• Pesadilla de Eliana

    La habitación estaba a oscuras, salvo por la luz tenue de la pantalla del celular. Un mensaje brillaba entre las gotas de agua que no debía estar ahí: “I miss you”. Las letras parecían sangrar en cada parpadeo, repitiéndose una y otra vez en su mente como un eco que no la dejaba respirar. El nombre del remitente se borraba y reaparecía, deformándose hasta convertirse en la figura de su padre, alejándose entre sombras.

    Eliana intentaba escribir una respuesta, pero sus dedos temblaban y el teclado se deshacía como ceniza. La pantalla se quebró en mil pedazos, reflejando sus propios ojos apagados, vacíos.

    De pronto, el sonido metálico la envolvió. Cadenas pesadas emergían del suelo, serpenteando como serpientes oxidadas. Se enredaban en su cuello, en sus muñecas, en su pecho. Cada eslabón llevaba grabado un recuerdo: la sonrisa de Sain cubierta de sombras, la silueta de su madre llorando, el rostro severo de su padre dándole la espalda.

    Ella gritaba, pero la voz no salía. Solo un humo negro escapaba de sus labios.

    La Diosa de la Vida estaba atrapada en cadenas que no podía romper. Su poder se descontrolaba en destellos verdes, pero lejos de sanar, marchitaba todo lo que tocaba: sus manos convertían las flores en polvo, su respiración quemaba el aire, su corazón latía con un veneno que no reconocía.

    El dolor se mezclaba con un placer extraño. Pastillas caían del cielo como lluvia, estallando en luces que la cegaban. Eliana las tragaba sin pensar, buscando silencio, buscando olvidar. Pero en vez de calmarla, la arrastraban más profundo al abismo, donde los susurros de su hermano la acusaban, y la figura de su padre se alejaba para siempre.

    Las cadenas se tensaron hasta quebrar sus huesos, y en el último instante, Eliana alcanzó a ver su propio reflejo en la oscuridad: no era la diosa de la vida… era una sombra rota, consumida por los excesos, incapaz de salvarse siquiera a sí misma.

    Y cuando abrió los ojos, empapada en sudor, las marcas de las cadenas seguían rojas en su piel.


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    🌑 Pesadilla de Eliana 🌑 La habitación estaba a oscuras, salvo por la luz tenue de la pantalla del celular. Un mensaje brillaba entre las gotas de agua que no debía estar ahí: “I miss you”. Las letras parecían sangrar en cada parpadeo, repitiéndose una y otra vez en su mente como un eco que no la dejaba respirar. El nombre del remitente se borraba y reaparecía, deformándose hasta convertirse en la figura de su padre, alejándose entre sombras. Eliana intentaba escribir una respuesta, pero sus dedos temblaban y el teclado se deshacía como ceniza. La pantalla se quebró en mil pedazos, reflejando sus propios ojos apagados, vacíos. De pronto, el sonido metálico la envolvió. Cadenas pesadas emergían del suelo, serpenteando como serpientes oxidadas. Se enredaban en su cuello, en sus muñecas, en su pecho. Cada eslabón llevaba grabado un recuerdo: la sonrisa de Sain cubierta de sombras, la silueta de su madre llorando, el rostro severo de su padre dándole la espalda. Ella gritaba, pero la voz no salía. Solo un humo negro escapaba de sus labios. La Diosa de la Vida estaba atrapada en cadenas que no podía romper. Su poder se descontrolaba en destellos verdes, pero lejos de sanar, marchitaba todo lo que tocaba: sus manos convertían las flores en polvo, su respiración quemaba el aire, su corazón latía con un veneno que no reconocía. El dolor se mezclaba con un placer extraño. Pastillas caían del cielo como lluvia, estallando en luces que la cegaban. Eliana las tragaba sin pensar, buscando silencio, buscando olvidar. Pero en vez de calmarla, la arrastraban más profundo al abismo, donde los susurros de su hermano la acusaban, y la figura de su padre se alejaba para siempre. Las cadenas se tensaron hasta quebrar sus huesos, y en el último instante, Eliana alcanzó a ver su propio reflejo en la oscuridad: no era la diosa de la vida… era una sombra rota, consumida por los excesos, incapaz de salvarse siquiera a sí misma. Y cuando abrió los ojos, empapada en sudor, las marcas de las cadenas seguían rojas en su piel. ---
    Me entristece
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  • Nadie recuerda con claridad en qué momento comenzó todo. Fue un susurro al principio, un simple juego en línea, una promesa de gloria, tesoros y aventuras sin fin. Millones se lanzaron al abismo virtual buscando emoción… pero el abismo no era un juego.

