• -¿¿¿¿Quieres un globo, George????
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  • Mime está seguro que nos iría bien vendido globos con figuras de animales y que los niños los compraría... No sé esto sea un buen negocio.
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  • ~Escena con Daozhang Xiao Xingchen ~

    "¿Alguien tiene un DeLorean?"

    Abrió los ojos lentamente solo para percatarse de que no reconocía dónde estaba. ¿Qué era todo eso? ¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era meterse en su cama a dormir y entonces... ¿Qué hacía en mitad de un bosque? Y... ¿Por qué llevaba aquellas ropas? ¿Un yukata? No estaba entendiendo nada.
    Se incorporó, pues estaba tumbado sobre un lecho de flores. Se puso en pie y miró a su alrededor. No reconocí aquel lugar. ¿Cuándo llegó allí y por qué llevaba aquellas ropas que no eran suyas?

    Demasiados sinsentidos.

    Necesitaba regresar a casa, pero... ¿Por dónde debía ir?
    Caminaría sin más, dejándose llevar por su habitual buena orientación, pensó que así lograría regresar. Pero lo cierto era que no. Sus pasos le llevaron hasta lo que parecía una ¿aldea? ¿A caso se había colado en el set de rodaje de una película ambientada en la época Edo? Pero todo parecía tan realista, incluso había gente que juraría vivían allí. Pero eso no era posible, ¿no?

    Para su sorpresa y desgracia sí, era posible. La gente hablaba un dialecto japonés que le costaba un poco entender en ocasiones, a demás de que le observaban con una mezcla de admiración y temor. ¿Era debido a su apariencia? Desde luego llamaba la atención. Pasó varios días y noches tratando de descubrir qué había pasado, solo para tener que admitir la cruda realidad... Había viajado en el tiempo. ¿Cómo? No tenía ni idea, pero así era. ¿Qué iba a ser de él? ¿Cómo iba a sobrevivir allí? Es más, la caza de lobos parecía a la orden del día, se sentía como un mal chiste.

    El tiempo siguió pasando, sobreviviendo de cazar algún animal en el bosque, de esconderse en cuevas, conseguir dinero que robaba a borrachos para así poder comprar algunas cosas o costearse unas copas en lugares de mala muerte. Alguna vez trataron de capturarlo para venderlo en el barrio rojo, otras le intentaban caza acusándolo de ser un yokai, etc. La vida no era para nada sencilla.
    De alguna u otra forma, necesitó huir de allí desesperadamente pues, por lo visto, algunos aldeanos se enteraron de su verdadera naturaleza y los problemas no hicieron más que aumentar. Sin comerlo ni beberlo acabó en un barco que zarpaba a vete a saber dónde. ¿Es que no podía vivir tranquilo?

    Se mantuvo escondido en las bodegas como pudo, un polizón, cosa que no fue tarea fácil.

    Finalmente llegaron a tierra, el destino de la mercancía entre otros asuntos turbios que parecían tener entre manos los tripulantes.
    ¿Dónde estaba ene se momento? Ya no tenía ni idea y llegados ese punto, tampoco creyó que importase demasiado. Logró salir del navío sin ser descubierto y cuando al fin pudo vagar por las calles no tardó mucho en reconocer un poco del dialecto, así como arquitectura.
    China.

    Genial, ¿qué se supone que iba a hacer él por su cuenta en China? Y más aún en aquella época. Listo, estaba jodido. Muy jodido. Solo le quedaba asumirlo.
    Buscó lugares que tuvieran frondosos bosques cercanos, lugares donde pudiera usar su apariencia de lobo con tranquilidad, así como, de vez en cuando y si era necesario, cazar algún pequeño animal para alimentarse. Nunca mataba más de la cuenta, no le traía placer alguno la caza en sí, pero no tenía más opciones para conseguir alimento sustancioso dada la situación.
    En ocasiones bajaba a los pueblos, intentando memorizar cada lugar, moverse ágil por las calles, quizá conseguir un poco de dinero y con este, alcohol para embriagarse. Con el paso del tiempo también lograba aprender un poco más del idioma, aunque lo hablaba peor que un niño pequeño pero se hacía entender.

    A pesar de seguir atrapado en lo que creía una broma de mal gusto o una maldición sin sentido, las cosas no iban del todo mal. Estaba preocupado por su madre, sí, así como muchos otros asuntos sin resolver... Pero sobrevivía bastante bien.

    Al menos hasta que un suceso extraño azotó los pueblos y los bosques. Algo que, sin duda y dada su mala suerte habitual, le salpicaría...
    ~Escena con [Daozhang_XiaoXingchen] ~ "¿Alguien tiene un DeLorean?" Abrió los ojos lentamente solo para percatarse de que no reconocía dónde estaba. ¿Qué era todo eso? ¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era meterse en su cama a dormir y entonces... ¿Qué hacía en mitad de un bosque? Y... ¿Por qué llevaba aquellas ropas? ¿Un yukata? No estaba entendiendo nada. Se incorporó, pues estaba tumbado sobre un lecho de flores. Se puso en pie y miró a su alrededor. No reconocí aquel lugar. ¿Cuándo llegó allí y por qué llevaba aquellas ropas que no eran suyas? Demasiados sinsentidos. Necesitaba regresar a casa, pero... ¿Por dónde debía ir? Caminaría sin más, dejándose llevar por su habitual buena orientación, pensó que así lograría regresar. Pero lo cierto era que no. Sus pasos le llevaron hasta lo que parecía una ¿aldea? ¿A caso se había colado en el set de rodaje de una película ambientada en la época Edo? Pero todo parecía tan realista, incluso había gente que juraría vivían allí. Pero eso no era posible, ¿no? Para su sorpresa y desgracia sí, era posible. La gente hablaba un dialecto japonés que le costaba un poco entender en ocasiones, a demás de que le observaban con una mezcla de admiración y temor. ¿Era debido a su apariencia? Desde luego llamaba la atención. Pasó varios días y noches tratando de descubrir qué había pasado, solo para tener que admitir la cruda realidad... Había viajado en el tiempo. ¿Cómo? No tenía ni idea, pero así era. ¿Qué iba a ser de él? ¿Cómo iba a sobrevivir allí? Es más, la caza de lobos parecía a la orden del día, se sentía como un mal chiste. El tiempo siguió pasando, sobreviviendo de cazar algún animal en el bosque, de esconderse en cuevas, conseguir dinero que robaba a borrachos para así poder comprar algunas cosas o costearse unas copas en lugares de mala muerte. Alguna vez trataron de capturarlo para venderlo en el barrio rojo, otras le intentaban caza acusándolo de ser un yokai, etc. La vida no era para nada sencilla. De alguna u otra forma, necesitó huir de allí desesperadamente pues, por lo visto, algunos aldeanos se enteraron de su verdadera naturaleza y los problemas no hicieron más que aumentar. Sin comerlo ni beberlo acabó en un barco que zarpaba a vete a saber dónde. ¿Es que no podía vivir tranquilo? Se mantuvo escondido en las bodegas como pudo, un polizón, cosa que no fue tarea fácil. Finalmente llegaron a tierra, el destino de la mercancía entre otros asuntos turbios que parecían tener entre manos los tripulantes. ¿Dónde estaba ene se momento? Ya no tenía ni idea y llegados ese punto, tampoco creyó que importase demasiado. Logró salir del navío sin ser descubierto y cuando al fin pudo vagar por las calles no tardó mucho en reconocer un poco del dialecto, así como arquitectura. China. Genial, ¿qué se supone que iba a hacer él por su cuenta en China? Y más aún en aquella época. Listo, estaba jodido. Muy jodido. Solo le quedaba asumirlo. Buscó lugares que tuvieran frondosos bosques cercanos, lugares donde pudiera usar su apariencia de lobo con tranquilidad, así como, de vez en cuando y si era necesario, cazar algún pequeño animal para alimentarse. Nunca mataba más de la cuenta, no le traía placer alguno la caza en sí, pero no tenía más opciones para conseguir alimento sustancioso dada la situación. En ocasiones bajaba a los pueblos, intentando memorizar cada lugar, moverse ágil por las calles, quizá conseguir un poco de dinero y con este, alcohol para embriagarse. Con el paso del tiempo también lograba aprender un poco más del idioma, aunque lo hablaba peor que un niño pequeño pero se hacía entender. A pesar de seguir atrapado en lo que creía una broma de mal gusto o una maldición sin sentido, las cosas no iban del todo mal. Estaba preocupado por su madre, sí, así como muchos otros asuntos sin resolver... Pero sobrevivía bastante bien. Al menos hasta que un suceso extraño azotó los pueblos y los bosques. Algo que, sin duda y dada su mala suerte habitual, le salpicaría...
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  • Pasaron semanas desde que empecé a buscar a mi hermano y mi historia. Fue solo tiempo perdido que me hace querer destrozar todo a mi paso.

    No conforme con el fracaso, he vuelto a la boca del lobo, a la mansión de mis "padres", en busca de la verdad, antes de ello recolecte inflamación por si se les ocurría mentirme. Mis investigaciones en internet solo confirmaron la brutalidad de la época: Un sistema podrido del que probablemente mi hermano formó parte.

    Finalmente, nos sentamos a "platicar". Mi madre me miraba con esa culpa y arrepentimiento tan típicos de ella, una sentimentalidad que me irrita. Mi padre, por otro lado, mantenía la misma mirada vacía y distante de siempre, teñida de un sutil desprecio.

