• Los mutantes cómo mi padre Magneto y Apocalipsis desean eliminar a la Humanidad dejando sólo a los mutantes con la diferencia que el primero quiere erradicar la raza humana y el otro convertir a los humanos en mutantes. #PolarisXFactor
    Los mutantes cómo mi padre Magneto y Apocalipsis desean eliminar a la Humanidad dejando sólo a los mutantes con la diferencia que el primero quiere erradicar la raza humana y el otro convertir a los humanos en mutantes. #PolarisXFactor
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  • Es en estas épocas del año donde más debes abrigarte, o agarrarás un resfriado por no cuidarte
    Es en estas épocas del año donde más debes abrigarte, o agarrarás un resfriado por no cuidarte
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  • ??: ¿Que es lo que hace a Anillo especial?.
    ???: Anillo es el primer robot empático, ella es capaz no sólo de servir a unhumano sino que detecta los sentimientos y emociones, entiende a los humanos.
    ??: ¿Que es lo que hace a Anillo especial?. ???: Anillo es el primer robot empático, ella es capaz no sólo de servir a unhumano sino que detecta los sentimientos y emociones, entiende a los humanos.
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  • //Consejo del día //


    MUY BUENOS DIAS QUERIDOS PECADORES HAHAHAHA SI TIENEN UNO DE ESOS DIAS DE MI***** BUENO SOLO QUEDA REIRSE!!!!! no sé preocupen por el que dirán y lo que piensen los demás rianse y verán como sus enemigos se les carcome la ira por dentro hahahaha hahahaha hahahaha hahahaha hahahaha hahahaha hahahaha YA RIANSE MALDITA SEAAAA!!!!!


    https://youtu.be/5Tr5UMpqB3s?si=dMg-Bb3sYdXMVx8L
    //Consejo del día // MUY BUENOS DIAS QUERIDOS PECADORES HAHAHAHA SI TIENEN UNO DE ESOS DIAS DE MI***** BUENO SOLO QUEDA REIRSE!!!!! no sé preocupen por el que dirán y lo que piensen los demás rianse y verán como sus enemigos se les carcome la ira por dentro hahahaha hahahaha hahahaha hahahaha hahahaha hahahaha hahahaha YA RIANSE MALDITA SEAAAA!!!!!🎶🎶 https://youtu.be/5Tr5UMpqB3s?si=dMg-Bb3sYdXMVx8L :STK-54:
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  • ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──────── ≪
    La cuenta regresiva para el solsticio de invierno había comenzado.

    Visitar el mundo de los espíritus era una cita inevitable, respiraba en su nuca como algo inminente, el nerviosismo e incertidumbre crecía cada vez más, emociones que presionaban con un dolor agudo su pecho quitándole la respiración cada que pensaba mucho en eso, por eso lo evitaba.

    Para una mortal como ella era algo inconcebible caminar si quiera en ese plano espiritual, su vida podría peligrar ¿Qué pasaba si la rechazaban? Tal vez toda la sangre que derramó impedía presentarse frente a las deidades por ser impura, quizás podrían ver su fuego destructivo y consumidor que asoló poblados y tal como redujo a cenizas a sus enemigos sería reducida ella también, ¿Y si prohibían el hecho de que dos seres de naturaleza distinta se unieran? ¿Y si lo que ella era no estaba a la altura? no había certeza de nada.

    Esto la motivó a tomar una decisión, no quería dejar ningun cabo sin atar.
    Era momento de hacer el viaje que había estado posponiendo hace mucho: Alguien tendría visita.

    La pelirroja no sabía como iba a reaccionar su aliado ¿Seguirían siéndolo? Pronto lo averiguaría.

    Tomó el bolso que hace meses había dejado en un rincón sólo con el yukata negro y la espada, regalos que sentía que ya no le pertenecían. Quería que regresaran con su dueño original, sentía que conservarlos era una falta de respeto hacia él.

    Últimamente Kazuo se ausentaba seguido, Liz entendía que era imprescindible en la vida de muchos y le hacía feliz saber que cuando no estaba era porque ayudaba a alguien más, ésta era una de las muchas cualidades que admiraba del Kitsune.

    Cuando regresara ella no estaría así que su reencuentro se extendería un poco más, por esto antes de abandonar el templo dejó una nota

    "𝘒𝘢𝘻𝘶𝘰, 𝘴𝘢𝘭í 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘢𝘫𝘦 𝘱𝘰𝘳 𝘶𝘯𝘰𝘴 𝘥í𝘢𝘴. 𝘌𝘴𝘵𝘢𝘳é 𝘥𝘦 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘵𝘢 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘛ō𝘫𝘪. 𝘕𝘰𝘴 𝘷𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘢𝘭 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘰.

