llenó de pólvora y sangre. Los cuerpos se desplomaron sin remedio, muñecos rotos que ya no respondían a nadie.

    El Ministro golpeó la mesa con furia, su voz retumbó entre las paredes cargadas de humo:

    — ¿Quién diablos son ustedes? ¿¡Saben quién soy?!

    Un puñetazo brutal lo arrancó de su asiento. Cayó al suelo como cualquier hombre, los brazos torcidos y sujetos por una fuerza que lo reducía a prisionero. La indignación lo ahogaba, pero sus palabras se perdían en gruñidos confusos, apenas reconocibles como ruso entre los golpes y el miedo.

    "Dejen limpio el lugar. Ningún cabo suelto. San Petersburgo no es un sitio que deba ser provocado… no todavía."

    La sentencia cayó como un cuchillo. Nadie dentro del bar tuvo oportunidad de escapar. Dos de los hombres bloquearon la salida, fríos y calculadores, mientras los otros arrojaban botellas incendiarias contra las vigas y cortinas. El fuego se expandió como una bestia hambrienta, devorando madera, vidrio y carne por igual. Los gritos se alzaron, desesperados, mientras las ventanas comenzaban a ennegrecerse.

    Arrastrado hacia la calle, el Ministro alcanzó a girar la cabeza. Sus ojos vidriosos reflejaron las siluetas atrapadas detrás de los cristales, los cuerpos forcejeando inútilmente contra un destino sellado. La nieve seguía cayendo con suavidad, indiferente al infierno que ardía a sus pies.

    . . .

    En Moscú, Kiev observaba un reloj antiguo en la palma de su mano. El metal ennegrecido llevaba la marca del tiempo, un recuerdo de su padre que cuando joven le parecía un tesoro inalcanzable. Ahora, sin embargo, lo contemplaba con frialdad, como si cada tic tac fuera simplemente un recordatorio de que el pasado no tiene valor en el presente.

    Lo dejó sobre el escritorio. Frente a él, los papeles estaban desplegados como piezas de ajedrez: informes, fotografías, nombres. Uno brillaba más que el resto: Ayla Klein.

    Su mirada recorrió con calma cada hoja, hasta que un detalle detuvo el movimiento de sus ojos. En una foto, un cruce de miradas. No era nada para la mayoría, pero para él era suficiente: Ryan. Esa cercanía con la alemana no era un accidente. Lo había encontrado, el error, la grieta. El talón de Aquiles.

    Una sonrisa lenta torció sus labios, apenas un gesto que nunca llegaba a suavizar su expresión. Isha había hecho bien su trabajo, aunque debía vigilarla para que no dejara más cenizas tras de sí.

    Al lado de esa carpeta, otra. El árbol completo de los Di Vincenzo: territorios, hermanos, aliados, hasta empleados insignificantes. El primer nombre resaltaba inevitable: Elisabetta. Curioso, irónico quizá, que dos mujeres tan distintas compartieran un destino tan contradictorio.

    ¿De qué le servían esas piezas? Mucho. No como aliadas, sino como puntos débiles. Todo dependía de cómo se moviera la partida, de qué tan cerca estuviera su hermano de convertirse en una molestia. Las mafias solo conocían un lenguaje: el interés propio. Y si alguien se interponía en el suyo, el problema sería inevitable.

    Un ruido lo sacó de su concentración. El cachorro mordía su pata, jugando como si el mundo no fuera más que un terreno blando para hincar los dientes. Kiev lo observó un instante.

    — Sigues siendo tan pequeño… — murmuró, ¿Cuántas veces había pisado su diminuta cola y recibido, a cambio, mordidas furiosas en el pantalón antes de que el animal huyera llorando? La cuenta lo había perdido, por eso mismo tuvo que colocarle ese "cosa" para cubrirla hasta buscar algo más viable.

