∆ No te odio.
Amo sentir, pero odiarte, ¡jamás!, Amor.
Aunque me lo pidas sin medida ni clemencia, no siento odio, ni indiferencia.
Porque el olvido está en la palma de mi mano y nunca dejaras de ser un hombre perdido.
Cruzaste fácil de mi lado, de un amor incomprendido, a un tiempo atrasado y lo convertiste en un sabor amargo y un sentir desmedido.
Claro, yo te quise hombre, con insistencia; pero a mí experiencia, no te mereces el odio, ni siquiera la indiferencia, aunque el odio hiera menos que el olvido.
Vuela en libertad, viaja a pasos desmedidos.
Acurrucate en cientos de brazos, saborea miles de besos... Endulza en miel los ajenos oidos.
Deleita con tu belleza aquellos ojos, derrite como mantequilla intimidades y encanta con tu dulzura y fuerza sin atar; Y has brillar la energía pura que te hace ser, como aquella mariposa traicionera.
Ser y dejar ser, esa también puede ser una cuestión. ∆
∆ No te odio.
Amo sentir, pero odiarte, ¡jamás!, Amor.
Aunque me lo pidas sin medida ni clemencia, no siento odio, ni indiferencia.
Porque el olvido está en la palma de mi mano y nunca dejaras de ser un hombre perdido.
Cruzaste fácil de mi lado, de un amor incomprendido, a un tiempo atrasado y lo convertiste en un sabor amargo y un sentir desmedido.
Claro, yo te quise hombre, con insistencia; pero a mí experiencia, no te mereces el odio, ni siquiera la indiferencia, aunque el odio hiera menos que el olvido.
Vuela en libertad, viaja a pasos desmedidos.
Acurrucate en cientos de brazos, saborea miles de besos... Endulza en miel los ajenos oidos.
Deleita con tu belleza aquellos ojos, derrite como mantequilla intimidades y encanta con tu dulzura y fuerza sin atar; Y has brillar la energía pura que te hace ser, como aquella mariposa traicionera.
Ser y dejar ser, esa también puede ser una cuestión. ∆