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    No copio escenas de los libros para no ser predecible y perder interés en la trama.
    crearemos nuestra propia historia con la misma energía, tensión y emoción.


    ¿Qué ofrezco?
    • Trama con drama, tensión, atracción prohibida y momentos intensos.
    • Rol fluido, con descripciones cuidadas pero sin eternizarme.
    • Mucha iniciativa para que la historia nunca se estanque.
    • Posibilidad de ir desde la primera parte hasta crear nuevas historias después.


    ¿Qué busco en ti?
    • Que disfrutes interpretando a Noah, con tu toque personal.
    • Que tengas ganas de química, conflicto y evolución real entre los personajes.
    • Que participes en la creación de nuevas tramas, giros y problemas.
    • Que, si varios días no puedes responder, avises para no dejar el rol colgado.


    Normas básicas (para no abandonar la historia)
    • Constancia sin presión: no pido rapidez, sino continuidad.
    • Si los personajes no conectan, lo hablamos y ajustamos, no me dejes esperando.
    • Drama SÍ, toxicidad fuera del rol NO.
    • Respuestas de varias líneas, pero sin convertirlo en novela.
    • Comunicación abierta: si algo no te gusta, lo dices.
    No copio escenas de los libros para no ser predecible y perder interés en la trama. crearemos nuestra propia historia con la misma energía, tensión y emoción. 🔥 ¿Qué ofrezco? • Trama con drama, tensión, atracción prohibida y momentos intensos. • Rol fluido, con descripciones cuidadas pero sin eternizarme. • Mucha iniciativa para que la historia nunca se estanque. • Posibilidad de ir desde la primera parte hasta crear nuevas historias después. 💫 ¿Qué busco en ti? • Que disfrutes interpretando a Noah, con tu toque personal. • Que tengas ganas de química, conflicto y evolución real entre los personajes. • Que participes en la creación de nuevas tramas, giros y problemas. • Que, si varios días no puedes responder, avises para no dejar el rol colgado. ✅ Normas básicas (para no abandonar la historia) • Constancia sin presión: no pido rapidez, sino continuidad. • Si los personajes no conectan, lo hablamos y ajustamos, no me dejes esperando. • Drama SÍ, toxicidad fuera del rol NO. • Respuestas de varias líneas, pero sin convertirlo en novela. • Comunicación abierta: si algo no te gusta, lo dices.
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  • POST MORTEM: Mentiras Piadosas.
    Fandom OC's
    Categoría Slice of Life
    : Nyssara Starfen
    : [En proceso de elección].


    El cielo de la mañana estaba limpio, de un azul frío que hacía contraste con el negro impecable del coche que avanzaba por la carretera. Ezra hojeaba, por última vez, las notas de su presentación. No las necesitaba realmente: su discurso estaba memorizado, pulido y revisado al milímetro. Pero el gesto transmitía control, disciplina… Y calma. Además, lo ayudaba para evitar la conversación superficial con Samantha.

    A su lado, la susodicha —una joven de cabello castaño recogido en un moño eficiente—, enviada por la universidad, revisaba el GPS.

    —Llegaremos diez minutos antes, señor Hamilton —informó con una cortesía exacta, modulada para no interrumpir su concentración.

    —Perfecto —respondió él, sin apartar la vista de las hojas—. Me gustaría hacer un breve recorrido por el auditorio antes de comenzar.

    El vehículo tomó la salida hacia el campus, un complejo elegante de edificios modernos rodeados por franjas de pinos. El logo de la Universidad de Oregón se veía en pancartas verdes y doradas que ondeaban en la brisa suave. Había estudiantes por todas partes, algunos cargando portátiles, otros corriendo en dirección contraria con café en mano, todos con el ritmo característico de un campus en plena actividad.

    El chófer aparcó en la zona reservada. En cuanto Ezra descendió, varios miembros del comité académico lo recibieron de inmediato.

    —Señor Hamilton, es un honor —saludó un profesor de criminología, estrechándole la mano con entusiasmo contenido—. Su charla ha generado mucha expectativa. No todos los días tenemos la oportunidad de escuchar cómo la tecnología está rediseñando nuestra disciplina.

    El empresario sonrió con esa mezcla justa de profesionalismo y cercanía.

