• Akatosh

    ◇◇ Las costumbres no se olvidan jamás ◇◇


    Como era su costumbre desde que lo recuerda Kari se encontraba elevando una plegaria hacia el dios que sus padres le hicieron tenerle fe y devoción, a pesar de las circunstancias, el altar de Akatosh estaba puesto pulcro y con ofrendas, tal como le había enseñado su padre Halvar.

    —Hola, soy yo, bueno, no te pido nada o bueno si… que me des una manita en el turno de hoy, no es que desprecie las monedas que me da Thorstein pero es que a veces eso de ser la saca borrachos no va conmigo.

    Dijo sonriendo animada para luego hacer una reverencia al altar y salir hacia su trabajo en la posada, como cosa rara y ya firma de ella, iba tarde así que apuró el paso.

    Luego de la maratónica carrera y de pelear con ñas gallinas que se le atravesaban en el camino, llegó a la posada, rápidamente fue por su delantal y trapo ante un llamado de atención de Thorstein, el dueño de la posada.

    —Debías estar aquí a lo que el sol comienza a ocultarse, ni más ni menos Kari.— Dijo un enojado Thorstein a lo que Kari respondió con una sonrisa.

    —Pero ya estoy aquí Thorstein, distinto fuera que no hubiera venido.
    —No es eso Kari, de aquí tu eres la más capaz, si hubieses estado temprano, ese mago loco de ese loco colegio de magos no hubiera hecho un desastre la mesa de alquimia, es que no se ni por qué te hice caso de poner ese tiesto ahí.

    Kari soltó una risa fuerte ante las quejas se Thorstein y fue a la mesa a limpiarla mientras dejaba a su amigo que siga rabiando solo, y así comenzaba un día más en la vida de Kari, entre aguamiel y cantos de los bardos.

    [Ak4Aur1el] ◇◇ Las costumbres no se olvidan jamás ◇◇ Como era su costumbre desde que lo recuerda Kari se encontraba elevando una plegaria hacia el dios que sus padres le hicieron tenerle fe y devoción, a pesar de las circunstancias, el altar de Akatosh estaba puesto pulcro y con ofrendas, tal como le había enseñado su padre Halvar. —Hola, soy yo, bueno, no te pido nada o bueno si… que me des una manita en el turno de hoy, no es que desprecie las monedas que me da Thorstein pero es que a veces eso de ser la saca borrachos no va conmigo. Dijo sonriendo animada para luego hacer una reverencia al altar y salir hacia su trabajo en la posada, como cosa rara y ya firma de ella, iba tarde así que apuró el paso. Luego de la maratónica carrera y de pelear con ñas gallinas que se le atravesaban en el camino, llegó a la posada, rápidamente fue por su delantal y trapo ante un llamado de atención de Thorstein, el dueño de la posada. —Debías estar aquí a lo que el sol comienza a ocultarse, ni más ni menos Kari.— Dijo un enojado Thorstein a lo que Kari respondió con una sonrisa. —Pero ya estoy aquí Thorstein, distinto fuera que no hubiera venido. —No es eso Kari, de aquí tu eres la más capaz, si hubieses estado temprano, ese mago loco de ese loco colegio de magos no hubiera hecho un desastre la mesa de alquimia, es que no se ni por qué te hice caso de poner ese tiesto ahí. Kari soltó una risa fuerte ante las quejas se Thorstein y fue a la mesa a limpiarla mientras dejaba a su amigo que siga rabiando solo, y así comenzaba un día más en la vida de Kari, entre aguamiel y cantos de los bardos.
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  • Para ti, que tratas de esconder tu falta de autoestima rodeándote de cuerpos vacíos y risas prestadas.
    Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías
    y caricias sin alma.

    Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama,
    y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría.

    Por mucho que trates de fardar virilidad,
    o de usar tu sensualidad como moneda,
    lo único que haces es perder la dignidad en cada intento.
    Tu carne es ruido.
    Tu deseo, una fuga.
    Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir.

    Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo.
    Te crees libre por usar tu cuerpo,
    pero no eres más que esclavo de él.

    Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar:
    la ausencia de pensamiento,
    la falta de esencia.
    Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe.

    Así que baila, ríe, presume.
    Hazlo todo.
    Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar.
    Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene…
    yo estaré lista. Tijeras en mano.
    Para ti, que tratas de esconder tu falta de autoestima rodeándote de cuerpos vacíos y risas prestadas. Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías y caricias sin alma. Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama, y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría. Por mucho que trates de fardar virilidad, o de usar tu sensualidad como moneda, lo único que haces es perder la dignidad en cada intento. Tu carne es ruido. Tu deseo, una fuga. Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir. Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo. Te crees libre por usar tu cuerpo, pero no eres más que esclavo de él. Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar: la ausencia de pensamiento, la falta de esencia. Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe. Así que baila, ríe, presume. Hazlo todo. Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar. Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene… yo estaré lista. Tijeras en mano.
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  • -Hoy me siento atrapada en las garras de una oscuridad insondable, un ser maligno que acecha cada rincón de mi ser sin descanso. Sus ojos invisibles parecen seguir cada uno de mis movimientos, observándome en silencio desde el rincón más sombrío de mi habitación. Cada noche, su presencia se hace más palpable, envolviéndome en un aire denso y opresivo que me obliga a obedecer sus insinuaciones de forma mecánica y temerosa.

