• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    ¡YA SOMOS CINCO, MI GENTE, CINCO!

    Pásele, en la creación de un super, el Guapo Jack les da un beso, Meta Man le ayuda a mover su casa de vecindario y su servilleta les da las gracias. (?)
    ¡YA SOMOS CINCO, MI GENTE, CINCO! Pásele, en la creación de un super, el Guapo Jack les da un beso, Meta Man le ayuda a mover su casa de vecindario y su servilleta les da las gracias. (?)
    ¡BUENAS! Espero que les esté yendo muy bonito en la vida.

    Voy a hacer lo siguiente: comentar lo que ya se ha hablado con los primeros personajes que se unieron (Meta Man y 𝐕𝐢𝐨𝐥𝐞𝐭 𝐏𝐚𝐫𝐫). De ese modo, podemos darle más sentido para todos los personajes.

    • La trama va en torno a que, luego de la muerte de Syndrome, la tecnología que él estaba utilizando se la quedó la ANS/gobierno(s) en general para que, en el futuro, los Supers empiecen a ser erradicados. Lo que se quería era dejar al mundo solo de humanos normales, pero todo se fue al fiasco, por supuesto, y esa tecnología afectó a todo el mundo. El futuro peligra en la extinción total, así que Violeta viajó al pasado para poder evitar ese futuro. (Ver el perfil de Vi para más información(?)).

    • Ahí es cuando entra el que ella vuelva a los años 40s, los Días de Gloria de los Supers, para pedirles ayuda y evitar que se desarrolle tal tecnología y que mate a quienes, indirectamente, cooperaron para que salga como él quería. Por eso mismo, también deben evitar que se inicie el Programa de Reubicación de Superhéroes y que estos sean forzados a mantener identidades secretas, entre otros.

    • Lo malo es que, ella al viajar al pasado, la siguen estos robots que se han creado o no sale exactamente como ella desea y terminan en un enredo en el tiempo. De ahí tenemos para ajustar varios detalles.
    -Ya se sabe que lo que es viajes en el tiempo puede terminar modificando absolutamente todo por una pequeña acción.

    • Otro problema, también, es que a lo mejor el gobierno intentó engañarlos de nuevo, enviándolos a una isla para investigar sobre desapariciones sobre seres vivos que pisen o sobrevuelen esa isla. Esto en base a que se han visto Supers cooperar entre ellos contra algún villano y, pensando que podría funcionar, envían a ese equipo para descubrir lo que ocurre. No tienen idea de que allí se encuentran peligros mayores:
    -Los seres vivos que perecen allí se convierten en zombies, despertando mucho más fuertes y agresivos.
    -Todo es una distracción para que los planes que tienen terminen aún peor.

    Si me faltó algo más, sean bienvenidos a comentar. También si tienen alguna otra idea. Lo que se les ocurra.

    (Imagen del 15 años tarde pa' que no me ignoren(?) Resubido por la anterior.)


    PD: ¿Qué les parece agregar un servidor de Discord o en Telegram para tener todo más organizado?
    Me enjaja
    2
    0 comentarios 0 compartidos
  • Sus pensamientos eran un tormento que lo desgarraba, ¿Hasta cuándo iba a contenerse? ¿Cuánto más podía fingir calma cuando todo en su cuerpo pedía desgarrar la distancia, fundirse en ella hasta que ya no existiera nada más?

    Él era dominio y contención, pero también era hambre, y cada roce, cada mirada, lo empujaba al borde. En su silencio se preguntaba si ella realmente entendía lo que significaba despertar sus instintos, si estaba lista para soportar lo que había jurado enterrar en lo más profundo.

    Darküs no era un amante de ternuras incompletas, era una fuerza reprimida, una tempestad atrapada en carne, y tarde o temprano esas cadenas se romperían. Y cuando ocurriera, no sería un beso, ni una caricia… sería un incendio donde la bestia reclamaría lo que era suyo.

