• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    El jurado considera que les ha dado a los concursantes el tiempo suficiente para terminar con el primer plato (dos meses, de hecho).

    ¿No es momento de ir presentando lo que han preparado?

    Justamente, para darle la razón, el sonido de un timbre resonó por toda la estancia, anunciando el fin del tiempo estipulado en el gran reloj que colgaba frente a las estaciones de trabajo.

    Jean se levantó del asiento central.
    —Damas y caballeros —pronunció en voz alta. —El tiempo ha finalizado. No toquen más nada de su estación. Iremos llamándolos en orden para que presenten sus creaciones.
    El jurado considera que les ha dado a los concursantes el tiempo suficiente para terminar con el primer plato (dos meses, de hecho). ¿No es momento de ir presentando lo que han preparado? Justamente, para darle la razón, el sonido de un timbre resonó por toda la estancia, anunciando el fin del tiempo estipulado en el gran reloj que colgaba frente a las estaciones de trabajo. Jean se levantó del asiento central. —Damas y caballeros —pronunció en voz alta. —El tiempo ha finalizado. No toquen más nada de su estación. Iremos llamándolos en orden para que presenten sus creaciones.
    En un amplio salón, donde la luz del día entraba a raudales, se hallaba una larga y llamativa mesa con un mantel blanco. Sobre esta había platos vacíos y, sentados, varios jurados mirando hacia el frente, es decir, hacia los concursantes presentes.

    —Bienvenidos al concurso anual de cocina —presentó Jean, quien era el único que no estaba sentado en el jurado, dado que estaba a cargo de la explicación.
    —Como es habitual, los participantes cocinarán un platillo y lo presentarán al jurado para que lo evalúe.

    Carraspeó, bebió un poco de agua y continuó:

    —En la primera instancia tendrán 40 minutos y, a medida que vayan avanzando, este tiempo irá aumentando, así como nuestra exigencia. ¿Ha quedado claro?

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  • Un manto de nubes bajas cubría el cementerio como si supiera que alguien importante había regresado. Las lápidas alineadas como soldados sin nombre, se extendían en filas silenciosas. Y entre todas ellas, una resaltaba. La lápida decía Nolan Grayson. No “Omniman” y tampoco “amado padre” o “asesino” ni “héroe”, solo el nombre que utilizaba en la tierra. Como si eso bastara para redimir todo lo demás.

    Mark aterrizó sin ruido, con su pulcro uniforme viltrumita. A diferencia del joven idealista que una vez lloró sobre este mismo suelo, ahora no había rabia, ni lágrimas, solo el peso del deber.

    Caminó entre las tumbas con las manos a los lados con la mirada baja, pero no era por tristeza; solo era distante. Se detuvo frente a la lápida.

    —Padre. —murmuró con la voz ronca, como si no hubiera hablado en días

    —¿Sabes? Nunca me convenció tu fachada de héroe que lucha por la justicia. —torció la boca, sin humor aparente.

    Luego se quedó en silencio. El viento movía apenas los bordes de su falda gris. Su mirada no cambiaba, no había nostalgia, solo calma, como si su mente solo tuviera recuerdos ya desgastados.

    —Pero supongo que no tenías otra opción. —Añadió tras un rato.

    Hizo una breve pausa, bajando la vista hacia la lápida. No tenía intenciones de inclinarse, ni de tocar la lápida como señal de cariño. Solo se limitó a observarla, como quien mira una palabra en un idioma que habla.

    —Mira cómo terminó todo. —Su voz era sarcástica, seca como papel viejo— Fuiste asesinado por mi, nuestro imperio pronto conquistará la tierra y ellos viven como si nada hubiera sucedido.

    El Viltrumita dirigió su mirada al cielo.

    —Cuando mataste a mamá frente a mis ojos, te odié. —Comentó sin emoción, hablando obviamente para si mismo.

    —Pero sabía que tenías razón, el amor es solo un sentimiento que limita nuestra fuerza.

    Mark cerró los ojos unos segundos. Respiró hondo, profundo. No porque necesitara el aire… sino porque necesitaba una pausa.

    —¿Sabes? —dijo con una ligera sonrisa torcida.

    —A veces me sorprende que aún escuche tu voz en mi cabeza. Como si no te hubieras ido del todo. Aunque si supieras cómo te contradigo cada día, probablemente me darías otro de esos discursos de “debilidad emocional” que tanto amabas.

    Hizo una pausa final.

    —Bueno, no me extenderé más. Descuida, aún estoy en la causa de nuestro pueblo y sé que este es el camino que debo seguir. Hasta pronto, maldito anciano.

    Y con un impulso sordo, Mark despegó del suelo. No miró atrás, no volvió a hablar. Se elevó en línea recta, atravesando las nubes, dejando atrás tumbas, recuerdos, y una vida que ya no le pertenecía. Solo quedó el cielo, y el eco de un adiós que nunca fue cálido.
    Un manto de nubes bajas cubría el cementerio como si supiera que alguien importante había regresado. Las lápidas alineadas como soldados sin nombre, se extendían en filas silenciosas. Y entre todas ellas, una resaltaba. La lápida decía Nolan Grayson. No “Omniman” y tampoco “amado padre” o “asesino” ni “héroe”, solo el nombre que utilizaba en la tierra. Como si eso bastara para redimir todo lo demás. Mark aterrizó sin ruido, con su pulcro uniforme viltrumita. A diferencia del joven idealista que una vez lloró sobre este mismo suelo, ahora no había rabia, ni lágrimas, solo el peso del deber. Caminó entre las tumbas con las manos a los lados con la mirada baja, pero no era por tristeza; solo era distante. Se detuvo frente a la lápida. —Padre. —murmuró con la voz ronca, como si no hubiera hablado en días —¿Sabes? Nunca me convenció tu fachada de héroe que lucha por la justicia. —torció la boca, sin humor aparente. Luego se quedó en silencio. El viento movía apenas los bordes de su falda gris. Su mirada no cambiaba, no había nostalgia, solo calma, como si su mente solo tuviera recuerdos ya desgastados. —Pero supongo que no tenías otra opción. —Añadió tras un rato. Hizo una breve pausa, bajando la vista hacia la lápida. No tenía intenciones de inclinarse, ni de tocar la lápida como señal de cariño. Solo se limitó a observarla, como quien mira una palabra en un idioma que habla. —Mira cómo terminó todo. —Su voz era sarcástica, seca como papel viejo— Fuiste asesinado por mi, nuestro imperio pronto conquistará la tierra y ellos viven como si nada hubiera sucedido. El Viltrumita dirigió su mirada al cielo. —Cuando mataste a mamá frente a mis ojos, te odié. —Comentó sin emoción, hablando obviamente para si mismo. —Pero sabía que tenías razón, el amor es solo un sentimiento que limita nuestra fuerza. Mark cerró los ojos unos segundos. Respiró hondo, profundo. No porque necesitara el aire… sino porque necesitaba una pausa. —¿Sabes? —dijo con una ligera sonrisa torcida. —A veces me sorprende que aún escuche tu voz en mi cabeza. Como si no te hubieras ido del todo. Aunque si supieras cómo te contradigo cada día, probablemente me darías otro de esos discursos de “debilidad emocional” que tanto amabas. Hizo una pausa final. —Bueno, no me extenderé más. Descuida, aún estoy en la causa de nuestro pueblo y sé que este es el camino que debo seguir. Hasta pronto, maldito anciano. Y con un impulso sordo, Mark despegó del suelo. No miró atrás, no volvió a hablar. Se elevó en línea recta, atravesando las nubes, dejando atrás tumbas, recuerdos, y una vida que ya no le pertenecía. Solo quedó el cielo, y el eco de un adiós que nunca fue cálido.
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  • La nieve caía en silencio y el caballero avanzaba con pasos tambaleantes, dejando un rastro de sangre fresca que se ocultaba bajo el blanco recién caído. Se detuvo al llegar a un viejo árbol ennegrecido, apoyando el hombro contra su corteza rugosa. El cuero de su armadura estaba desgarrado en varios puntos; uno de los cortes en el torso parecía más quemadura que herida. Aún humeaba débilmente, como si la magia oscura que lo alcanzó no hubiera terminado su obra.