    Cada solicitud de este ser siniestro es una orden que debo cumplir sin rechistar, consciente de que el más mínimo error desencadenará un castigo despiadado y consecuencias devastadoras para mi frágil existencia. Aunque intento encerrarlo en el laberinto de mi piel y ocultarlo en el silencio de mis pensamientos, descubro con espanto que un corazón que palpita con miedo siempre deja rastros visibles.

    Se cuela a través de las fisuras más diminutas de mi ser, manifestándose en la oscuridad de una mirada furtiva o en la sombra de un gesto apenas perceptible. Este ser de sombras parece conocer mis debilidades más íntimas, explorando mis recovecos más oscuros con una astucia diabólica que me deja indefenso ante su influencia insidiosa.

    Hoy, más que nunca, siento la presión ineludible de su presencia, envolviéndome en una telaraña de miedo y sombras que amenaza con devorar mi ser entero. ¿Cómo escapar de este ente malévolo que parece tener el control absoluto sobre mí? Mis pensamientos se agitan en un torbellino de incertidumbre y desasosiego, mientras lucho por mantener mi cordura en medio de la oscuridad que amenaza con engullirme.

    Mañana será otro día en la lucha constante contra esta fuerza desconocida que se agazapa en las sombras de mi existencia, pero por ahora, debo enfrentar la noche con valentía y resistir la tentación de sucumbir ante la oscuridad que me rodea.

    El temor se mezcla con la determinación en mi corazón, mientras la batalla interna contra este ser de sombras alcanza su punto álgido en la penumbra de mi habitación.

    Con desasosiego y determinación...
    -Hoy me siento atrapada en las garras de una oscuridad insondable, un ser maligno que acecha cada rincón de mi ser sin descanso. Sus ojos invisibles parecen seguir cada uno de mis movimientos, observándome en silencio desde el rincón más sombrío de mi habitación. Cada noche, su presencia se hace más palpable, envolviéndome en un aire denso y opresivo que me obliga a obedecer sus insinuaciones de forma mecánica y temerosa. Cada solicitud de este ser siniestro es una orden que debo cumplir sin rechistar, consciente de que el más mínimo error desencadenará un castigo despiadado y consecuencias devastadoras para mi frágil existencia. Aunque intento encerrarlo en el laberinto de mi piel y ocultarlo en el silencio de mis pensamientos, descubro con espanto que un corazón que palpita con miedo siempre deja rastros visibles. Se cuela a través de las fisuras más diminutas de mi ser, manifestándose en la oscuridad de una mirada furtiva o en la sombra de un gesto apenas perceptible. Este ser de sombras parece conocer mis debilidades más íntimas, explorando mis recovecos más oscuros con una astucia diabólica que me deja indefenso ante su influencia insidiosa. Hoy, más que nunca, siento la presión ineludible de su presencia, envolviéndome en una telaraña de miedo y sombras que amenaza con devorar mi ser entero. ¿Cómo escapar de este ente malévolo que parece tener el control absoluto sobre mí? Mis pensamientos se agitan en un torbellino de incertidumbre y desasosiego, mientras lucho por mantener mi cordura en medio de la oscuridad que amenaza con engullirme. Mañana será otro día en la lucha constante contra esta fuerza desconocida que se agazapa en las sombras de mi existencia, pero por ahora, debo enfrentar la noche con valentía y resistir la tentación de sucumbir ante la oscuridad que me rodea. El temor se mezcla con la determinación en mi corazón, mientras la batalla interna contra este ser de sombras alcanza su punto álgido en la penumbra de mi habitación. Con desasosiego y determinación...
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  • 𝗦𝝤𝝡𝗘ꔋ𝘏𐌉𝖭𝗚𝗦𝖠𝘉𝝤ꓴꔋ𝘏𝗘𝙍:
    ‘ᴹⁱˢᶜᵉˡˡᵃⁿᵉᵒᵘˢ ᴱᵈⁱᵗⁱᵒⁿ’

    ➜Es una fanática del terror, todo lo que gire en torno a lo oscuro y perturbador tiene su atención, libros, películas, adornos, lugares abandonados, objetos malditos y todo aquello con vibra sobrenatural forma parte de una de sus obsesiones.

    ➜Aunque no lo admite en el fondo le gusta la comida humana, sin embargo, no tolera todos los alimentos existentes por igual, algunos pueden conducirla al vómito o al malestar de la misma forma que puede tener antojos desmedidos o “inventar” recetas con su ingrediente especial (Sangre, obvio).

    ➜Detesta el silencio, no puede pasar más de cinco minutos sola con sus pensamientos o simplemente en ambientes quietos, acostumbra a llevar su móvil y auriculares con música constante para aliviar la ansiedad y el estrés que eso le ocasiona, le dificulta mantenerse racional. Ha adoptado una gran cultura musical con el correr de los siglos al recorrer distintos continentes.

    ➜A pesar de su apariencia ruda y actitud de matona pandillera tiene una seducción muy única, es más coqueta de lo que aparenta y sabe moverse muy bien, es buena bailarina y acróbata, parte de su entrenamiento físico consistió en contorsionismo y atletismo explotando al máximo su cuerpo.

    ➜Colecciona pertenencias de sus víctimas, no hay una explicación lógica para eso, simplemente si le gusta se lo lleva, si le causa algo será suyo, sobre todo joyas y objetos brillantes, pero no por eso menosprecia cosas como prendas, juguetes, etc.

