• ใ€¿๐‚๐ฎá๐ง๐ญ๐š๐ฌ ๐œ๐š๐›๐ž๐ณ๐š๐ฌ ๐๐ž๐›๐ž๐ง ๐ซ๐จ๐๐š๐ซ ๐ฉ๐š๐ซ๐š ๐ž๐ง๐œ๐จ๐ง๐ญ๐ซ๐š๐ซ ๐š๐ฅ ๐ฃ๐ž๐Ÿ๐ž ๐๐ž ๐ž๐ฌ๐ญá ๐ฆ๐š๐Ÿ๐ข๐š?ใ€‘






    En definitiva, no sabía qué le molestaba más: que nadie tuviera una respuesta clara sobre la ubicación de Kiev, o que los seis hombres que había entrenado personalmente para ser letales armas humanas estuvieran desperdiciando su tiempo tras una mujer que, tiempo atrás, había abandonado sin miramientos al ruso. Había dado la orden directa de que regresaran, pero ellos, siguiendo las instrucciones de Kiev, se mantenían firmes en su decisión de continuar la búsqueda. La desobediencia, por lealtad o no, comenzaba a socavar su ya frágil paciencia.

    La situación era un desastre creciente. Apenas había logrado recuperarse del secuestro que había sufrido junto a Vanya, una experiencia que solo habían superado gracias a la intervención oportuna de Elisabetta. Al regresar, lo primero que hizo fue asegurarse de que Camile estuviera en buen estado, y también de que pusieran a Vanya en una habitación para descansar. Luego, se encerró con Rubí para ponerse al día con los asuntos pendientes, aunque las noticias que ella traía no hacían más que empeorar su ánimo.

    Las malas noticias caían como una tormenta implacable, cada nuevo informe alimentando su frustración. El peso de las decisiones, El jodido padre de su amigo, Aleksander, la desobediencia de los hombres de Kiev y el caos generalizado hacían que su paciencia rozara peligrosamente el límite.

    — Vuelvan a llamar... Si no regresan antes del anochecer, voy arrancarles la cabeza personalmente.
    ใ€¿๐‚๐ฎá๐ง๐ญ๐š๐ฌ ๐œ๐š๐›๐ž๐ณ๐š๐ฌ ๐๐ž๐›๐ž๐ง ๐ซ๐จ๐๐š๐ซ ๐ฉ๐š๐ซ๐š ๐ž๐ง๐œ๐จ๐ง๐ญ๐ซ๐š๐ซ ๐š๐ฅ ๐ฃ๐ž๐Ÿ๐ž ๐๐ž ๐ž๐ฌ๐ญá ๐ฆ๐š๐Ÿ๐ข๐š?ใ€‘ En definitiva, no sabía qué le molestaba más: que nadie tuviera una respuesta clara sobre la ubicación de Kiev, o que los seis hombres que había entrenado personalmente para ser letales armas humanas estuvieran desperdiciando su tiempo tras una mujer que, tiempo atrás, había abandonado sin miramientos al ruso. Había dado la orden directa de que regresaran, pero ellos, siguiendo las instrucciones de Kiev, se mantenían firmes en su decisión de continuar la búsqueda. La desobediencia, por lealtad o no, comenzaba a socavar su ya frágil paciencia. La situación era un desastre creciente. Apenas había logrado recuperarse del secuestro que había sufrido junto a Vanya, una experiencia que solo habían superado gracias a la intervención oportuna de Elisabetta. Al regresar, lo primero que hizo fue asegurarse de que Camile estuviera en buen estado, y también de que pusieran a Vanya en una habitación para descansar. Luego, se encerró con Rubí para ponerse al día con los asuntos pendientes, aunque las noticias que ella traía no hacían más que empeorar su ánimo. Las malas noticias caían como una tormenta implacable, cada nuevo informe alimentando su frustración. El peso de las decisiones, El jodido padre de su amigo, Aleksander, la desobediencia de los hombres de Kiev y el caos generalizado hacían que su paciencia rozara peligrosamente el límite. — Vuelvan a llamar... Si no regresan antes del anochecer, voy arrancarles la cabeza personalmente.
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  • ๐Š๐ข๐ž๐ฏ ๐‘๐จ๐ฆ๐š๐ฅ๐ฌ๐ค๐จ ส€สแด€ษด Rubi Ketchlant เน‹ ๐š…๐šŠ๐š—๐šข๐šŠ เน‹ Agatha Williams

    { .Necesitaba enfriar la cabeza. ' }

    La vaga idea de todo lo acontecido con Kiev y los demás solo me atormentó y como era costumbre, escapé. Lejos. Tomé mi tiempo, si.. 3 meses. Fueron suficientes para no prenderme fuego en menos de 15 minutos. No es que no me preocupe nada, aparentó eso seguramente. Cuando me preocupo y me involucro, suelen suceder estas cosas. Las pastillas no me estaban haciendo mucho efecto, para terapias era muy tarde. Puedo decir que ahora estoy bien, lista para volver.

    Hace días que salí de la ciudad, tomé dos ferrys y me encuentro en el aeropuerto. Debo volver. No se nada de nadie. Entre todos mis sentidos y la maraña que hacían entre ellos, algo no olía bien, como si una tormenta se avecinara y revelara algo oculto. Al llegar al departamento, todo estaba como lo dejé, todo en su lugar. Chequé el teléfono, pero no había llamadas ni mensajes. Era extraño. Sabía que debía explicaciones de mi repentina desaparición. El presentimiento cobró fuerza, se hacía más presente.

    -Dijiste que no te involucrarías, y mírate. Se nota que se te escurre el alma entre los dedos, Irina.

    Me decía frente al espejo a mí misma. Revisé la computadora, la señal de Kiev había desaparecido, como si la tierra se lo tragara. Lo mismo había pasado con Ryan, con Vanya y con Rubi. Solo me quedaba esperar. Por primera vez en años, algo me preocupaba más que mi propia cabeza. Ahora solo quería saber que ellos estén bien.


    [Kiev_Romalsko] [Ryan_A] [Rub_i26] [Auroraghoulette12] [meteor_garnet_octopus_539] { .Necesitaba enfriar la cabeza. ' } La vaga idea de todo lo acontecido con Kiev y los demás solo me atormentó y como era costumbre, escapé. Lejos. Tomé mi tiempo, si.. 3 meses. Fueron suficientes para no prenderme fuego en menos de 15 minutos. No es que no me preocupe nada, aparentó eso seguramente. Cuando me preocupo y me involucro, suelen suceder estas cosas. Las pastillas no me estaban haciendo mucho efecto, para terapias era muy tarde. Puedo decir que ahora estoy bien, lista para volver. Hace días que salí de la ciudad, tomé dos ferrys y me encuentro en el aeropuerto. Debo volver. No se nada de nadie. Entre todos mis sentidos y la maraña que hacían entre ellos, algo no olía bien, como si una tormenta se avecinara y revelara algo oculto. Al llegar al departamento, todo estaba como lo dejé, todo en su lugar. Chequé el teléfono, pero no había llamadas ni mensajes. Era extraño. Sabía que debía explicaciones de mi repentina desaparición. El presentimiento cobró fuerza, se hacía más presente. -Dijiste que no te involucrarías, y mírate. Se nota que se te escurre el alma entre los dedos, Irina. Me decía frente al espejo a mí misma. Revisé la computadora, la señal de Kiev había desaparecido, como si la tierra se lo tragara. Lo mismo había pasado con Ryan, con Vanya y con Rubi. Solo me quedaba esperar. Por primera vez en años, algo me preocupaba más que mi propia cabeza. Ahora solo quería saber que ellos estén bien.
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  • ใ€ ๐๐ฎ๐ž๐ง๐จ, ๐ฒ๐š ๐ž๐ฌ ๐ก๐จ๐ซ๐š ๐๐ž ๐ฌ๐š๐ฅ๐ข๐ซ ๐๐ž ๐ž๐ฌ๐ญ๐ž ๐ฆ๐š๐ฅ๐๐ข๐ญ๐จ ๐ฅ๐ฎ๐ ๐š๐ซ. ใ€‘




    La habitación estaba impregnada de un hedor insoportable. Ryan permanecía inmóvil por un instante, su respiración agitada y sus ojos dorados recorriendo con desinterés los cuerpos inertes de sus sirvientes. Limpió la sangre de su rostro con la manga de su ropa, manchándola aún más, mientras su expresión permanecía imperturbable. Se inclinó ligeramente, trazando una cruz en el aire con su mano antes de inhalar profundamente. El aire se volvió denso, casi sofocante, pero aquello solo lo hizo sonreír. Las almas ya eran suyas.

    Con movimientos mecánicos, tomó a una mujer por el cabello, levantando primero su rostro y luego todo su cuerpo. Entrecerró los ojos, evaluando el tamaño y la complexión. Sí, eran similares a los de Vanya. Miró su muñeca: 8:37 pm. Aún tenía tiempo.

    Sin dudarlo, envolvió la herida con un trozo de tela, asegurándose de que no dejara rastros de sangre, y cargó el cuerpo sobre su hombro. Salió de la habitación sin prisa, avanzando por los pasillos oscuros, iluminados apenas por la luz de la luna que se colaba por los ventanales. Los largos corredores estaban silenciosos; la mayoría del personal estaba ocupado en los preparativos de la fiesta, dejando el resto de la propiedad en una calma inquietante.