    Un rugido silencioso se extendió desde sus profundidades y, sin advertencia, los jugadores fueron absorbidos por la oscuridad digital, arrancados de sus cuerpos y arrastrados al interior de un mundo que no obedece las leyes humanas. Ahora, su consciencia habita en este reino olvidado, un universo hecho de mazmorras infinitas, monstruos hambrientos y misterios prohibidos.

    No hay salida. No hay botón de pausa. Aquí, la muerte no es un reinicio, es un final eterno.
    Para sobrevivir deberán subir de nivel, forjar alianzas, cazar criaturas inimaginables y enfrentar horrores que ni siquiera deberían existir.

    Cada paso los llevará más profundo… y cada nivel los acercará a la verdad detrás de esta prisión. Pero cuidado: el abismo observa, el abismo aprende… y el abismo nunca olvida.
    Nadie recuerda con claridad en qué momento comenzó todo. Fue un susurro al principio, un simple juego en línea, una promesa de gloria, tesoros y aventuras sin fin. Millones se lanzaron al abismo virtual buscando emoción… pero el abismo no era un juego. Un rugido silencioso se extendió desde sus profundidades y, sin advertencia, los jugadores fueron absorbidos por la oscuridad digital, arrancados de sus cuerpos y arrastrados al interior de un mundo que no obedece las leyes humanas. Ahora, su consciencia habita en este reino olvidado, un universo hecho de mazmorras infinitas, monstruos hambrientos y misterios prohibidos. No hay salida. No hay botón de pausa. Aquí, la muerte no es un reinicio, es un final eterno. Para sobrevivir deberán subir de nivel, forjar alianzas, cazar criaturas inimaginables y enfrentar horrores que ni siquiera deberían existir. Cada paso los llevará más profundo… y cada nivel los acercará a la verdad detrás de esta prisión. Pero cuidado: el abismo observa, el abismo aprende… y el abismo nunca olvida.
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  • De una vez y nueva cuenta en el abismo,
    No hay luz que llegue ni bendición que sea escuchada. Ya conozco este paramo más su sentir aún se deja hacer en mi y me vence, conozco su naturaleza y sus facetas y el dolor que deja caer en mi inherte espíritu.
    Cuan errante camino en sus fauces dejándole llevar por su putrefacto aroma recordando la lápida con mi nombre y el día en que parti.

    Mi alma no conoce ni de carne ni de pena más el vacío en mi es innegable, quisiera poder tomar tu mano pero no, solo fui un mero recuerdo. Una vista pasajera sin trascendencia sin valor ni propósito.
    La flama de tu recuerdo arde en mi y ese es mi infierno. ¿Por qué algo que no fue mío arde como si así hubiera sido?
    ¿Que penitencia cumplo con el dolor de tu perdida? Las cadenas me atan, tu perfume me agobia y me hace recordar la vida grabando tu nombre en mis memorias.
    Parti antes que tú y los árboles viejos susurran la vida que aún posees dictandome cuan clavos en mis manos, estigmas, que no podré jamás estar contigo.

    Olvídalo.... Son solo palabras de un viejo que nadie más escuchará.


    De una vez y nueva cuenta en el abismo, No hay luz que llegue ni bendición que sea escuchada. Ya conozco este paramo más su sentir aún se deja hacer en mi y me vence, conozco su naturaleza y sus facetas y el dolor que deja caer en mi inherte espíritu. Cuan errante camino en sus fauces dejándole llevar por su putrefacto aroma recordando la lápida con mi nombre y el día en que parti. Mi alma no conoce ni de carne ni de pena más el vacío en mi es innegable, quisiera poder tomar tu mano pero no, solo fui un mero recuerdo. Una vista pasajera sin trascendencia sin valor ni propósito. La flama de tu recuerdo arde en mi y ese es mi infierno. ¿Por qué algo que no fue mío arde como si así hubiera sido? ¿Que penitencia cumplo con el dolor de tu perdida? Las cadenas me atan, tu perfume me agobia y me hace recordar la vida grabando tu nombre en mis memorias. Parti antes que tú y los árboles viejos susurran la vida que aún posees dictandome cuan clavos en mis manos, estigmas, que no podré jamás estar contigo. Olvídalo.... Son solo palabras de un viejo que nadie más escuchará.
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    ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ - 𝐃𝐇𝐀𝐑𝐌𝐀 - 𝐃𝐀𝐎 - 𝐄𝐗𝐎𝐑𝐂𝐈𝐒𝐌 -