    ➜Es indistinta a dañar animales (si no ha de ser un caso extremo), no tiene ninguna diferencia con ellos y sostiene que los humanos son la única especie sobrante y que está en constante reproducción.

    ➜Tiene gran habilidad para el dibujo y la pintura, en su pasado como clarividente se vio obligada a perfeccionar su arte para expresar a detalle todo lo que su mente proyectaba y replicar a la perfección todo tipo de imagen existente.

    ➜Es poliglota, si bien su idioma natal es el inglés ha dedicado parte de su vida a aprender varios idiomas a nivel fluido tanto en habla como en escritura entre los cuales se destacan el italiano, ruso, español, alemán y chino siendo su desafío actual el francés y el latín.

    ➜Duerme, no tan seguido como otras variantes de su especie, pero disfruta de siestas que oscilan entre 3 y 21 horas. Principalmente para moderar su sed, además de ser un buen “break” para su cabeza. En caso de sueños prolongados suele ocultarse de la civilización más no es muy común.

    ➜Le encantan los baños de inmersión, puede pasar largos ratos en piscinas o tinas, es uno de sus caprichos más comunes, siempre tiene un momento para ella y su “tiempo de spa”.

    ➜Fuma, por placer y por terapia, la ayuda a sostener su humor dónde corresponde cuando es necesario y como no le afecta también le sirve para distraerse de malos impulsos. Si quisiera experimentar algún efecto únicamente podría hacerlo a través de la sangre infectada con el estupefaciente a elección.

    ➜Sufre de pesadillas y visiones cortas sobre su pasado humano, (lo que la confunde a diario puesto que ella solo posee recuerdos lucidos de su vida a partir de su abrazo) así como también sobre el momento de su captura y muerte de su Sire, de la cual siente gran culpa hasta el día de hoy.

    ➜Es pesimista y bastante realista, nunca se ha permitido soñar en grande o tener metas más allá de la supervivencia, no posee vínculos muy cercanos y nunca ha tenido amoríos puesto a que más allá de tener un lado emocional oculto los algunos sentimientos aún son un enigma para ella, aunque interpreta las emociones con sabiduría a raíz de lo aprendido entre los humanos.

    ➜La tecnología no es una molestia para ella, ha logrado actualizarse con éxito y de hecho es buena para usarla, siendo casi adicta al teléfono celular.

    ➜Es sensible a ruidos extremadamente altos si la toman por sorpresa, todo lo que pueda estimular o alterar su psiquis la conducen a un frenesí psicótico dónde puede llegar a desconocerse con su entorno.

    ➜El contacto físico es difícil con ella, no le gusta, es muy sencillo causarle incomodidad y fastidio cuando de eso se trata, es algo que aún trabaja.

    ➜Adora los tatuajes, piercings y todo tipo de modificación corporal, ella posee varios de los primeros, aunque muchos cubren cicatrices que prefirió olvidar.

    ➜Lleva un conteo estricto de sus víctimas, es un TOC que no le ha dicho a nadie.

    ➜Cuando pierde la cordura suele tener episodios de tricotilomanía.

