꧁𓊈𒆜🆅🅸🅴🅹🅾🆂 🆁🅴🅲🆄🅴🆁🅳🅾🆂𒆜𓊉꧂
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤMonorol
Se removió en sueños. Viejos recuerdos, casi olvidados de cuando aún vivía lo acecharon esa noche.
Recordó las calles de Rusia cubiertas de nieve, se recordaba jugar en la nieve acompañado por su madre cuyo rostro ya había olvidado... Aunque sus mayores recuerdos erradicaban en pasear entre las mesas llenas de apostadores insaciables mientras jugaban algún juego de azar mientras una camarera les traía vaso tras vaso de alcohol. En su sueño, recordaba asomarse a ver a los jugadores apostar y maldecir cuando perdían, prestando atención a su forma de jugar hasta que el show de magia comenzaba para entretener al público.
Entonces recordaba olvidar todos los juegos dispersos en ese casino para correr a sentarse en primera fila a observar con mirada entusiasmada el espectáculo.
Soñó y recordó, cómo había logrado hacerse con un mazo de cartas, intentando imitar los trucos de magia que tantas veces había visto. Discusiones inaudibles, una voz femenina y otra masculina. Reconocía aquellas voces que hablaban como la de sus padres, aunque en sus sueños no era capaz de distinguir qué era lo que decían... Jamás les había prestado real atención, aunque luego podía notar a su madre decaída, preocupada... Y no sería hasta no mucho tiempo después el por qué.
Un día repentinamente se lo llevó, abandonando Rusia, a su padre... Y de pronto, entonces, recordó que también tuvo un hermano.
Volvió a removerse en la cama. Sus manos apretando las sábanas al igual que sus ojos. Se contraía en incontrolables movimientos ante los recuerdos de cuando vivía.
De pronto el ruido apareció en sus sueños de nuevo. Vasos tintineantes, risas, maldiciones, fichas cayendo, música de fondo... Y el ambiente iluminado como si fuese de día aunque era de noche. De nuevo en un casino. Lugares en donde toda su vida había crecido.
Hablaban inglés pero él lo comprendía. Su madre se había encargado de enseñarle esa lengua desde su nacimiento, como su padre del ruso, siendo ella estadounidense y él ruso.
Ahora lo recordaba, mientras se veía a un él más adolescente atreviéndose a husmear en partidas de póker y aprendiendo sus trucos... Estaban en Las Vegas, lugar dónde pasaría casi todo el resto de su vida. Allí habían ido a parar con su madre luego de la revolución Rusa.
Sin embargo, el juego aún era ilegal y, aunque el lugar era bastante ostentoso, estaba oculto... Hasta que simplemente algo no salió como lo esperado.
Jamás supo la disputa de fondo. Apretando los dientes aún dormido mientras sus orejas se agitaban al recordar los gritos, el sonido de los disparos y la gente salir despavorida. Él con su corazón agitado buscando a su madre a la que encontraría, no mucho después, no siendo más que un cadáver que había estado en el lugar equivocado en el momento equivocado. La balacera la había alcanzado, habiendo estado expuesta sobre el escenario al ser una de las bailarinas.
Pero, sin embargo, no se fue.
Aún pese a lo transcurrido jamás dejaría el casino. Se volvería uno con ellos y al encontrarse en la necesidad del dinero que no tenía, aprendería los más sucios trucos en los juegos de azar para comenzar a ganar volviéndose así, alrededor de sus 20 años, el mejor (y más joven) jugador.
Yendo de casino en casino, apostaría fortunas que luego ganaría. Se jugaría el pellejo haciendo trampa con gente de la mafia aunque la fortuna parecía sonreírle en aquel entonces, aunque a futuro lo pagaría caro...
Partida tras partida, con trampas, comenzó a ganar. Sin perder una sola vez. Pronto sería conocido como "El demonio del juego" o "El mago", apodado así por todos con los que había jugado, ganando y dejándolos en bancarrota.
En sueños recordó la gloria de sentirse el más poderoso, de ser el mejor. Destacar y brillar por sobre los demás. Y así pasaron años, muchos años... Por supuesto, recordaba, no siempre le había salido todo a su favor.
