• El sol caía bajo, reflejando su luz dorada sobre la línea del horizonte, cuando Natasha Romanoff, la reconocida Viuda Negra, salió del helicóptero de transporte y pisó el terreno desconocido. Con el aire de un soldado experimentado, sus botas golpearon el suelo con la misma precisión que sus pensamientos. No era la primera vez que se encontraba en un lugar como ese, pero había algo diferente en la atmósfera. La sensación de estar lejos de su elemento habitual, en un campo de entrenamiento más grande y abierto que el habitual laberinto de oficinas y misiones secretas que conocía tan bien, le resultaba incómoda.

    Se detuvo un momento, observando el vasto campo de entrenamiento. Había camiones blindados estacionados a un lado, grupos de soldados que practicaban maniobras, y edificios industriales, algunos de ellos claramente destinados para entrenamientos avanzados. —Y dentro del aula que esperaba a sus instructores, los ojos de los inexperto alumnos brillaban de anticipación, sus posturas tensas, aprovechando la falta de presencia de sus docentes para intercambiar preguntas o tal. Todos sabían que sus nuevos instructores eran dos de los más experimentados soldados—.

    Natasha no sentía nervios, pero sí una cierta incomodidad, una incomodidad que no lograba disipar. Se pasó una mano por el cabello rojo, recogido en una coleta, y ajustó el chaleco táctico mientras avanzaba hacia el edificio principal. En sus pensamientos, había una serie de preguntas que se repetían, pero no había tiempo para reflexionar en ese momento. Lo único que necesitaba era concentrarse. Solo que hoy, se dio cuenta, no estaría sola. 𝗠𝗶𝗰𝗮𝗵 𝗥𝗮𝘃𝗲𝗻𝘀𝗰𝗿𝗼𝗳𝘁.

    El nombre había sido lo único que le habían dado. Un soldado experimentado con años de servicio, el que se encargaría de todo lo relacionado con la medicina de combate. Su mirada era la misma de siempre, calculadora, distante, pero esta vez, la sensación de estar acompañada la desconcertaba. No se le había informado mucho sobre él. Nada sobre su personalidad, su forma de enseñar, ni siquiera qué tan eficiente era en su especialidad. Solo sabía que era parte de este programa, y que compartiría la responsabilidad de enseñar a los nuevos reclutas con él.

    Caminaba hacia el edificio, distante a las miradas ajenas. La puerta de entrada se abrió automáticamente, y al instante, el ambiente cambió. Ya no estaba al aire libre. Ahora, estaba dentro de un espacio cerrado, de paredes grises y frías, lleno de largas pasarelas y pasillos desordenados.

    Al final de uno de esos pasillos, se encontraba él.

    El soldado estaba allí, de pie, en una esquina apartada del pasillo, en su uniforme de combate, ajustado a la perfección, no había nada que delatara su presencia más que su altura y su postura: erguida, seria, inquebrantable.

    Los pocos detalles que Natasha pudo captar desde su llegada fueron los suficientes para percatarse de que Micah no era un hombre de palabras. De hecho, no parecía tener ninguna intención de romper el silencio que parecía envolverlo.

    La mujer, aunque acostumbrada a trabajar con personas tan complejas como él, no pudo evitar sentir una punzada de curiosidad. Pero no era una curiosidad complaciente; era más bien una necesidad de entender cómo, en este nuevo terreno, iba a encajar. ¿Cómo iba a trabajar con alguien que parecía tan… distante?

    Se acercó con paso firme, pero sin la urgencia que suele tener en las misiones. Un leve resoplido escapó de sus labios mientras recorría el pasillo. De reojo, observó los muros que les rodeaban.

    Finalmente, se acercó un poco más a él, hasta quedar a unos pasos de distancia. Se permitió un momento para evaluarlo con una mirada rápida y precisa, sus ojos se movieron con rapidez por su rostro, intentando descifrar cualquier cosa que pudiera indicarle algo sobre el hombre que tendría como compañero de instrucción.

    ──¿Micah Ravenscroft?