    El reloj volvió a marcar el segundo, tic, tac. Fue cuando se dio cuenta que debía moverse. Se levantó, tomó la camisa que descansaba sobre la silla. Había asuntos que atender, y pronto, el hombre que le debía algo estaría frente a él.
    ༒𝐋𝐄𝐓 𝐌𝐄 𝐂𝐀𝐓𝐂𝐇 𝐘𝐎𝐔༒ ── 𝐓ú 𝐭𝐢𝐞𝐦𝐩𝐨 𝐬𝐞 𝐞𝐬𝐭á 𝐚𝐜𝐚𝐛𝐚𝐧𝐝𝐨, 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐫𝐨. Las puertas del bar se abrieron con violencia y la nieve irrumpió como un látigo gélido que apagó la música de golpe. El murmullo alegre se quebró en un silencio abrupto cuando cuatro hombres entraron. Altos, cubiertos por largos abrigos negros, botas que retumbaban sobre la madera vieja. No hacía falta que pronunciaran palabra: la multitud comprendió de inmediato a qué clase de depredadores estaba mirando. "Hay un bastardo que me debe algo." Los clientes se replegaron hacia las paredes, intentando desaparecer bajo la penumbra. El humo de los cigarrillos quedó suspendido en el aire, detenido como si el tiempo mismo se hubiera congelado. Solo una figura permaneció imperturbable, sentado con esa arrogancia propia de quienes creen que jamás podrán ser tocados. El Ministro de Defensa de Rusia. Canoso, con traje impecable y un vaso de vodka aún húmedo en la mano, alzó la mirada hacia los intrusos. No había miedo en sus ojos, sino fastidio, como si la escena fuera una ofensa menor a su autoridad. — Ministro. Vendrá con nosotros — anunció uno de los hombres, su voz grave, un eco oscuro que llenó la sala con un peso insoportable. "Se encuentra en San Petersburgo. Localícenlo y tráiganmelo aquí." Los guardaespaldas del político apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Una mano buscó la chaqueta, pero el disparo llegó antes. Un estampido seco. Después otro, y otro. El aire se llenó de pólvora y sangre. Los cuerpos se desplomaron sin remedio, muñecos rotos que ya no respondían a nadie. El Ministro golpeó la mesa con furia, su voz retumbó entre las paredes cargadas de humo: — ¿Quién diablos son ustedes? ¿¡Saben quién soy?! Un puñetazo brutal lo arrancó de su asiento. Cayó al suelo como cualquier hombre, los brazos torcidos y sujetos por una fuerza que lo reducía a prisionero. La indignación lo ahogaba, pero sus palabras se perdían en gruñidos confusos, apenas reconocibles como ruso entre los golpes y el miedo. "Dejen limpio el lugar. Ningún cabo suelto. San Petersburgo no es un sitio que deba ser provocado… no todavía." La sentencia cayó como un cuchillo. Nadie dentro del bar tuvo oportunidad de escapar. Dos de los hombres bloquearon la salida, fríos y calculadores, mientras los otros arrojaban botellas incendiarias contra las vigas y cortinas. El fuego se expandió como una bestia hambrienta, devorando madera, vidrio y carne por igual. Los gritos se alzaron, desesperados, mientras las ventanas comenzaban a ennegrecerse. Arrastrado hacia la calle, el Ministro alcanzó a girar la cabeza. Sus ojos vidriosos reflejaron las siluetas atrapadas detrás de los cristales, los cuerpos forcejeando inútilmente contra un destino sellado. La nieve seguía cayendo con suavidad, indiferente al infierno que ardía a sus pies. . . . En Moscú, Kiev observaba un reloj antiguo en la palma de su mano. El metal ennegrecido llevaba la marca