    El brazo izquierdo colgaba inmóvil a su costado, la articulación del hombro inflamada, marcada por el impacto de un golpe que le partió el escudo y lo lanzó contra un muro de piedra. Apenas podía respirar sin sentir que algo dentro se rompía un poco más.
    Con sus dedos temblorosos trataba de aflojar el vendaje en su abdomen. Lo había apretado con urgencia para no desangrarse, pero sabía que no duraría mucho más si no encontraba ayuda. Su vista se nublaba de vez en cuando, debido a la memoria que lo perseguía a cada paso. “¡Señor Rian!”. La voz del niño. Aguda, temblorosa. Llena de vida. Y de miedo. Fue lo último que escuchó. Rian cerró los ojos, pero el rostro del niño aparecía cada vez que parpadeaba. Sus rizos oscuros y la pequeña bufanda roja que su madre le había anudado esa mañana. Estaba a su lado. Se suponía que lo estaba protegiendo. Pero el Vestigio, ese ser que no hablaba, que no respiraba, que avanzaba como un castigo enviado por algo antiguo. Lo había arrastrado entre las sombras. Lo había arrebatado en un parpadeo. Y él no pudo hacer nada. Cayo al suelo, su rodilla izquierda, maltrecha, apenas aguantaba el peso de su cuerpo. Se sostuvo en la nieve, clavando los dedos entre los copos manchados con sangre y pequeñas huellas aún marcadas junto a las suyas. El castaño se obligó a levantarse, no podía quedarse ahí.
    La nieve caía en silencio y el caballero avanzaba con pasos tambaleantes, dejando un rastro de sangre fresca que se ocultaba bajo el blanco recién caído. Se detuvo al llegar a un viejo árbol ennegrecido, apoyando el hombro contra su corteza rugosa. El cuero de su armadura estaba desgarrado en varios puntos; uno de los cortes en el torso parecía más quemadura que herida. Aún humeaba débilmente, como si la magia oscura que lo alcanzó no hubiera terminado su obra. El brazo izquierdo colgaba inmóvil a su costado, la articulación del hombro inflamada, marcada por el impacto de un golpe que le partió el escudo y lo lanzó contra un muro de piedra. Apenas podía respirar sin sentir que algo dentro se rompía un poco más. Con sus dedos temblorosos trataba de aflojar el vendaje en su abdomen. Lo había apretado con urgencia para no desangrarse, pero sabía que no duraría mucho más si no encontraba ayuda. Su vista se nublaba de vez en cuando, debido a la memoria que lo perseguía a cada paso. “¡Señor Rian!”. La voz del niño. Aguda, temblorosa. Llena de vida. Y de miedo. Fue lo último que escuchó. Rian cerró los ojos, pero el rostro del niño aparecía cada vez que parpadeaba. Sus rizos oscuros y la pequeña bufanda roja que su madre le había anudado esa mañana. Estaba a su lado. Se suponía que lo estaba protegiendo. Pero el Vestigio, ese ser que no hablaba, que no respiraba, que avanzaba como un castigo enviado por algo antiguo. Lo había arrastrado entre las sombras. Lo había arrebatado en un parpadeo. Y él no pudo hacer nada. Cayo al suelo, su rodilla izquierda, maltrecha, apenas aguantaba el peso de su cuerpo. Se sostuvo en la nieve, clavando los dedos entre los copos manchados con sangre y pequeñas huellas aún marcadas junto a las suyas. El castaño se obligó a levantarse, no podía quedarse ahí.
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  • 𝐌𝐚𝐝𝐫𝐞, Persefone Reina del Inframundo Spring 𝐞𝐬 𝐫𝐞𝐟𝐮𝐠𝐢𝐨.
    Su voz calma incluso a las sombras más densas del Inframundo.

    𝐄𝐥 𝐯𝐢𝐞𝐣𝐨(𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞)hades Greek Mitology , 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐫𝐨.
    Inquebrantable, frío, siempre allí… incluso cuando no quisiera reconocer(?; es el que nos protege como guardián.

    𝐘𝐨, 𝐞𝐥 𝐞𝐬𝐜𝐮𝐝𝐨.
    Forjado a golpes, de deber y rebeldía. Aprendí a resistir más que a golpear.

    𝐏𝐞𝐫𝐨 Melınoë, Melinoë
    Ella es otra historia.
    Una chispa. Una posibilidad.

    Luz que no quema.
    Empatía que no exige.
    Color que ni el mismo Tártaro puede borrar.

    Ellα, es lo que madre siempre quiso traer a estas tierras.

    Y ʟᴏ ϙᴜᴇ ʏᴏ sɪᴇᴍᴘʀᴇ ᴘʀᴏᴛᴇɢᴇʀᴇ́.
    𝐌𝐚𝐝𝐫𝐞, [legend_orange_eagle_209] 𝐞𝐬 𝐫𝐞𝐟𝐮𝐠𝐢𝐨. Su voz calma incluso a las sombras más densas del Inframundo. 𝐄𝐥 𝐯𝐢𝐞𝐣𝐨(𝐏𝐚𝐝𝐫𝐞)[quasar_yellow_whale_469] , 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐫𝐨. Inquebrantable, frío, siempre allí… incluso cuando no quisiera reconocer(?; es el que nos protege como guardián. 𝐘𝐨, 𝐞𝐥 𝐞𝐬𝐜𝐮𝐝𝐨. Forjado a golpes, de deber y rebeldía. Aprendí a resistir más que a golpear. 𝐏𝐞𝐫𝐨 Melınoë, [Mel_Infra] … Ella es otra historia. Una chispa. Una posibilidad. Luz que no quema. Empatía que no exige. Color que ni el mismo Tártaro puede borrar. Ellα, es lo que madre siempre quiso traer a estas tierras. Y ʟᴏ ϙᴜᴇ ʏᴏ sɪᴇᴍᴘʀᴇ ᴘʀᴏᴛᴇɢᴇʀᴇ́.
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  • —雪を感じたい— Musitó en voz baja, tras caer en cuenta que pronto irían a Rusia. Sabía que era un lugar nevado y le provocaba una extraña e inusual nostalgia la idea de ver la nieve. -
    —雪を感じたい— Musitó en voz baja, tras caer en cuenta que pronto irían a Rusia. Sabía que era un lugar nevado y le provocaba una extraña e inusual nostalgia la idea de ver la nieve. -
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  • Ella no lo amaba.
    No, lo que sentía era más denso, más pegajoso.
    No era amor: era hambre.

    Lo observaba desde los márgenes de su mundo, desde el rincón donde los hilos se tensan y la voluntad se disuelve como azúcar en agua caliente.
    Sabía todo de él:
    sus horarios, su perfume, las palabras que decía sin pensar.
    Y las que no decía también.

    Se convirtió en sombra.
    Una presencia apenas perceptible,
    pero constante.
    Él empezó a mirar sobre su hombro,
    a cerrar las cortinas, a sentir el peso invisible de algo que no podía nombrar.
    Ella solo sonreía.

    Cada mensaje no respondido era una herida.
    Cada silencio, una provocación.
    ¿Por qué no me ves?
    ¿Por qué no me eliges?
    ¿Por qué no me amas como yo te amo?

    Se coló en sus redes, en su casa, en sus sueños.
    Lo marcó sin tocarlo.
    Lo destruyó sin levantar la voz.
    La obsesión, como yo bien sé,
    es un hilo que no se suelta.
    Se aprieta.
    Se enreda.
    Y cuando ya no hay más por atar,
    yo aparezco.

    Y corto.
    Ella no lo amaba. No, lo que sentía era más denso, más pegajoso. No era amor: era hambre. Lo observaba desde los márgenes de su mundo, desde el rincón donde los hilos se tensan y la voluntad se disuelve como azúcar en agua caliente. Sabía todo de él: sus horarios, su perfume, las palabras que decía sin pensar. Y las que no decía también. Se convirtió en sombra. Una presencia apenas perceptible, pero constante. Él empezó a mirar sobre su hombro, a cerrar las cortinas, a sentir el peso invisible de algo que no podía nombrar. Ella solo sonreía. Cada mensaje no respondido era una herida. Cada silencio, una provocación. ¿Por qué no me ves? ¿Por qué no me eliges? ¿Por qué no me amas como yo te amo? Se coló en sus redes, en su casa, en sus sueños. Lo marcó sin tocarlo. Lo destruyó sin levantar la voz. La obsesión, como yo bien sé, es un hilo que no se suelta. Se aprieta. Se enreda. Y cuando ya no hay más por atar, yo aparezco. Y corto.
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  • "𝔖𝔢𝔵 𝔦𝔰 𝔱𝔥𝔢 𝔠𝔬𝔫𝔰𝔬𝔩𝔞𝔱𝔦𝔬𝔫 𝔶𝔬𝔲 𝔥𝔞𝔳𝔢 𝔴𝔥𝔢𝔫 𝔶𝔬𝔲 𝔠𝔞𝔫'𝔱 𝔥𝔞𝔳𝔢 𝔩𝔬𝔳𝔢."

    Así es como la empresaria y modelo de veintisiete años definía a los "flings".

    A pesar de ser ella quien se niega al amor y quien lo busca en acciones obscemas, Deianira entiende de lo que se trata.

    En la revista, ella acababa de explicar algo de su vida personal -a pesar de que odia hacerlo- aceptando con tranquilidad los posibles adjetivos con los que la llamarían los internautas.

    ————

    — Suelta eso.

    La voz de Deianira era fría, cortante, y su postura imponía respeto.
    Ella claramente no era el tipo de persona dulce y amorosa, tomaba aquellas formas de ser como falsas.

    — Dije que lo sueltes ¿Te cuesta entender?

    Se estaba refiriendo a uno de los hombres que se supone que la protegían, el cual estaba intentando arrebatarle uno de los regalos de sus fans de la mano a una adolescente.

    Se acercó al hombre, arrancandole el peluche de las manos y sonriendole a la chica.

    — Te agradezco, hermosa. Me haré cargo de que éste...ser, no vuelva a comportarse de esa manera.

    "Lo domesticaré" — Pensó.
    "𝔖𝔢𝔵 𝔦𝔰 𝔱𝔥𝔢 𝔠𝔬𝔫𝔰𝔬𝔩𝔞𝔱𝔦𝔬𝔫 𝔶𝔬𝔲 𝔥𝔞𝔳𝔢 𝔴𝔥𝔢𝔫 𝔶𝔬𝔲 𝔠𝔞𝔫'𝔱 𝔥𝔞𝔳𝔢 𝔩𝔬𝔳𝔢." Así es como la empresaria y modelo de veintisiete años definía a los "flings". A pesar de ser ella quien se niega al amor y quien lo busca en acciones obscemas, Deianira entiende de lo que se trata. En la revista, ella acababa de explicar algo de su vida personal -a pesar de que odia hacerlo- aceptando con tranquilidad los posibles adjetivos con los que la llamarían los internautas. ———— — Suelta eso. La voz de Deianira era fría, cortante, y su postura imponía respeto. Ella claramente no era el tipo de persona dulce y amorosa, tomaba aquellas formas de ser como falsas. — Dije que lo sueltes ¿Te cuesta entender? Se estaba refiriendo a uno de los hombres que se supone que la protegían, el cual estaba intentando arrebatarle uno de los regalos de sus fans de la mano a una adolescente. Se acercó al hombre, arrancandole el peluche de las manos y sonriendole a la chica. — Te agradezco, hermosa. Me haré cargo de que éste...ser, no vuelva a comportarse de esa manera. "Lo domesticaré" — Pensó.
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  • —Los exámenes son un asco —dijo el chico en voz alta mientras volvía a su casa
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  • Dulces Pesadillas ❤︎
    Fandom Fuckig Rangers
    Categoría Suspenso
    Con cariño, para Lorenzo A Benedetti ❤︎

    — ¿Cuál es tu fantasía más recurrente, padrecito? —mi voz serpentea en la penumbra, sin boca que la pronuncie, sin forma que la acompañe—. ¿Sueñas con salvarlos a todos? ¿O, en secreto, con verlos desaparecer?

    Silencio.

    — El que no siente temor, ¿cómo puede sentir amor? —ronroneo con una dulzura espesa y pegajosa—. ¿Y cómo puede un santo tener a Dios en su corazón si hay piedra en lugar de músculo~?

    Estoy dentro.
    No de su cuerpo.
    De su mente.

    Mi voz en off. Mi pequeña intervención como narrador no invitado de esta pesadilla. Soy el subtítulo de su subconsciente. La risilla entre los versos del salmo.

    Y empiezo a cambiar el decorado.

    El sueño empieza a desvanecerse, como pintura que se pela ante el paso del tiempo.

    Primero, la luz.

    Ya no hay sol. Hay gris. Un gris mojado, pastoso, pegajoso.

    Después, el sonido. Las risas se alargan, distorsionadas, y se quiebran como vidrios al chocar contra el cemento.

    Y finalmente, el escenario. El suelo da paso a tierra removida. A lápidas torcidas. A cruces de piedra fría.

    Un cementerio. Pero no uno cualquiera.

    Aquí, todas las tumbas están abiertas. Unas 80. 100. Tal vez más.

    Sin ataúdes.
    En su lugar: cuerpos.
    Vivos.
    Respirando.
    Algunos gimen.
    Otros sonríen.
    Todos dormidos, como si la muerte no fuera más que una siesta prolongada.

    — Mira qué bonitos están. Tus feligreses. Tus hijos. Tus prójimos —susurro—. Tan quietecitos. Tan a tu cuidado. ¿Te alcanza la fe para despertarlos?

    Una brisa helada recorre el campo. Las lápidas tiemblan. Y entonces uno de los cuerpos se mueve. Se sienta. Abre los ojos. Otro le sigue. Y otro. Todos despiertan. Uno a uno.
    Miran al cura.
    Pero no se levantan.
    Solo lo observan.
    En silencio.
    Con esa expresión… ya sabes cuál. Esa mezcla de súplica y reproche. De hambre y abandono.

    — ¿Cuántos puedes cargar, padrecito? —mi voz se desliza como aceite caliente dentro de su cráneo—. ¿Cuántos puedes cargar antes de que tu espalda se rompa y tu alma se hunda? ¿No te haría un favor acabando con ellos?
    Con cariño, para [sinner_without_sin] ❤︎ — ¿Cuál es tu fantasía más recurrente, padrecito? —mi voz serpentea en la penumbra, sin boca que la pronuncie, sin forma que la acompañe—. ¿Sueñas con salvarlos a todos? ¿O, en secreto, con verlos desaparecer? Silencio. — El que no siente temor, ¿cómo puede sentir amor? —ronroneo con una dulzura espesa y pegajosa—. ¿Y cómo puede un santo tener a Dios en su corazón si hay piedra en lugar de músculo~? Estoy dentro. No de su cuerpo. De su mente. Mi voz en off. Mi pequeña intervención como narrador no invitado de esta pesadilla. Soy el subtítulo de su subconsciente. La risilla entre los versos del salmo. Y empiezo a cambiar el decorado. El sueño empieza a desvanecerse, como pintura que se pela ante el paso del tiempo. Primero, la luz. Ya no hay sol. Hay gris. Un gris mojado, pastoso, pegajoso. Después, el sonido. Las risas se alargan, distorsionadas, y se quiebran como vidrios al chocar contra el cemento. Y finalmente, el escenario. El suelo da paso a tierra removida. A lápidas torcidas. A cruces de piedra fría. Un cementerio. Pero no uno cualquiera. Aquí, todas las tumbas están abiertas. Unas 80. 100. Tal vez más. Sin ataúdes. En su lugar: cuerpos. Vivos. Respirando. Algunos gimen. Otros sonríen. Todos dormidos, como si la muerte no fuera más que una siesta prolongada. — Mira qué bonitos están. Tus feligreses. Tus hijos. Tus prójimos —susurro—. Tan quietecitos. Tan a tu cuidado. ¿Te alcanza la fe para despertarlos? Una brisa helada recorre el campo. Las lápidas tiemblan. Y entonces uno de los cuerpos se mueve. Se sienta. Abre los ojos. Otro le sigue. Y otro. Todos despiertan. Uno a uno. Miran al cura. Pero no se levantan. Solo lo observan. En silencio. Con esa expresión… ya sabes cuál. Esa mezcla de súplica y reproche. De hambre y abandono. — ¿Cuántos puedes cargar, padrecito? —mi voz se desliza como aceite caliente dentro de su cráneo—. ¿Cuántos puedes cargar antes de que tu espalda se rompa y tu alma se hunda? ¿No te haría un favor acabando con ellos?
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  • "¿𝐏𝐮𝐞𝐝𝐞𝐬 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐥𝐨 𝐡𝐢𝐣𝐨? 𝐞𝐥 𝐚𝐢𝐫𝐞 𝐩𝐚𝐬𝐚𝐫 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐡𝐞𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐭𝐮 𝐜𝐚𝐛𝐞𝐥𝐥𝐨, 𝐥𝐚 𝐬𝐞𝐧𝐬𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐚𝐝𝐫𝐞𝐧𝐚𝐥𝐢𝐧𝐚 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐦𝐨𝐧𝐭𝐚𝐬 𝐮𝐧 𝐝𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧, 𝐣𝐚𝐦𝐚𝐬 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐞𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨..."

    Mis ojos ámbar y mis pensamientos estaban fijos y perdidos en el amplio cielo azul decorados con pequeñas nubes que tal-vez pronto anunciaran una tormenta por la forma de estas misma, mientras me recargaba en el auto cruzado de brazos recuerdos venían a mi mente de las palabras de mi padre en aquel momento en que subí por primera vez en el lomo de un dragón, recordaba con claridad la sensación, el aire acariciando mi rostro , el nerviosismo de caer, la sensación de libertad de volar en los aires y sobre todo la razón del por que era un piloto, la adrenalina de la velocidad.

    Pocos lo sabían y con pocos me refería a Violeta y Sebastian, pero Seth era o es de los Dragones mas rápidos, su peso y forma siempre le permitieron ganar a sus oponentes en velocidad y a pesar de que en estos momentos Seth no era un dragón de nuevo , esa sensación del viento romperse con nuestra velocidad es algo que extraño en verdad.

    — Alexandro ¿estas listo? O ¿vas a seguir mirando el cielo? — La voz de Logan mi entrenador de rendimiento desde que comencé a correr autos para Aston Martin, no lo mire del todo simplemente desvié mi mirada a el que me observaba molesto desde el desde los pits cerca de los boxes, parecía una mujer embrazada con esa pose que hacia cada que me miraba molesto o sin entender lo que le decía, parado medianamente erguido , con una mano en la cintura como si el peso de su abultada panza la doliera, solo suspire y me levante caminando a el llevando mis manos a los bolsillos del traje de carreras verde con negro, con el nombre de marca repartido por cada centímetro visible, tome mi casco y sin decir mas que solo asentir apenas termine de ponerlo di a entender que estaba listo.

    Apenas subí y hice todo el procedimiento de seguridad ajustando toda la seguridad del auto, una vez listo lo encendió e hice una seña de que todo esta bien y listo, oh eso creía.

    Lentamente maneje a el podio para posicionarme para hacer las pruebas de velocidad, se suponía que con los últimos entrenamientos mi velocidad debía aumentar y en consecuencia mi tiempo debía disminuir para la próxima carrera.

    Mirando por del vidrio del casco vi luz verde y mi tiempo de reacción fue mas rápido que antes, no tarde en acelerar, solo un pequeño sonido fue escuchado después de que acelere, y era mi favorito , mi velocidad rompiendo el viento, y era entonces cuando mas aceleraba que lo sentía, la adrenalina, la emoción este sentimiento que me decía que estaba vivo, podía sentirlo en mi agarre en el control del auto en como hacia fuerza para no perder el control

    1...2...3..., una a una las vueltas iban llegando a su fin y podía escuchar Logan darme instrucciones en cada vuelta, era molesto pero el había sido campeón así que conocimiento tenia para dar por mas molesto que fuera, todo iba bien , normal mas que normal iba muy bien mi velocidad había mejorado no fue hasta que, como predije el cielo se habían comenzado a tornar gris, las nubes se amontonaban en señal de que la tormenta se acercaba y cuando menos lo espere en una vuelta el brillo de un relámpago me cegó no cayo en mi o en el auto pero si lo suficientemente cerca para que perdiera el control en su momento, las llantas pareció que derraparon, por lo que sujete con firmeza el control pensando rápido como calmar la situación y como si no faltaran mas factores de peligro, una fuerte lluvia comenzó a caer haciendo el suelo mas resbaladizo.

    — Carajo — musite mientras trataba de volver a tener el control pues si seguía así podría terminar volcado

    — Alexandro concéntrate oh si no...— y corte la comunicación, lo ultimo que necesitaba en estos momentos eran sus gritos en mi cabeza.

    Como si fuera una película, en cámara lenta mientras trataba de mantener el control vi esa hermosa cabellera negra , y esos ojos llenos de miedo por la situación, no podía, no podía perder el control ,con fuerza logre tomar el control del auto lo suficiente para solo pegar en las laterales, dándome un golpe en el brazo que fue mucho mejor que salir disparado o volcarme en varias vueltas, me quite el seguro y salí del auto quejándome un poco por el dolor.

    Sentía la respiración agitada , y por le momento no sabia si era del susto que pase , la adrenalina o el enojo de que le dije a Logan que parecía que iba llover y me ignoro, mi cuerpo naturalmente caliente parecía que por las mismas emociones aumento su temperatura pues de mi cuerpo parecía salir vapor, como pude y casi con molestia me quite el casco aventando a el auto llevando mi cabeza un poco hacia atrás para sentir la lluvia fría en mi rostro que calmaba mis emociones mire de reojo auto que tenia mas importancia que aveces para los patrocinadores recordando las palabras de mi padre “cuando eres un jinete de dragón nunca estos solo, si caes es seguro que alguien te atrapara” esa era diferencia de ser un piloto de autos de f1 y un jinete , en uno si caes ... si tropiesas nadie te sujeta.