    —El honor es mío. Las bases de la criminología siguen siendo humanas. La tecnología… Solo nos permite ver más claro lo que ya está ahí.

    Mientras caminaban hacia el edificio principal, los acompañantes comentaban detalles del evento. El castaño escuchaba atentamente, asentía, hacía pequeñas observaciones que denotaban que ya conocía de antemano la estructura del encuentro. Su presencia tenía ese efecto: imponía sin esfuerzo, no por rigidez, sino por la precisión de cada gesto.

    Cuando cruzaron las puertas de vidrio del auditorio, el murmullo del público empezó a filtrarse desde el interior. Luces, banners, pantallas listas para la presentación. Todo estaba preparado.

    Ezra respiró hondo.

    —Bien —dijo, acomodándose ligeramente el saco—. Hagamos que valga la pena.

    Y avanzó hacia el escenario con la seguridad de alguien acostumbrado a moverse en mundos donde cada detalle importa… Y donde él siempre se encarga de controlarlos.
    👤: [frost_black_deer_503] 💽: [En proceso de elección]. El cielo de la mañana estaba limpio, de un azul frío que hacía contraste con el negro impecable del coche que avanzaba por la carretera. Ezra hojeaba, por última vez, las notas de su presentación. No las necesitaba realmente: su discurso estaba memorizado, pulido y revisado al milímetro. Pero el gesto transmitía control, disciplina… Y calma. Además, lo ayudaba para evitar la conversación superficial con Samantha. A su lado, la susodicha —una joven de cabello castaño recogido en un moño eficiente—, enviada por la universidad, revisaba el GPS. —Llegaremos diez minutos antes, señor Hamilton —informó con una cortesía exacta, modulada para no interrumpir su concentración. —Perfecto —respondió él, sin apartar la vista de las hojas—. Me gustaría hacer un breve recorrido por el auditorio antes de comenzar. El vehículo tomó la salida hacia el campus, un complejo elegante de edificios modernos rodeados por franjas de pinos. El logo de la Universidad de Oregón se veía en pancartas verdes y doradas que ondeaban en la brisa suave. Había estudiantes por todas partes, algunos cargando portátiles, otros corriendo en dirección contraria con café en mano, todos con el ritmo característico de un campus en plena actividad. El chófer aparcó en la zona reservada. En cuanto Ezra descendió, varios miembros del comité académico lo recibieron de inmediato. —Señor Hamilton, es un honor —saludó un profesor de criminología, estrechándole la mano con entusiasmo contenido—. Su charla ha generado mucha expectativa. No todos los días tenemos la oportunidad de escuchar cómo la tecnología está rediseñando nuestra disciplina. El empresario sonrió con esa mezcla justa de profesionalismo y cercanía. —El honor es mío. Las bases de la criminología siguen siendo humanas. La tecnología… Solo nos permite ver más claro lo que ya está ahí. Mientras caminaban hacia el edificio principal, los acompañantes comentaban detalles del evento. El castaño escuchaba atentamente, asentía, hacía pequeñas observaciones que denotaban que ya conocía de antemano la estructura del encuentro. Su presencia tenía ese efecto: imponía sin esfuerzo, no por rigidez, sino por la precisión de cada gesto. Cuando cruzaron las puertas de vidrio del auditorio, el murmullo del público empezó a filtrarse desde el interior. Luces, banners, pantallas listas para la presentación. Todo estaba preparado. Ezra respiró hondo. —Bien —dijo, acomodándose ligeramente el saco—. Hagamos que valga la pena. Y avanzó hacia el escenario con la seguridad de alguien acostumbrado a moverse en mundos donde cada detalle importa… Y donde él siempre se encarga de controlarlos.
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  • ❝𝑸𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒂 𝒔𝒐𝒔𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓𝒍𝒐❞
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    ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ┈─✧ 𝑹𝒐𝒍 𝒕𝒐:
    ㅤㅤ╭─────────────────────╮
    ㅤㅤ╰─► 𝑲𝒂𝒕𝒉𝒆𝒓𝒊𝒏𝒆 𝑯𝒂𝒎𝒊𝒍𝒕𝒐𝒏

    ✧ㅤㅤ•ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ✩ㅤㅤ•ㅤㅤ .ㅤㅤ•ㅤㅤ.