    ➜Es buena con las armas de todo tipo, pero una de las herencias de su Sire es el “asesinato bestial” ha demostrado que tan solo con sus manos puede crear terribles escenarios y es no solo un sello personal sino que también su favorito.
    𝗦𝝤𝝡𝗘ꔋ𝘏𐌉𝖭𝗚𝗦𝖠𝘉𝝤ꓴꔋ𝘏𝗘𝙍: ‘ᴹⁱˢᶜᵉˡˡᵃⁿᵉᵒᵘˢ ᴱᵈⁱᵗⁱᵒⁿ’ ➜Es una fanática del terror, todo lo que gire en torno a lo oscuro y perturbador tiene su atención, libros, películas, adornos, lugares abandonados, objetos malditos y todo aquello con vibra sobrenatural forma parte de una de sus obsesiones. ➜Aunque no lo admite en el fondo le gusta la comida humana, sin embargo, no tolera todos los alimentos existentes por igual, algunos pueden conducirla al vómito o al malestar de la misma forma que puede tener antojos desmedidos o “inventar” recetas con su ingrediente especial (Sangre, obvio). ➜Detesta el silencio, no puede pasar más de cinco minutos sola con sus pensamientos o simplemente en ambientes quietos, acostumbra a llevar su móvil y auriculares con música constante para aliviar la ansiedad y el estrés que eso le ocasiona, le dificulta mantenerse racional. Ha adoptado una gran cultura musical con el correr de los siglos al recorrer distintos continentes. ➜A pesar de su apariencia ruda y actitud de matona pandillera tiene una seducción muy única, es más coqueta de lo que aparenta y sabe moverse muy bien, es buena bailarina y acróbata, parte de su entrenamiento físico consistió en contorsionismo y atletismo explotando al máximo su cuerpo. ➜Colecciona pertenencias de sus víctimas, no hay una explicación lógica para eso, simplemente si le gusta se lo lleva, si le causa algo será suyo, sobre todo joyas y objetos brillantes, pero no por eso menosprecia cosas como prendas, juguetes, etc. ➜Es indistinta a dañar animales (si no ha de ser un caso extremo), no tiene ninguna diferencia con ellos y sostiene que los humanos son la única especie sobrante y que está en constante reproducción. ➜Tiene gran habilidad para el dibujo y la pintura, en su pasado como clarividente se vio obligada a perfeccionar su arte para expresar a detalle todo lo que su mente proyectaba y replicar a la perfección todo tipo de imagen existente. ➜Es poliglota, si bien su idioma natal es el inglés ha dedicado parte de su vida a aprender varios idiomas a nivel fluido tanto en habla como en escritura entre los cuales se destacan el italiano, ruso, español, alemán y chino siendo su desafío actual el francés y el latín. ➜Duerme, no tan seguido como otras variantes de su especie, pero disfruta de siestas que oscilan entre 3 y 21 horas. Principalmente para moderar su sed, además de ser un buen “break” para su cabeza. En caso de sueños prolongados suele ocultarse de la civilización más no es muy común. ➜Le encantan los baños de inmersión, puede pasar largos ratos en piscinas o tinas, es uno de sus caprichos más comunes, siempre tiene un momento para ella y su “tiempo de spa”. ➜Fuma, por placer y por terapia, la ayuda a sostener su humor dónde corresponde cuando es necesario y como no le afecta también le sirve para distraerse de malos impulsos. Si quisiera experimentar algún efecto únicamente podría hacerlo a través de la sangre infectada con el estupefaciente a elección. ➜Sufre de pesadillas y visiones cortas sobre su pasado humano, (lo que la confunde a diario puesto que ella solo posee recuerdos lucidos de su vida a partir de su abrazo) así como también sobre el momento de su captura y muerte de su Sire, de la cual siente gran culpa hasta el día de hoy. ➜Es pesimista y bastante realista, nunca se ha permitido soñar en grande o tener metas más allá de la supervivencia, no posee vínculos muy cercanos y nunca ha tenido amoríos puesto a que más allá de tener un lado emocional oculto los algunos sentimientos aún son un enigma para ella, aunque interpreta las emociones con sabiduría a raíz de lo aprendido entre los humanos. ➜La tecnología no es una molestia para ella, ha logrado actualizarse con éxito y de hecho es buena para usarla, siendo casi adicta al teléfono celular. ➜Es sensible a ruidos extremadamente altos si la toman por sorpresa, todo lo que pueda estimular o alterar su psiquis la conducen a un frenesí psicótico dónde puede llegar a desconocerse con su entorno. ➜El contacto físico es difícil con ella, no le gusta, es muy sencillo causarle incomodidad y fastidio cuando de eso se trata, es algo que aún trabaja. ➜Adora los tatuajes, piercings y todo tipo de modificación corporal, ella posee varios de los primeros, aunque muchos cubren cicatrices que prefirió olvidar. ➜Lleva un conteo estricto de sus víctimas, es un TOC que no le ha dicho a nadie. ➜Cuando pierde la cordura suele tener episodios de tricotilomanía. ➜Es buena con las armas de todo tipo, pero una de las herencias de su Sire es el “asesinato bestial” ha demostrado que tan solo con sus manos puede crear terribles escenarios y es no solo un sello personal sino que también su favorito.
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  • -Listo para ir a estudiar, misión del día: ocultar mi dinero de Kei.- (?)
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  • ¿Alguna vez han sentido que el mundo les pide *apagarse?

    La pregunta flota en el aire, susurrada entre el rumor de la ciudad, proyectada en las paredes de callejones y plazas mediante un hechizo de eco ilusorio. Las letras brillan en rosa neón y azul eléctrico antes de estallar en cientos de mariposas de luz.

    Kai aparece de repente en medio de la plaza, no en un escenario, sino *entre la gente*: sus cuernos de coral irradian un suave resplandor, y el dije de su cola dibuja espirales doradas en el aire. No hay anuncios grandilocuentes ni discursos preparados. Solo él, con los puños ligeramente cerrados, como si sostuviera algo invisible.

    A mí también.

    Abre las manos. De ellas surge una ciudad en miniatura, hecha de luz: Aethelburg, pero *distinta*. En ella, figuras de todas las razas y formas se mueven sin miedo, se toman de las manos, comparten pan. Un niño tiefling ríe mientras trepa a los hombros de un guardia humano; dos mujeres orco y elfa tejen coronas de flores juntas. La ilusión es tan vívida que huele a canela y hierba fresca.

    No es un sueño. Es lo que ya somos—solo que alguien se empeña en ocultarlo.

    La proyección se desvanece cuando un grupo de encapuchados de la Orden irrumpe en la plaza, pero Kai no se inmuta. En cambio, *sonríe*. Con un chasquido de dedos, cada sombra bajo sus capas cobra vida: serpientes de luz se enroscan en sus tobillos, flores de fuego frío brotan donde pisan. No para dañarlos, sino para marcarlos.

    Miren bien, Llama Pura. Sus tinieblas nos pertenecen ahora.

    Se vuelve hacia la multitud, especialmente hacia los rostros jóvenes escondidos entre la gente. Les guiña un ojo mientras su voz se multiplica por los callejones, gracias a un encantamiento de eco robado a un altavoz de la Orden.

    No necesitamos permiso para brillar. Hoy, mañana, siempre… la calle es nuestra galería.

    Y entonces, como si fuera una conspiración, sucede: en ventanas y balcones, pequeños hologramas aparecen. Son gestos espontáneos—un corazón aquí, un puño levantado allá—creados por aprendices, artistas callejeros, cualquiera que haya guardado un hechizo en el bolsillo esperando este momento.