En sus sueños recordó huir de balaceras tras descubrir que había hecho trampa. Recordó huir de mafias y otros jugadores que deseaban matarlo al ver que les había visto la cara.
Y sin embargo, no se retiraba.
Con el transcurrir de los años, aunque había crecido en casinos y empezado a jugar tanto por el gusto como por la necesidad del dinero... Lo que empezó como, en cierta parte necesidad, acabó por volverse una adicción.
Juego tras juego, se expuso en todos los juegos de cartas y, aunque no siempre le salía todo según sus planes, no podía apartarse de ese mundo de apuestas.
La vida, paciente, se guardó cada momento de sus artimañas. Cada mentira, cada abuso, cada adicción y mala decisión... El karma le permitió vivir con la fortuna de su lado hasta que vio la hora de cobrárselo.
Apretó aún más las sábanas en sus manos, casi rasgándolas con sus garras.
Gruñó en sueños... Y comenzó a recordar el sonido de las explosiones. Los gritos y los disparos.
El ambiente con un aire pesado. Nubes negras que no eran más que densos humos de fuego, de algún incendió provocado tras una explosión no muy lejos.
La guerra de Vietnam.
En sueños pudo reconocer que estaba allí, aunque su mente no logró recordar los sucesos que lo llevaron a estar en ese momento luchando por su vida en una guerra que no deseó estar.
La buena fortuna lo había abandonado finalmente. Contra su voluntad había terminado en esa lucha, no tenía duda... Aunque no pudiese recordar cómo exactamente había acabado allí...
Aún cuando fuera imposible al estar soñando, podía asegurar podía oler el hedor a quemado. La tensión ante el más mínimo ruido mientras se refugiaba en su escondite asignado tras una batalla de la que apenas había logrado huir.
Podía sentir el miedo calarle en los huesos, teniendo el presentimiento de que, pese haber escapado, pronto vendrían a por él.
Sabía debía pedir refuerzos y eso era lo que intentaba hacer... Pero la vida ya tenía otros planes para él.
La muerte lo esperaba, paciente, y el karma con hambre de cobrar todo lo que había hecho hasta ese momento.
Jamás notó la bomba que había sido puesta en el lugar. La explosión lo tomaría por sorpresa.
En sus oídos un molesto pitido... Su vista borrosa... Probablemente había perdido la consciencia unos momentos.
Sentía un gran peso sobre su cuerpo y no podía moverse. Recordaba el punzante dolor en su cabeza...
Apretó aún más los dientes y los ojos en sueños. Clavó las garras con fuerza en el lecho.
Si se había quejado por el dolor, jamás lo supo. El pitido en sus oídos no le permitía oír sonido alguno...
Pestaneó, varias veces. Ya no sólo su vista se oscurecía cada vez más, sino que también comenzaba a sentirse rendido por el sueño... Alzó su vista, logró ver a un soldado que se asomaba para verificar si había muerto...
Lo reconoció. Antes de cerrar sus ojos pudo reconocer en aquel soldado enemigo a su hermano ya olvidado. Esperaba volver a verlo al abrir los ojos, encontrando sólo un lúgubre panorama y cadáveres más allá... Su mano cubierta de su propia sangre cuando se la había llevado a la cabeza y ángeles con lanzas volando por el cielo...
— ¡¡HIISS!! —
Se levantó de golpe, enseñando los dientes.
El pelaje erizado, el corazón latiéndole como un loco y su respiración acelerada... Tardaría unos momentos en darse cuenta que había estado soñando, recordando cosas que deseaba haber olvidado...
Soltó un suspiro, temblando, mientras se llevaba ambas manos al rostro, revolviendo su pelaje antes de volverse a mirar sus propias manos.
— Fue solo un sueño... Eso es todo... —
Se dijo a sí mismo antes de cerrar sus manos en puños, apretando con fuerza, dejándose caer en su lecho de espaldas con otro suspiro mientras intentaba calmarse.
Observó la botella de alcohol a medio tomar a su lado, en la mesilla de luz... Sabiendo que esa sería otra larga noche y que prefería no dormir, se levantó, la tomó y se fue directo al bar.
