• ☆☆“El hilo del destino”☆☆

    La noche había sido larga, silenciosa… pero cuando por fin el sueño la alcanzó, no fue el descanso lo que la envolvió, sino algo más profundo.
    Un susurro antiguo, una melodía que parecía venir de dentro de su propio corazón.

    Eliana se encontraba en un lugar sin tiempo.
    Un cielo teñido de violeta y oro se extendía sobre ella, y bajo sus pies no había tierra, sino una superficie líquida y transparente que reflejaba cada emoción.
    La brisa olía a calma, pero también a peligro, a esa atracción innegable que uno siente cuando se aproxima demasiado al fuego sabiendo que va a arder.

    Y entonces lo vio.

    Darkus.

    De pie, a unos pasos, observándola con esos ojos que parecían leer cada pensamiento, cada duda que ella intentaba ocultar.
    No dijo nada, pero su presencia bastó para hacer vibrar el aire.
    Entre ambos, un hilo rojo se tensaba, delgado como un suspiro, brillante como la sangre en el amanecer.

    Eliana bajó la mirada. El hilo nacía de su dedo meñique… y seguía hacia él, envolviendo sus manos, trepando entre sus dedos, uniéndolos.
    Cada movimiento suyo hacía brillar ese lazo etéreo, como si el destino mismo celebrara aquel contacto.

    —¿Por qué… estás aquí? —preguntó ella, con voz quebrada.
    Darkus dio un paso hacia adelante, su sombra cubriendo la distancia entre ambos.

    —Porque tú me llamaste —respondió, y su voz no era solo sonido; era promesa, era eco, era fuego.

    Eliana quiso negarlo, quiso pensar que era solo un sueño, pero cuando él extendió su mano, su cuerpo se movió solo.
    Sus dedos se encontraron en medio del aire, y el hilo se encendió con una luz cálida.
    El toque fue leve, pero suficiente para que el mundo temblara.
    Y en ese temblor, algo dentro de ella se reconoció.

    Las imágenes se fundieron en un torbellino:
    Sus almas girando, las manos entrelazadas, los hilos multiplicándose hasta envolverlos por completo, entrelazando su destino como raíces antiguas.
    No había dolor ni miedo, solo una certeza silenciosa que latía con cada respiración compartida.

    Él la miró con esa calma que siempre la desconcertaba, pero ahora no había distancia, ni juicios, ni barreras.
    Solo la verdad que ambos habían evitado:
    Eliana lo amaba.
    Y en lo más profundo, sabía que él la había sentido desde mucho antes.

    —Esto no puede ser… —susurró, aunque su voz sonaba más como una plegaria que una protesta.
    Darkus sonrió, esa sonrisa casi imperceptible que decía más que mil palabras.

    —No puedes luchar contra lo que ya fue escrito —respondió, acercando su frente a la de ella.
    El contacto los envolvió en luz.
    Todo a su alrededor se disolvía: el cielo, el suelo, incluso el aire… solo quedaban ellos, atados por ese hilo invisible.

    Eliana sintió el pulso de su corazón mezclarse con el de él.
    El hilo se volvió dorado.
    Y en ese instante comprendió: no era solo amor, era decreto.
    Un lazo forjado antes de nacer, sellado entre sombras y destinos cruzados.

    El sueño empezó a desvanecerse lentamente, arrastrando la calidez de su tacto, la voz de Darkus, su mirada…
    Pero incluso al despertar, aún podía sentir el hilo enredado entre sus dedos, como si el universo mismo se negara a soltarla.

    Abrió los ojos en su habitación, el amanecer filtrándose por la ventana.
    Su respiración estaba agitada, y su corazón, demasiado consciente.
    Miró sus manos… vacías, pero extrañamente pesadas.

    Un susurro resonó en su mente, casi inaudible, casi una caricia:

    > “El destino no se elige, Eliana. Solo se recuerda.”



    Y con un estremecimiento, comprendió que lo suyo con Darkus no era casualidad.
    Era el principio de algo que ni siquiera el tiempo podría romper.

    Darküs Volkøv
    ☆☆“El hilo del destino”☆☆ La noche había sido larga, silenciosa… pero cuando por fin el sueño la alcanzó, no fue el descanso lo que la envolvió, sino algo más profundo. Un susurro antiguo, una melodía que parecía venir de dentro de su propio corazón. Eliana se encontraba en un lugar sin tiempo. Un cielo teñido de violeta y oro se extendía sobre ella, y bajo sus pies no había tierra, sino una superficie líquida y transparente que reflejaba cada emoción. La brisa olía a calma, pero también a peligro, a esa atracción innegable que uno siente cuando se aproxima demasiado al fuego sabiendo que va a arder. Y entonces lo vio. Darkus. De pie, a unos pasos, observándola con esos ojos que parecían leer cada pensamiento, cada duda que ella intentaba ocultar. No dijo nada, pero su presencia bastó para hacer vibrar el aire. Entre ambos, un hilo rojo se tensaba, delgado como un suspiro, brillante como la sangre en el amanecer. Eliana bajó la mirada. El hilo nacía de su dedo meñique… y seguía hacia él, envolviendo sus manos, trepando entre sus dedos, uniéndolos. Cada movimiento suyo hacía brillar ese lazo etéreo, como si el destino mismo celebrara aquel contacto. —¿Por qué… estás aquí? —preguntó ella, con voz quebrada. Darkus dio un paso hacia adelante, su sombra cubriendo la distancia entre ambos. —Porque tú me llamaste —respondió, y su voz no era solo sonido; era promesa, era eco, era fuego. Eliana quiso negarlo, quiso pensar que era solo un sueño, pero cuando él extendió su mano, su cuerpo se movió solo. Sus dedos se encontraron en medio del aire, y el hilo se encendió con una luz cálida. El toque fue leve, pero suficiente para que el mundo temblara. Y en ese temblor, algo dentro de ella se reconoció. Las imágenes se fundieron en un torbellino: Sus almas girando, las manos entrelazadas, los hilos multiplicándose hasta envolverlos por completo, entrelazando su destino como raíces antiguas. No había dolor ni miedo, solo una certeza silenciosa que latía con cada respiración compartida. Él la miró con esa calma que siempre la desconcertaba, pero ahora no había distancia, ni juicios, ni barreras. Solo la verdad que ambos habían evitado: Eliana lo amaba. Y en lo más profundo, sabía que él la había sentido desde mucho antes. —Esto no puede ser… —susurró, aunque su voz sonaba más como una plegaria que una protesta. Darkus sonrió, esa sonrisa casi imperceptible que decía más que mil palabras. —No puedes luchar contra lo que ya fue escrito —respondió, acercando su frente a la de ella. El contacto los envolvió en luz. Todo a su alrededor se disolvía: el cielo, el suelo, incluso el aire… solo quedaban ellos, atados por ese hilo invisible. Eliana sintió el pulso de su corazón mezclarse con el de él. El hilo se volvió dorado. Y en ese instante comprendió: no era solo amor, era decreto. Un lazo forjado antes de nacer, sellado entre sombras y destinos cruzados. El sueño empezó a desvanecerse lentamente, arrastrando la calidez de su tacto, la voz de Darkus, su mirada… Pero incluso al despertar, aún podía sentir el hilo enredado entre sus dedos, como si el universo mismo se negara a soltarla. Abrió los ojos en su habitación, el amanecer filtrándose por la ventana. Su respiración estaba agitada, y su corazón, demasiado consciente. Miró sus manos… vacías, pero extrañamente pesadas. Un susurro resonó en su mente, casi inaudible, casi una caricia: > “El destino no se elige, Eliana. Solo se recuerda.” Y con un estremecimiento, comprendió que lo suyo con Darkus no era casualidad. Era el principio de algo que ni siquiera el tiempo podría romper. [Darkus]
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  • Dónde las almas claman piedad y los divinos diversión
    Categoría Original
    Rol para:
    Mahdi 𐬛𐬀𐬉𐬎𐬎𐬀

    Hora: 7 p.m
    Lugar: Ciudad Szeged- Hospital Rókus.

    La ceremonia apenas llevaba diez minutos de haber comenzado, y Lyra ya contaba los segundos para marcharse a casa. Pero no podía. Cada año era la misma rutina, o al menos eso decían quienes llevaban tiempo trabajando en aquel hospital. Ella apenas llevaba seis meses de regreso en su tierra natal, intentando adaptarse a un entorno que le resultaba tan familiar como ajeno.

    La dinámica era simple, premiar a los mejores departamentos del hospital, aquellos que habían destacado durante durante aquellos meses.

