• Apariencia que tenía cuando conocí a buxiang también a mi ex novio...

    Y cuando logré volver a la" vida "
    Apariencia que tenía cuando conocí a buxiang también a mi ex novio... Y cuando logré volver a la" vida "
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  • El duodécimo día del Inkfest, Jeff The Killer decidió que era hora de cambiar las cosas. Hurgó entre los disfraces de una vieja tienda y encontró un traje que le hizo reírse entre dientes: un disfraz de demonio, completo con cuernos afilados y una capa negra. Parecía una elección perfecta para su estilo caótico.

    —Esto va a estar divertido —dijo, deslizándose en el traje sin pensarlo dos veces.

    Sin embargo, algo extraño ocurrió. Apenas terminó de ajustarse la capa, sintió una energía desconocida recorriendo su cuerpo. Corrió hacia un espejo y, para su horror, vio que no solo estaba transformándose... ¡sino que seguía viéndose como Jeff The Hugger! Su cabello estaba más suave, sus ojos más amables y, para colmo, la sonrisa demoníaca que debía tener era más una sonrisa amigable y encantadora.

    —¡¿Otra vez con esto?! —gritó, tocándose el rostro y mirando sus manos que se habían vuelto pequeñas garras inofensivas.

    Jeff estaba furioso. El disfraz, que debía convertirlo en una criatura aterradora, lo había vuelto una versión aún más adorable de Hugger. Sintió cómo el traje comenzaba a controlarlo, obligándolo a comportarse de forma más... amable.

    —¡MALDITO TRAJE! ¡NO VOY A SER MI PUTO PRIMO OTRA VEZ! —gritaba, intentando rasgarse la capa, pero todo lo que lograba era darle un aspecto aún más ridículo.

    A pesar de sus esfuerzos por recuperar su naturaleza asesina, el disfraz lo seguía poseyendo, empujándolo a hacer cosas que él jamás haría, como... ¡sonreírle a los vecinos!

    —¡Esto es una pesadilla! —refunfuñó mientras trataba de mantener su postura intimidante, pero su nueva apariencia y el disfraz lo traicionaban, dejándolo como una versión de pesadilla amigable que, para él, era peor que cualquier monstruo.

    #Inkfest DIA 12
    El duodécimo día del Inkfest, Jeff The Killer decidió que era hora de cambiar las cosas. Hurgó entre los disfraces de una vieja tienda y encontró un traje que le hizo reírse entre dientes: un disfraz de demonio, completo con cuernos afilados y una capa negra. Parecía una elección perfecta para su estilo caótico. —Esto va a estar divertido —dijo, deslizándose en el traje sin pensarlo dos veces. Sin embargo, algo extraño ocurrió. Apenas terminó de ajustarse la capa, sintió una energía desconocida recorriendo su cuerpo. Corrió hacia un espejo y, para su horror, vio que no solo estaba transformándose... ¡sino que seguía viéndose como Jeff The Hugger! Su cabello estaba más suave, sus ojos más amables y, para colmo, la sonrisa demoníaca que debía tener era más una sonrisa amigable y encantadora. —¡¿Otra vez con esto?! —gritó, tocándose el rostro y mirando sus manos que se habían vuelto pequeñas garras inofensivas. Jeff estaba furioso. El disfraz, que debía convertirlo en una criatura aterradora, lo había vuelto una versión aún más adorable de Hugger. Sintió cómo el traje comenzaba a controlarlo, obligándolo a comportarse de forma más... amable. —¡MALDITO TRAJE! ¡NO VOY A SER MI PUTO PRIMO OTRA VEZ! —gritaba, intentando rasgarse la capa, pero todo lo que lograba era darle un aspecto aún más ridículo. A pesar de sus esfuerzos por recuperar su naturaleza asesina, el disfraz lo seguía poseyendo, empujándolo a hacer cosas que él jamás haría, como... ¡sonreírle a los vecinos! —¡Esto es una pesadilla! —refunfuñó mientras trataba de mantener su postura intimidante, pero su nueva apariencia y el disfraz lo traicionaban, dejándolo como una versión de pesadilla amigable que, para él, era peor que cualquier monstruo. #Inkfest DIA 12
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  • Quizás...
    Debería volver al cabello negro..

    — se encontraba mirando una foto antigua en el celular, pensando en su apariencia actual —
    Quizás... Debería volver al cabello negro.. — se encontraba mirando una foto antigua en el celular, pensando en su apariencia actual —
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  • -la cantidad de familiares distintos que existen son maravillosos- soltó unas risitas -un ejemplo es el familiar de mi madre, o mi pequeño gato negro que tampoco es de lo más común, sin duda el de Junior Phantomhive es uno raro en tipo pero común en apariencia... Que creo que tuvo suerte, no sé cómo hubiera reaccionado si Artemis fuera como el de mi madre- se rió un poco, levantando en brazos el familiar de la Señora Moon

    //Si les interesa en otra u otras publicaciones futuras puedo explicarles quienes son la señora y el señor Moon
    -la cantidad de familiares distintos que existen son maravillosos- soltó unas risitas -un ejemplo es el familiar de mi madre, o mi pequeño gato negro que tampoco es de lo más común, sin duda el de [littl3gr3y] es uno raro en tipo pero común en apariencia... Que creo que tuvo suerte, no sé cómo hubiera reaccionado si Artemis fuera como el de mi madre- se rió un poco, levantando en brazos el familiar de la Señora Moon //Si les interesa en otra u otras publicaciones futuras puedo explicarles quienes son la señora y el señor Moon
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  • Londres del XIX
    Fandom Kuroshitsuji/Black Butler OC y otros
    Categoría Otros
    El ruido de los cascos de los caballos contra el empedrado lo despertó de su siesta.

    Parpadeó varias veces, aún invadido por el estupor del sueño. Se inclinó un poco hacia la ventana del carruaje, notando cómo la ciudad de Londres se imponía ante él: a rebosar de actividad y con un bullicio al que Junior no estaba acostumbrado, pero que encontraba novedoso.

    Eran pocas las ocasiones en que se le permitía venir, y en su vistazo rápido por la ventana, se percató de detalles que para otros podrían ser insignificantes; pero Junior se jactaba de tener una memoria excelente, por lo que no los dejaba pasar por alto. Uno de ellos era el cierre de la panadería en Charing Cross Road, ahora reemplazada por una boutique.

    "Qué pena", pensó. "Esos panes de coco eran realmente deliciosos." Incluso tras tantos años, Junior podía recordar su sabor dulzón y equilibrado.

    De repente, el carruaje se detuvo, interrumpiendo sus pensamientos triviales. Era la señal de que habían llegado a su destino.

    Junior se acomodó la vestimenta, desarreglada tras la siesta, y descendió del vehículo con la ayuda de su chofer, Finnian, (el jardinero que últimamente tenía más funciones que ocuparse del jardín) que siempre lo acompañaba y cuidaba por las órdenes de su padre.

    Aunque había optado por vestimentas más "humildes" para no llamar la atención, era inevitable que destacara. Su porte elegante y el hecho de contar con un chofer propio indicaban que no era un cualquiera.

    Además, parecía dirigirse hacia una lujosa tienda de piedras preciosas, o al menos esa sería la percepción de un observador. En realidad, se encaminaba hacia la tienda contigua, una librería poco atractiva.

    Por casualidad, dos señoritas se interpusieron en su camino. Por su apariencia, se podía deducir que se trataba de una joven ama y su dama de compañía, o alguna otra posición que desconocía.