    Cuando llegó a un ventanal, lo abrió con cuidado y salió al borde. Aferrándose al muro, caminó con precisión a pesar del peso que cargaba. Alcanzó otra ventana, la abrió y, con un movimiento rápido, lanzó el cuerpo al interior antes de entrar él mismo con agilidad.

    Dentro, una gran cama dominaba la habitación. Ryan miró hacia ella, sus ojos posándose en una figura envuelta en frazadas.

    —¿Sigues dormida? —preguntó mientras volvía a cargar el cuerpo sobre su hombro. La figura se movió lentamente, revelando a una mujer de cabello negro que parecía ida, aún atrapada en el torbellino de su mente. No era el cadáver lo que la perturbaba, sino lo que había experimentado ella misma. Ryan lo entendía bien; morir y revivir no era algo que cualquiera pudiera procesar fácilmente, mucho menos el dolor indescriptible de sentir cómo los huesos se rompían y perforaban los órganos.

    —Es hora de irnos —dijo con calma mientras se acercaba, extendiendo una mano enguantada hacia ella—. Sé que estás confundida, pero debemos movernos cuanto antes.

    Ella tomó su mano, y él la ayudó a ponerse de pie. Con cuidado, dejó el cuerpo sobre la cama, lo cubrió con las frazadas, asegurándose de que solo el cabello largo y oscuro quedara a la vista, como si aquel cuerpo sin vida pudiera pasar desapercibido. Buscó entre los cajones una chaqueta negra y se la entregó.

    —Póntela —indicó, su voz firme pero tranquila. Luego continuó—: Hay un auto negro esperándote. Los hombres de Kiev están ahí. No dejes que nadie te toque. Actúa normal y no hables de lo que sucedió con nadie. Primero, necesito hablar con Rubí. Correrás por los jardines, los guardias están concentrados en el área central. Yo me quedaré para hacer tiempo y vigilar que hallas salido sana y salva. Tengo que presentarme o comenzarán a buscarme. Cuídate mucho.

    . . .

    La fiesta era un espectáculo típico de la alta sociedad, elegante, pero vacío en esencia. Desde el balcón, Ryan observaba el gran salón con una copa de champagne en la mano, su postura firme y con una sonrisa cuidadosamente calculada. Sentía las miradas clavadas en él, como si fuera un cordero listo para el sacrificio. Lo que nadie entendía era que, en realidad, él era el cazador, no la presa.

    Un sirviente se acercó con paso firme, interrumpiendo sus pensamientos. Ryan giró con cierta lentitud para escucharlo. La noticia que traía era lo que había estado esperando: la carta ya había llegado al domicilio de una rusa que había conocido recientemente. El mensaje era simple, directo: que no asistiera a la fiesta, que él mismo iría a visitarla. No deseaba que ella estuviera cerca del infierno que estaba por desatarse. Aunque su encuentro había sido breve, había logrado ganarse su estima, algo que pocas personas conseguían.

    — Bene. Puoi ritirarti. — Respondió con tranquilidad.

    Cuando el sirviente se marchó, Ryan volvió a su posición inicial, relajando ligeramente los hombros. Aunque su expresión permanecía serena, la tensión seguía rondando su mente. Esperaba que el mensaje que le había dado Heinrich a Rubí, hubiera sido leída bien. Y que todo esto saliera de forma correcta o todos estaban condenados.

    Desde su lugar elevado, dejó que sus ojos recorrieran la multitud que disfrutaba de la música y las conversaciones superficiales. Hubo algo llamó su atención. Una mujer. Su cabello rojo destacaba sobre todas las personas. Su vestido blanco le daba un aire celestial, y el maquillaje delicado resaltaba la suavidad de sus rasgos.

    Un ángel que venía a salvarlo, o un demonio que estaba por desatar un infierno. De cualquier manera, lo hizo sonreír verdaderamente. Esto iba a ser divertido.

    La orquesta empezó a tocar una melodía suave, con el primer compás, el baile dió inicio , y con ello, el plan de su pronta liberación de aquel lugar.

    << Es algo curioso... ¿No fue en una fiesta donde te conocí hace ya varios años, mi querida amiga? >>
    ใ€ ๐๐ฎ๐ž๐ง๐จ, ๐ฒ๐š ๐ž๐ฌ ๐ก๐จ๐ซ๐š ๐๐ž ๐ฌ๐š๐ฅ๐ข๐ซ ๐๐ž ๐ž๐ฌ๐ญ๐ž ๐ฆ๐š๐ฅ๐๐ข๐ญ๐จ ๐ฅ๐ฎ๐ ๐š๐ซ. ใ€‘ La habitación estaba impregnada de un hedor insoportable. Ryan permanecía inmóvil por un instante, su respiración agitada y sus ojos dorados recorriendo con desinterés los cuerpos inertes de sus sirvientes. Limpió la sangre de su rostro con la manga de su ropa, manchándola aún más, mientras su expresión permanecía imperturbable. Se inclinó ligeramente, trazando una cruz en el aire con su mano antes de inhalar profundamente. El aire se volvió denso, casi sofocante, pero aquello solo lo hizo sonreír. Las almas ya eran suyas. Con movimientos mecánicos, tomó a una mujer por el cabello, levantando primero su rostro y luego todo su cuerpo. Entrecerró los ojos, evaluando el tamaño y la complexión. Sí, eran similares a los de Vanya. Miró su muñeca: 8:37 pm. Aún tenía tiempo. Sin dudarlo, envolvió la herida con un trozo de tela, asegurándose de que no dejara rastros de sangre, y cargó el cuerpo sobre su hombro. Salió de la habitación sin prisa, avanzando por los pasillos oscuros, iluminados apenas por la luz de la luna que se colaba por los ventanales. Los largos corredores estaban silenciosos; la mayoría del personal estaba ocupado en los preparativos de la fiesta, dejando el resto de la propiedad en una calma inquietante. Cuando llegó a un ventanal, lo abrió con cuidado y salió al borde. Aferrándose al muro, caminó con precisión a pesar del peso que cargaba. Alcanzó otra ventana, la abrió y, con un movimiento rápido, lanzó el cuerpo al interior antes de entrar él mismo con agilidad. Dentro, una gran cama dominaba la habitación. Ryan miró hacia ella, sus ojos posándose en una figura envuelta en frazadas. —¿Sigues dormida? —preguntó mientras volvía a cargar el cuerpo sobre su hombro. La figura se movió lentamente, revelando a una mujer de cabello negro que parecía ida, aún atrapada en el torbellino de su mente. No era el cadáver lo que la perturbaba, sino lo que había experimentado ella misma. Ryan lo entendía bien; morir y revivir no era algo que cualquiera pudiera procesar fácilmente, mucho menos el dolor indescriptible de sentir cómo los huesos se rompían y perforaban los órganos. —Es hora de irnos —dijo con calma mientras se acercaba, extendiendo una mano enguantada hacia ella—. Sé que estás confundida, pero debemos movernos cuanto antes. Ella tomó su mano, y él la ayudó a ponerse de pie. Con cuidado, dejó el cuerpo sobre la cama, lo cubrió con las frazadas, asegurándose de que solo el cabello largo y oscuro quedara a la vista, como si aquel cuerpo sin vida pudiera pasar desapercibido. Buscó entre los cajones una chaqueta negra y se la entregó. —Póntela —indicó, su voz firme pero tranquila. Luego continuó—: Hay un auto negro esperándote. Los hombres de Kiev están ahí. No dejes que nadie te toque. Actúa normal y no hables de lo que sucedió con nadie. Primero, necesito hablar con Rubí. Correrás por los jardines, los guardias están concentrados en el área central. Yo me quedaré para hacer tiempo y vigilar que hallas salido sana y salva. Tengo que presentarme o comenzarán a buscarme. Cuídate mucho. . . . La fiesta era un espectáculo típico de la alta sociedad, elegante, pero vacío en esencia. Desde el balcón, Ryan observaba el gran salón con una copa de champagne en la mano, su postura firme y con una sonrisa cuidadosamente calculada. Sentía las miradas clavadas en él, como si fuera un cordero listo para el sacrificio. Lo que nadie entendía era que, en realidad, él era el cazador, no la presa. Un sirviente se acercó con paso firme, interrumpiendo sus pensamientos. Ryan giró con cierta lentitud para escucharlo. La noticia que traía era lo que había estado esperando: la carta ya había llegado al domicilio de una rusa que había conocido recientemente. El mensaje era simple, directo: que no asistiera a la fiesta, que él mismo iría a visitarla. No deseaba que ella estuviera cerca del infierno que estaba por desatarse. Aunque su encuentro había sido breve, había logrado ganarse su estima, algo que pocas personas conseguían. — Bene. Puoi ritirarti. — Respondió con tranquilidad. Cuando el sirviente se marchó, Ryan volvió a su posición inicial, relajando ligeramente los hombros. Aunque su expresión permanecía serena, la tensión seguía rondando su mente. Esperaba que el mensaje que le había dado Heinrich a Rubí, hubiera sido leída bien. Y que todo esto saliera de forma correcta o todos estaban condenados. Desde su lugar elevado, dejó que sus ojos recorrieran la multitud que disfrutaba de la música y las conversaciones superficiales. Hubo algo llamó su atención. Una mujer. Su cabello rojo destacaba sobre todas las personas. Su vestido blanco le daba un aire celestial, y el maquillaje delicado resaltaba la suavidad de sus rasgos. Un ángel que venía a salvarlo, o un demonio que estaba por desatar un infierno. De cualquier manera, lo hizo sonreír verdaderamente. Esto iba a ser divertido. La orquesta empezó a tocar una melodía suave, con el primer compás, el baile dió inicio , y con ello, el plan de su pronta liberación de aquel lugar. << Es algo curioso... ¿No fue en una fiesta donde te conocí hace ya varios años, mi querida amiga? >>
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  • โ ๐‘ถ๐’‹๐’‚๐’á ๐’†๐’ ๐’‚๐’ˆ๐’–๐’‚ ๐’‘๐’–๐’…๐’Š๐’†๐’“๐’‚ ๐’๐’๐’†๐’—๐’‚๐’“๐’”๐’† ๐’‚๐’’๐’–๐’†๐’๐’๐’ ๐’’๐’–๐’† ๐’Ž๐’† ๐’‚๐’•๐’๐’“๐’Ž๐’†๐’๐’•๐’‚, ๐’‚๐’–๐’๐’’๐’–๐’† ๐’‚๐’‰๐’๐’“๐’‚ ๐’”๐’๐’๐’ ๐’Ž๐’† ๐’”๐’Š๐’“๐’—๐’‚ ๐’‘๐’‚๐’“๐’‚ ๐’•๐’“๐’‚๐’๐’’๐’–๐’Š๐’๐’Š๐’›๐’‚๐’“๐’Ž๐’† ๐’Ž๐’๐’Ž๐’†๐’๐’•á๐’๐’†๐’‚๐’Ž๐’†๐’๐’•๐’†. โž