    𝘊𝘰𝘯 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘓𝘪𝘻.-♡"

    El viaje fue largo, tuvo que parar varias veces en tabernas y posadas antes de llegar a destino.

    No sabía con exactitud donde encontrarlo, así que se dirigió al monasterio donde alguna vez recibió la poderosa Excalibur junto con el yukata RoseAkaichi.

    Si algo del pacto quedaba, el ente sentiría su presencia y aparecería ante ella.

    ── Cuanto tiempo. . . Aliada . . .

    ── Hola Gazú Bonetti



    Desarrollo→ https://ficrol.com/posts/216896
    ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──────── ≪ La cuenta regresiva para el solsticio de invierno había comenzado. Visitar el mundo de los espíritus era una cita inevitable, respiraba en su nuca como algo inminente, el nerviosismo e incertidumbre crecía cada vez más, emociones que presionaban con un dolor agudo su pecho quitándole la respiración cada que pensaba mucho en eso, por eso lo evitaba. Para una mortal como ella era algo inconcebible caminar si quiera en ese plano espiritual, su vida podría peligrar ¿Qué pasaba si la rechazaban? Tal vez toda la sangre que derramó impedía presentarse frente a las deidades por ser impura, quizás podrían ver su fuego destructivo y consumidor que asoló poblados y tal como redujo a cenizas a sus enemigos sería reducida ella también, ¿Y si prohibían el hecho de que dos seres de naturaleza distinta se unieran? ¿Y si lo que ella era no estaba a la altura? no había certeza de nada. Esto la motivó a tomar una decisión, no quería dejar ningun cabo sin atar. Era momento de hacer el viaje que había estado posponiendo hace mucho: Alguien tendría visita. La pelirroja no sabía como iba a reaccionar su aliado ¿Seguirían siéndolo? Pronto lo averiguaría. Tomó el bolso que hace meses había dejado en un rincón sólo con el yukata negro y la espada, regalos que sentía que ya no le pertenecían. Quería que regresaran con su dueño original, sentía que conservarlos era una falta de respeto hacia él. Últimamente Kazuo se ausentaba seguido, Liz entendía que era imprescindible en la vida de muchos y le hacía feliz saber que cuando no estaba era porque ayudaba a alguien más, ésta era una de las muchas cualidades que admiraba del Kitsune. Cuando regresara ella no estaría así que su reencuentro se extendería un poco más, por esto antes de abandonar el templo dejó una nota "𝘒𝘢𝘻𝘶𝘰, 𝘴𝘢𝘭í 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘢𝘫𝘦 𝘱𝘰𝘳 𝘶𝘯𝘰𝘴 𝘥í𝘢𝘴. 𝘌𝘴𝘵𝘢𝘳é 𝘥𝘦 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘵𝘢 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘛ō𝘫𝘪. 𝘕𝘰𝘴 𝘷𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘢𝘭 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘰. 𝘊𝘰𝘯 𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘓𝘪𝘻.-♡" El viaje fue largo, tuvo que parar varias veces en tabernas y posadas antes de llegar a destino. No sabía con exactitud donde encontrarlo, así que se dirigió al monasterio donde alguna vez recibió la poderosa Excalibur junto con el yukata RoseAkaichi. Si algo del pacto quedaba, el ente sentiría su presencia y aparecería ante ella. ── Cuanto tiempo. . . Aliada . . . 🌹── Hola [Gazu1221] Desarrollo→ https://ficrol.com/posts/216896
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  • «Hoy solo toca flotar en el agua, porque el sueño me tiene con los ojos borrosos... ¿Deberé conseguir lentes?»
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ooc: Pensando seriamente en hacerme una Janna por que desde que vi Arcane T2. Me corroe el gusanito de tener una Janna.
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  • — Será una noche muy larga… demasiado larga…—
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  • ─ ¡Hola, soy Yamada Akira! es un placer conocerlos a todos. Si me permiten tomarles una foto para no olvidar sus caras yo estaria muy contento, gracias
    ─ ¡Hola, soy Yamada Akira! es un placer conocerlos a todos. Si me permiten tomarles una foto para no olvidar sus caras yo estaria muy contento, gracias
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  • — Y bien, ¿cuántas sesiones crees que llevamos contando ésta?