    Yo, acostumbrada a su frialdad, rompí el silencio con irritación contenida, esforzándome por mantener la neutralidad:

    —Hablen. Y quiero la verdad. ¿Cómo llegué a su vida? ¿Por qué me recogieron?

    Mi madre, temblorosa, habló primero:

    —Tu padre y yo queríamos una bebé, pero sabrás que la procreación en nuestra especie es imposible.

    Mi padre la interrumpió de inmediato, con voz firme:

    —Por ese capricho de tu madre, decidimos buscar a alguien. Me negué al principio, pero su insistencia fue tanta que terminé aceptando con una condición: la huérfana nos serviría en el futuro. Como inmortales, yo me encargaría de asegurar esos intereses.

    Lo interrumpí sin importarme los modales:

    —Entonces, ¿fue tu idea condenarme a una vida de matrimonios por conveniencia?

    Mi padre respondió con total indiferencia:

    —Tú nos perteneces. Te compramos y te concedimos un don. No tienes más opción que obedecer el trato. Si lo rompes, tu vida acabará y tu hija ocupará tu puesto, Lianna. No sera difícil encontrar su paradero, después de todo le brindaste a tu madre suficiente información del padre y con su ayuda quizás lleguemos a un buen acuerdo.

    Ahora lo miraba con un odio puro. El desprecio de antes por su lejanía se transformó en repudio absoluto.

    El señor Benedetti continuó, levantándose para servirse una copa de vino con sangre:

    —Tenerte fue suerte, coincidencia o como quieras llamarlo. Eras apenas una recién nacida abandonada en las calles. Tu madre y yo decidimos llevarte con nosotros. A tu hermano, lo entregamos al sistema parroquial para que se encargan de el.

    Escuché la historia con sentimientos encontrados. Ya ni siquiera sabía cómo reaccionar. Pregunté por el nombre de aquel chico desconocido:

    —¿Recuerdan su nombre? —pregunté con cautela, queriendo saberlo todo sobre mi vida pasada.

    Mi madre respondió:

    —Recuerdo que el niño nos dijo que se llamaba Lian, y tú Lianna. No llevaban apellido. Hasta la fecha no sabemos nada de tu verdadera familia, cielo.

    Mi padre, con tono de fastidio, se alejó.

    —Tampoco veo la necesidad de preguntar. Él probablemente ya esté muerto, y los muertos no son nuestro problema. Somos los condenados a vivir por siempre los que importamos.

    Sus palabras fueron una losa de cemento sobre la poca esperanza que me quedaba. Mataron cualquier atisbo de ilusión con cada palabra.

    —Céntrate en las riquezas —ordenó mi "padre".

    —Olvídate del polvo del que vienes. Eres una Benedetti ahora.

    Me levanté del sofá sin decir nada una vez acabada toda la charla , los cabos sueltos aún seguían sin resolverse , luego les di la espalda y me retire.

    Han cerrado toda esperanza en mi. Ya no sé dónde buscar, y francamente, no perderé más tiempo en esto. Me concentraré en mi vida.
    A partir de ahora, solo soy una Benedetti que busca poder.

    Ignorando la molestia persistente por el rompecabezas sin armar, me dirigí a mi habitación en aquel castillo donde me crié.
    Pasaron semanas desde que empecé a buscar a mi hermano y mi historia. Fue solo tiempo perdido que me hace querer destrozar todo a mi paso. No conforme con el fracaso, he vuelto a la boca del lobo, a la mansión de mis "padres", en busca de la verdad, antes de ello recolecte inflamación por si se les ocurría mentirme. Mis investigaciones en internet solo confirmaron la brutalidad de la época: Un sistema podrido del que probablemente mi hermano formó parte. Finalmente, nos sentamos a "platicar". Mi madre me miraba con esa culpa y arrepentimiento tan típicos de ella, una sentimentalidad que me irrita. Mi padre, por otro lado, mantenía la misma mirada vacía y distante de siempre, teñida de un sutil desprecio. Yo, acostumbrada a su frialdad, rompí el silencio con irritación contenida, esforzándome por mantener la neutralidad: —Hablen. Y quiero la verdad. ¿Cómo llegué a su vida? ¿Por qué me recogieron? Mi madre, temblorosa, habló primero: —Tu padre y yo queríamos una bebé, pero sabrás que la procreación en nuestra especie es imposible. Mi padre la interrumpió de inmediato, con voz firme: —Por ese capricho de tu madre, decidimos buscar a alguien. Me negué al principio, pero su insistencia fue tanta que terminé aceptando con una condición: la huérfana nos serviría en el futuro. Como inmortales, yo me encargaría de asegurar esos intereses. Lo interrumpí sin importarme los modales: —Entonces, ¿fue tu idea condenarme a una vida de matrimonios por conveniencia? Mi padre respondió con total indiferencia: —Tú nos perteneces. Te compramos y te concedimos un don. No tienes más opción que obedecer el trato. Si lo rompes, tu vida acabará y tu hija ocupará tu puesto, Lianna. No sera difícil encontrar su paradero, después de todo le brindaste a tu madre suficiente información del padre y con su ayuda quizás lleguemos a un buen acuerdo. Ahora lo miraba con un odio puro. El desprecio de antes por su lejanía se transformó en repudio absoluto. El señor Benedetti continuó, levantándose para servirse una copa de vino con sangre: —Tenerte fue suerte, coincidencia o como quieras llamarlo. Eras apenas una recién nacida abandonada en las calles. Tu madre y yo decidimos llevarte con nosotros. A tu hermano, lo entregamos al sistema parroquial para que se encargan de el. Escuché la historia con sentimientos encontrados. Ya ni siquiera sabía cómo reaccionar. Pregunté por el nombre de aquel chico desconocido: —¿Recuerdan su nombre? —pregunté con cautela, queriendo saberlo todo sobre mi vida pasada. Mi madre respondió: —Recuerdo que el niño nos dijo que se llamaba Lian, y tú Lianna. No llevaban apellido. Hasta la fecha no sabemos nada de tu verdadera familia, cielo. Mi padre, con tono de fastidio, se alejó. —Tampoco veo la necesidad de preguntar. Él probablemente ya esté muerto, y los muertos no son nuestro problema. Somos los condenados a vivir por siempre los que importamos. Sus palabras fueron una losa de cemento sobre la poca esperanza que me quedaba. Mataron cualquier atisbo de ilusión con cada palabra. —Céntrate en las riquezas —ordenó mi "padre". —Olvídate del polvo del que vienes. Eres una Benedetti ahora. Me levanté del sofá sin decir nada una vez acabada toda la charla , los cabos sueltos aún seguían sin resolverse , luego les di la espalda y me retire. Han cerrado toda esperanza en mi. Ya no sé dónde buscar, y francamente, no perderé más tiempo en esto. Me concentraré en mi vida. A partir de ahora, solo soy una Benedetti que busca poder. Ignorando la molestia persistente por el rompecabezas sin armar, me dirigí a mi habitación en aquel castillo donde me crié.
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  • 𓁺𝑺𝒐𝒍𝒆𝒅𝒂𝒅𓁺

    "— ͓̽C͓̽a͓͓̽̽r͓͓̽̽i͓̽ñ͓̽o͓̽!, ͓̽y͓̽a͓̽ ͓̽e͓͓̽̽s͓͓̽̽t͓͓̽̽o͓͓̽̽y͓̽ ͓̽e͓͓̽̽n͓̽ ͓̽c͓̽a͓͓̽̽s͓̽a͓̽!."

    ×Diria abriendo la puerta de su hogar flotante y oculto en el espacio, repleto de ojos que no están conectados a el, y que creó únicamente para sentirse observado...×

    "— ͓̽O͓͓̽̽h͓̽ ͓̽e͓͓̽̽s͓͓̽̽p͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓̽a͓̽ ͓̽j͓̽a͓͓̽̽j͓̽a͓̽, ͓̽t͓͓̽̽o͓͓̽̽d͓̽a͓͓̽̽s͓̽ ͓̽m͓͓̽̽i͓͓̽̽s͓̽ ͓̽e͓͓̽̽s͓͓̽̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽a͓͓̽̽s͓̽ ͓̽l͓͓̽̽l͓͓̽̽e͓͓̽̽v͓̽a͓͓̽̽n͓̽ ͓̽s͓͓̽̽i͓͓̽̽g͓͓̽̽l͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽ ͓̽m͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽t͓̽a͓͓̽̽s͓̽... ͓̽J͓̽a͓͓̽̽j͓̽a͓͓̽̽j͓̽a͓̽!, ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽r͓̽ ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽c͓͓̽̽o͓̽ ͓̽y͓̽ ͓̽m͓͓̽̽e͓̽ ͓̽o͓͓̽̽l͓͓̽̽v͓͓̽̽i͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽... ͓̽A͓͓̽̽y͓̽ ͓̽b͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓͓̽̽n͓͓̽̽o͓̽, ͓̽s͓͓̽̽u͓͓̽̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽n͓͓̽̽g͓͓̽̽o͓̽ ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓̽ ͓̽m͓͓̽̽e͓̽ ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽n͓͓̽̽d͓͓̽̽r͓̽é a͓̽ ͓̽o͓͓̽̽b͓͓̽̽s͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽v͓̽a͓͓̽̽r͓̽ ͓̽c͓͓̽̽o͓͓̽̽m͓͓̽̽o͓̽ ͓̽v͓̽a͓̽ ͓̽m͓͓̽̽i͓̽ ͓̽c͓͓̽̽r͓͓̽̽e͓̽a͓͓̽̽c͓͓̽̽i͓̽ó͓̽n͓̽ ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽r͓̽ ͓̽u͓͓̽̽n͓̽ ͓̽r͓̽a͓͓̽̽t͓͓̽̽o͓̽..."