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Se removió en sueños. Viejos recuerdos, casi olvidados de cuando aún vivía lo acecharon esa noche.
Recordó las calles de Rusia cubiertas de nieve, se recordaba jugar en la nieve acompañado por su madre cuyo rostro ya había olvidado... Aunque sus mayores recuerdos erradicaban en pasear entre las mesas llenas de apostadores insaciables mientras jugaban algún juego de azar mientras una camarera les traía vaso tras vaso de alcohol. En su sueño, recordaba asomarse a ver a los jugadores apostar y maldecir cuando perdían, prestando atención a su forma de jugar hasta que el show de magia comenzaba para entretener al público.
Entonces recordaba olvidar todos los juegos dispersos en ese casino para correr a sentarse en primera fila a observar con mirada entusiasmada el espectáculo.
Soñó y recordó, cómo había logrado hacerse con un mazo de cartas, intentando imitar los trucos de magia que tantas veces había visto. Discusiones inaudibles, una voz femenina y otra masculina. Reconocía aquellas voces que hablaban como la de sus padres, aunque en sus sueños no era capaz de distinguir qué era lo que decían... Jamás les había prestado real atención, aunque luego podía notar a su madre decaída, preocupada... Y no sería hasta no mucho tiempo después el por qué.
Un día repentinamente se lo llevó, abandonando Rusia, a su padre... Y de pronto, entonces, recordó que también tuvo un hermano.
Volvió a removerse en la cama. Sus manos apretando las sábanas al igual que sus ojos. Se contraía en incontrolables movimientos ante los recuerdos de cuando vivía.
De pronto el ruido apareció en sus sueños de nuevo. Vasos tintineantes, risas, maldiciones, fichas cayendo, música de fondo... Y el ambiente iluminado como si fuese de día aunque era de noche. De nuevo en un casino. Lugares en donde toda su vida había crecido.
Hablaban inglés pero él lo comprendía. Su madre se había encargado de enseñarle esa lengua desde su nacimiento, como su padre del ruso, siendo ella estadounidense y él ruso.
Ahora lo recordaba, mientras se veía a un él más adolescente atreviéndose a husmear en partidas de póker y aprendiendo sus trucos... Estaban en Las Vegas, lugar dónde pasaría casi todo el resto de su vida. Allí habían ido a parar con su madre luego de la revolución Rusa.
Sin embargo, el juego aún era ilegal y, aunque el lugar era bastante ostentoso, estaba oculto... Hasta que simplemente algo no salió como lo esperado.
Jamás supo la disputa de fondo. Apretando los dientes aún dormido mientras sus orejas se agitaban al recordar los gritos, el sonido de los disparos y la gente salir despavorida. Él con su corazón agitado buscando a su madre a la que encontraría, no mucho después, no siendo más que un cadáver que había estado en el lugar equivocado en el momento equivocado. La balacera la había alcanzado, habiendo estado expuesta sobre el escenario al ser una de las bailarinas.
Pero, sin embargo, no se fue.
Aún pese a lo transcurrido jamás dejaría el casino. Se volvería uno con ellos y al encontrarse en la necesidad del dinero que no tenía, aprendería los más sucios trucos en los juegos de azar para comenzar a ganar volviéndose así, alrededor de sus 20 años, el mejor (y más joven) jugador.
Yendo de casino en casino, apostaría fortunas que luego ganaría. Se jugaría el pellejo haciendo trampa con gente de la mafia aunque la fortuna parecía sonreírle en aquel entonces, aunque a futuro lo pagaría caro...
Partida tras partida, con trampas, comenzó a ganar. Sin perder una sola vez. Pronto sería conocido como "El demonio del juego" o "El mago", apodado así por todos con los que había jugado, ganando y dejándolos en bancarrota.
En sueños recordó la gloria de sentirse el más poderoso, de ser el mejor. Destacar y brillar por sobre los demás. Y así pasaron años, muchos años... Por supuesto, recordaba, no siempre le había salido todo a su favor.