    #SeductiveSunsay
    #3D
    #Comunidad3D
    Sus pensamientos eran un tormento que lo desgarraba, ¿Hasta cuándo iba a contenerse? ¿Cuánto más podía fingir calma cuando todo en su cuerpo pedía desgarrar la distancia, fundirse en ella hasta que ya no existiera nada más? Él era dominio y contención, pero también era hambre, y cada roce, cada mirada, lo empujaba al borde. En su silencio se preguntaba si ella realmente entendía lo que significaba despertar sus instintos, si estaba lista para soportar lo que había jurado enterrar en lo más profundo. Darküs no era un amante de ternuras incompletas, era una fuerza reprimida, una tempestad atrapada en carne, y tarde o temprano esas cadenas se romperían. Y cuando ocurriera, no sería un beso, ni una caricia… sería un incendio donde la bestia reclamaría lo que era suyo. #SeductiveSunsay #3D #Comunidad3D
    Me gusta
    Me encocora
    11
    0 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    A ella le da los besotes que quiera y sin que se los pida ♥️♥️♥️
    A ella le da los besotes que quiera y sin que se los pida ♥️♥️♥️
    Me encocora
    2
    2 comentarios 0 compartidos
  • أرسل لك قبلة كبيرة، حبي!

    ¡Te mando un gran beso cariño mío!
    أرسل لك قبلة كبيرة، حبي! ¡Te mando un gran beso cariño mío! 💋💋😘
    Me encocora
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • El calor de sus labios contra los míos me quemaba más que cualquier batalla. No sé cómo terminé aquí, inclinándome sobre ella, con mis manos torpes aferrándose a su costado como si temiera que desapareciera. Alexa… siempre tan distante, tan fuerte, y ahora la tenía bajo mí, con ese rubor que me hacía perder la razón.

    No soy bueno en esto. Mi respiración se entrecorta, me siento un insensato por no poder controlar lo que siento. Pero, maldita sea, ¿cómo detenerme cuando cada roce me arranca algo que llevo guardando desde que la conocí?

    Siento que mi pecho va a estallar, que este beso no es suficiente, que ninguna palabra alcanzaría para decir lo que me pasa. Y aun así, me hundo en él, más y más, porque por primera vez no quiero ser el caballero recto, ni el ejemplo para nadie. Solo quiero ser un hombre, su hombre, aunque sea solo en este instante.

    Alexa Selene
    El calor de sus labios contra los míos me quemaba más que cualquier batalla. No sé cómo terminé aquí, inclinándome sobre ella, con mis manos torpes aferrándose a su costado como si temiera que desapareciera. Alexa… siempre tan distante, tan fuerte, y ahora la tenía bajo mí, con ese rubor que me hacía perder la razón. No soy bueno en esto. Mi respiración se entrecorta, me siento un insensato por no poder controlar lo que siento. Pero, maldita sea, ¿cómo detenerme cuando cada roce me arranca algo que llevo guardando desde que la conocí? Siento que mi pecho va a estallar, que este beso no es suficiente, que ninguna palabra alcanzaría para decir lo que me pasa. Y aun así, me hundo en él, más y más, porque por primera vez no quiero ser el caballero recto, ni el ejemplo para nadie. Solo quiero ser un hombre, su hombre, aunque sea solo en este instante. [Alexbl]
    Me encocora
    Me gusta
    5
    2 turnos 0 maullidos
  • Ryu リュウ・イシュタル Ishtar

    La noche en la feria fue como un sueño vestido de luces. Desde el momento en que llegamos, los faroles de papel, los aromas dulces y los taiko resonando nos envolvieron en un mundo mágico. Caminamos entre la multitud riendo, sacando fotos con los fuegos artificiales de fondo, y en cada instante parecía que el tiempo se ralentizaba solo para nosotras.

    Compartimos cervezas y golpecitos en los mofletes, jugamos a las escopetas amañadas y, pese a todo, el premio lo ganamos con un beso furtivo y lleno de complicidad. Los takoyakis calentitos nos hicieron reír aún más, sobre todo cuando tus mejillas se llenaban de bolitas de pulpo y yo te miraba con ternura, como si todo el festival existiera solo para darnos ese momento.

