• Rol privado 𝐌𝐚𝐭𝐬𝐮𝐧𝐚𝐠𝐚 𝐎𝐤𝐢𝐤𝐨

    Los sucesos a partir del día que no volvió a casa determinaron el futuro de Kyo.

    Primero, su padre: Wakana Sou. El ebrio que golpeaba a su hijo y le encantaba acosar a jóvenes estudiantes. Con obesidad y bello en partes inimaginables, de olor repulsivo siempre a licor y un lenguaje tosco rasgando lo vulgar.

    Segundo, su madre: Kyoko Ichinose. La mujer que ganó la lotería, la que perdió su fortuna en las apuestas. Siempre con un cigarro en mano mientras juega en la máquinas tragamonedas, con la mirada desviada y realmente descuidada.

    Tercero, su hogar: un pequeño departamento rodeado de otros pequeños departamentos. Dónde se juntan las personas con menos recursos. Dos habitaciones, una cocina, un baño y una sala, de 3m² a lo mucho.

    Eso arrojo la investigación de la mafia. El joven había pasado de la gloria a la caída en tan poco tiempo. Los vecinos confirmaron los gritos y el llanto de Kyo a altas horas de la madrugada, confirmaron todas las veces que fue visto en las calles deambulando de un lado a otro. Y qué muchas veces, se peleaba con vagabundos por un trozo de pan seco.

    La escuela donde estudiaba nunca intervino y dejaron que el abuso de estudiantes de secundaria fueran perversos. Además, encontraron " al hombre verde" un viejo decrépito que le encantaba violentar a menores de edad y vendía el contenido en internet.

    Okiko dió en el blanco al sacarlo de su miseria. Kyo no tenía familia más allá de lo conocido, no tenía amigos que le dieran la mano o algún adulto que se compareciera de su situación.

    Aquella noche dónde durmió en un suave futón, limpio y esponjoso, dónde recibió el alimento gratuito y la hospitalidad de la mujer lo marco.

    Pasaron tres días viernes, sábado y domingo. Para el domingo en la noche Kyo bajo las escaleras dónde Okiko atendía a los clientes. Por voluntad, por favor o por gratitud recogía los platos, cubiertos y vasos, limpiaba las mesas y tiraba la basura sin que ella se lo pidiera. Solo lo hacía y ya. La miraba de reojo y corría a toda prisa cuando le decía " No " porque él quería sentirse útil y solo se le podía ocurrir ese método.

    Para las 5 o 6 am terminaron. Platos, cocina, pisos y ventanas limpios. Y él, todo un desastre entre tierra, grasa y curtidos.