    Una ducha. Solo deseaba el alivio de una ducha tibia para calmar sus nervios. Eran apenas las tres de la madrugada cuando despertó de golpe, jadeante y sudorosa, atrapada por los restos de una pesadilla que la dejó temblando. Se aferró a las mantas, intentando controlar su respiración mientras luchaba por evitar el inicio de un ataque de pánico.

    La sensación de su garganta siendo degollada todavía ardía en su mente, y aquella mirada penetrante se negaba a desaparecer. Cerró los ojos con fuerza, abrazándose a sí misma como un acto de desesperada autoprotección. El temblor en su cuerpo delataba el miedo que no podía contener, y su cabello rojo, desordenado, le cubría el rostro, creando un pequeño refugio contra la oscuridad que la rodeaba.

    Pero entonces, lo escuchó. Una voz masculina, baja y susurrante, hizo que cada músculo de su cuerpo se tensara. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras una figura negra empezaba a formarse en la esquina de la habitación. Con un grito sofocado y un impulso desesperado, tomó la lámpara de la mesita de noche y la lanzó contra la sombra. El sonido del vidrio rompiéndose llenó el aire, esparciendo los trozos por el suelo.

    Respiró profundamente, intentando recuperar el control. Se cubrió el rostro con las manos temblorosas y se levantó de la cama, dejando atrás el desastre. Sin detenerse, tomó una de las toallas blancas con bordados de alguna palabra en italiano del armario y se dirigió al baño.

    Una vez dentro, se despojó de su ropa rápidamente y abrió la ducha, dejando que el agua tibia recorriera su cuerpo, aún frío por el miedo. Cerró los ojos bajo el chorro, tratando de calmarse y enfocarse en lo que realmente importaba: el motivo por el cual estaba en Roma. Tenía que terminar el acuerdo con Elisabetta y luego partir en busca de Ryan y Vanya. No podía permitirse distracciones, no ahora.

    El golpe en la puerta de su habitación la sacó de sus pensamientos. Supuso que serían los empleados del hotel, preocupados por el estruendo. Soltó un último suspiro, se dio un par de palmaditas en las mejillas, antes de tomar la bata y salir de ahí.
    โ ๐‘ถ๐’‹๐’‚๐’á ๐’†๐’ ๐’‚๐’ˆ๐’–๐’‚ ๐’‘๐’–๐’…๐’Š๐’†๐’“๐’‚ ๐’๐’๐’†๐’—๐’‚๐’“๐’”๐’† ๐’‚๐’’๐’–๐’†๐’๐’๐’ ๐’’๐’–๐’† ๐’Ž๐’† ๐’‚๐’•๐’๐’“๐’Ž๐’†๐’๐’•๐’‚, ๐’‚๐’–๐’๐’’๐’–๐’† ๐’‚๐’‰๐’๐’“๐’‚ ๐’”๐’๐’๐’ ๐’Ž๐’† ๐’”๐’Š๐’“๐’—๐’‚ ๐’‘๐’‚๐’“๐’‚ ๐’•๐’“๐’‚๐’๐’’๐’–๐’Š๐’๐’Š๐’›๐’‚๐’“๐’Ž๐’† ๐’Ž๐’๐’Ž๐’†๐’๐’•á๐’๐’†๐’‚๐’Ž๐’†๐’๐’•๐’†. โž Una ducha. Solo deseaba el alivio de una ducha tibia para calmar sus nervios. Eran apenas las tres de la madrugada cuando despertó de golpe, jadeante y sudorosa, atrapada por los restos de una pesadilla que la dejó temblando. Se aferró a las mantas, intentando controlar su respiración mientras luchaba por evitar el inicio de un ataque de pánico. La sensación de su garganta siendo degollada todavía ardía en su mente, y aquella mirada penetrante se negaba a desaparecer. Cerró los ojos con fuerza, abrazándose a sí misma como un acto de desesperada autoprotección. El temblor en su cuerpo delataba el miedo que no podía contener, y su cabello rojo, desordenado, le cubría el rostro, creando un pequeño refugio contra la oscuridad que la rodeaba. Pero entonces, lo escuchó. Una voz masculina, baja y susurrante, hizo que cada músculo de su cuerpo se tensara. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras una figura negra empezaba a formarse en la esquina de la habitación. Con un grito sofocado y un impulso desesperado, tomó la lámpara de la mesita de noche y la lanzó contra la sombra. El sonido del vidrio rompiéndose llenó el aire, esparciendo los trozos por el suelo. Respiró profundamente, intentando recuperar el control. Se cubrió el rostro con las manos temblorosas y se levantó de la cama, dejando atrás el desastre. Sin detenerse, tomó una de las toallas blancas con bordados de alguna palabra en italiano del armario y se dirigió al baño. Una vez dentro, se despojó de su ropa rápidamente y abrió la ducha, dejando que el agua tibia recorriera su cuerpo, aún frío por el miedo. Cerró los ojos bajo el chorro, tratando de calmarse y enfocarse en lo que realmente importaba: el motivo por el cual estaba en Roma. Tenía que terminar el acuerdo con Elisabetta y luego partir en busca de Ryan y Vanya. No podía permitirse distracciones, no ahora. El golpe en la puerta de su habitación la sacó de sus pensamientos. Supuso que serían los empleados del hotel, preocupados por el estruendo. Soltó un último suspiro, se dio un par de palmaditas en las mejillas, antes de tomar la bata y salir de ahí.
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  • ใ€ ๐‘๐ž๐œ๐ฎ๐ž๐ซ๐๐จ ๐ก๐š๐›๐ž๐ซ ๐ญ๐ž๐ง๐ข๐๐จ ๐ฎ๐ง ๐œ๐จ๐ง๐ž๐ฃ๐จ ๐œ๐จ๐ฆ๐จ ๐ญ๐ฎ … ¿๐ƒ๐ž๐›๐ž๐ซí๐š ๐ž๐ฌ๐œ๐จ๐ง๐๐ž๐ซ๐ญ๐ž? ใ€‘







    Su primera mascota fue un conejo blanco. Para un niño de apenas ocho años, aquel animal era el regalo perfecto, el símbolo de una inocencia que aún no había aprendido a temer. Pero también sería la última.

    No entendía del todo a su madre; a menudo, sus ojos lo atravesaban con odio, desprecio y asco. Sin embargo, en la soledad de la noche, lejos de miradas ajenas, ella dejaba dulces y pequeños obsequios acompañados de notas cariñosas.

    En esas notas, le aseguraba que lo amaba, pero que su afecto debía mantenerse en secreto. Decía que era un "juego" y que, al final, habría una gran recompensa. El pequeño niño rubio se aferraba a esas palabras como un náufrago a una tabla, ignorando la confusión que su joven corazón albergaba. Porque, aunque lo emocionaban los gestos de su madre, le dolía la frialdad que mostraba ante los demás. Su padre tampoco era un refugio; lo obligaba a cumplir órdenes que él no entendía ni quería ejecutar.

    Ojalá hubiera sabido que, aquellas notas, nunca fueron escritas por su madre, sino, por su cuidadora Camile.

    Fue una tarde cuando su madre tomo el conejo, se lo arrebato de sus brazos. Antes de que pudiera reaccionar, vio cómo el animal era lanzado al patio, directo al territorio de los perros.

    Los gritos desesperados del niño llenaron el aire. Intentó correr tras Bianca, pero un tirón fuerte en su brazo lo detuvo. Sus pequeños ojos dorados miraron a su madre buscando alguna clase de explicación. Pero en cambio ella lo alzó como si fuera un muñeco de trapo y, sosteniéndolo con fuerza, lo obligó a mirar.

    —No apartes la vista — Las palabras de ella eran frías mientras lo forzaba a presenciar cómo los perros se abalanzaban sobre el pequeño cuerpo del conejo.

    El pequeño niño sollozaba, retorciéndose en un intento inútil por liberarse. Las lágrimas rodaban por su rostro mientras su voz se quebraba en súplicas. Pero su madre no cedió, sujetándolo con fuerza para que viera el cruel espectáculo hasta el final.