    Al final, con los fuegos artificiales pintando flores en el cielo y la brisa fresca del río acariciando el césped, me tumbé a tu lado y, sin darme cuenta, caí rendida en tus brazos. Mientras mi respiración se volvía tranquila, tú seguiste mirando el cielo, guardando en tu memoria aquel instante como un tesoro: dos almas en calma, envueltas en luces, sabores y risas.

    Fue una velada perfecta, de esas que se sienten eternas en el corazón.

    Pd: Se que no te gusta que te vean vestida adorablemente cuqui 🩷...

    Lo siento!!
    [Ryu] La noche en la feria fue como un sueño vestido de luces. Desde el momento en que llegamos, los faroles de papel, los aromas dulces y los taiko resonando nos envolvieron en un mundo mágico. Caminamos entre la multitud riendo, sacando fotos con los fuegos artificiales de fondo, y en cada instante parecía que el tiempo se ralentizaba solo para nosotras. Compartimos cervezas y golpecitos en los mofletes, jugamos a las escopetas amañadas y, pese a todo, el premio lo ganamos con un beso furtivo y lleno de complicidad. Los takoyakis calentitos nos hicieron reír aún más, sobre todo cuando tus mejillas se llenaban de bolitas de pulpo y yo te miraba con ternura, como si todo el festival existiera solo para darnos ese momento. Al final, con los fuegos artificiales pintando flores en el cielo y la brisa fresca del río acariciando el césped, me tumbé a tu lado y, sin darme cuenta, caí rendida en tus brazos. Mientras mi respiración se volvía tranquila, tú seguiste mirando el cielo, guardando en tu memoria aquel instante como un tesoro: dos almas en calma, envueltas en luces, sabores y risas. Fue una velada perfecta, de esas que se sienten eternas en el corazón. Pd: Se que no te gusta que te vean vestida adorablemente cuqui 🩷... Lo siento!! :STK-30:
    Me gusta
    Me encocora
    3
    3 turnos 0 maullidos
  • El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando Zaphiro soltó un pequeño quejido al intentar levantarse. Sus músculos aún dolían deliciosamente por la noche ardiente que había compartido con Anyel, una de esas que le dejaban la piel marcada, el corazón aún acelerado, y la sensación de estar completa en sus brazos. Se estiró entre las sábanas revueltas, girando la cabeza para mirar a su novio dormido, tan tranquilo, y no pudo evitar sonreír con ternura.

    -Ahora regreso mi amor... -murmuró bajito, acariciándole el cabello antes de obligarse a salir de la cama.

    Cada paso fue lento, como si todavía flotara en esa nube de placer y calma, pero la emoción de que aquel día comenzarían su viaje le dio energía suficiente para entrar a la cocina. Puso a calentar un poco de café, cortó fruta y empezó a preparar algo sencillo pero hecho con cariño, todo mientras tarareaba bajito, con esa sonrisa boba que sólo él lograba sacar de ella.

    Cuando todo estuvo listo, tomó una bandeja y camino de regreso a la habitación dejando con cuidado el desayuno en una pequeña mesita que tenían en la habitación, antes de acercarse a su lado e inclinarse dejando suaves besos sobre su rostro

    -Buenos días, dormilón…es hora de levantarse -le dijo con suavidad, mientras seguía besando su rostro de forma juguetona antes de terminar sobre sus labios en un pequeño beso- Ya esta el desayuno mi amor...