    Kai no lo planeó. Pero ahora ríe, genuino, mientras extiende los brazos:
    ¡Ja! ¿Ven? Esto nunca fue sobre mí.

    La luz colectiva ilumina su rostro cuando mira hacia la torre del Consejo, desafiante.

    Es solo el principio.
    ¿Alguna vez han sentido que el mundo les pide *apagarse? La pregunta flota en el aire, susurrada entre el rumor de la ciudad, proyectada en las paredes de callejones y plazas mediante un hechizo de eco ilusorio. Las letras brillan en rosa neón y azul eléctrico antes de estallar en cientos de mariposas de luz. Kai aparece de repente en medio de la plaza, no en un escenario, sino *entre la gente*: sus cuernos de coral irradian un suave resplandor, y el dije de su cola dibuja espirales doradas en el aire. No hay anuncios grandilocuentes ni discursos preparados. Solo él, con los puños ligeramente cerrados, como si sostuviera algo invisible. A mí también. Abre las manos. De ellas surge una ciudad en miniatura, hecha de luz: Aethelburg, pero *distinta*. En ella, figuras de todas las razas y formas se mueven sin miedo, se toman de las manos, comparten pan. Un niño tiefling ríe mientras trepa a los hombros de un guardia humano; dos mujeres orco y elfa tejen coronas de flores juntas. La ilusión es tan vívida que huele a canela y hierba fresca. No es un sueño. Es lo que ya somos—solo que alguien se empeña en ocultarlo. La proyección se desvanece cuando un grupo de encapuchados de la Orden irrumpe en la plaza, pero Kai no se inmuta. En cambio, *sonríe*. Con un chasquido de dedos, cada sombra bajo sus capas cobra vida: serpientes de luz se enroscan en sus tobillos, flores de fuego frío brotan donde pisan. No para dañarlos, sino para marcarlos. Miren bien, Llama Pura. Sus tinieblas nos pertenecen ahora. Se vuelve hacia la multitud, especialmente hacia los rostros jóvenes escondidos entre la gente. Les guiña un ojo mientras su voz se multiplica por los callejones, gracias a un encantamiento de eco robado a un altavoz de la Orden. No necesitamos permiso para brillar. Hoy, mañana, siempre… la calle es nuestra galería. Y entonces, como si fuera una conspiración, sucede: en ventanas y balcones, pequeños hologramas aparecen. Son gestos espontáneos—un corazón aquí, un puño levantado allá—creados por aprendices, artistas callejeros, cualquiera que haya guardado un hechizo en el bolsillo esperando este momento. Kai no lo planeó. Pero ahora ríe, genuino, mientras extiende los brazos: ¡Ja! ¿Ven? Esto nunca fue sobre mí. La luz colectiva ilumina su rostro cuando mira hacia la torre del Consejo, desafiante. Es solo el principio.
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  • A mí... ¿Me gustaba vivir?.
    Recuerdo que solía escribir.
    Recuerdo el rostro lejano de alguien... Pero. ¿Quién era?. Mi pecho se contrae sin respuestas. ¿Quién soy?.

    J.K. no, ese era un adverbio para ocultar la desgracia de mi linaje, es cierto ... Nadie sabía de esa historia más que los padres y los habitantes de esa isla.

    ¿Lo habrán olvidado?.
    ¿De quién es esa voz?.
    ¿Quién eres tú?.
    ¿Qué soy yo?.

    No lo entiendo.

    A mí... ¿Me gustaba vivir?. Recuerdo que solía escribir. Recuerdo el rostro lejano de alguien... Pero. ¿Quién era?. Mi pecho se contrae sin respuestas. ¿Quién soy?. J.K. no, ese era un adverbio para ocultar la desgracia de mi linaje, es cierto ... Nadie sabía de esa historia más que los padres y los habitantes de esa isla. ¿Lo habrán olvidado?. ¿De quién es esa voz?. ¿Quién eres tú?. ¿Qué soy yo?. No lo entiendo.
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  • "𝘓𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘦𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘭𝘢𝘯𝘥𝘦𝘤𝘦, 𝘺 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘯𝘰 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯." — 𝘑𝘶𝘢𝘯 𝟣:𝟧

    La tormenta aún no había estallado, pero el cielo ya pendía como un velo herido de presagios. Las nubes giraban sobre sí mismas con la lentitud de lo inevitable, y el viento arrastraba restos: ceniza, hojas podridas, fragmentos de oraciones que nadie volvería a pronunciar. Móiril había llegado sola hasta las ruinas del santuario, allí donde el tiempo no redimía ni a los muros ni a los mártires.

    Se detuvo frente al altar colapsado, un bloque de piedra tallado con símbolos que la humedad y el abandono apenas lograban ocultar. Entre sus dedos, cubiertos por guanteletes oscurecidos por la intemperie y la sangre vieja, sostenía una página rasgada de un códice sagrado. La tinta estaba ennegrecida por el fuego, pero una línea aún resistía:

    “𝘓𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘦𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘭𝘢𝘯𝘥𝘦𝘤𝘦, 𝘺 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘯𝘰 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯.”

    Leyó aquellas palabras en voz baja, casi como quien invoca el recuerdo de un nombre que ya no puede pronunciarse sin dolor. Había cerrado los ojos un instante, como si el peso del pasado la golpeara con fuerza renovada, pero no era debilidad: era contención. Era la marca de quien ha aprendido a no quebrarse donde otros habrían gritado.

    — “Las tinieblas no la comprendieron…” —Murmuró entonces.— Pero fue la luz la que primero me volvió el rostro. ¿Quién, entonces, no comprendió a quién?

    Sus pasos la llevaron a rozar el altar con la mano izquierda, y al hacerlo, sintió el eco de antiguos juramentos vibrar bajo sus dedos. Juramentos que había cumplido, promesas por las que había sangrado.

    —Yo fui su instrumento. Elegida, consagrada, moldeada para portar un juicio que no era mío. Creí en la luz como se cree en una madre: con obediencia ciega. Pero cuando me ofrecí…

    La ira no se dibujó en su voz. No era un estallido, sino una marea oscura que latía por debajo, en cada palabra.

    —Las sombras, al menos, no me exigieron pureza. No me pidieron que olvidara. Me permitieron ser entera en mi dolor, sin fingir redención. En la oscuridad, el pecado tiene nombre. El sacrificio tiene rostro. En la luz… Solo hay silencio cuando el mártir no conviene.

    Permaneció en pie por un momento más, dejando que el viento le desordenara el manto, que la lluvia comenzara a manchar su armadura con gotas como llagas abiertas. No se movía, no rezaba. Solo recordaba.

    —En ese descenso, perdí algo más que mi nombre. Perdí la fe en aquello que no supo sostenerme cuando más lo necesité.

    Y entonces, dió la espalda al altar. Se alejó sin mirar atrás, como quien ya no espera justicia ni consuelo, solo la continuación de un destino que eligió cuando todo lo demás le fue arrebatado.
    "𝘓𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘦𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘭𝘢𝘯𝘥𝘦𝘤𝘦, 𝘺 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘯𝘰 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯." — 𝘑𝘶𝘢𝘯 𝟣:𝟧 La tormenta aún no había estallado, pero el cielo ya pendía como un velo herido de presagios. Las nubes giraban sobre sí mismas con la lentitud de lo inevitable, y el viento arrastraba restos: ceniza, hojas podridas, fragmentos de oraciones que nadie volvería a pronunciar. Móiril había llegado sola hasta las ruinas del santuario, allí donde el tiempo no redimía ni a los muros ni a los mártires. Se detuvo frente al altar colapsado, un bloque de piedra tallado con símbolos que la humedad y el abandono apenas lograban ocultar. Entre sus dedos, cubiertos por guanteletes oscurecidos por la intemperie y la sangre vieja, sostenía una página rasgada de un códice sagrado. La tinta estaba ennegrecida por el fuego, pero una línea aún resistía: “𝘓𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘦𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘭𝘢𝘯𝘥𝘦𝘤𝘦, 𝘺 𝘭𝘢𝘴 𝘵𝘪𝘯𝘪𝘦𝘣𝘭𝘢𝘴 𝘯𝘰 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯.” Leyó aquellas palabras en voz baja, casi como quien invoca el recuerdo de un nombre que ya no puede pronunciarse sin dolor. Había cerrado los ojos un instante, como si el peso del pasado la golpeara con fuerza renovada, pero no era debilidad: era contención. Era la marca de quien ha aprendido a no quebrarse donde otros habrían gritado. — “Las tinieblas no la comprendieron…” —Murmuró entonces.— Pero fue la luz la que primero me volvió el rostro. ¿Quién, entonces, no comprendió a quién? Sus pasos la llevaron a rozar el altar con la mano izquierda, y al hacerlo, sintió el eco de antiguos juramentos vibrar bajo sus dedos. Juramentos que había cumplido, promesas por las que había sangrado. —Yo fui su instrumento. Elegida, consagrada, moldeada para portar un juicio que no era mío. Creí en la luz como se cree en una madre: con obediencia ciega. Pero cuando me ofrecí… La ira no se dibujó en su voz. No era un estallido, sino una marea oscura que latía por debajo, en cada palabra. —Las sombras, al menos, no me exigieron pureza. No me pidieron que olvidara. Me permitieron ser entera en mi dolor, sin fingir redención. En la oscuridad, el pecado tiene nombre. El sacrificio tiene rostro. En la luz… Solo hay silencio cuando el mártir no conviene. Permaneció en pie por un momento más, dejando que el viento le desordenara el manto, que la lluvia comenzara a manchar su armadura con gotas como llagas abiertas. No se movía, no rezaba. Solo recordaba. —En ese descenso, perdí algo más que mi nombre. Perdí la fe en aquello que no supo sostenerme cuando más lo necesité. Y entonces, dió la espalda al altar. Se alejó sin mirar atrás, como quien ya no espera justicia ni consuelo, solo la continuación de un destino que eligió cuando todo lo demás le fue arrebatado.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Tenlo en cuenta al responder.
    —Ha sido difícil para todos nosotros, Tony, por eso es que necesitamos estar...

    —¿Juntos?—Tony bufó, interrumpiendo la frase de la rubia con un toque irónico que la hizo callarse al instante—. He vivido lo suficiente como para saber que no necesito clases de moralidad de una paleta descongelada de cien años—él se puso de pie, puntualizando en el tono tajante al hablar.

    Dio un par de pasos hacia ella, tambaleándose mientras arrancaba la vía intravenosa que Banner le había colocado en el antebrazo un rato antes.