    Tras varias semanas de acumular fondos a través de métodos que prefería no detallar, Kazuha regresaba, una vez más, desde la última vez que la había visitado. No a una tienda, sino a una brecha en la realidad que se aferraba a la normalidad como un hongo a la corteza de un árbol. La fachada era un café anodino, de nombre genérico, cuyo interior olía a grano tostado y pastel recién horneado.

    Dentro, nada fuera de lo normal. Solo un café más, ubicado en un callejón que no solía aparecer en mapas. El joven barista, de mirada cansada, la observó al entrar. No hubo saludo. No hacía falta. Ella era un huracán familiar en su rutina. Lo que siguió fue un código susurrado, 'Elowen', la contraseña ya innecesaria pero ritual. Él asintió, un gesto con su cabeza hacia la parte trasera.

    —La penúltima puerta. La azul brillante —murmuró el joven, deslizando una llave de latón oxidada sobre la barra de madera.

    ¿Era necesario? Absolutamente. Porque la verdadera tienda, era como un fantasma que cambiaba de habitación. Caminó por un pasillo estrecho, flanqueado por puertas de todas las formas y épocas. La 'puerta azul' no era azul realmente, sino de roble negro con un contorno que brillaba con un azul eléctrico y antinatural, como el borde de una herida neón en la realidad. No tenía pomo, solo una cerradura sobre la que alguien había tallado el perfil de una mujer de rostro desconocido y expresión doliente, que sabrá dios quién era.

    .ㅤㅤ. ㅤㅤ•ㅤㅤ•ㅤㅤㅤ˚ ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤㅤ.
    ㅤ•ㅤㅤ.ㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ✦ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ•ㅤㅤㅤㅤ•
    . ㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ•
    La llave giró. La puerta se abrió sola, sin que nadie la empujara. Y ella entró.ㅤㅤㅤ•
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    ✦ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ✦
    ·ㅤㅤㅤㅤ·ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ✦

    El cambio fue instantáneo. El aire se volvió espeso, con un olor profundo a raíces secas y el dulzor podrido de la magia estancada. Kazuha no miró a la derecha ni a la izquierda, su mirada no se perdió en los estantes que se extendían hacia el techo, y su atención tampoco fue robada por los clientes que observaban con fascinación los objetos. Sus botas negras afligieron el suelo de tablones gastados con una seguridad que solo anunciaba que sabía exactamente lo que quería, y había venido a tomarlo.

    Su silueta menuda, enfundada en una chaqueta de cuero que le quedaba un poco grande, cortó la penumbra, acercándose al mostrador de madera. Claro que ignoró por completo el suspiro exasperado que vino desde detrás del mostrador al fondo, donde un hombre tan arrugado y seco como el pergamino que restauraba, el señor Halmar, miraba su llegada con el entusiasmo de quien ve acercarse a un verdadero dolor de muelas.

    —No —escupió el anciano, sin preámbulos, limpiando sus gafas de carey con un pañuelo— ...no lo tengo. Alguien llegó primero. Y antes de que lo preguntes, no, no acepto duelos a muerte, desafíos de ingenio o cualquier otro drama en mi establecimiento.

    Kazuha se detuvo justo frente al mostrador, bajo la luz sucia que se filtraba por un vitral agrietado. No mostró decepción. Solo una leve inclinación de cabeza, como si estuviera recalculando sus palabras.

    —Tsk, qué mentiroso más poco creativo eres, Halmar —su voz era un canto juguetón, pero sus ojos oscuros, no se apartaban de él— Dame el bolígrafo, prometiste que me lo venderías. Ya tengo tu dinero. Y mi récord de no armar problemas dentro de tu tienda sigue impecable, no lo arruines.

    —Vendo a quien pague primero. Y ella pagó. Con tarjeta —refunfuñó Halmar, guardando sus gafas como si con eso pudiera guardarla a ella también— algo que tú, señorita, pareces haber olvidado que existe.

    —...Pagar con tarjeta es tan aburrido, y el plástico es tan mundano —Kazuha hizo un gesto de desdén— Como pagar multas, o pagar deudas. Cosas tristes, Halmar. Tristes y aburridísimas —cambió el tono de golpe—: ¡Te daré el doble! ¡El triple!