    —Disculpen, señoritas —comenzó, con una voz educada pero carente de emoción.
    —¿Ingresarán a la tienda?
    El ruido de los cascos de los caballos contra el empedrado lo despertó de su siesta. Parpadeó varias veces, aún invadido por el estupor del sueño. Se inclinó un poco hacia la ventana del carruaje, notando cómo la ciudad de Londres se imponía ante él: a rebosar de actividad y con un bullicio al que Junior no estaba acostumbrado, pero que encontraba novedoso. Eran pocas las ocasiones en que se le permitía venir, y en su vistazo rápido por la ventana, se percató de detalles que para otros podrían ser insignificantes; pero Junior se jactaba de tener una memoria excelente, por lo que no los dejaba pasar por alto. Uno de ellos era el cierre de la panadería en Charing Cross Road, ahora reemplazada por una boutique. "Qué pena", pensó. "Esos panes de coco eran realmente deliciosos." Incluso tras tantos años, Junior podía recordar su sabor dulzón y equilibrado. De repente, el carruaje se detuvo, interrumpiendo sus pensamientos triviales. Era la señal de que habían llegado a su destino. Junior se acomodó la vestimenta, desarreglada tras la siesta, y descendió del vehículo con la ayuda de su chofer, Finnian, (el jardinero que últimamente tenía más funciones que ocuparse del jardín) que siempre lo acompañaba y cuidaba por las órdenes de su padre. Aunque había optado por vestimentas más "humildes" para no llamar la atención, era inevitable que destacara. Su porte elegante y el hecho de contar con un chofer propio indicaban que no era un cualquiera. Además, parecía dirigirse hacia una lujosa tienda de piedras preciosas, o al menos esa sería la percepción de un observador. En realidad, se encaminaba hacia la tienda contigua, una librería poco atractiva. Por casualidad, dos señoritas se interpusieron en su camino. Por su apariencia, se podía deducir que se trataba de una joven ama y su dama de compañía, o alguna otra posición que desconocía. —Disculpen, señoritas —comenzó, con una voz educada pero carente de emoción. —¿Ingresarán a la tienda?
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    Individual
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    Cualquier línea
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  • -Oh Matsuri Aizawa , me alegra que guste mi nueva apariencia

    Este se acomoda la capa mostrando una actitud algo prepotente, no acorde a la actitud normal del vampiro
    -Oh [dream_magenta_horse_567] , me alegra que guste mi nueva apariencia Este se acomoda la capa mostrando una actitud algo prepotente, no acorde a la actitud normal del vampiro
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  • El décimo día del Inkfest trajo consigo un nuevo desafío para Jeff The Killer. Todavía maldiciendo su mala suerte y la apariencia de Hugger, ahora se encontraba atrapado en un bosque tenebroso que parecía no tener fin. Los árboles eran altos y retorcidos, y la niebla espesa cubría el suelo, dificultando su visión. Cada paso que parecía darlo conducir más profundo en el laberinto oscuro.

    —¡Perfecto! Justo lo que me faltaba —bufó, pateando una rama seca—. Un bosque encantado. Claro, porque mis problemas no eran suficientes.

    A medida que avanzaba, los sonidos a su alrededor se regresaban más siniestros: hojas susurrando como si le estuvieran hablando, ramas crujientes a pesar de que no había viento. A lo lejos, las siluetas de ojos brillantes lo observaban desde entre los árboles, pero cada vez que intentaba acercarse, desaparecían.

    —No tengo tiempo para esto —gruñó Jeff, sacando un cuchillo que encontró en su bolsillo, decidido a cortar su propio camino.

    Pero el bosque parecía tener otros planos. Los árboles se movían como si estuvieran vivos, cerrándose a su alrededor y bloqueando cualquier intento de salida. Jeff intentó seguir diferentes caminos, pero siempre terminaba de vuelta al mismo lugar.

    — ¿Qué clase de maldición es esta? —exclamó frustrado—. SALNGAN DE MI PUTO CAMINO SI NO QUIEREN MORIR HIJOS DE PUTA

