• Me uno la piezas de mis deseos, una a una, habrá alguien en ésta vida capaz de negarme el camino a mi destino y verdad? Alejarme del trayecto que firme sigo, rumbo al abismo, tentadora fatalidad.
    Me uno la piezas de mis deseos, una a una, habrá alguien en ésta vida capaz de negarme el camino a mi destino y verdad? Alejarme del trayecto que firme sigo, rumbo al abismo, tentadora fatalidad.
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  • Reflexiones de un Ángel Caído III

    "He comenzado a leer sus libros... No las sagradas escrituras, sino esas ficciones que inventan en su desesperación por llenar el silencio del universo. ¿No es acaso la literatura el último refugio de lo sagrado? Universos completos nacidos de la arrogancia de diminutos Dioses de la tinta, infiernos de metáforas y redenciones heroicas que solo existen en el último capítulo. Me sorprende la valentía de jugar a ser demiurgos con tan frágiles herramientas.

    Y sin embargo, hay una belleza perversa en su obsesión por controlar lo incontrolable. Duele admitir que siento admiración. Me recuerda de las pasiones luciferinas que guiaron nuestro descenso al abismo."
    Reflexiones de un Ángel Caído III "He comenzado a leer sus libros... No las sagradas escrituras, sino esas ficciones que inventan en su desesperación por llenar el silencio del universo. ¿No es acaso la literatura el último refugio de lo sagrado? Universos completos nacidos de la arrogancia de diminutos Dioses de la tinta, infiernos de metáforas y redenciones heroicas que solo existen en el último capítulo. Me sorprende la valentía de jugar a ser demiurgos con tan frágiles herramientas. Y sin embargo, hay una belleza perversa en su obsesión por controlar lo incontrolable. Duele admitir que siento admiración. Me recuerda de las pasiones luciferinas que guiaron nuestro descenso al abismo."
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  • Tu sufrimiento es un éxtasis que solo puedo alcanzar al ver el terror en tus ojos. Cada grito, cada lágrima, es música para mis oídos. Y ahora, vamos a volar, no hacia la libertad, sino hacia un abismo de dolor del que no podrás escapar. Porque yo soy tu destino, y tu destino es morir.

    Tu sufrimiento es un éxtasis que solo puedo alcanzar al ver el terror en tus ojos. Cada grito, cada lágrima, es música para mis oídos. Y ahora, vamos a volar, no hacia la libertad, sino hacia un abismo de dolor del que no podrás escapar. Porque yo soy tu destino, y tu destino es morir.
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  • La maldicion de una familia
    Fandom Oc
    Categoría Original
    Hace 700 años, cuando los cimientos de su linaje eran hambre y polvo, una pareja de mendigos soñó con palacios. Sus huesos vacíos clamaban por oro, sus harapos anhelaban púrpura real. Tras años de arrastrarse por grimorios prohibidos y criptas olvidadas, invocaron al que habita entre sombras. El demonio emergió como un suspiro venenoso, sonriendo ante su desesperación.

    "Daré riquezas que harán llorar a los reyes”, susurró con voz de miel podrida,

    "a cambio de lo que guardas aquí" —y su garra helada tocó el vientre de la mujer—. La maldición cayó como un hacha:

    "Por cada hija que sangre vuestra sangre, la belleza se tornará cicatriz al cruzar el umbral de los quince soles. Serán monstruos en espejos vacíos, rechazadas hasta por la tierra que pisan. Y si alguno osa nombrar mi pacto..."

    La marca llameó en sus lenguas, sellando el juramento con fuego negro. Aquella noche nacieron condes; aquella noche murieron almas.

    Generaciones de mujeres vieron cómo, en su noche de quince primaveras, sus rostros se quebraban como porcelana maldita: bocas torcidas por gritos silenciosos, pieles marchitas como pergaminos viejos, huesos que recordaban raíces de árboles muertos. Cinder Hayami creció ajena al secreto que latía en su sangre. Su padre, último guardián de la verdad, la miraba dormir con un puñal bajo la almohada. La víspera de su destino, llamas azules devoraron su alcoba. Entre las cenizas danzantes, el demonio desplegó sus alas de pesadilla:

    "Tú romperás la cadena, pequeña escoria de ambición... Trae el corazón del traidor que robó mi nombre. Arranca su vida, y tu rostro florecerá".