    Preguntó con un tono neutral, pero con una chispa de impaciencia que no pudo evitar esconder. El silencio de él le resultaba desconcertante. Estaba acostumbrada a la gente que no le temía a las palabras. ¿Por qué este hombre no respondía?

    Los ojos verde oliva y fríos del hombre, se encontraron con los de ella por un instante. Ella percibió o pensó que en el contrario no había miedo ni duda. Solo estaba… observando.

    "Supongo que tendré que trabajar con este silencio", pensó Natasha, sintiendo un leve tirón de frustración en su pecho. Pero rápidamente lo apartó de su mente. No tenía tiempo para juzgar, solo para actuar.
    ㅤㅤ
    [ Micah Ravenscroft ]
    El sol caía bajo, reflejando su luz dorada sobre la línea del horizonte, cuando Natasha Romanoff, la reconocida Viuda Negra, salió del helicóptero de transporte y pisó el terreno desconocido. Con el aire de un soldado experimentado, sus botas golpearon el suelo con la misma precisión que sus pensamientos. No era la primera vez que se encontraba en un lugar como ese, pero había algo diferente en la atmósfera. La sensación de estar lejos de su elemento habitual, en un campo de entrenamiento más grande y abierto que el habitual laberinto de oficinas y misiones secretas que conocía tan bien, le resultaba incómoda. Se detuvo un momento, observando el vasto campo de entrenamiento. Había camiones blindados estacionados a un lado, grupos de soldados que practicaban maniobras, y edificios industriales, algunos de ellos claramente destinados para entrenamientos avanzados. —Y dentro del aula que esperaba a sus instructores, los ojos de los inexperto alumnos brillaban de anticipación, sus posturas tensas, aprovechando la falta de presencia de sus docentes para intercambiar preguntas o tal. Todos sabían que sus nuevos instructores eran dos de los más experimentados soldados—. Natasha no sentía nervios, pero sí una cierta incomodidad, una incomodidad que no lograba disipar. Se pasó una mano por el cabello rojo, recogido en una coleta, y ajustó el chaleco táctico mientras avanzaba hacia el edificio principal. En sus pensamientos, había una serie de preguntas que se repetían, pero no había tiempo para reflexionar en ese momento. Lo único que necesitaba era concentrarse. Solo que hoy, se dio cuenta, no estaría sola. 𝗠𝗶𝗰𝗮𝗵 𝗥𝗮𝘃𝗲𝗻𝘀𝗰𝗿𝗼𝗳𝘁. El nombre había sido lo único que le habían dado. Un soldado experimentado con años de servicio, el que se encargaría de todo lo relacionado con la medicina de combate. Su mirada era la misma de siempre, calculadora, distante, pero esta vez, la sensación de estar acompañada la desconcertaba. No se le había informado mucho sobre él. Nada sobre su personalidad, su forma de enseñar, ni siquiera qué tan eficiente era en su especialidad. Solo sabía que era parte de este programa, y que compartiría la responsabilidad de enseñar a los nuevos reclutas con él. Caminaba hacia el edificio, distante a las miradas ajenas. La puerta de entrada se abrió automáticamente, y al instante, el ambiente cambió. Ya no estaba al aire libre. Ahora, estaba dentro de un espacio cerrado, de paredes grises y frías, lleno de largas pasarelas y pasillos desordenados. Al final de uno de esos pasillos, se encontraba él. El soldado estaba allí, de pie, en una esquina apartada del pasillo, en su uniforme de combate, ajustado a la perfección, no había nada que delatara su presencia más que su altura y su postura: erguida, seria, inquebrantable. Los pocos detalles que Natasha pudo captar desde su llegada fueron los suficientes para percatarse de que Micah no era un hombre de palabras. De hecho, no parecía tener ninguna intención de romper el silencio que parecía envolverlo. La mujer, aunque acostumbrada a trabajar con personas tan complejas como él, no pudo evitar sentir una punzada de curiosidad. Pero no era una curiosidad complaciente; era más bien una necesidad de entender cómo, en este nuevo terreno, iba a encajar. ¿Cómo iba a trabajar con alguien que parecía tan… distante? Se acercó con paso firme, pero sin la urgencia que suele tener en las misiones. Un leve resoplido escapó de sus labios mientras recorría el pasillo. De reojo, observó los muros que les rodeaban. Finalmente, se acercó un poco más a él, hasta quedar a unos pasos de distancia. Se permitió un momento para evaluarlo con una mirada rápida y precisa, sus ojos se movieron con rapidez por su rostro, intentando descifrar cualquier cosa que pudiera indicarle algo sobre el hombre que tendría como compañero de instrucción. ──¿Micah Ravenscroft? Preguntó con un tono neutral, pero con una chispa de impaciencia que no pudo evitar esconder. El silencio de él le resultaba desconcertante. Estaba acostumbrada a la gente que no le temía a las palabras. ¿Por qué este hombre no respondía? Los ojos verde oliva y fríos del hombre, se encontraron con los de ella por un instante. Ella percibió o pensó que en el contrario no había miedo ni duda. Solo estaba… observando. "Supongo que tendré que trabajar con este silencio", pensó Natasha, sintiendo un leve tirón de frustración en su pecho. Pero rápidamente lo apartó de su mente. No tenía tiempo para juzgar, solo para actuar. ㅤㅤ [ [M.C09] ]
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  • Un dragón y un león.