    Nikolay miró a Anya unos instantes. Sus miradas, como casi siempre, se cruzaron durante los instantes que el silencio perduró en la habitación. Así solía ser cada vez que la mujer le hacía alguna pregunta: Ella dejaba de mirar su tableta y esperaba encontrar una respuesta, pero Lev se rehusaba a responderle del modo en que ella quería. El chico intentó contar con los dedos, fingió hacerlo como un chiquillo al ir levantando los dedos de sus manos, uno a uno, mientras que asentía al mismo ritmo con que su boca parecía moverse sin emitir un solo ruido. Cuando creyó que había llegado a veinte, se detuvo y terminó levantando los hombros. No tenía idea, no le importaba y tampoco parecía servirle de algo saberlo.

    « Tú deberías saberlo.» Escribió en su pizarra blanca con el marcador, la dejó leer y poco después borró las letras con prisq. Fue entonces que escribió de nuevo, uno de sus muchos comentarios ácidos que hicieron a Anya fruncir el entrecejo: « Mis padres pagan por esto, solo cuenta las transferencias o los cheques. »

    — Ha sido un año de terapias el que llevamos, Niko. Y siendo honesta, no veo ningún avance en ti. —Anya suspiró. Se acomodó los lentes mejor sobre el puente de la nariz y comenzó a hojear el expediente físico de su paciente. La cantidad de hojas y anotaciones que tenía eran exageradas, suficientes para creer que los avances de las terapias funcionaban. Pero todo estaba alejado de la realidad, pues sentía que cada día estaba alejándose más de su paciente y que no existía mejoría, por el contrario. Cada día que pasaba, Nikolay se volvía más arisco y hermético, sus respuestas se volvían banales, esquivas y ambiguas al solo limitarse al espacio que la pizarra le brindaba para explicarse. La mujer, desesperada, se sacó los lentes de lectura un momento y cruzó las piernas para, luego, echar el cuerpo hacia delante para intentar crear cercanía entre los dos.— ¿Por qué no quieres las terapias, Niko? Antes te gustaban.

    « Antes » Solo eso apareció en la pizarra. Cada letra era tan grande que no dejaba espacio para nada más. Nikolay bajó la pizarra, incluso la echó a un lado en el sofá y terminó imitando a Anya al cruzar una pierna sobre la otra, apoyó el codo sobre la rodilla y, con la mano, se cubrió la boca. No pretendía dejarla leer sus labios, ni sus expresiones, siquiera tenía intenciones de mostrarle otra vez sus pensamientos en la pizarra. Si lo conocía bien, debía bastarle con entender lo que sus ojos y su rostro podían expresar. O eso pensaba, si tan solo no pasara la mitad de la sesión revisando notas inútiles en su tableta que no los llevaban a ningún lado. Nikolay levantó la cabeza, ligeramente, como si le instara a continuar la conversación para llegar a ese punto de inflexión en el que se animaba a, por unos meses más, ceder en su posición como paciente y mantenerse como una persona dócil que necesitaba de su sabio consejo.

    — Ya sé, ya sé. No quieres hablar. Pero el juez ordenó que debes tomarlas y mostrar buenos avances si quieres obtener la custodia de tus hermanas gemelas. Si los resultados de estas terapias no te favorecen, se quedarán otro año con tus padres. —Anya se colocó de nuevo los lentes y esbozó una sonrisita, de esas que le ponían los nervios de punta a Niko, quien lo disimuló bien al morder con fuerza para no abrir la boca. La mujer se veía contenta, usando esa pequeña debilidad para retenerlo. Sin embargo, cuando notó que no había causado el efecto esperado, cerró el expediente, deshizo el cruce de sus piernas y se colocó de pie con sus pertenencias bajo el brazo.— Si no quieres trabajar ni ser honesto conmigo, está bien, puedo entenderlo. Mi trabajo es ayudarte a entender lo que te sucede y darte soluciones para ello, Niko. No soy tu enemiga, pero si no dejas verme de esa forma, no puedo obligarte y nada funcionará.

    Nikolay le siguió con la mirada. Sabía que su psicóloga tenía razón. Llevaba años trabajando con ella, casi desde que en la preparatoria le sugirieran a sus padres recibir "ayuda" por su comportamiento rebelde; nadie le conocía tan bien como ella y nadie iba a soportar su temperamento de mierda como ella. Fue entonces que dio la alusión de suspirar, con pesadez y un hastío que se le notaba en toda la cara; Anya sonrió y amplió ese gesto cuando lo vio tomar la pizarra nuevamente para comenzar a escribir. Podia presentir que en esta ocasión el mensaje sería diferente, porque parecía tardarse más tiempo de lo usual en ello.