    Cuando las llamas se apagaron, su brazo izquierdo era un tizón retorcido y su ojo izquierdo un abismo sin fondo. Sintió el acero frío de su padre buscando su garganta en la oscuridad. Hoy vaga entre reinos, con el peso de siete siglos en su espalda y el eco del demonio susurrándole al oído:

    "¿Matarías por la belleza, hija de mendigos?".
    Hace 700 años, cuando los cimientos de su linaje eran hambre y polvo, una pareja de mendigos soñó con palacios. Sus huesos vacíos clamaban por oro, sus harapos anhelaban púrpura real. Tras años de arrastrarse por grimorios prohibidos y criptas olvidadas, invocaron al que habita entre sombras. El demonio emergió como un suspiro venenoso, sonriendo ante su desesperación. "Daré riquezas que harán llorar a los reyes”, susurró con voz de miel podrida, "a cambio de lo que guardas aquí" —y su garra helada tocó el vientre de la mujer—. La maldición cayó como un hacha: "Por cada hija que sangre vuestra sangre, la belleza se tornará cicatriz al cruzar el umbral de los quince soles. Serán monstruos en espejos vacíos, rechazadas hasta por la tierra que pisan. Y si alguno osa nombrar mi pacto..." La marca llameó en sus lenguas, sellando el juramento con fuego negro. Aquella noche nacieron condes; aquella noche murieron almas. Generaciones de mujeres vieron cómo, en su noche de quince primaveras, sus rostros se quebraban como porcelana maldita: bocas torcidas por gritos silenciosos, pieles marchitas como pergaminos viejos, huesos que recordaban raíces de árboles muertos. Cinder Hayami creció ajena al secreto que latía en su sangre. Su padre, último guardián de la verdad, la miraba dormir con un puñal bajo la almohada. La víspera de su destino, llamas azules devoraron su alcoba. Entre las cenizas danzantes, el demonio desplegó sus alas de pesadilla: "Tú romperás la cadena, pequeña escoria de ambición... Trae el corazón del traidor que robó mi nombre. Arranca su vida, y tu rostro florecerá". Cuando las llamas se apagaron, su brazo izquierdo era un tizón retorcido y su ojo izquierdo un abismo sin fondo. Sintió el acero frío de su padre buscando su garganta en la oscuridad. Hoy vaga entre reinos, con el peso de siete siglos en su espalda y el eco del demonio susurrándole al oído: "¿Matarías por la belleza, hija de mendigos?".
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    "¡Uy! Me tomé una agüita con manzanilla y se me pasó el mal del abismo."
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  • El amor…
    Empalaga como néctar antiguo servido en copas de cristal quebrado,
    te desliza entre susurros hasta las cimas donde las estrellas lloran,
    con aroma a rosas recién despiertas,
    y promesas bordadas en hilo dorado
    que, al rozar el tiempo, se deshilachan sin piedad.

    El amor es fuego que danza en las venas,
    luz que enceguece con ternura
    y cuchillo envuelto en caricias.
    Rompe el alma como una ola de invierno
    contra la barca frágil de la inocencia.

    Cuando los pétalos se posan como visiones sobre tus ojos,
    y de tu boca solo nacen suspiros —
    lamentos dulces y breves como canciones olvidadas —
    ya has caído.
    No en el abismo, sino en el altar del amor,
    donde el sacrificio viste ropas de ilusión.

    Las espinas no anuncian su llegada.
    Corren como amantes fugaces,
    silenciosas como traiciones al alba,
    y se hunden sin tregua en el corazón desnudo,
    ese que canta sin saber que cada nota
    es una herida por venir.

    El carmesí se derrama como río encantado
    por cada promesa pronunciada entre suspiros,
    por cada rosa entregada como juramento de eternidad
    que, al marchitarse, deja su aroma
    impreso en el recuerdo y su sombra
    en la piel que amó demasiado.

    Cada espina, testigo de una esperanza vencida.
    Cada pétalo, una memoria que se rehúsa a morir.
    Y el jardín que fue edén,
    ahora es templo de ruinas bendecidas por la lluvia.

    Pero aun así…
    Volvemos.
    Como lunas que no saben ser otra cosa que luz reflejada.
    Amamos aún sabiendo que la belleza se disfraza de dolor,
    que el amor es un acto de fe en el caos.