    ×Entra al sitio quitandose su característica capucha de color negro, y colgandola en una mano que salía de la pared. Camina por los pasillos de su hogar, en el cual a cada paso que da todo se pone cada vez mas bizarro; Manos jugando al pingpong con un globo ocular como pelota, una vaca ordeñando a una cabra, pasillos deformados en los que al pasar terminabas caminando por las paredes o por el techo, cuadros en los que se mostraban acontecimientos turbios de la historia de la humanidad pero deformados de manera escalofriante, como por ejemplo un cuadro en el que Hitler tiene solo un ojo ensangrentado en la cara y se encuentra sentado en una mesa junto a 4 cerdos deformados igualmente, comiendose a los judios. Apesar de todo habia algo caracteristico de cada pasillo: Ojos, verdes y cada vez mas grotescos con una mirada intensa que se clava en el creador a medida que avanza, y aun asi este permanece imperturbable, manteniendo en todo momento una sonrisa con cierta inocencia infantil.×

    ×Finalmente llega a una sala, esta no tenía ojos en ninguna parte, sin embargo si tenía varias partes de cuerpos humanos, desgastadas, podridas y corroidas que salían de las paredes y el techo, y que parecian retorcerse de dolor puro. En el centro un sencillo sillon que tenia una mesita con un televisor antiguo frente. El creador avanza por la habitacion, tomando asiento en el sillon.×

    "— ͓̽A͓͓̽̽h͓̽... ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓̽ ͓̽r͓͓̽̽i͓͓̽̽c͓͓̽̽o͓̽~... ͓̽h͓͓̽̽m͓͓̽̽m͓͓̽̽m͓̽, ͓̽e͓͓̽̽l͓̽ ͓̽s͓͓̽̽i͓͓̽̽l͓͓̽̽l͓͓̽̽o͓͓̽̽n͓̽ ͓̽m͓̽á͓̽s͓̽ ͓̽c͓̽ó͓̽m͓͓̽̽o͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽ ͓̽d͓͓̽̽e͓̽ ͓̽t͓͓̽̽o͓͓̽̽o͓͓̽̽o͓͓̽̽o͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽ ͓̽e͓͓̽̽l͓̽ ͓̽u͓͓̽̽n͓͓̽̽i͓͓̽̽v͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽s͓͓̽̽o͓̽~... ͓̽H͓͓̽̽m͓̽?, ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽i͓͓̽̽e͓͓̽̽n͓̽ ͓̽c͓̽a͓͓̽̽r͓̽a͓͓̽̽j͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽ ͓̽p͓͓̽̽u͓͓̽̽s͓͓̽̽o͓̽ ͓̽e͓͓̽̽s͓͓̽̽o͓̽ a͓͓̽̽h͓͓̽̽i͓̽?"

    ×Chasquea los dedos y la mesita con el televisor se desintegra, a continuacion un gran ojo se abre en el espacio donde se encontraba la mesita, luego su iris se transforma en estatica. Una de las manos en la habitacion le pasa un control como de television y el creador empieza a usarlo para ver al mundo humano desde el ojo frente a el, cambiando de lugares como si fueran canales de television.×

    ×Para el pasan 10000 o mas horas (el tiempo en el lugar que se encuentra esta todo deformado y 1000 horas ahi son como 1 hora en la tierra) pues no tenia percepcion del tiempo, aunque igualmente despues de tanto se aburre y deja el control a un lado suspirando.×

    "— ͓̽A͓͓̽̽g͓͓̽̽h͓̽... ͓̽E͓͓̽̽s͓͓̽̽t͓̽a͓̽ ͓̽s͓͓̽̽o͓͓̽̽l͓͓̽̽e͓͓̽̽d͓̽a͓͓̽̽d͓̽ ͓̽e͓͓̽̽s͓̽... ͓̽A͓͓̽̽p͓͓̽̽l͓̽a͓͓̽̽s͓͓̽̽t͓̽a͓͓̽̽n͓͓̽̽t͓͓̽̽e͓̽!... Ya͓̽ ͓̽s͓͓̽̽e͓̽!, ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽d͓͓̽̽r͓̽ía͓̽ ͓̽i͓͓̽̽r͓̽ a͓̽ ͓̽v͓͓̽̽i͓͓̽̽s͓͓̽̽i͓͓̽̽t͓̽a͓͓̽̽r͓̽ a͓̽ ͓̽m͓͓̽̽i͓͓̽̽s͓̽ ͓̽h͓͓̽̽i͓͓̽̽j͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽!... ͓̽O͓͓̽̽h͓̽ ͓̽u͓͓̽̽n͓̽ ͓̽m͓͓̽̽o͓͓̽̽m͓͓̽̽e͓͓̽̽n͓͓̽̽t͓͓̽̽o͓̽, ͓̽n͓͓̽̽o͓̽, ͓̽m͓͓̽̽i͓͓̽̽s͓̽ ͓̽h͓͓̽̽i͓͓̽̽j͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽ ͓̽m͓͓̽̽e͓̽ ͓̽o͓͓̽̽d͓͓̽̽i͓̽a͓͓̽̽n͓̽... ͓̽J͓͓̽̽e͓̽, ͓̽e͓͓̽̽h͓̽ ͓̽s͓͓̽̽i͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽ ͓̽u͓͓̽̽n͓̽ ͓̽p͓̽a͓͓̽̽d͓͓̽̽r͓͓̽̽e͓̽ a͓͓̽̽s͓͓̽̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓͓̽̽o͓̽ ͓̽n͓͓̽̽o͓̽?, ͓̽p͓͓̽̽r͓͓̽̽i͓͓̽̽m͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽o͓̽ ͓̽l͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽ ͓̽t͓͓̽̽r͓̽a͓͓̽̽t͓͓̽̽o͓̽ ͓̽c͓͓̽̽o͓͓̽̽m͓͓̽̽o͓̽ ͓̽l͓̽a͓̽ ͓̽v͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽g͓̽a͓̽ ͓̽y͓̽ ͓̽l͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓͓̽̽g͓͓̽̽o͓̽ ͓̽l͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽ a͓͓̽̽b͓̽a͓͓̽̽n͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓͓̽̽n͓͓̽̽o͓̽ ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽r͓̽ ͓̽s͓͓̽̽i͓͓̽̽g͓͓̽̽l͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽... ͓̽Y͓̽ a͓͓̽̽h͓͓̽̽o͓͓̽̽r͓̽a͓̽, ͓̽n͓͓̽̽o͓̽ ͓̽m͓͓̽̽e͓̽ ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓͓̽̽d͓̽a͓̽ ͓̽n͓̽a͓͓̽̽d͓͓̽̽i͓͓̽̽e͓̽ ͓̽m͓̽á͓̽s͓̽ ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓̽ ͓̽y͓͓̽̽o͓̽ ͓̽m͓͓̽̽i͓͓̽̽s͓͓̽̽m͓͓̽̽o͓̽... ͓̽T͓͓̽̽o͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽ ͓̽l͓͓̽̽o͓̽ ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓̽ ͓̽e͓͓̽̽h͓̽ ͓̽h͓͓̽̽e͓͓̽̽c͓͓̽̽h͓͓̽̽o͓̽, ¿͓̽A͓͓̽̽h͓̽ ͓̽v͓̽a͓͓̽̽l͓͓̽̽i͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽ ͓̽r͓͓̽̽e͓̽a͓͓̽̽l͓͓̽̽m͓͓̽̽e͓͓̽̽n͓͓̽̽t͓͓̽̽e͓̽ ͓̽l͓̽a͓̽ ͓̽p͓͓̽̽e͓͓̽̽n͓̽a͓̽?..."

    ×A medida que habla sus cuerpo se va relajando y sus ojos entrecerrando.×

    "— ͯOͯͯhͯ ͯvͯͯaͯͯyͯͯaͯ ͯjͯͯaͯͯjͯͯaͯ... ͯNͯͯoͯ ͯeͯͯhͯ ͯdͯͯoͯͯrͯͯmͯͯiͯͯdͯͯoͯ ͯeͯͯnͯ ͯsͯͯiͯͯgͯͯlͯͯoͯͯsͯ... ¿ͯQͯͯuͯé ͯsͯͯeͯͯrͯíͯaͯ ͯpͯͯeͯͯoͯͯrͯ?, ͯnͯͯoͯ ͯdͯͯeͯͯsͯͯpͯͯeͯͯrͯͯtͯͯaͯͯrͯ ͯoͯ... ͯDͯͯeͯͯsͯͯpͯͯeͯͯrͯͯtͯͯaͯͯrͯ ͯyͯ ͯvͯͯeͯͯrͯ ͯqͯͯuͯé ͯsͯͯiͯͯgͯͯoͯ ͯsͯͯoͯͯlͯͯoͯ... ͯMͯͯaͯͯrͯͯyͯ ͯqͯͯuͯͯeͯͯrͯͯiͯͯdͯͯaͯ... ¿ͯQͯ-ͯqͯͯuͯͯeͯ ͯhͯͯaͯͯrͯíͯaͯͯsͯ ͯtͯͯuͯ ͯeͯͯnͯ ͯmͯͯiͯ ͯlͯͯuͯͯgͯͯaͯͯrͯ?, ͯsͯͯeͯͯgͯͯuͯͯrͯͯaͯͯmͯͯeͯͯnͯͯtͯͯeͯ ͯaͯͯlͯͯgͯͯuͯͯnͯͯaͯ ͯlͯͯoͯͯcͯͯuͯͯrͯͯaͯ ͯcͯͯoͯͯmͯͯoͯ "ͯiͯͯnͯͯtͯͯeͯͯnͯͯtͯͯaͯͯrͯ ͯhͯͯaͯͯbͯͯlͯͯaͯͯrͯ ͯcͯͯoͯͯnͯ ͯmͯͯiͯͯsͯ ͯhͯͯiͯͯjͯͯoͯͯsͯ ͯyͯ ͯdͯͯiͯͯsͯͯcͯͯuͯͯlͯͯpͯͯaͯͯrͯͯtͯͯeͯ" ͯjͯͯaͯͯjͯͯaͯ... ͯCͯͯoͯͯmͯͯoͯ ͯsͯͯiͯ ͯuͯͯnͯͯaͯ ͯdͯͯiͯͯsͯͯcͯͯuͯͯlͯͯpͯͯaͯ ͯbͯͯaͯͯsͯͯtͯͯaͯͯrͯa͓̽ ͯpͯͯaͯͯrͯͯaͯ ͯcͯͯoͯͯmͯͯpͯͯeͯͯnͯͯsͯͯaͯͯrͯ ͯlͯͯoͯ ͯqͯͯuͯͯeͯ ͯlͯͯeͯͯsͯ ͯeͯͯhͯ ͯhͯͯeͯͯcͯͯhͯͯoͯ... ͯTͯͯeͯ ͯeͯͯxͯͯtͯͯrͯͯaͯñͯoͯ, ͯmͯͯiͯ ͯaͯͯmͯͯoͯͯrͯ... ͯMͯͯeͯ ͯeͯͯnͯͯtͯͯeͯͯnͯͯdͯíͯaͯͯsͯ ͯsͯͯiͯͯeͯͯmͯͯpͯͯrͯͯeͯ ͯyͯ ͯnͯͯoͯ ͯtͯͯeͯ ͯdͯͯaͯͯbͯͯaͯ ͯmͯͯiͯͯeͯͯdͯͯoͯ ͯrͯͯeͯͯgͯͯaͯñͯaͯͯrͯͯmͯͯeͯ ͯcͯͯoͯͯmͯͯoͯ ͯpͯͯeͯͯrͯͯrͯͯoͯ ͯcͯͯuͯͯaͯͯnͯͯdͯͯoͯ ͯmͯͯeͯ ͯeͯͯqͯͯuͯͯiͯͯvͯͯoͯͯcͯͯaͯͯbͯͯaͯ ͯjͯͯaͯͯjͯͯaͯ... ͯDͯͯeͯ ͯtͯͯoͯͯdͯͯaͯͯsͯ ͯmͯͯiͯͯsͯ ͯeͯͯsͯͯpͯͯoͯͯsͯͯaͯͯsͯ... ͯEͯͯrͯͯaͯͯsͯ ͯlͯͯaͯ ͯuͯͯnͯͯiͯͯcͯͯaͯ... ͯAͯ ͯlͯͯaͯ ͯqͯͯuͯͯeͯ ͯrͯͯeͯͯaͯͯlͯͯmͯͯeͯͯnͯͯtͯͯeͯ... ͯAͯͯmͯͯeͯ..."