En sus sueños recordó huir de balaceras tras descubrir que había hecho trampa. Recordó huir de mafias y otros jugadores que deseaban matarlo al ver que les había visto la cara.
Y sin embargo, no se retiraba.
Con el transcurrir de los años, aunque había crecido en casinos y empezado a jugar tanto por el gusto como por la necesidad del dinero... Lo que empezó como, en cierta parte necesidad, acabó por volverse una adicción.
Juego tras juego, se expuso en todos los juegos de cartas y, aunque no siempre le salía todo según sus planes, no podía apartarse de ese mundo de apuestas.
La vida, paciente, se guardó cada momento de sus artimañas. Cada mentira, cada abuso, cada adicción y mala decisión... El karma le permitió vivir con la fortuna de su lado hasta que vio la hora de cobrárselo.
Apretó aún más las sábanas en sus manos, casi rasgándolas con sus garras.
Gruñó en sueños... Y comenzó a recordar el sonido de las explosiones. Los gritos y los disparos.
El ambiente con un aire pesado. Nubes negras que no eran más que densos humos de fuego, de algún incendió provocado tras una explosión no muy lejos.
La guerra de Vietnam.
En sueños pudo reconocer que estaba allí, aunque su mente no logró recordar los sucesos que lo llevaron a estar en ese momento luchando por su vida en una guerra que no deseó estar.
La buena fortuna lo había abandonado finalmente. Contra su voluntad había terminado en esa lucha, no tenía duda... Aunque no pudiese recordar cómo exactamente había acabado allí...
Aún cuando fuera imposible al estar soñando, podía asegurar podía oler el hedor a quemado. La tensión ante el más mínimo ruido mientras se refugiaba en su escondite asignado tras una batalla de la que apenas había logrado huir.
Podía sentir el miedo calarle en los huesos, teniendo el presentimiento de que, pese haber escapado, pronto vendrían a por él.
Sabía debía pedir refuerzos y eso era lo que intentaba hacer... Pero la vida ya tenía otros planes para él.
La muerte lo esperaba, paciente, y el karma con hambre de cobrar todo lo que había hecho hasta ese momento.
Jamás notó la bomba que había sido puesta en el lugar. La explosión lo tomaría por sorpresa.
En sus oídos un molesto pitido... Su vista borrosa... Probablemente había perdido la consciencia unos momentos.
Sentía un gran peso sobre su cuerpo y no podía moverse. Recordaba el punzante dolor en su cabeza...
Apretó aún más los dientes y los ojos en sueños. Clavó las garras con fuerza en el lecho.
Si se había quejado por el dolor, jamás lo supo. El pitido en sus oídos no le permitía oír sonido alguno...
Pestaneó, varias veces. Ya no sólo su vista se oscurecía cada vez más, sino que también comenzaba a sentirse rendido por el sueño... Alzó su vista, logró ver a un soldado que se asomaba para verificar si había muerto...
Lo reconoció. Antes de cerrar sus ojos pudo reconocer en aquel soldado enemigo a su hermano ya olvidado. Esperaba volver a verlo al abrir los ojos, encontrando sólo un lúgubre panorama y cadáveres más allá... Su mano cubierta de su propia sangre cuando se la había llevado a la cabeza y ángeles con lanzas volando por el cielo...
— ¡¡HIISS!! —
Se levantó de golpe, enseñando los dientes.
El pelaje erizado, el corazón latiéndole como un loco y su respiración acelerada... Tardaría unos momentos en darse cuenta que había estado soñando, recordando cosas que deseaba haber olvidado...
Soltó un suspiro, temblando, mientras se llevaba ambas manos al rostro, revolviendo su pelaje antes de volverse a mirar sus propias manos.
— Fue solo un sueño... Eso es todo... —
Se dijo a sí mismo antes de cerrar sus manos en puños, apretando con fuerza, dejándose caer en su lecho de espaldas con otro suspiro mientras intentaba calmarse.
Observó la botella de alcohol a medio tomar a su lado, en la mesilla de luz... Sabiendo que esa sería otra larga noche y que prefería no dormir, se levantó, la tomó y se fue directo al bar.
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