    —Mucho menos cuando esa eres tú, Rogers.

    Una corriente de incomodidad atravesó a Stephanie desde los pies a la cabeza, dejándola inmovilizada, clavada al lugar en el que estaba parada. Sus pupilas viajaron a través de toda la habitación, sobre los rostros de todos sus compañeros que prestaban atención a la discusión, a Pepper que lucía igual de incómoda que ella pero permanecía a una distancia prudente, protegida tras Rhodes. El enojo podía verse en los ojos castaños de Tony, en la expresión tensa sobre sus facciones cansadas.

    Inhaló con fuerza, sabiendo que cualquier palabra que dijera provocaría que el hombre explotara. Había imaginado cientos de veces cómo sería la reacción de sus pares al revelar la relación que mantenían, las promesas que se habían hecho; lo había imaginado incluso después de que se separaran, cuando ella se volvió una fugitiva para la nación por la que se había sacrificado. Nada se parecía a ese panorama, pero allí estaban, a tan solo un gesto de que todo saliera a la luz.

    —¿No tienes nada para decirme, uhm?—la rubia lo miró a los ojos, conmocionada, sofocada por la cercanía del hombre. Tony arqueó una ceja, burlesco.

    —Sé que estás enojado—tragó saliva; la voz le sonaba rasposa—. Pero este no es 𝘦𝘴𝘦 momento. Necesito...

    —Yo te necesitaba a ti. Te necesitaba a mi lado hace dos años—su murmullo fue desgarrador, cargado de rencor y tristeza—. Rompiste el equipo. Me abandonaste. Ibas a casarte conmigo mientras me engañabas.

    —Yo no...

    —¡No me refiero a que te acostaras con él! —gritó, y la sujetó de los hombros, empujándola contra la pared.

    Rhodes dio un paso al frente, pero se detuvo al ver la mano de Stephanie alzarse para frenarlo.

    —Incluso eso lo habría preferido —continuó Tony—. Hubiera preferido que te acostaras con Barnes antes que ocultarme lo que él le hizo a mis padres.

    » No me importa lo que necesites —sus ojos brillaban con lágrimas que no terminaban de caer—. Porque yo no tengo nada para ti. No tengo coordenadas, ni tácticas, ni planes. Ni confianza en ti, mentirosa.

    Apenas terminó de hablar, retrocedió dos pasos, jadeando como si el aire lo abandonara. Las manos que antes la sujetaban se deslizaron y cayeron. Stephanie estiró los brazos para sostenerlo, pero él apenas reaccionó; le dio un manotazo débil antes de desvanecerse.

    Ella lo atrapó por las axilas antes de que tocara el suelo. No dijo nada. No se movió.

    Pepper se acercó junto con Rhodes para ayudar a trasladarlo. Bruce los siguió. Y entonces Stephanie sintió la mirada de Pepper, un reproche silencioso clavándose en su conciencia.

    Se quedó allí, congelada contra la pared. Las lágrimas se acumularon en sus ojos azules. Todo su cuerpo se aflojó, como si el dolor en su pecho hubiera vencido cada músculo. La culpa con la que creía saber vivir creció de golpe, expandiéndose con una fuerza brutal. Los recuerdos ardieron en su memoria, regresando como llamas: todos los "¿y si...?" que se había preguntado mil veces, regresando a devorarla.

    Quiso ignorar todo. Solo una cosa más en esa realidad insoportable. Y entonces corrió. Sin rumbo, sin detenerse, hasta que la noche se desvaneció y el amanecer volvió.

    Solo cuando sintió el agotamiento, regresó a su habitación. Los músculos le dolían, el cuerpo sudado le pesaba. Se dejó caer sobre la alfombra... y durmió.