    Anyel Martnes
    El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando Zaphiro soltó un pequeño quejido al intentar levantarse. Sus músculos aún dolían deliciosamente por la noche ardiente que había compartido con Anyel, una de esas que le dejaban la piel marcada, el corazón aún acelerado, y la sensación de estar completa en sus brazos. Se estiró entre las sábanas revueltas, girando la cabeza para mirar a su novio dormido, tan tranquilo, y no pudo evitar sonreír con ternura. -Ahora regreso mi amor... -murmuró bajito, acariciándole el cabello antes de obligarse a salir de la cama. Cada paso fue lento, como si todavía flotara en esa nube de placer y calma, pero la emoción de que aquel día comenzarían su viaje le dio energía suficiente para entrar a la cocina. Puso a calentar un poco de café, cortó fruta y empezó a preparar algo sencillo pero hecho con cariño, todo mientras tarareaba bajito, con esa sonrisa boba que sólo él lograba sacar de ella. Cuando todo estuvo listo, tomó una bandeja y camino de regreso a la habitación dejando con cuidado el desayuno en una pequeña mesita que tenían en la habitación, antes de acercarse a su lado e inclinarse dejando suaves besos sobre su rostro -Buenos días, dormilón…es hora de levantarse -le dijo con suavidad, mientras seguía besando su rostro de forma juguetona antes de terminar sobre sus labios en un pequeño beso- Ya esta el desayuno mi amor... [Anyel01]
    Me encocora
    Me gusta
    3
    11 turnos 0 maullidos
  • No sé porque pero Fliqpy se calma cuando le doy un beso en la mejilla... Igual le tengo mucho miedo.
    No sé porque pero Fliqpy se calma cuando le doy un beso en la mejilla... Igual le tengo mucho miedo.
    Me encocora
    Me gusta
    Me shockea
    6
    1 turno 0 maullidos
  • 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐄𝐃𝐈𝐃𝐀𝐒 𝐘 𝐏𝐑𝐎𝐌𝐄𝐒𝐀𝐒
    𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

    El sonido de las flautas y los tambores retumbó en el bosque, entrelazándose con los rezos funerarios. Pero ella los escuchaba distantes, como ecos que pertenecían a otro mundo.

    ────Y ahora derramo estas libaciones para los ancestros y los espíritus guardianes de esta tierra... paz con la naturaleza... paz con los dioses.

    La madre del príncipe se acercó a la pira de madera y derramó el vino, la miel dorada y la gotas blancas de leche que oscurecieron la tierra húmeda al caer.

    Los dedos helados de Afro se cerraron con fuerza alrededor de la antorcha. Inspiró hondo el aire impregnado de neblina; los ojos le escocían y parpadeó varias veces, conteniendo las lágrimas.

    Todas las miradas se volvieron hacia ella. Había llegado la hora.

    Avanzó hacia la pira y el fuego de la antorcha se desató en llamas en la madera y las flores. Las flamas danzantes envolieron el cuerpo del príncipe en su cálido abrazo y lo consumieron. Ella se encogió detrás de su velo.

    Ella misma lo había preparado con cuidado como si temiera romperlo. Le vistió con la túnica que a él tanto le gustaba; la misma que llevó la noche en que escaparon del palacio real y se unieron a la celebración anual en la gran plaza, mezclándose con la multitud cómo dos ciudadanos comunes.

    Ahora las llamas devoraron ese recuerdo, junto a muchos otros: la primera vez que sus miradas se encontraron, su voz llamándola entre risas.

    El humo ascendía, y con él todo lo que vivieron se elevó hacia un lugar que ella no podía alcanzar.

    La urna con cenizas fue colocada frente a la estela con su nombre grabado en piedra. Ella permaneció de rodillas junto a esta, inmóvil, con el corazón destrozado y escuchando cómo los demás se alejaban rumbo al palacio.

    La madre del príncipe se detuvo a su lado. Con un gesto contenido, posó la mano sobre su hombro, tan cálida y familiar.

    ────Hija de la espuma y el cielo, su espíritu ha partido con honor. Esta tierra resguardará su nombre. Mientras el fuego de este reino permanezca encendido, él seguirá con nosotros.

    Entonces, inclinándose apenas hacia ella, su tono se suavizó.

    ────Él te amó y yo lo sé. Guárdalo y llévalo contigo. Porque ni las llamas, ni la muerte pueden arrebatárleto.