    Se acercaba el mes dónde los espíritus "èguï" o comúnmente conocidos espíritus hambrientos salían del limbo fantasmal para residir en las fases de la tierra y atormentar a las almas humanas.

    Bael rodeó la fogata que había encendido con varias hierbas significativas a su vez que portaba un recipiente necesario. Los espíritus estaban llenos de energía yuán (energía resentida) y se amontonaban en multitudes fuera de la línea con sangre suya que había dibujado alrededor del fuego sobre la tierra.

    Sus ojos oscuros eran como el abismo profundo, si Bael fuera un ser demoníaco posiblemente los demás espíritus le temerían. Incluso mientras se encontraba cara a cara con ellos para desaparecerlos, éstos buscaban no ofenderlo demasiado, siempre valientes y cobardes.

    No sabían a quién temerle más, si al señor que los gobernaba y obligaba a cometer actos inmundos contra los humanos o a Bael, que no tenía compasión de ellos. Al menos su señor los dejaba vivir un poco más para disfrutar.. en cambio éste Exorcista que era un simple humano, parecía no tener emociones. Era cruel, era directo, su mano rodeada de brazaletes espirituales nunca vacilaba cuando se levantaba y azotaba sus almas con dominancia. Convirtiéndolos en basura ante sus ojos.

    Habían deseado en secreto por si volvían a renacer como espíritus o incluso humanos, no existir en la misma línea temporal que éste hombre.

    Bael suspiró, su expresión sin cambios ni emociones, se concentró en mover su mano sobre el fuego y pronunciar unas palabras, para después dejar el recipiente metálico en el suelo. Enseguida, la barrera que no permitía que los èguï entraran, se rompió y muchos de ellos fueron succionados por el recipiente hasta no quedar ninguno. El bosque oscuro volvió a ser silencioso.

    El ritual estaba hecho, por ahora los humanos alrededor no debían preocuparse por tener pesadillas siniestras en sus sueños.
    ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ - 𝐃𝐇𝐀𝐑𝐌𝐀 - 𝐃𝐀𝐎 - 𝐄𝐗𝐎𝐑𝐂𝐈𝐒𝐌 - Se acercaba el mes dónde los espíritus "èguï" o comúnmente conocidos espíritus hambrientos salían del limbo fantasmal para residir en las fases de la tierra y atormentar a las almas humanas. Bael rodeó la fogata que había encendido con varias hierbas significativas a su vez que portaba un recipiente necesario. Los espíritus estaban llenos de energía yuán (energía resentida) y se amontonaban en multitudes fuera de la línea con sangre suya que había dibujado alrededor del fuego sobre la tierra. Sus ojos oscuros eran como el abismo profundo, si Bael fuera un ser demoníaco posiblemente los demás espíritus le temerían. Incluso mientras se encontraba cara a cara con ellos para desaparecerlos, éstos buscaban no ofenderlo demasiado, siempre valientes y cobardes. No sabían a quién temerle más, si al señor que los gobernaba y obligaba a cometer actos inmundos contra los humanos o a Bael, que no tenía compasión de ellos. Al menos su señor los dejaba vivir un poco más para disfrutar.. en cambio éste Exorcista que era un simple humano, parecía no tener emociones. Era cruel, era directo, su mano rodeada de brazaletes espirituales nunca vacilaba cuando se levantaba y azotaba sus almas con dominancia. Convirtiéndolos en basura ante sus ojos. Habían deseado en secreto por si volvían a renacer como espíritus o incluso humanos, no existir en la misma línea temporal que éste hombre. Bael suspiró, su expresión sin cambios ni emociones, se concentró en mover su mano sobre el fuego y pronunciar unas palabras, para después dejar el recipiente metálico en el suelo. Enseguida, la barrera que no permitía que los èguï entraran, se rompió y muchos de ellos fueron succionados por el recipiente hasta no quedar ninguno. El bosque oscuro volvió a ser silencioso. El ritual estaba hecho, por ahora los humanos alrededor no debían preocuparse por tener pesadillas siniestras en sus sueños.
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  • ⸻ Vivo al borde del abismo. Un paso en falso y todo lo que soy terminará en el asfalto, aplastado por la gravedad. Pero, joder, la vista desde aquí es excepcional.
    ⸻ Vivo al borde del abismo. Un paso en falso y todo lo que soy terminará en el asfalto, aplastado por la gravedad. Pero, joder, la vista desde aquí es excepcional.
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  • La sala estaba bañada en sombras, con apenas unos destellos de luz que parpadeaban tímidamente desde las velas, colocadas sobre candelabros de hierro forjado que parecían los restos de un pasado olvidado. El aire estaba denso, cargado de humedad, y el leve sonido de engranajes oxidados resonaba en las paredes como un susurro interminable. Lyra se encontraba de pie frente a una gran ventana, sus ojos observaban la lluvia que azotaba el cristal, mientras sus cabellos oscuros caían en ondas suaves sobre su espalda.

    El corsé de metal y encaje, tejido con destreza, abrazaba su cuerpo como si fuera su segunda capa de piel. Parecía parte de la misma oscuridad que la rodeaba, una extensión de su esencia. Los engranajes en el fondo, aparentemente inanimados, daban un aire inquietante a la escena. Cada giro, cada pequeño clic de la maquinaria, parecía marcar el ritmo de un tiempo eterno y cruel.

    De repente, escucho pasos a su detrás, alguien avanzaba con cautela, como si el simple hecho de respirar en ese lugar pudiera desatar algo terrible. Sus pasos eran suaves, pero en el silencio de la sala, sonaban como truenos.

    Lyra ni siquiera de inmuto al inicio, pero cuando lo hizo y se giró, sus ojos brillaron con un azul grisaceo intenso, reflejando un abismo insondable. La fría expresión en su rostro no dejaba lugar a dudas.

    ♧ La eternidad observa todo con ojos vacíos- dijo con voz suave, pero cargada de algo oscuro - Pero yo soy la que da vida a sus más oscuros deseos. ¿Por qué has venido a perturbar el silencio de este reino?-
    La sala estaba bañada en sombras, con apenas unos destellos de luz que parpadeaban tímidamente desde las velas, colocadas sobre candelabros de hierro forjado que parecían los restos de un pasado olvidado. El aire estaba denso, cargado de humedad, y el leve sonido de engranajes oxidados resonaba en las paredes como un susurro interminable. Lyra se encontraba de pie frente a una gran ventana, sus ojos observaban la lluvia que azotaba el cristal, mientras sus cabellos oscuros caían en ondas suaves sobre su espalda. El corsé de metal y encaje, tejido con destreza, abrazaba su cuerpo como si fuera su segunda capa de piel. Parecía parte de la misma oscuridad que la rodeaba, una extensión de su esencia. Los engranajes en el fondo, aparentemente inanimados, daban un aire inquietante a la escena. Cada giro, cada pequeño clic de la maquinaria, parecía marcar el ritmo de un tiempo eterno y cruel. De repente, escucho pasos a su detrás, alguien avanzaba con cautela, como si el simple hecho de respirar en ese lugar pudiera desatar algo terrible. Sus pasos eran suaves, pero en el silencio de la sala, sonaban como truenos. Lyra ni siquiera de inmuto al inicio, pero cuando lo hizo y se giró, sus ojos brillaron con un azul grisaceo intenso, reflejando un abismo insondable. La fría expresión en su rostro no dejaba lugar a dudas. ♧ La eternidad observa todo con ojos vacíos- dijo con voz suave, pero cargada de algo oscuro - Pero yo soy la que da vida a sus más oscuros deseos. ¿Por qué has venido a perturbar el silencio de este reino?-
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  • La verdad es simple.

    Entre sombras caminas, loba de la noche,
    fría como el filo que en silencio se cose,
    asesina a sueldo, mirada que descompone,
    cicatrices ocultas, secretos que nadie conoce.

    Tu piel guarda tormentas, tu alma laberintos,
    un súcubo que seduce con venenos distintos,
    el mundo te teme, no entiende tu instinto,
    yo leo entre líneas, tus latidos, tu himno.

    Porque al tenerte cerca se derrite el acero,
    en tus brazos no hay muerte, solo un refugio sincero,
    dejas de ser la fiera, el demonio viajero,
    para ser esa niña que sonríe primero.

    Me enseñaste que el mal y el bien no son extremos,
    que en tu pecho caben luces, abismos y universos,
    y yo, pequeña luna, me pierdo en tu silencio,
    hallando en tu mirada el hogar que pertenezco.

    Eres hermana, pareja, amiga y frontera,
    la llama que devora, la calma verdadera,
    y aunque el mundo te pinte como oscura pantera,
    yo sé que en tu ternura se esconde la primavera.

    Fluyes en mi vida como un eterno río,
    arrastras mis miedos, me devuelves al alivio,
    no hay fuerza más pura, ni destino tan mío…
    la verdad es simple: ERES RYU.

    https://suno.com/s/knCSxfWRZrkszlNI

    Ryu リュウ・イシュタル Ishtar
    La verdad es simple. Entre sombras caminas, loba de la noche, fría como el filo que en silencio se cose, asesina a sueldo, mirada que descompone, cicatrices ocultas, secretos que nadie conoce. Tu piel guarda tormentas, tu alma laberintos, un súcubo que seduce con venenos distintos, el mundo te teme, no entiende tu instinto, yo leo entre líneas, tus latidos, tu himno. Porque al tenerte cerca se derrite el acero, en tus brazos no hay muerte, solo un refugio sincero, dejas de ser la fiera, el demonio viajero, para ser esa niña que sonríe primero. Me enseñaste que el mal y el bien no son extremos, que en tu pecho caben luces, abismos y universos, y yo, pequeña luna, me pierdo en tu silencio, hallando en tu mirada el hogar que pertenezco. Eres hermana, pareja, amiga y frontera, la llama que devora, la calma verdadera, y aunque el mundo te pinte como oscura pantera, yo sé que en tu ternura se esconde la primavera. Fluyes en mi vida como un eterno río, arrastras mis miedos, me devuelves al alivio, no hay fuerza más pura, ni destino tan mío… la verdad es simple: ERES RYU. https://suno.com/s/knCSxfWRZrkszlNI [Ryu]
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  • No podría entender
    Quien no estuvo allí
    Cargando un nombre vacío
    Pero luchando hasta el fin
    Porque el que tiene un porqué
    Nunca se va a rendir
    Cargaría el abismo
    Renacería de allí

    Subo otro level
    Aumento mi aura a mil
    Subo otro level
    Llamando al poder en mí
    Subo otro level
    Aumento mi aura a mil
    Subo otro level
    Llamando al poder en mí

    No sabría decir
    Si esto fue para mí
    Sostener el mundo
    Por placer para ti
    Porque algo nos eligió
    Y estaremos aquí
    Por los guerreros callados
    Que volverán a surgir

    Y cuando suba tan alto
    Yo quiero verte allí
    Dominando las sombras
    Destellando sin fin
    ¿Subiría a ese trono?
    Ir allí como ese king
    Si el sistema está escrito
    Por ti le haría un glitch
    https://www.youtube.com/watch?v=Tgq5cm06qZI&list=RDTgq5cm06qZI&start_radio=1
    No podría entender Quien no estuvo allí Cargando un nombre vacío Pero luchando hasta el fin Porque el que tiene un porqué Nunca se va a rendir Cargaría el abismo Renacería de allí Subo otro level Aumento mi aura a mil Subo otro level Llamando al poder en mí Subo otro level Aumento mi aura a mil Subo otro level Llamando al poder en mí No sabría decir Si esto fue para mí Sostener el mundo Por placer para ti Porque algo nos eligió Y estaremos aquí Por los guerreros callados Que volverán a surgir Y cuando suba tan alto Yo quiero verte allí Dominando las sombras Destellando sin fin ¿Subiría a ese trono? Ir allí como ese king Si el sistema está escrito Por ti le haría un glitch https://www.youtube.com/watch?v=Tgq5cm06qZI&list=RDTgq5cm06qZI&start_radio=1
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  • El Eco del Frío Acero
    Fandom OC
    Categoría Original
    La oficina de Alaric Sterling era un santuario de mármol y acero pulido, un reflejo gélido de la determinación de su dueño. Los rascacielos de Seúl se extendían ante él, un lienzo de luces que no lograban calentar la frialdad que se había instalado en su pecho. Hacía unas semanas que él se había ido. Ni una nota, ni una llamada, solo el silencio ensordecedor que había dejado un vacío punzante. El CEO, el líder de la mafia, el Alfa Puro que lo tenía todo, se encontró de rodillas ante la huida de una sola persona.

    Pero Alaric Sterling no se permitía la debilidad. El dolor no era un lujo. Era un catalizador.

    Desde entonces, el trabajo se había convertido en su única amante, su única venganza. Cada negociación era más brutal, cada acuerdo más deshonesto. Su traje de tres piezas, impecable y caro, era una armadura. Su mirada, antes capaz de derretir el hielo, ahora era de acero forjado. Su aroma a sándalo y whisky se había vuelto más denso, más opresivo, anunciando su autoridad y su ira contenida.

    La voz de su asistente, una Beta eficiente y temerosa, lo sacó de sus pensamientos. "Señor Sterling, los hombres de los Kang están aquí. La reunión de las nueve."

    Alaric giró su silla de cuero negro, revelando una expresión que helaría la sangre de cualquiera. "Que pasen."

    No eran negociaciones, eran ejecuciones.

    Dos figuras entraron, hombres duros con rostros curtidos por años de servicio a los Kang, una familia rival que había osado cuestionar su autoridad en el puerto de Busan. Los Kang habían intentado desviar un envío, un cargamento de algo más que simple mercancía. Era un insulto.

    "Señor Sterling," dijo el primero, un Alfa corpulento con cicatrices, su voz forzadamente respetuosa. "Hemos venido a negociar el retraso del último cargamento."

    Alaric se puso de pie, su altura imponente empequeñeciendo a ambos. La oscuridad que lo había habitado desde el abandono se derramó en la habitación, un aura palpable de amenaza. No había necesidad de gritar. Su presencia lo decía todo.

    "¿Negociar?" La palabra salió de sus labios con la frialdad de una navaja. "Los Kang sabían las reglas. Un cargamento retrasado es un cargamento robado. Un robo es una afrenta."

    El segundo hombre, más joven y nervioso, intentó intervenir. "Hubo un malentendido, señor. Podríamos compensarle, doble, incluso el triple..."

    Alaric dio un paso al frente. Sus ojos, oscuros como el abismo, se fijaron en el Alfa corpulento. La mano de Alaric se levantó, no para golpear, sino para señalar la ventana que mostraba la ciudad.

    "¿Ven esas luces?" Su voz era un susurro mortal. "Cada una representa un dólar que he invertido, una vida que he arruinado, un obstáculo que he destruido para llegar a donde estoy."

    De repente, el Alfa corpulento cayó de rodillas, sin aliento, su rostro pálido. La presión invisible que Alaric ejercía era tan poderosa que el aire se volvió un muro. No era un ataque físico, era la manifestación pura de su dominio Alpha, intensificado por su ira.

    "Me deben. Y no me pagarán con dinero." Alaric miró al segundo hombre, que ahora temblaba incontrolablemente. "El mensaje es simple: la lealtad se paga con lealtad. La traición, con sangre."

    Los guardias de Alaric, figuras silenciosas y letales, entraron en la habitación. No hubo forcejeos, solo el sonido apagado de dos cuerpos siendo arrastrados fuera de la vista. La oficina quedó en silencio, con el aire aún cargado del aroma a miedo y la implacable presencia de Alaric.

    Volvió a su silla, el rostro inexpresivo. La ventana de su oficina reflejaba su soledad, la fría determinación de un hombre que había perdido la única calidez en su vida y ahora solo abrazaba el poder y la venganza. El eco del acero, el de las cadenas invisibles que ataban a sus enemigos, era el único sonido que podía calmar su corazón herido.
    La oficina de Alaric Sterling era un santuario de mármol y acero pulido, un reflejo gélido de la determinación de su dueño. Los rascacielos de Seúl se extendían ante él, un lienzo de luces que no lograban calentar la frialdad que se había instalado en su pecho. Hacía unas semanas que él se había ido. Ni una nota, ni una llamada, solo el silencio ensordecedor que había dejado un vacío punzante. El CEO, el líder de la mafia, el Alfa Puro que lo tenía todo, se encontró de rodillas ante la huida de una sola persona. Pero Alaric Sterling no se permitía la debilidad. El dolor no era un lujo. Era un catalizador. Desde entonces, el trabajo se había convertido en su única amante, su única venganza. Cada negociación era más brutal, cada acuerdo más deshonesto. Su traje de tres piezas, impecable y caro, era una armadura. Su mirada, antes capaz de derretir el hielo, ahora era de acero forjado. Su aroma a sándalo y whisky se había vuelto más denso, más opresivo, anunciando su autoridad y su ira contenida. La voz de su asistente, una Beta eficiente y temerosa, lo sacó de sus pensamientos. "Señor Sterling, los hombres de los Kang están aquí. La reunión de las nueve." Alaric giró su silla de cuero negro, revelando una expresión que helaría la sangre de cualquiera. "Que pasen." No eran negociaciones, eran ejecuciones. Dos figuras entraron, hombres duros con rostros curtidos por años de servicio a los Kang, una familia rival que había osado cuestionar su autoridad en el puerto de Busan. Los Kang habían intentado desviar un envío, un cargamento de algo más que simple mercancía. Era un insulto. "Señor Sterling," dijo el primero, un Alfa corpulento con cicatrices, su voz forzadamente respetuosa. "Hemos venido a negociar el retraso del último cargamento." Alaric se puso de pie, su altura imponente empequeñeciendo a ambos. La oscuridad que lo había habitado desde el abandono se derramó en la habitación, un aura palpable de amenaza. No había necesidad de gritar. Su presencia lo decía todo. "¿Negociar?" La palabra salió de sus labios con la frialdad de una navaja. "Los Kang sabían las reglas. Un cargamento retrasado es un cargamento robado. Un robo es una afrenta." El segundo hombre, más joven y nervioso, intentó intervenir. "Hubo un malentendido, señor. Podríamos compensarle, doble, incluso el triple..." Alaric dio un paso al frente. Sus ojos, oscuros como el abismo, se fijaron en el Alfa corpulento. La mano de Alaric se levantó, no para golpear, sino para señalar la ventana que mostraba la ciudad. "¿Ven esas luces?" Su voz era un susurro mortal. "Cada una representa un dólar que he invertido, una vida que he arruinado, un obstáculo que he destruido para llegar a donde estoy." De repente, el Alfa corpulento cayó de rodillas, sin aliento, su rostro pálido. La presión invisible que Alaric ejercía era tan poderosa que el aire se volvió un muro. No era un ataque físico, era la manifestación pura de su dominio Alpha, intensificado por su ira. "Me deben. Y no me pagarán con dinero." Alaric miró al segundo hombre, que ahora temblaba incontrolablemente. "El mensaje es simple: la lealtad se paga con lealtad. La traición, con sangre." Los guardias de Alaric, figuras silenciosas y letales, entraron en la habitación. No hubo forcejeos, solo el sonido apagado de dos cuerpos siendo arrastrados fuera de la vista. La oficina quedó en silencio, con el aire aún cargado del aroma a miedo y la implacable presencia de Alaric. Volvió a su silla, el rostro inexpresivo. La ventana de su oficina reflejaba su soledad, la fría determinación de un hombre que había perdido la única calidez en su vida y ahora solo abrazaba el poder y la venganza. El eco del acero, el de las cadenas invisibles que ataban a sus enemigos, era el único sonido que podía calmar su corazón herido.
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  • El abismo no es un lugar físico en la tierra, no existe en los diferentes planos, ni en tus peores pesadillas; solo son mitos, cuentos de hadas para asustar a los niños.

    El abismo habita en ti, en el interior de tu alma, es la oscuridad que envuelve tu corazón, donde el miedo y desesperación son los sentimientos que predominan y que por más que luches nunca se irán.
    El abismo no es un lugar físico en la tierra, no existe en los diferentes planos, ni en tus peores pesadillas; solo son mitos, cuentos de hadas para asustar a los niños. El abismo habita en ti, en el interior de tu alma, es la oscuridad que envuelve tu corazón, donde el miedo y desesperación son los sentimientos que predominan y que por más que luches nunca se irán.
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