    ×Sus ojos se cierran brotando un par de lagrimas, despues de siglos y siglos de no hacerlo, el creador cayo dormido.×
    𓁺𝑺𝒐𝒍𝒆𝒅𝒂𝒅𓁺 "— ͓̽C͓̽a͓͓̽̽r͓͓̽̽i͓̽ñ͓̽o͓̽!, ͓̽y͓̽a͓̽ ͓̽e͓͓̽̽s͓͓̽̽t͓͓̽̽o͓͓̽̽y͓̽ ͓̽e͓͓̽̽n͓̽ ͓̽c͓̽a͓͓̽̽s͓̽a͓̽!." ×Diria abriendo la puerta de su hogar flotante y oculto en el espacio, repleto de ojos que no están conectados a el, y que creó únicamente para sentirse observado...× "— ͓̽O͓͓̽̽h͓̽ ͓̽e͓͓̽̽s͓͓̽̽p͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓̽a͓̽ ͓̽j͓̽a͓͓̽̽j͓̽a͓̽, ͓̽t͓͓̽̽o͓͓̽̽d͓̽a͓͓̽̽s͓̽ ͓̽m͓͓̽̽i͓͓̽̽s͓̽ ͓̽e͓͓̽̽s͓͓̽̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽a͓͓̽̽s͓̽ ͓̽l͓͓̽̽l͓͓̽̽e͓͓̽̽v͓̽a͓͓̽̽n͓̽ ͓̽s͓͓̽̽i͓͓̽̽g͓͓̽̽l͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽ ͓̽m͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽t͓̽a͓͓̽̽s͓̽... ͓̽J͓̽a͓͓̽̽j͓̽a͓͓̽̽j͓̽a͓̽!, ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽r͓̽ ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽c͓͓̽̽o͓̽ ͓̽y͓̽ ͓̽m͓͓̽̽e͓̽ ͓̽o͓͓̽̽l͓͓̽̽v͓͓̽̽i͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽... ͓̽A͓͓̽̽y͓̽ ͓̽b͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓͓̽̽n͓͓̽̽o͓̽, ͓̽s͓͓̽̽u͓͓̽̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽n͓͓̽̽g͓͓̽̽o͓̽ ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓̽ ͓̽m͓͓̽̽e͓̽ ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽n͓͓̽̽d͓͓̽̽r͓̽é a͓̽ ͓̽o͓͓̽̽b͓͓̽̽s͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽v͓̽a͓͓̽̽r͓̽ ͓̽c͓͓̽̽o͓͓̽̽m͓͓̽̽o͓̽ ͓̽v͓̽a͓̽ ͓̽m͓͓̽̽i͓̽ ͓̽c͓͓̽̽r͓͓̽̽e͓̽a͓͓̽̽c͓͓̽̽i͓̽ó͓̽n͓̽ ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽r͓̽ ͓̽u͓͓̽̽n͓̽ ͓̽r͓̽a͓͓̽̽t͓͓̽̽o͓̽..." ×Entra al sitio quitandose su característica capucha de color negro, y colgandola en una mano que salía de la pared. Camina por los pasillos de su hogar, en el cual a cada paso que da todo se pone cada vez mas bizarro; Manos jugando al pingpong con un globo ocular como pelota, una vaca ordeñando a una cabra, pasillos deformados en los que al pasar terminabas caminando por las paredes o por el techo, cuadros en los que se mostraban acontecimientos turbios de la historia de la humanidad pero deformados de manera escalofriante, como por ejemplo un cuadro en el que Hitler tiene solo un ojo ensangrentado en la cara y se encuentra sentado en una mesa junto a 4 cerdos deformados igualmente, comiendose a los judios. Apesar de todo habia algo caracteristico de cada pasillo: Ojos, verdes y cada vez mas grotescos con una mirada intensa que se clava en el creador a medida que avanza, y aun asi este permanece imperturbable, manteniendo en todo momento una sonrisa con cierta inocencia infantil.× ×Finalmente llega a una sala, esta no tenía ojos en ninguna parte, sin embargo si tenía varias partes de cuerpos humanos, desgastadas, podridas y corroidas que salían de las paredes y el techo, y que parecian retorcerse de dolor puro. En el centro un sencillo sillon que tenia una mesita con un televisor antiguo frente. El creador avanza por la habitacion, tomando asiento en el sillon.× "— ͓̽A͓͓̽̽h͓̽... ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓̽ ͓̽r͓͓̽̽i͓͓̽̽c͓͓̽̽o͓̽~... ͓̽h͓͓̽̽m͓͓̽̽m͓͓̽̽m͓̽, ͓̽e͓͓̽̽l͓̽ ͓̽s͓͓̽̽i͓͓̽̽l͓͓̽̽l͓͓̽̽o͓͓̽̽n͓̽ ͓̽m͓̽á͓̽s͓̽ ͓̽c͓̽ó͓̽m͓͓̽̽o͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽ ͓̽d͓͓̽̽e͓̽ ͓̽t͓͓̽̽o͓͓̽̽o͓͓̽̽o͓͓̽̽o͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽ ͓̽e͓͓̽̽l͓̽ ͓̽u͓͓̽̽n͓͓̽̽i͓͓̽̽v͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽s͓͓̽̽o͓̽~... ͓̽H͓͓̽̽m͓̽?, ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽i͓͓̽̽e͓͓̽̽n͓̽ ͓̽c͓̽a͓͓̽̽r͓̽a͓͓̽̽j͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽ ͓̽p͓͓̽̽u͓͓̽̽s͓͓̽̽o͓̽ ͓̽e͓͓̽̽s͓͓̽̽o͓̽ a͓͓̽̽h͓͓̽̽i͓̽?" ×Chasquea los dedos y la mesita con el televisor se desintegra, a continuacion un gran ojo se abre en el espacio donde se encontraba la mesita, luego su iris se transforma en estatica. Una de las manos en la habitacion le pasa un control como de television y el creador empieza a usarlo para ver al mundo humano desde el ojo frente a el, cambiando de lugares como si fueran canales de television.× ×Para el pasan 10000 o mas horas (el tiempo en el lugar que se encuentra esta todo deformado y 1000 horas ahi son como 1 hora en la tierra) pues no tenia percepcion del tiempo, aunque igualmente despues de tanto se aburre y deja el control a un lado suspirando.× "— ͓̽A͓͓̽̽g͓͓̽̽h͓̽... ͓̽E͓͓̽̽s͓͓̽̽t͓̽a͓̽ ͓̽s͓͓̽̽o͓͓̽̽l͓͓̽̽e͓͓̽̽d͓̽a͓͓̽̽d͓̽ ͓̽e͓͓̽̽s͓̽... ͓̽A͓͓̽̽p͓͓̽̽l͓̽a͓͓̽̽s͓͓̽̽t͓̽a͓͓̽̽n͓͓̽̽t͓͓̽̽e͓̽!... Ya͓̽ ͓̽s͓͓̽̽e͓̽!, ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽d͓͓̽̽r͓̽ía͓̽ ͓̽i͓͓̽̽r͓̽ a͓̽ ͓̽v͓͓̽̽i͓͓̽̽s͓͓̽̽i͓͓̽̽t͓̽a͓͓̽̽r͓̽ a͓̽ ͓̽m͓͓̽̽i͓͓̽̽s͓̽ ͓̽h͓͓̽̽i͓͓̽̽j͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽!... ͓̽O͓͓̽̽h͓̽ ͓̽u͓͓̽̽n͓̽ ͓̽m͓͓̽̽o͓͓̽̽m͓͓̽̽e͓͓̽̽n͓͓̽̽t͓͓̽̽o͓̽, ͓̽n͓͓̽̽o͓̽, ͓̽m͓͓̽̽i͓͓̽̽s͓̽ ͓̽h͓͓̽̽i͓͓̽̽j͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽ ͓̽m͓͓̽̽e͓̽ ͓̽o͓͓̽̽d͓͓̽̽i͓̽a͓͓̽̽n͓̽... ͓̽J͓͓̽̽e͓̽, ͓̽e͓͓̽̽h͓̽ ͓̽s͓͓̽̽i͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽ ͓̽u͓͓̽̽n͓̽ ͓̽p͓̽a͓͓̽̽d͓͓̽̽r͓͓̽̽e͓̽ a͓͓̽̽s͓͓̽̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓͓̽̽o͓̽ ͓̽n͓͓̽̽o͓̽?, ͓̽p͓͓̽̽r͓͓̽̽i͓͓̽̽m͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽o͓̽ ͓̽l͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽ ͓̽t͓͓̽̽r͓̽a͓͓̽̽t͓͓̽̽o͓̽ ͓̽c͓͓̽̽o͓͓̽̽m͓͓̽̽o͓̽ ͓̽l͓̽a͓̽ ͓̽v͓͓̽̽e͓͓̽̽r͓͓̽̽g͓̽a͓̽ ͓̽y͓̽ ͓̽l͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓͓̽̽g͓͓̽̽o͓̽ ͓̽l͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽ a͓͓̽̽b͓̽a͓͓̽̽n͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓͓̽̽n͓͓̽̽o͓̽ ͓̽p͓͓̽̽o͓͓̽̽r͓̽ ͓̽s͓͓̽̽i͓͓̽̽g͓͓̽̽l͓͓̽̽o͓͓̽̽s͓̽... ͓̽Y͓̽ a͓͓̽̽h͓͓̽̽o͓͓̽̽r͓̽a͓̽, ͓̽n͓͓̽̽o͓̽ ͓̽m͓͓̽̽e͓̽ ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓͓̽̽d͓̽a͓̽ ͓̽n͓̽a͓͓̽̽d͓͓̽̽i͓͓̽̽e͓̽ ͓̽m͓̽á͓̽s͓̽ ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓̽ ͓̽y͓͓̽̽o͓̽ ͓̽m͓͓̽̽i͓͓̽̽s͓͓̽̽m͓͓̽̽o͓̽... ͓̽T͓͓̽̽o͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽ ͓̽l͓͓̽̽o͓̽ ͓̽q͓͓̽̽u͓͓̽̽e͓̽ ͓̽e͓͓̽̽h͓̽ ͓̽h͓͓̽̽e͓͓̽̽c͓͓̽̽h͓͓̽̽o͓̽, ¿͓̽A͓͓̽̽h͓̽ ͓̽v͓̽a͓͓̽̽l͓͓̽̽i͓͓̽̽d͓͓̽̽o͓̽ ͓̽r͓͓̽̽e͓̽a͓͓̽̽l͓͓̽̽m͓͓̽̽e͓͓̽̽n͓͓̽̽t͓͓̽̽e͓̽ ͓̽l͓̽a͓̽ ͓̽p͓͓̽̽e͓͓̽̽n͓̽a͓̽?..." ×A medida que habla sus cuerpo se va relajando y sus ojos entrecerrando.× "— ͯOͯͯhͯ ͯvͯͯaͯͯyͯͯaͯ ͯjͯͯaͯͯjͯͯaͯ... ͯNͯͯoͯ ͯeͯͯhͯ ͯdͯͯoͯͯrͯͯmͯͯiͯͯdͯͯoͯ ͯeͯͯnͯ ͯsͯͯiͯͯgͯͯlͯͯoͯͯsͯ... ¿ͯQͯͯuͯé ͯsͯͯeͯͯrͯíͯaͯ ͯpͯͯeͯͯoͯͯrͯ?, ͯnͯͯoͯ ͯdͯͯeͯͯsͯͯpͯͯeͯͯrͯͯtͯͯaͯͯrͯ ͯoͯ... ͯDͯͯeͯͯsͯͯpͯͯeͯͯrͯͯtͯͯaͯͯrͯ ͯyͯ ͯvͯͯeͯͯrͯ ͯqͯͯuͯé ͯsͯͯiͯͯgͯͯoͯ ͯsͯͯoͯͯlͯͯoͯ... ͯMͯͯaͯͯrͯͯyͯ ͯqͯͯuͯͯeͯͯrͯͯiͯͯdͯͯaͯ... ¿ͯQͯ-ͯqͯͯuͯͯeͯ ͯhͯͯaͯͯrͯíͯaͯͯsͯ ͯtͯͯuͯ ͯeͯͯnͯ ͯmͯͯiͯ ͯlͯͯuͯͯgͯͯaͯͯrͯ?, ͯsͯͯeͯͯgͯͯuͯͯrͯͯaͯͯmͯͯeͯͯnͯͯtͯͯeͯ ͯaͯͯlͯͯgͯͯuͯͯnͯͯaͯ ͯlͯͯoͯͯcͯͯuͯͯrͯͯaͯ ͯcͯͯoͯͯmͯͯoͯ "ͯiͯͯnͯͯtͯͯeͯͯnͯͯtͯͯaͯͯrͯ ͯhͯͯaͯͯbͯͯlͯͯaͯͯrͯ ͯcͯͯoͯͯnͯ ͯmͯͯiͯͯsͯ ͯhͯͯiͯͯjͯͯoͯͯsͯ ͯyͯ ͯdͯͯiͯͯsͯͯcͯͯuͯͯlͯͯpͯͯaͯͯrͯͯtͯͯeͯ" ͯjͯͯaͯͯjͯͯaͯ... ͯCͯͯoͯͯmͯͯoͯ ͯsͯͯiͯ ͯuͯͯnͯͯaͯ ͯdͯͯiͯͯsͯͯcͯͯuͯͯlͯͯpͯͯaͯ ͯbͯͯaͯͯsͯͯtͯͯaͯͯrͯa͓̽ ͯpͯͯaͯͯrͯͯaͯ ͯcͯͯoͯͯmͯͯpͯͯeͯͯnͯͯsͯͯaͯͯrͯ ͯlͯͯoͯ ͯqͯͯuͯͯeͯ ͯlͯͯeͯͯsͯ ͯeͯͯhͯ ͯhͯͯeͯͯcͯͯhͯͯoͯ... ͯTͯͯeͯ ͯeͯͯxͯͯtͯͯrͯͯaͯñͯoͯ, ͯmͯͯiͯ ͯaͯͯmͯͯoͯͯrͯ... ͯMͯͯeͯ ͯeͯͯnͯͯtͯͯeͯͯnͯͯdͯíͯaͯͯsͯ ͯsͯͯiͯͯeͯͯmͯͯpͯͯrͯͯeͯ ͯyͯ ͯnͯͯoͯ ͯtͯͯeͯ ͯdͯͯaͯͯbͯͯaͯ ͯmͯͯiͯͯeͯͯdͯͯoͯ ͯrͯͯeͯͯgͯͯaͯñͯaͯͯrͯͯmͯͯeͯ ͯcͯͯoͯͯmͯͯoͯ ͯpͯͯeͯͯrͯͯrͯͯoͯ ͯcͯͯuͯͯaͯͯnͯͯdͯͯoͯ ͯmͯͯeͯ ͯeͯͯqͯͯuͯͯiͯͯvͯͯoͯͯcͯͯaͯͯbͯͯaͯ ͯjͯͯaͯͯjͯͯaͯ... ͯDͯͯeͯ ͯtͯͯoͯͯdͯͯaͯͯsͯ ͯmͯͯiͯͯsͯ ͯeͯͯsͯͯpͯͯoͯͯsͯͯaͯͯsͯ... ͯEͯͯrͯͯaͯͯsͯ ͯlͯͯaͯ ͯuͯͯnͯͯiͯͯcͯͯaͯ... ͯAͯ ͯlͯͯaͯ ͯqͯͯuͯͯeͯ ͯrͯͯeͯͯaͯͯlͯͯmͯͯeͯͯnͯͯtͯͯeͯ... ͯAͯͯmͯͯeͯ..." ×Sus ojos se cierran brotando un par de lagrimas, despues de siglos y siglos de no hacerlo, el creador cayo dormido.×
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  • Extraño a mi amor
    Amor
    ¿Amor?
    ¿Donde está mi amor?
    Lo necesito tanto...
    Me siento un lobo abandonado
    Si lees esto. . . Te amo... 𝐴𝑂𝐼 𝑌𝑈𝐾𝐼𝐻𝐼𝑅𝑂
    Extraño a mi amor Amor ¿Amor? ¿Donde está mi amor? Lo necesito tanto... Me siento un lobo abandonado Si lees esto. . . Te amo... [Yukihiro.Aoi]
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  • ❝𝑳𝒐𝒔 𝒕𝒓𝒆𝒔 𝒕𝒐𝒒𝒖𝒆𝒔❞
    Fandom Supernatural
    Categoría Acción
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ♥ 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎:
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⚆ Dean 𝕎inch𝙚s𝐭er



