• El aroma de lavanda y pétalos secos flotaba en el aire mientras Lepus acomodaba un ramo de dalias sobre el mostrador. Sus manos se movían con precisión, atando los tallos con un lazo de seda negra, pero su mente seguía atrapada en los recuerdos ajenos.

    “Haz que los olvide… por favor… haz que desaparezcan.”

    La voz de la mujer aún resonaba en su mente, frágil y quebrada, como si cada palabra amenazara con hacerla colapsar. Había llegado a ella poco después del anochecer, con los ojos hinchados de tanto llorar. Sus manos temblaban al colocar la ofrenda sobre el altar improvisado: una vela blanca, una figura de un conejo de porcelana y un puñado de jazmines marchitos, sus flores favoritas antes de que el dolor las volviera insoportables.

    Su prometido y su hermana.

    Las palabras se le habían atorado en la garganta cuando intentó explicarlo. El día de su boda, había caminado hasta el altar con el corazón latiendo de emoción… solo para encontrarlo vacío. En la iglesia, los murmullos crecieron hasta convertirse en cuchicheos hirientes. Su madre trató de sostenerla cuando su vestido de novia pareció pesarle demasiado, cuando su cuerpo entero se volvió de plomo. Pero no fue hasta después, cuando encontró la carta apresuradamente escrita y la vio firmada con la caligrafía de su hermana, que entendió la verdad.

    Habían huido juntos.

    Aquella traición no solo le arrebató a su futuro esposo, sino a la persona en la que más confiaba. En un solo instante, perdió dos amores: el romántico y el fraternal.

    “No puedo más… su ausencia me persigue… necesito que desaparezcan de mi cabeza.”

    Lepus suspiró y tomó una tijera, cortando con precisión un tallo marchito. Había realizado el Ritual de Memoria y Olvido con la misma meticulosidad de siempre. La mujer escribió ambos nombres en el pergamino y, con un movimiento tembloroso, lo dejó arder en la llama negra. Las cenizas bailaron en el aire antes de desvanecerse en la brisa nocturna.

    Pero… ¿realmente el olvido era la respuesta?

    Los recuerdos no desaparecían. Solo se hundían en lo más profundo, perdiendo su filo, su intensidad. Con el tiempo, quizá la mujer despertaría una mañana sintiendo que algo le faltaba, una herida sin cicatriz visible. Y aunque el rostro de su hermana y de aquel hombre se desdibujara, el eco de la traición persistiría en su alma.

    Lepus acomodó las flores restantes y se quedó en silencio. Su labor no era juzgar, sino aliviar. A veces, eso significaba conceder olvido. Otras veces, significaba permitir que el dolor se desvaneciera poco a poco, como un pétalo arrastrado por el viento.

    Fuera de la tienda, la noche se cernía sobre la ciudad. Aún quedaban flores por organizar, pero por un instante, Lepus cerró los ojos y escuchó.

    En algún rincón del mundo, alguien más la llamaría pronto.