    #Inkfest DIA 10
    El décimo día del Inkfest trajo consigo un nuevo desafío para Jeff The Killer. Todavía maldiciendo su mala suerte y la apariencia de Hugger, ahora se encontraba atrapado en un bosque tenebroso que parecía no tener fin. Los árboles eran altos y retorcidos, y la niebla espesa cubría el suelo, dificultando su visión. Cada paso que parecía darlo conducir más profundo en el laberinto oscuro. —¡Perfecto! Justo lo que me faltaba —bufó, pateando una rama seca—. Un bosque encantado. Claro, porque mis problemas no eran suficientes. A medida que avanzaba, los sonidos a su alrededor se regresaban más siniestros: hojas susurrando como si le estuvieran hablando, ramas crujientes a pesar de que no había viento. A lo lejos, las siluetas de ojos brillantes lo observaban desde entre los árboles, pero cada vez que intentaba acercarse, desaparecían. —No tengo tiempo para esto —gruñó Jeff, sacando un cuchillo que encontró en su bolsillo, decidido a cortar su propio camino. Pero el bosque parecía tener otros planos. Los árboles se movían como si estuvieran vivos, cerrándose a su alrededor y bloqueando cualquier intento de salida. Jeff intentó seguir diferentes caminos, pero siempre terminaba de vuelta al mismo lugar. — ¿Qué clase de maldición es esta? —exclamó frustrado—. SALNGAN DE MI PUTO CAMINO SI NO QUIEREN MORIR HIJOS DE PUTA #Inkfest DIA 10
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  • -almenos mi magia se recupera lento.... demaciado lento... supongo que estare en forma origen un largo rato- suspiro mientras flotabaq alrededor, apesar de pelear con aquella forma no solia usarla como su apariencia principal por lo que relajarse no era facil
    -almenos mi magia se recupera lento.... demaciado lento... supongo que estare en forma origen un largo rato- suspiro mientras flotabaq alrededor, apesar de pelear con aquella forma no solia usarla como su apariencia principal por lo que relajarse no era facil
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  • El noveno día del Inkfest comenzó mal para Jeff The Killer. Todavía atrapado en la maldición que lo hacía parecerse a su primo, Jeff The Hugger, pensó que no podía empeorar... hasta que lo hizo. Desde que se despertó, la mala suerte lo seguía a cada paso. Tropezó con sus propias botas, se le derramó café hirviendo en la mano, y por si fuera poco, su cuchillo favorito desapareció misteriosamente.

    —¡No puede ser...! ¿Qué sigue ahora, caerme en mi propio cuchillo? —gruñó con sarcasmo mientras intentaba abrir la puerta de su casa, solo para que el pomo se rompiera en sus manos.

    Todo lo que intentaba hacer terminaba en desastre. Jeff estaba convencido de que la maldita apariencia de Hugger había traído una dosis extra de mala suerte. Mientras caminaba por Ficrol, esquivando obstáculos que parecían surgir de la nada, se dio cuenta de que esta mala suerte no era coincidencia.

    —¡Perfecto! ¡Como si no fuera suficiente parecerme a ese tonto de Hugger, ahora también tengo su maldita suerte! —murmuraba furioso mientras un pájaro le dejaba caer algo en la cabeza.

    Con la paciencia al borde del colapso, Jeff decidió que ya era hora de romper el hechizo. Se dirigió a la misma tienda donde todo comenzó, dispuesto a enfrentarse a quien fuera responsable de este desastre.

    —Voy a romper este maldito hechizo, ¡y cuando lo haga, todo Ficrol va a lamentarlo! —exclamó, decidido a recuperar su habitual suerte... o al menos su aspecto aterrador.