    La pelirroja había viajado por prácticamente todo el mundo, siempre alojada en hoteles de 5 estrellas, con todo el lujo a su disposición. Y sin embargo jamás había vuelto de un viaje, con una sonrisa tan esplendida como la que tenía al bajar del Impala en el garaje del bunker.
    Sam les había oído llegar y les esperaba de brazos cruzados en la puerta del mismo.
    Después de bajar del coche, y tras un abrazo y un agradecimiento a su cuñado por la ayuda con todo el tema del viaje, los tres suben y recorren los laberinticos pasillos, con la británica como cabeza de comitiva, y los dos hermanos acarreando las maletas rosas que hasta hace pocos minutos llenaban el maletero del Chevy.

    Habían pasado casi tres meses desde aquella fecha, y aunque los problemas seguían allí para ellos, esperándoles una vez habían vuelto, nadie podia negar que aquel viaje les había venido extraordinariamente bien a ambos.

    Los hermanos habían retomado sus investigaciones, sus salidas para acabar con hombres lobo, vampiros, espectros, demonios…
    Muchas veces ella misma participaba en los casos, del mismo modo que ya había hecho antes de sus vacaciones, pero sin un destino tan aciago como el que había encontrado en Dodge City.
    La vida había vuelto a la normalidad, a su normalidad.

    >> Eran las cuatro de la madrugada cuando la ausencia de Dean en la cama despierta a la británica, quien se incorpora mirando la luz del reloj digital como si le ofendieran aquellos números.
    Las sabanas a su lado estaban frías por lo que descarta una visita nocturna al baño.
    Podia darse la vuelta y volverse a dormir, sabía que los horarios de sueño del cazador no eran los más normales del mundo, pero en lugar de eso se levanta y se pone la bata de Dean antes de salir por la puerta, caminando descalza pero arrebujándose dentro de la enorme prenda.
    No necesita buscar demasiado, el primer lugar en el que decide mirar es donde le encuentra.
    Sentado a una de las mesas de la biblioteca, frente al portátil encendido y de espaldas a ella.

    — ¿Te parece bonito abandonarme en la cama? — Cuando llega hasta él, en completo silencio, alza sus manos hasta la nuca masculina y desde allí deja que sus uñas se deslicen hacia arriba creando diez pequeños caminos y viendo con satisfacción como la piel de aquella zona del Winchester se erizaba. — Las noticias seguirán ahí por la mañana…— pero la más joven apaga sus palabras antes de terminarlas al leer por encima del hombro masculino el titular que destacaba en la pantalla.

    ❝𝐂𝐑𝐄𝐂𝐄 𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐍𝐈𝐂𝐎 𝐍𝐈𝐍̃𝐎𝐒 𝐄𝐍 𝐂𝐎𝐌𝐀 𝐒𝐈𝐍 𝐂𝐀𝐔𝐒𝐀 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐂𝐀❞

    — ¿De verdad crees que podría ser algo de vuestra… especialidad?
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ♥ 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎: ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⚆ [thxsoldier] La pelirroja había viajado por prácticamente todo el mundo, siempre alojada en hoteles de 5 estrellas, con todo el lujo a su disposición. Y sin embargo jamás había vuelto de un viaje, con una sonrisa tan esplendida como la que tenía al bajar del Impala en el garaje del bunker. Sam les había oído llegar y les esperaba de brazos cruzados en la puerta del mismo. Después de bajar del coche, y tras un abrazo y un agradecimiento a su cuñado por la ayuda con todo el tema del viaje, los tres suben y recorren los laberinticos pasillos, con la británica como cabeza de comitiva, y los dos hermanos acarreando las maletas rosas que hasta hace pocos minutos llenaban el maletero del Chevy. Habían pasado casi tres meses desde aquella fecha, y aunque los problemas seguían allí para ellos, esperándoles una vez habían vuelto, nadie podia negar que aquel viaje les había venido extraordinariamente bien a ambos. Los hermanos habían retomado sus investigaciones, sus salidas para acabar con hombres lobo, vampiros, espectros, demonios… Muchas veces ella misma participaba en los casos, del mismo modo que ya había hecho antes de sus vacaciones, pero sin un destino tan aciago como el que había encontrado en Dodge City. La vida había vuelto a la normalidad, a su normalidad. >> Eran las cuatro de la madrugada cuando la ausencia de Dean en la cama despierta a la británica, quien se incorpora mirando la luz del reloj digital como si le ofendieran aquellos números. Las sabanas a su lado estaban frías por lo que descarta una visita nocturna al baño. Podia darse la vuelta y volverse a dormir, sabía que los horarios de sueño del cazador no eran los más normales del mundo, pero en lugar de eso se levanta y se pone la bata de Dean antes de salir por la puerta, caminando descalza pero arrebujándose dentro de la enorme prenda. No necesita buscar demasiado, el primer lugar en el que decide mirar es donde le encuentra. Sentado a una de las mesas de la biblioteca, frente al portátil encendido y de espaldas a ella. — ¿Te parece bonito abandonarme en la cama? — Cuando llega hasta él, en completo silencio, alza sus manos hasta la nuca masculina y desde allí deja que sus uñas se deslicen hacia arriba creando diez pequeños caminos y viendo con satisfacción como la piel de aquella zona del Winchester se erizaba. — Las noticias seguirán ahí por la mañana…— pero la más joven apaga sus palabras antes de terminarlas al leer por encima del hombro masculino el titular que destacaba en la pantalla. ❝𝐂𝐑𝐄𝐂𝐄 𝐄𝐋 𝐏𝐀𝐍𝐈𝐂𝐎 𝐍𝐈𝐍̃𝐎𝐒 𝐄𝐍 𝐂𝐎𝐌𝐀 𝐒𝐈𝐍 𝐂𝐀𝐔𝐒𝐀 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐂𝐀❞ — ¿De verdad crees que podría ser algo de vuestra… especialidad?
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  • este es garroom-... en un pasado tambien perduro en el clan de mi familia... los lobogelidos... le hice este ragalo de retrato... pero no se como se valla a tomar la historia entera de mi pasado... es ...apuesto par mi...
    este es garroom-... en un pasado tambien perduro en el clan de mi familia... los lobogelidos... le hice este ragalo de retrato... pero no se como se valla a tomar la historia entera de mi pasado... es ...apuesto par mi...
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  • - hay muchos prejuicios encontra de los drifflon y drifblim, sin embargo quien no se a dado la oportunidad de volar en los brazos de alguno no sabe los paisajes que se pierde, algunos piensan que sus brazos son fuertes para raptar... los de mi globo gigante aqui prescente, son fuertes para poder llevarme allá a donde este seguro- su pokemon lo abarazo con firmeza mesiendolo en sus brazos como un columpio flotante

    Musica: https://music.youtube.com/watch?v=n-DRm7rO6iQ&si=afDOXEZuw_tjuANd
    - hay muchos prejuicios encontra de los drifflon y drifblim, sin embargo quien no se a dado la oportunidad de volar en los brazos de alguno no sabe los paisajes que se pierde, algunos piensan que sus brazos son fuertes para raptar... los de mi globo gigante aqui prescente, son fuertes para poder llevarme allá a donde este seguro- su pokemon lo abarazo con firmeza mesiendolo en sus brazos como un columpio flotante Musica: https://music.youtube.com/watch?v=n-DRm7rO6iQ&si=afDOXEZuw_tjuANd
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  • A Dream... I remember my Dream...
    Fandom Stranger Things
    Categoría Romance
    STARTER PARA [eclipse_platinum_elephant_535]

    Hubiera jurado y proclamado a los cuatro vientos que ella, Allyson Johnson, jamás podría fijarse en un tipo como él.