    —No se trata del precio. Se trata del principio. Y mi principio es evitar que conviertas mi tienda en un campo de batalla campal.

    —Ja, principio. ¡Si tuvieras principios cumplirías con tu promesa! Prometiste que guardarías el bolígrafo hasta que yo tuviera el dinero...

    Finalmente, la mirada de Kazuha se desvió hacia la estantería detrás de él. Allí, en un espacio vacío entre un orbe de cristal y un espejo, era donde debía estar. El bolígrafo que obligaba a escribir verdades. Justo lo que necesitaba para un... proyecto personal. Un resoplido exasperado se le escapó. Halmar, por una vez, no parecía estar mintiendo, pero, ¡¿dónde demonios estaba su bolígrafo?!.

    —...Dime, Halmar... —su voz bajó hasta convertirse en un susurro íntimo— ¿Le contaste a esa alma incauta... sobre la cláusula de propiedad no escrita? Esa que los artesanos graban en el alma de los objetos bonitos... La que dice que el verdadero dueño no es quien lo compra, sino... —hizo una pausa, apoyando ambas palmas sobre el mostrador polvoriento, y su voz se alzó, haciéndose audible en todo el local— ¡¿... QUIÉN PUEDA SOSTENERLO SIN ENLOQUECER?!

    Varios clientes volvieron la cabeza, alarmados. Halmar no pestañeó.

    —Baja la voz. Estás asustando a los clientes sensibles —murmuró con serenidad absoluta.

    Los ojos de Kazuha brillaron con un destello de carmesí apenas perceptible.

    —...Porque yo sí puedo sostenerlo —susurró, con una sonrisa que se torció lentamente en sus labios— Y tengo el presentimiento de que quien lo tenga... va a querer arrojarlo por la ventana muy, muy pronto. Pero... ¿Sabes que es lo más curioso, Halmar? ...Aún puedo sentir su esencia. El aura mágica de ese bolígrafo no ha abandonado este lugar. ¿No es así?

    Halmar la miró, y por primera vez, algo parecido a una leve tensión cruzó su rostro arrugado.

    —...No se ha ido, ¿verdad? —preguntó Kazuha— La persona a la que se lo vendiste... aún está aquí.

    Y fue entonces cuando se giró. Su mirada, curiosa, se deslizó por los pocos clientes hasta que se detuvo, por primera vez desde que había entrado, en una figura que permanecía junto a una vitrina de amuletos protectores. Una chica. Rubia.

    —Kazuha —la voz de Halmar fue una advertencia grave— ni se te ocurra fastidiar a la cliente nueva.