    « ¿Por qué quieres ayudarme? Si no es por el dinero ni por los beneficios de mi padre, ¿entonces por qué? No quiero tu lástima. » Hubo silencio. Aunque la expresión en el rostro de la rubia fue de asombro, una carcajada sonora rompió el incómodo momento que tenían los dos. Lev se sorprendió por un momento, nunca la había escuchado reírse de ese modo tan libre, tan jovial... Como si nada le importaray no tuviera que ocultarse, como siempre, detrás de sus manos para reírse. De a poco, Anya se acercó hasta tomar asiento en el espacio libre del sofá que Nikolay usaba. Sus miradas de nuevo se cruzaron y ella pareció tan risueña, y tan melancólica, que le dio pena.

    — No es lástima, no siento lástima por ti. Más bien me da tristeza, porque hay muchas emociones dentro de ti que no entiendes y que solo ocultas usando otras. Yo puedo ayudarte. —Anya asintió, frunció los labios para tranquilizar el gesto en su boca porque quería reírse de la cara que estaba haciendo Lev.— Llevamos varios años de terapia intermitente, claro que algo debía saber de ti, Lev. Ahora, ¿por qué no me cuentas como están las chicas? ¿Qué has hecho para ayudarlas a elegir dónde quieren estudiar?

    Nikolay bajó la mirada un momento. Parecía plantearse con demasiada seriedad el seguir o no en esa habitación, con esa mujer, con esas preguntas triviales que de a poco lo acercarían a las preguntas que no quería responder jamás. Pero tenía razón, no quería hablar, no quería decir nada de él ni de su pasado, mucho menos de cómo se sentía, pero... Debía sacar a sus hermanas de ese hogar antes de que terminaran sufriendo por el peso de sus decisiones. De a poco, Lev movió las manos, al inicio sin energía, pero de a poco aumentó el ritmo de ellas hasta que la conversación se volvió más casual, permitiéndose fluir en ese lenguaje que, con el tiempo, Anya había comprendido.