    Tal vez, si hubiera podido anticiparse, si aquello no hubiera sucedido de la noche a la mañana, habría hecho algo para impedirlo. Porque sí, Ally era de esas personas convencidas de que los sentimientos sí podían controlarse. Más aún si eras plenamente consciente de los tuyos. Y ella lo era. O le gustaba creer que lo era.

    Ally había tenido que crecer demasiado pronto. Su cabeza corría siempre un par de pasos por delante del resto: pensaba demasiado, analizaba todo, le dedicaba tiempo a cada gesto, a cada palabra, a cada silencio incómodo. Necesitaba comprenderlo todo, tenerlo bajo control, ordenar el mundo en cajitas mentales donde nada se saliera del guion.

    Pero una cosa había aprendido con los años —a fuerza de golpes que aún le dolían en rincones de la memoria que prefería no mirar—: no se puede tener todo bajo control.

    Y, mucho menos, los sueños.

    ________________________________________

    Había visto a ese tío, Eddie Munson, subido sobre una mesa del comedor del instituto, desgañitándose delante de todo el mundo como si la cafetería fuera su maldito escenario privado. Recorría los tablones con las botas mientras gritaba algo sobre ovejas, ovejeros y Hellfire, ganándose miradas de asco, risas y un par de “otra vez el puto Munson” susurrados entre bandejas grasientas.

    Ally recordaba haber rodado los ojos, apoyando el codo en la mesa.

    "¿Qué demonios hace? Menudo ridículo."

    Su ceño se arrugó, el labio se le frunció con esa expresión suya de juicio silencioso. Todo en su cuerpo decía “qué vergüenza ajena”. Y sin embargo, no consiguió apartar la mirada. Se quedó mirándolo, atrapada en una mezcla rara de rechazo y fascinación, como cuando no puedes dejar de mirar un accidente aunque sepas que te va a impresionar.

    El resto del día transcurrió con normalidad. Quedó con Ashley Thompson, su mejor amiga, hablaron de tonterías y deberes, y luego se fue a casa a estudiar. O a intentarlo.
    Nada fuera de lo habitual.

    ¿Quién iba a decirle que esa misma noche soñaría con el tipo que había caminado sobre la mesa como si fuera suya?
    ¿Y que al despertar, algo en ella ya no estaría en el mismo sitio?

    ________________________________________

    Al principio no entendió qué pasaba.

    Lo supo de verdad al volver a verlo, a la mañana siguiente, en clase de ciencias.
    Él llegó tarde, cómo no: la puerta se abrió con un golpe seco, el profesor hizo ese suspiro de resignación de siempre, y el murmullo de la clase se cortó un segundo.

    Allí estaba otra vez. Chaqueta de cuero, parches, pelo rizado cayéndole por la cara, el walkman colgando, esa sonrisa que siempre parecía ir a decir algo que no tocaba. El maldito Eddie Munson.

    El corazón de Ally reaccionó antes que su cabeza. Un latido seco, distinto, como si hubiera un eco. Como si algo se hubiera movido dentro de ella la noche anterior y solo ahora se estuviera despertando. Hubo un momento en el que sintió que se le aflojaban los dedos del bolígrafo. Y entonces, como un flash, como una diapositiva, el sueño regresó de golpe.

    Eddie.

    El mismo Eddie que en la vida real era exactamente el tipo de tío que Ally decía detestar: ruidoso, caótico, sin filtro, con fama de rarito y de fracasado repetidor. Todo lo que ella había aprendido a evitar.

    ¿Entonces por qué se le calentaban las mejillas ahora, sentada en su pupitre, cuando él cruzó la clase con total descaro?

    ¿Por qué sus piernas, siempre cruzadas bajo la mesa, se descruzaron inquietas, los pies tamborileando contra el suelo?

    Se apartó el pelo de la oreja en un gesto automático y dejó caer la melena rubia hacia delante, ocultando parte de su rostro, en un intento desesperado por esconderse. Desde allí, donde él estaba, si se giraba, podría verla de perfil. Y ella no estaba preparada para sostenerle la mirada sabiendo lo que había soñado.

    ________________________________________

    Ally no era una chica cualquiera. Al menos no por dentro.

    A simple vista, en Hawkins, era una buena alumna, pocas palabras, mirada que lo observa todo. El tipo de chica a la que nadie se atrevería a llamar friki, pero que tampoco encajaba con las animadoras. Un punto medio.

    Lo que nadie allí sabía es que aquel no era el único lugar raro en el que ella había estado.

    Antes de Hawkins hubo otro sitio.

    Derry, Maine.

    Un nombre que a veces le venía a la cabeza como una mancha y del que enseguida se olvidaba, como cuando intentabas recordar una palabra en otro idioma y se escapaba justo en el último segundo. Sabía que había vivido allí. Sabía que algo importante había pasado. Pero cuanto más intentaba reconstruirlo, más se desdibujaban los recuerdos.

    Recordaba cosas sueltas, fragmentos, sensaciones que no encajaban con nada que pudiera llamar “normal”.

    Un payaso en un desagüe, la voz de alguien susurrándole que fuera a bailar, el olor a óxido y alcantarilla mezclado con algo dulzón y nauseabundo.

    Flashes: Un globo rojo flotando donde no debería, una escalera hacia un sótano…

    Y luego estaban ellos.

    Un grupo de chicos y una chica pelirroja.

    Bicicletas. Un pequeño claro en el bosque que olía a verano, a barro y a sangre seca. Una caseta improvisada bajo tierra, llena de cómics, revistas viejas y botellas de refresco vacías…

    “Beep beep, Richie.”

    Recordaba una voz concreta, aguda y rápida, disparando chistes. Unas gafas enormes. Una camiseta siempre arrugada.

    Pero nunca conseguía ver bien su cara. Cuando intentaba enfocarla, el recuerdo se difuminaba. Solo quedaba la sensación: aquel cosquilleo caliente en el estómago, la mezcla rara entre el miedo, el deseo y la seguridad.

    Pero Ally decidió que todo aquello solo fueron pesadillas de cría y una imaginación demasiado activa. Era más fácil así. Más cómodo.

    Todo eso… había quedado atrás…

    ________________________________________

    Ahora, sentada en aquel pupitre, podía escuchar cómo el profesor empezaba a escribir fórmulas en la pizarra, agradeciendo que nadie pudiera escuchar sus pensamientos.

    Se obligó a mirar al frente. A copiar el título en el cuaderno. A tomar apuntes como si todo fuera normal. Como si el corazón no le estuviera golpeando las costillas cada vez que él se movía, cada vez que sus botas chocaban contra la pata de su silla.

    Intentó convencerse:
    Es solo un chico. Un chico que no te gusta. Alguien que representa todo lo que no quieres en tu vida. Punto.

    Pero el sueño volvía. Cada noche. Cada día.

    ________________________________________

    Al día siguiente, ella volvía a estar sentada en aquel pupitre.

    El profesor llegó, dejó la carpeta sobre la mesa y saludó a los alumnos.

    —Muy bien, clase. Antes de empezar —anunció, ajustándose las gafas—, os recuerdo que hoy se publican las parejas para el trabajo trimestral. Como sabéis, es obligatorio, cuenta el treinta por ciento de la nota final y tendrá que entregarse en dos semanas.

    Quejas, risas… Todos sabían que aquel trabajo era un suplicio.

    Ally sintió un nudo en el estómago.

    No era buena trabajando con otros. Nunca lo había sido. Prefería controlar cada detalle, cada página, cada palabra. Y la idea de depender de alguien le incomodaba más que cualquier examen.

    El profesor empezó a leer la lista.

    Apellidos, nombres. Alumnos que chocaban las manos cuando les tocaban con sus amigos. Otros que resoplaban resignados…

    Y entonces, llegó el momento.

    —Munson, Edward.

    Ally no respiró.

    —Johnson, Allyson.

    Lo escuchó antes de procesarlo.

    Su primera reacción fue automática: apretar los muslos bajo la mesa, esconder la cara tras el pelo, bajar la vista a la madera gastada del pupitre.

    Pero el profesor continuó, sin detenerse. Sin darles opción a negarse.

    —Los trabajos deberán tener una parte teórica y otra práctica. Podéis elegir temática dentro del temario de este trimestre. No se permiten cambios de pareja. Y, por favor… evitad copiaros entre vosotros; lo sabré.

    Hubo risas por detrás. Alguno soltó un comentario que no alcanzó a escuchar.

    —Al igual que sabré si el trabajo sólo lo hace uno de vosotros. ¿Entendido?

    Ella seguía petrificada. No quería mirarlo, pero acabó haciéndolo, y se encontró que él… ya la estaba mirando.

    Ally tragó saliva.

    Toda la sangre derramándosele a los pies.

    El sueño volvió como un latigazo.

    La sensación de haber cruzado un límite que ni siquiera comprendía.

    El profesor siguió hablando, dando instrucciones, detallando fechas, insistiendo en la importancia del trabajo. Pero ella apenas oía nada.

    “Trabajo en pareja.”
    “Dos semanas.”
    “Munson y Johnson.”

    Cuando por fin llegó el momento, cuando los demás empezaron a moverse para buscar a sus compañeros, Ally permaneció quieta, como si el asiento la estuviera aprisionando.

    Supo que debía mirarlo, que tarde o temprano tendría que hacerlo, pero fue incapaz.

    Giró la cabeza apenas unos centímetros.
    Y lo encontró. Ahí.
    Codo apoyado en la mesa, cuerpo ladeado hacia ella, mirada paciente. Como si estuviera esperando que reaccionara.