    ¿La nueva? ¿Quién era ella? ¿Por qué no la había visto antes, y por qué tenía su preciado bolígrafo en sus manos? Kazuha no dijo nada. Solo la miró. Y en esa mirada no había enfado, ni siquiera rivalidad. ¿Exasperación? Si, un poco de eso. Pero lo más notable, lo más evidente, era solo una pura y genuina curiosidad.
    ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ┈─✧ 𝑹𝒐𝒍 𝒕𝒐: ㅤㅤ╭─────────────────────╮ ㅤㅤ╰─► [Littl3Vodka] ✦ ✧ㅤㅤ•ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ✩ㅤㅤ•ㅤㅤ .ㅤㅤ•ㅤㅤ. Tras varias semanas de acumular fondos a través de métodos que prefería no detallar, Kazuha regresaba, una vez más, desde la última vez que la había visitado. No a una tienda, sino a una brecha en la realidad que se aferraba a la normalidad como un hongo a la corteza de un árbol. La fachada era un café anodino, de nombre genérico, cuyo interior olía a grano tostado y pastel recién horneado. Dentro, nada fuera de lo normal. Solo un café más, ubicado en un callejón que no solía aparecer en mapas. El joven barista, de mirada cansada, la observó al entrar. No hubo saludo. No hacía falta. Ella era un huracán familiar en su rutina. Lo que siguió fue un código susurrado, 'Elowen', la contraseña ya innecesaria pero ritual. Él asintió, un gesto con su cabeza hacia la parte trasera. —La penúltima puerta. La azul brillante —murmuró el joven, deslizando una llave de latón oxidada sobre la barra de madera. ¿Era necesario? Absolutamente. Porque la verdadera tienda, era como un fantasma que cambiaba de habitación. Caminó por un pasillo estrecho, flanqueado por puertas de todas las formas y épocas. La 'puerta azul' no era azul realmente, sino de roble negro con un contorno que brillaba con un azul eléctrico y antinatural, como el borde de una herida neón en la realidad. No tenía pomo, solo una cerradura sobre la que alguien había tallado el perfil de una mujer de rostro desconocido y expresión doliente, que sabrá dios quién era. .ㅤㅤ. ㅤㅤ•ㅤㅤ•ㅤㅤㅤ˚ ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤㅤ. ㅤ•ㅤㅤ.ㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ✦ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ•ㅤㅤㅤㅤ• . ㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ• La llave giró. La puerta se abrió sola, sin que nadie la empujara. Y ella entró.ㅤㅤㅤ• .ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ•ㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤㅤ• •ㅤㅤ. ㅤㅤㅤ✩ㅤㅤㅤ•ㅤ. ㅤㅤ•ㅤ.ㅤㅤㅤ.ㅤㅤ. ㅤㅤ.ㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ.ㅤㅤㅤㅤ. ✦ㅤㅤ.ㅤㅤㅤ*ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ✦ ·ㅤㅤㅤㅤ·ㅤㅤㅤㅤ˚ㅤㅤㅤㅤ✦ El cambio fue instantáneo. El aire se volvió espeso, con un olor profundo a raíces secas y el dulzor podrido de la magia estancada. Kazuha no miró a la derecha ni a la izquierda, su mirada no se perdió en los estantes que se extendían hacia el techo, y su atención tampoco fue robada por los clientes que observaban con fascinación los objetos. Sus botas negras afligieron el suelo de tablones gastados con una seguridad que solo anunciaba que sabía exactamente lo que quería, y había venido a tomarlo. Su silueta menuda, enfundada en una chaqueta de cuero que le quedaba un poco grande, cortó la penumbra, acercándose al mostrador de madera. Claro que ignoró por completo el suspiro exasperado que vino desde detrás del mostrador al fondo, donde un hombre tan arrugado y seco como el pergamino que restauraba, el señor Halmar, miraba su llegada con el entusiasmo de quien ve acercarse a un verdadero dolor de muelas. —No —escupió el anciano, sin preámbulos, limpiando sus gafas de carey con un pañuelo— ...no lo tengo. Alguien llegó primero. Y antes de que lo preguntes, no, no acepto duelos a muerte, desafíos de ingenio o cualquier otro drama en mi establecimiento. Kazuha se detuvo justo frente al mostrador, bajo la luz sucia que se filtraba