    ¿Qué probabilidades habia? Ninguna, desde luego. Pero ahí estaban los dos. La hija del Rey Loco; y el hombre que libró a Los Siete Reinos de tal necedad. Dos personas cuya historia habia sido escrita con un único propósito. Odiarse. Dos historias opuestas con caminos entrelazados entre sí.

    Pudo haberle matado, Daenerys lo sabia. Pudo haberle matado cuando sus soldados lo encontraron husmeando en Rocadragón. Y aun no sabía realmente qué era lo que habia contenido su mano. Hubiera sido un golpe de efecto en contra de Cersei Lannister, sin lugar a dudas. Mas no fue capaz de ejecutar dicha acción.

    Él pudo matarla. Y en lugar de terminar la guerra con un solo movimiento de su espada, uso esta para velar por su protección. De no haber sido por la hábil mano de Jaime Lannister , ella no estaría volando en aquellos momentos hacia Rocadragón. Indemne, sana y salva...


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D


    https://www.youtube.com/watch?v=Zk54JLttcAk
    Un dragón y un león. ¿Qué probabilidades habia? Ninguna, desde luego. Pero ahí estaban los dos. La hija del Rey Loco; y el hombre que libró a Los Siete Reinos de tal necedad. Dos personas cuya historia habia sido escrita con un único propósito. Odiarse. Dos historias opuestas con caminos entrelazados entre sí. Pudo haberle matado, Daenerys lo sabia. Pudo haberle matado cuando sus soldados lo encontraron husmeando en Rocadragón. Y aun no sabía realmente qué era lo que habia contenido su mano. Hubiera sido un golpe de efecto en contra de Cersei Lannister, sin lugar a dudas. Mas no fue capaz de ejecutar dicha acción. Él pudo matarla. Y en lugar de terminar la guerra con un solo movimiento de su espada, uso esta para velar por su protección. De no haber sido por la hábil mano de [The_Lion], ella no estaría volando en aquellos momentos hacia Rocadragón. Indemne, sana y salva... #Personajes3D #3D #Comunidad3D https://www.youtube.com/watch?v=Zk54JLttcAk
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  • Nuestro deber como soldados Yorha, es proteger a la humanidad, luchamos día a día para recuperar la tierra para que los humanos sobrevivientes, puedan regrese a su hogar.

    -Como buena soldado, la albina se enfrentaba una y otra vez contra la "amenaza" alienígena, desde que Yorha existe, esa es una batalla qué lleva siglos desarrolladose, 2B peleará y morirá por lo que fue hecha. -
    Nuestro deber como soldados Yorha, es proteger a la humanidad, luchamos día a día para recuperar la tierra para que los humanos sobrevivientes, puedan regrese a su hogar. -Como buena soldado, la albina se enfrentaba una y otra vez contra la "amenaza" alienígena, desde que Yorha existe, esa es una batalla qué lleva siglos desarrolladose, 2B peleará y morirá por lo que fue hecha. -
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  • No nací para esto. Me hicieron así.

