• El futuro en mis pesadillas más excelsas, reposa en el tiempo. Avanza la majestad nocturna hacia adelante y hacia atrás, burla el arriba y el abajo, ese, detenido aún en este cosmos, la justicia para ti.

    En este sarcófago de retazos de piedras preciosas en el que me encuentro. Me encuentro en un universo de almas inconscientes, de formas triangulares e inconexas, pedazos de tesoros que amargaron al más allá con su existencia. En esos espacios de lienzos y humos de acuarelas, llantos de recién nacidos y crías de amaestrados animales, persiste la libertad sublime este circo de llamas de nostalgia; esa en la que me invocaste.

    Entre oraciones de verdores, acérrimas ruinas de tus cálices, vislumbro el futuro en mis pesadillas: esos santos sueños de breas desnudadas, esas promesas aparecidas en la desgraciada guerra en la que te perdí. Son mi boleto al paraíso.

    Te pienso, en este eterno reposo. Contemplo a tu rostro en mis memorias, memorias que no apagan a la corteza de tus peceras rebosantes de un sentir que es todo un pecado original.

    Tu crucifixión se convirtió en la ruina de mis ruinas. Diste tu vida por amor. Las estrellas lloran tu ausencia; me he esfumado. Sueño las verdades que sostienen a todo tu epónimo perdido. Te sueño, artista de secretos aromas, la tinta breve de tus garras, tus uñas de transparentes cristales, forjados en las pupilas de los caídos. Cesa el canto rodado. La libertad en las alturas.

    La guerra te arrancó de mi coseno, te impulsó a reencarnar en el limbo de mis rezos. Desconozco que pueda contarte si estoy dormido, y no soy capaz de alcanzarte.

    Tu pasado reside entre mis mentes de acuarelas, en los cuellos degollados de mis enemigos. Esos que captan los claroscuros del más allá: el presente y paraíso de mis carruseles; que nublan las antenas de las orugas de tus sirvientes.

    Los que embalsamaron tu anatomía de bestia.

    Emperador de arañas rosadas, emperatriz turquesa de mantis religiosas, entrenadas para guerrear en tu ausencia, sesgan el pasto del pueblo de antiguas magias, tan arcanas como el origen de tus tiranos ancestros. Me revelan sus orígenes. Ellos timadores, ellos traicioneros, a diferencia de ti.

    No detienes las huellas de tus pies, sincronizan con los sabores al picante que invoca la muerte en el templo sacrosanto, en el que los gigantes de acero descubrieron como arribar a tus fantasías desde el mástil de la realidad. Tus mantos son escudos para mis sueños.


    Carne de mi carne, ruega por nosotros.

    Postre de mis entrañas, te rezo.


    Ante ti.

    Carmelo.

    Carmelo.

    Camelia.

    Cabeza.

    Coronas.

    Descubrimientos.

    Dibujos rupestres.

    En el revés de mi revés.


    Marcho hacia las cadenas de tus fértiles caderas. Me postro ante tu presencia.


    En este sarcófago, te sueño, entre lenguas antiguas, devoradas por el tiempo, el b del barro del suelo que se forma al caer la lluvia; el c de las casas heridas que las muñecas de mi padre creador al aplaudir. Una vez, por vez al artista de concéntricos perfectos, ciruelos a su vez llamados por un dios imaginario.


    Así te soñé.

    Eras mío.

    El final.

    Es.

    Inminente.

    Inclusive más lento.

    Te sueño.

    Tu compañía.

    mi consorte.

    Te sueño

    Surfista del mar de hierba.

    Espejo.

    censurados sueños.

    Consensuados.


    Eres la hiedra venenosa, eras la hidra de la aurora. Soy una esmeralda amaestrada por el ocio de tus fantasías a tórridas revelaciones, ingratas dulzura; como fuero internos, escritos por ti.


    Amigo imaginario.

    Sé feliz.


    Amigo imaginario.

    Ruego y rezo.


    Por tu libertad.

    Sublime.

    Lamento.

    Absorbo el matiz de limas y naranjas en este día, esta tarde, esta noche. Ese árbol, que respira mis cadentes maravillas. Me revela a tu anatomía aparecida.

    Cobijado por solariegos riesgos de encontrarte en mis memorias, el amarillo que atardeció y anocheció vislumbra como tu cabeza rueda por los suelos y empapa con tu bruna sangre los dedos de tus ausentes dedos. Plagas de agujas, enfermedades, que para tu suerte, acudieron a tu auxilio.

    El Sol.fue mi aliado.
    Las estrellas.mi fuente.
    La Luna mi amante.
    Perpetúa adoración.

    Te recuerdo.
    Te veo. Te veo. Te veo.
    Huevo.
    adornado.
    Con ónix dormido.
    Mis adiamantados. Huesos.
    Océano de arena.

    Te pienso. Te pienso. Te pienso.

    Derramé tus entrañas en el lecho nupcial, ese en el que me tomabas como tu esposo, tu esclavo, tu siervo. Fui tan sólo una presa para ti. En el tanteo de estas tentaciones, que vistieron a las aterciopeladas cortinas, tus recuerdos, llaman insistente a mi nombre verdadero.

    ¿Por qué debí velar por tu integridad?
    ¿Por qué he de cargar con esta culpa?
    Tanteo la madera del sillón.
    Contemplo a la ventana.

    No sé. No sé. No sé.
    Mi cordura.
    Desconozco si la perderé.
    Un extravío.
    De mi cordura.
    Rescato con ella.

    Mi Paz.

    Y en un sólo pero, en una sola triada de luminosidad, acuosos ritos, es tu boca de maduros frutos, los que, entre tu justicia y la mía, los que en la existencia de mi segunda vida, en la corte de los sueños, nocturna calma para siempre, atada a mí, son los que hacen las preguntas.

    En.mi.mente.
    Respondo.
    En tu mente.
    Existo.

    Soy la libertad.
    Sublime.
    Me convierto.
    En.
    Crepúsculo.
    Luna Nueva.
    Eclipse.
    Amanecer de Medianoche.
    La elipsis.
    Y.en.mi.sárcofago.pienso.
    Reconozco.
    Que te extraño.
    El futuro en mis pesadillas más excelsas, reposa en el tiempo. Avanza la majestad nocturna hacia adelante y hacia atrás, burla el arriba y el abajo, ese, detenido aún en este cosmos, la justicia para ti. En este sarcófago de retazos de piedras preciosas en el que me encuentro. Me encuentro en un universo de almas inconscientes, de formas triangulares e inconexas, pedazos de tesoros que amargaron al más allá con su existencia. En esos espacios de lienzos y humos de acuarelas, llantos de recién nacidos y crías de amaestrados animales, persiste la libertad sublime este circo de llamas de nostalgia; esa en la que me invocaste. Entre oraciones de verdores, acérrimas ruinas de tus cálices, vislumbro el futuro en mis pesadillas: esos santos sueños de breas desnudadas, esas promesas aparecidas en la desgraciada guerra en la que te perdí. Son mi boleto al paraíso. Te pienso, en este eterno reposo. Contemplo a tu rostro en mis memorias, memorias que no apagan a la corteza de tus peceras rebosantes de un sentir que es todo un pecado original. Tu crucifixión se convirtió en la ruina de mis ruinas. Diste tu vida por amor. Las estrellas lloran tu ausencia; me he esfumado. Sueño las verdades que sostienen a todo tu epónimo perdido. Te sueño, artista de secretos aromas, la tinta breve de tus garras, tus uñas de transparentes cristales, forjados en las pupilas de los caídos. Cesa el canto rodado. La libertad en las alturas. La guerra te arrancó de mi coseno, te impulsó a reencarnar en el limbo de mis rezos. Desconozco que pueda contarte si estoy dormido, y no soy capaz de alcanzarte. Tu pasado reside entre mis mentes de acuarelas, en los cuellos degollados de mis enemigos. Esos que captan los claroscuros del más allá: el presente y paraíso de mis carruseles; que nublan las antenas de las orugas de tus sirvientes. Los que embalsamaron tu anatomía de bestia. Emperador de arañas rosadas, emperatriz turquesa de mantis religiosas, entrenadas para guerrear en tu ausencia, sesgan el pasto del pueblo de antiguas magias, tan arcanas como el origen de tus tiranos ancestros. Me revelan sus orígenes. Ellos timadores, ellos traicioneros, a diferencia de ti. No detienes las huellas de tus pies, sincronizan con los sabores al picante que invoca la muerte en el templo sacrosanto, en el que los gigantes de acero descubrieron como arribar a tus fantasías desde el mástil de la realidad. Tus mantos son escudos para mis sueños. Carne de mi carne, ruega por nosotros. Postre de mis entrañas, te rezo. Ante ti. Carmelo. Carmelo. Camelia. Cabeza. Coronas. Descubrimientos. Dibujos rupestres. En el revés de mi revés. Marcho hacia las cadenas de tus fértiles caderas. Me postro ante tu presencia. En este sarcófago, te sueño, entre lenguas antiguas, devoradas por el tiempo, el b del barro del suelo que se forma al caer la lluvia; el c de las casas heridas que las muñecas de mi padre creador al aplaudir. Una vez, por vez al artista de concéntricos perfectos, ciruelos a su vez llamados por un dios imaginario. Así te soñé. Eras mío. El final. Es. Inminente. Inclusive más lento. Te sueño. Tu compañía. mi consorte. Te sueño Surfista del mar de hierba. Espejo. censurados sueños. Consensuados. Eres la hiedra venenosa, eras la hidra de la aurora. Soy una esmeralda amaestrada por el ocio de tus fantasías a tórridas revelaciones, ingratas dulzura; como fuero internos, escritos por ti. Amigo imaginario. Sé feliz. Amigo imaginario. Ruego y rezo. Por tu libertad. Sublime. Lamento. Absorbo el matiz de limas y naranjas en este día, esta tarde, esta noche. Ese árbol, que respira mis cadentes maravillas. Me revela a tu anatomía aparecida. Cobijado por solariegos riesgos de encontrarte en mis memorias, el amarillo que atardeció y anocheció vislumbra como tu cabeza rueda por los suelos y empapa con tu bruna sangre los dedos de tus ausentes dedos. Plagas de agujas, enfermedades, que para tu suerte, acudieron a tu auxilio. El Sol.fue mi aliado. Las estrellas.mi fuente. La Luna mi amante. Perpetúa adoración. Te recuerdo. Te veo. Te veo. Te veo. Huevo. adornado. Con ónix dormido. Mis adiamantados. Huesos. Océano de arena. Te pienso. Te pienso. Te pienso. Derramé tus entrañas en el lecho nupcial, ese en el que me tomabas como tu esposo, tu esclavo, tu siervo. Fui tan sólo una presa para ti. En el tanteo de estas tentaciones, que vistieron a las aterciopeladas cortinas, tus recuerdos, llaman insistente a mi nombre verdadero. ¿Por qué debí velar por tu integridad? ¿Por qué he de cargar con esta culpa? Tanteo la madera del sillón. Contemplo a la ventana. No sé. No sé. No sé. Mi cordura. Desconozco si la perderé. Un extravío. De mi cordura. Rescato con ella. Mi Paz. Y en un sólo pero, en una sola triada de luminosidad, acuosos ritos, es tu boca de maduros frutos, los que, entre tu justicia y la mía, los que en la existencia de mi segunda vida, en la corte de los sueños, nocturna calma para siempre, atada a mí, son los que hacen las preguntas. En.mi.mente. Respondo. En tu mente. Existo. Soy la libertad. Sublime. Me convierto. En. Crepúsculo. Luna Nueva. Eclipse. Amanecer de Medianoche. La elipsis. Y.en.mi.sárcofago.pienso. Reconozco. Que te extraño.
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    //En un ratito subo el origen de como Hank tuvo su mitica espada y como aprendio a ser el mejor espadachin de la historia
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  • " Memorias de un Zorro"

    Los humanos no merecían su simpatía. Todo lo que los relacionaba directamente con ellos le causaba dolor y aversión. No sería capaz de olvidar ninguna de las lágrimas derramadas por lo que estos le dieron y al mismo tiempo le arrebataron. Veía a los humanos como seres de usar, para después desechar, sin formar ningún vínculo afectivo más allá del divertimento o el sexo.

    ¿Cómo podría verlo de otra forma?. Estos lo arrancaron de su bosque, le dieron una familia que amar para después, esos mismos seres, segar sus vidas ante la impotencia del zorro, como si el valor de estas quedasen en la nada, como la ceniza de un tronco consumido por las llamas. No deseaba volver a involucrarse con vidas tan efímeras y frágiles, vidas que solo le causarían dolor y pesadumbre. O al menos así pensaba él, hasta aquel ocaso de otoño, donde el bosque estaba tenido de mandarina, limón y granate.

    Kazuo caminaba de forma tranquila en el único lugar donde sentía que pertenecía; su amado bosque. Este nunca le había traicionado, no como el resto del mundo lo había hecho. Era por esta razón por la que el zorro pasaba sus días recorriendo este de punta a punta. La extensión de su arboleda, el olor a tierra y pino, el sonido del crujir de las hojas bajo sus patas; todo aquello se había convertido en un bálsamo que calmaba su amargo dolor.

    Pero aquel atardecer sería diferente. El viento traía consigo un aroma a madera quemada. Aquello por lo general no era algo extraño, había pequeños poblados esparcidos por la zona. Pero aquel olor era más intenso que el de unos simples alumbres en casas familiares. ¿Seria que su bosque estaba siendo arrasado nuevamente?. Comenzó a avanzar, en dirección donde él olor a madera quemada se hacía más intenso. Pero a medida que sus zancadas se fueron acelerando, otro olor se alojó en su hocico, dejándole un regusto metálico alojándose en la parte trasera de su lengua; sangre.

    El zorro era rápido; este apenas una estela plateada entre los arboles para ojos mortales. A pesar de su tamaño, aquel imponente animal de tres colas, se movía entre los arboles como el agua que se colaba entre las rocas de un río montañoso, de forma rápida y fluida.

    Olía a muerte, y finalmente, llegó al origen de aquel desagradable aroma. Era un poblado de gente humilde, campesinos que apenas sobrevivían el día a día con lo que sacaban de la tierra. Pero ese día sus vidas habían dado un giro de ciento ochenta grados. Un grupo numeroso se bandidos estaba arrasando con las vidas de aquellas familias, saqueando y asediando todo a su paso. Kazuo , con su mirada afilada entre la maleza, observaba la escena con inquietante parsimonia.

    No era su problema. A él y a su familia nadie les ayudó, tampoco lloraron su muerte. Cuando este explicó, en el poblado donde comerciaban, que su familia había sido asesinada; no obtuvo ningún tipo de apoyo ajeno, más allá de un simple pésame. Era como si aquello fuera lo normal y cada uno tenia que ocuparse de sus propios problemas. Kazuo tuvo que enterrarlos en soledad, con la angustia de ver sus cuerpos destrozados cruelmente.

    Este estaba apunto de irse cuando escucho el llanto de un bebé. Giró su cabeza, alzó sus orejas zorrunas y clavó su mirada zafiro en una madre siendo arrastrada por la melena, sacándola de lo que una vez fue su hogar, mientras esta se aferraba a la criatura que tenía entre sus brazos. Aquel niño tendría apenas semanas de haber nacido.

    Aquello parecía haber captado la atención del zorro, quién a base de sufrimiento, había endurecido su corazón. Sin embargo, aquello le provocó una grieta en su bien forjada coraza.

    Aquella madre, desesperada, sacaba fuerzas de donde fuera, resistiéndose para que su retoño no fuera arrancado de sus brazos.


    ~ Haced conmigo lo que queráis, pero mi hijo no. Dejarlo vivir, no me importa mi vida, pero a él no…~ Decía aquella madre con una desesperación que calaba incluso dentro del frío Kitsune.

    Inevitablemente Kazuo recordó a sus madres. Como cuando nació, está daba todo de ella para poder tenerlo, como a pesar de ser diferente a sus hermanos y el más débil, se encargó de que no le faltase alimento. Como su madre Reina, incluso sin conocerle, lo rescató junto con su padre de aquel estanque en mitad de la nada, arriesgando sus vidas al detenerse de su huída de la guerra para recogerlo.

    Aquella mujer estaba peleando como una jabata para evitar un final funesto para su hijo.

    Finalmente, aquellos mercenarios, lograban arrancarle a su hijo de los brazos, mientras algunos de estos la sujetaban y comenzaron a rasgar sus ropas de forma brusca, una señal inequívoca de lo que venía a continuación para ella. La mujer dejó de luchar, estaba dispuesta a todo por tal de que su hijo no sufriera la suerte que le esperaba a ella, dejando su cuerpo como pago por su vida. Aunque aquello no le garantizaba que su hijo viviera, ella estaba dispuesta a todo, a agarrarse a esa mínima esperanza.

    Ahí estaba, el amor incondicional de una madre. Algo tan puro y honesto, que difícilmente podría ser superado por algo más.

    ~ Dioses, proteger a mí hijo, solo pido eso. Que mi suerte y la suya se hagan una para él. Que mi alma sirva de tributo para que él esté bien.~ Decía esta mientras veía como su retoño se pasaba de un mercenario a otro de forma brusca.

    Una plegaría... Una plegaría frente a un mensajero de Inari. Eso, sumado a la grieta que se habría formado en el caparazón alrededor del corazón del zorro, fue el detonante para que este se moviera por puro instinto.

    El Kitsune, en toda su majestuosa forma, salió de entre la maleza, gruñendo y enseñando su hilera de dientes, afilados como cuchillos de cerámica. A aquellos infelices apenas les dio tiempo de reaccionar; en un abrir y cerrar de ojos, él zorro, tan grande como un caballo, se abalanzaba sobre estos, uno por uno. Acabando con cada una de sus vidas de forma certera.

    En medio del alboroto, la madre se zafó de sus actores para ir en busca de su hijo, quién lo tenía uno de aquellos desgraciados. Cuando esta se acercó al mercenario, este sin compasión Katana en mano, atravesó su estómago con una estocada firme. Esta, a pesar de la herida infligida, tomo a su criatura de los brazos de aquel sin corazón. En cuanto este retira su arma, la joven madre cae de espaldas al suelo en un charco de sangre, pero sin soltar en ningún momento a su más preciado tesoro, su hijo.

    A Kazuo no le había dado tiempo a detener aquel deleznable acto. Este, con la misma furia con la que vengó a su familia se abalanzó sobre aquel individuo. Sus temibles fauces sujetaron la cabeza del contrario, quien gritaba de puro miedo ante la impotencia de su tráfico final. De un tirón, Kazuo decapitó a aquel mala sangre, lanzando su cabeza varios metros de donde se encontraban.

    Este estaba furibundo, el fuego recorría la sangre de sus venas, en oleadas de rabia y heridas abiertas. Solo el llanto de aquella frágil criatura lo trajo de vuelta al presente. Este se voltea y camina en dirección a esa madre, la cual se desangraba sin opción a salvación.

    Con cada paso del zorro, su cuerpo iba mutando con llamas color zafiro. La estela de estas daban paso a un Kazuo con aspecto humano, con una vestimenta desgastada, pero de un blanco puro, ahora tintada por la sangre derramada. Su melena plateada enmarcaban aquel rostro casi angelical, parecía alguien que solo podía ser soñado o contado en leyendas.

    Este llega donde la mujer, quién aún estaba viva, pero su respiración era lenta y errática, arrodillándose a su lado. Kazuo aún no tenía el suficiente poder para curar una herida como aquella, no sin que la vida de este peligrase, compartiendo ambos un funesto destino. La mujer clavaba su mirada avellana en los ojos lapislázuli del zorro.

    ~ Hijo de la luna…~ Digo con voz casi inaudible aquella mujer.

    Esta arrastraba su mano hasta tomar la de Kazuo, y con un esfuerzo tremebundo, lo guía hasta que la mano de él descansara sobre su bebé. El Kitsune abría sus ojos sorprendido; aquella mujer lo había visto masacrar sin esfuerzo ni compasión a aquellos hombres, y aún así dejaba que la mano de un demonio descansara sobre lo más valioso para ella, su hijo.

    La mano libre de Kazuo se alzó hasta alcanzar el rostro de aquella madre, quién parecía tranquila estando al borde de la muerte. Aquellos indeseables habían gritado y suplicado por si vida, habían tenido miedo de su destino final. Sin embargo, aquella joven que rondaba la veintena, estaba en total calma.

    “Hijo de la Luna”. Este había nacido una noche bañada por la luna llena y bendecido por la gracia de una diosa. Aquella mujer había depositado su esperanza y confianza en él sin dudarlo, una confianza y una esperanza que él había perdido por completo en él y en la humanidad. Pero aquel acontecimiento cambiaría totalmente la perspectiva de Kazuo, de como miraba el mundo después de la muerte de su familia.

    El mundo aún tenía bondad que ofrecer, y él también podría darle bondad al mundo; tal y como sus madres quería que hiciera.
    Fue entonces cuando los ojos de aquella joven se apagaron, perdiendo el brillo de la vida en un último suspiro. Kazuo, con sumo cuidado, toma el tesoro más preciado de aquella joven. En cuanto el niño estuvo en sus brazos, este dejó de llorar, clavando esos mismos ojos avellana en la mirada del zorro.

    Kazuo se encargó de darle una sepultura digna a su madre. Y de buscar una familia de ese mismo poblado que se encargara de cuidarlo y contar la historia de como su madre dio la vida por él. Esos días posteriores Kazuo ayudó a reconstruir el poblado, enterrar a los seres queridos y ayudar diligentemente en todo lo que podía, tal y como su madre y su padre les habían enseñado.

    Es ahí cuando el zorro empezaría su más sagrada tarea. Llevar las plegarias puras a oídos de su diosa madre.

    En un monte, donde el bosque era dueño en toda su extensión. El zorro, decidió construir un templo, con sus propias manos y su propio esfuerzo. Un templo que sería un tributo a su familia, y un hogar para aquellos que necesitaran de su gracia. Es así como el monte Inari llegaría a bautizarse, y donde el templo Aihara se alzaría en la medianía camino a su cima.





    " Memorias de un Zorro" Los humanos no merecían su simpatía. Todo lo que los relacionaba directamente con ellos le causaba dolor y aversión. No sería capaz de olvidar ninguna de las lágrimas derramadas por lo que estos le dieron y al mismo tiempo le arrebataron. Veía a los humanos como seres de usar, para después desechar, sin formar ningún vínculo afectivo más allá del divertimento o el sexo. ¿Cómo podría verlo de otra forma?. Estos lo arrancaron de su bosque, le dieron una familia que amar para después, esos mismos seres, segar sus vidas ante la impotencia del zorro, como si el valor de estas quedasen en la nada, como la ceniza de un tronco consumido por las llamas. No deseaba volver a involucrarse con vidas tan efímeras y frágiles, vidas que solo le causarían dolor y pesadumbre. O al menos así pensaba él, hasta aquel ocaso de otoño, donde el bosque estaba tenido de mandarina, limón y granate. Kazuo caminaba de forma tranquila en el único lugar donde sentía que pertenecía; su amado bosque. Este nunca le había traicionado, no como el resto del mundo lo había hecho. Era por esta razón por la que el zorro pasaba sus días recorriendo este de punta a punta. La extensión de su arboleda, el olor a tierra y pino, el sonido del crujir de las hojas bajo sus patas; todo aquello se había convertido en un bálsamo que calmaba su amargo dolor. Pero aquel atardecer sería diferente. El viento traía consigo un aroma a madera quemada. Aquello por lo general no era algo extraño, había pequeños poblados esparcidos por la zona. Pero aquel olor era más intenso que el de unos simples alumbres en casas familiares. ¿Seria que su bosque estaba siendo arrasado nuevamente?. Comenzó a avanzar, en dirección donde él olor a madera quemada se hacía más intenso. Pero a medida que sus zancadas se fueron acelerando, otro olor se alojó en su hocico, dejándole un regusto metálico alojándose en la parte trasera de su lengua; sangre. El zorro era rápido; este apenas una estela plateada entre los arboles para ojos mortales. A pesar de su tamaño, aquel imponente animal de tres colas, se movía entre los arboles como el agua que se colaba entre las rocas de un río montañoso, de forma rápida y fluida. Olía a muerte, y finalmente, llegó al origen de aquel desagradable aroma. Era un poblado de gente humilde, campesinos que apenas sobrevivían el día a día con lo que sacaban de la tierra. Pero ese día sus vidas habían dado un giro de ciento ochenta grados. Un grupo numeroso se bandidos estaba arrasando con las vidas de aquellas familias, saqueando y asediando todo a su paso. Kazuo , con su mirada afilada entre la maleza, observaba la escena con inquietante parsimonia. No era su problema. A él y a su familia nadie les ayudó, tampoco lloraron su muerte. Cuando este explicó, en el poblado donde comerciaban, que su familia había sido asesinada; no obtuvo ningún tipo de apoyo ajeno, más allá de un simple pésame. Era como si aquello fuera lo normal y cada uno tenia que ocuparse de sus propios problemas. Kazuo tuvo que enterrarlos en soledad, con la angustia de ver sus cuerpos destrozados cruelmente. Este estaba apunto de irse cuando escucho el llanto de un bebé. Giró su cabeza, alzó sus orejas zorrunas y clavó su mirada zafiro en una madre siendo arrastrada por la melena, sacándola de lo que una vez fue su hogar, mientras esta se aferraba a la criatura que tenía entre sus brazos. Aquel niño tendría apenas semanas de haber nacido. Aquello parecía haber captado la atención del zorro, quién a base de sufrimiento, había endurecido su corazón. Sin embargo, aquello le provocó una grieta en su bien forjada coraza. Aquella madre, desesperada, sacaba fuerzas de donde fuera, resistiéndose para que su retoño no fuera arrancado de sus brazos. ~ Haced conmigo lo que queráis, pero mi hijo no. Dejarlo vivir, no me importa mi vida, pero a él no…~ Decía aquella madre con una desesperación que calaba incluso dentro del frío Kitsune. Inevitablemente Kazuo recordó a sus madres. Como cuando nació, está daba todo de ella para poder tenerlo, como a pesar de ser diferente a sus hermanos y el más débil, se encargó de que no le faltase alimento. Como su madre Reina, incluso sin conocerle, lo rescató junto con su padre de aquel estanque en mitad de la nada, arriesgando sus vidas al detenerse de su huída de la guerra para recogerlo. Aquella mujer estaba peleando como una jabata para evitar un final funesto para su hijo. Finalmente, aquellos mercenarios, lograban arrancarle a su hijo de los brazos, mientras algunos de estos la sujetaban y comenzaron a rasgar sus ropas de forma brusca, una señal inequívoca de lo que venía a continuación para ella. La mujer dejó de luchar, estaba dispuesta a todo por tal de que su hijo no sufriera la suerte que le esperaba a ella, dejando su cuerpo como pago por su vida. Aunque aquello no le garantizaba que su hijo viviera, ella estaba dispuesta a todo, a agarrarse a esa mínima esperanza. Ahí estaba, el amor incondicional de una madre. Algo tan puro y honesto, que difícilmente podría ser superado por algo más. ~ Dioses, proteger a mí hijo, solo pido eso. Que mi suerte y la suya se hagan una para él. Que mi alma sirva de tributo para que él esté bien.~ Decía esta mientras veía como su retoño se pasaba de un mercenario a otro de forma brusca. Una plegaría... Una plegaría frente a un mensajero de Inari. Eso, sumado a la grieta que se habría formado en el caparazón alrededor del corazón del zorro, fue el detonante para que este se moviera por puro instinto. El Kitsune, en toda su majestuosa forma, salió de entre la maleza, gruñendo y enseñando su hilera de dientes, afilados como cuchillos de cerámica. A aquellos infelices apenas les dio tiempo de reaccionar; en un abrir y cerrar de ojos, él zorro, tan grande como un caballo, se abalanzaba sobre estos, uno por uno. Acabando con cada una de sus vidas de forma certera. En medio del alboroto, la madre se zafó de sus actores para ir en busca de su hijo, quién lo tenía uno de aquellos desgraciados. Cuando esta se acercó al mercenario, este sin compasión Katana en mano, atravesó su estómago con una estocada firme. Esta, a pesar de la herida infligida, tomo a su criatura de los brazos de aquel sin corazón. En cuanto este retira su arma, la joven madre cae de espaldas al suelo en un charco de sangre, pero sin soltar en ningún momento a su más preciado tesoro, su hijo. A Kazuo no le había dado tiempo a detener aquel deleznable acto. Este, con la misma furia con la que vengó a su familia se abalanzó sobre aquel individuo. Sus temibles fauces sujetaron la cabeza del contrario, quien gritaba de puro miedo ante la impotencia de su tráfico final. De un tirón, Kazuo decapitó a aquel mala sangre, lanzando su cabeza varios metros de donde se encontraban. Este estaba furibundo, el fuego recorría la sangre de sus venas, en oleadas de rabia y heridas abiertas. Solo el llanto de aquella frágil criatura lo trajo de vuelta al presente. Este se voltea y camina en dirección a esa madre, la cual se desangraba sin opción a salvación. Con cada paso del zorro, su cuerpo iba mutando con llamas color zafiro. La estela de estas daban paso a un Kazuo con aspecto humano, con una vestimenta desgastada, pero de un blanco puro, ahora tintada por la sangre derramada. Su melena plateada enmarcaban aquel rostro casi angelical, parecía alguien que solo podía ser soñado o contado en leyendas. Este llega donde la mujer, quién aún estaba viva, pero su respiración era lenta y errática, arrodillándose a su lado. Kazuo aún no tenía el suficiente poder para curar una herida como aquella, no sin que la vida de este peligrase, compartiendo ambos un funesto destino. La mujer clavaba su mirada avellana en los ojos lapislázuli del zorro. ~ Hijo de la luna…~ Digo con voz casi inaudible aquella mujer. Esta arrastraba su mano hasta tomar la de Kazuo, y con un esfuerzo tremebundo, lo guía hasta que la mano de él descansara sobre su bebé. El Kitsune abría sus ojos sorprendido; aquella mujer lo había visto masacrar sin esfuerzo ni compasión a aquellos hombres, y aún así dejaba que la mano de un demonio descansara sobre lo más valioso para ella, su hijo. La mano libre de Kazuo se alzó hasta alcanzar el rostro de aquella madre, quién parecía tranquila estando al borde de la muerte. Aquellos indeseables habían gritado y suplicado por si vida, habían tenido miedo de su destino final. Sin embargo, aquella joven que rondaba la veintena, estaba en total calma. “Hijo de la Luna”. Este había nacido una noche bañada por la luna llena y bendecido por la gracia de una diosa. Aquella mujer había depositado su esperanza y confianza en él sin dudarlo, una confianza y una esperanza que él había perdido por completo en él y en la humanidad. Pero aquel acontecimiento cambiaría totalmente la perspectiva de Kazuo, de como miraba el mundo después de la muerte de su familia. El mundo aún tenía bondad que ofrecer, y él también podría darle bondad al mundo; tal y como sus madres quería que hiciera. Fue entonces cuando los ojos de aquella joven se apagaron, perdiendo el brillo de la vida en un último suspiro. Kazuo, con sumo cuidado, toma el tesoro más preciado de aquella joven. En cuanto el niño estuvo en sus brazos, este dejó de llorar, clavando esos mismos ojos avellana en la mirada del zorro. Kazuo se encargó de darle una sepultura digna a su madre. Y de buscar una familia de ese mismo poblado que se encargara de cuidarlo y contar la historia de como su madre dio la vida por él. Esos días posteriores Kazuo ayudó a reconstruir el poblado, enterrar a los seres queridos y ayudar diligentemente en todo lo que podía, tal y como su madre y su padre les habían enseñado. Es ahí cuando el zorro empezaría su más sagrada tarea. Llevar las plegarias puras a oídos de su diosa madre. En un monte, donde el bosque era dueño en toda su extensión. El zorro, decidió construir un templo, con sus propias manos y su propio esfuerzo. Un templo que sería un tributo a su familia, y un hogar para aquellos que necesitaran de su gracia. Es así como el monte Inari llegaría a bautizarse, y donde el templo Aihara se alzaría en la medianía camino a su cima.
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  • #Monorol

    𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎
    ...
    𝐿𝑎 𝑉𝑜𝑟𝑎𝑔𝑖𝑛𝑒
    𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝐼𝐼

    ❝Todos los pequeños que dejaste sin futuro❞

    Un ruido inesperado lo puso en suma guardia y con mucha rapidez dirigió el cañón de su plateada arma hacia el origen del sonido. Sin perder tiempo sus ojos verdosos cuál esmeralda brillante, analizaron cada sombra de aquella habitación sumida en penumbras. Una estancia que él recordaba muy bien.

    Aún con su arma en mano, caminó lentamente hacia la alcoba asegurandose de estar precavido ante cualquier amenaza. La mansión era un nido de trampas y secretos. Poco a poco fue entrando, y lentamente sus ojos se estaban adaptando a la penumbra, hasta que de golpe, las luces se encendieron. De pronto, Dorian pudo ver algo que había intentado olvidar durante años:

    Un antiguo laboratorio dentro de la mansión o orfanato dejado a su suerte. En su corazón, un gran tanque en forma de cápsula se erguía como una señal de algo siniestro que se hacía a espaldas de la sociedad, sus cristales destrozados se hallaban dispersos por todo el suelo de mármol blanco, reflejando la luz en fragmentos brillantes como si lo que estaba allí hubiese salido mal. Mesas de estudio, ahora cubiertas de polvo, sostenían instrumentos científicos corroídos por el tiempo, mientras que un olor a descomposición y químicos viejos llenaba el aire. Era todo una odisea de objetos sacados de alguna película de ficción. Sin embargo era una realidad que Dorian habia querido olvidar.

    Soltó un suspiro de decepción e inclinó el rostro de dolor mientras bajaba su pesada arma. Un instante más y las memorias de su pasado lo abrazaron para hacerle recordar quien era.

    ❝Me prometiste que iba a mejorar, que todo lo que hacías era por mi bien. Todos esos pequeños... Todas las torturas.... Todo era para que yo fuese perfecto.... ❞

    De repente, la ira de un rencor profundo lo invadió y levantó la cabeza con los ojos encendidos en ese furor que solo se manifiesta con aquellos que sufren injustamente.

    ❝¡¡¡PERO TODO ERA MENTIRA!!! MALDITO EGOISTA❞

    Grito frenéticamente...

    #Monorol 𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎 ... 𝐿𝑎 𝑉𝑜𝑟𝑎𝑔𝑖𝑛𝑒 𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝐼𝐼 ❝Todos los pequeños que dejaste sin futuro❞ Un ruido inesperado lo puso en suma guardia y con mucha rapidez dirigió el cañón de su plateada arma hacia el origen del sonido. Sin perder tiempo sus ojos verdosos cuál esmeralda brillante, analizaron cada sombra de aquella habitación sumida en penumbras. Una estancia que él recordaba muy bien. Aún con su arma en mano, caminó lentamente hacia la alcoba asegurandose de estar precavido ante cualquier amenaza. La mansión era un nido de trampas y secretos. Poco a poco fue entrando, y lentamente sus ojos se estaban adaptando a la penumbra, hasta que de golpe, las luces se encendieron. De pronto, Dorian pudo ver algo que había intentado olvidar durante años: Un antiguo laboratorio dentro de la mansión o orfanato dejado a su suerte. En su corazón, un gran tanque en forma de cápsula se erguía como una señal de algo siniestro que se hacía a espaldas de la sociedad, sus cristales destrozados se hallaban dispersos por todo el suelo de mármol blanco, reflejando la luz en fragmentos brillantes como si lo que estaba allí hubiese salido mal. Mesas de estudio, ahora cubiertas de polvo, sostenían instrumentos científicos corroídos por el tiempo, mientras que un olor a descomposición y químicos viejos llenaba el aire. Era todo una odisea de objetos sacados de alguna película de ficción. Sin embargo era una realidad que Dorian habia querido olvidar. Soltó un suspiro de decepción e inclinó el rostro de dolor mientras bajaba su pesada arma. Un instante más y las memorias de su pasado lo abrazaron para hacerle recordar quien era. ❝Me prometiste que iba a mejorar, que todo lo que hacías era por mi bien. Todos esos pequeños... Todas las torturas.... Todo era para que yo fuese perfecto.... ❞ De repente, la ira de un rencor profundo lo invadió y levantó la cabeza con los ojos encendidos en ese furor que solo se manifiesta con aquellos que sufren injustamente. ❝¡¡¡PERO TODO ERA MENTIRA!!! MALDITO EGOISTA❞ Grito frenéticamente...
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  • #Monorol

    𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎
    ...
    𝐿𝑎 𝑉𝑜𝑟𝑎𝑔𝑖𝑛𝑒
    𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝐼

    𝟭𝟭 𝙙𝙚 𝙅𝙪𝙡𝙞𝙤, 𝙍𝙪𝙢𝙖𝙣𝙞𝙖

    El alto peliblanco, con la mirada ensombrecida, revivía los recuerdos de este horrible lugar. Sus ojos se clavaban en los detalles de la siniestra mansión de la Vorágine, como buscando fragmentos de un pasado perdido. Con sus fieles Desert Eagles, majestuosas y de altísimo calibre, en sus manos, sentía el peso de la plata en las empuñaduras, listo estaba para entrar en el pasado más profundo de su alma, el lugar que dió origen a todo sus males.

    Las rejas de la mansión se abrieron con un grito agudo y aterrador. Una vez dentro, él miro sus armas que reflejaron la luz del sol

    ❝Supongo que es hora de volver a mi hogar❞

    Avanzó lentamente, observando con precaución a su alrededor, consciente de que no estaba en un lugar seguro. Solo quedaban ruinas de lo que alguna vez fue un orfanato famoso y muy popular.

    Famoso por las prácticas inhumanas que allí se llevaban a cabo.

    Entre las ruinas desgastadas y llenas de maleza de la mansión, se mantuvo al margen al ver el desolador panorama. Curiosamente, la puerta principal estaba abierta. Y con un suspiro, entró golpeando la puerta abruptamente apuntando, solo para encontrarse con un pasillo vacío.

    Rápidamente, una luz iluminó sus ojos y destellos de recuerdos afloraron en su mente, desplegando una visión o no. Ante él, los fantasmas de niños jugando y corriendo. Y por un instante, vio fantasmas de niños jugando en cada rincón oscuro de la mansión deshabitada. Se reían y conversaban, llegando incluso a llamarlo por su nombre. Pero también vio los fantasmas de hombres en batas blancas que observaban a lo lejos, los niños que jugaban y reían. A medida que se adentraba en la mansión oscura y deshabitada, el crujido de la madera bajo sus pies se mezcló con las risas de los niños y las botas de los hombres en batas blancas.

    ❝Es hora de volver a empezar lo que nunca terminaste❞

    Con voz grave y temblorosa, apretó con fuerza sus Desert Eagles, mientras su ceño se fruncía con una ira que había estado acumulando durante años.....
    #Monorol 𝙋𝘼𝙍𝘼𝙉𝙊𝙓 𝙇𝙊𝙎𝙏 𝙁𝙄𝙇𝙀𝙎 ... 𝐿𝑎 𝑉𝑜𝑟𝑎𝑔𝑖𝑛𝑒 𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 𝐼 𝟭𝟭 𝙙𝙚 𝙅𝙪𝙡𝙞𝙤, 𝙍𝙪𝙢𝙖𝙣𝙞𝙖 El alto peliblanco, con la mirada ensombrecida, revivía los recuerdos de este horrible lugar. Sus ojos se clavaban en los detalles de la siniestra mansión de la Vorágine, como buscando fragmentos de un pasado perdido. Con sus fieles Desert Eagles, majestuosas y de altísimo calibre, en sus manos, sentía el peso de la plata en las empuñaduras, listo estaba para entrar en el pasado más profundo de su alma, el lugar que dió origen a todo sus males. Las rejas de la mansión se abrieron con un grito agudo y aterrador. Una vez dentro, él miro sus armas que reflejaron la luz del sol ❝Supongo que es hora de volver a mi hogar❞ Avanzó lentamente, observando con precaución a su alrededor, consciente de que no estaba en un lugar seguro. Solo quedaban ruinas de lo que alguna vez fue un orfanato famoso y muy popular. Famoso por las prácticas inhumanas que allí se llevaban a cabo. Entre las ruinas desgastadas y llenas de maleza de la mansión, se mantuvo al margen al ver el desolador panorama. Curiosamente, la puerta principal estaba abierta. Y con un suspiro, entró golpeando la puerta abruptamente apuntando, solo para encontrarse con un pasillo vacío. Rápidamente, una luz iluminó sus ojos y destellos de recuerdos afloraron en su mente, desplegando una visión o no. Ante él, los fantasmas de niños jugando y corriendo. Y por un instante, vio fantasmas de niños jugando en cada rincón oscuro de la mansión deshabitada. Se reían y conversaban, llegando incluso a llamarlo por su nombre. Pero también vio los fantasmas de hombres en batas blancas que observaban a lo lejos, los niños que jugaban y reían. A medida que se adentraba en la mansión oscura y deshabitada, el crujido de la madera bajo sus pies se mezcló con las risas de los niños y las botas de los hombres en batas blancas. ❝Es hora de volver a empezar lo que nunca terminaste❞ Con voz grave y temblorosa, apretó con fuerza sus Desert Eagles, mientras su ceño se fruncía con una ira que había estado acumulando durante años.....
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  • — "ahg" que frustrante es esto... Recupere los genes, sigue siendo herejía mi existencia pero es frustrante saber más de mi origen... Bueno al menos mis esposas están a salvo...

    Las fotos enmarcadas tenían algo peculiar, eran imágenes en movimiento a color o blanco y negro.

    — será mejor deshacerme de esto no quiero que nadie vea mi... Origen maldito Argalia...
    — "ahg" que frustrante es esto... Recupere los genes, sigue siendo herejía mi existencia pero es frustrante saber más de mi origen... Bueno al menos mis esposas están a salvo... Las fotos enmarcadas tenían algo peculiar, eran imágenes en movimiento a color o blanco y negro. — será mejor deshacerme de esto no quiero que nadie vea mi... Origen maldito Argalia...
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  • Aunque era un príncipe y en su reino se le permitía tener un harem, nunca optó por tenerlo, lo creía algo innecesario.

    Pero últimamente ha visto a muchas chicas por ahí revelando mucho. Se crió de una forma conservadora, pero ahora sentía que había visto algo indebido sin permiso. Así que tomó un libro sagrado y se puso a memorizar y recitar el mantra por un tiempo.

    — No hay vista, ni oído, ni olfato, ni gusto, ni tacto, ni mente. No hay apariencias, ni sonido, ni olor, ni sabor, ni tacto, ni dharmas; no hay dhatu de la vista, ni de ningún otro sentido y tampoco de la mente, ni dhatu de la consciencia mental. No hay ignorancia, ni fin de la ignorancia… ni tampoco vejez y muerte, ni fin de la vejez y de la muerte. No hay sufrimiento, ni origen del sufrimiento, ni cese del sufrimiento; ni camino, ni sabiduría, ni logros ni no-logros...
    Aunque era un príncipe y en su reino se le permitía tener un harem, nunca optó por tenerlo, lo creía algo innecesario. Pero últimamente ha visto a muchas chicas por ahí revelando mucho. Se crió de una forma conservadora, pero ahora sentía que había visto algo indebido sin permiso. Así que tomó un libro sagrado y se puso a memorizar y recitar el mantra por un tiempo. — No hay vista, ni oído, ni olfato, ni gusto, ni tacto, ni mente. No hay apariencias, ni sonido, ni olor, ni sabor, ni tacto, ni dharmas; no hay dhatu de la vista, ni de ningún otro sentido y tampoco de la mente, ni dhatu de la consciencia mental. No hay ignorancia, ni fin de la ignorancia… ni tampoco vejez y muerte, ni fin de la vejez y de la muerte. No hay sufrimiento, ni origen del sufrimiento, ni cese del sufrimiento; ni camino, ni sabiduría, ni logros ni no-logros...
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  • – Hombre en el muro...

    Se le viene de golpe todos esos recuerdos del catastrófico viaje en el vacío, abordo de la Zariman 10-0, una nave colonia con el propósito de viajar hacia el sistema Tau, pero inclusive antes de su encuentro con él, intenta recordar más atrás en el pasado.

    – Ni siquiera recuerdo sus nombres o rostros.

    Lamenta no recordar a sus padres, ni siquiera recuerda su vida como un colono en su planeta de origen, Luna de Europa, Júpiter, es lo único que le quedó luego de su experiencia dentro del Zariman con otros niños abordo.

    – Recuerdo a los kubrows que cruzábamos para traslados, hasta recuerdo que explotaban el agua nuestro único recurso valioso a cambio de provisiones o materiales.

    Pero cuando intenta recordar al menos a su figura materna, solo está Margulis, una melodía y abrazos a niños asustados, Hayden odia admitirlo, pero esa Orokin los salvo a todos de alguna manera.

    No le llegan más recuerdo que los actuales, sin embargo, su pasado más íntimo, personal o hasta Infanti fuero robados de alguna forma, quizá estuviera mejor muerto como sus padres en el Zariman, total Hayden los mató y debió seguir él.
    – Hombre en el muro... Se le viene de golpe todos esos recuerdos del catastrófico viaje en el vacío, abordo de la Zariman 10-0, una nave colonia con el propósito de viajar hacia el sistema Tau, pero inclusive antes de su encuentro con él, intenta recordar más atrás en el pasado. – Ni siquiera recuerdo sus nombres o rostros. Lamenta no recordar a sus padres, ni siquiera recuerda su vida como un colono en su planeta de origen, Luna de Europa, Júpiter, es lo único que le quedó luego de su experiencia dentro del Zariman con otros niños abordo. – Recuerdo a los kubrows que cruzábamos para traslados, hasta recuerdo que explotaban el agua nuestro único recurso valioso a cambio de provisiones o materiales. Pero cuando intenta recordar al menos a su figura materna, solo está Margulis, una melodía y abrazos a niños asustados, Hayden odia admitirlo, pero esa Orokin los salvo a todos de alguna manera. No le llegan más recuerdo que los actuales, sin embargo, su pasado más íntimo, personal o hasta Infanti fuero robados de alguna forma, quizá estuviera mejor muerto como sus padres en el Zariman, total Hayden los mató y debió seguir él.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    No se que personaje adicional hacer.

    A) Un hombre desesperado por curar una enfermedad se lleva a si mismo a contraer y tratar dicha enfermedad para investigar los síntomas y posibles curas.
    Pero todo es muy tarde, todos han muerto y él ha sido el único sobreviviente, descubriendo que hay mas que solo medicinas, si no otros factores que lo llevan a levantar el fino velo de lo prohibido, haciéndose amigo de vampiros, demonios, sepultureros y los acaudalados señores que harán lo que sea por extender su vida más de lo habitual (llegar a los 30's)


    B) Un Cazador y mercenario, hijo único de una acaudalada familia. Sin embargo, desde temprana edad cuestiona y rechaza los "valores" de su familia, así como el origen de la fortuna de su familia (vender esclavos, asi como vender carne de humanos como de animal y tener propiedades que ofrecían a los ricos para torturar a sus esclavos)
    Cuando una terrible maldición llega, él es el único sobreviviente por haberse aliado con las victimas, que ahora eran los monstruos.
    No se que personaje adicional hacer. A) Un hombre desesperado por curar una enfermedad se lleva a si mismo a contraer y tratar dicha enfermedad para investigar los síntomas y posibles curas. Pero todo es muy tarde, todos han muerto y él ha sido el único sobreviviente, descubriendo que hay mas que solo medicinas, si no otros factores que lo llevan a levantar el fino velo de lo prohibido, haciéndose amigo de vampiros, demonios, sepultureros y los acaudalados señores que harán lo que sea por extender su vida más de lo habitual (llegar a los 30's) B) Un Cazador y mercenario, hijo único de una acaudalada familia. Sin embargo, desde temprana edad cuestiona y rechaza los "valores" de su familia, así como el origen de la fortuna de su familia (vender esclavos, asi como vender carne de humanos como de animal y tener propiedades que ofrecían a los ricos para torturar a sus esclavos) Cuando una terrible maldición llega, él es el único sobreviviente por haberse aliado con las victimas, que ahora eran los monstruos.
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  • ♤ Until "oblivion" do us apart.
    Fandom Chainsaw Man
    Categoría Acción
    -| Desconocía cuanto tiempo había transcurrido desde que llego a ese sitio. Se lo cuestionaba, a pesar de que conoce muy bien la respuesta. Reconoce la naturaleza del mundo que ahora habita, aunque muy similar al suyo, "aquellos que la amaban" ya no existen. Y era irónico, aun estando rodeada de caras conocidas. Solo le importaba una cosa, y eso era su nueva oportunidad.