    —¿Y tú, Lyra? ¿No te acompaña nadie? ¿Algún novio, tus padres quizás? Oí que, como jefa del Departamento Forense, podrías ganar este año —preguntó Darka con esa curiosidad tan inoportuna que la caracterizaba.

    ♧ No, mis padres están de vacaciones. Hoy soy solo yo —mintió Lyra, regalándole una sonrisa amable. Nadie necesitaba saber más de su vida. En unos meses probablemente desaparecería con la excusa de un nuevo empleo en otra ciudad. Era su forma de sobrevivir. Los de su especie no podían permanecer mucho tiempo en un mismo lugar… era demasiado peligroso.

    El murmullo del público se interrumpió cuando pronunciaron su nombre. Ganadora del primer lugar, Lyra Velvetthorn. Los aplausos resonaron como un eco distante mientras subía al escenario, sosteniendo aquel trofeo que brillaba bajo las luces del auditorio.

    ♧ Gracias a todos mis compañeros —dijo con voz serena— Trabajar con ustedes ha sido un honor. La vida nos da oportunidades maravillosas, y esta es una de ellas — Aunque sus palabras sonaban sinceras, dentro de ella solo había vacío. Todo era un guión repetido una y otra vez. Sonrisas falsas, promesas vacías, años que pasaban sin dejar huella. Un ciclo interminable sin chispa ni propósito...

    Esa noche, al regresar a casa, dejó el premio en una repisa junto a otros idénticos. Parecía una línea del tiempo, una sucesión de logros que ya no significaban nada. Exhausta, se dejó caer en la cama y cerró los ojos.

    El sueño llegó rápido… y con él, el pasado. Tenía siete años otra vez. Sus padres reían mientras jugaban en el jardín. Todo era luz, hasta que la oscuridad lo devoró todo. Los disparos, los gritos, la sangre. Sus padres cayendo frente a ella. Mientras Lyra solo gritaba que no la dejaran sola, rogaba que se quedarán, pero en sus ojos ya se había ido todo rastro de vida.

    En el medio de la lluvia, mientras ella abrazaba sus cuerpos inertes, un hombre extraño apareció, ni siquiera podía distinguir su rostro, no sabía si era por sus lágrimas o es que de verdad aquel hombre no quería dejarse ver.

    — Pobre niña desafortunada. Tan hermosa como maldita. Una escena desgarradora —susurró, su voz sonaba tan ronca como diabólica — Mi alma ha sido conmovida. Por lo que vengo a ofrecerte un salida, la opción de cambiar tu destino. ¿No te gustaría? — Lyra quién yacía en el piso con el vestido lleno de la sangre de sus padres, no hizo más que levantarse del suelo para encararlo, la oferta no sonaba mal, después de todo, lo que la movía era su corazón desgarrado por el dolor y la rabia.

    ♧ ¿ Qué clase de salida? ¿Qué debo hacer? — La voz infantil de Lyra resonó como eco en el medio del caos.

    Al escuchar el interés de la niña, el hombre rió con satisfacción.

    — Que ñiña tan valiente...La salida es sencilla, pero el camino es tormentoso. El precio justo por lo que obtendrás luego — El hombre estiró su mano y limpió la pequeña lágrima que corrió por la mejilla de Lyra — Debes ir al Limbo y buscar los relojes invertidos, artefactos capaces de alterar la línea temporal. Podrás cambiar este destino tan desastroso — Se inclinó hacia ella, dejando su rostro a unos centímetros de distancia — ¿Aceptas princesita? — Lyra asintió sin pensarlo. El hombre sonrió, una sonrisa inquietante y macabra.

    — Trato sellado — El hombre sacó su lengua y lamió su propio dedo, en ese momento Lyra no lo sabía, pero aquel dedo contenía la lágrima que le había limpiado hace un momento.

    Y antes de poder preguntar por aquella acción tan extraña, fue arrastrada hacia el vacío. Despertó jadeando y sudando. Miró el reloj de su mesita de noche, era madrugada.

    ♧ Que sueño tan raro...- Murmuró, sin más, se dejó caer de nuevo sobre la cama. Y al girarse para cubrirse el rostro con una almohada. A su lado descansaba un mapa viejo, con símbolos extraños y una ruta trazada hasta un punto en el bosque.

    No había sido un sueño. La oportunidad que siempre había estado esperando estaba frente a ella. Tomó el mapa y lo guardo en el cajón de su mesita de noche.

    Al amanecer, lo primero que hizo Lyra fue darse de baja en el hospital por “asuntos personales”, la noticia tomó por sorpresa a todos, aunque los directores le rogaron que se quedará, ella no podía hacerlo, tenía una misión y la iba a cumplir a cualquier costo.

    Una vez en casa, alistó una pequeña mochila con lo que creía que iba a necesitar, no quería hacerse un drama, después de todo era el Limbo, cosas "normales" no iban a ser de mucha ayuda.

    Dando una última mirada a su hogar, cerró la puerta soltando un pequeño suspiro, tan cargado de esperanza como de muerte.

    En menos de 40 minutos, ya se encontraba en la parada de la estación del tren, tenía que ir a su primer destino "Muskai", un bosque tan bello como oscuro. Cada año habían reporte de al menos 10 personas desaparecidas en aquel lugar. Algunos decían que se los tragaba el bosque como pago, otros que eran simples aventureros curiosos que tentaban al destino, que cuando se daban cuenta de lo maligno que era su interior ya era muy tarde para volver.

    Pero para Lyra eso no era una barrera, después de todo ella tenía un mapa ¿no?. Igual si moría o pasaba algo en el trayecto, no había nada que lamentar.

    Las horas pasaban y ella ya no sabía cuanta distancia había caminado. Los pies le dolían pero no podía parar, tenía que llegar a la cueva antes del anochecer o todo sería más difícil.

    ♧ Maldición...¿Cuánto más debo caminar?- Se abrió paso entre el follaje de hojas violeta, fue ahí cuando se dió cuenta que estaba cerca, el ambiente se sentía diferente y ni hablar de la abrumadora aura, tan pesada y miserable...

    Media hora más tarde encontró la cueva, el borde estaba tallado con símbolos raros, casi igual al del mapa en sus manos. Se arrodillo y comenzó a sacar los implementos de su mochila.

    Creó el círculo con sangre humana y empezó a dibujar los signos del mapa, recitó un cántico de una lengua muerta y para el sello final, tomó una navaja y cortó su palma dejando caer su sangre en el medio del círculo.

    Al instante el suelo empezó a temblar y brillar, abriéndose por completo, todo fue tan rápido que se encontró cayendo al vacío en un abrir y cerrar de ojos. Tanto fue el impacto que no supo en que momento cayó inconsciente.

    Pero cuando por fin pudo despertar, Lyra yacía junto a un río de aguas rojas como el vino. El aire olía a óxido y niebla.