    El peso de su mano fue firme, a pesar del suave temblor que advirtió en su agarre. Luego se retiró en silencio, dejándole el espacio que ella necesitaba.

    Una sonrisa frágil asomó en los labios de Afro, entre la humedad de sus lágrimas.Tenue, pero sincera. Siempre había admirado eso de ella: incluso en la adversidad, se levantaba con la frente en alto. Con la espalda recta, los hombros firmes y esa mirada desafiando al mundo, con la fuerza de quién ha enfrentando mil batallas y era capaz de sostener el mundo sin vacilar.

    En ese instante, la diosa quiso beber de esa fortaleza.

    Los dedos de Afro rozaron la cerámica aún tibia. Eso... eso era lo único que quedaba del príncipe Anquises en el mundo.

    Apoyó su frente contra la estela y susurró plegarias sagradas que se mezclaron con el humo y la bruma. Con cuidado, colocó una corona de laurel y flores que ella misma había hecho y vertió una última libación de vino, dejando que el líquido humedeciera la piedra como un puente entre los vivos y los que ya no lo eran. Rozó la estela con un beso, un último beso de despedida, sellando su memoria en ese lugar.

    Cada paso que arrastraba, alejándola del bosque sagrado, se sentía tan irreal, un sueño del que no podía despertar. La procesión se desvanecía tras ella, entre cánticos apagados y el humo del incienso que se perdía en la neblina. El sendero de tierra cubierto de hojas la condujo de regreso al palacio, sus torres y murallas pálidas parecían más pesadas que nunca. Al cruzar sus puertas, el silencio se hizo más hondo que en el bosque.

    La ciudad estaba en luto por la pérdida de su príncipe. Ella lo estaba por algo más profundo: había perdido a quién había sido su confidente, su amigo, el hombre que la diosa había escogido. Con quién había compartido secretos, risas y sueños que ahora parecían evaporarse en el aire. Cada rincón del palacio, cada recuerdo que contenía en sus paredes, dolía como un eco que retumbaba sin parar.

    Se enjuagó las lágrimas con el puño y pese al dolor que la atravesaba, volvió a encarnar su papel de nodriza, el papel que el deber le exigía y que le ofreció un ancla en medio de la marea de la tormenta.

    Lo encontró sentado en las escaleras; el pequeño príncipe Eneas jugueteaba distraídamente con una figura de madera que tenía entre sus manos, balanceaba las piernas como si estuviera sumergido en el agua; un hábito que al observarlo, había aprendido que era su forma de manifestar nerviosismo.

    ────Hola, mi príncipe... –dijo ella suavemente, con una sonrisa tenue para diluir el luto– ¿Puedo acompañarte?

    Eneas levantó la vista. Sus ojos grandes y enrojecidos buscaron a su nodriza entre la bruma de las lágrimas. Por un instante vaciló y luego asintió con la cabeza, apoyando la figura de madera sobre el peldaño.

    ────Sí... me... me gustaría que te quedaras.

    Ella se sentó a su lado y juntos permanecieron en silencio, dejando que este se transformara en un refugio compartido. Eneas se abrazó a su cintura, rompiendo en llanto y la diosa acarició sus cabellos con suavidad, con ternura maternal.

    Por dentro, la pena la consumía como un fuego imposible de apagar, tentándola a ceder, a desbordarse. Pero por más que quisiera, no podía hacerlo. Debía mantenerse en su papel de nodriza. Debía mantenerse fuerte. Por Eneas. Por Anquises.

    Levantó la vista al brumoso cielo blanco fluorescente más allá de la ventana. En su pecho algo se mantuvo intacto: el recuerdo de Anquises y... esperanza. Ahora tenía una promesa que mantener, cuidar de su hijo. Por él, por ella, por ambos. Porque cuidar de su hijo, también era un acto de amor hacia su príncipe que partió.

    Mientras lo abrazaba, comprendió que proteger a Eneas, enseñarle, sostenerlo y estar para él en los momentos de dolor, era honrar la memoria de Anquises.

    La diosa del amor acompañó a su hijo, sin palabras. No las necesitaban.

    Mientras lo sostenía en sus brazos, sintió que la esperanza permanecía firme y luminosa. Un hilo invisible que unía el pasado, el presente y todo lo que aún estaba por venir.

    Afro sonrió.

    Tenía esperanza.
    𝐃𝐄𝐒𝐏𝐄𝐃𝐈𝐃𝐀𝐒 𝐘 𝐏𝐑𝐎𝐌𝐄𝐒𝐀𝐒 🌸 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬 El sonido de las flautas y los tambores retumbó en el bosque, entrelazándose con los rezos funerarios. Pero ella los escuchaba distantes, como ecos que pertenecían a otro mundo. ────Y ahora derramo estas libaciones para los ancestros y los espíritus guardianes de esta tierra... paz con la naturaleza... paz con los dioses. La madre del príncipe se acercó a la pira de madera y derramó el vino, la miel dorada y la gotas blancas de leche que oscurecieron la tierra húmeda al caer. Los dedos helados de Afro se cerraron con fuerza alrededor de la antorcha. Inspiró hondo el aire impregnado de neblina; los ojos le escocían y parpadeó varias veces, conteniendo las lágrimas. Todas las miradas se volvieron hacia ella. Había llegado la hora. Avanzó hacia la pira y el fuego de la antorcha se desató en llamas en la madera y las flores. Las flamas danzantes envolieron el cuerpo del príncipe en su cálido abrazo y lo consumieron. Ella se encogió detrás de su velo. Ella misma lo había preparado con cuidado como si temiera romperlo. Le vistió con la túnica que a él tanto le gustaba; la misma que llevó la noche en que escaparon del palacio real y se unieron a la celebración anual en la gran plaza, mezclándose con la multitud cómo dos ciudadanos comunes. Ahora las llamas devoraron ese recuerdo, junto a muchos otros: la primera vez que sus miradas se encontraron, su voz llamándola entre risas. El humo ascendía, y con él todo lo que vivieron se elevó hacia un lugar que ella no podía alcanzar. La urna con cenizas fue colocada frente a la estela con su nombre grabado en piedra. Ella permaneció de rodillas junto a esta, inmóvil, con el corazón destrozado y escuchando cómo los demás se alejaban rumbo al palacio. La madre del príncipe se detuvo a su lado. Con un gesto contenido, posó la mano sobre su hombro, tan cálida y familiar. ────Hija de la espuma y el cielo, su espíritu ha partido con honor. Esta tierra resguardará su nombre. Mientras el fuego de este reino permanezca encendido, él seguirá con nosotros. Entonces, inclinándose apenas hacia ella, su tono se suavizó. ────Él te amó y yo lo sé. Guárdalo y llévalo contigo. Porque ni las llamas, ni la muerte pueden arrebatárleto. El peso de su mano fue firme, a pesar del suave temblor que advirtió en su agarre. Luego se retiró en silencio, dejándole el espacio que ella necesitaba. Una sonrisa frágil asomó en los labios de Afro, entre la humedad de sus lágrimas.Tenue, pero sincera. Siempre había admirado eso de ella: incluso en la adversidad, se levantaba con la frente en alto. Con la espalda recta, los hombros firmes y esa mirada desafiando al mundo, con la fuerza de quién ha enfrentando mil batallas y era capaz de sostener el mundo sin vacilar. En ese instante, la diosa quiso beber de esa fortaleza. Los dedos de Afro rozaron la cerámica aún tibia. Eso... eso era lo único que quedaba del príncipe Anquises en el mundo. Apoyó su frente contra la estela y susurró plegarias sagradas que se mezclaron con el humo y la bruma. Con cuidado, colocó una corona de laurel y flores que ella misma había hecho y vertió una última libación de vino, dejando que el líquido humedeciera la piedra como un puente entre los vivos y los que ya no lo eran. Rozó la estela con un beso, un último beso de despedida, sellando su memoria en ese lugar. Cada paso que arrastraba, alejándola del bosque sagrado, se sentía tan irreal, un sueño del que no podía despertar. La procesión se desvanecía tras ella, entre cánticos apagados y el humo del incienso que se perdía en la neblina. El sendero de tierra cubierto de hojas la condujo de regreso al palacio, sus torres y murallas pálidas parecían más pesadas que nunca. Al cruzar sus puertas, el silencio se hizo más hondo que en el bosque. La ciudad estaba en luto por la pérdida de su príncipe. Ella lo estaba por algo más profundo: había perdido a quién había sido su confidente, su amigo, el hombre que la diosa había escogido. Con quién había compartido secretos, risas y sueños que ahora parecían evaporarse en el aire. Cada rincón del palacio, cada recuerdo que contenía en sus paredes, dolía como un eco que retumbaba sin parar. Se enjuagó las lágrimas con el puño y pese al dolor que la atravesaba, volvió a encarnar su papel de nodriza, el papel que el deber le exigía y que le ofreció un ancla en medio de la marea de la tormenta. Lo encontró sentado en las escaleras; el pequeño príncipe Eneas jugueteaba distraídamente con una figura de madera que tenía entre sus manos, balanceaba las piernas como si estuviera sumergido en el agua; un hábito que al observarlo, había aprendido que era su forma de manifestar nerviosismo. ────Hola, mi príncipe... –dijo ella suavemente, con una sonrisa tenue para diluir el luto– ¿Puedo acompañarte? Eneas levantó la vista. Sus ojos grandes y enrojecidos buscaron a su nodriza entre la bruma de las lágrimas. Por un instante vaciló y luego asintió con la cabeza, apoyando la figura de madera sobre el peldaño. ────Sí... me... me gustaría que te quedaras. Ella se sentó a su lado y juntos permanecieron en silencio, dejando que este se transformara en un refugio compartido. Eneas se abrazó a su cintura, rompiendo en llanto y la diosa acarició sus cabellos con suavidad, con ternura maternal. Por dentro, la pena la consumía como un fuego imposible de apagar, tentándola a ceder, a desbordarse. Pero por más que quisiera, no podía hacerlo. Debía mantenerse en su papel de nodriza. Debía mantenerse fuerte. Por Eneas. Por Anquises. Levantó la vista al brumoso cielo blanco fluorescente más allá de la ventana. En su pecho algo se mantuvo intacto: el recuerdo de Anquises y... esperanza. Ahora tenía una promesa que mantener, cuidar de su hijo. Por él, por ella, por ambos. Porque cuidar de su hijo, también era un acto de amor hacia su príncipe que partió. Mientras lo abrazaba, comprendió que proteger a Eneas, enseñarle, sostenerlo y estar para él en los momentos de dolor, era honrar la memoria de Anquises. La diosa del amor acompañó a su hijo, sin palabras. No las necesitaban. Mientras lo sostenía en sus brazos, sintió que la esperanza permanecía firme y luminosa. Un hilo invisible que unía el pasado, el presente y todo lo que aún estaba por venir. Afro sonrió. Tenía esperanza.
    Me encocora
    Me entristece
    Me gusta
    8
    0 turnos 0 maullidos
  • ── Entonces descubrí que las amapolas crecen mejor del otro lado del palacio enton...

    Tembló ligeramente ante los besos y caricias del joven a su espalda. No pudo continuar lo con lo que le decía a su novio

    ── Dany... Así no me puedo consentrar en lo que te estoy contando...

    Hablo despacio, con claro nerviosismo.

    Daniel Selene

    #SeductiveSunday ⁠♡ ────⁠
    ── Entonces descubrí que las amapolas crecen mejor del otro lado del palacio enton... Tembló ligeramente ante los besos y caricias del joven a su espalda. No pudo continuar lo con lo que le decía a su novio ── Dany... Así no me puedo consentrar en lo que te estoy contando... Hablo despacio, con claro nerviosismo. [Hijo_de_la_luna] #SeductiveSunday ⁠♡ ────⁠
    Me gusta
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados