Habían pasado un par de días desde aquella fatídica fiesta, donde todo se había torcido y la tensión se había instalado entre nosotros. Los tres terminamos heridos de alguna forma: desde
𝑬𝒍𝒊𝒛𝒂𝒃𝒆𝒕𝒉 ✴ 𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅𝒇𝒍𝒂𝒎𝒆 hasta
Kazuo , cuya amistad ahora pendía de un hilo. Fue un golpe más que llevó a dar un paso atrás a Heinrich y que descansara. La penumbra de la habitación me envolvía como un manto protector mientras me acomodaba junto a la ventana, observando la oscuridad exterior mientras la luz de la luna bañaba mi figura con su resplandor frío y plateado. Con una copa de vino en la mano, tomé un sorbo y sentí el vino correr por mi garganta, dejándome un gusto amargo pero familiar.
—Oh, Heinrich... —suspiré en el silencio—, eres demasiado bondadoso, y eso puede ser tanto un regalo como una condena.
El eco de mis propias palabras resonó en la penumbra, sin reproches, solo constatación de una verdad. Suspiré, dejando que mis pensamientos volaran.
—Tu corazón es noble, pero también frágil.
Acaricié el borde de la copa con el dedo, permitiendo que la frialdad del cristal me devolviera algo de claridad. Sabía que Heinrich escuchaba, en algún rincón profundo de su mente.
—Debes entender que no puedes salvar a todos, y menos a aquellos que ya han elegido su propio camino. No puedes obligar a alguien a quedarse a tu lado.
Exhalé lentamente y dejé que la tensión abandonara mis hombros. Aparté la mirada de la ventana y, aunque mi expresión seguía siendo firme, había un atisbo de preocupación que no podía evitar.
—Heinrich, por tu propio bien… será mejor que no veas a Kazuo por un tiempo. —Mi voz sonaba calmada, pero llevaba un tono protector, como una advertencia suave—. Sé que eso te dolerá, pero necesitas espacio para sanar.
Dejé que el silencio tomara mi lugar por un momento, dejé que las palabras penetraran. Finalmente, susurré, con un tono de compasión y una ternura que él necesitaría aceptar.
—Deja que el tiempo haga lo suyo. Aprende a proteger tu corazón antes de que no quede nada de él. A veces, cuidarte significa alejarte de aquello que más deseas... aunque duela.
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Linea Narrativa:
https://ficrol.com/posts/206337 Habían pasado un par de días desde aquella fatídica fiesta, donde todo se había torcido y la tensión se había instalado entre nosotros. Los tres terminamos heridos de alguna forma: desde [Liz_bloodFlame] hasta [8KazuoAihara8], cuya amistad ahora pendía de un hilo. Fue un golpe más que llevó a dar un paso atrás a Heinrich y que descansara. La penumbra de la habitación me envolvía como un manto protector mientras me acomodaba junto a la ventana, observando la oscuridad exterior mientras la luz de la luna bañaba mi figura con su resplandor frío y plateado. Con una copa de vino en la mano, tomé un sorbo y sentí el vino correr por mi garganta, dejándome un gusto amargo pero familiar.
—Oh, Heinrich... —suspiré en el silencio—, eres demasiado bondadoso, y eso puede ser tanto un regalo como una condena.
El eco de mis propias palabras resonó en la penumbra, sin reproches, solo constatación de una verdad. Suspiré, dejando que mis pensamientos volaran.
—Tu corazón es noble, pero también frágil.
Acaricié el borde de la copa con el dedo, permitiendo que la frialdad del cristal me devolviera algo de claridad. Sabía que Heinrich escuchaba, en algún rincón profundo de su mente.
—Debes entender que no puedes salvar a todos, y menos a aquellos que ya han elegido su propio camino. No puedes obligar a alguien a quedarse a tu lado.
Exhalé lentamente y dejé que la tensión abandonara mis hombros. Aparté la mirada de la ventana y, aunque mi expresión seguía siendo firme, había un atisbo de preocupación que no podía evitar.
—Heinrich, por tu propio bien… será mejor que no veas a Kazuo por un tiempo. —Mi voz sonaba calmada, pero llevaba un tono protector, como una advertencia suave—. Sé que eso te dolerá, pero necesitas espacio para sanar.
Dejé que el silencio tomara mi lugar por un momento, dejé que las palabras penetraran. Finalmente, susurré, con un tono de compasión y una ternura que él necesitaría aceptar.
—Deja que el tiempo haga lo suyo. Aprende a proteger tu corazón antes de que no quede nada de él. A veces, cuidarte significa alejarte de aquello que más deseas... aunque duela.
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