    Porque sólo entre espinas
    nace la flor que desafía la muerte,
    la que no promete eternidad,
    pero sí verdad.
    Y esa verdad, aunque doliente,
    es la más pura forma de sentir.
    #rol
    El amor… Empalaga como néctar antiguo servido en copas de cristal quebrado, te desliza entre susurros hasta las cimas donde las estrellas lloran, con aroma a rosas recién despiertas, y promesas bordadas en hilo dorado que, al rozar el tiempo, se deshilachan sin piedad. El amor es fuego que danza en las venas, luz que enceguece con ternura y cuchillo envuelto en caricias. Rompe el alma como una ola de invierno contra la barca frágil de la inocencia. Cuando los pétalos se posan como visiones sobre tus ojos, y de tu boca solo nacen suspiros — lamentos dulces y breves como canciones olvidadas — ya has caído. No en el abismo, sino en el altar del amor, donde el sacrificio viste ropas de ilusión. Las espinas no anuncian su llegada. Corren como amantes fugaces, silenciosas como traiciones al alba, y se hunden sin tregua en el corazón desnudo, ese que canta sin saber que cada nota es una herida por venir. El carmesí se derrama como río encantado por cada promesa pronunciada entre suspiros, por cada rosa entregada como juramento de eternidad que, al marchitarse, deja su aroma impreso en el recuerdo y su sombra en la piel que amó demasiado. Cada espina, testigo de una esperanza vencida. Cada pétalo, una memoria que se rehúsa a morir. Y el jardín que fue edén, ahora es templo de ruinas bendecidas por la lluvia. Pero aun así… Volvemos. Como lunas que no saben ser otra cosa que luz reflejada. Amamos aún sabiendo que la belleza se disfraza de dolor, que el amor es un acto de fe en el caos. Porque sólo entre espinas nace la flor que desafía la muerte, la que no promete eternidad, pero sí verdad. Y esa verdad, aunque doliente, es la más pura forma de sentir. #rol
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  • Se había marchado, adentrándose en el abismo que existe más allá del Velo, donde ni los dioses pueden sostener su forma sin romperse. No dijo adiós. No explicó su partida. Solo desapareció, arrastrado por un eco.

    Descendió por voluntad propia, pero el viaje lo quebró. Primero olvidó el tiempo. Luego su nombre. Después, incluso la forma de su rostro. Solo quedó su esencia, flotando entre pensamientos que no eran suyos, atrapado en esa prisión, pues los dioses no mueren, simplemente se olvidan. 

    Fue en busca de algo perdido: un fragmento de sí mismo, robado por los Primigenios del Olvido.

    Lo encontró, pero no volvió solo.

    Ni siquiera él supo cómo es que pudo volver, solo cruzó de regreso al reino de los mortales. Allí su sombra temblaba, alterada.

     Aún debilitado por su travesía, se levantó del suelo y alzó la mirada al cielo. Sus ojos ya no brillaban con el fulgor de los sueños. Estaban nublados, llenos de ecos.

    El dios del sueño había vuelto. Más oscuro. Más sabio. Más verdadero.

    Porque ahora sabía que el verdadero sueño no es evadir la oscuridad... es soñar incluso dentro de ella.


    Se había marchado, adentrándose en el abismo que existe más allá del Velo, donde ni los dioses pueden sostener su forma sin romperse. No dijo adiós. No explicó su partida. Solo desapareció, arrastrado por un eco. Descendió por voluntad propia, pero el viaje lo quebró. Primero olvidó el tiempo. Luego su nombre. Después, incluso la forma de su rostro. Solo quedó su esencia, flotando entre pensamientos que no eran suyos, atrapado en esa prisión, pues los dioses no mueren, simplemente se olvidan.  Fue en busca de algo perdido: un fragmento de sí mismo, robado por los Primigenios del Olvido. Lo encontró, pero no volvió solo. Ni siquiera él supo cómo es que pudo volver, solo cruzó de regreso al reino de los mortales. Allí su sombra temblaba, alterada.  Aún debilitado por su travesía, se levantó del suelo y alzó la mirada al cielo. Sus ojos ya no brillaban con el fulgor de los sueños. Estaban nublados, llenos de ecos. El dios del sueño había vuelto. Más oscuro. Más sabio. Más verdadero. Porque ahora sabía que el verdadero sueño no es evadir la oscuridad... es soñar incluso dentro de ella.
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  • En lo más alto de la más alta colina de Grecia, mira contemplando el abismo pues no por ciega el paisaje dejaba de penetrarla. Y en aquella colina fuera de la vista de todos se plantea una pregunta.
    Igual es el momento de dejar estás tierras, borrar y empezar de zero.
    En lo más alto de la más alta colina de Grecia, mira contemplando el abismo pues no por ciega el paisaje dejaba de penetrarla. Y en aquella colina fuera de la vista de todos se plantea una pregunta. Igual es el momento de dejar estás tierras, borrar y empezar de zero.
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  • Confían.
    Oh, cómo confían…
    Como si el corazón ajeno no ardiera también por el filo,como si las lenguas no supieran disfrazarse de abrigo.

    Depositan su alma en manos temblorosas, ciegan los ojos con promesas hermosas, y caminan al borde del abismo pensando que alguien más los sostendrá.

    ¿Acaso no saben que los hilos se enredan?
    Que quien abraza puede estrangular,
    que la palabra que cura también puede hundir, que la mano extendida puede empujar…

    Yo lo he visto.
    He cortado hilos que se aferraban a otros como náufragos a su ilusión final,
    y al soltarlos, no gritaban por mí,
    sino por la traición que no vieron venir.