    Había llegado al Limbo...
    Rol para: [TwoBecomeOne_13] Hora: 7 p.m Lugar: Ciudad Szeged- Hospital Rókus. La ceremonia apenas llevaba diez minutos de haber comenzado, y Lyra ya contaba los segundos para marcharse a casa. Pero no podía. Cada año era la misma rutina, o al menos eso decían quienes llevaban tiempo trabajando en aquel hospital. Ella apenas llevaba seis meses de regreso en su tierra natal, intentando adaptarse a un entorno que le resultaba tan familiar como ajeno. La dinámica era simple, premiar a los mejores departamentos del hospital, aquellos que habían destacado durante durante aquellos meses. —¿Y tú, Lyra? ¿No te acompaña nadie? ¿Algún novio, tus padres quizás? Oí que, como jefa del Departamento Forense, podrías ganar este año —preguntó Darka con esa curiosidad tan inoportuna que la caracterizaba. ♧ No, mis padres están de vacaciones. Hoy soy solo yo —mintió Lyra, regalándole una sonrisa amable. Nadie necesitaba saber más de su vida. En unos meses probablemente desaparecería con la excusa de un nuevo empleo en otra ciudad. Era su forma de sobrevivir. Los de su especie no podían permanecer mucho tiempo en un mismo lugar… era demasiado peligroso. El murmullo del público se interrumpió cuando pronunciaron su nombre. Ganadora del primer lugar, Lyra Velvetthorn. Los aplausos resonaron como un eco distante mientras subía al escenario, sosteniendo aquel trofeo que brillaba bajo las luces del auditorio. ♧ Gracias a todos mis compañeros —dijo con voz serena— Trabajar con ustedes ha sido un honor. La vida nos da oportunidades maravillosas, y esta es una de ellas — Aunque sus palabras sonaban sinceras, dentro de ella solo había vacío. Todo era un guión repetido una y otra vez. Sonrisas falsas, promesas vacías, años que pasaban sin dejar huella. Un ciclo interminable sin chispa ni propósito... Esa noche, al regresar a casa, dejó el premio en una repisa junto a otros idénticos. Parecía una línea del tiempo, una sucesión de logros que ya no significaban nada. Exhausta, se dejó caer en la cama y cerró los ojos. El sueño llegó rápido… y con él, el pasado. Tenía siete años otra vez. Sus padres reían mientras jugaban en el jardín. Todo era luz, hasta que la oscuridad lo devoró todo. Los disparos, los gritos, la sangre. Sus padres cayendo frente a ella. Mientras Lyra solo gritaba que no la dejaran sola, rogaba que se quedarán, pero en sus ojos ya se había ido todo rastro de vida. En el medio de la lluvia, mientras ella abrazaba sus cuerpos inertes, un hombre extraño apareció, ni siquiera podía distinguir su rostro, no sabía si era por sus lágrimas o es que de verdad aquel hombre no quería dejarse ver. — Pobre niña desafortunada. Tan hermosa como maldita. Una escena desgarradora —susurró, su voz sonaba tan ronca como diabólica — Mi alma ha sido conmovida. Por lo que vengo a ofrecerte un salida, la opción de cambiar tu destino. ¿No te gustaría? — Lyra quién yacía en el piso con el vestido lleno de la sangre de sus padres, no hizo más que levantarse del suelo para encararlo, la oferta no sonaba mal, después de todo, lo que la movía era su corazón desgarrado por el dolor y la rabia. ♧ ¿ Qué clase de salida? ¿Qué debo hacer? — La voz infantil de Lyra resonó como eco en el medio del caos. Al escuchar el interés de la niña, el hombre rió con satisfacción. — Que ñiña tan valiente...La salida es sencilla, pero el camino es tormentoso. El precio justo por lo que obtendrás luego — El hombre estiró su mano y limpió la pequeña lágrima que corrió por la mejilla de Lyra — Debes ir al Limbo y buscar los relojes invertidos, artefactos capaces de alterar la línea temporal. Podrás cambiar este destino tan desastroso — Se inclinó hacia ella, dejando su rostro a unos centímetros de distancia — ¿Aceptas princesita? — Lyra asintió sin pensarlo. El hombre sonrió, una sonrisa inquietante y macabra. — Trato sellado — El hombre sacó su lengua y lamió su propio dedo, en ese momento Lyra no lo sabía, pero aquel dedo contenía la lágrima que le había limpiado hace un momento. Y antes de poder preguntar por aquella acción tan extraña, fue arrastrada hacia el vacío. Despertó jadeando y sudando. Miró el reloj de su mesita de noche, era madrugada. ♧ Que sueño tan raro...- Murmuró, sin más, se dejó caer de nuevo sobre la cama. Y al girarse para cubrirse el rostro con una almohada. A su lado descansaba un mapa viejo, con símbolos extraños y una ruta trazada hasta un punto en el bosque. No había sido un sueño. La oportunidad que siempre había estado esperando estaba frente a ella. Tomó el mapa y lo guardo en el cajón de su mesita de noche. Al amanecer, lo primero que hizo Lyra fue darse de baja en el hospital por “asuntos personales”, la noticia tomó por sorpresa a todos, aunque los directores le rogaron que se quedará, ella no podía hacerlo, tenía una misión y la iba a cumplir a cualquier costo. Una vez en casa, alistó una pequeña mochila con lo que creía que iba a necesitar, no quería hacerse un drama, después de todo era el Limbo, cosas "normales" no iban a ser de mucha ayuda. Dando una última mirada a su hogar, cerró la puerta soltando un pequeño suspiro, tan cargado de esperanza como de muerte. En menos de 40 minutos, ya se encontraba en la parada de la estación del tren, tenía que ir a su primer destino "Muskai", un bosque tan bello como oscuro. Cada año habían reporte de al menos 10 personas desaparecidas en aquel lugar. Algunos decían que se los tragaba el bosque como pago, otros que eran simples aventureros curiosos que tentaban al destino, que cuando se daban cuenta de lo maligno que era su interior ya era muy tarde para volver. Pero para Lyra eso no era una barrera, después de todo ella tenía un mapa ¿no?. Igual si moría o pasaba algo en el trayecto, no había nada que lamentar. Las horas pasaban y ella ya no sabía cuanta distancia había caminado. Los pies le dolían pero no podía parar, tenía que llegar a la cueva antes del anochecer o todo sería más difícil. ♧ Maldición...¿Cuánto más debo caminar?- Se abrió paso entre el follaje de hojas violeta, fue ahí cuando se dió cuenta que estaba cerca, el ambiente se sentía diferente y ni hablar de la abrumadora aura, tan pesada y miserable... Media hora más tarde encontró la cueva, el borde estaba tallado con símbolos raros, casi igual al del mapa en sus manos. Se arrodillo y comenzó a sacar los implementos de su mochila. Creó el círculo con sangre humana y empezó a dibujar los signos del mapa, recitó un cántico de una lengua muerta y para el sello final, tomó una navaja y cortó su palma dejando caer su sangre en el medio del círculo. Al instante el suelo empezó a temblar y brillar, abriéndose por completo, todo fue tan rápido que se encontró cayendo al vacío en un abrir y cerrar de ojos. Tanto fue el impacto que no supo en que momento cayó inconsciente. Pero cuando por fin pudo despertar, Lyra yacía junto a un río de aguas rojas como el vino. El aire olía a óxido y niebla. Había llegado al Limbo...
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    ╔══✦══◇◆◇══✦══╗
    Ishtar’s Demonic Dèesse – Infernal Glamour
    Colección “Dark Heaven Seduction”
    Modelo: Akeno Himejima – La Reina del Relámpago Carmesí
    ╚══✦══◇◆◇══✦══╝

    Ficha Extendida de la Modelo
    ⚜ Nombre infernal: Akeno Himejima Ishtar
    ⚜ Título en la Agencia: La Diosa del Relámpago Oscuro
    ⚜ Afiliación: Linaje Ishtar – División Celestial & Infernal
    ⚜ Temática de Sesión: Dark Heaven Seduction
    ⚜ Lugar: Catedral Carmesí del Eclipse
    ⚜ Fotógrafo: Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar

    Descripción de la Sesión
    La sesión inicia en el corazón de una catedral infernal iluminada por velas rojas, donde el aire vibra con energía eléctrica y deseo oculto.
    Akeno Himejima desciende del altar con una sonrisa tan serena como peligrosa; sus ojos púrpura brillan entre las sombras, proyectando la dualidad perfecta entre pureza celestial y tentación demoníaca.

    Vestida con un traje de látex negro ajustado, reflejando la luz de las velas como un espejismo, su silueta encarna el símbolo de la diosa del tormento elegante.
    Cada movimiento es una danza entre la oscuridad y el placer: la sacerdotisa caída que domina tanto la tempestad como los corazones.

    El fondo, teñido por vitrales escarlata, hace que su figura parezca envuelta en fuego divino.
    Su aura eléctrica palpita con poder; los rayos azules se entrelazan con las sombras, iluminando sus alas y los cuernos que coronan su realeza infernal.

    Concepto Artístico
    ❁ Inspiración: El contraste entre lo celestial y lo demoníaco, una belleza que castiga y bendice con la misma sonrisa.
    ❁ Estilo: Gótico sensual con elementos barrocos y místicos.
    ❁ Tonos dominantes: Negro ónix, carmesí, violeta etéreo y dorado brillante.
    ❁ Elementos visuales: Fuego sagrado, relámpagos, candelabros antiguos, vitrales sangrantes.
    Expresión emocional: Poder, placer y control absoluto.

    Akeno, descendiente de un linaje celestial prohibido, se alza como la reina que unió el cielo y el infierno.
    En esta sesión, simboliza la redención a través del deseo: el pecado transformado en arte, el relámpago convertido en seducción.

    Sus gestos transmiten autoridad y ternura, una combinación letal que refleja el lema de su casa:

    “El placer es la forma más pura de castigo divino.”

    Al final del ritual visual, Akeno alza su mano y el relámpago ilumina la catedral entera, sellando su título como una de las Dèesse principales del Infernal Glamour.

    Frase Insignia de la Sesión
    “Entre el cielo y el infierno…
    yo elegí ser tormenta.”
    — Akeno Himejima Ishtar

    Firma Oficial
    ✦ Ishtar’s Demonic Dèesse: Infernal Glamour ✦
    “El arte del deseo elevado a divinidad.”