    Mi padre era un soldado borracho que se metió en demasiados tratos sucios. Vendía información, armas, cualquier cosa que le diera dinero rápido. Cuando desapareció yo tenía ocho años. No se fue por amor a la libertad, se fue porque ya lo estaban buscando para matarlo.

    Desde entonces, vinieron a por nosotras. Primero las amenazas, luego los golpes. Recuerdo a mi madre sangrando en la cocina porque alguien quería cobrar una deuda que ni siquiera era nuestra. Recuerdo esconderme en un armario con un cuchillo oxidado en la mano, rezando para que no encontraran la puerta.

    A los nueve años, uno de esos ‘amigos’ de mi padre intentó abusar de mí. Escapé a mordiscos y arañazos, pero nadie me creyó. No sé qué dolió más: el miedo o que mi madre no quisiera escucharme. Supongo que estaba demasiado ocupada tratando de mantenernos vivas.

    A los catorce, me rompieron dos costillas en un callejón por una deuda que él dejó atrás. No lloré. Aprendí que llorar te hace parecer débil y que la gente que huele debilidad siempre aprieta más fuerte.

    A los dieciséis, mataron a mi madre. Dijeron que fue fuego cruzado en una misión humanitaria. Mentira. No fue un accidente. Fue un mensaje. Y yo lo entendí perfectamente: nadie te salva, nadie te protege, nadie responde por ti.

    Después de eso dormí en estaciones de tren, en casas abandonadas, en cualquier lugar donde pudiera cerrar los ojos sin que me cortaran el cuello. Hacía encargos para cualquiera que pagara: llevar mensajes, mover cajas, cosas pequeñas. Hasta que alguien me vio disparar una pistola y decidió que podía servirme de algo más.

    Me llevaron a un campamento en Europa del Este. No era un colegio, no era un entrenamiento normal. Era un infierno diseñado para convertirte en herramienta. Aprendí a disparar con cualquier cosa que tenga gatillo, a pelear hasta romper huesos, a no confiar en nadie, a dormir con un ojo abierto. Y cada error se pagaba con sangre o con hambre.

    ¿Si fue mi elección? No. Pero entendí que si quería seguir respirando tenía que convertirme en alguien peor que ellos.

    Hoy soy mercenaria. Trabajo donde otros no quieren ensuciarse las manos. Matar, infiltrar, mover armas, robar información, lo que sea. No represento banderas, no doy explicaciones, no firmo contratos. Y no lo hago porque me guste. Lo hago porque el mundo me enseñó que si no aprendes a ser depredador, te comen viva.

    ¿Si me arrepiento? No. ¿Si me preocupa ir al infierno? Ese sitio ya lo conozco. Crecí allí.