    En su sueño, los ojos de Tony la perseguían, cargados de traición. Y junto a ellos, el vacío. El recuerdo de Bucky desintegrándose frente a sus ojos. Y ella, una vez más, sin poder hacer nada.
    —Ha sido difícil para todos nosotros, Tony, por eso es que necesitamos estar... —¿Juntos?—Tony bufó, interrumpiendo la frase de la rubia con un toque irónico que la hizo callarse al instante—. He vivido lo suficiente como para saber que no necesito clases de moralidad de una paleta descongelada de cien años—él se puso de pie, puntualizando en el tono tajante al hablar. Dio un par de pasos hacia ella, tambaleándose mientras arrancaba la vía intravenosa que Banner le había colocado en el antebrazo un rato antes. —Mucho menos cuando esa eres tú, Rogers. Una corriente de incomodidad atravesó a Stephanie desde los pies a la cabeza, dejándola inmovilizada, clavada al lugar en el que estaba parada. Sus pupilas viajaron a través de toda la habitación, sobre los rostros de todos sus compañeros que prestaban atención a la discusión, a Pepper que lucía igual de incómoda que ella pero permanecía a una distancia prudente, protegida tras Rhodes. El enojo podía verse en los ojos castaños de Tony, en la expresión tensa sobre sus facciones cansadas. Inhaló con fuerza, sabiendo que cualquier palabra que dijera provocaría que el hombre explotara. Había imaginado cientos de veces cómo sería la reacción de sus pares al revelar la relación que mantenían, las promesas que se habían hecho; lo había imaginado incluso después de que se separaran, cuando ella se volvió una fugitiva para la nación por la que se había sacrificado. Nada se parecía a ese panorama, pero allí estaban, a tan solo un gesto de que todo saliera a la luz. —¿No tienes nada para decirme, uhm?—la rubia lo miró a los ojos, conmocionada, sofocada por la cercanía del hombre. Tony arqueó una ceja, burlesco. —Sé que estás enojado—tragó saliva; la voz le sonaba rasposa—. Pero este no es 𝘦𝘴𝘦 momento. Necesito... —Yo te necesitaba a ti. Te necesitaba a mi lado hace dos años—su murmullo fue desgarrador, cargado de rencor y tristeza—. Rompiste el equipo. Me abandonaste. Ibas a casarte conmigo mientras me engañabas. —Yo no... —¡No me refiero a que te acostaras con él! —gritó, y la sujetó de los hombros, empujándola contra la pared. Rhodes dio un paso al frente, pero se detuvo al ver la mano de Stephanie alzarse para frenarlo. —Incluso eso lo habría preferido —continuó Tony—. Hubiera preferido que te acostaras con Barnes antes que ocultarme lo que él le hizo a mis padres. » No me importa lo que necesites —sus ojos brillaban con lágrimas que no terminaban de caer—. Porque yo no tengo nada para ti. No tengo coordenadas, ni tácticas, ni planes. Ni confianza en ti, mentirosa. Apenas terminó de hablar, retrocedió dos pasos, jadeando como si el aire lo abandonara. Las manos que antes la sujetaban se deslizaron y cayeron. Stephanie estiró los brazos para sostenerlo, pero él apenas reaccionó; le dio un manotazo débil antes de desvanecerse. Ella lo atrapó por las axilas antes de que tocara el suelo. No dijo nada. No se movió. Pepper se acercó junto con Rhodes para ayudar a trasladarlo. Bruce los siguió. Y entonces Stephanie sintió la mirada de Pepper, un reproche silencioso clavándose en su conciencia. Se quedó allí, congelada contra la pared. Las lágrimas se acumularon en sus ojos azules. Todo su cuerpo se aflojó, como si el dolor en su pecho hubiera vencido cada músculo. La culpa con la que creía saber vivir creció de golpe, expandiéndose con una fuerza brutal. Los recuerdos ardieron en su memoria, regresando como llamas: todos los "¿y si...?" que se había preguntado mil veces, regresando a devorarla. Quiso ignorar todo. Solo una cosa más en esa realidad insoportable. Y entonces corrió. Sin rumbo, sin detenerse, hasta que la noche se desvaneció y el amanecer volvió. Solo cuando sintió el agotamiento, regresó a su habitación. Los músculos le dolían, el cuerpo sudado le pesaba. Se dejó caer sobre la alfombra... y durmió. En su sueño, los ojos de Tony la perseguían, cargados de traición. Y junto a ellos, el vacío. El recuerdo de Bucky desintegrándose frente a sus ojos. Y ella, una vez más, sin poder hacer nada.
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  • Después de meses en las sombras, Emma Müller volvió a cruzar las puertas de la UAC sin necesidad de ocultarse. Sus pasos resonaban firmes en el pasillo, aunque sus ojos oscuros aún guardaban rastros de lo que había vivido lejos de todos. Nadie sabía con exactitud a qué se había enfrentado, sólo que su ausencia había sido necesaria… y peligrosa.

    Algunos levantaron la vista sorprendidos al verla. Otros, simplemente asintieron, como si su regreso fuera parte de un plan que no necesitaba explicación. Ella, fiel a su estilo, no ofreció muchas palabras. Llevaba su chaqueta negra, su carpeta bajo el brazo y ese gesto serio que siempre la acompañaba. Pero esta vez, había algo distinto: se movía con más soltura, más segura, como si las heridas de antes ya no pesaran tanto.

    Se sentó en su escritorio, dejó su bolso a un lado y encendió el monitor. El fondo de pantalla seguía siendo el mismo: un amanecer sobre una ciudad que sólo ella reconocía. Respiró hondo.

    —Estoy de vuelta —murmuró, apenas audible, antes de sumergirse otra vez en los expedientes. Y con eso, la sombra de Emma Müller volvió a formar parte del equipo.
    Después de meses en las sombras, Emma Müller volvió a cruzar las puertas de la UAC sin necesidad de ocultarse. Sus pasos resonaban firmes en el pasillo, aunque sus ojos oscuros aún guardaban rastros de lo que había vivido lejos de todos. Nadie sabía con exactitud a qué se había enfrentado, sólo que su ausencia había sido necesaria… y peligrosa. Algunos levantaron la vista sorprendidos al verla. Otros, simplemente asintieron, como si su regreso fuera parte de un plan que no necesitaba explicación. Ella, fiel a su estilo, no ofreció muchas palabras. Llevaba su chaqueta negra, su carpeta bajo el brazo y ese gesto serio que siempre la acompañaba. Pero esta vez, había algo distinto: se movía con más soltura, más segura, como si las heridas de antes ya no pesaran tanto. Se sentó en su escritorio, dejó su bolso a un lado y encendió el monitor. El fondo de pantalla seguía siendo el mismo: un amanecer sobre una ciudad que sólo ella reconocía. Respiró hondo. —Estoy de vuelta —murmuró, apenas audible, antes de sumergirse otra vez en los expedientes. Y con eso, la sombra de Emma Müller volvió a formar parte del equipo.
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