    Cuando los perros se dispersaron, lo dejaron acercarse. Con las manos temblorosas, recogió lo que quedaba de Bianca. Su pequeño cuerpo temblaba, incapaz de articular palabra. Solo el temblor de su labio inferior hablaba de su terror y de la angustia que lo ahogaba.

    Desde lejos, su padre observaba la escena con indiferencia, pero pronto una sonrisa apenas perceptible curvó sus labios.
    La familia Conti había construido su legado sobre la frialdad, sobre una indiferencia brutal hacia los lazos de sangre. En sus ojos, endurecer la mente de un niño no era cruel; era necesario. Y Alessandro, apenas consciente de lo que significaba llevar ese apellido, estaba a punto de descubrirlo.

    . . .

    El lugar era lúgubre, saturado por los gritos desesperados de personas y las órdenes ásperas de otros. Ryan fijó la vista en la pared de piedra caliza frente a él, manchada de sangre y salpicada de trozos de carne. Su espalda descansaba contra la superficie fría mientras tarareaba una canción, indiferente al caos que lo rodeaba. Su ropa estaba desgarrada y cubierta de suciedad; las heridas en sus piernas palpitaban y una quemadura fresca en su espalda le recordaba lo mal que había terminado el intento de escape.


    Lentamente, sus ojos ámbar se posaron en el cadáver de un hombre corpulento, tendido en un charco de sangre con la cabeza hecha pedazos. A su lado, un martillo, el arma usada para dejarlo sin vida. Una sonrisa torcida apareció en sus labios. Ese hombre no era otro que el primer ex-prometido de su compañera. Había tantos secretos que ella había ocultado, sorpresitas que terminó descubriendo.

    Killman había atacado sin previo aviso, rompiendo el tratado con su padre. Aunque fue su culpa, era su intención después de todo. Solo basto decirle que "Vanya es muy bonita, tanto que la hice mi novia" "Oye, ¿Te gustaria ser el padrino de bodas?" y ese bastardo perdio la cabeza por completo. Obviamente todo era mentira, ella no era nada mas que su amiga, pero sabia donde golpear para que un hombre perdiera la cabeza. Golpear su orgullo. "Ella si se quiere casar conmigo, al menos podremos tener hijos bonitos ¿No lo crees?"

    Volvio a reir al solo recordar aquello. Risa que no duro mucho.

    — Creo que ya vienen por nosotros —murmuró al escuchar pasos apresurados acercándose.

    Su tono tranquilo y sereno tenía algo profundamente inquietante.

    — Nos van a llevar a una de las propiedades de Fabrizio —añadió.

    Esperó, pero no obtuvo respuesta. Su mirada se desvió hacia su compañera, quien yacía inmóvil a su lado. Ryan tomó su mano, notándola helada, sin vida. Sin embargo, no parecía alarmado. Solo tenía que esperar unos minutos.

    — Será mejor que despiertes. Te cargaría, pero mi espalda aún duele. La quemadura sigue latiendo, y tengo suerte de que mis pulmones no hayan explotado.

    Hizo una pausa, sus labios curvándose en una sonrisa casi divertida, no pudo evitar reír un poco.

    — Tenemos que volver con los chicos. Kiev y Rubí estarán molestos si seguimos aquí. Vayamos con Fabrizio y, una vez recompuestos, busquemos cómo volver a huir.

    Le dio unas suaves palmaditas en la mejilla. En ese momento, la puerta metálica se abrió de golpe. La luz de las linternas lo obligó a cerrar los ojos un instante mientras se acostumbraba al resplandor. Unos hombres armados entraron, soltando suspiros de alivio al ver que el hijo de su jefe seguía con vida. Fue entonces cuando el cuerpo de su compañera comenzó a moverse.

    . . .

    La mansión de los Conti permanecía oculta tras un extenso bosque, con altos muros que separaban la naturaleza salvaje de la fría opulencia de la propiedad. Era un lugar diseñado tanto para proteger como para encerrar.

    Estaba en el jardín, bebiendo té mientras miraba las murallas. La pelinegra estaba en una de las habitaciones.

    — Esto me trae recuerdos... —murmuró con una sonrisa —. Cuando tenía doce años, mi madre me lanzó a los lobos para matarme. Mi padre lo sabía y decidió usarlo como una lección.

    Bebió un sorbo de té antes de añadir con tono casual.

    — Así que la usé de carnada y corrí de vuelta mientras ellos se la comían. Lindos recuerdos.

    Sonrió aunque no pudo evitar reír ante lo recordado, la servidumbre permanecía inmóvil, escuchando la retorcida historia. Ryan volteo a mirarlos unos segundos, antes de volver su mirada en su zapato, habia un conejito ahi. No dijo nada, pero si le parecio curioso. — ¿Bianca? — Sabia que no era ella, pero era tan idéntica, bueno, era un simple conejo blanco.

    ใ€ ๐‘๐ž๐œ๐ฎ๐ž๐ซ๐๐จ ๐ก๐š๐›๐ž๐ซ ๐ญ๐ž๐ง๐ข๐๐จ ๐ฎ๐ง ๐œ๐จ๐ง๐ž๐ฃ๐จ ๐œ๐จ๐ฆ๐จ ๐ญ๐ฎ … ¿๐ƒ๐ž๐›๐ž๐ซí๐š ๐ž๐ฌ๐œ๐จ๐ง๐๐ž๐ซ๐ญ๐ž? ใ€‘ Su primera mascota fue un conejo blanco. Para un niño de apenas ocho años, aquel animal era el regalo perfecto, el símbolo de una inocencia que aún no había aprendido a temer. Pero también sería la última. No entendía del todo a su madre; a menudo, sus ojos lo atravesaban con odio, desprecio y asco. Sin embargo, en la soledad de la noche, lejos de miradas ajenas, ella dejaba dulces y pequeños obsequios acompañados de notas cariñosas. En esas notas, le aseguraba que lo amaba, pero que su afecto debía mantenerse en secreto. Decía que era un "juego" y que, al final, habría una gran recompensa. El pequeño niño rubio se aferraba a esas palabras como un náufrago a una tabla, ignorando la confusión que su joven corazón albergaba. Porque, aunque lo emocionaban los gestos de su madre, le dolía la frialdad que mostraba ante los demás. Su padre tampoco era un refugio; lo obligaba a cumplir órdenes que él no entendía ni quería ejecutar. Ojalá hubiera sabido que, aquellas notas, nunca fueron escritas por su madre, sino, por su cuidadora Camile. Fue una tarde cuando su madre tomo el conejo, se lo arrebato de sus brazos. Antes de que pudiera reaccionar, vio cómo el animal era lanzado al patio, directo al territorio de los perros. Los gritos desesperados del niño llenaron el aire. Intentó correr tras Bianca, pero un tirón fuerte en su brazo lo detuvo. Sus pequeños ojos dorados miraron a su madre buscando alguna clase de explicación. Pero en cambio ella lo alzó como si fuera un muñeco de trapo y, sosteniéndolo con fuerza, lo obligó a mirar. —No apartes la vista — Las palabras de ella eran frías mientras lo forzaba a presenciar cómo los perros se abalanzaban sobre el pequeño cuerpo del conejo. El pequeño niño sollozaba, retorciéndose en un intento inútil por liberarse. Las lágrimas rodaban por su rostro mientras su voz se quebraba en súplicas. Pero su madre no cedió, sujetándolo con fuerza para que viera el cruel espectáculo hasta el final. Cuando los perros se dispersaron, lo dejaron acercarse. Con las manos temblorosas, recogió lo que quedaba de Bianca. Su pequeño cuerpo temblaba, incapaz de articular palabra. Solo el temblor de su labio inferior hablaba de su terror y de la angustia que lo ahogaba. Desde lejos, su padre observaba la escena con indiferencia, pero pronto una sonrisa apenas perceptible curvó sus labios. La familia Conti había construido su legado sobre la frialdad, sobre una indiferencia brutal hacia los lazos de sangre. En sus ojos, endurecer la mente de un niño no era cruel; era necesario. Y Alessandro, apenas consciente de lo que significaba llevar ese apellido, estaba a punto de descubrirlo. . . . El lugar era lúgubre, saturado por los gritos desesperados de personas y las órdenes ásperas de otros. Ryan fijó la vista en la pared de piedra caliza frente a él, manchada de sangre y salpicada de trozos de carne. Su espalda descansaba contra la superficie fría mientras tarareaba una canción, indiferente al caos que lo rodeaba. Su ropa estaba desgarrada y cubierta de suciedad; las heridas en sus piernas palpitaban y una quemadura fresca en su espalda le recordaba lo mal que había terminado el intento de escape. Lentamente, sus ojos ámbar se posaron en el cadáver de un hombre corpulento, tendido en un charco de sangre con la cabeza hecha pedazos. A su lado, un martillo, el arma usada para dejarlo sin vida. Una sonrisa torcida apareció en sus labios. Ese hombre no era otro que el primer ex-prometido de su compañera. Había tantos secretos que ella había ocultado, sorpresitas que terminó descubriendo. Killman había atacado sin previo aviso, rompiendo el tratado con su padre. Aunque fue su culpa, era su intención después de todo. Solo basto decirle que "Vanya es muy bonita, tanto que la hice mi novia" "Oye, ¿Te gustaria ser el padrino de bodas?" y ese bastardo perdio la cabeza por completo. Obviamente todo era mentira, ella no era nada mas que su amiga, pero sabia donde golpear para que un hombre perdiera la cabeza. Golpear su orgullo. "Ella si se quiere casar conmigo, al menos podremos tener hijos bonitos ¿No lo crees?" Volvio a reir al solo recordar aquello. Risa que no duro mucho. — Creo que ya vienen por nosotros —murmuró al escuchar pasos apresurados acercándose. Su tono tranquilo y sereno tenía algo profundamente inquietante. — Nos van a llevar a una de las propiedades de Fabrizio —añadió. Esperó, pero no obtuvo respuesta. Su mirada se desvió hacia su compañera, quien yacía inmóvil a su lado. Ryan tomó su mano, notándola helada, sin vida. Sin embargo, no parecía alarmado. Solo tenía que esperar unos minutos. — Será mejor que despiertes. Te cargaría, pero mi espalda aún duele. La quemadura sigue latiendo, y tengo suerte de que mis pulmones no hayan explotado. Hizo una pausa, sus labios curvándose en una sonrisa casi divertida, no pudo evitar reír un poco. — Tenemos que volver con los chicos. Kiev y Rubí estarán molestos si seguimos aquí. Vayamos con Fabrizio y, una vez recompuestos, busquemos cómo volver a huir. Le dio unas suaves palmaditas en la mejilla. En ese momento, la puerta metálica se abrió de golpe. La luz de las linternas lo obligó a cerrar los ojos un instante mientras se acostumbraba al resplandor. Unos hombres armados entraron, soltando suspiros de alivio al ver que el hijo de su jefe seguía con vida. Fue entonces cuando el cuerpo de su compañera comenzó a moverse. . . . La mansión de los Conti permanecía oculta tras un extenso bosque, con altos muros que separaban la naturaleza salvaje de la fría opulencia de la propiedad. Era un lugar diseñado tanto para proteger como para encerrar. Estaba en el jardín, bebiendo té mientras miraba las murallas. La pelinegra estaba en una de las habitaciones. — Esto me trae recuerdos... —murmuró con una sonrisa —. Cuando tenía doce años, mi madre me lanzó a los lobos para matarme. Mi padre lo sabía y decidió usarlo como una lección. Bebió un sorbo de té antes de añadir con tono casual. — Así que la usé de carnada y corrí de vuelta mientras ellos se la comían. Lindos recuerdos. Sonrió aunque no pudo evitar reír ante lo recordado, la servidumbre permanecía inmóvil, escuchando la retorcida historia. Ryan volteo a mirarlos unos segundos, antes de volver su mirada en su zapato, habia un conejito ahi. No dijo nada, pero si le parecio curioso. — ¿Bianca? — Sabia que no era ella, pero era tan idéntica, bueno, era un simple conejo blanco.
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  • โ ๐‘ฌ๐’๐’•๐’๐’๐’„๐’†๐’”, ๐’Ž๐’† ๐’‘๐’“๐’๐’Ž๐’†๐’•๐’Š๐’†๐’“๐’๐’ 3 ๐’”๐’†๐’Ž๐’‚๐’๐’‚๐’” ๐’…๐’† ๐’—๐’‚๐’„๐’‚๐’„๐’Š๐’๐’๐’†๐’” ๐’š ๐’‚๐’‰๐’๐’“๐’‚ ๐’“๐’†๐’”๐’–๐’๐’•๐’‚ ๐’’๐’–๐’† ๐’Ž๐’† ๐’๐’ ๐’“๐’†๐’…๐’–๐’‹๐’†๐’“๐’๐’ ๐’‚ ¡2! ¿๐‘ท๐’–๐’†๐’…๐’†๐’” ๐’„๐’“๐’†๐’†๐’“๐’๐’? โž