por un vitral agrietado. No mostró decepción. Solo una leve inclinación de cabeza, como si estuviera recalculando sus palabras. —Tsk, qué mentiroso más poco creativo eres, Halmar —su voz era un canto juguetón, pero sus ojos oscuros, no se apartaban de él— Dame el bolígrafo, prometiste que me lo venderías. Ya tengo tu dinero. Y mi récord de no armar problemas dentro de tu tienda sigue impecable, no lo arruines. —Vendo a quien pague primero. Y ella pagó. Con tarjeta —refunfuñó Halmar, guardando sus gafas como si con eso pudiera guardarla a ella también— algo que tú, señorita, pareces haber olvidado que existe. —...Pagar con tarjeta es tan aburrido, y el plástico es tan mundano —Kazuha hizo un gesto de desdén— Como pagar multas, o pagar deudas. Cosas tristes, Halmar. Tristes y aburridísimas —cambió el tono de golpe—: ¡Te daré el doble! ¡El triple! —No se trata del precio. Se trata del principio. Y mi principio es evitar que conviertas mi tienda en un campo de batalla campal. —Ja, principio. ¡Si tuvieras principios cumplirías con tu promesa! Prometiste que guardarías el bolígrafo hasta que yo tuviera el dinero... Finalmente, la mirada de Kazuha se desvió hacia la estantería detrás de él. Allí, en un espacio vacío entre un orbe de cristal y un espejo, era donde debía estar. El bolígrafo que obligaba a escribir verdades. Justo lo que necesitaba para un... proyecto personal. Un resoplido exasperado se le escapó. Halmar, por una vez, no parecía estar mintiendo, pero, ¡¿dónde demonios estaba su bolígrafo?!. —...Dime, Halmar... —su voz bajó hasta convertirse en un susurro íntimo— ¿Le contaste a esa alma incauta... sobre la cláusula de propiedad no escrita? Esa que los artesanos graban en el alma de los objetos bonitos... La que dice que el verdadero dueño no es quien lo compra, sino... —hizo una pausa, apoyando ambas palmas sobre el mostrador polvoriento, y su voz se alzó, haciéndose audible en todo el local— ¡¿... QUIÉN PUEDA SOSTENERLO SIN ENLOQUECER?! Varios clientes volvieron la cabeza, alarmados. Halmar no pestañeó. —Baja la voz. Estás asustando a los clientes sensibles —murmuró con serenidad absoluta. Los ojos de Kazuha brillaron con un destello de carmesí apenas perceptible. —...Porque yo sí puedo sostenerlo —susurró, con una sonrisa que se torció lentamente en sus labios— Y tengo el presentimiento de que quien lo tenga... va a querer arrojarlo por la ventana muy, muy pronto. Pero... ¿Sabes que es lo más curioso, Halmar? ...Aún puedo sentir su esencia. El aura mágica de ese bolígrafo no ha abandonado este lugar. ¿No es así? Halmar la miró, y por primera vez, algo parecido a una leve tensión cruzó su rostro arrugado. —...No se ha ido, ¿verdad? —preguntó Kazuha— La persona a la que se lo vendiste... aún está aquí. Y fue entonces cuando se giró. Su mirada, curiosa, se deslizó por los pocos clientes hasta que se detuvo, por primera vez desde que había entrado, en una figura que permanecía junto a una vitrina de amuletos protectores. Una chica. Rubia. —Kazuha —la voz de Halmar fue una advertencia grave— ni se te ocurra fastidiar a la cliente nueva. ¿La nueva? ¿Quién era ella? ¿Por qué no la había visto antes, y por qué tenía su preciado bolígrafo en sus manos? Kazuha no dijo nada. Solo la miró. Y en esa mirada no había enfado, ni siquiera rivalidad. ¿Exasperación? Si, un poco de eso. Pero lo más notable, lo más evidente, era solo una pura y genuina curiosidad.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Haha lady me ofendí ya me bloqueó , creo que no aguantan el estilo dante , me da igual enserio gente ya maduren ! Esto es por diversión no andar como imbéciles peleándose quien es mejor , esto se supone nos desestresa a varios y parece todo lo opuesto no mms , hechenle ganas y enfoquence en lo suyo ,y a quien le quedó el saco ahí se lo pone