    — Ja que ironia — susurré mientras las gotas de agua caían por mi rostro empapando cada parte de mi hasta mi cabello hasta la punta de las botas del mono
    "¿𝐏𝐮𝐞𝐝𝐞𝐬 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐥𝐨 𝐡𝐢𝐣𝐨? 𝐞𝐥 𝐚𝐢𝐫𝐞 𝐩𝐚𝐬𝐚𝐫 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐡𝐞𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐭𝐮 𝐜𝐚𝐛𝐞𝐥𝐥𝐨, 𝐥𝐚 𝐬𝐞𝐧𝐬𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐚𝐝𝐫𝐞𝐧𝐚𝐥𝐢𝐧𝐚 𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐦𝐨𝐧𝐭𝐚𝐬 𝐮𝐧 𝐝𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧, 𝐣𝐚𝐦𝐚𝐬 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐞𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨..." Mis ojos ámbar y mis pensamientos estaban fijos y perdidos en el amplio cielo azul decorados con pequeñas nubes que tal-vez pronto anunciaran una tormenta por la forma de estas misma, mientras me recargaba en el auto cruzado de brazos recuerdos venían a mi mente de las palabras de mi padre en aquel momento en que subí por primera vez en el lomo de un dragón, recordaba con claridad la sensación, el aire acariciando mi rostro , el nerviosismo de caer, la sensación de libertad de volar en los aires y sobre todo la razón del por que era un piloto, la adrenalina de la velocidad. Pocos lo sabían y con pocos me refería a Violeta y Sebastian, pero Seth era o es de los Dragones mas rápidos, su peso y forma siempre le permitieron ganar a sus oponentes en velocidad y a pesar de que en estos momentos Seth no era un dragón de nuevo , esa sensación del viento romperse con nuestra velocidad es algo que extraño en verdad. — Alexandro ¿estas listo? O ¿vas a seguir mirando el cielo? — La voz de Logan mi entrenador de rendimiento desde que comencé a correr autos para Aston Martin, no lo mire del todo simplemente desvié mi mirada a el que me observaba molesto desde el desde los pits cerca de los boxes, parecía una mujer embrazada con esa pose que hacia cada que me miraba molesto o sin entender lo que le decía, parado medianamente erguido , con una mano en la cintura como si el peso de su abultada panza la doliera, solo suspire y me levante caminando a el llevando mis manos a los bolsillos del traje de carreras verde con negro, con el nombre de marca repartido por cada centímetro visible, tome mi casco y sin decir mas que solo asentir apenas termine de ponerlo di a entender que estaba listo. Apenas subí y hice todo el procedimiento de seguridad ajustando toda la seguridad del auto, una vez listo lo encendió e hice una seña de que todo esta bien y listo, oh eso creía. Lentamente maneje a el podio para posicionarme para hacer las pruebas de velocidad, se suponía que con los últimos entrenamientos mi velocidad debía aumentar y en consecuencia mi tiempo debía disminuir para la próxima carrera. Mirando por del vidrio del casco vi luz verde y mi tiempo de reacción fue mas rápido que antes, no tarde en acelerar, solo un pequeño sonido fue escuchado después de que acelere, y era mi favorito , mi velocidad rompiendo el viento, y era entonces cuando mas aceleraba que lo sentía, la adrenalina, la emoción este sentimiento que me decía que estaba vivo, podía sentirlo en mi agarre en el control del auto en como hacia fuerza para no perder el control 1...2...3..., una a una las vueltas iban llegando a su fin y podía escuchar Logan darme instrucciones en cada vuelta, era molesto pero el había sido campeón así que conocimiento tenia para dar por mas molesto que fuera, todo iba bien , normal mas que normal iba muy bien mi velocidad había mejorado no fue hasta que, como predije el cielo se habían comenzado a tornar gris, las nubes se amontonaban en señal de que la tormenta se acercaba y cuando menos lo espere en una vuelta el brillo de un relámpago me cegó no cayo en mi o en el auto pero si lo suficientemente cerca para que perdiera el control en su momento, las llantas pareció que derraparon, por lo que sujete con firmeza el control pensando rápido como calmar la situación y como si no faltaran mas factores de peligro, una fuerte lluvia comenzó a caer haciendo el suelo mas resbaladizo. — Carajo — musite mientras trataba de volver a tener el control pues si seguía así podría terminar volcado — Alexandro concéntrate oh si no...— y corte la comunicación, lo ultimo que necesitaba en estos momentos eran sus gritos en mi cabeza. Como si fuera una película, en cámara lenta mientras trataba de mantener el control vi esa hermosa cabellera negra , y esos ojos llenos de miedo por la situación, no podía, no podía perder el control ,con fuerza logre tomar el control del auto lo suficiente para solo pegar en las laterales, dándome un golpe en el brazo que fue mucho mejor que salir disparado o volcarme en varias vueltas, me quite el seguro y salí del auto quejándome un poco por el dolor. Sentía la respiración agitada , y por le momento no sabia si era del susto que pase , la adrenalina o el enojo de que le dije a Logan que parecía que iba llover y me ignoro, mi cuerpo naturalmente caliente parecía que por las mismas emociones aumento su temperatura pues de mi cuerpo parecía salir vapor, como pude y casi con molestia me quite el casco aventando a el auto llevando mi cabeza un poco hacia atrás para sentir la lluvia fría en mi rostro que calmaba mis emociones mire de reojo auto que tenia mas importancia que aveces para los patrocinadores recordando las palabras de mi padre “cuando eres un jinete de dragón nunca estos solo, si caes es seguro que alguien te atrapara” esa era diferencia de ser un piloto de autos de f1 y un jinete , en uno si caes ... si tropiesas nadie te sujeta. — Ja que ironia — susurré mientras las gotas de agua caían por mi rostro empapando cada parte de mi hasta mi cabello hasta la punta de las botas del mono
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