    — Se terminó. ¿Verdad?. Ah, los hombres esos grandes si que dan mucho miedo.— Expreso por el yakuza con el ojo cortado y un tatuaje en el cuello. — Pero no tanto como mi papá.
    Rol privado [flare_fuchsia_pigeon_969] Los sucesos a partir del día que no volvió a casa determinaron el futuro de Kyo. Primero, su padre: Wakana Sou. El ebrio que golpeaba a su hijo y le encantaba acosar a jóvenes estudiantes. Con obesidad y bello en partes inimaginables, de olor repulsivo siempre a licor y un lenguaje tosco rasgando lo vulgar. Segundo, su madre: Kyoko Ichinose. La mujer que ganó la lotería, la que perdió su fortuna en las apuestas. Siempre con un cigarro en mano mientras juega en la máquinas tragamonedas, con la mirada desviada y realmente descuidada. Tercero, su hogar: un pequeño departamento rodeado de otros pequeños departamentos. Dónde se juntan las personas con menos recursos. Dos habitaciones, una cocina, un baño y una sala, de 3m² a lo mucho. Eso arrojo la investigación de la mafia. El joven había pasado de la gloria a la caída en tan poco tiempo. Los vecinos confirmaron los gritos y el llanto de Kyo a altas horas de la madrugada, confirmaron todas las veces que fue visto en las calles deambulando de un lado a otro. Y qué muchas veces, se peleaba con vagabundos por un trozo de pan seco. La escuela donde estudiaba nunca intervino y dejaron que el abuso de estudiantes de secundaria fueran perversos. Además, encontraron " al hombre verde" un viejo decrépito que le encantaba violentar a menores de edad y vendía el contenido en internet. Okiko dió en el blanco al sacarlo de su miseria. Kyo no tenía familia más allá de lo conocido, no tenía amigos que le dieran la mano o algún adulto que se compareciera de su situación. Aquella noche dónde durmió en un suave futón, limpio y esponjoso, dónde recibió el alimento gratuito y la hospitalidad de la mujer lo marco. Pasaron tres días viernes, sábado y domingo. Para el domingo en la noche Kyo bajo las escaleras dónde Okiko atendía a los clientes. Por voluntad, por favor o por gratitud recogía los platos, cubiertos y vasos, limpiaba las mesas y tiraba la basura sin que ella se lo pidiera. Solo lo hacía y ya. La miraba de reojo y corría a toda prisa cuando le decía " No " porque él quería sentirse útil y solo se le podía ocurrir ese método. Para las 5 o 6 am terminaron. Platos, cocina, pisos y ventanas limpios. Y él, todo un desastre entre tierra, grasa y curtidos. — Se terminó. ¿Verdad?. Ah, los hombres esos grandes si que dan mucho miedo.— Expreso por el yakuza con el ojo cortado y un tatuaje en el cuello. — Pero no tanto como mi papá.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || Wiii y terminé, me encantó el resultado, ya voy a ir respondiendo poco a poco. Mientras tanto le dejaré algo bonito a Sven, bueno tengan bonita noche, tal vez algún día les enseñe mi trabajo como tatuadora, besos corderitos.
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  • —Esta bebiendo algo de cafe,posiblemente salga de fiesta o simplemente quiera desvelarse—
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  • Hosanna in Excelsis
    Fandom OC/Honkai Star Rail (AU)/Hololive
    Categoría Acción
    The Dreamscape. El Paisaje de los Sueños. Lo que comenzó como un lugar vacío ahora era como un lienzo en blanco, listo para el Arquitecto y que este pudiese plasmar el diseño perfecto para la creación que había planificado. Un pentagrama infinito, listo para el Compositor y que este pudiese escribir no con palabras, pero con notas, la sinfonía de la Harmonía y el Orden con la cual liberaría a la humanidad entera. La melodía del Sueño Eterno.

    Sunday era su nombre. El último Halovian, el último Ángel. Herético y delirante en la grandeza de su propia ilusión. Nacido para seguir al Eón (dios) de la Harmonía (Xipe), vuelto fanático del muerto Eón (dios) del Orden (Ena).

    Herético y delirante en la grandeza de su propia ilusión. Con un gran complejo de Mesías se veía a sí mismo como la única estrella con la necesidad de brillar. La única estrella que habría de guiar a la creación a su salvación aún en contra de su voluntad. Ególatra como ninguno, él era la Luz.

    Siete días habían pasado desde el primer sueño. Siete días habían pasado desde el momento en que el primer alma que en su psicótica "misericordia" fue sumergida en el sueño de su vida ideal. Ina’nis Ninomae, una pobre chica víctima de la maldad de la humanidad. Objeto de sacrificios, objeto de hechicería. Objeto de la crueldad del hombre, vuelta una con lo que nunca debió ser visto, vuelta una con lo que sólo podía llamársele El Abismo.

    Niña, pobre niña. Robada de sus sueños, llevada a tocar más de un universo. Pobre niña, robada de sus genuinos anhelos, llevada a robar y alimentarse de almas a lo largo del tiempo y del espacio en más de una realidad. Niña, pobre niña, robada de su corazón para alimentar el hambre insaciable de aquella oscuridad de lo profundo.

    Pero ya no era más el caso. Pues sumergida en el sueño, su alma viviendo lo que siempre deseó, dejando en el olvido lo que alguna vez en carne vivió, los papeles se habían invertido. El sueño era realidad, y lo que alguna vez fue real para ella nada más que el distante eco de un mal sueño, algo que jamás sucedio.

    Chica, lamentable chica, pero jamás lo sabrá, Chica, lamentable chica, pero jamás vivirá. Chica, lamentable chica, pero jamás verá ese mal sueño, esa pesadilla, esa cruel realidad. Su alma descansaba, pero su cuerpo victimizado. Su alma descanaba, pero la energía de su ser se desvanecía. Había sido usada por Sunday en más de una manera, donde la primordial fue el abuso de sus trágicos poderes. La utilizó para abrir un puente directo a todas las realidades posibles. A cada variante del mundo existente. Presentes, pasadas, por existir. Su Sinfonía abarcaría el principio y el final de la creación hasta siempre.

    Las almas que había devorado, ahora liberadas por el Halovian. Cientos, miles de voces a lo largo de diferentes mundos y dimensiones ahora eran como estrellas que adornaban el firmamento de aquel espacio separado de todo lo demás, como una dimensión de bolsillo. 107,336 eran en número, tantas como las estrellas del cielo nocturno, representaba una nota en la gran Sinfonía del Director.

    —"El día de su redención ha llegado... Pues hoy es el día en el que les concedo la vida.

    Porque juro por la Verdad.
    Porque juro por El Calendario.
    Porque juro por los Valores.
    Porque juro por las Reglas.
    Porque juro por el Significado y Propósito.
    Porque juro por la Dignidad Humana...

    Que todo esto les daré. Porque lo que fue ya no lo es más, y lo que siempre han deseado es lo que será.

    Porque todo lo que les espera no es más que la Gracia. Mi nombre es Sunday, y mi Gracia será con todos ustedes"—.

    Sin ser visto, una voz llena de melancolía, de determinación. Una voz llena de compasión, llena de amor. Una voz llena de anhelo, hizo eco a lo largo y ancho del universo. De los universos. Hizo eco a lo largo de la historia, a lo largo del tiempo. Hizo eco a lo largo del espacio, eternamente en expansión. Hizo eco en el alma de la humanidad, destinada a la muerte. Hizo eco en el pensamiento del hombre, interrumpiéndole. Era la voz de Sunday, la voz de la Estrella Singular.

