• -Habían pasado ya una semana desde que Eli estuvo en el hospital, ya estaba en casa de nuevo con algunos rasguños solamente.

    Desde su regreso, solamente miraba su celular y en la pantalla aparecía el nombre de Ryan, estaba indecisa si buscarlo o no, que tal si solo fue un sueño? Aunque se sintió tan real, no quiere quedar como una estúpida.-

    Y si se burla de mí por buscarlo? Fui yo la que le dijo que no quería verlo más, ¡Aaaaaash! Me estoy volviendo loca, carajo...

    -Bebe un poco de su té, tratando de analizar cada cosa, además debería estar pensando en el regreso de Flavio-
    -Habían pasado ya una semana desde que Eli estuvo en el hospital, ya estaba en casa de nuevo con algunos rasguños solamente. Desde su regreso, solamente miraba su celular y en la pantalla aparecía el nombre de Ryan, estaba indecisa si buscarlo o no, que tal si solo fue un sueño? Aunque se sintió tan real, no quiere quedar como una estúpida.- Y si se burla de mí por buscarlo? Fui yo la que le dijo que no quería verlo más, ¡Aaaaaash! Me estoy volviendo loca, carajo... -Bebe un poco de su té, tratando de analizar cada cosa, además debería estar pensando en el regreso de Flavio-
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  • ㅤㅤMitad de jornada y está harta, tiene sueño, quiere irse a casa. O prender fuego el establecimiento. O quizás solo fingir que hay fuego. O que un avión caiga directamente en su clase y ponga fin a la monótona voz de su profesora.

    ㅤㅤLlevó toda la mañana durmiendo, en realidad, pero con cada clase se daba cuenta lo aburrido que estaba siendo el día. Tal vez no lo sería tanto si tuviera amigos, pero con su carácter no hay quien la aguante mucho tiempo.
    ㅤㅤMitad de jornada y está harta, tiene sueño, quiere irse a casa. O prender fuego el establecimiento. O quizás solo fingir que hay fuego. O que un avión caiga directamente en su clase y ponga fin a la monótona voz de su profesora. ㅤㅤLlevó toda la mañana durmiendo, en realidad, pero con cada clase se daba cuenta lo aburrido que estaba siendo el día. Tal vez no lo sería tanto si tuviera amigos, pero con su carácter no hay quien la aguante mucho tiempo.
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  • -Esto... Es una batalla seria entre él y Cresselia. ¿Qué pasa cuando un sueño entra en contacto con una pesadilla? Solo ellos saben. Y, ni siquiera saben si lo saben o no-
    -Esto... Es una batalla seria entre él y Cresselia. ¿Qué pasa cuando un sueño entra en contacto con una pesadilla? Solo ellos saben. Y, ni siquiera saben si lo saben o no-
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  • -despues de comer algo se acostó en las rosas para tomar un poco el sueño ya que estaba algo canzada de cazar su alimento de hoy.-

    > El silencio de la noche es calmada <

    -dijo en su mente, mientras tenía los ojos cerrados.-
    -despues de comer algo se acostó en las rosas para tomar un poco el sueño ya que estaba algo canzada de cazar su alimento de hoy.- > El silencio de la noche es calmada < -dijo en su mente, mientras tenía los ojos cerrados.-
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    He vuelto a la vida por aqui, Pero como a nadie le importara, vuelvo a mi sueño eterno.
    He vuelto a la vida por aqui, Pero como a nadie le importara, vuelvo a mi sueño eterno.
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  • —Ahh... Aún tengo algo de resaca por el sueño. No pensé que me afectaría tanto.

    Suspirando, masajeó su tabique suavemente, tratando de disminuir el mareo.
    —Ahh... Aún tengo algo de resaca por el sueño. No pensé que me afectaría tanto. Suspirando, masajeó su tabique suavemente, tratando de disminuir el mareo.
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  • -Ya es de noche, el momento perfecto para comenzar su "diversión". Las personas duermen, teniendo sueños placenteros y agradables... Qué repugnancia le hace sentir... Mejor que todos tengan pesadillas... Una pesadilla larga y eterna... De la que no puedan salir-
    -Ya es de noche, el momento perfecto para comenzar su "diversión". Las personas duermen, teniendo sueños placenteros y agradables... Qué repugnancia le hace sentir... Mejor que todos tengan pesadillas... Una pesadilla larga y eterna... De la que no puedan salir-
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  • Los mejores momentos que puedes tener en tu presente, es el ser agradecido.
    Gracias por seguir aquí, existiendo. Por estar aquí, luchando, por estar aquí, dando todo de ti.
    Gracias por esta noche maravillosa.
    Qué tu viaje te llene de paz, que mañana sea un día especial, que tus sueños sean tan buenos como tú, hasta que despiertes con una sonrisa y que nadie pueda hacerla desvanecer.
    Los mejores momentos que puedes tener en tu presente, es el ser agradecido. Gracias por seguir aquí, existiendo. Por estar aquí, luchando, por estar aquí, dando todo de ti. Gracias por esta noche maravillosa. Qué tu viaje te llene de paz, que mañana sea un día especial, que tus sueños sean tan buenos como tú, hasta que despiertes con una sonrisa y que nadie pueda hacerla desvanecer.
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  • Hay un sueño recurrente que Yelena tiene una y otra vez...
    Casarse.
    En su sueño no existen mafias, ni obligaciones, mucho menos el miedo.
    El sueño es tan perfecto que ella ha sido correspondida por un hombre que no le importan los digitos en sus cuentas de banco, mucho menos los apellidos.
    Si no lo peculiar que son las expresiones faciales de la mujercita cuando ella cree ser muy discreta.
    Por la forma tan metódica que tiene para vestirse ella sola, o lo mucho que le gustan los platillos con patatas.
    Alguien que le cuente de qué va una película, o le explique sin pereza cómo se ve un paisaje.
    Alguien con quien durar tanto tiempo que las arrugas se apoderen de ambos y la tierra los reclame de regreso.

    Ese es el sueño de esta pobre avecilla enjaulada.
    Hay un sueño recurrente que Yelena tiene una y otra vez... Casarse. En su sueño no existen mafias, ni obligaciones, mucho menos el miedo. El sueño es tan perfecto que ella ha sido correspondida por un hombre que no le importan los digitos en sus cuentas de banco, mucho menos los apellidos. Si no lo peculiar que son las expresiones faciales de la mujercita cuando ella cree ser muy discreta. Por la forma tan metódica que tiene para vestirse ella sola, o lo mucho que le gustan los platillos con patatas. Alguien que le cuente de qué va una película, o le explique sin pereza cómo se ve un paisaje. Alguien con quien durar tanto tiempo que las arrugas se apoderen de ambos y la tierra los reclame de regreso. Ese es el sueño de esta pobre avecilla enjaulada.
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  • "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí".

    Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes.

    El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final.

    Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas.

    Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo.

    Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos.

    Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora.

    Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.


    "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí". Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes. El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final. Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas. Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo. Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos. Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora. Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.
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