𝖕𝖗𝖊𝖘𝖆𝖌𝖎𝖔
━━━━━━━━━━━━━━┓
𝖈𝖔𝖓: Brycka Ivanova
┗━━━━━━━━━━━━━━
La ciudad nunca dormía del todo, pero a esa hora, hasta los molestos ruidos de la vida nocturna parecían haberse apaciguado. Desde la esquina del edificio, Dmitry permanecía de pie, la espalda recta, los hombros relajados bajo su abrigo oscuro. Sus ojos, serenos y observadores, seguían cada movimiento de la calle sin necesidad de moverse mucho.
Había pasado una semana desde que comenzó a trabajar para Brycka. El ritmo era constante, incluso predecible. Apariciones públicas, entrevistas, algún que otro ensayo. Si bien el público a veces se volvía insistente, todo se mantenía bajo control. Él no hablaba mucho, no era necesario. Su sola presencia bastaba para marcar límites.
Esa noche, sin embargo, algo le hizo girar el rostro con sutil tensión.
Un hombre había estado esperando frente al estudio desde hacía más de una hora. No parecía parte del staff, ni prensa. No pidió autógrafos, no tomó fotos. Solo... esperaba. La mirada baja, el cuerpo encorvado ligeramente, como si intentara volverse invisible en la multitud que ya se disipaba.
Dmitry entrecerró los ojos, dando un paso hacia adelante.
No era raro que alguien se quedara más de la cuenta. Pero lo había visto también la noche anterior. En el mismo sitio. Con la misma ropa. Y antes de eso, durante un almuerzo al que Brycka asistió, lo había reconocido entre la gente, aunque apenas por un segundo. Quien fuera que estuviera detrás definitivamente era un novato; sólo alguien con tan poca experiencia en el arte del sigilo sería tan ignorante como para repetir un patrón tan sospechoso. Claro que no aparentaba ningún tipo de peligro; no hablaba, ni se acercaba…
Todavía. Y ese potencial peligro no pasaría desapercibido para Dima.
Dmitry no dijo nada. Solo se aproximó al coche, donde Brycka conversaba con su asistente. Se inclinó levemente, lo justo para hacerse oír.
—Brycka, no quiero preocuparte —murmuró con esa voz baja y sin apuro que rara vez variaba de tono—, pero puede que tengamos compañía no deseada.
Su mirada se desvió hacia el reflejo del vidrio. El hombre seguía allí.
—¿Lo has visto antes?
𝖈𝖔𝖓: Brycka Ivanova
┗━━━━━━━━━━━━━━
La ciudad nunca dormía del todo, pero a esa hora, hasta los molestos ruidos de la vida nocturna parecían haberse apaciguado. Desde la esquina del edificio, Dmitry permanecía de pie, la espalda recta, los hombros relajados bajo su abrigo oscuro. Sus ojos, serenos y observadores, seguían cada movimiento de la calle sin necesidad de moverse mucho.
Había pasado una semana desde que comenzó a trabajar para Brycka. El ritmo era constante, incluso predecible. Apariciones públicas, entrevistas, algún que otro ensayo. Si bien el público a veces se volvía insistente, todo se mantenía bajo control. Él no hablaba mucho, no era necesario. Su sola presencia bastaba para marcar límites.
Esa noche, sin embargo, algo le hizo girar el rostro con sutil tensión.
Un hombre había estado esperando frente al estudio desde hacía más de una hora. No parecía parte del staff, ni prensa. No pidió autógrafos, no tomó fotos. Solo... esperaba. La mirada baja, el cuerpo encorvado ligeramente, como si intentara volverse invisible en la multitud que ya se disipaba.
Dmitry entrecerró los ojos, dando un paso hacia adelante.
No era raro que alguien se quedara más de la cuenta. Pero lo había visto también la noche anterior. En el mismo sitio. Con la misma ropa. Y antes de eso, durante un almuerzo al que Brycka asistió, lo había reconocido entre la gente, aunque apenas por un segundo. Quien fuera que estuviera detrás definitivamente era un novato; sólo alguien con tan poca experiencia en el arte del sigilo sería tan ignorante como para repetir un patrón tan sospechoso. Claro que no aparentaba ningún tipo de peligro; no hablaba, ni se acercaba…
Todavía. Y ese potencial peligro no pasaría desapercibido para Dima.
Dmitry no dijo nada. Solo se aproximó al coche, donde Brycka conversaba con su asistente. Se inclinó levemente, lo justo para hacerse oír.
—Brycka, no quiero preocuparte —murmuró con esa voz baja y sin apuro que rara vez variaba de tono—, pero puede que tengamos compañía no deseada.
Su mirada se desvió hacia el reflejo del vidrio. El hombre seguía allí.
—¿Lo has visto antes?
━━━━━━━━━━━━━━┓
𝖈𝖔𝖓: [Brycka1]
┗━━━━━━━━━━━━━━
La ciudad nunca dormía del todo, pero a esa hora, hasta los molestos ruidos de la vida nocturna parecían haberse apaciguado. Desde la esquina del edificio, Dmitry permanecía de pie, la espalda recta, los hombros relajados bajo su abrigo oscuro. Sus ojos, serenos y observadores, seguían cada movimiento de la calle sin necesidad de moverse mucho.
Había pasado una semana desde que comenzó a trabajar para Brycka. El ritmo era constante, incluso predecible. Apariciones públicas, entrevistas, algún que otro ensayo. Si bien el público a veces se volvía insistente, todo se mantenía bajo control. Él no hablaba mucho, no era necesario. Su sola presencia bastaba para marcar límites.
Esa noche, sin embargo, algo le hizo girar el rostro con sutil tensión.
Un hombre había estado esperando frente al estudio desde hacía más de una hora. No parecía parte del staff, ni prensa. No pidió autógrafos, no tomó fotos. Solo... esperaba. La mirada baja, el cuerpo encorvado ligeramente, como si intentara volverse invisible en la multitud que ya se disipaba.
Dmitry entrecerró los ojos, dando un paso hacia adelante.
No era raro que alguien se quedara más de la cuenta. Pero lo había visto también la noche anterior. En el mismo sitio. Con la misma ropa. Y antes de eso, durante un almuerzo al que Brycka asistió, lo había reconocido entre la gente, aunque apenas por un segundo. Quien fuera que estuviera detrás definitivamente era un novato; sólo alguien con tan poca experiencia en el arte del sigilo sería tan ignorante como para repetir un patrón tan sospechoso. Claro que no aparentaba ningún tipo de peligro; no hablaba, ni se acercaba…
Todavía. Y ese potencial peligro no pasaría desapercibido para Dima.
Dmitry no dijo nada. Solo se aproximó al coche, donde Brycka conversaba con su asistente. Se inclinó levemente, lo justo para hacerse oír.
—Brycka, no quiero preocuparte —murmuró con esa voz baja y sin apuro que rara vez variaba de tono—, pero puede que tengamos compañía no deseada.
Su mirada se desvió hacia el reflejo del vidrio. El hombre seguía allí.
—¿Lo has visto antes?
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Disponible
0
turnos
0
maullidos