    Era la apertura del Director. La apertura del Arquitecto de Sueños. Era el anuncio del principio del fin. El anuncio del principio de una nueva vida. Era el anuncio del sueño por venir. Dioses. La Humanidad. El Abismo. La creación. Todos estaban por conocer el eterno descanso... La eterna paz. La Harmonía. El Orden. La melodía de sus vidas, dirigida por él.
    The Dreamscape. El Paisaje de los Sueños. Lo que comenzó como un lugar vacío ahora era como un lienzo en blanco, listo para el Arquitecto y que este pudiese plasmar el diseño perfecto para la creación que había planificado. Un pentagrama infinito, listo para el Compositor y que este pudiese escribir no con palabras, pero con notas, la sinfonía de la Harmonía y el Orden con la cual liberaría a la humanidad entera. La melodía del Sueño Eterno. Sunday era su nombre. El último Halovian, el último Ángel. Herético y delirante en la grandeza de su propia ilusión. Nacido para seguir al Eón (dios) de la Harmonía (Xipe), vuelto fanático del muerto Eón (dios) del Orden (Ena). Herético y delirante en la grandeza de su propia ilusión. Con un gran complejo de Mesías se veía a sí mismo como la única estrella con la necesidad de brillar. La única estrella que habría de guiar a la creación a su salvación aún en contra de su voluntad. Ególatra como ninguno, él era la Luz. Siete días habían pasado desde el primer sueño. Siete días habían pasado desde el momento en que el primer alma que en su psicótica "misericordia" fue sumergida en el sueño de su vida ideal. [HugsFromTheVo1d], una pobre chica víctima de la maldad de la humanidad. Objeto de sacrificios, objeto de hechicería. Objeto de la crueldad del hombre, vuelta una con lo que nunca debió ser visto, vuelta una con lo que sólo podía llamársele El Abismo. Niña, pobre niña. Robada de sus sueños, llevada a tocar más de un universo. Pobre niña, robada de sus genuinos anhelos, llevada a robar y alimentarse de almas a lo largo del tiempo y del espacio en más de una realidad. Niña, pobre niña, robada de su corazón para alimentar el hambre insaciable de aquella oscuridad de lo profundo. Pero ya no era más el caso. Pues sumergida en el sueño, su alma viviendo lo que siempre deseó, dejando en el olvido lo que alguna vez en carne vivió, los papeles se habían invertido. El sueño era realidad, y lo que alguna vez fue real para ella nada más que el distante eco de un mal sueño, algo que jamás sucedio. Chica, lamentable chica, pero jamás lo sabrá, Chica, lamentable chica, pero jamás vivirá. Chica, lamentable chica, pero jamás verá ese mal sueño, esa pesadilla, esa cruel realidad. Su alma descansaba, pero su cuerpo victimizado. Su alma descanaba, pero la energía de su ser se desvanecía. Había sido usada por Sunday en más de una manera, donde la primordial fue el abuso de sus trágicos poderes. La utilizó para abrir un puente directo a todas las realidades posibles. A cada variante del mundo existente. Presentes, pasadas, por existir. Su Sinfonía abarcaría el principio y el final de la creación hasta siempre. Las almas que había devorado, ahora liberadas por el Halovian. Cientos, miles de voces a lo largo de diferentes mundos y dimensiones ahora eran como estrellas que adornaban el firmamento de aquel espacio separado de todo lo demás, como una dimensión de bolsillo. 107,336 eran en número, tantas como las estrellas del cielo nocturno, representaba una nota en la gran Sinfonía del Director. —"El día de su redención ha llegado... Pues hoy es el día en el que les concedo la vida. Porque juro por la Verdad. Porque juro por El Calendario. Porque juro por los Valores. Porque juro por las Reglas. Porque juro por el Significado y Propósito. Porque juro por la Dignidad Humana... Que todo esto les daré. Porque lo que fue ya no lo es más, y lo que siempre han deseado es lo que será. Porque todo lo que les espera no es más que la Gracia. Mi nombre es Sunday, y mi Gracia será con todos ustedes"—. Sin ser visto, una voz llena de melancolía, de determinación. Una voz llena de compasión, llena de amor. Una voz llena de anhelo, hizo eco a lo largo y ancho del universo. De los universos. Hizo eco a lo largo de la historia, a lo largo del tiempo. Hizo eco a lo largo del espacio, eternamente en expansión. Hizo eco en el alma de la humanidad, destinada a la muerte. Hizo eco en el pensamiento del hombre, interrumpiéndole. Era la voz de Sunday, la voz de la Estrella Singular. Era la apertura del Director. La apertura del Arquitecto de Sueños. Era el anuncio del principio del fin. El anuncio del principio de una nueva vida. Era el anuncio del sueño por venir. Dioses. La Humanidad. El Abismo. La creación. Todos estaban por conocer el eterno descanso... La eterna paz. La Harmonía. El Orden. La melodía de sus vidas, dirigida por él.
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  • —El purgatorio lo habia tenido cautivo,su locura empezaba a desvanecerse,y empezaba a volver a ser una persona normal,despues de tanto tiempo,empezaba a arrepentirse de sus actos,empezaba a arrepentirse de todo el daño que hizo—
    —El purgatorio lo habia tenido cautivo,su locura empezaba a desvanecerse,y empezaba a volver a ser una persona normal,despues de tanto tiempo,empezaba a arrepentirse de sus actos,empezaba a arrepentirse de todo el daño que hizo—
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  • A otra cosa mariposa como dirían por ahí ¿Qué hice hoy? Cositas, no las que me gustaría, peeero tuve un caso importante que lo resolví con mucho éxito, y ahora estoy en casa, con mi Rainer, tomando un trago sin alcohol porque #Noalosvicios jamás
    A otra cosa mariposa como dirían por ahí ¿Qué hice hoy? Cositas, no las que me gustaría, peeero tuve un caso importante que lo resolví con mucho éxito, y ahora estoy en casa, con mi Rainer, tomando un trago sin alcohol porque #Noalosvicios jamás
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  • Morfeo camina en silencio por los paisajes fragmentados del Sueño, su silueta oscura recortada contra un cielo que cambia de color con cada pensamiento olvidado. El suelo bajo sus pies no es tierra ni piedra, sino recuerdos rotos, dispersos como hojas secas en otoño. A su alrededor, los sueños abandonados flotan sin rumbo: una risa infantil que se desvanece, un abrazo nunca dado, un rostro amado cuya forma ya no se recuerda del todo.

    Sus ojos, como dos pozos infinitos, no reflejan emoción, pero su andar es pesado, como si cada paso arrastrara siglos de soledad. En su mano, lleva un puñado de arena dorada, la misma que solía formar mundos enteros con solo un suspiro. Pero ahora la deja caer lentamente, sin moldearla, dejándola perderse entre los pliegues del olvido.

    Pasa junto a un trono vacío hecho de palabras no pronunciadas y se detiene, mirando hacia un horizonte donde se apagan las estrellas de los soñadores que ya no creen. El silencio lo rodea. Nadie lo llama. Nadie lo espera.