    ╔══✦═══༒═══✦══╗
    Akeno Himejima Ishtar
    The Lightning Queen of Sin & Grace
    ╚══✦═══༒═══✦══╝
    ╔══✦══◇◆◇══✦══╗ Ishtar’s Demonic Dèesse – Infernal Glamour 🖤 Colección “Dark Heaven Seduction” 🖤 ✨ Modelo: Akeno Himejima – La Reina del Relámpago Carmesí ╚══✦══◇◆◇══✦══╝ ⚡ Ficha Extendida de la Modelo ⚜ Nombre infernal: Akeno Himejima Ishtar ⚜ Título en la Agencia: La Diosa del Relámpago Oscuro ⚜ Afiliación: Linaje Ishtar – División Celestial & Infernal ⚜ Temática de Sesión: Dark Heaven Seduction ⚜ Lugar: Catedral Carmesí del Eclipse ⚜ Fotógrafo: Rex Hiroshi Jaegerjaquez Ishtar 💋 Descripción de la Sesión La sesión inicia en el corazón de una catedral infernal iluminada por velas rojas, donde el aire vibra con energía eléctrica y deseo oculto. Akeno Himejima desciende del altar con una sonrisa tan serena como peligrosa; sus ojos púrpura brillan entre las sombras, proyectando la dualidad perfecta entre pureza celestial y tentación demoníaca. Vestida con un traje de látex negro ajustado, reflejando la luz de las velas como un espejismo, su silueta encarna el símbolo de la diosa del tormento elegante. Cada movimiento es una danza entre la oscuridad y el placer: la sacerdotisa caída que domina tanto la tempestad como los corazones. El fondo, teñido por vitrales escarlata, hace que su figura parezca envuelta en fuego divino. Su aura eléctrica palpita con poder; los rayos azules se entrelazan con las sombras, iluminando sus alas y los cuernos que coronan su realeza infernal. 🕯️ Concepto Artístico ❁ Inspiración: El contraste entre lo celestial y lo demoníaco, una belleza que castiga y bendice con la misma sonrisa. ❁ Estilo: Gótico sensual con elementos barrocos y místicos. ❁ Tonos dominantes: Negro ónix, carmesí, violeta etéreo y dorado brillante. ❁ Elementos visuales: Fuego sagrado, relámpagos, candelabros antiguos, vitrales sangrantes. Expresión emocional: Poder, placer y control absoluto. Akeno, descendiente de un linaje celestial prohibido, se alza como la reina que unió el cielo y el infierno. En esta sesión, simboliza la redención a través del deseo: el pecado transformado en arte, el relámpago convertido en seducción. Sus gestos transmiten autoridad y ternura, una combinación letal que refleja el lema de su casa: “El placer es la forma más pura de castigo divino.” Al final del ritual visual, Akeno alza su mano y el relámpago ilumina la catedral entera, sellando su título como una de las Dèesse principales del Infernal Glamour. 🕸️ Frase Insignia de la Sesión “Entre el cielo y el infierno… yo elegí ser tormenta.” ⚡ — Akeno Himejima Ishtar 💠 Firma Oficial ✦ Ishtar’s Demonic Dèesse: Infernal Glamour ✦ “El arte del deseo elevado a divinidad.” ╔══✦═══༒═══✦══╗ 👑 Akeno Himejima Ishtar 🌩️ The Lightning Queen of Sin & Grace ╚══✦═══༒═══✦══╝
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  • Mírenlo es tan fuerte y quiero aclarar que faltan más compras eso le ayudara a hacer ejercicio sisi Rowan Kingsley
    Mírenlo es tan fuerte y quiero aclarar que faltan más compras eso le ayudara a hacer ejercicio sisi [pulse_violet_koala_658]
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  • El trato de medianoche

    La habitación estaba sumida en sombras, solo rota por un tenue resplandor violeta que delineaba su figura. El hombre, impecable con su camisa blanca y chaleco negro, parecía recién salido de un sueño peligroso.
    Sus dedos jugaban con el borde del látigo, marcando el ritmo lento de la tensión que se extendía en el aire.

    —¿Sabes lo que significa invocar a un Dios en Halloween? —susurró con una sonrisa que no prometía nada bueno.
    Su voz era baja, grave, la clase de tono que acaricia más que las manos.

    Se inclinó hacia adelante, los ojos brillando como brasas.
    —Yo no concedo deseos… los cobro.

    El silencio fue roto por el suave chasquido del cuero contra el suelo.
    Y en esa oscuridad deliciosa, solo quedaba una certeza: esa noche no habría escapatoria… solo rendición

    |Feliz Halloween para todos|
    🎃El trato de medianoche🎃 La habitación estaba sumida en sombras, solo rota por un tenue resplandor violeta que delineaba su figura. El hombre, impecable con su camisa blanca y chaleco negro, parecía recién salido de un sueño peligroso. Sus dedos jugaban con el borde del látigo, marcando el ritmo lento de la tensión que se extendía en el aire. —¿Sabes lo que significa invocar a un Dios en Halloween? —susurró con una sonrisa que no prometía nada bueno. Su voz era baja, grave, la clase de tono que acaricia más que las manos. Se inclinó hacia adelante, los ojos brillando como brasas. —Yo no concedo deseos… los cobro. El silencio fue roto por el suave chasquido del cuero contra el suelo. Y en esa oscuridad deliciosa, solo quedaba una certeza: esa noche no habría escapatoria… solo rendición |Feliz Halloween para todos|
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  • "Se ha esfumado."

    Hayden, logró destruir la fuente de invunerabilidad de ese infestado especial con huesos de eidolones y musculos de Warframes, solo cierra los ojos, con una sonrisa bajo su mascarilla rota, mientras su cuerpo desaparece.

    De repente del interior de ese guerrero amagamado emergen llamas que comienzan a hacerle mucho efecto y sólo abre su pecho expulsando a Chroma del interior de su cuerpo seguido de hileras de arterias y venas que el Warframe draconiano no suelta para elergir el color violeta, y devolverle el favor con una potente descarga electrica gracias a los que los une mientras estaba siendo asimilado.

    La bestia ruge rompiendo sus vasos y nervios con uno de sus brazos que termina en una afilada espada de hoja ancha, la bendición del vacío se ha disipado, el demonio del títere de acero lo ha logrado, pero Chroma reacciona aun mas rápido motivado por la cólera y el haber sido una presa en su laberinto tramposo, arremetiendo contra el criatura y exhala su aliento de fuego al volver a tomar n color rojo en la energía de su cuerpo.

    -¡Groooar!

    Rápidamente le arranca aquel brazo extraño con fuerza y brutalidad precisa para usarlo con su arma para terminar de una buena vez con el denominado Mirmidón.
    "Se ha esfumado." Hayden, logró destruir la fuente de invunerabilidad de ese infestado especial con huesos de eidolones y musculos de Warframes, solo cierra los ojos, con una sonrisa bajo su mascarilla rota, mientras su cuerpo desaparece. De repente del interior de ese guerrero amagamado emergen llamas que comienzan a hacerle mucho efecto y sólo abre su pecho expulsando a Chroma del interior de su cuerpo seguido de hileras de arterias y venas que el Warframe draconiano no suelta para elergir el color violeta, y devolverle el favor con una potente descarga electrica gracias a los que los une mientras estaba siendo asimilado. La bestia ruge rompiendo sus vasos y nervios con uno de sus brazos que termina en una afilada espada de hoja ancha, la bendición del vacío se ha disipado, el demonio del títere de acero lo ha logrado, pero Chroma reacciona aun mas rápido motivado por la cólera y el haber sido una presa en su laberinto tramposo, arremetiendo contra el criatura y exhala su aliento de fuego al volver a tomar n color rojo en la energía de su cuerpo. -¡Groooar! Rápidamente le arranca aquel brazo extraño con fuerza y brutalidad precisa para usarlo con su arma para terminar de una buena vez con el denominado Mirmidón.
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    ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad!

    Denle una cálida bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤ [twilight_violet_lizard_905]

    ㅤㅤㅤㅤㅤ Raza: Oni
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Fandom: OC
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Detective privado especializado en casos
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤparanormales y mitológicos.


    ㅤㅤㅤㅤㅤ [orbit_aqua_fox_889]

    ㅤㅤㅤㅤㅤ Raza: Alfa
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Fandom: Oc
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Escultor/ Pintor


    ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo.


    Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!


    Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil:


    Normas básicas de la plataforma:
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    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad! 🎉 Denle una cálida bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [twilight_violet_lizard_905] ㅤㅤㅤㅤㅤ 🧬 Raza: Oni ㅤㅤㅤㅤㅤ 👾 Fandom: OC ㅤㅤㅤㅤㅤ 💼 Detective privado especializado en casos ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤparanormales y mitológicos. ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [orbit_aqua_fox_889] ㅤㅤㅤㅤㅤ 🧬 Raza: Alfa ㅤㅤㅤㅤㅤ 👾 Fandom: Oc ㅤㅤㅤㅤㅤ 💼 Escultor/ Pintor 👋 ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil: 📌 Normas básicas de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines  📖 Guías y miniguías para no perderse: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS  🌍 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar rol y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS   🔗 Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL  ✍️ Consejos para mejorar escritura y narración 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor  ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción! 🚀🔥 #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
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  • 𝐃𝐎𝐍𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐃𝐈𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐍𝐎 𝐏𝐔𝐄𝐃𝐄𝐍 𝐕𝐄𝐑 - 𝐕 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬

    Más allá del balcón, las montañas escarpadas, los bosques frondosos y las llanuras se extendían teñidas de violeta. Poco a poco, el fuego hogareño y las antorchas de los hogares de Dardania comenzaban a encenderse, formando un mar de estrellas ámbar que hacían reflejo con las plateadas que titilaban en el cielo nocturno. Anquises las observaba sin enfocar la vista en ningún punto en particular, los brazos cruzados sobre el amplio pecho, detectó en él una cierta tensión que escasas veces dejaba ver. Afro ya conocía esa pose; cuando se cruzaba de brazos eso solo podía significar una cosa.

    Aún estaba todavía dándole vueltas a lo que ella le había dicho sobre hacerse pasar por la nodriza de su hijo.

    ────¿Una nodriza? ─repitió, la incredulidad apenas disimulada bajo su tono grave─ Explícame de nuevo exactamente cómo piensas pasar desapercibida.

    Y que también él estaba considerando los contras.

    Afro lo miró de reojo mientras acomodaba la manta de lana del bebé, que recién había vuelto a conciliar el sueño después de haberse despertado entre llantos. Ahora dormía plácidamente entre sus brazos.

    ────Bueno, eso es sencillo ─replicó con serenidad fingida, encogiéndose de hombros─; me mezclaré con el personal de palacio como una nodriza para cuidar de nuestro bebé. Una chica mortal que viajó desde las lejanas tierras de Frigia y que llegó a esta ciudad dispuesta a ofrecer sus servicios. Eso es brillante, ¿no crees?

    El nudo en su estómago se le hizo más grande. Para esas alturas, Afro ya había comenzado a dudar de su alocado plan y a contemplar los pequeños y grandes inconvenientes en este. Estuvo tentada ligeramente a echarse para atrás e idear uno nuevo. No lo haría.

    Tenía miedo y comenzaba a dudar. Eso era buena señal. Si estaba sintiendo todo eso, significaba que no estaba loca… o al menos, no completamente aún. Lo estaba pensando. Estaba siendo responsable.

    ────¿Frigia de nuevo?

    ────Es una buena tierra. Su vino de primavera es el mejor que he probado. Un solo sorbo es una explosión de sabores en tu boca.

    ────Afro… ─soltó uno de esos suspiros suyos que le anticipó que su respuesta no le iba a gustar─ ¿Eres consciente de todo lo que vas a dejar atrás?

    ────Claro, seguro.

    Pero ese pequeño chillido de ratón en la voz la delató.

    ────No, no lo creo. Cuando estés cansada, no podrás invocar la energía del amor para recargar fuerzas. Si te lastimas, tus heridas no se regenerarán ─su voz bajó un poco, más grave, trenzada en preocupación─. Serás vulnerable. Tu rostro envejecerá. Y si algo sale mal, no habrá poder divino que te salve.

    Afro levantó la vista y él se giró hacia ella. Sus iris rosas buscaron los suyos. Se demoró en esa mirada donde el ámbar se mezclaba con el dorado oscuro de la miel, antes de apartarla y soltar un gentil suspiro.

    ────Lo sé.

    ────Sé que lo sabes ─replicó él, cerrando una mano sobre su hombro, firme y confortante─. Pero saberlo no es lo mismo que vivirlo.

    ──── Eso es lo que pienso hacer; vivirlo.

    ────Enfermarás como nosotros los mortales, ¿Alguna vez has pasado una noche entera en cama, temblando de fiebre, sin poder hacer nada para aliviarte?

    ────No. Nunca.

    ────Entonces será una buena primera vez –Anquises inclinó la cabeza, una sonrisa apenas se curvó en las comisuras de sus labios– Créeme, no te gustará.

    ────Anquises... –rogó ella, exasperante.

    ────¿Qué? Solo te advierto. –se encogió de hombros, más divertido que preocupado– Y si alguien te hace enojar, no podrás encantarlo. Ni convertirlo en algo más… digamos, adorable. Con pelos, plumas o escamas.

    Un silencio gobernó en la habitación. Había algo más, pero Anquises se lo guardó. No necesitaba articularlo; ella sabía perfectamente lo que había querido decir: «Y no podrás arruinarle la vida para siempre».

    Una de las grandes especialidades de los dioses donde su cruel creatividad salía a la luz. Cada historia que escuchaba en los banquetes en el Olimpo y en boca de las Néfeles, contaba un castigo peor que el anterior, ajustado y pensado a la perfección para cada víctima. Eso, si tenían tiempo de planificarlo. Cuando se trataba de infligir dolor, su ingenio rozaba lo sublime. Y tenía una razón sencilla: los dioses lo temían.

    El sufrimiento era algo que, en su eterna gloria, les resultaba ajeno, distante. Una teoría más que una experiencia. Por eso, cuando se trataba de provocarlo, lo hacían con la precisión envidiable de un escultor y el hambre voraz de una bestia. Cuando el castigo de los dioses era sentenciado y se corría la voz, no se hablaba de otra cosa. No había nada que les resultara tan insólito y fascinante que la contemplación del dolor ajeno.

    ────¡Eso también lo sé! No más inmortalidad, no más trucos para salir del apuro. Sin voz sagrada que persuada a dioses o mortales, sin un aura divina que calme a quienes me rodean. No más vuelos por el cielo, no más juegos de disfraces. No más… castigos.

    Frunció el ceño; la mandíbula se le tensó, como si sintiera el peso de esas últimas palabras que acaba de escupir, llenas de una ira hacía sí misma que brotaba directamente desde el centro de su pecho. Una mezcla de culpa y vergüenza al saber que, alguna vez, ella había sido capaz de hacer aquello que ahora repudiaba: ser el juez y verdugo que ejecutaba el castigo divino. El calor le trepó a las mejillas. De pronto, se dio cuenta de que se había alterado y del silencio a su alrededor: el palacio estaba tan oscuro y quieto como una tumba. Por un instante, pareció querer continuar con algo más, pero se contuvo. Cerró los ojos, respiró hondo y dejó escapar el aire lentamente de sus pulmones. Al hablar, esta vez lo hizo con más calma.

    ────Ya lo sé. Sé a lo que me voy a enfrentar, Anquises. No es ni será fácil. Jamás he llevado el papel de una mortal más allá de la apariencia. Así que sí, tengo miedo. Y sí, tal vez esto sea una completa locura. Pero realmente quiero hacer esto. Quiero hacerlo.

    Anquises examinó a Afro con esos ojos pacientes y soltó un pequeño suspiro. Hincó una rodilla en el piso, frente a ella, y la constante llama de la lámpara de aceite sobre el mueble a su lado iluminó su rostro con luz ambarina. Su mirada era preciosa, sabia. Sus mejillas suaves y mandíbula de líneas duras estaban ocultas debajo de la espesa barba dorada y rizada. Allí, durante un instante, no estaba delante de un príncipe, había en algo en él que lo hacía ver mucho más antiguo, más experimentado que ella y los dioses que habitaban en los cielos.

    ────Si crees que eso es lo que lo mantendrá a salvo, lo haremos. Si el destino no puede ver lo que no se nombra, entonces no lo nombraremos. Serás su nodriza. Mantendremos esto en secreto. Nadie sabrá quién eres, ni quién es él. Pero Afro...

    Hizo una pausa y tomó una de sus manos entre las suyas. El tacto del príncipe era firme, áspero; manos acostumbradas al acero de las armas.

    ────Prométeme una cosa: cuando nuestro hijo crezca y tenga la edad suficiente, cuéntale la verdad. Quiero que sepa que tuvo una madre que lo amo tanto que arriesgó todo con tal de protegerlo y criarlo.

    Ella apretó los labios en una línea recta. Aquello no formaba parte de sus planes, en lo absoluto. O al menos, no lo había previsto hasta ese momento. Si su hijo crecía escuchando las historias que se contaban sobre ella… la vanidosa, cruel y vengativa diosa que despertaba el deseo en dioses y mortales ¿Podría quererla?

    Cuando llegara el momento de saber la verdad, ¿Le dejaría explicarse o saldría corriendo como si acabara de descubrir que su madre era una de las causas de las tragedias románticas del mundo conocido? Entre otras cosas peores.

    Suspiró.

    Sí... no era la imagen más alentadora del mundo. Tampoco era una imagen que a ella le gustara de sí misma. No se enorgullecía de ella. La detestaba. Pero supuso que ninguna madre divina podía esperar una presentación perfecta después de siglos de mala reputación sembrada en himnos, poemas y canciones.

    Sin embargo, él tenía razón. Su hijo merecía conocer la verdad, y no se la negaría.


    Se obligó a sonreír, y sus ojos interceptaron a los del príncipe.

    ────Te lo prometo. Cuando crezca y haya madurado... lo sabrá.

    ────Así me gusta, cabeza de caracol –murmuró él apretando su mano antes de soltarla. La sonrisa que él le esbozó la hizo sentir mejor. Acaso ¿él le estaba sonriendo con orgullo? ¿se sentía orgulloso de ella? No sabría decir sí era así o no, pero le gustó pensar que lo sentía–. Nunca haces las cosas fáciles, ¿eh?

    ────Bueno, si no son las Moiras quiénes se encargan de darte dolores de cabeza, alguien tiene que hacerlo y me tomo esa obligación divina muy enserio.

    Su convicción avivó renovada, serena y firme como la llama en la lampara de aceite: constante, sin perder su brillo, sin arder desbocada en la leña de una hoguera. Nunca había conocido los pesares que los mortales debían soportar. Jamás llevó cicatrices en la piel; en su rostro, la marca del tiempo nunca pasó. Enfermar era algo que ningún dios experimentó en su vida. Trató de imaginarse así misma postrada en cama, temblando por la fiebre, pero su mente no consiguió tejer bien la imagen. Solo se vio estremeciéndose por la caricia de un viento gélido que bastaba cubrir con una manta. Estaba segura de que no era la clase de temblor a la que Anquises se refería.

    Sentir miedo ante lo desconocido era ajeno a los dioses. Desde sus orgullosos tronos y palacios de mármol, creían poseer el conocimiento de todo cuanto habitaba en la tierra. Ahora, sin embargo, su pecho se agitaba ante la posibilidad de enfrentar algo sobre lo que ella no tenía control y conocimiento alguno: su propia existencia vivida bajo las condiciones de una mortal.

    Y aún así, había un temor mayor que la mortalidad misma. Uno que se levantó detrás de ella como una sombra silenciosa: si su hijo conocía la verdad sobre quién era ella… y la rechazaba, ¿su corazón sería capaz de soportarlo?
    𝐃𝐎𝐍𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐃𝐈𝐎𝐒𝐄𝐒 𝐍𝐎 𝐏𝐔𝐄𝐃𝐄𝐍 𝐕𝐄𝐑 - 𝐕 🌺 𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡é𝐫𝐨𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬 Más allá del balcón, las montañas escarpadas, los bosques frondosos y las llanuras se extendían teñidas de violeta. Poco a poco, el fuego hogareño y las antorchas de los hogares de Dardania comenzaban a encenderse, formando un mar de estrellas ámbar que hacían reflejo con las plateadas que titilaban en el cielo nocturno. Anquises las observaba sin enfocar la vista en ningún punto en particular, los brazos cruzados sobre el amplio pecho, detectó en él una cierta tensión que escasas veces dejaba ver. Afro ya conocía esa pose; cuando se cruzaba de brazos eso solo podía significar una cosa. Aún estaba todavía dándole vueltas a lo que ella le había dicho sobre hacerse pasar por la nodriza de su hijo. ────¿Una nodriza? ─repitió, la incredulidad apenas disimulada bajo su tono grave─ Explícame de nuevo exactamente cómo piensas pasar desapercibida. Y que también él estaba considerando los contras. Afro lo miró de reojo mientras acomodaba la manta de lana del bebé, que recién había vuelto a conciliar el sueño después de haberse despertado entre llantos. Ahora dormía plácidamente entre sus brazos. ────Bueno, eso es sencillo ─replicó con serenidad fingida, encogiéndose de hombros─; me mezclaré con el personal de palacio como una nodriza para cuidar de nuestro bebé. Una chica mortal que viajó desde las lejanas tierras de Frigia y que llegó a esta ciudad dispuesta a ofrecer sus servicios. Eso es brillante, ¿no crees? El nudo en su estómago se le hizo más grande. Para esas alturas, Afro ya había comenzado a dudar de su alocado plan y a contemplar los pequeños y grandes inconvenientes en este. Estuvo tentada ligeramente a echarse para atrás e idear uno nuevo. No lo haría. Tenía miedo y comenzaba a dudar. Eso era buena señal. Si estaba sintiendo todo eso, significaba que no estaba loca… o al menos, no completamente aún. Lo estaba pensando. Estaba siendo responsable. ────¿Frigia de nuevo? ────Es una buena tierra. Su vino de primavera es el mejor que he probado. Un solo sorbo es una explosión de sabores en tu boca. ────Afro… ─soltó uno de esos suspiros suyos que le anticipó que su respuesta no le iba a gustar─ ¿Eres consciente de todo lo que vas a dejar atrás? ────Claro, seguro. Pero ese pequeño chillido de ratón en la voz la delató. ────No, no lo creo. Cuando estés cansada, no podrás invocar la energía del amor para recargar fuerzas. Si te lastimas, tus heridas no se regenerarán ─su voz bajó un poco, más grave, trenzada en preocupación─. Serás vulnerable. Tu rostro envejecerá. Y si algo sale mal, no habrá poder divino que te salve. Afro levantó la vista y él se giró hacia ella. Sus iris rosas buscaron los suyos. Se demoró en esa mirada donde el ámbar se mezclaba con el dorado oscuro de la miel, antes de apartarla y soltar un gentil suspiro. ────Lo sé. ────Sé que lo sabes ─replicó él, cerrando una mano sobre su hombro, firme y confortante─. Pero saberlo no es lo mismo que vivirlo. ──── Eso es lo que pienso hacer; vivirlo. ────Enfermarás como nosotros los mortales, ¿Alguna vez has pasado una noche entera en cama, temblando de fiebre, sin poder hacer nada para aliviarte? ────No. Nunca. ────Entonces será una buena primera vez –Anquises inclinó la cabeza, una sonrisa apenas se curvó en las comisuras de sus labios– Créeme, no te gustará. ────Anquises... –rogó ella, exasperante. ────¿Qué? Solo te advierto. –se encogió de hombros, más divertido que preocupado– Y si alguien te hace enojar, no podrás encantarlo. Ni convertirlo en algo más… digamos, adorable. Con pelos, plumas o escamas. Un silencio gobernó en la habitación. Había algo más, pero Anquises se lo guardó. No necesitaba articularlo; ella sabía perfectamente lo que había querido decir: «Y no podrás arruinarle la vida para siempre». Una de las grandes especialidades de los dioses donde su cruel creatividad salía a la luz. Cada historia que escuchaba en los banquetes en el Olimpo y en boca de las Néfeles, contaba un castigo peor que el anterior, ajustado y pensado a la perfección para cada víctima. Eso, si tenían tiempo de planificarlo. Cuando se trataba de infligir dolor, su ingenio rozaba lo sublime. Y tenía una razón sencilla: los dioses lo temían. El sufrimiento era algo que, en su eterna gloria, les resultaba ajeno, distante. Una teoría más que una experiencia. Por eso, cuando se trataba de provocarlo, lo hacían con la precisión envidiable de un escultor y el hambre voraz de una bestia. Cuando el castigo de los dioses era sentenciado y se corría la voz, no se hablaba de otra cosa. No había nada que les resultara tan insólito y fascinante que la contemplación del dolor ajeno. ────¡Eso también lo sé! No más inmortalidad, no más trucos para salir del apuro. Sin voz sagrada que persuada a dioses o mortales, sin un aura divina que calme a quienes me rodean. No más vuelos por el cielo, no más juegos de disfraces. No más… castigos. Frunció el ceño; la mandíbula se le tensó, como si sintiera el peso de esas últimas palabras que acaba de escupir, llenas de una ira hacía sí misma que brotaba directamente desde el centro de su pecho. Una mezcla de culpa y vergüenza al saber que, alguna vez, ella había sido capaz de hacer aquello que ahora repudiaba: ser el juez y verdugo que ejecutaba el castigo divino. El calor le trepó a las mejillas. De pronto, se dio cuenta de que se había alterado y del silencio a su alrededor: el palacio estaba tan oscuro y quieto como una tumba. Por un instante, pareció querer continuar con algo más, pero se contuvo. Cerró los ojos, respiró hondo y dejó escapar el aire lentamente de sus pulmones. Al hablar, esta vez lo hizo con más calma. ────Ya lo sé. Sé a lo que me voy a enfrentar, Anquises. No es ni será fácil. Jamás he llevado el papel de una mortal más allá de la apariencia. Así que sí, tengo miedo. Y sí, tal vez esto sea una completa locura. Pero realmente quiero hacer esto. Quiero hacerlo. Anquises examinó a Afro con esos ojos pacientes y soltó un pequeño suspiro. Hincó una rodilla en el piso, frente a ella, y la constante llama de la lámpara de aceite sobre el mueble a su lado iluminó su rostro con luz ambarina. Su mirada era preciosa, sabia. Sus mejillas suaves y mandíbula de líneas duras estaban ocultas debajo de la espesa barba dorada y rizada. Allí, durante un instante, no estaba delante de un príncipe, había en algo en él que lo hacía ver mucho más antiguo, más experimentado que ella y los dioses que habitaban en los cielos. ────Si crees que eso es lo que lo mantendrá a salvo, lo haremos. Si el destino no puede ver lo que no se nombra, entonces no lo nombraremos. Serás su nodriza. Mantendremos esto en secreto. Nadie sabrá quién eres, ni quién es él. Pero Afro... Hizo una pausa y tomó una de sus manos entre las suyas. El tacto del príncipe era firme, áspero; manos acostumbradas al acero de las armas. ────Prométeme una cosa: cuando nuestro hijo crezca y tenga la edad suficiente, cuéntale la verdad. Quiero que sepa que tuvo una madre que lo amo tanto que arriesgó todo con tal de protegerlo y criarlo. Ella apretó los labios en una línea recta. Aquello no formaba parte de sus planes, en lo absoluto. O al menos, no lo había previsto hasta ese momento. Si su hijo crecía escuchando las historias que se contaban sobre ella… la vanidosa, cruel y vengativa diosa que despertaba el deseo en dioses y mortales ¿Podría quererla? Cuando llegara el momento de saber la verdad, ¿Le dejaría explicarse o saldría corriendo como si acabara de descubrir que su madre era una de las causas de las tragedias románticas del mundo conocido? Entre otras cosas peores. Suspiró. Sí... no era la imagen más alentadora del mundo. Tampoco era una imagen que a ella le gustara de sí misma. No se enorgullecía de ella. La detestaba. Pero supuso que ninguna madre divina podía esperar una presentación perfecta después de siglos de mala reputación sembrada en himnos, poemas y canciones. Sin embargo, él tenía razón. Su hijo merecía conocer la verdad, y no se la negaría. Se obligó a sonreír, y sus ojos interceptaron a los del príncipe. ────Te lo prometo. Cuando crezca y haya madurado... lo sabrá. ────Así me gusta, cabeza de caracol –murmuró él apretando su mano antes de soltarla. La sonrisa que él le esbozó la hizo sentir mejor. Acaso ¿él le estaba sonriendo con orgullo? ¿se sentía orgulloso de ella? No sabría decir sí era así o no, pero le gustó pensar que lo sentía–. Nunca haces las cosas fáciles, ¿eh? ────Bueno, si no son las Moiras quiénes se encargan de darte dolores de cabeza, alguien tiene que hacerlo y me tomo esa obligación divina muy enserio. Su convicción avivó renovada, serena y firme como la llama en la lampara de aceite: constante, sin perder su brillo, sin arder desbocada en la leña de una hoguera. Nunca había conocido los pesares que los mortales debían soportar. Jamás llevó cicatrices en la piel; en su rostro, la marca del tiempo nunca pasó. Enfermar era algo que ningún dios experimentó en su vida. Trató de imaginarse así misma postrada en cama, temblando por la fiebre, pero su mente no consiguió tejer bien la imagen. Solo se vio estremeciéndose por la caricia de un viento gélido que bastaba cubrir con una manta. Estaba segura de que no era la clase de temblor a la que Anquises se refería. Sentir miedo ante lo desconocido era ajeno a los dioses. Desde sus orgullosos tronos y palacios de mármol, creían poseer el conocimiento de todo cuanto habitaba en la tierra. Ahora, sin embargo, su pecho se agitaba ante la posibilidad de enfrentar algo sobre lo que ella no tenía control y conocimiento alguno: su propia existencia vivida bajo las condiciones de una mortal. Y aún así, había un temor mayor que la mortalidad misma. Uno que se levantó detrás de ella como una sombra silenciosa: si su hijo conocía la verdad sobre quién era ella… y la rechazaba, ¿su corazón sería capaz de soportarlo?
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  • Halloween: La Niebla y la Bruja

    Las calles del pueblo resplandecían en tonos naranjas y violetas. Las risas de los niños disfrazados llenaban el aire, y entre ellos caminábamos nosotras —una vampira y su lobita— compartiendo caramelos y miradas cómplices bajo la luna. Todo era juego y luz... hasta que el aire cambió.

    Una niebla espesa se deslizó entre las casas, apagando faroles y voces. En un parpadeo, la fiesta murió. Las calabazas se pudrieron, las calles se cubrieron de musgo, y el pueblo se transformó en un cementerio de sombras.

    En la plaza, una vieja bruja tomaba nota en un pergamino amarillento. A su alrededor, cajas repletas de niños temblorosos. “Si no vienen a comprar, márchense”, gruñó sin mirarnos siquiera.

    Pero Ryu, mi lobita, guardó silencio. Su mirada lo dijo todo.
    Yo di un paso adelante, tomándola de la mano.
    —Esta podría ser la ocasión para sanar… si quieres.

    La bruja rió, burlona, con voz de alquitrán.
    —¿Justicia? ¿Tú? ¿La pequeña loba que arrastra sangre en su pasado?

    Sus palabras buscaban herir, pero Ryu no vaciló. Su respiración se volvió tensa.
    —¿Qué pides por ellos? —preguntó con voz grave.

    La vieja se relamió.
    —Tu nombre verdadero, loba. Las criaturas que lo olvidan son más dóciles.

    Entonces Ryu sonrió. No con ternura, sino con algo más profundo… ancestral. En un parpadeo, su daga brilló con un fulgor púrpura y la cabeza de la bruja rodó sobre las piedras.

    El silencio pesó. El cuerpo ardió, consumido por su propia oscuridad, y en las cenizas quedó solo una nota escrita con ceniza viva:

    “EL AQUELARRE LO SABE, RYU ISHTAR YOKIN.”

    Me acerqué, la abracé con fuerza y susurré:
    —Tranquila, lobita… Respira. Yo velaré tu hibernación, y me encargaré de todo.

    La besé, temblando entre miedo y amor.
    Esa noche, bajo la luna, comprendí que ni siquiera el caos puede apagar la llama de lo que somos.

    🩷 Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン Ishtar Yokin — Noche de Halloween 🩷
    Halloween: La Niebla y la Bruja Las calles del pueblo resplandecían en tonos naranjas y violetas. Las risas de los niños disfrazados llenaban el aire, y entre ellos caminábamos nosotras —una vampira y su lobita— compartiendo caramelos y miradas cómplices bajo la luna. Todo era juego y luz... hasta que el aire cambió. Una niebla espesa se deslizó entre las casas, apagando faroles y voces. En un parpadeo, la fiesta murió. Las calabazas se pudrieron, las calles se cubrieron de musgo, y el pueblo se transformó en un cementerio de sombras. En la plaza, una vieja bruja tomaba nota en un pergamino amarillento. A su alrededor, cajas repletas de niños temblorosos. “Si no vienen a comprar, márchense”, gruñó sin mirarnos siquiera. Pero Ryu, mi lobita, guardó silencio. Su mirada lo dijo todo. Yo di un paso adelante, tomándola de la mano. —Esta podría ser la ocasión para sanar… si quieres. La bruja rió, burlona, con voz de alquitrán. —¿Justicia? ¿Tú? ¿La pequeña loba que arrastra sangre en su pasado? Sus palabras buscaban herir, pero Ryu no vaciló. Su respiración se volvió tensa. —¿Qué pides por ellos? —preguntó con voz grave. La vieja se relamió. —Tu nombre verdadero, loba. Las criaturas que lo olvidan son más dóciles. Entonces Ryu sonrió. No con ternura, sino con algo más profundo… ancestral. En un parpadeo, su daga brilló con un fulgor púrpura y la cabeza de la bruja rodó sobre las piedras. El silencio pesó. El cuerpo ardió, consumido por su propia oscuridad, y en las cenizas quedó solo una nota escrita con ceniza viva: “EL AQUELARRE LO SABE, RYU ISHTAR YOKIN.” Me acerqué, la abracé con fuerza y susurré: —Tranquila, lobita… Respira. Yo velaré tu hibernación, y me encargaré de todo. La besé, temblando entre miedo y amor. Esa noche, bajo la luna, comprendí que ni siquiera el caos puede apagar la llama de lo que somos. 🩷 [Ryu] — Noche de Halloween 🩷
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  • En las sombras
    Fandom ZYXS
    Categoría Suspenso
    El sol comenzaba a hundirse tras los árboles cuando Zaphiro decidió salir aprovechando el hecho de que su novio había ido por provisiones para la última noche al pueblo que se encontraba a media hora de la cabaña donde se quedaban.