    No hago esto por dinero. Lo hago porque no voy a morir como murió mi madre: esperando que alguien venga a salvarme. Y porque algún día, cuando encuentre a mi padre, se lo haré pagar todo.
    No nací para esto. Me hicieron así. Mi padre era un soldado borracho que se metió en demasiados tratos sucios. Vendía información, armas, cualquier cosa que le diera dinero rápido. Cuando desapareció yo tenía ocho años. No se fue por amor a la libertad, se fue porque ya lo estaban buscando para matarlo. Desde entonces, vinieron a por nosotras. Primero las amenazas, luego los golpes. Recuerdo a mi madre sangrando en la cocina porque alguien quería cobrar una deuda que ni siquiera era nuestra. Recuerdo esconderme en un armario con un cuchillo oxidado en la mano, rezando para que no encontraran la puerta. A los nueve años, uno de esos ‘amigos’ de mi padre intentó abusar de mí. Escapé a mordiscos y arañazos, pero nadie me creyó. No sé qué dolió más: el miedo o que mi madre no quisiera escucharme. Supongo que estaba demasiado ocupada tratando de mantenernos vivas. A los catorce, me rompieron dos costillas en un callejón por una deuda que él dejó atrás. No lloré. Aprendí que llorar te hace parecer débil y que la gente que huele debilidad siempre aprieta más fuerte. A los dieciséis, mataron a mi madre. Dijeron que fue fuego cruzado en una misión humanitaria. Mentira. No fue un accidente. Fue un mensaje. Y yo lo entendí perfectamente: nadie te salva, nadie te protege, nadie responde por ti. Después de eso dormí en estaciones de tren, en casas abandonadas, en cualquier lugar donde pudiera cerrar los ojos sin que me cortaran el cuello. Hacía encargos para cualquiera que pagara: llevar mensajes, mover cajas, cosas pequeñas. Hasta que alguien me vio disparar una pistola y decidió que podía servirme de algo más. Me llevaron a un campamento en Europa del Este. No era un colegio, no era un entrenamiento normal. Era un infierno diseñado para convertirte en herramienta. Aprendí a disparar con cualquier cosa que tenga gatillo, a pelear hasta romper huesos, a no confiar en nadie, a dormir con un ojo abierto. Y cada error se pagaba con sangre o con hambre. ¿Si fue mi elección? No. Pero entendí que si quería seguir respirando tenía que convertirme en alguien peor que ellos. Hoy soy mercenaria. Trabajo donde otros no quieren ensuciarse las manos. Matar, infiltrar, mover armas, robar información, lo que sea. No represento banderas, no doy explicaciones, no firmo contratos. Y no lo hago porque me guste. Lo hago porque el mundo me enseñó que si no aprendes a ser depredador, te comen viva. ¿Si me arrepiento? No. ¿Si me preocupa ir al infierno? Ese sitio ya lo conozco. Crecí allí. No hago esto por dinero. Lo hago porque no voy a morir como murió mi madre: esperando que alguien venga a salvarme. Y porque algún día, cuando encuentre a mi padre, se lo haré pagar todo.
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  • —Mark irrumpio en el Pentagono para hacerlo pedazos y destruir toda su tecnología,en los pisos inferiores tuvo la suerte de encontrarse con varios comandantes y al presidente estadounidense—

    —Bueno,bueno,bueno...llevaba dias buscándolos y no aparecian pequeñas cucarahitas..

    —Mark tomo del cuello al general del ejercito por el cuello—

    —Hicieron un club de la casa del arbol y no me invitaron a mi pero si invitan a esa copia barata de Inmortal,que malos amigos...

    —Mark con una sonrisa burlona rompio el cuello del general y lanzo su cadaver contra la pared,haciendo que se convierta en una mancha de carne y sangre—

    —Y en cuanto a los demas,les dare la oportunidad de esconderse...

    —El presidente,los soldados,operadores y científicos se vieron entre todos mientras el miedo recorria la sala—

    —¿¡QUE ESPERAN?!,¡CORRAN,LARGUENSE!


    —El caos rompio el silencio e inmediatamente todos salieron corriendo por doquier,mientras el tenia una sonrisa de satisfacción por los gritos—

    —"¡Corre Forest,Corre!"
    —Mark irrumpio en el Pentagono para hacerlo pedazos y destruir toda su tecnología,en los pisos inferiores tuvo la suerte de encontrarse con varios comandantes y al presidente estadounidense— —Bueno,bueno,bueno...llevaba dias buscándolos y no aparecian pequeñas cucarahitas.. —Mark tomo del cuello al general del ejercito por el cuello— —Hicieron un club de la casa del arbol y no me invitaron a mi pero si invitan a esa copia barata de Inmortal,que malos amigos... —Mark con una sonrisa burlona rompio el cuello del general y lanzo su cadaver contra la pared,haciendo que se convierta en una mancha de carne y sangre— —Y en cuanto a los demas,les dare la oportunidad de esconderse... —El presidente,los soldados,operadores y científicos se vieron entre todos mientras el miedo recorria la sala— —¿¡QUE ESPERAN?!,¡CORRAN,LARGUENSE! —El caos rompio el silencio e inmediatamente todos salieron corriendo por doquier,mientras el tenia una sonrisa de satisfacción por los gritos— —"¡Corre Forest,Corre!"
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ㅤㅤ¿𝘌𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥 𝘦𝘳𝘢 𝘰𝘧𝘪𝘤𝘪𝘢𝘭? Sí, lo era. 𝐄𝐯𝐞 𝐒𝐡𝐞𝐟𝐟𝐢𝐞𝐥𝐝