    Nunca espero encontrarse con la hibrida del arco. Tuvo un par de interacciones con ella ya, pero estas no terminaron plácidamente. Seguramente esta la odiase, o la consideraba la culpable de sus grandes males. Por supuesto... no muchas personas esperarían agradarle a alguien cuya cabeza cortaste alguna vez. Podía disculparse, pero eso no sería nada sincero.

    Pero, quizá lo pensó de más. Unas cuantas miradas de disgusto, muecas de asco, comentarios insultantes... pero nada más allá de eso. La hibrida se había adaptado por completo a su situación, ahora con un empleo en la "Nueva Seguridad Publica" perteneciente a la pelirroja. La había rechazado, y Makima asumió que era lista. Pero termino atrapándola de todos modos.

    Estaba desconcertada. La conocía desde hace ya mucho tiempo, sabía que tipo de persona era, y en el fondo guardaba hacía ella cierto respeto por todo lo que ella representaba. La hibrida cubrió la vacante de "guardaespaldas" cosa que acepto a regañadientes, pero acepto.

    La nueva líder de Seguridad Publica había recibido una misión recientemente, la primera desde que llego a ese mundo. "Oblivion Devil" o Demonio del Olvido, su concepto era claro, pero no recordaba haberse cruzado con un demonio similar en su otra vida. Era un "concepto nuevo" para ella.

    El sitio de la misión era un bosque, cerca de un pueblo, las personas de dicho lugar eran quienes habían hecho la petición, hartos de que las personas entren en el bosque y no regresen. Estaba muy lejos de la ciudad... por lo cual, viajaron en auto durante un largo rato, con la hibrida al volante. Iban vestidas de la misma forma, pero la bermeja había optado por quitarse su saco. |-

    < Desconocemos las habilidades del Demonio, bien podría ser algo peligroso. >

    -| Comenzó a jugar con sus propios dedos, hacía rectángulos, telarañas, y los movía de un lado a otro. |-

    < Por lo cual... ¿te parece bien ser tu quien lo asesine? ♡ >

    -| Decidió provocar a la hibrida, pues estaba aburrida. Y no habían conversado casi nada en todo el viaje. Pero su plan se vino abajo cuando, sin dedicarle ni una mirada, respondiera con un: "Esta bien", sereno y estoico. Makima se preguntaba si la hibrida era demasiado diligente... o demasiado aburrida.

    Una vez llegaron al sitio, hicieron contacto con las personas que residían por el lugar, pero todos parecían... distraídos, ocupados, ¿deslindados? Otros respondían con preguntas absurdas, como: "¿Conoces mi nombre?"

    Ella detectaba dos olores distintos, ambos eran demonios y ambos estaban en el bosque. Era claro que el "Demonio del Olvido" era uno de ellos, pero... no esperaba que hubiera otro cuyo concepto desconocía. Su ignorancia hacía que se frustrase, pero no se sentía nada intimidada. Ambas se internaron en el bosque, acercándose poco a poco al origen de aquel hedor.

    No tardaron mucho en encontrarlo, aunque si que fue de manera súbita. Habían dos demonios... parecían duendes. Tenían un aspecto verdoso, aunque portaban cuernos. Ambos estaban rodeados de cadáveres... y parecían entretenerse con uno más "fresco" que los otros. La líder asumió que ellos eran el origen del problema, y sin pronunciar palabra poso su mirada en su acompañante, expectante. |-

    •-------------«+»------------•
    —[Quanxi ➹ Hʏʙʀɪᴅ of Bᴏᴡ]—
    -| Desconocía cuanto tiempo había transcurrido desde que llego a ese sitio. Se lo cuestionaba, a pesar de que conoce muy bien la respuesta. Reconoce la naturaleza del mundo que ahora habita, aunque muy similar al suyo, "aquellos que la amaban" ya no existen. Y era irónico, aun estando rodeada de caras conocidas. Solo le importaba una cosa, y eso era su nueva oportunidad. Nunca espero encontrarse con la hibrida del arco. Tuvo un par de interacciones con ella ya, pero estas no terminaron plácidamente. Seguramente esta la odiase, o la consideraba la culpable de sus grandes males. Por supuesto... no muchas personas esperarían agradarle a alguien cuya cabeza cortaste alguna vez. Podía disculparse, pero eso no sería nada sincero. Pero, quizá lo pensó de más. Unas cuantas miradas de disgusto, muecas de asco, comentarios insultantes... pero nada más allá de eso. La hibrida se había adaptado por completo a su situación, ahora con un empleo en la "Nueva Seguridad Publica" perteneciente a la pelirroja. La había rechazado, y Makima asumió que era lista. Pero termino atrapándola de todos modos. Estaba desconcertada. La conocía desde hace ya mucho tiempo, sabía que tipo de persona era, y en el fondo guardaba hacía ella cierto respeto por todo lo que ella representaba. La hibrida cubrió la vacante de "guardaespaldas" cosa que acepto a regañadientes, pero acepto. La nueva líder de Seguridad Publica había recibido una misión recientemente, la primera desde que llego a ese mundo. "Oblivion Devil" o Demonio del Olvido, su concepto era claro, pero no recordaba haberse cruzado con un demonio similar en su otra vida. Era un "concepto nuevo" para ella. El sitio de la misión era un bosque, cerca de un pueblo, las personas de dicho lugar eran quienes habían hecho la petición, hartos de que las personas entren en el bosque y no regresen. Estaba muy lejos de la ciudad... por lo cual, viajaron en auto durante un largo rato, con la hibrida al volante. Iban vestidas de la misma forma, pero la bermeja había optado por quitarse su saco. |- < Desconocemos las habilidades del Demonio, bien podría ser algo peligroso. > -| Comenzó a jugar con sus propios dedos, hacía rectángulos, telarañas, y los movía de un lado a otro. |- < Por lo cual... ¿te parece bien ser tu quien lo asesine? ♡ > -| Decidió provocar a la hibrida, pues estaba aburrida. Y no habían conversado casi nada en todo el viaje. Pero su plan se vino abajo cuando, sin dedicarle ni una mirada, respondiera con un: "Esta bien", sereno y estoico. Makima se preguntaba si la hibrida era demasiado diligente... o demasiado aburrida. Una vez llegaron al sitio, hicieron contacto con las personas que residían por el lugar, pero todos parecían... distraídos, ocupados, ¿deslindados? Otros respondían con preguntas absurdas, como: "¿Conoces mi nombre?" Ella detectaba dos olores distintos, ambos eran demonios y ambos estaban en el bosque. Era claro que el "Demonio del Olvido" era uno de ellos, pero... no esperaba que hubiera otro cuyo concepto desconocía. Su ignorancia hacía que se frustrase, pero no se sentía nada intimidada. Ambas se internaron en el bosque, acercándose poco a poco al origen de aquel hedor. No tardaron mucho en encontrarlo, aunque si que fue de manera súbita. Habían dos demonios... parecían duendes. Tenían un aspecto verdoso, aunque portaban cuernos. Ambos estaban rodeados de cadáveres... y parecían entretenerse con uno más "fresco" que los otros. La líder asumió que ellos eran el origen del problema, y sin pronunciar palabra poso su mirada en su acompañante, expectante. |- •-------------«+»------------• —[[LesbianaTuerta1]]—
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