    Y ella acudiría. Como siempre.
    #monorol
    El aroma de lavanda y pétalos secos flotaba en el aire mientras Lepus acomodaba un ramo de dalias sobre el mostrador. Sus manos se movían con precisión, atando los tallos con un lazo de seda negra, pero su mente seguía atrapada en los recuerdos ajenos. “Haz que los olvide… por favor… haz que desaparezcan.” La voz de la mujer aún resonaba en su mente, frágil y quebrada, como si cada palabra amenazara con hacerla colapsar. Había llegado a ella poco después del anochecer, con los ojos hinchados de tanto llorar. Sus manos temblaban al colocar la ofrenda sobre el altar improvisado: una vela blanca, una figura de un conejo de porcelana y un puñado de jazmines marchitos, sus flores favoritas antes de que el dolor las volviera insoportables. Su prometido y su hermana. Las palabras se le habían atorado en la garganta cuando intentó explicarlo. El día de su boda, había caminado hasta el altar con el corazón latiendo de emoción… solo para encontrarlo vacío. En la iglesia, los murmullos crecieron hasta convertirse en cuchicheos hirientes. Su madre trató de sostenerla cuando su vestido de novia pareció pesarle demasiado, cuando su cuerpo entero se volvió de plomo. Pero no fue hasta después, cuando encontró la carta apresuradamente escrita y la vio firmada con la caligrafía de su hermana, que entendió la verdad. Habían huido juntos. Aquella traición no solo le arrebató a su futuro esposo, sino a la persona en la que más confiaba. En un solo instante, perdió dos amores: el romántico y el fraternal. “No puedo más… su ausencia me persigue… necesito que desaparezcan de mi cabeza.” Lepus suspiró y tomó una tijera, cortando con precisión un tallo marchito. Había realizado el Ritual de Memoria y Olvido con la misma meticulosidad de siempre. La mujer escribió ambos nombres en el pergamino y, con un movimiento tembloroso, lo dejó arder en la llama negra. Las cenizas bailaron en el aire antes de desvanecerse en la brisa nocturna. Pero… ¿realmente el olvido era la respuesta? Los recuerdos no desaparecían. Solo se hundían en lo más profundo, perdiendo su filo, su intensidad. Con el tiempo, quizá la mujer despertaría una mañana sintiendo que algo le faltaba, una herida sin cicatriz visible. Y aunque el rostro de su hermana y de aquel hombre se desdibujara, el eco de la traición persistiría en su alma. Lepus acomodó las flores restantes y se quedó en silencio. Su labor no era juzgar, sino aliviar. A veces, eso significaba conceder olvido. Otras veces, significaba permitir que el dolor se desvaneciera poco a poco, como un pétalo arrastrado por el viento. Fuera de la tienda, la noche se cernía sobre la ciudad. Aún quedaban flores por organizar, pero por un instante, Lepus cerró los ojos y escuchó. En algún rincón del mundo, alguien más la llamaría pronto. Y ella acudiría. Como siempre. #monorol
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  • Nica Dover miró su reloj por enésima vez mientras el conferencista continuaba hablando sobre sinapsis y neurotransmisores. Su mente ya había abandonado el salón hacía rato, pero su cuerpo seguía atrapado en esa silla incómoda. Se levantó discretamente, agradeciendo que el lugar estaba oscuro por las pantallas que proyectaban gráficos incomprensibles.

    "¿En serio? ¿Científicos hablando de cerebros y yo aquí, atrapada?", pensó mientras caminaba hacia la puerta. La luz del pasillo la cegó por un momento, pero el aire fresco la llenó de alivio. Pasó por alto a un par de asistentes, que no parecían notar su fuga.

    Casi había llegado a la salida cuando, de repente, alguien la llamó: “¿Nica? ¿Te vas?”. Un sudor frío recorrió su espalda, pero no se detuvo. Con una sonrisa tímida, murmuró: "Necesito un descanso... o un café. Nos vemos". Y, sin mirar atrás, escapó hacia la libertad.


    Nica Dover miró su reloj por enésima vez mientras el conferencista continuaba hablando sobre sinapsis y neurotransmisores. Su mente ya había abandonado el salón hacía rato, pero su cuerpo seguía atrapado en esa silla incómoda. Se levantó discretamente, agradeciendo que el lugar estaba oscuro por las pantallas que proyectaban gráficos incomprensibles. "¿En serio? ¿Científicos hablando de cerebros y yo aquí, atrapada?", pensó mientras caminaba hacia la puerta. La luz del pasillo la cegó por un momento, pero el aire fresco la llenó de alivio. Pasó por alto a un par de asistentes, que no parecían notar su fuga. Casi había llegado a la salida cuando, de repente, alguien la llamó: “¿Nica? ¿Te vas?”. Un sudor frío recorrió su espalda, pero no se detuvo. Con una sonrisa tímida, murmuró: "Necesito un descanso... o un café. Nos vemos". Y, sin mirar atrás, escapó hacia la libertad.
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  • Fue una semana horrible, llena de responsabilidades, urgencias, detalles y accidentes...
    Pero el poder estae por fin descansando es un alivio, en serio.
    No quiero ni pensar en la cantidad de cosas que hay de acomodar con la mudanza..
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  • ⸻ And all the people say
    You can't wake up, this is not a dream
    You're part of a machine, you are not a human being
    With your face all made up, living on a screen
    Low on self-esteem, so you run on gasoline ... ⸻
    ⸻ And all the people say You can't wake up, this is not a dream You're part of a machine, you are not a human being With your face all made up, living on a screen Low on self-esteem, so you run on gasoline ... ⸻ 🎶
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Jajajajajaja no se ustedes Pero yo siempre me lo imagino a lucifer haciendo live así (⁠≧⁠▽⁠≦⁠)//



    https://vm.tiktok.com/ZMkctdyfT/
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  • El cuerpo de Lavos, la primera sensación del tenno, es un genuino interés por el estudio, los elementos y la materia, un Warframe tranquilo, no hay emociones negativas fuertes como la ira, la depresión o la indiferencia absoluta.