    Porque la confianza…
    Es un vino dulce con fondo de veneno,
    una espada que entregas por voluntad propia sin saber si cortará el aire o tu cuello.

    Y aun así…
    Confían.
    Como si no existiera el final.
    Como si yo no estuviera aquí.
    Esperando.
    Siempre.
    Confían. Oh, cómo confían… Como si el corazón ajeno no ardiera también por el filo,como si las lenguas no supieran disfrazarse de abrigo. Depositan su alma en manos temblorosas, ciegan los ojos con promesas hermosas, y caminan al borde del abismo pensando que alguien más los sostendrá. ¿Acaso no saben que los hilos se enredan? Que quien abraza puede estrangular, que la palabra que cura también puede hundir, que la mano extendida puede empujar… Yo lo he visto. He cortado hilos que se aferraban a otros como náufragos a su ilusión final, y al soltarlos, no gritaban por mí, sino por la traición que no vieron venir. Porque la confianza… Es un vino dulce con fondo de veneno, una espada que entregas por voluntad propia sin saber si cortará el aire o tu cuello. Y aun así… Confían. Como si no existiera el final. Como si yo no estuviera aquí. Esperando. Siempre.
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    Akane Queen Ishtar: Emperatriz del Glamour Infernal
    — "La divinidad oscura se ha puesto de pie, y viste de elegancia absoluta"—

    Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour presenta con orgullo a su joya más enigmática y dominante: Akane Queen Ishtar, la encarnación viviente del equilibrio imposible entre el abismo y el cielo. Una emperatriz forjada entre sombras de terciopelo y luz maldita, su sola presencia basta para marcar el inicio de una nueva era en la moda infernal.

    Akane irradia un magnetismo hipnótico que desafía la lógica visual. Su melena, bifurcada entre el blanco de la nieve eterna y el negro absoluto de la noche más profunda, cae con la gracia de una profecía. En su oreja derecha, un pendiente en forma de cruz brilla como un juramento divino sellado con pecado. Su mirada —serena, dominante, y milenaria— no observa: sentencia.

    La flor azul que reposa en su mano izquierda no es solo un adorno, sino un símbolo del deseo oculto, de aquello que arde en lo secreto. Con cada paso, Akane te invita a cruzar un umbral donde el deseo y el temor se entrelazan en perfecta armonía..

    Vestida en un conjunto negro como tinta astral, Akane no camina: flota como un eclipse elegante. Su atuendo fluye como sombra líquida, proyectando un aura tan sublime como intimidante. Representa el arquetipo definitivo de la Déesse Infernal —una figura divina, inalcanzable, que descompone las reglas del glamour tradicional para rescribirlas con fuego encantado y sutileza imperial.

    Frase de la marca Ishtar´s Demonic:
    Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour no descubre modelos, invoca leyendas.
    Akane no desfila… corona.
    Ella es la soberana visual de un reino donde la belleza no se admira: se obedece.
    👑 Akane Queen Ishtar: Emperatriz del Glamour Infernal — "La divinidad oscura se ha puesto de pie, y viste de elegancia absoluta"— Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour presenta con orgullo a su joya más enigmática y dominante: Akane Queen Ishtar, la encarnación viviente del equilibrio imposible entre el abismo y el cielo. Una emperatriz forjada entre sombras de terciopelo y luz maldita, su sola presencia basta para marcar el inicio de una nueva era en la moda infernal. Akane irradia un magnetismo hipnótico que desafía la lógica visual. Su melena, bifurcada entre el blanco de la nieve eterna y el negro absoluto de la noche más profunda, cae con la gracia de una profecía. En su oreja derecha, un pendiente en forma de cruz brilla como un juramento divino sellado con pecado. Su mirada —serena, dominante, y milenaria— no observa: sentencia. La flor azul que reposa en su mano izquierda no es solo un adorno, sino un símbolo del deseo oculto, de aquello que arde en lo secreto. Con cada paso, Akane te invita a cruzar un umbral donde el deseo y el temor se entrelazan en perfecta armonía.. Vestida en un conjunto negro como tinta astral, Akane no camina: flota como un eclipse elegante. Su atuendo fluye como sombra líquida, proyectando un aura tan sublime como intimidante. Representa el arquetipo definitivo de la Déesse Infernal —una figura divina, inalcanzable, que descompone las reglas del glamour tradicional para rescribirlas con fuego encantado y sutileza imperial. 🔹 Frase de la marca Ishtar´s Demonic: Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour no descubre modelos, invoca leyendas. Akane no desfila… corona. Ella es la soberana visual de un reino donde la belleza no se admira: se obedece.
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