    Volvió a tomar un trago más de su bebida, un vasito con vodka de cereza, estaba realmente frustrada con esta injusticia ¿Y que mejor que desahogarse con un tipo que conoció hace apenas 15 minutos? Si, probablemente no estaba en todos sus sentidos, pero realmente necesitaba "liberarse".

    Había regresado de Alemania hace ya unos dos días, volvió a Suiza a pasar el resto de sus vacaciones y apenas estuvo cómoda, prendió su celular y varios mensajes le llegaron de golpe, era Marcos quien le puso al tanto de todo. Ryan y Vanya desaparecidos, reporte de que Kiev estaba hecho un desastre, Arturia desapareció pero en cambio de la nada una mujer había estado alado de Kiev este tiempo, no sabían quién era, pero parecía alguien cercana. Realmente no sabía que hacer con todas estas cosas. Quería matarlos. Para colmo Marcos le pidió ayuda para poner las cosas en calma, por lo que tuvo que reducir sus vacaciones una semana antes.

    — Esa maldad... Realmente quería pasar más tiempo aquí. ¿No pueden quedarse quietos? — Dejo el vaso a un lado, cubrió su rostro en su antebrazo. El alcohol realmente le estaba chocando la cabeza, perdió la cuenta de la cantidad que tomó. — Parecen niños... ¡Voy a pedir un aumento! Quemaré esa mansión y me van a conocer. — Ya había perdido la razón.
    โ ๐‘ฌ๐’๐’•๐’๐’๐’„๐’†๐’”, ๐’Ž๐’† ๐’‘๐’“๐’๐’Ž๐’†๐’•๐’Š๐’†๐’“๐’๐’ 3 ๐’”๐’†๐’Ž๐’‚๐’๐’‚๐’” ๐’…๐’† ๐’—๐’‚๐’„๐’‚๐’„๐’Š๐’๐’๐’†๐’” ๐’š ๐’‚๐’‰๐’๐’“๐’‚ ๐’“๐’†๐’”๐’–๐’๐’•๐’‚ ๐’’๐’–๐’† ๐’Ž๐’† ๐’๐’ ๐’“๐’†๐’…๐’–๐’‹๐’†๐’“๐’๐’ ๐’‚ ¡2! ¿๐‘ท๐’–๐’†๐’…๐’†๐’” ๐’„๐’“๐’†๐’†๐’“๐’๐’? โž Volvió a tomar un trago más de su bebida, un vasito con vodka de cereza, estaba realmente frustrada con esta injusticia ¿Y que mejor que desahogarse con un tipo que conoció hace apenas 15 minutos? Si, probablemente no estaba en todos sus sentidos, pero realmente necesitaba "liberarse". Había regresado de Alemania hace ya unos dos días, volvió a Suiza a pasar el resto de sus vacaciones y apenas estuvo cómoda, prendió su celular y varios mensajes le llegaron de golpe, era Marcos quien le puso al tanto de todo. Ryan y Vanya desaparecidos, reporte de que Kiev estaba hecho un desastre, Arturia desapareció pero en cambio de la nada una mujer había estado alado de Kiev este tiempo, no sabían quién era, pero parecía alguien cercana. Realmente no sabía que hacer con todas estas cosas. Quería matarlos. Para colmo Marcos le pidió ayuda para poner las cosas en calma, por lo que tuvo que reducir sus vacaciones una semana antes. — Esa maldad... Realmente quería pasar más tiempo aquí. ¿No pueden quedarse quietos? — Dejo el vaso a un lado, cubrió su rostro en su antebrazo. El alcohol realmente le estaba chocando la cabeza, perdió la cuenta de la cantidad que tomó. — Parecen niños... ¡Voy a pedir un aumento! Quemaré esa mansión y me van a conocer. — Ya había perdido la razón.
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  • " ¿๐˜ ๐ญú? ๐๐ž๐ง๐ฌé ๐ช๐ฎ๐ž ๐ญ๐ž ๐ก๐š๐›í๐š๐ฌ ๐ข๐๐จ ๐œ๐จ๐ง ๐ญ๐ฎ ๐๐ฎ๐žñ๐š, ๐ฉ๐ž๐ช๐ฎ๐žñ๐š... "





    Miraba a la gata enrollarse y ronronear sobre el mueble, justo al lado de él. Enarco una ceja realmente confundido por su presencia, no supo en qué momento la gatita había sido llevada a su propiedad, mucho menos entendía el porqué ahora estaba de color negro, sabiendo que ella tenía el pelaje del pecho de color blanco.

    La tomo entre sus manos, solo para notar que sus manos se manchaban con algo negro al tocarla y con ligero aroma a quemado.

    — ¿Volviste a jugar en la chimenea, ะšั€ะฐัะธะฒั‹ะน? — Preguntó como si el animal fuera a entenderlo. Aunque termino recibiendo un maullido como respuesta.

    A los pocos segundos vio como Leo perseguía a la mascota de Jade, seguido de algunas sirvientas tratando de atraparlos. El bullicio terminó por inundar la mansión entera. La gata de Rubí se bajó de sus brazos y fue corriendo a seguirles el paso.

    — Señor, Aún no tenemos información del señor Ryan. No hemos podido contactarnos con él ni con la señorita Vanya. — Dijo su asistente.

    Kiev volteo a mirarlo, ignorando por completo el desastre ocasionado por las mascotas. Al menos ya no estaba tan silencioso el lugar. Al escuchar sobre la noticia, suspiro de cansancio, hace poco había visto la noticia del lío que se habían metido ambos, en su intento de liberar monos, quería contactarse para ver si el problema era demasiado fuerte, pero no hubo respuesta.

    — Está bien, lo más probable es que sigan con lo suyo. Concéntrate en el almuerzo de la tarde. — Dejo de lado aquel asunto. Quería concentrarse en el almuerzo que se haría por su cumpleaños con las chicas, algo realmente tranquilo.

    Su asistente solo asintió, estuvo a punto de decir algo más cuando se escuchó un estruendo realmente fuerte por el área del comedor.