    Un cuerpo más liviano que el de Chroma, con la protección estándar de todo Warframe, escudo de energía personal, quinina endurecida en parte claves y la fortaleza física sobrehumana.

    Sin embargo, puede notar que es más vulnerable o frágil que Chroma, sin embargo sus herramientas, su juego de química corporal le permite ser versátil con los elementos y mucho más dañino que Chroma, en términos de guerra bioquímicas.

    No hay sangre por la venas de Lavos y le cuesta acostumbrarse a la idea de tener solo un ojo en su cabeza, pero le simpatizan las serpientes que se deslizan entre sus brazos y se esconden en su armadura.

    "Será como volver a montar un khaite."
    El cuerpo de Lavos, la primera sensación del tenno, es un genuino interés por el estudio, los elementos y la materia, un Warframe tranquilo, no hay emociones negativas fuertes como la ira, la depresión o la indiferencia absoluta. Un cuerpo más liviano que el de Chroma, con la protección estándar de todo Warframe, escudo de energía personal, quinina endurecida en parte claves y la fortaleza física sobrehumana. Sin embargo, puede notar que es más vulnerable o frágil que Chroma, sin embargo sus herramientas, su juego de química corporal le permite ser versátil con los elementos y mucho más dañino que Chroma, en términos de guerra bioquímicas. No hay sangre por la venas de Lavos y le cuesta acostumbrarse a la idea de tener solo un ojo en su cabeza, pero le simpatizan las serpientes que se deslizan entre sus brazos y se esconden en su armadura. "Será como volver a montar un khaite."
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  • ### **Prueba de Fuego**

    El viejo almacén industrial tenía un aire denso, cargado con el aroma de óxido, aceite y sudor. Estanterías metálicas cubiertas de polvo rodeaban la zona de combate, formando un círculo improvisado donde los empresarios y mafiosos observaban con atención. Algunos fumaban puros caros, otros bebían whisky en vasos de cristal mientras apostaban cifras obscenas por el resultado del combate.

    Takeru respiró hondo. Sus puños envueltos en vendas se cerraron con fuerza. No había árbitros, no había reglas. Solo victoria o aniquilación.

    Su oponente, Harold Smith, un canadiense alto y fibroso, vestía un dobok negro con detalles dorados. Su postura era ligera, flotante, la de un hombre que confiaba en sus piernas más que en sus brazos. Un especialista en Taekwondo.

    Desde el borde del círculo, Christopher, su entrenador, escupió el cigarro al suelo y pisó la colilla con desgana.

    —Mantén la distancia, chaval. Es un pateador, no dejes que te encierre en su ritmo. Usa tu jab y hazlo perseguirte.

    Takeru asintió sin apartar la vista de su rival.

    Un hombre trajeado levantó la mano y la bajó de golpe.

    **¡DING!**

    El combate comenzó.

    Harold se movió primero, desplazándose con agilidad. Su pierna derecha se alzó como un látigo.

    **¡WHAM!**

    Takeru apenas logró retroceder a tiempo, sintiendo el viento de la patada rozarle la barbilla. Respondió con un rápido **jab** directo al rostro, pero Harold inclinó la cabeza y giró en el aire.

    **¡BAM!**

    Una patada descendente cortó el aire donde Takeru había estado un segundo antes. El japonés se deslizó hacia atrás, manteniendo la distancia.

    **"No voy a jugar a su ritmo."**

    Takeru bailó sobre la punta de sus pies, lanzando jabs constantes. Harold intentó cerrarle el paso, pero cada vez que avanzaba, recibía un golpe en la nariz o en la sien.

    **¡BAM! ¡BAM!**

    El canadiense gruñó y giró con un **spinning heel kick**.

    **¡WHAM!**

    Takeru se inclinó hacia atrás, esquivando la patada por centímetros. La multitud rugió.

    Pero Harold no dejó que se escapara.

    Apretó los dientes y cargó hacia adelante, lanzando una patada lateral que impactó de lleno en el costado de Takeru.