    Atte : su buen vecino el hombre araña digo dante (?)//
    Haha lady me ofendí ya me bloqueó , creo que no aguantan el estilo dante 😆, me da igual enserio gente ya maduren ! Esto es por diversión 😂 no andar como imbéciles peleándose quien es mejor , esto se supone nos desestresa a varios y parece todo lo opuesto no mms , hechenle ganas y enfoquence en lo suyo ,y a quien le quedó el saco ahí se lo pone Atte : su buen vecino el hombre araña digo dante (?)// :STK-20:
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  • Mei Ling vive con un tigre y varios gatos en un pequeño apartamento. Hoy solo quiere tomarse una foto seria para su perfil, pero la palabra tranquilidad no existe en su vocabulario... ni en la de sus mascotas.

    -Bien, todos tranquilos... esta vez quiero salir con estilo, ¿sí? Nada de arruinar la toma. -
    El gato gris rueda sobre su espalda mostrando la panza.

    -¿En serio, Momo? ¿Otra vez con eso? Pareces modelo de croquetas. -
    El tigre suelta un rugido leve, casi como una risa contenida.

    -¡Tú no te rías, Ray! La última vez casi te comiste el trípode. -
    Silencio. Mei Ling suspira y acomoda sus lentes con resignación.

    -Bueno… al menos somos auténticos. No todos pueden decir que viven con una fiera, tres gatos y una paciencia en peligro de extinción. -
    Mei Ling vive con un tigre y varios gatos en un pequeño apartamento. Hoy solo quiere tomarse una foto seria para su perfil, pero la palabra tranquilidad no existe en su vocabulario... ni en la de sus mascotas. -Bien, todos tranquilos... esta vez quiero salir con estilo, ¿sí? Nada de arruinar la toma. - El gato gris rueda sobre su espalda mostrando la panza. -¿En serio, Momo? ¿Otra vez con eso? Pareces modelo de croquetas. - El tigre suelta un rugido leve, casi como una risa contenida. -¡Tú no te rías, Ray! La última vez casi te comiste el trípode. - Silencio. Mei Ling suspira y acomoda sus lentes con resignación. -Bueno… al menos somos auténticos. No todos pueden decir que viven con una fiera, tres gatos y una paciencia en peligro de extinción. -
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  • Siii después de caminar por los pasillos por fin encontré leche de fresa llevare varios botes de todos los tamaños
    Siii después de caminar por los pasillos por fin encontré leche de fresa llevare varios botes de todos los tamaños
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  • -El menor miraba como la nieve caía, su cabello tenía varios copos de nieve y sonreía suavemente al ver el carrusel acomodó su bufanda y se sentó un momento bebiendo un poco de chocolate caliente-
    -El menor miraba como la nieve caía, su cabello tenía varios copos de nieve y sonreía suavemente al ver el carrusel acomodó su bufanda y se sentó un momento bebiendo un poco de chocolate caliente-
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  • Donde el hambre y la sed se encuentran.
    Fandom OC
    Categoría Suspenso
    Rol con: Lyra Velvetthorn

    El interior de la casa tenía una fragancia floral, la madera crujía ligeramente al caminar.
    La entrada era un pasillo de paredes amarillas adornadas con lineas verticales de color negro. Un pequeño mueble de madera oscura con detalles en dorado tenía un par de cosas encima, entre ellas un libro de portada gastada, una foto de un hombre rubio y una pequeña rosa de papel.
    En las paredes habían cuadros varios, uno de una chica de cabello rojo y ojos esmeralda, otro de una chica rubia de ojos carmesí que parecía llevar un vestido algo anticuado y un cuadro simple del cielo estrellado.
    El pasillo era extenso, pero Elías dirigió a la chica hacia la sala a la izquierda, sala que la chica había visto anteriormente a través de la ventana.
    Una chimenea de mármol encendida con un broche en la parte superior, estanterías llenas de libros, algunos con portadas cuidadas y otros desgastados por el tiempo.
    Un sillón individual, el asiento habitual de Elías y un sofá donde normalmente se sentaban las visitas.
    En el centro de la sala, cerca de los asientos, una pequeña mesa de madera clara, un par de ligeras manchas por los años de uso, pero en perfecto estado, sobre la misma, un pequeño jarrón con dos rosas rojas espinadas.
    La luz del techo alumbraba casi toda la sala, a excepción de las esquinas donde se acumulaba levemente la oscuridad.
    No había más sonido que el de las brasas de la chimenea, hasta que Elías señaló el sofá.
    Su voz resonó baja, cálida, sin curiosidad ni prisa — Siéntate. Te prepararé algo caliente. — Pensó que era lo mejor, después de todo, fuera hacia frío.

    El vapor del té comenzó a llenar la estancia, disolviendo poco a poco el frío del exterior.

    Elías colocó un juego de té en la mesa y rellenó ambas tazas antes de tomar asiento. Su mirada se posó sobre la chica, apoyó la cabeza en su mano y con voz calmada respondió a la pregunta que le habían hecho. — Si, vivo solo. — Aunque no fue siempre el caso, no valía la pena contar sobre los anteriores acompañantes del demonio.