del tiempo, un recuerdo de su padre que cuando joven le parecía un tesoro inalcanzable. Ahora, sin embargo, lo contemplaba con frialdad, como si cada tic tac fuera simplemente un recordatorio de que el pasado no tiene valor en el presente. Lo dejó sobre el escritorio. Frente a él, los papeles estaban desplegados como piezas de ajedrez: informes, fotografías, nombres. Uno brillaba más que el resto: Ayla Klein. Su mirada recorrió con calma cada hoja, hasta que un detalle detuvo el movimiento de sus ojos. En una foto, un cruce de miradas. No era nada para la mayoría, pero para él era suficiente: Ryan. Esa cercanía con la alemana no era un accidente. Lo había encontrado, el error, la grieta. El talón de Aquiles. Una sonrisa lenta torció sus labios, apenas un gesto que nunca llegaba a suavizar su expresión. Isha había hecho bien su trabajo, aunque debía vigilarla para que no dejara más cenizas tras de sí. Al lado de esa carpeta, otra. El árbol completo de los Di Vincenzo: territorios, hermanos, aliados, hasta empleados insignificantes. El primer nombre resaltaba inevitable: Elisabetta. Curioso, irónico quizá, que dos mujeres tan distintas compartieran un destino tan contradictorio. ¿De qué le servían esas piezas? Mucho. No como aliadas, sino como puntos débiles. Todo dependía de cómo se moviera la partida, de qué tan cerca estuviera su hermano de convertirse en una molestia. Las mafias solo conocían un lenguaje: el interés propio. Y si alguien se interponía en el suyo, el problema sería inevitable. Un ruido lo sacó de su concentración. El cachorro mordía su pata, jugando como si el mundo no fuera más que un terreno blando para hincar los dientes. Kiev lo observó un instante. — Sigues siendo tan pequeño… — murmuró, ¿Cuántas veces había pisado su diminuta cola y recibido, a cambio, mordidas furiosas en el pantalón antes de que el animal huyera llorando? La cuenta lo había perdido, por eso mismo tuvo que colocarle ese "cosa" para cubrirla hasta buscar algo más viable. El reloj volvió a marcar el segundo, tic, tac. Fue cuando se dio cuenta que debía moverse. Se levantó, tomó la camisa que descansaba sobre la silla. Había asuntos que atender, y pronto, el hombre que le debía algo estaría frente a él.
    Me shockea
    Me gusta
    Me endiabla
    Me encocora
    14
    3 turnos 0 maullidos
  • '𝐂𝐚𝐮𝐬𝐞 𝐦𝐲 𝐢𝐧𝐬𝐢𝐝𝐞𝐬 𝐚𝐫𝐞 𝐫𝐞𝐝
    𝐀𝐧𝐝 𝐲𝐨𝐮𝐫𝐬 𝐚𝐫𝐞 𝐭𝐨𝐨
    𝐀𝐧𝐝 𝐭𝐡𝐞 𝐫𝐞𝐝 𝐨𝐧 𝐦𝐲 𝐟𝐚𝐜𝐞 𝐈𝐬 𝐦𝐚𝐭𝐜𝐡𝐢𝐧𝐠 𝐲𝐨𝐮
    𝐀𝐧𝐝 𝐠𝐨𝐨𝐝𝐧𝐞𝐬𝐬 𝐲𝐨𝐮'𝐫𝐞 𝐛𝐥𝐞𝐞𝐝𝐢𝐧𝐠
    𝐖𝐡𝐚𝐭 𝐚 𝐰𝐨𝐧𝐝𝐞𝐫𝐟𝐮𝐥 𝐟𝐞𝐞𝐥𝐢𝐧𝐠
    𝐘𝐨𝐮'𝐫𝐞 𝐝𝐨𝐰𝐧 𝐚𝐧𝐝 𝐲𝐨𝐮'𝐫𝐞 𝐩𝐥𝐞𝐚𝐝𝐢𝐧𝐠
    𝐌𝐲 𝐡𝐞𝐚𝐝 𝐢𝐬 𝐣𝐮𝐬𝐭 𝐫𝐞𝐞𝐥𝐢𝐧𝐠
    𝐓𝐡𝐞 𝐫𝐞𝐝 𝐦𝐞𝐚𝐧𝐬 𝐈 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮
    𝐓𝐚𝐬𝐭𝐢𝐧𝐠 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐛𝐥𝐨𝐨𝐝 𝐦𝐞𝐚𝐧𝐬 𝐈 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 ~
    '𝐂𝐚𝐮𝐬𝐞 𝐦𝐲 𝐢𝐧𝐬𝐢𝐝𝐞𝐬 𝐚𝐫𝐞 𝐫𝐞𝐝 𝐀𝐧𝐝 𝐲𝐨𝐮𝐫𝐬 𝐚𝐫𝐞 𝐭𝐨𝐨 𝐀𝐧𝐝 𝐭𝐡𝐞 𝐫𝐞𝐝 𝐨𝐧 𝐦𝐲 𝐟𝐚𝐜𝐞 𝐈𝐬 𝐦𝐚𝐭𝐜𝐡𝐢𝐧𝐠 𝐲𝐨𝐮 𝐀𝐧𝐝 𝐠𝐨𝐨𝐝𝐧𝐞𝐬𝐬 𝐲𝐨𝐮'𝐫𝐞 𝐛𝐥𝐞𝐞𝐝𝐢𝐧𝐠 𝐖𝐡𝐚𝐭 𝐚 𝐰𝐨𝐧𝐝𝐞𝐫𝐟𝐮𝐥 𝐟𝐞𝐞𝐥𝐢𝐧𝐠 𝐘𝐨𝐮'𝐫𝐞 𝐝𝐨𝐰𝐧 𝐚𝐧𝐝 𝐲𝐨𝐮'𝐫𝐞 𝐩𝐥𝐞𝐚𝐝𝐢𝐧𝐠 𝐌𝐲 𝐡𝐞𝐚𝐝 𝐢𝐬 𝐣𝐮𝐬𝐭 𝐫𝐞𝐞𝐥𝐢𝐧𝐠 𝐓𝐡𝐞 𝐫𝐞𝐝 𝐦𝐞𝐚𝐧𝐬 𝐈 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 𝐓𝐚𝐬𝐭𝐢𝐧𝐠 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐛𝐥𝐨𝐨𝐝 𝐦𝐞𝐚𝐧𝐬 𝐈 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐲𝐨𝐮 ~
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados