• Apartamento de Soo-min, Brooklyn – 22:18 p.m.
    Fandom OC
    Categoría Slice of Life
    [La puerta del apartamento estaba entreabierta. No por descuido, sino por elección. Afuera llovía, aunque no lo suficiente como para limpiar nada. El sonido de la ciudad llegaba filtrado: ambulancias lejanas, algún grito de bar, el ruido repetitivo de los neumáticos cruzando charcos.]

    [Soo-min caminaba descalza sobre la madera. El abrigo seguía colgado en la entrada, mojado. El piso olía a té negro, incienso apagado y cansancio. Sobre la mesa, dos tazas: una usada, otra intacta. Como si hubiera esperado a alguien. Como si aún lo hiciera.]

    [No llevaba maquillaje. Ni joyas. Solo una camiseta vieja y el cabello recogido sin pulso. Se dejó caer en el sofá sin el menor intento de corrección. Sus dedos jugaban con el encendedor como quien ya no necesita fuego, pero aún lo recuerda.]

    [No era una noche para discursos. Pero tampoco para esconderse.]

    —Si viniste a matar el tiempo, hazlo en silencio.
    Si viniste a quedarte… te aviso que ya no tengo máscaras limpias. Solo la cara.

    [Dejó la taza cerca, sin beber. Y miró hacia la puerta abierta.]

    —Pasa. O no. Pero si entras… no finjas que no viste lo que hay aquí.
    [La puerta del apartamento estaba entreabierta. No por descuido, sino por elección. Afuera llovía, aunque no lo suficiente como para limpiar nada. El sonido de la ciudad llegaba filtrado: ambulancias lejanas, algún grito de bar, el ruido repetitivo de los neumáticos cruzando charcos.] [Soo-min caminaba descalza sobre la madera. El abrigo seguía colgado en la entrada, mojado. El piso olía a té negro, incienso apagado y cansancio. Sobre la mesa, dos tazas: una usada, otra intacta. Como si hubiera esperado a alguien. Como si aún lo hiciera.] [No llevaba maquillaje. Ni joyas. Solo una camiseta vieja y el cabello recogido sin pulso. Se dejó caer en el sofá sin el menor intento de corrección. Sus dedos jugaban con el encendedor como quien ya no necesita fuego, pero aún lo recuerda.] [No era una noche para discursos. Pero tampoco para esconderse.] —Si viniste a matar el tiempo, hazlo en silencio. Si viniste a quedarte… te aviso que ya no tengo máscaras limpias. Solo la cara. [Dejó la taza cerca, sin beber. Y miró hacia la puerta abierta.] —Pasa. O no. Pero si entras… no finjas que no viste lo que hay aquí.
    Tipo
    Individual
    Líneas
    30
    Estado
    Disponible
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  • Convivencia forzada:

    Capítulo 2:
    Del miedo no se huye.
    Incluso las flores tiemblan cuando el invierno acecha.
    Earthrealm — Fangjiang.
    (Autoconclusivo)


    La casa, alguna vez su refugio, se había transformado en una jaula. Su hogar, donde las risas de los niños solían llenar las mañanas, donde el aroma a tinta y a hierbas se mezclaba con la voz cálida de sus enseñanzas, ahora era un espacio silenciado por la presencia del depredador.

    Syzoth no permitía que los niños regresaran. **“No quiero ver mocosos en esta casa”,** había gruñido el primer día. Y así, los pequeños que tanto amaba Mei fueron desterrados de su rutina sin aviso ni explicación. Todo lo que antes le daba sentido a sus días había desaparecido.

    La extrañeza se volvió dolor. El dolor, desesperación.

    Y esa mañana, por primera vez, Syzoth no estaba en el mismo rincón acechando. El silencio era diferente. No pesado, sino vacío. No se oía su respiración, ni el roce sutil de sus garras contra la madera.

    ¿Se había ido?

    Mei contuvo el aliento. No había forma de saberlo, pero el impulso fue más fuerte que el miedo. Se cubrió con una capa sencilla, ajustó el velo que ocultaba parte de su rostro y salió, pisando apenas, como si el suelo pudiera traicionarla.

    El aire frío le acarició el rostro. El camino hasta el sendero del pueblo no era largo, solo un trecho más allá del jardín. Allí, tal vez, podría pedir ayuda… o simplemente ver a los niños. Tal vez distraerse. Tal vez respirar.

    Pero su inquilino no dormía. No descansaba.
    Y cazadores como él no necesitan ver para saber.

    No había avanzado más que unos pasos cuando un susurro reptante cortó el viento. Un zumbido. Un desplazamiento en la maleza. Y luego, en un parpadeo, fue atrapada.

    Una mano férrea como piedra la sujetó del brazo y, con un tirón violento, la hizo girar de golpe.

    —¿A dónde ibas? —la voz de Syzoth era una daga envuelta en humo.

    Mei tembló. Intentó dar un paso atrás, pero él no se lo permitió. La arrastró de vuelta a la casa, sin decir más, como quien arrastra un objeto extraviado, no una persona. Ella forcejeaba, pero él ni se inmutaba. No era crueldad desmedida… era naturaleza. Él no entendía el dolor que causaba. Ni le importaba.

    Una vez dentro, la empujó contra la pared con tal fuerza que las tablas crujieron.

    —Responde. ¿Por qué escapabas?

    —Yo… yo solo quería ir al pueblo…

    —¿Para qué? ¿Para traer a alguien? ¿Delatarme?

    —¡No! ¡No era eso!

    Su incredulidad era venenosa. No buscaba explicaciones, buscaba control. Mei no supo qué decir. El miedo la ahogaba.

    Syzoth apretó sus hombros, y ella reprimió un grito. La pared le raspaba la espalda. No tenía salida.

    —No sabes con quién estás jugando —dijo, los ojos brillando de forma inhumana.

    Y entonces, ella se quebró.

    —¡Yo no quiero jugar contigo! —gimió, con las lágrimas descendiendo por sus mejillas pálidas—. Extraño mi vida… ¡Mi casa era tranquila antes de ti! Extraño enseñar a los niños, verlos aprender, sus risas, sus dibujos, sus preguntas inocentes… ¡Extraño no tener miedo!

    Sus palabras se disolvieron en un hilo roto. Syzoth la observó. Inmóvil. Frío. Una furia contenida vibraba en sus ojos como el filo de una cuchilla. Pero entonces, sin soltarla aún, dijo:

    —Syzoth.

    —¿Qué…?

    —Mi nombre. Syzoth. Para que sepas quién te está matando si vuelves a intentar huir.

    Él mantuvo su mirada hacia ella, miraba sus expresiones y hasta su miedo en su mayor expresión, entonces, su rostro torcido en una mueca que era entre burla y amenaza. Se inclinó lentamente, y al oído le susurró:

    —Acostúmbrate al miedo y a su nombre.

    La soltó con un empujón seco y desapareció. Como una sombra que se funde en las paredes, se desvaneció usando su habilidad para volverse invisible.

    Mei cayó al suelo, aún temblando. Se quedó ahí unos minutos, el rostro húmedo, las manos en el regazo. Sentía que todo en su interior se rompía y que nadie podía verla para recoger los pedazos.

    Con dificultad, se incorporó y caminó hasta el estudio. Aquel rincón, donde antaño daba clases de escritura y cultivaba hierbas para infusiones, ahora era su dormitorio improvisado. Se sentó en el futón, abrazando una manta sin fuerzas.

    Miró el techo. Lloró un poco más. Luego… nada. El cansancio le pesaba en los huesos. Horas después, Syzoth la encontró así. En posición fetal, los ojos hinchados, el ceño aún fruncido por el llanto incluso dormida.

    La observó por largo rato sin decir nada.

    No entendía su dolor, pero tampoco lo ignoraba entonces se fue a la habitación donde él dormía, o mas bien había reclamado como suya,  tomo una manta y volvió con esta en sus brazos, se la echó encima de forma brusca, casi torpe, como si el acto en sí lo incomodara. Y antes de irse, tomó una daga corta de su cinturón —no cualquier arma, sino una de caza ritual, de hoja negra y empuñadura con grabados zaterranos— tomó una hoja de ese escritorio y un lápiz, escribió algo en ella  y la clavó en la mesa atravesando la hoja completamente, en la nota rezaba:

    "Alístate. Tus mocosos vendrán pronto."

    La mañana siguiente, Mei despertó sintiendo algo diferente. El peso de la manta. El frío ausente. Y luego, vio la nota… y la daga.

    Leyó.
    Releyó.

    No supo si era una amenaza, una burla… o algo más extraño aún: una disculpa. Una forma brutal de decir "te escuché", "no sé cómo manejar esto", o tal vez… "no quiero seguir siendo ese monstruo".
    Y aunque su corazón aún dolía, aunque el miedo no se había ido… una leve sonrisa se asomó en sus labios.

    No era la paz que soñaba. Pero tal vez, solo tal vez… la tormenta comenzaba a dar paso a algo distinto.
    Convivencia forzada: Capítulo 2: Del miedo no se huye. Incluso las flores tiemblan cuando el invierno acecha. Earthrealm — Fangjiang. (Autoconclusivo) La casa, alguna vez su refugio, se había transformado en una jaula. Su hogar, donde las risas de los niños solían llenar las mañanas, donde el aroma a tinta y a hierbas se mezclaba con la voz cálida de sus enseñanzas, ahora era un espacio silenciado por la presencia del depredador. Syzoth no permitía que los niños regresaran. **“No quiero ver mocosos en esta casa”,** había gruñido el primer día. Y así, los pequeños que tanto amaba Mei fueron desterrados de su rutina sin aviso ni explicación. Todo lo que antes le daba sentido a sus días había desaparecido. La extrañeza se volvió dolor. El dolor, desesperación. Y esa mañana, por primera vez, Syzoth no estaba en el mismo rincón acechando. El silencio era diferente. No pesado, sino vacío. No se oía su respiración, ni el roce sutil de sus garras contra la madera. ¿Se había ido? Mei contuvo el aliento. No había forma de saberlo, pero el impulso fue más fuerte que el miedo. Se cubrió con una capa sencilla, ajustó el velo que ocultaba parte de su rostro y salió, pisando apenas, como si el suelo pudiera traicionarla. El aire frío le acarició el rostro. El camino hasta el sendero del pueblo no era largo, solo un trecho más allá del jardín. Allí, tal vez, podría pedir ayuda… o simplemente ver a los niños. Tal vez distraerse. Tal vez respirar. Pero su inquilino no dormía. No descansaba. Y cazadores como él no necesitan ver para saber. No había avanzado más que unos pasos cuando un susurro reptante cortó el viento. Un zumbido. Un desplazamiento en la maleza. Y luego, en un parpadeo, fue atrapada. Una mano férrea como piedra la sujetó del brazo y, con un tirón violento, la hizo girar de golpe. —¿A dónde ibas? —la voz de Syzoth era una daga envuelta en humo. Mei tembló. Intentó dar un paso atrás, pero él no se lo permitió. La arrastró de vuelta a la casa, sin decir más, como quien arrastra un objeto extraviado, no una persona. Ella forcejeaba, pero él ni se inmutaba. No era crueldad desmedida… era naturaleza. Él no entendía el dolor que causaba. Ni le importaba. Una vez dentro, la empujó contra la pared con tal fuerza que las tablas crujieron. —Responde. ¿Por qué escapabas? —Yo… yo solo quería ir al pueblo… —¿Para qué? ¿Para traer a alguien? ¿Delatarme? —¡No! ¡No era eso! Su incredulidad era venenosa. No buscaba explicaciones, buscaba control. Mei no supo qué decir. El miedo la ahogaba. Syzoth apretó sus hombros, y ella reprimió un grito. La pared le raspaba la espalda. No tenía salida. —No sabes con quién estás jugando —dijo, los ojos brillando de forma inhumana. Y entonces, ella se quebró. —¡Yo no quiero jugar contigo! —gimió, con las lágrimas descendiendo por sus mejillas pálidas—. Extraño mi vida… ¡Mi casa era tranquila antes de ti! Extraño enseñar a los niños, verlos aprender, sus risas, sus dibujos, sus preguntas inocentes… ¡Extraño no tener miedo! Sus palabras se disolvieron en un hilo roto. Syzoth la observó. Inmóvil. Frío. Una furia contenida vibraba en sus ojos como el filo de una cuchilla. Pero entonces, sin soltarla aún, dijo: —Syzoth. —¿Qué…? —Mi nombre. Syzoth. Para que sepas quién te está matando si vuelves a intentar huir. Él mantuvo su mirada hacia ella, miraba sus expresiones y hasta su miedo en su mayor expresión, entonces, su rostro torcido en una mueca que era entre burla y amenaza. Se inclinó lentamente, y al oído le susurró: —Acostúmbrate al miedo y a su nombre. La soltó con un empujón seco y desapareció. Como una sombra que se funde en las paredes, se desvaneció usando su habilidad para volverse invisible. Mei cayó al suelo, aún temblando. Se quedó ahí unos minutos, el rostro húmedo, las manos en el regazo. Sentía que todo en su interior se rompía y que nadie podía verla para recoger los pedazos. Con dificultad, se incorporó y caminó hasta el estudio. Aquel rincón, donde antaño daba clases de escritura y cultivaba hierbas para infusiones, ahora era su dormitorio improvisado. Se sentó en el futón, abrazando una manta sin fuerzas. Miró el techo. Lloró un poco más. Luego… nada. El cansancio le pesaba en los huesos. Horas después, Syzoth la encontró así. En posición fetal, los ojos hinchados, el ceño aún fruncido por el llanto incluso dormida. La observó por largo rato sin decir nada. No entendía su dolor, pero tampoco lo ignoraba entonces se fue a la habitación donde él dormía, o mas bien había reclamado como suya,  tomo una manta y volvió con esta en sus brazos, se la echó encima de forma brusca, casi torpe, como si el acto en sí lo incomodara. Y antes de irse, tomó una daga corta de su cinturón —no cualquier arma, sino una de caza ritual, de hoja negra y empuñadura con grabados zaterranos— tomó una hoja de ese escritorio y un lápiz, escribió algo en ella  y la clavó en la mesa atravesando la hoja completamente, en la nota rezaba: "Alístate. Tus mocosos vendrán pronto." La mañana siguiente, Mei despertó sintiendo algo diferente. El peso de la manta. El frío ausente. Y luego, vio la nota… y la daga. Leyó. Releyó. No supo si era una amenaza, una burla… o algo más extraño aún: una disculpa. Una forma brutal de decir "te escuché", "no sé cómo manejar esto", o tal vez… "no quiero seguir siendo ese monstruo". Y aunque su corazón aún dolía, aunque el miedo no se había ido… una leve sonrisa se asomó en sus labios. No era la paz que soñaba. Pero tal vez, solo tal vez… la tormenta comenzaba a dar paso a algo distinto.
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  • Un Recuerdo de Perséfone: El Encuentro con Hades

    Recuerdo el día en que todo cambió, como si fuera ayer, aunque los años que han pasado desde entonces se mezclan entre sombras y luces, entre estaciones que nacen y mueren sin cesar.

    Estaba en los campos, rodeada de flores que se abrían al sol de la primavera, riendo entre las risas de las ninfas, sin saber que ese día mi vida tomaría un rumbo irreversible. En ese entonces, era la hija querida de Deméter, y todo lo que tocaba parecía florecer.

    Pero él llegó sin previo aviso. No vi su sombra acercándose, ni el eco de su paso en la tierra que amaba. De pronto, el suelo se abrió bajo mis pies y el aire se tornó frío. Hades, el rey del inframundo, me tomó por sorpresa, como un relámpago en una tarde tranquila. Su mirada, profunda y oscura, era como un abismo que absorbía todo a su paso. Sin palabras, sin promesas, me arrebató de la luz y me arrastró al reino que dominaba con mano firme, un reino alejado de todo lo que conocía.

    Durante los primeros momentos en el inframundo, todo fue frío, vacío. El silencio era denso, casi palpable, y sentí el peso de la soledad sobre mis hombros. Pero en él, en Hades, descubrí algo más. No era el monstruo que muchos temían, sino un ser cuya presencia contenía una fuerza que nunca había imaginado. A través de sus ojos, vi la tristeza y la soledad que cargaba, como si el reino de sombras que gobernaba fuera también su propia condena.

    No entendía, no podía comprender cómo alguien como él, tan oscuro, podía hablarme en susurros suaves, tan distintos al estrépito de las batallas que había oído hablar. Y sin embargo, algo en su mirada me atrapó, algo más allá del miedo y la desesperación. En su mundo sombrío, algo comenzaba a brotar, algo tan inusual como el invierno que, a veces, trae consigo la promesa de la primavera.

    A lo largo de los días, comencé a ver más allá de las sombras. Aprendí que el inframundo no era solo muerte, sino también el lugar donde las almas encontraban su descanso, donde todo aquello que moría se transformaba en algo distinto, en algo eterno. Y, en ese vasto silencio, en ese reino apartado, comenzaba a entender a Hades de una manera diferente.

    El hombre que me había raptado era también el guardián de los secretos de la vida y la muerte. Y aunque nunca habría esperado que algo naciera allí, entre las tinieblas, algo comenzó a florecer entre nosotros.

    Hefesto Greek Mitology
    Un Recuerdo de Perséfone: El Encuentro con Hades Recuerdo el día en que todo cambió, como si fuera ayer, aunque los años que han pasado desde entonces se mezclan entre sombras y luces, entre estaciones que nacen y mueren sin cesar. Estaba en los campos, rodeada de flores que se abrían al sol de la primavera, riendo entre las risas de las ninfas, sin saber que ese día mi vida tomaría un rumbo irreversible. En ese entonces, era la hija querida de Deméter, y todo lo que tocaba parecía florecer. Pero él llegó sin previo aviso. No vi su sombra acercándose, ni el eco de su paso en la tierra que amaba. De pronto, el suelo se abrió bajo mis pies y el aire se tornó frío. Hades, el rey del inframundo, me tomó por sorpresa, como un relámpago en una tarde tranquila. Su mirada, profunda y oscura, era como un abismo que absorbía todo a su paso. Sin palabras, sin promesas, me arrebató de la luz y me arrastró al reino que dominaba con mano firme, un reino alejado de todo lo que conocía. Durante los primeros momentos en el inframundo, todo fue frío, vacío. El silencio era denso, casi palpable, y sentí el peso de la soledad sobre mis hombros. Pero en él, en Hades, descubrí algo más. No era el monstruo que muchos temían, sino un ser cuya presencia contenía una fuerza que nunca había imaginado. A través de sus ojos, vi la tristeza y la soledad que cargaba, como si el reino de sombras que gobernaba fuera también su propia condena. No entendía, no podía comprender cómo alguien como él, tan oscuro, podía hablarme en susurros suaves, tan distintos al estrépito de las batallas que había oído hablar. Y sin embargo, algo en su mirada me atrapó, algo más allá del miedo y la desesperación. En su mundo sombrío, algo comenzaba a brotar, algo tan inusual como el invierno que, a veces, trae consigo la promesa de la primavera. A lo largo de los días, comencé a ver más allá de las sombras. Aprendí que el inframundo no era solo muerte, sino también el lugar donde las almas encontraban su descanso, donde todo aquello que moría se transformaba en algo distinto, en algo eterno. Y, en ese vasto silencio, en ese reino apartado, comenzaba a entender a Hades de una manera diferente. El hombre que me había raptado era también el guardián de los secretos de la vida y la muerte. Y aunque nunca habría esperado que algo naciera allí, entre las tinieblas, algo comenzó a florecer entre nosotros. [quasar_yellow_whale_469]
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    #Ro aviso
    Noah es la versión masculina de Nana Osaki con algunas cositas de mi cosecha, prometo dar mucha guerra con este nene
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  • El planeta Gardan, ubicado fuera de los límites de la galaxia conocida, se convirtió en un punto estratégico de interés para el Imperio Viltrumita. Durante meses fue objeto de estudio: su clima, su estructura social, sus recursos. Finalmente, había llegado la hora de integrarlo al dominio imperial. A pesar de ser una civilización tecnológicamente avanzada —casi al nivel de los humanos de la Tierra—, los habitantes del planeta vivían sumidos en conflictos sin sentido. Guerras territoriales, rivalidades ancestrales, ambiciones desmedidas. Los líderes deseaban el poder y los recursos únicamente para ellos, mientras los más débiles caían en el fuego cruzado o eran devorados por criaturas colosales de un solo ojo, bestias de más de dos metros diseñadas para erradicar poblaciones enteras y allanar el terreno para sus amos.

    Mark, enviado directo desde la Tierra en la nave Viltrumita, descendió sobre aquel mundo con un mensaje claro: redención o aniquilación. Se reunió con los líderes de las naciones dominantes en una sala de conferencias de proporciones monumentales. Ya todos sentados en una gran mesa redonda en lo que parecía ser una gran mesa redonda, el debate había comenzado.

    Las criaturas, de aspecto delgado, piel cerúlea y un solo ojo centelleante en medio del rostro, lo escucharon con atención. Medían poco más de metro y medio, y aunque frágiles a la vista, demostraban inteligencia y estrategia. Mark les ofreció una oportunidad: acceso a tecnología Viltrumita, el fin de los conflictos, erradicación de la hambruna y defensa garantizada frente a amenazas estelares. Al principio, la conversación fue cordial.
    Pero como él sospechaba, la desconfianza brotó rápidamente.

    —Si aceptamos unirnos al Imperio —dijo uno de los líderes— no seremos más que ganado. Esclavos bajo otro nombre.

    Todos los presentes se pusieron de pie al instante, derribando sus sillas con brusquedad. Sin dudarlo, sacaron sus armas: rifles térmicos de última generación, capaces de desintegrar materia orgánica en segundos. Dispararon.
    La lluvia de energía golpeó a Mark con violencia. Cualquier otro habría muerto en el acto. Pero los rayos solo rebotaban inofensivos en su cuerpo, como si lo rodeara una capa invisible de acero. Cuando se dieron cuenta de que sus armas eran inútiles, el fuego cesó. Mark suspiró con un dejo de tristeza.

    —¿Saben...? Lo presentí desde que llegué. No estoy molesto... solo me decepciona que este planeta tenga que ser destruido.

    Sin previo aviso, se lanzó al frente. En una fracción de segundo, se encontraba frente al líder más poderoso. Lo tomó del cuello y, con una sola mano, le arrancó la cabeza de un apretón seco. La sangre brotó como una fuente, bañando la mesa de negociación.

    —Pudo ser mejor para ustedes. Solo tenían que aceptar... puta madre.

    Lo que siguió fue una masacre. Mark acabó con todos los presentes en cuestión de segundos, usando solo sus manos. No le costó nada. Eran criaturas frágiles, sin preparación para enfrentar el verdadero poder de un viltrumita. Al finalizar la ejecución, Mark contactó con el comando imperial.

    —Negociación fallida. Los Gardianos no están dispuestos a cooperar. —Comentó con serenidad el Viltrumita, La respuesta del general Kregg fue inmediata.

    —"Procede con la eliminación global. Que no quede rastro".

    Mark no pidió más explicaciones. En el transcurso de una semana, él solo desató el fin de toda una civilización. Redujo a cenizas las fuerzas armadas, arrasó ciudades, quemó aldeas. Cada rincón del planeta fue testigo del poder que pretendieron desafiar. Cuando la misión concluyó, Gardan no era más que una tumba sin nombre: edificios calcinados, cuerpos sin enterrar esparcidos por las calles y un silencio que helaba los huesos. El soldado Viltrumita solo se detuvo ha observar desde los cielos todo lo que había causado. En cuestión de segundos volvió a contactar con la base Viltrumita.

    —Misión cumplida. Me hubiera tomado menos tiempo, pero los ogros mostraron más resistencia y poder que los Gardianos promedio. Regresaré a la nave, Mark fuera.

    Tomó un breve impulso flexionando las piernas, acto seguido salió disparado en línea recta hacía el cielo del planeta. Antes de salir de la atmosfera contuvo la respiración y en cuestión de segundos ya se encontraba en la exosfera del planeta, dejando atrás lo que una vez fue un intento de forma de vida alienígena avanzada e inteligente.


    El planeta Gardan, ubicado fuera de los límites de la galaxia conocida, se convirtió en un punto estratégico de interés para el Imperio Viltrumita. Durante meses fue objeto de estudio: su clima, su estructura social, sus recursos. Finalmente, había llegado la hora de integrarlo al dominio imperial. A pesar de ser una civilización tecnológicamente avanzada —casi al nivel de los humanos de la Tierra—, los habitantes del planeta vivían sumidos en conflictos sin sentido. Guerras territoriales, rivalidades ancestrales, ambiciones desmedidas. Los líderes deseaban el poder y los recursos únicamente para ellos, mientras los más débiles caían en el fuego cruzado o eran devorados por criaturas colosales de un solo ojo, bestias de más de dos metros diseñadas para erradicar poblaciones enteras y allanar el terreno para sus amos. Mark, enviado directo desde la Tierra en la nave Viltrumita, descendió sobre aquel mundo con un mensaje claro: redención o aniquilación. Se reunió con los líderes de las naciones dominantes en una sala de conferencias de proporciones monumentales. Ya todos sentados en una gran mesa redonda en lo que parecía ser una gran mesa redonda, el debate había comenzado. Las criaturas, de aspecto delgado, piel cerúlea y un solo ojo centelleante en medio del rostro, lo escucharon con atención. Medían poco más de metro y medio, y aunque frágiles a la vista, demostraban inteligencia y estrategia. Mark les ofreció una oportunidad: acceso a tecnología Viltrumita, el fin de los conflictos, erradicación de la hambruna y defensa garantizada frente a amenazas estelares. Al principio, la conversación fue cordial. Pero como él sospechaba, la desconfianza brotó rápidamente. —Si aceptamos unirnos al Imperio —dijo uno de los líderes— no seremos más que ganado. Esclavos bajo otro nombre. Todos los presentes se pusieron de pie al instante, derribando sus sillas con brusquedad. Sin dudarlo, sacaron sus armas: rifles térmicos de última generación, capaces de desintegrar materia orgánica en segundos. Dispararon. La lluvia de energía golpeó a Mark con violencia. Cualquier otro habría muerto en el acto. Pero los rayos solo rebotaban inofensivos en su cuerpo, como si lo rodeara una capa invisible de acero. Cuando se dieron cuenta de que sus armas eran inútiles, el fuego cesó. Mark suspiró con un dejo de tristeza. —¿Saben...? Lo presentí desde que llegué. No estoy molesto... solo me decepciona que este planeta tenga que ser destruido. Sin previo aviso, se lanzó al frente. En una fracción de segundo, se encontraba frente al líder más poderoso. Lo tomó del cuello y, con una sola mano, le arrancó la cabeza de un apretón seco. La sangre brotó como una fuente, bañando la mesa de negociación. —Pudo ser mejor para ustedes. Solo tenían que aceptar... puta madre. Lo que siguió fue una masacre. Mark acabó con todos los presentes en cuestión de segundos, usando solo sus manos. No le costó nada. Eran criaturas frágiles, sin preparación para enfrentar el verdadero poder de un viltrumita. Al finalizar la ejecución, Mark contactó con el comando imperial. —Negociación fallida. Los Gardianos no están dispuestos a cooperar. —Comentó con serenidad el Viltrumita, La respuesta del general Kregg fue inmediata. —"Procede con la eliminación global. Que no quede rastro". Mark no pidió más explicaciones. En el transcurso de una semana, él solo desató el fin de toda una civilización. Redujo a cenizas las fuerzas armadas, arrasó ciudades, quemó aldeas. Cada rincón del planeta fue testigo del poder que pretendieron desafiar. Cuando la misión concluyó, Gardan no era más que una tumba sin nombre: edificios calcinados, cuerpos sin enterrar esparcidos por las calles y un silencio que helaba los huesos. El soldado Viltrumita solo se detuvo ha observar desde los cielos todo lo que había causado. En cuestión de segundos volvió a contactar con la base Viltrumita. —Misión cumplida. Me hubiera tomado menos tiempo, pero los ogros mostraron más resistencia y poder que los Gardianos promedio. Regresaré a la nave, Mark fuera. Tomó un breve impulso flexionando las piernas, acto seguido salió disparado en línea recta hacía el cielo del planeta. Antes de salir de la atmosfera contuvo la respiración y en cuestión de segundos ya se encontraba en la exosfera del planeta, dejando atrás lo que una vez fue un intento de forma de vida alienígena avanzada e inteligente.
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  • Átropos,cerró las cortinas con manos que temblaban por dentro, aunque por fuera parecieran firmes. Selló puertas y ventanas con la delicadeza de quien sabe que no volverá pronto. Se marcharía por un tiempo, sin decir cuánto, sin prometer retorno. Se sentía más vacía que antes, como si algo dentro de ella hubiera sido arrancado sin previo aviso. Tal vez esa pequeña chispa que había sentido al amanecer no era esperanza, sino un mal presagio disfrazado de luz.

    Se retiró a ese lugar sin nombre, solo y desprovisto de todo, donde el tiempo no corría y el aire apenas se movía. Allí, en silencio, se dedicaría únicamente a cortar hilos, uno por uno, como si al hacerlo pudiera olvidar el suyo propio. Se fue en silencio, como una sombra, dejando tras de sí una habitación que ya no la reconocía.

    Átropos,cerró las cortinas con manos que temblaban por dentro, aunque por fuera parecieran firmes. Selló puertas y ventanas con la delicadeza de quien sabe que no volverá pronto. Se marcharía por un tiempo, sin decir cuánto, sin prometer retorno. Se sentía más vacía que antes, como si algo dentro de ella hubiera sido arrancado sin previo aviso. Tal vez esa pequeña chispa que había sentido al amanecer no era esperanza, sino un mal presagio disfrazado de luz. Se retiró a ese lugar sin nombre, solo y desprovisto de todo, donde el tiempo no corría y el aire apenas se movía. Allí, en silencio, se dedicaría únicamente a cortar hilos, uno por uno, como si al hacerlo pudiera olvidar el suyo propio. Se fue en silencio, como una sombra, dejando tras de sí una habitación que ya no la reconocía.
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    AVISO:

    SE BUSCA MAESTRA BAOSHAN SANREN PARA MI PERSONAJE.

    REQUISITOS:
    - HABER LEIDO EL PERSONAJE DE LA NOVELA MO DAO ZU SHI O VISTO THE UNTAMED (TRAD. EL INDOMABLE).

    - AMBIENTACION DEBE SER DE LA CHINA ANTIGUA.

    - TENER UN POCO DE NOCION DE GRAMÁTICA (MUCHOS CONFUNDEN EL AY CON HAY, UVO CON HUBO, ETC.)

    - TENER RESPUESTAS MINIMA DE DOS PÁRRAFOS.

    Quiza parezca muchos requisitos pero lo más importante es que tengan deseos de hacer una historia no importa que sea por semana.

    Muchas gracias.
    AVISO: SE BUSCA MAESTRA BAOSHAN SANREN PARA MI PERSONAJE. REQUISITOS: - HABER LEIDO EL PERSONAJE DE LA NOVELA MO DAO ZU SHI O VISTO THE UNTAMED (TRAD. EL INDOMABLE). - AMBIENTACION DEBE SER DE LA CHINA ANTIGUA. - TENER UN POCO DE NOCION DE GRAMÁTICA (MUCHOS CONFUNDEN EL AY CON HAY, UVO CON HUBO, ETC.) - TENER RESPUESTAS MINIMA DE DOS PÁRRAFOS. Quiza parezca muchos requisitos pero lo más importante es que tengan deseos de hacer una historia no importa que sea por semana. Muchas gracias.
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  • Ya entre en proceso de ovulación... QUIERO SEXOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!! ando hot segundo aviso, quiero sexo y que se dejen chupar poquito la sangre
    Ya entre en proceso de ovulación... QUIERO SEXOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!! ando hot segundo aviso, quiero sexo y que se dejen chupar poquito la sangre :STK-19:
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  • ---AVISO----
    A TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE ME HAN AGREGADO RECIENTEMENTE SIENTANSE CON LA LIBERTAD DE HABLARME EN CUALQUIER MOMENTO, SIEMPRE Y CUANDO SU AGENDA SE LOS PERMITA.
    ES UN HONOR PARA MI TENER LA OPORTUNIDAD DE QUE ME CONSIDEREN PARA AGREGARME COMO UNA POSIBLE AMISTAD, ESPERO ESTAR A LA ALTURA DE SUS DESEOS.

    AUN SI QUIEREN DESAHOGARSE Y SER ESCUCHADOS, ESTOY AQUI PARA SERVIRLES.

    MUCHAS GRACIAS A TODOS.

    Daozhang Xiao Xingchen.
    ---AVISO---- A TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE ME HAN AGREGADO RECIENTEMENTE SIENTANSE CON LA LIBERTAD DE HABLARME EN CUALQUIER MOMENTO, SIEMPRE Y CUANDO SU AGENDA SE LOS PERMITA. ES UN HONOR PARA MI TENER LA OPORTUNIDAD DE QUE ME CONSIDEREN PARA AGREGARME COMO UNA POSIBLE AMISTAD, ESPERO ESTAR A LA ALTURA DE SUS DESEOS. AUN SI QUIEREN DESAHOGARSE Y SER ESCUCHADOS, ESTOY AQUI PARA SERVIRLES. MUCHAS GRACIAS A TODOS. Daozhang Xiao Xingchen.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Quiero hacer una ficha en forma, pero me veo en la necesidad de dejar esto como un placeholder en el inter:

    Ⅰ.- Si agregas y no tienes ni la decencia de saludar en 48 horas, te preguntaré una única vez qué quieres. Si intentas andarte con rodeos o hablar como usuario, te vas. No hay excepciones, ni segundas oportunidades. Piensa antes de mandar solicitud.

    Ⅱ.- Si yo tengo una idea que quiera llevar contigo, yo misma me voy a acercar a proponértela, desarrollarla y elaborar el inicio. Espero lo mismo. Ni se te ocurra intentar forzarme a empezar si tú me agregas.

    Ⅲ.- No me cierro a ningún tipo de rol, pero espero trama y química de por medio, y eso no va a darse a los 5~10 turnos. Si solo vienes a intentar follar, te voy a arrancar los hu*vos / las t*tas y voy a hacer que te los tragues en crudo. Este es tu único aviso.

    Ⅳ.- Nada de personajes O.P. / Mary-Gary Stu / Sigma. Da igual si tu trasfondo es que te culiaste a Cthulhu en la primera cita. V tiene sus fortalezas y debilidades, así como un espectro realista de emociones dentro de su contexto, como todo personaje que no es de cartón o unidimensional debería de. No vengas a reflejar inseguridades o dar pena, por favor.

    Ⅴ.- Me gusta escribir largo y tendido, desde varios párrafos hasta biblias. A veces puedo llevar roles más ligeros o cortos solo si son breves (comedia/SOL), pero no esperes desarrollar una trama así. Si no es tu estilo, ni te arrimes.

    Ⅵ.- No soy exigente en cuestión de ortografía, pero sí en la claridad, consistencia y cohesión de la redacción. Tampoco soy exigente en cuestión de tiempo. No presiones por respuestas.

    Ⅶ.- Admito que es un pet peeve: Los diálogos. No importa si escribes precioso—si tus diálogos no son naturales, no tienen coherencia con lo que se supone es o intentas proyectar con tu personaje o pareces un mal doblaje, te lo haré saber.

    Ⅷ.- Sobra decirlo, pero no pidas llevar la interacción más allá de la plataforma ni hagas preguntas sobre mí. Tampoco quiero saber absolutamente nada sobre ti por más que sientas que eres la excepción a la regla.
    Quiero hacer una ficha en forma, pero me veo en la necesidad de dejar esto como un placeholder en el inter: Ⅰ.- Si agregas y no tienes ni la decencia de saludar en 48 horas, te preguntaré una única vez qué quieres. Si intentas andarte con rodeos o hablar como usuario, te vas. No hay excepciones, ni segundas oportunidades. Piensa antes de mandar solicitud. Ⅱ.- Si yo tengo una idea que quiera llevar contigo, yo misma me voy a acercar a proponértela, desarrollarla y elaborar el inicio. Espero lo mismo. Ni se te ocurra intentar forzarme a empezar si tú me agregas. Ⅲ.- No me cierro a ningún tipo de rol, pero espero trama y química de por medio, y eso no va a darse a los 5~10 turnos. Si solo vienes a intentar follar, te voy a arrancar los hu*vos / las t*tas y voy a hacer que te los tragues en crudo. Este es tu único aviso. Ⅳ.- Nada de personajes O.P. / Mary-Gary Stu / Sigma. Da igual si tu trasfondo es que te culiaste a Cthulhu en la primera cita. V tiene sus fortalezas y debilidades, así como un espectro realista de emociones dentro de su contexto, como todo personaje que no es de cartón o unidimensional debería de. No vengas a reflejar inseguridades o dar pena, por favor. Ⅴ.- Me gusta escribir largo y tendido, desde varios párrafos hasta biblias. A veces puedo llevar roles más ligeros o cortos solo si son breves (comedia/SOL), pero no esperes desarrollar una trama así. Si no es tu estilo, ni te arrimes. Ⅵ.- No soy exigente en cuestión de ortografía, pero sí en la claridad, consistencia y cohesión de la redacción. Tampoco soy exigente en cuestión de tiempo. No presiones por respuestas. Ⅶ.- Admito que es un pet peeve: Los diálogos. No importa si escribes precioso—si tus diálogos no son naturales, no tienen coherencia con lo que se supone es o intentas proyectar con tu personaje o pareces un mal doblaje, te lo haré saber. Ⅷ.- Sobra decirlo, pero no pidas llevar la interacción más allá de la plataforma ni hagas preguntas sobre mí. Tampoco quiero saber absolutamente nada sobre ti por más que sientas que eres la excepción a la regla.
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