    — Y lleven a los animales a limpiarse, muevan el almuerzo al jardín. Evitemos problemas con la comida. — Dijo mientras se levantaba del sofá. Necesitaba un baño.
    " ¿๐˜ ๐ญú? ๐๐ž๐ง๐ฌé ๐ช๐ฎ๐ž ๐ญ๐ž ๐ก๐š๐›í๐š๐ฌ ๐ข๐๐จ ๐œ๐จ๐ง ๐ญ๐ฎ ๐๐ฎ๐žñ๐š, ๐ฉ๐ž๐ช๐ฎ๐žñ๐š... " Miraba a la gata enrollarse y ronronear sobre el mueble, justo al lado de él. Enarco una ceja realmente confundido por su presencia, no supo en qué momento la gatita había sido llevada a su propiedad, mucho menos entendía el porqué ahora estaba de color negro, sabiendo que ella tenía el pelaje del pecho de color blanco. La tomo entre sus manos, solo para notar que sus manos se manchaban con algo negro al tocarla y con ligero aroma a quemado. — ¿Volviste a jugar en la chimenea, ะšั€ะฐัะธะฒั‹ะน? — Preguntó como si el animal fuera a entenderlo. Aunque termino recibiendo un maullido como respuesta. A los pocos segundos vio como Leo perseguía a la mascota de Jade, seguido de algunas sirvientas tratando de atraparlos. El bullicio terminó por inundar la mansión entera. La gata de Rubí se bajó de sus brazos y fue corriendo a seguirles el paso. — Señor, Aún no tenemos información del señor Ryan. No hemos podido contactarnos con él ni con la señorita Vanya. — Dijo su asistente. Kiev volteo a mirarlo, ignorando por completo el desastre ocasionado por las mascotas. Al menos ya no estaba tan silencioso el lugar. Al escuchar sobre la noticia, suspiro de cansancio, hace poco había visto la noticia del lío que se habían metido ambos, en su intento de liberar monos, quería contactarse para ver si el problema era demasiado fuerte, pero no hubo respuesta. — Está bien, lo más probable es que sigan con lo suyo. Concéntrate en el almuerzo de la tarde. — Dejo de lado aquel asunto. Quería concentrarse en el almuerzo que se haría por su cumpleaños con las chicas, algo realmente tranquilo. Su asistente solo asintió, estuvo a punto de decir algo más cuando se escuchó un estruendo realmente fuerte por el área del comedor. — Y lleven a los animales a limpiarse, muevan el almuerzo al jardín. Evitemos problemas con la comida. — Dijo mientras se levantaba del sofá. Necesitaba un baño.
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  • " ๐‘๐ž๐š๐ฅ๐ฆ๐ž๐ง๐ญ๐ž ๐จ๐๐ข๐จ ๐ฅ๐š๐ฌ ๐ซ๐ž๐ฎ๐ง๐ข๐จ๐ง๐ž๐ฌ ๐Ÿ๐š๐ฆ๐ข๐ฅ๐ข๐š๐ซ๐ž๐ฌ "





    En toda su vida, fue tachado de muchas cosas. Algunas realmente malas, otras neutrales o buenas. Y a él, le importaba realmente una mierda.

    Un mentiroso a toda palabra, con una personalidad atrayente para las personas. Un manipulador que disfruta de ver caer a las personas en su red de mentiras. Haciéndose pasar por alguien completamente inocente, hasta hacerlos perder la cabeza o ver cómo su propia arrogancia los hacía bajar la guardia.

    Podría jugar con los sentimientos y el cerebro, uno realmente no lo sabría, hacerlos creer lo inofensivo que es, encantador como dicen, incluso hasta a veces tonto. Ese era Ryan, el nombre del personaje que creo Alessandro.



    No fue cuidadoso y lo sabia, bajo realmente la guardia cuando no debía, eso lo molestaba mucho. No le gustaba los juegos a menos que fueran suyos. Y mucho menos cuando alguien o algo se metía con lo que creía valioso.

    Había tan pocas personas dentro de ese círculo, y realmente tendría que ser alguien que valga la pena para estar en su mente.


    — Alessandro Carlo Di Conti Carleone — Repitió. — Acuérdate bien quién soy. La próxima que quieran hablar con ella, será a través de mi. Y no vuelvan a mandar a uno de sus grandulones cuando hablo con mi padre.

    El rubio extendió una cabeza masculina hacia afuera de las celda, con una sonrisa típica de él. Detrás de él, el cuerpo de un tipo que chorreaba sangre del cuello roto, mal cortado, generando un lago rojo.

    Llevaban días "secuestrados" , encerrados en uno de esos calabozos que recordaba haber estado de niño cuando su padre lo entrenaba y le daba una de esas lecciones de "vida" sobre como y dónde cortar cuerpos. Al principio, fue todo confuso pero al escuchar el acento marcado de cada trabajador, supo que estaban en Italia, específicamente en el norte. Los días pasaban, su comida no era más que Pan, sopa y agua. Se encargo personalmente de que su compañera comiera adecuadamente antes de que él probará un bocado. Había una gran diferencia entre el trato que se les daba, trataron de lastimarla y el resultado resultaba mal para aquellos que se atrevían a tocarla.

    Todo el momento estaba muy alerta, los días eran monótonos, empezaba aburrirse hasta que solicitaron su presencia por órdenes de su progenitor. Le dió un cuchillo para que ella pudiera protegerse, aprovecho el tiempo para enseñarle en dónde debería de atacar en caso de ser necesario. La iba a mantener con vida, al menos hasta encontrar la forma en que Vanya pudiera escapar.

    30 minutos fue el tiempo en que se ausentó, y cuando volvió, un hombre enorme estaba sobre su amiga. Perdió los estribos. Perdió la noción del tiempo en que torturó al hombre hasta poder arrancarle la cabeza y dársela a los guardias con una sonrisa engreída.

    Y en un dos por tres, los cambiaron de celda por como quedo la anterior. Aunque tampoco es que planeaba quedarse ahí por mucho tiempo.

    — Malditas ratas... Bueno, espero que con eso piensen mejor cuando quieran meterse contigo ¿No lo crees? — Dijo en un tono burlón mientras miraba a su amiga. — Y ya que estamos aquí, me gustaría saber un poco más de ti, เน‹ ๐š…๐šŠ๐š—๐šข๐šŠ เน‹ . ¿Hay algo que me estés ocultando? — Lo supo desde que llegó, había alguien detrás también de ella. El problema era que, ese tipo, parecía ser alguien quien realmente quería matarla. ¿Qué hizo esa niña para tener enemigos poderosos?

    Dejando de lado todo eso, debía comunicarse con su equipo, no solo se enteró de que iban detrás de ellos, sino que buscaban a Kiev también.

    Rubí, como extrañaba a esa mujer. Ella ya hubiera hecho un plan y probablemente lo hubiera regañado por ser tan descuidado. Si, ver su cara de molestia le ocacionaba gracia sin dudar.
    " ๐‘๐ž๐š๐ฅ๐ฆ๐ž๐ง๐ญ๐ž ๐จ๐๐ข๐จ ๐ฅ๐š๐ฌ ๐ซ๐ž๐ฎ๐ง๐ข๐จ๐ง๐ž๐ฌ ๐Ÿ๐š๐ฆ๐ข๐ฅ๐ข๐š๐ซ๐ž๐ฌ " En toda su vida, fue tachado de muchas cosas. Algunas realmente malas, otras neutrales o buenas. Y a él, le importaba realmente una mierda. Un mentiroso a toda palabra, con una personalidad atrayente para las personas. Un manipulador que disfruta de ver caer a las personas en su red de mentiras. Haciéndose pasar por alguien completamente inocente, hasta hacerlos perder la cabeza o ver cómo su propia arrogancia los hacía bajar la guardia. Podría jugar con los sentimientos y el cerebro, uno realmente no lo sabría, hacerlos creer lo inofensivo que es, encantador como dicen, incluso hasta a veces tonto. Ese era Ryan, el nombre del personaje que creo Alessandro. No fue cuidadoso y lo sabia, bajo realmente la guardia cuando no debía, eso lo molestaba mucho. No le gustaba los juegos a menos que fueran suyos. Y mucho menos cuando alguien o algo se metía con lo que creía valioso. Había tan pocas personas dentro de ese círculo, y realmente tendría que ser alguien que valga la pena para estar en su mente. — Alessandro Carlo Di Conti Carleone — Repitió. — Acuérdate bien quién soy. La próxima que quieran hablar con ella, será a través de mi. Y no vuelvan a mandar a uno de sus grandulones cuando hablo con mi padre. El rubio extendió una cabeza masculina hacia afuera de las celda, con una sonrisa típica de él. Detrás de él, el cuerpo de un tipo que chorreaba sangre del cuello roto, mal cortado, generando un lago rojo. Llevaban días "secuestrados" , encerrados en uno de esos calabozos que recordaba haber estado de niño cuando su padre lo entrenaba y le daba una de esas lecciones de "vida" sobre como y dónde cortar cuerpos. Al principio, fue todo confuso pero al escuchar el acento marcado de cada trabajador, supo que estaban en Italia, específicamente en el norte. Los días pasaban, su comida no era más que Pan, sopa y agua. Se encargo personalmente de que su compañera comiera adecuadamente antes de que él probará un bocado. Había una gran diferencia entre el trato que se les daba, trataron de lastimarla y el resultado resultaba mal para aquellos que se atrevían a tocarla. Todo el momento estaba muy alerta, los días eran monótonos, empezaba aburrirse hasta que solicitaron su presencia por órdenes de su progenitor. Le dió un cuchillo para que ella pudiera protegerse, aprovecho el tiempo para enseñarle en dónde debería de atacar en caso de ser necesario. La iba a mantener con vida, al menos hasta encontrar la forma en que Vanya pudiera escapar. 30 minutos fue el tiempo en que se ausentó, y cuando volvió, un hombre enorme estaba sobre su amiga. Perdió los estribos. Perdió la noción del tiempo en que torturó al hombre hasta poder arrancarle la cabeza y dársela a los guardias con una sonrisa engreída. Y en un dos por tres, los cambiaron de celda por como quedo la anterior. Aunque tampoco es que planeaba quedarse ahí por mucho tiempo. — Malditas ratas... Bueno, espero que con eso piensen mejor cuando quieran meterse contigo ¿No lo crees? — Dijo en un tono burlón mientras miraba a su amiga. — Y ya que estamos aquí, me gustaría saber un poco más de ti, [Auroraghoulette12] . ¿Hay algo que me estés ocultando? — Lo supo desde que llegó, había alguien detrás también de ella. El problema era que, ese tipo, parecía ser alguien quien realmente quería matarla. ¿Qué hizo esa niña para tener enemigos poderosos? Dejando de lado todo eso, debía comunicarse con su equipo, no solo se enteró de que iban detrás de ellos, sino que buscaban a Kiev también. Rubí, como extrañaba a esa mujer. Ella ya hubiera hecho un plan y probablemente lo hubiera regañado por ser tan descuidado. Si, ver su cara de molestia le ocacionaba gracia sin dudar.
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  • “ ๐„๐ฌ๐ญ๐จ๐ฒ ๐ฉ๐ž๐ซ๐๐ข๐ž๐ง๐๐จ ๐ฅ๐š ๐œ๐š๐›๐ž๐ณ๐š ”