    #Inkfest DIA 9
    El noveno día del Inkfest comenzó mal para Jeff The Killer. Todavía atrapado en la maldición que lo hacía parecerse a su primo, Jeff The Hugger, pensó que no podía empeorar... hasta que lo hizo. Desde que se despertó, la mala suerte lo seguía a cada paso. Tropezó con sus propias botas, se le derramó café hirviendo en la mano, y por si fuera poco, su cuchillo favorito desapareció misteriosamente. —¡No puede ser...! ¿Qué sigue ahora, caerme en mi propio cuchillo? —gruñó con sarcasmo mientras intentaba abrir la puerta de su casa, solo para que el pomo se rompiera en sus manos. Todo lo que intentaba hacer terminaba en desastre. Jeff estaba convencido de que la maldita apariencia de Hugger había traído una dosis extra de mala suerte. Mientras caminaba por Ficrol, esquivando obstáculos que parecían surgir de la nada, se dio cuenta de que esta mala suerte no era coincidencia. —¡Perfecto! ¡Como si no fuera suficiente parecerme a ese tonto de Hugger, ahora también tengo su maldita suerte! —murmuraba furioso mientras un pájaro le dejaba caer algo en la cabeza. Con la paciencia al borde del colapso, Jeff decidió que ya era hora de romper el hechizo. Se dirigió a la misma tienda donde todo comenzó, dispuesto a enfrentarse a quien fuera responsable de este desastre. —Voy a romper este maldito hechizo, ¡y cuando lo haga, todo Ficrol va a lamentarlo! —exclamó, decidido a recuperar su habitual suerte... o al menos su aspecto aterrador. #Inkfest DIA 9
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  • El octavo día del Inkfest transcurría como cualquier otro para Jeff The Killer. Tras un largo día de cazar fantasmas y sembrar caos, decidió que era hora de refrescarse un poco. Abrió su refrigerador, encontrándose con una selección de bebidas que brillaban de manera extraña y, sin pensarlo dos veces, tomó una al azar y se la bebió de un solo trago.

    Al instante, algo comenzó a cambiar en su cuerpo. Jeff sintió un escalofrío recorriendo su espalda, seguido por una transformación en su apariencia. Corrió al espejo más cercano y lo que vio lo dejó sin palabras.

    —¡No, no, no...! ¡MALDITA SEA! —gritó, tocándose el rostro, que ahora lucía mucho más amigable, con una sonrisa inocente y ojos menos amenazantes. Para su horror, su chaqueta habitual había sido reemplazada por una versión más limpia y suave.

    —¡No puede ser! PAREZO MI PUTO PRIMO —exclamó, refiriéndose a Jeff The Hugger, el otro Jeff que todos conocían por su disposición cariñosa y sus abrazos.

    Intentó recuperar su apariencia habitual, forzando su sonrisa de locura y tratando de despeinarse, pero no importaba cuánto lo intentara: su reflejo seguía mostrando una versión adorable y amigable de sí mismo.

    —¡No soy Hugger! ¡No quiero parecerme a ese payaso que da abrazos! —gruñó, golpeando el espejo, sin éxito en cambiar lo que veía. Cada vez que lo miraba, solo podía pensar en lo que dirían los demás.

    — SI ME VEN ASI ME CONFUNDIRAN CON ESE INUTIL—gritaba mientras se desesperaba por recuperar su habitual aura de terror.
    El octavo día del Inkfest transcurría como cualquier otro para Jeff The Killer. Tras un largo día de cazar fantasmas y sembrar caos, decidió que era hora de refrescarse un poco. Abrió su refrigerador, encontrándose con una selección de bebidas que brillaban de manera extraña y, sin pensarlo dos veces, tomó una al azar y se la bebió de un solo trago. Al instante, algo comenzó a cambiar en su cuerpo. Jeff sintió un escalofrío recorriendo su espalda, seguido por una transformación en su apariencia. Corrió al espejo más cercano y lo que vio lo dejó sin palabras. —¡No, no, no...! ¡MALDITA SEA! —gritó, tocándose el rostro, que ahora lucía mucho más amigable, con una sonrisa inocente y ojos menos amenazantes. Para su horror, su chaqueta habitual había sido reemplazada por una versión más limpia y suave. —¡No puede ser! PAREZO MI PUTO PRIMO —exclamó, refiriéndose a Jeff The Hugger, el otro Jeff que todos conocían por su disposición cariñosa y sus abrazos. Intentó recuperar su apariencia habitual, forzando su sonrisa de locura y tratando de despeinarse, pero no importaba cuánto lo intentara: su reflejo seguía mostrando una versión adorable y amigable de sí mismo. —¡No soy Hugger! ¡No quiero parecerme a ese payaso que da abrazos! —gruñó, golpeando el espejo, sin éxito en cambiar lo que veía. Cada vez que lo miraba, solo podía pensar en lo que dirían los demás. — SI ME VEN ASI ME CONFUNDIRAN CON ESE INUTIL—gritaba mientras se desesperaba por recuperar su habitual aura de terror.
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