    Y así sigue Morfeo, el señor de los sueños, errante entre los deseos no cumplidos y las esperanzas que se deshicieron al amanecer. Solo en el lugar donde todos duermen, pero nadie lo ve.
    Morfeo camina en silencio por los paisajes fragmentados del Sueño, su silueta oscura recortada contra un cielo que cambia de color con cada pensamiento olvidado. El suelo bajo sus pies no es tierra ni piedra, sino recuerdos rotos, dispersos como hojas secas en otoño. A su alrededor, los sueños abandonados flotan sin rumbo: una risa infantil que se desvanece, un abrazo nunca dado, un rostro amado cuya forma ya no se recuerda del todo. Sus ojos, como dos pozos infinitos, no reflejan emoción, pero su andar es pesado, como si cada paso arrastrara siglos de soledad. En su mano, lleva un puñado de arena dorada, la misma que solía formar mundos enteros con solo un suspiro. Pero ahora la deja caer lentamente, sin moldearla, dejándola perderse entre los pliegues del olvido. Pasa junto a un trono vacío hecho de palabras no pronunciadas y se detiene, mirando hacia un horizonte donde se apagan las estrellas de los soñadores que ya no creen. El silencio lo rodea. Nadie lo llama. Nadie lo espera. Y así sigue Morfeo, el señor de los sueños, errante entre los deseos no cumplidos y las esperanzas que se deshicieron al amanecer. Solo en el lugar donde todos duermen, pero nadie lo ve.
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  • Mientras el cuerpo físico de Ina se mantiene flotando en una burbuja, su mente sigue anclada en el sueño del Halovian, y su sonrisa sigue siendo la de quien no sabe que está soñando. Allí, bajo un sol dorado, dos estudiantes caminan hacia su primera cita.

    La campana del institutó sonó, Ina salió apresurada esquivando a compañeros cuyos rostros empezaban a difuminarse como acuarelas bajo la lluvia. Solo Belial permanecía nítido, con una sonrisa que le hacía cosquillas en un recuerdo de su memoria que parecía no existir.

    —¡Beli-b... —pausa— digo, Belial~ —canturreó, ajustando su mochila, de la cual colgaba un mini peluche de pulpo que no recordaba haber puesto allí.

    Ambos avanzaron por el camino hacia el arcade. Ina caminaba junto a él, sus pasos sincronizados sobre la acera.

    Se detuvieron antes de cruzar la calle, Ina vio el semáforo: rojo-verde-morado... ¿Morado?. Parpadeó. Era amarillo, pero podría jurar que lo había visto morado. Sacudió su cabeza y cuando el semáforo se puso en rojo, avanzó a un lado de él.

    —Belial... ¿A veces no te pasa que...?

    Dudó. Las palabras se le enredaron en la lengua. ¿Qué le iba a decir? ¿Que estaba teniendo alucinaciones?

    —...Nah, ¡olvídalo! —sacudió la cabeza una vez más, riendo demasiado alto.

    Llegaron al local, se detuvieron un instante frente al letrero neón del arcade. Y cuando empujó la puerta de vidrio, por un segundo, creyó ver en el reflejo a Belial con...¿alas?. Pero rápidamente, su atención se desvió hacia las luces de colores, los sonidos, las risas y el ambiente. El arcade la envolvió.

    —Waaah, ¿que deberíamos jugar primero? —sus ojos brillaban como estrellas— ¿Sabías que los arcades son como rituales? Insertas monedas y rezas para que el universo no te humille...