    Era misterioso, un demonio con craneo de lobo, cuernos de cabra y proporciones exageradas, cualquiera hubiera salido corriendo. La ropa de Elías, una túnica negra con detalles grises que cubría completamente su forma, de mangas grandes y caídas, un chaleco de cuero en el hueco visible de la túnica, un jean totalmente negro y zapatos de vestir, guantes cubrían sus manos pero lo más curioso era la tela roja que unía sus cuernos por la parte trasera de su cráneo , la cual dejaba caer unos hilos dorados por su cuello, siendo este la única parte donde su piel era visible, de un color morado, casi enfermizo de cierta forma.
    Rol con: [legend_onyx_bull_636] El interior de la casa tenía una fragancia floral, la madera crujía ligeramente al caminar. La entrada era un pasillo de paredes amarillas adornadas con lineas verticales de color negro. Un pequeño mueble de madera oscura con detalles en dorado tenía un par de cosas encima, entre ellas un libro de portada gastada, una foto de un hombre rubio y una pequeña rosa de papel. En las paredes habían cuadros varios, uno de una chica de cabello rojo y ojos esmeralda, otro de una chica rubia de ojos carmesí que parecía llevar un vestido algo anticuado y un cuadro simple del cielo estrellado. El pasillo era extenso, pero Elías dirigió a la chica hacia la sala a la izquierda, sala que la chica había visto anteriormente a través de la ventana. Una chimenea de mármol encendida con un broche en la parte superior, estanterías llenas de libros, algunos con portadas cuidadas y otros desgastados por el tiempo. Un sillón individual, el asiento habitual de Elías y un sofá donde normalmente se sentaban las visitas. En el centro de la sala, cerca de los asientos, una pequeña mesa de madera clara, un par de ligeras manchas por los años de uso, pero en perfecto estado, sobre la misma, un pequeño jarrón con dos rosas rojas espinadas. La luz del techo alumbraba casi toda la sala, a excepción de las esquinas donde se acumulaba levemente la oscuridad. No había más sonido que el de las brasas de la chimenea, hasta que Elías señaló el sofá. Su voz resonó baja, cálida, sin curiosidad ni prisa — Siéntate. Te prepararé algo caliente. — Pensó que era lo mejor, después de todo, fuera hacia frío. El vapor del té comenzó a llenar la estancia, disolviendo poco a poco el frío del exterior. Elías colocó un juego de té en la mesa y rellenó ambas tazas antes de tomar asiento. Su mirada se posó sobre la chica, apoyó la cabeza en su mano y con voz calmada respondió a la pregunta que le habían hecho. — Si, vivo solo. — Aunque no fue siempre el caso, no valía la pena contar sobre los anteriores acompañantes del demonio. Era misterioso, un demonio con craneo de lobo, cuernos de cabra y proporciones exageradas, cualquiera hubiera salido corriendo. La ropa de Elías, una túnica negra con detalles grises que cubría completamente su forma, de mangas grandes y caídas, un chaleco de cuero en el hueco visible de la túnica, un jean totalmente negro y zapatos de vestir, guantes cubrían sus manos pero lo más curioso era la tela roja que unía sus cuernos por la parte trasera de su cráneo , la cual dejaba caer unos hilos dorados por su cuello, siendo este la única parte donde su piel era visible, de un color morado, casi enfermizo de cierta forma.
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  • -Para mantener sus ideas organizadas, comencé a limpiar en el ático, descubriendo varios objetos que había olvidado.-

    Oh, mira, mi máscara ritual, así que aquí estabas jxjxjxjx.

    -Comencé a abrillantar el cráneo hasta hacerlo brillar mientras cantaba.-

    https://youtu.be/xXByD-zF3qY?si=opoL0L-V1uVRxEv4
    -Para mantener sus ideas organizadas, comencé a limpiar en el ático, descubriendo varios objetos que había olvidado.- Oh, mira, mi máscara ritual, así que aquí estabas jxjxjxjx. -Comencé a abrillantar el cráneo hasta hacerlo brillar mientras cantaba.- https://youtu.be/xXByD-zF3qY?si=opoL0L-V1uVRxEv4
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  • "Las personas no son como mascotas que puedes ir levantando de la calle a todos, lo sabes."

    ── Yo fui un perro de la calle también y uni con rabia....uno que mató a varios perros sanos.
    Asi que....seguiré ayudando a los que pueda. ──
    "Las personas no son como mascotas que puedes ir levantando de la calle a todos, lo sabes." ── Yo fui un perro de la calle también y uni con rabia....uno que mató a varios perros sanos. Asi que....seguiré ayudando a los que pueda. ──
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