La puerta se abre y yo miro a Mía por el retrovisor, no puedo evitar sonreír un poco. Mía entra al coche de forma natural y con ello, nos dirigimos a las propiedades que veríamos hoy.
La primera casa estaba demasiado expuesta. Fachada bonita, interior impersonal, y cámaras mal posicionadas. Fingí interés por educación, pero apenas crucé la puerta supe que no sería esa.
La segunda era más grande, sí. Pero tenía una energía que no me gustó. Algo en la distribución, en el olor nuevo del cemento, en el ruido de la calle al fondo.
La tercera tenía estilo. Una casa con carácter. A Mía le gustaron los ventanales. A mi también, pero no era la nuestra definitivamente.
Conduje hacia la última sin decir demasiado quizás algo ya desilusionada por no encontrar nada. Draco dormía atrás, agotado de inspeccionar escaleras y patios. Mía miraba por la ventana.
Hasta que llegaron a la última de esa mañana, la casa estaba al final de una calle sin salida. Rodeada de árboles del lado izquierdo, con un muro discreto que no arruinaba la vista. Moderna, pero no fría, elegante. La piscina era amplia, con caída de agua, y la iluminación ya encendida a esa hora le daba un aire cálido que las otras no habían tenido.
Estacione y me baje del coche siguiendo a Mía.
En la terraza, apoyada contra la barandilla de cristal (despues de ver todas las habitaciones e instalaciones, también asegurarnos de que tenga jardín trasero donde draco corrió hasta agotarse) miré el reflejo de las luces sobre el agua. Draco trotaba por el borde, tranquilo y eso me hizo sonreír ya que las demás no le había gustado tampoco y en esta se veía tranquilo
Me crucé de brazos y mis dedos jugaron inconscientemente con el anillo de plata en mi mano. Luego smor giré hacia Mía.
—A mí me gusta, qué opinas tú? Si no te gusta podemos seguir mirando más a lo largo de la mañana
La primera casa estaba demasiado expuesta. Fachada bonita, interior impersonal, y cámaras mal posicionadas. Fingí interés por educación, pero apenas crucé la puerta supe que no sería esa.
La segunda era más grande, sí. Pero tenía una energía que no me gustó. Algo en la distribución, en el olor nuevo del cemento, en el ruido de la calle al fondo.
La tercera tenía estilo. Una casa con carácter. A Mía le gustaron los ventanales. A mi también, pero no era la nuestra definitivamente.
Conduje hacia la última sin decir demasiado quizás algo ya desilusionada por no encontrar nada. Draco dormía atrás, agotado de inspeccionar escaleras y patios. Mía miraba por la ventana.
Hasta que llegaron a la última de esa mañana, la casa estaba al final de una calle sin salida. Rodeada de árboles del lado izquierdo, con un muro discreto que no arruinaba la vista. Moderna, pero no fría, elegante. La piscina era amplia, con caída de agua, y la iluminación ya encendida a esa hora le daba un aire cálido que las otras no habían tenido.
Estacione y me baje del coche siguiendo a Mía.
En la terraza, apoyada contra la barandilla de cristal (despues de ver todas las habitaciones e instalaciones, también asegurarnos de que tenga jardín trasero donde draco corrió hasta agotarse) miré el reflejo de las luces sobre el agua. Draco trotaba por el borde, tranquilo y eso me hizo sonreír ya que las demás no le había gustado tampoco y en esta se veía tranquilo
Me crucé de brazos y mis dedos jugaron inconscientemente con el anillo de plata en mi mano. Luego smor giré hacia Mía.
—A mí me gusta, qué opinas tú? Si no te gusta podemos seguir mirando más a lo largo de la mañana
La puerta se abre y yo miro a Mía por el retrovisor, no puedo evitar sonreír un poco. Mía entra al coche de forma natural y con ello, nos dirigimos a las propiedades que veríamos hoy.
La primera casa estaba demasiado expuesta. Fachada bonita, interior impersonal, y cámaras mal posicionadas. Fingí interés por educación, pero apenas crucé la puerta supe que no sería esa.
La segunda era más grande, sí. Pero tenía una energía que no me gustó. Algo en la distribución, en el olor nuevo del cemento, en el ruido de la calle al fondo.
La tercera tenía estilo. Una casa con carácter. A Mía le gustaron los ventanales. A mi también, pero no era la nuestra definitivamente.
Conduje hacia la última sin decir demasiado quizás algo ya desilusionada por no encontrar nada. Draco dormía atrás, agotado de inspeccionar escaleras y patios. Mía miraba por la ventana.
Hasta que llegaron a la última de esa mañana, la casa estaba al final de una calle sin salida. Rodeada de árboles del lado izquierdo, con un muro discreto que no arruinaba la vista. Moderna, pero no fría, elegante. La piscina era amplia, con caída de agua, y la iluminación ya encendida a esa hora le daba un aire cálido que las otras no habían tenido.
Estacione y me baje del coche siguiendo a Mía.
En la terraza, apoyada contra la barandilla de cristal (despues de ver todas las habitaciones e instalaciones, también asegurarnos de que tenga jardín trasero donde draco corrió hasta agotarse) miré el reflejo de las luces sobre el agua. Draco trotaba por el borde, tranquilo y eso me hizo sonreír ya que las demás no le había gustado tampoco y en esta se veía tranquilo
Me crucé de brazos y mis dedos jugaron inconscientemente con el anillo de plata en mi mano. Luego smor giré hacia Mía.
—A mí me gusta, qué opinas tú? Si no te gusta podemos seguir mirando más a lo largo de la mañana
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