    El aire del bosque estaba cargado de un silencio que dolía, Zaphiro avanzaba entre los árboles mientras el sol se desvanecía detrás de las montañas, tiñendo el cielo con un naranja apagado que pronto se tornó violeta. Su cámara colgaba de su cuello, olvidada... Cada paso que daba hacía crujir las hojas secas, un sonido que, de pronto, se sentía demasiado fuerte, demasiado solo...

    A medida que avanzaba, el aire se volvió más pesado. La temperatura descendió de golpe, y un escalofrío la recorrió de pies a cabeza. Detuvo el paso, todo estaba en silencio, un silencio tan profundo que hasta el clic de su cámara pareció una intrusión. Su aliento se condensó frente a ella, y una sensación helada se enroscó en su nuca

    Entonces lo sintió... La energía dentro de ella… ese pequeño destello de vida que apenas había descubierto, vibró con fuerza, como si intentara advertirle. Sus ojos cambiaron al tono violeta que solían adquirir cuando la magia se desbordaba, sin que ella pudiera controlarlo Y lo supo... no estaban solos.

    Zaphiro llevó una mano a su vientre, el instinto la atravesó como un rayo. Aún no comprendía del todo ese milagro diminuto que crecía dentro de ella, pero sabía que debía protegerlo. Sabía que su magia, y la vida que ahora llevaba, podían atraer cosas que no pertenecían a este mundo... Anyel se lo había advertido.

    Las sombras entre los árboles se movían, sin forma clara, pero con intención. Una presencia antigua, hambrienta, se deslizaba entre los troncos, observándola. Los dedos de Zaphiro temblaban, la electricidad bajo su piel se agitaba, buscando una salida.

    Sacó su teléfono y marcó el número de Anyel.
    -Por favor, contesta... -murmuró, su voz quebrada por el miedo...

    La llamada conectó, pero la señal era apenas un hilo. La voz de él se entrecortaba, mezclada con estática y un eco que no debía estar ahí, esperaba que el pudiera entender lo que ella decía.

    -Anyel, hay algo aquí -susurró con prisa- No sé qué es, pero se siente… oscuro. No puedo… -Su respiración se aceleró, y el aire a su alrededor chispeó con destellos lilas- No puedo controlarlo, necesito que vengas, por favor...

    Su entorno comenzó a crepitar, la electricidad surgiendo de su piel en pequeños relámpagos violetas. El teléfono se calentó rápidamente, hasta que el dolor la obligó a soltarlo. Cayó al suelo, partiéndose con un chasquido seco.

    -Mierda..-se quejo al ver su única forma de comunicación desvanecerse, giro a su alrededor tratando de encontrar el sendero, pero todo parecía moverse con ella, no reconocía donde estaba, incluso todo parecía más denso, como si estuviera en el corazón del bosque mismo.

    Zaphiro respiró con dificultad, los ojos fijos en la oscuridad que se extendía frente a ella... Entre los troncos, algo se movía, Una figura que no debía existir, deslizándose sin sonido…

    Y entonces, entre el murmullo del viento, escuchó su nombre, pronunciado en un susurro que heló hasta su alma

    -Zaphiro…

    Y con ello lo supo.... sabia que debia moverse, dentro de ella resonó una orden a su cuerpo de moverse... necesitaba ganar tiempo hasta que anyel llegara, y si se quedaba ahí ... negó con su cabeza desechando esos pensamientos mientras dejaba que aquella electricidad fluyera como si supiera que hacer, comenzó a correr , la electricidad golpeaba árboles a su alrededor de forma peligrosa, de pronto el fuego tambien comenzó a formar parte de aquel ambiente...
    El sol comenzaba a hundirse tras los árboles cuando Zaphiro decidió salir aprovechando el hecho de que su novio había ido por provisiones para la última noche al pueblo que se encontraba a media hora de la cabaña donde se quedaban. El aire del bosque estaba cargado de un silencio que dolía, Zaphiro avanzaba entre los árboles mientras el sol se desvanecía detrás de las montañas, tiñendo el cielo con un naranja apagado que pronto se tornó violeta. Su cámara colgaba de su cuello, olvidada... Cada paso que daba hacía crujir las hojas secas, un sonido que, de pronto, se sentía demasiado fuerte, demasiado solo... A medida que avanzaba, el aire se volvió más pesado. La temperatura descendió de golpe, y un escalofrío la recorrió de pies a cabeza. Detuvo el paso, todo estaba en silencio, un silencio tan profundo que hasta el clic de su cámara pareció una intrusión. Su aliento se condensó frente a ella, y una sensación helada se enroscó en su nuca Entonces lo sintió... La energía dentro de ella… ese pequeño destello de vida que apenas había descubierto, vibró con fuerza, como si intentara advertirle. Sus ojos cambiaron al tono violeta que solían adquirir cuando la magia se desbordaba, sin que ella pudiera controlarlo Y lo supo... no estaban solos. Zaphiro llevó una mano a su vientre, el instinto la atravesó como un rayo. Aún no comprendía del todo ese milagro diminuto que crecía dentro de ella, pero sabía que debía protegerlo. Sabía que su magia, y la vida que ahora llevaba, podían atraer cosas que no pertenecían a este mundo... Anyel se lo había advertido. Las sombras entre los árboles se movían, sin forma clara, pero con intención. Una presencia antigua, hambrienta, se deslizaba entre los troncos, observándola. Los dedos de Zaphiro temblaban, la electricidad bajo su piel se agitaba, buscando una salida. Sacó su teléfono y marcó el número de Anyel. -Por favor, contesta... -murmuró, su voz quebrada por el miedo... La llamada conectó, pero la señal era apenas un hilo. La voz de él se entrecortaba, mezclada con estática y un eco que no debía estar ahí, esperaba que el pudiera entender lo que ella decía. -Anyel, hay algo aquí -susurró con prisa- No sé qué es, pero se siente… oscuro. No puedo… -Su respiración se aceleró, y el aire a su alrededor chispeó con destellos lilas- No puedo controlarlo, necesito que vengas, por favor... Su entorno comenzó a crepitar, la electricidad surgiendo de su piel en pequeños relámpagos violetas. El teléfono se calentó rápidamente, hasta que el dolor la obligó a soltarlo. Cayó al suelo, partiéndose con un chasquido seco. -Mierda..-se quejo al ver su única forma de comunicación desvanecerse, giro a su alrededor tratando de encontrar el sendero, pero todo parecía moverse con ella, no reconocía donde estaba, incluso todo parecía más denso, como si estuviera en el corazón del bosque mismo. Zaphiro respiró con dificultad, los ojos fijos en la oscuridad que se extendía frente a ella... Entre los troncos, algo se movía, Una figura que no debía existir, deslizándose sin sonido… Y entonces, entre el murmullo del viento, escuchó su nombre, pronunciado en un susurro que heló hasta su alma -Zaphiro… Y con ello lo supo.... sabia que debia moverse, dentro de ella resonó una orden a su cuerpo de moverse... necesitaba ganar tiempo hasta que anyel llegara, y si se quedaba ahí ... negó con su cabeza desechando esos pensamientos mientras dejaba que aquella electricidad fluyera como si supiera que hacer, comenzó a correr , la electricidad golpeaba árboles a su alrededor de forma peligrosa, de pronto el fuego tambien comenzó a formar parte de aquel ambiente...
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