    « No mucho. No saben aún lo que quieren. Todos los días tienen nuevas opciones e ideas. Han visto demasiados videos en internet, así que elegir es difícil. Les he aconsejado, pero a los dos días llegan con algo nuego y... » El movimiento se detuvo de manera abrupta hasta que, instantes después, se retomó con calma para decir una sola cosa: « Gracias. »
    — Y bien, ¿cuántas sesiones crees que llevamos contando ésta? Nikolay miró a Anya unos instantes. Sus miradas, como casi siempre, se cruzaron durante los instantes que el silencio perduró en la habitación. Así solía ser cada vez que la mujer le hacía alguna pregunta: Ella dejaba de mirar su tableta y esperaba encontrar una respuesta, pero Lev se rehusaba a responderle del modo en que ella quería. El chico intentó contar con los dedos, fingió hacerlo como un chiquillo al ir levantando los dedos de sus manos, uno a uno, mientras que asentía al mismo ritmo con que su boca parecía moverse sin emitir un solo ruido. Cuando creyó que había llegado a veinte, se detuvo y terminó levantando los hombros. No tenía idea, no le importaba y tampoco parecía servirle de algo saberlo. « Tú deberías saberlo.» Escribió en su pizarra blanca con el marcador, la dejó leer y poco después borró las letras con prisq. Fue entonces que escribió de nuevo, uno de sus muchos comentarios ácidos que hicieron a Anya fruncir el entrecejo: « Mis padres pagan por esto, solo cuenta las transferencias o los cheques. » — Ha sido un año de terapias el que llevamos, Niko. Y siendo honesta, no veo ningún avance en ti. —Anya suspiró. Se acomodó los lentes mejor sobre el puente de la nariz y comenzó a hojear el expediente físico de su paciente. La cantidad de hojas y anotaciones que tenía eran exageradas, suficientes para creer que los avances de las terapias funcionaban. Pero todo estaba alejado de la realidad, pues sentía que cada día estaba alejándose más de su paciente y que no existía mejoría, por el contrario. Cada día que pasaba, Nikolay se volvía más arisco y hermético, sus respuestas se volvían banales, esquivas y ambiguas al solo limitarse al espacio que la pizarra le brindaba para explicarse. La mujer, desesperada, se sacó los lentes de lectura un momento y cruzó las piernas para, luego, echar el cuerpo hacia delante para intentar crear cercanía entre los dos.— ¿Por qué no quieres las terapias, Niko? Antes te gustaban. « Antes » Solo eso apareció en la pizarra. Cada letra era tan grande que no dejaba espacio para nada más. Nikolay bajó la pizarra, incluso la echó a un lado en el sofá y terminó imitando a Anya al cruzar una pierna sobre la otra, apoyó el codo sobre la rodilla y, con la mano, se cubrió la boca. No pretendía dejarla leer sus labios, ni sus expresiones, siquiera tenía intenciones de mostrarle otra vez sus pensamientos en la pizarra. Si lo conocía bien, debía bastarle con entender lo que sus ojos y su rostro podían expresar. O eso pensaba, si tan solo no pasara la mitad de la sesión revisando notas inútiles en su tableta que no los llevaban a ningún lado. Nikolay levantó la cabeza, ligeramente, como si le instara a continuar la conversación para llegar a ese punto de inflexión en el que se animaba a, por unos meses más, ceder en su posición como paciente y mantenerse como una persona dócil que necesitaba de su sabio consejo. — Ya sé, ya sé. No quieres hablar. Pero el juez ordenó que debes tomarlas y mostrar buenos avances si quieres obtener la custodia de tus hermanas gemelas. Si los resultados de estas terapias no te favorecen, se quedarán otro año con tus padres. —Anya se colocó de nuevo los lentes y esbozó una sonrisita, de esas que le ponían los nervios de punta a Niko, quien lo disimuló bien al morder con fuerza para no abrir la boca. La mujer se veía contenta, usando esa pequeña debilidad para retenerlo. Sin embargo, cuando notó que no había causado el efecto esperado, cerró el expediente, deshizo el cruce de sus piernas y se colocó de pie con sus pertenencias bajo el brazo.— Si no quieres trabajar ni ser honesto conmigo, está bien, puedo entenderlo. Mi trabajo es ayudarte a entender lo que te sucede y darte soluciones para ello, Niko. No soy tu enemiga, pero si no dejas verme de esa forma, no puedo obligarte y nada funcionará. Nikolay le siguió con la mirada. Sabía que su psicóloga tenía razón. Llevaba años trabajando con ella, casi desde que en la preparatoria le sugirieran a sus padres recibir "ayuda" por su comportamiento rebelde; nadie le conocía tan bien como ella y nadie iba a soportar su temperamento de mierda como ella. Fue entonces que dio la alusión de suspirar, con pesadez y un hastío que se le notaba en toda la cara; Anya sonrió y amplió ese gesto cuando lo vio tomar la pizarra nuevamente para comenzar a escribir. Podia presentir que en esta ocasión el mensaje sería diferente, porque parecía tardarse más tiempo de lo usual en ello. « ¿Por qué quieres ayudarme? Si no es por el dinero ni por los beneficios de mi padre, ¿entonces por qué? No quiero tu lástima. » Hubo silencio. Aunque la expresión en el rostro de la rubia fue de asombro, una carcajada sonora rompió el incómodo momento que tenían los dos. Lev se sorprendió por un momento, nunca la había escuchado reírse de ese modo tan libre, tan jovial... Como si nada le importaray no tuviera que ocultarse, como siempre, detrás de sus manos para reírse. De a poco, Anya se acercó hasta tomar asiento en el espacio libre del sofá que Nikolay usaba. Sus miradas de nuevo se cruzaron y ella pareció tan risueña, y tan melancólica, que le dio pena. — No es lástima, no siento lástima por ti. Más bien me da tristeza, porque hay muchas emociones dentro de ti que no entiendes y que solo ocultas usando otras. Yo puedo ayudarte. —Anya asintió, frunció los labios para tranquilizar el gesto en su boca porque quería reírse de la cara que estaba haciendo Lev.— Llevamos varios años de terapia intermitente, claro que algo debía saber de ti, Lev. Ahora, ¿por qué no me cuentas como están las chicas? ¿Qué has hecho para ayudarlas a elegir dónde quieren estudiar? Nikolay bajó la mirada un momento. Parecía plantearse con demasiada seriedad el seguir o no en esa habitación, con esa mujer, con esas preguntas triviales que de a poco lo acercarían a las preguntas que no quería responder jamás. Pero tenía razón, no quería hablar, no quería decir nada de él ni de su pasado, mucho menos de cómo se sentía, pero... Debía sacar a sus hermanas de ese hogar antes de que terminaran sufriendo por el peso de sus decisiones. De a poco, Lev movió las manos, al inicio sin energía, pero de a poco aumentó el ritmo de ellas hasta que la conversación se volvió más casual, permitiéndose fluir en ese lenguaje que, con el tiempo, Anya había comprendido. « No mucho. No saben aún lo que quieren. Todos los días tienen nuevas opciones e ideas. Han visto demasiados videos en internet, así que elegir es difícil. Les he aconsejado, pero a los dos días llegan con algo nuego y... » El movimiento se detuvo de manera abrupta hasta que, instantes después, se retomó con calma para decir una sola cosa: « Gracias. »
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