    Suelta una risita que suena como campanitas rotas. Parpadea. Pausa. ¿Un ritual? ¿Que acaba de decir?. Su sonrisa se borra por 0.65 segundos. Da igual. Lo olvida rápidamente. Su sonrisa reaparece. Sigue tropezando con las mismas pistas, pero no las ve. ¿O tal vez es que no las quiere ver?
    Mientras el cuerpo físico de Ina se mantiene flotando en una burbuja, su mente sigue anclada en el sueño del Halovian, y su sonrisa sigue siendo la de quien no sabe que está soñando. Allí, bajo un sol dorado, dos estudiantes caminan hacia su primera cita. La campana del institutó sonó, Ina salió apresurada esquivando a compañeros cuyos rostros empezaban a difuminarse como acuarelas bajo la lluvia. Solo [anagenesis001] permanecía nítido, con una sonrisa que le hacía cosquillas en un recuerdo de su memoria que parecía no existir. —¡Beli-b... —pausa— digo, Belial~ —canturreó, ajustando su mochila, de la cual colgaba un mini peluche de pulpo que no recordaba haber puesto allí. Ambos avanzaron por el camino hacia el arcade. Ina caminaba junto a él, sus pasos sincronizados sobre la acera. Se detuvieron antes de cruzar la calle, Ina vio el semáforo: rojo-verde-morado... ¿Morado?. Parpadeó. Era amarillo, pero podría jurar que lo había visto morado. Sacudió su cabeza y cuando el semáforo se puso en rojo, avanzó a un lado de él. —Belial... ¿A veces no te pasa que...? Dudó. Las palabras se le enredaron en la lengua. ¿Qué le iba a decir? ¿Que estaba teniendo alucinaciones? —...Nah, ¡olvídalo! —sacudió la cabeza una vez más, riendo demasiado alto. Llegaron al local, se detuvieron un instante frente al letrero neón del arcade. Y cuando empujó la puerta de vidrio, por un segundo, creyó ver en el reflejo a Belial con...¿alas?. Pero rápidamente, su atención se desvió hacia las luces de colores, los sonidos, las risas y el ambiente. El arcade la envolvió. —Waaah, ¿que deberíamos jugar primero? —sus ojos brillaban como estrellas— ¿Sabías que los arcades son como rituales? Insertas monedas y rezas para que el universo no te humille... Suelta una risita que suena como campanitas rotas. Parpadea. Pausa. ¿Un ritual? ¿Que acaba de decir?. Su sonrisa se borra por 0.65 segundos. Da igual. Lo olvida rápidamente. Su sonrisa reaparece. Sigue tropezando con las mismas pistas, pero no las ve. ¿O tal vez es que no las quiere ver?
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  • —Oye...¿Te cuento un sueño super raro que tuve anoche? —juega con un hilo suelto de su suéter.

    —¿Otro? —su amigo rie, pero sus ojos no se arrugan como deberían— Ina, podrías vender tus sueños como películas de terror...

    —¡Jajá! Bueno, está vez soñé que el cielo era...violeta~ Y una voz me llamaba...¿sacerdotisa? Waah, que nombre más edgy, ¿no?

    Ina se rasca una mano, y por un segundo, tres líneas de tinta aparecen y se desvanecen.

    —Creo que estás estresada por los exámenes...

    —¡Seguro! Aunque... —mira su reflejo en la botella de agua, su reflejo le guiña. Ella parpadea y lo ignora— Qué imaginación tengo, ¿eh? ¡Hasta soñé que tenía tentáculos! —se rie.

    Es un mundo diferente. Un mundo tranquilo, sin sombras, sin abismos, dónde su vida tiene contornos humanos, dónde su madre la espera en casa con el almuerzo listo y su padre cuenta chistes mientras ella ríe. Y aunque no lo sabe, este mundo es solo un sueño. Mientras tanto, el abismo espera. Porque el abismo nunca se rinde.
    —Oye...¿Te cuento un sueño super raro que tuve anoche? —juega con un hilo suelto de su suéter. —¿Otro? —su amigo rie, pero sus ojos no se arrugan como deberían— Ina, podrías vender tus sueños como películas de terror... —¡Jajá! Bueno, está vez soñé que el cielo era...violeta~ Y una voz me llamaba...¿sacerdotisa? Waah, que nombre más edgy, ¿no? Ina se rasca una mano, y por un segundo, tres líneas de tinta aparecen y se desvanecen. —Creo que estás estresada por los exámenes... —¡Seguro! Aunque... —mira su reflejo en la botella de agua, su reflejo le guiña. Ella parpadea y lo ignora— Qué imaginación tengo, ¿eh? ¡Hasta soñé que tenía tentáculos! —se rie. Es un mundo diferente. Un mundo tranquilo, sin sombras, sin abismos, dónde su vida tiene contornos humanos, dónde su madre la espera en casa con el almuerzo listo y su padre cuenta chistes mientras ella ríe. Y aunque no lo sabe, este mundo es solo un sueño. Mientras tanto, el abismo espera. Porque el abismo nunca se rinde.
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  • —Dicen que cocinar es un arte... Pero para mí, es algo más.

    Levanta la campana con delicadeza, como si desvelara un tesoro.

    —Es la única forma que tengo de decir “te cuido”, sin abrir la boca.
    —Dicen que cocinar es un arte... Pero para mí, es algo más. Levanta la campana con delicadeza, como si desvelara un tesoro. —Es la única forma que tengo de decir “te cuido”, sin abrir la boca.
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