    Tanto la 𝗌𝗈𝗇𝗋𝗂𝗌𝖺 en el soldado, como la 𝗋𝖾𝗅𝖺𝖼𝗂ó𝗇 entre ambos. Todo "oficialmente oficial".
    ── No dejaría de decir oficial. Te amo.
    ㅤㅤ¿𝘌𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥 𝘦𝘳𝘢 𝘰𝘧𝘪𝘤𝘪𝘢𝘭? Sí, lo era. [Sheffield_Eve] Tanto la 𝗌𝗈𝗇𝗋𝗂𝗌𝖺 en el soldado, como la 𝗋𝖾𝗅𝖺𝖼𝗂ó𝗇 entre ambos. Todo "oficialmente oficial". ── No dejaría de decir oficial. Te amo.
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  • En el cumpleaños de la persona que lo hacía sentir humano, Bucky se atrevió a dar un paso que había estado posponiendo durante mucho tiempo. Un ramo de rosas, símbolo de pasión y amor, fue el preludio de ese siguiente beso que selló su conexión de manera irreversible. En ese momento, la coraza que lo protegía, forjada por años de dolor y lucha, se derrumbó, y James Buchanan Barnes volvió a sentir. Volvió a ser el hombre que una vez fue, antes de que la guerra y el trauma lo cambiaran para siempre.

    Encontró la libertad de ser él mismo, de dejar atrás el pasado y abrazar el presente. La persona que tanto amaba lo miró a los ojos y vio más allá de la máscara de soldado, vio al hombre vulnerable y sensible que se escondía detrás. Bucky supo que había encontrado su hogar, su refugio, su lugar en el mundo. Ya no quería avanzar, quería estar ahí dentro de esas cuatro paredes.

    La conexión entre ellos fue como una llama que ardía con intensidad, una llama que iluminaba el camino y calentaba el corazón. Se sentía más que vivo, se sentía completo, humano de nuevo. Y en ese momento, supo que nunca la dejaría ir, que haría cualquier cosa para protegerla y hacerla feliz.

    𝐄𝐯𝐞 𝐒𝐡𝐞𝐟𝐟𝐢𝐞𝐥𝐝
    ㅤㅤ
    En el cumpleaños de la persona que lo hacía sentir humano, Bucky se atrevió a dar un paso que había estado posponiendo durante mucho tiempo. Un ramo de rosas, símbolo de pasión y amor, fue el preludio de ese siguiente beso que selló su conexión de manera irreversible. En ese momento, la coraza que lo protegía, forjada por años de dolor y lucha, se derrumbó, y James Buchanan Barnes volvió a sentir. Volvió a ser el hombre que una vez fue, antes de que la guerra y el trauma lo cambiaran para siempre. Encontró la libertad de ser él mismo, de dejar atrás el pasado y abrazar el presente. La persona que tanto amaba lo miró a los ojos y vio más allá de la máscara de soldado, vio al hombre vulnerable y sensible que se escondía detrás. Bucky supo que había encontrado su hogar, su refugio, su lugar en el mundo. Ya no quería avanzar, quería estar ahí dentro de esas cuatro paredes. La conexión entre ellos fue como una llama que ardía con intensidad, una llama que iluminaba el camino y calentaba el corazón. Se sentía más que vivo, se sentía completo, humano de nuevo. Y en ese momento, supo que nunca la dejaría ir, que haría cualquier cosa para protegerla y hacerla feliz. [Sheffield_Eve] ㅤㅤ
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Un grupo estaba explorando las extrañas de la zona costeña de Sudamérica dentro de unas grietas en una costa encontraron un camino directo a unas ruinas , un soldado del grupo encontró rastro de sangre que dirigía a un altar

    - Aquí , grupo "verde 4" , tenemos una situación , código 2.