    Ryan, no era alguien con quién solía abrirse a nadie, un hombre que era sumamente reservado con su vida personal a excepción de sus dos mejores amigos, Rubí y Kiev. Pero de alguna manera, Vanya logró terminar con aquello, con un humor casi idéntico al suyo, lo hizo entrar en confianza, formando así una buena amistad que simplemente se fortaleció con el tiempo. Le contaba sus problemas, ideas jodidamente locas y de paso, también el hecho que había sido rechazado por una mujer que el había amado, una pelirroja que lo había hecho caer de nuevo.


    Era su amiga, su compinche, su compañera para quemar medio planeta, era como la hermana que simplemente deseo haber tenido. Por esa razón, le dolía demasiado verla tan destrozada por un ser que ni si quiera quería mencionar, un "hombre" que le habia jurado amor, y que al final, no fueron mas que patrañas, quien al parecer también tenía cierta relación con uno de sus amigos, el cual preferiría evitar mencionar. Si Kiev o Rubí se enteraban de esto, no imaginaria su tipo de reacción ante esto, ya que Vanya era alguien sumamente importante para ellos, claro, no pensaba contárselos, no lo haría. Trataría de evitar que este problema escale a algo terrible por el bien de las personas involucradas, especialmente por Vanya.

    " ¿Debería dejar de ser amigo de una persona que... " No terminó de escribir la pregunta en Google, estaba totalmente agotado y no sabía que hacer con aquello. Al final terminó por cambiar la pregunta a "¿Cómo ayudar a una amiga qué está totalmente destrozada por un imbécil que simplemente quería utilizarla? " Las respuestas a su búsqueda eran infinitas, pero ninguna le servía. Ya había intentado de todo, de sacarla de la habitación, de acompañarla y hablar. Pero ella parecía tan ida, como si de un muerto se tratará, no sabía que hacer, a este paso estaba tan frustrado, no solo por sus problemas mentales, si no también por los de su amiga, en algun momento su mente retorcida habia pensado en la simple solución de "dejar caer la toalla" un pensamiento surgido por la exactitud de no saber que hacer.

    Dejo su cabeza caer y miro el gran festival que se celebraba desde lejos, una festividad movida, en dónde se supone que habían hecho planes con la pelinegra para ver cierto artista que tocaba, en dónde todas las personas del hotel se hallaban, todos excepto ellos dos.

    Trataba de pensar en alguna idea, necesitaba arreglar aquello lo más rápido posible. ¿Y si ella intentaba algo? ¿Si se hacía daño? El amor puede cegar tanto, a una manera que simplemente puede destruir una persona. No quería eso para una amiga, mucho menos para alguien que lo había apoyado tanto.

    Al final y al cabo, sus pensamientos fueron interrumpidos por un gran estruendo que escuchó en la habitación de alado, en la habitación de la pelinegra.

    — No, No, ¡No! ¡Vanya! ¡Abre la puerta! — Golpeó la puerta incontables veces, gritaba de forma brusca. Había perdido las veces que había golpeado desde que corrió hacia su habitación.— ¡No hagas nada estúpido, por favor! — Gritaba fuertemente.

    De la nada, simplemente no escuchó nada, su mente se desconecto un segundo, no fue más a juegos y abrió la puerta de una patada. Y ahí la vio, su cuerpo tirado en el piso.

    — No... ¡Vanya! — Corrió directamente hacia ella, tomo su rostro y le dió unos golpecitos en la mejilla tratando de despertarla. O al menos eso trataba, pero parecía sumamente inconsciente — Despierta, despierta.

    No sintió la presencia de varios hombres ahí, su concentración estaba dirigida hacia ella, hasta que escuchó algo metálico golpear el piso. Se quedó quieto y su mirada se dirigío hacia atrás para ver la presencia de cierto hombre.

    Un golpe fuerte en su cabeza fue suficiente para que él rubio cayera desmayado en el frío piso de la habitación.

    Varios hombres hicieron presencia y entre ellos uno que destacaba por su imponente figura. Tanto el cuerpo de Ryan y Vanya, fueron agarrados por unos grandulones, para llevárselos consigo fuera del hotel y posteriormente hacia unos autos de color negro.

    En algún momento se despertó con el nombre de su amiga en mente, la vio, pero amarrada
    y sin despertar. Cuando escuchó algo como motores de aviones, trato de moverse, buscar alguna forma de escapar de ahí, pero para su mala suerte, un hombre terminó drogandolo para hacerlo dormir, nuevamente esta s todo oscuro. Estaban jodidos.
    “ ๐„๐ฌ๐ญ๐จ๐ฒ ๐ฉ๐ž๐ซ๐๐ข๐ž๐ง๐๐จ ๐ฅ๐š ๐œ๐š๐›๐ž๐ณ๐š ” Ryan, no era alguien con quién solía abrirse a nadie, un hombre que era sumamente reservado con su vida personal a excepción de sus dos mejores amigos, Rubí y Kiev. Pero de alguna manera, Vanya logró terminar con aquello, con un humor casi idéntico al suyo, lo hizo entrar en confianza, formando así una buena amistad que simplemente se fortaleció con el tiempo. Le contaba sus problemas, ideas jodidamente locas y de paso, también el hecho que había sido rechazado por una mujer que el había amado, una pelirroja que lo había hecho caer de nuevo. Era su amiga, su compinche, su compañera para quemar medio planeta, era como la hermana que simplemente deseo haber tenido. Por esa razón, le dolía demasiado verla tan destrozada por un ser que ni si quiera quería mencionar, un "hombre" que le habia jurado amor, y que al final, no fueron mas que patrañas, quien al parecer también tenía cierta relación con uno de sus amigos, el cual preferiría evitar mencionar. Si Kiev o Rubí se enteraban de esto, no imaginaria su tipo de reacción ante esto, ya que Vanya era alguien sumamente importante para ellos, claro, no pensaba contárselos, no lo haría. Trataría de evitar que este problema escale a algo terrible por el bien de las personas involucradas, especialmente por Vanya. " ¿Debería dejar de ser amigo de una persona que... " No terminó de escribir la pregunta en Google, estaba totalmente agotado y no sabía que hacer con aquello. Al final terminó por cambiar la pregunta a "¿Cómo ayudar a una amiga qué está totalmente destrozada por un imbécil que simplemente quería utilizarla? " Las respuestas a su búsqueda eran infinitas, pero ninguna le servía. Ya había intentado de todo, de sacarla de la habitación, de acompañarla y hablar. Pero ella parecía tan ida, como si de un muerto se tratará, no sabía que hacer, a este paso estaba tan frustrado, no solo por sus problemas mentales, si no también por los de su amiga, en algun momento su mente retorcida habia pensado en la simple solución de "dejar caer la toalla" un pensamiento surgido por la exactitud de no saber que hacer. Dejo su cabeza caer y miro el gran festival que se celebraba desde lejos, una festividad movida, en dónde se supone que habían hecho planes con la pelinegra para ver cierto artista que tocaba, en dónde todas las personas del hotel se hallaban, todos excepto ellos dos. Trataba de pensar en alguna idea, necesitaba arreglar aquello lo más rápido posible. ¿Y si ella intentaba algo? ¿Si se hacía daño? El amor puede cegar tanto, a una manera que simplemente puede destruir una persona. No quería eso para una amiga, mucho menos para alguien que lo había apoyado tanto. Al final y al cabo, sus pensamientos fueron interrumpidos por un gran estruendo que escuchó en la habitación de alado, en la habitación de la pelinegra. — No, No, ¡No! ¡Vanya! ¡Abre la puerta! — Golpeó la puerta incontables veces, gritaba de forma brusca. Había perdido las veces que había golpeado desde que corrió hacia su habitación.— ¡No hagas nada estúpido, por favor! — Gritaba fuertemente. De la nada, simplemente no escuchó nada, su mente se desconecto un segundo, no fue más a juegos y abrió la puerta de una patada. Y ahí la vio, su cuerpo tirado en el piso. — No... ¡Vanya! — Corrió directamente hacia ella, tomo su rostro y le dió unos golpecitos en la mejilla tratando de despertarla. O al menos eso trataba, pero parecía sumamente inconsciente — Despierta, despierta. No sintió la presencia de varios hombres ahí, su concentración estaba dirigida hacia ella, hasta que escuchó algo metálico golpear el piso. Se quedó quieto y su mirada se dirigío hacia atrás para ver la presencia de cierto hombre. Un golpe fuerte en su cabeza fue suficiente para que él rubio cayera desmayado en el frío piso de la habitación. Varios hombres hicieron presencia y entre ellos uno que destacaba por su imponente figura. Tanto el cuerpo de Ryan y Vanya, fueron agarrados por unos grandulones, para llevárselos consigo fuera del hotel y posteriormente hacia unos autos de color negro. En algún momento se despertó con el nombre de su amiga en mente, la vio, pero amarrada y sin despertar. Cuando escuchó algo como motores de aviones, trato de moverse, buscar alguna forma de escapar de ahí, pero para su mala suerte, un hombre terminó drogandolo para hacerlo dormir, nuevamente esta s todo oscuro. Estaban jodidos.
    Me shockea
    Me encocora
    Me entristece
    Me endiabla
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  • “ ๐„๐ซ๐š ๐ฎ๐ง ๐ฏ๐ข๐š๐ฃ๐ž, ๐ง๐จ ๐ฎ๐ง ๐ข๐ง๐ญ๐ž๐ง๐ญ๐จ ๐๐ž ๐ฆ๐š๐ญ๐š๐ซ๐ฆ๐ž ”