    STARTER PARA [eclipse_platinum_elephant_535] Hubiera jurado y proclamado a los cuatro vientos que ella, Allyson Johnson, jamás podría fijarse en un tipo como él. Tal vez, si hubiera podido anticiparse, si aquello no hubiera sucedido de la noche a la mañana, habría hecho algo para impedirlo. Porque sí, Ally era de esas personas convencidas de que los sentimientos sí podían controlarse. Más aún si eras plenamente consciente de los tuyos. Y ella lo era. O le gustaba creer que lo era. Ally había tenido que crecer demasiado pronto. Su cabeza corría siempre un par de pasos por delante del resto: pensaba demasiado, analizaba todo, le dedicaba tiempo a cada gesto, a cada palabra, a cada silencio incómodo. Necesitaba comprenderlo todo, tenerlo bajo control, ordenar el mundo en cajitas mentales donde nada se saliera del guion. Pero una cosa había aprendido con los años —a fuerza de golpes que aún le dolían en rincones de la memoria que prefería no mirar—: no se puede tener todo bajo control. Y, mucho menos, los sueños. ________________________________________ Había visto a ese tío, Eddie Munson, subido sobre una mesa del comedor del instituto, desgañitándose delante de todo el mundo como si la cafetería fuera su maldito escenario privado. Recorría los tablones con las botas mientras gritaba algo sobre ovejas, ovejeros y Hellfire, ganándose miradas de asco, risas y un par de “otra vez el puto Munson” susurrados entre bandejas grasientas. Ally recordaba haber rodado los ojos, apoyando el codo en la mesa. "¿Qué demonios hace? Menudo ridículo." Su ceño se arrugó, el labio se le frunció con esa expresión suya de juicio silencioso. Todo en su cuerpo decía “qué vergüenza ajena”. Y sin embargo, no consiguió apartar la mirada. Se quedó mirándolo, atrapada en una mezcla rara de rechazo y fascinación, como cuando no puedes dejar de mirar un accidente aunque sepas que te va a impresionar. El resto del día transcurrió con normalidad. Quedó con Ashley Thompson, su mejor amiga, hablaron de tonterías y deberes, y luego se fue a casa a estudiar. O a intentarlo. Nada fuera de lo habitual. ¿Quién iba a decirle que esa misma noche soñaría con el tipo que había caminado sobre la mesa como si fuera suya? ¿Y que al despertar, algo en ella ya no estaría en el mismo sitio? ________________________________________ Al principio no entendió qué pasaba. Lo supo de verdad al volver a verlo, a la mañana siguiente, en clase de ciencias. Él llegó tarde, cómo no: la puerta se abrió con un golpe seco, el profesor hizo ese suspiro de resignación de siempre, y el murmullo de la clase se cortó un segundo. Allí estaba otra vez. Chaqueta de cuero, parches, pelo rizado cayéndole por la cara, el walkman colgando, esa sonrisa que siempre parecía ir a decir algo que no tocaba. El maldito Eddie Munson. El corazón de Ally reaccionó antes que su cabeza. Un latido seco, distinto, como si hubiera un eco. Como si algo se hubiera movido dentro de ella la noche anterior y solo ahora se estuviera despertando. Hubo un momento en el que sintió que se le aflojaban los dedos del bolígrafo. Y entonces, como un flash, como una diapositiva, el sueño regresó de golpe. Eddie. El mismo Eddie que en la vida real era exactamente el tipo de tío que Ally decía detestar: ruidoso, caótico, sin filtro, con fama de rarito y de fracasado repetidor. Todo lo que ella había aprendido a evitar. ¿Entonces por qué se le calentaban las mejillas ahora, sentada en su pupitre, cuando él cruzó la clase con total descaro? ¿Por qué sus piernas, siempre cruzadas bajo la mesa, se descruzaron inquietas, los pies tamborileando contra el suelo? Se apartó el pelo de la oreja en un gesto automático y dejó caer la melena rubia hacia delante, ocultando parte de su rostro, en un intento desesperado por esconderse. Desde allí, donde él estaba, si se giraba, podría verla de perfil. Y ella no estaba preparada para sostenerle la mirada sabiendo lo que había soñado. ________________________________________ Ally no era una chica cualquiera. Al menos no por dentro. A simple vista, en Hawkins, era una buena alumna, pocas palabras, mirada que lo observa todo. El tipo de chica a la que nadie se atrevería a llamar friki, pero que tampoco encajaba con las animadoras. Un punto medio. Lo que nadie allí sabía es que aquel no era el único lugar raro en el que ella había estado. Antes de Hawkins hubo otro sitio. Derry, Maine. Un nombre que a veces le venía a la cabeza como una mancha y del que enseguida se olvidaba, como cuando intentabas recordar una palabra en otro idioma y se escapaba justo en el último segundo. Sabía que había vivido allí. Sabía que algo importante había pasado. Pero cuanto más intentaba reconstruirlo, más se desdibujaban los recuerdos. Recordaba cosas sueltas, fragmentos, sensaciones que no encajaban con nada que pudiera llamar “normal”. Un payaso en un desagüe, la voz de alguien susurrándole que fuera a bailar, el olor a óxido y alcantarilla mezclado con algo dulzón y nauseabundo. Flashes: Un globo rojo flotando donde no debería, una escalera hacia un sótano… Y luego estaban ellos. Un grupo de chicos y una chica pelirroja. Bicicletas. Un pequeño claro en el bosque que olía a verano, a barro y a sangre seca. Una caseta improvisada bajo tierra, llena de cómics, revistas viejas y botellas de refresco vacías… “Beep beep, Richie.” Recordaba una voz concreta, aguda y rápida, disparando chistes. Unas gafas enormes. Una camiseta siempre arrugada. Pero nunca conseguía ver bien su cara. Cuando intentaba enfocarla, el recuerdo se difuminaba. Solo quedaba la sensación: aquel cosquilleo caliente en el estómago, la mezcla rara entre el miedo, el deseo y la seguridad. Pero Ally decidió que todo aquello solo fueron pesadillas de cría y una imaginación demasiado activa. Era más fácil así. Más cómodo. Todo eso… había quedado atrás… ________________________________________ Ahora, sentada en aquel pupitre, podía escuchar cómo el profesor empezaba a escribir fórmulas en la pizarra, agradeciendo que nadie pudiera escuchar sus pensamientos. Se obligó a mirar al frente. A copiar el título en el cuaderno. A tomar apuntes como si todo fuera normal. Como si el corazón no le estuviera golpeando las costillas cada vez que él se movía, cada vez que sus botas chocaban contra la pata de su silla. Intentó convencerse: Es solo un chico. Un chico que no te gusta. Alguien que representa todo lo que no quieres en tu vida. Punto. Pero el sueño volvía. Cada noche. Cada día. ________________________________________ Al día siguiente, ella volvía a estar sentada en aquel pupitre. El profesor llegó, dejó la carpeta sobre la mesa y saludó a los alumnos. —Muy bien, clase. Antes de empezar —anunció, ajustándose las gafas—, os recuerdo que hoy se publican las parejas para el trabajo trimestral. Como sabéis, es obligatorio, cuenta el treinta por ciento de la nota final y tendrá que entregarse en dos semanas. Quejas, risas… Todos sabían que aquel trabajo era un suplicio. Ally sintió un nudo en el estómago. No era buena trabajando con otros. Nunca lo había sido. Prefería controlar cada detalle, cada página, cada palabra. Y la idea de depender de alguien le incomodaba más que cualquier examen. El profesor empezó a leer la lista. Apellidos, nombres. Alumnos que chocaban las manos cuando les tocaban con sus amigos. Otros que resoplaban resignados… Y entonces, llegó el momento. —Munson, Edward. Ally no respiró. —Johnson, Allyson. Lo escuchó antes de procesarlo. Su primera reacción fue automática: apretar los muslos bajo la mesa, esconder la cara tras el pelo, bajar la vista a la madera gastada del pupitre. Pero el profesor continuó, sin detenerse. Sin darles opción a negarse. —Los trabajos deberán tener una parte teórica y otra práctica. Podéis elegir temática dentro del temario de este trimestre. No se permiten cambios de pareja. Y, por favor… evitad copiaros entre vosotros; lo sabré. Hubo risas por detrás. Alguno soltó un comentario que no alcanzó a escuchar. —Al igual que sabré si el trabajo sólo lo hace uno de vosotros. ¿Entendido? Ella seguía petrificada. No quería mirarlo, pero acabó haciéndolo, y se encontró que él… ya la estaba mirando. Ally tragó saliva. Toda la sangre derramándosele a los pies. El sueño volvió como un latigazo. La sensación de haber cruzado un límite que ni siquiera comprendía. El profesor siguió hablando, dando instrucciones, detallando fechas, insistiendo en la importancia del trabajo. Pero ella apenas oía nada. “Trabajo en pareja.” “Dos semanas.” “Munson y Johnson.” Cuando por fin llegó el momento, cuando los demás empezaron a moverse para buscar a sus compañeros, Ally permaneció quieta, como si el asiento la estuviera aprisionando. Supo que debía mirarlo, que tarde o temprano tendría que hacerlo, pero fue incapaz. Giró la cabeza apenas unos centímetros. Y lo encontró. Ahí. Codo apoyado en la mesa, cuerpo ladeado hacia ella, mirada paciente. Como si estuviera esperando que reaccionara.
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