    En ese altar lleno de sangre empezó a moverse algo , no se distinguía bien , en la radio de comunicación de solo se escucharon disparos y una sola palabra antes que terminara la transmisión "objetivo derribado".
    Un grupo estaba explorando las extrañas de la zona costeña de Sudamérica dentro de unas grietas en una costa encontraron un camino directo a unas ruinas , un soldado del grupo encontró rastro de sangre que dirigía a un altar - Aquí , grupo "verde 4" , tenemos una situación , código 2. En ese altar lleno de sangre empezó a moverse algo , no se distinguía bien , en la radio de comunicación de solo se escucharon disparos y una sola palabra antes que terminara la transmisión "objetivo derribado".
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  • Dicen que todo hombre necesita paz. Que cerrar los ojos frente a un altar trae redención. Pero yo no creo en redención. Solo en silencio… y en la muerte.

    Había pasado semanas haciéndome pasar por un hombre de fe. Una sotana, un collar al cuello, el tono correcto de voz… y de pronto, todos se inclinaban, confiaban, abrían sus pecados frente a mí. Ironía pura, el lobo con piel de pastor.

    Cada confesión era una pista, un mapa que me llevaba directo al objetivo. Escuchaba pecados que no me importaban, historias de adulterios, robos, miedos… pero en medio de esas voces débiles estaba la que buscaba, un nombre, una dirección, un secreto que solo un “siervo del Señor” podía obtener.

    Esa noche, frente al altar vacío, cerré los ojos. No rezaba. No buscaba perdón. Solo repasaba la misión en mi mente, cada movimiento ya medido, cada sombra que usaría como cobertura.

    Cuando el objetivo entró al confesionario, esperaba un hombre santo… pero lo que encontró fue la oscuridad. Con un susurro bastó.

    —Hijo mío, tus pecados ya no tienen absolución.

    Lo demás fue rápido, preciso, como siempre. Un destello metálico, un cuerpo desplomado, y el silencio volvió a llenar la capilla.

    Al salir, la sotana aún cubría mis cicatrices, pero yo sabía la verdad, no hay fe capaz de ocultar lo que soy. Un asesino. Un soldado. Un fantasma.
    Dicen que todo hombre necesita paz. Que cerrar los ojos frente a un altar trae redención. Pero yo no creo en redención. Solo en silencio… y en la muerte. Había pasado semanas haciéndome pasar por un hombre de fe. Una sotana, un collar al cuello, el tono correcto de voz… y de pronto, todos se inclinaban, confiaban, abrían sus pecados frente a mí. Ironía pura, el lobo con piel de pastor. Cada confesión era una pista, un mapa que me llevaba directo al objetivo. Escuchaba pecados que no me importaban, historias de adulterios, robos, miedos… pero en medio de esas voces débiles estaba la que buscaba, un nombre, una dirección, un secreto que solo un “siervo del Señor” podía obtener. Esa noche, frente al altar vacío, cerré los ojos. No rezaba. No buscaba perdón. Solo repasaba la misión en mi mente, cada movimiento ya medido, cada sombra que usaría como cobertura. Cuando el objetivo entró al confesionario, esperaba un hombre santo… pero lo que encontró fue la oscuridad. Con un susurro bastó. —Hijo mío, tus pecados ya no tienen absolución. Lo demás fue rápido, preciso, como siempre. Un destello metálico, un cuerpo desplomado, y el silencio volvió a llenar la capilla. Al salir, la sotana aún cubría mis cicatrices, pero yo sabía la verdad, no hay fe capaz de ocultar lo que soy. Un asesino. Un soldado. Un fantasma.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Una transmisor de un casco , algo dañado por el tiempo pero funcional , es lo primero que se escucho en los receptores de mensaje del grupo de soldados.


    - Ok chicos , recuerden la misión es eliminar a los rebeldes y seguir adelante , si retrasos.

    Tan rápido como vino el mensaje , ahora solo había un silencio , que se rompía levemente por las pisadas de este grupo.
    Una transmisor de un casco , algo dañado por el tiempo pero funcional , es lo primero que se escucho en los receptores de mensaje del grupo de soldados. - Ok chicos , recuerden la misión es eliminar a los rebeldes y seguir adelante , si retrasos. Tan rápido como vino el mensaje , ahora solo había un silencio , que se rompía levemente por las pisadas de este grupo.
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