    Terminaba de sentarse en la camilla de aquel hospital, una de las enfermeras le pasó su sudadera el cual no dudo en colocarse apenas lo tuvo en sus manos y con cuidado. Luego, su mirada se dirigío a la camilla de alado donde estaba Vanya quien también tenía un suero conectado, quien parecía ocultarse del mundo entero con su sudadera al ver que definitivamente habían salido en las noticias.


    “ ๐‘ซ๐’๐’” ๐’†๐’™๐’•๐’“๐’‚๐’๐’‹๐’†๐’“๐’๐’” ๐’‘๐’†๐’“๐’”๐’†๐’ˆ๐’–๐’Š๐’…๐’๐’” ๐’‘๐’๐’“ ๐’๐’‚ ๐’‘๐’๐’๐’Š๐’„๐’Š๐’‚. ๐‘ณ๐’–๐’†๐’ˆ๐’ ๐’…๐’† ๐’‚๐’“๐’Ž๐’‚๐’“ ๐’–๐’ ๐’“๐’†๐’—๐’–๐’†๐’๐’ ๐’‚๐’ ๐’†๐’™๐’Š๐’ˆ๐’†๐’“ ๐’๐’‚ ๐’๐’Š๐’ƒ๐’†๐’“๐’‚๐’„๐’Šó๐’ ๐’…๐’† ๐’–๐’๐’๐’” ๐’Ž๐’๐’๐’๐’” ๐’†๐’ ๐’–๐’ ๐’“๐’†๐’”๐’•๐’‚๐’–๐’“๐’‚๐’๐’•๐’†”


    El titular definitivamente era llamativo y resumía lo que básicamente había pasado. Pero ¿Cómo llegaron a ese punto?

    Había decidido hacer un tour por la amazonia brasileña, que por cierto, era un lugar hermoso, pajaritos para ahí animalitos por alla. Si, todo iba bien hasta que decidieron ir a comer en un pequeño restaurante local de ahí cerca. En el menú encontraron varios platillos que definitivamente querían probar, pero uno le llamo la atención, "Sopa de Macaco" ambos se miraron con curiosidad y pidieron el plato.

    Cuando su plato llegó y comieron un poco, le dió por saber que era "macaco" saco el traductor de su celular y pum, se dieron cuenta que "macaco" era mono en portugués, se dieron una mirada de complicidad, sabían lo que tenían que hacer, ¡Era su deber liberar aquellos monos encerrados en el patio de la cocina! Y entonces, se inició toda la huelga.

    El resto fue confuso, los monos salieron disparatados, la policía llegó y trataron de agarrarlos, pero no sé la dejaron fácilmente y comenzaron a correr, tuvieron algunas heridas raspones Pero nada grave, lastimosamente se raspó fuertemente el hombro con algo metálico que terminó sacándole sangre y una herida algo grande, probablemente cuando saltaban por aquellas casas abandonas, no lo sintió hasta que la policia los detuvieron y para rematar, comenzaron a sentirme mal cuando estaban siendo llevados a la comisaría y terminaron por vomitar en el auto de este, se intoxicaron.

    — Bueno, definitivamente Kiev se va a enterar de esto. — Aunque hayan pagado la multa de ambos para no ser arrestados. Sus caras definitivamente salieron en el noticiero. — Valió cada maldito segundo. — Rio por lo bajo. — เน‹ ๐š…๐šŠ๐š—๐šข๐šŠ เน‹ bueno, al menos cuando vuelvas hacer tus giras podrás decir orgullosamente que estuviste a a favor de la fauna de Brasil y que ayudaste a escapar a unos monos.

    Apenas sus vacaciones estaban por empezar.
    “ ๐„๐ซ๐š ๐ฎ๐ง ๐ฏ๐ข๐š๐ฃ๐ž, ๐ง๐จ ๐ฎ๐ง ๐ข๐ง๐ญ๐ž๐ง๐ญ๐จ ๐๐ž ๐ฆ๐š๐ญ๐š๐ซ๐ฆ๐ž ” Terminaba de sentarse en la camilla de aquel hospital, una de las enfermeras le pasó su sudadera el cual no dudo en colocarse apenas lo tuvo en sus manos y con cuidado. Luego, su mirada se dirigío a la camilla de alado donde estaba Vanya quien también tenía un suero conectado, quien parecía ocultarse del mundo entero con su sudadera al ver que definitivamente habían salido en las noticias. “ ๐‘ซ๐’๐’” ๐’†๐’™๐’•๐’“๐’‚๐’๐’‹๐’†๐’“๐’๐’” ๐’‘๐’†๐’“๐’”๐’†๐’ˆ๐’–๐’Š๐’…๐’๐’” ๐’‘๐’๐’“ ๐’๐’‚ ๐’‘๐’๐’๐’Š๐’„๐’Š๐’‚. ๐‘ณ๐’–๐’†๐’ˆ๐’ ๐’…๐’† ๐’‚๐’“๐’Ž๐’‚๐’“ ๐’–๐’ ๐’“๐’†๐’—๐’–๐’†๐’๐’ ๐’‚๐’ ๐’†๐’™๐’Š๐’ˆ๐’†๐’“ ๐’๐’‚ ๐’๐’Š๐’ƒ๐’†๐’“๐’‚๐’„๐’Šó๐’ ๐’…๐’† ๐’–๐’๐’๐’” ๐’Ž๐’๐’๐’๐’” ๐’†๐’ ๐’–๐’ ๐’“๐’†๐’”๐’•๐’‚๐’–๐’“๐’‚๐’๐’•๐’†” El titular definitivamente era llamativo y resumía lo que básicamente había pasado. Pero ¿Cómo llegaron a ese punto? Había decidido hacer un tour por la amazonia brasileña, que por cierto, era un lugar hermoso, pajaritos para ahí animalitos por alla. Si, todo iba bien hasta que decidieron ir a comer en un pequeño restaurante local de ahí cerca. En el menú encontraron varios platillos que definitivamente querían probar, pero uno le llamo la atención, "Sopa de Macaco" ambos se miraron con curiosidad y pidieron el plato. Cuando su plato llegó y comieron un poco, le dió por saber que era "macaco" saco el traductor de su celular y pum, se dieron cuenta que "macaco" era mono en portugués, se dieron una mirada de complicidad, sabían lo que tenían que hacer, ¡Era su deber liberar aquellos monos encerrados en el patio de la cocina! Y entonces, se inició toda la huelga. El resto fue confuso, los monos salieron disparatados, la policía llegó y trataron de agarrarlos, pero no sé la dejaron fácilmente y comenzaron a correr, tuvieron algunas heridas raspones Pero nada grave, lastimosamente se raspó fuertemente el hombro con algo metálico que terminó sacándole sangre y una herida algo grande, probablemente cuando saltaban por aquellas casas abandonas, no lo sintió hasta que la policia los detuvieron y para rematar, comenzaron a sentirme mal cuando estaban siendo llevados a la comisaría y terminaron por vomitar en el auto de este, se intoxicaron. — Bueno, definitivamente Kiev se va a enterar de esto. — Aunque hayan pagado la multa de ambos para no ser arrestados. Sus caras definitivamente salieron en el noticiero. — Valió cada maldito segundo. — Rio por lo bajo. — [Auroraghoulette12] bueno, al menos cuando vuelvas hacer tus giras podrás decir orgullosamente que estuviste a a favor de la fauna de Brasil y que ayudaste a escapar a unos monos. Apenas sus vacaciones estaban por empezar.
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