    **¡THUD!**

    El dolor explotó en su torso. Takeru trastabilló, pero se forzó a girar y lanzar un **directo al hígado**.

    **¡BAM!**

    Harold gruñó y se dobló un poco, pero aún tenía fuerzas. Con un grito, levantó la pierna y la bajó como un martillo.

    —¡AXE KICK!

    **¡WHAM!**

    La patada descendente le golpeó el hombro, haciéndolo tambalearse.

    Takeru escupió saliva. Le ardía todo el cuerpo. Harold sonrió.

    —No eres nada mal—dijo con burla—. Pero eres un boxeador, no puedes ganarme en un combate sin reglas.

    Takeru jadeó, limpiándose el sudor de la frente. Luego, alzó la guardia de nuevo.

    —Dilo cuando aún puedas hablar.

    Harold frunció el ceño y cargó de nuevo, girando con una patada giratoria.

    Takeru sonrió.

    **"Te tengo."**

    En el momento exacto en que la pierna de Harold pasó frente a él, Takeru dio un paso lateral y golpeó con toda su fuerza.

    **¡BAM!**

    Un **cross** de derecha le impactó directamente en la mandíbula.

    **¡CRACK!**

    El canadiense se tambaleó. Sus piernas fallaron. Su cuerpo cayó de espaldas como un árbol derribado.

    Silencio.

    Luego, la multitud explotó en vítores y apuestas cerrándose de golpe.

    Takeru jadeó, con el puño aún en el aire. Apenas podía mantenerse de pie.

    Christopher chasqueó la lengua y encendió otro cigarro.

    —No fue bonito, pero lo lograste. Bienvenido al Torneo Kengan.
    ### **Prueba de Fuego** El viejo almacén industrial tenía un aire denso, cargado con el aroma de óxido, aceite y sudor. Estanterías metálicas cubiertas de polvo rodeaban la zona de combate, formando un círculo improvisado donde los empresarios y mafiosos observaban con atención. Algunos fumaban puros caros, otros bebían whisky en vasos de cristal mientras apostaban cifras obscenas por el resultado del combate. Takeru respiró hondo. Sus puños envueltos en vendas se cerraron con fuerza. No había árbitros, no había reglas. Solo victoria o aniquilación. Su oponente, Harold Smith, un canadiense alto y fibroso, vestía un dobok negro con detalles dorados. Su postura era ligera, flotante, la de un hombre que confiaba en sus piernas más que en sus brazos. Un especialista en Taekwondo. Desde el borde del círculo, Christopher, su entrenador, escupió el cigarro al suelo y pisó la colilla con desgana. —Mantén la distancia, chaval. Es un pateador, no dejes que te encierre en su ritmo. Usa tu jab y hazlo perseguirte. Takeru asintió sin apartar la vista de su rival. Un hombre trajeado levantó la mano y la bajó de golpe. **¡DING!** El combate comenzó. Harold se movió primero, desplazándose con agilidad. Su pierna derecha se alzó como un látigo. **¡WHAM!** Takeru apenas logró retroceder a tiempo, sintiendo el viento de la patada rozarle la barbilla. Respondió con un rápido **jab** directo al rostro, pero Harold inclinó la cabeza y giró en el aire. **¡BAM!** Una patada descendente cortó el aire donde Takeru había estado un segundo antes. El japonés se deslizó hacia atrás, manteniendo la distancia. **"No voy a jugar a su ritmo."** Takeru bailó sobre la punta de sus pies, lanzando jabs constantes. Harold intentó cerrarle el paso, pero cada vez que avanzaba, recibía un golpe en la nariz o en la sien. **¡BAM! ¡BAM!** El canadiense gruñó y giró con un **spinning heel kick**. **¡WHAM!** Takeru se inclinó hacia atrás, esquivando la patada por centímetros. La multitud rugió. Pero Harold no dejó que se escapara. Apretó los dientes y cargó hacia adelante, lanzando una patada lateral que impactó de lleno en el costado de Takeru. **¡THUD!** El dolor explotó en su torso. Takeru trastabilló, pero se forzó a girar y lanzar un **directo al hígado**. **¡BAM!** Harold gruñó y se dobló un poco, pero aún tenía fuerzas. Con un grito, levantó la pierna y la bajó como un martillo. —¡AXE KICK! **¡WHAM!** La patada descendente le golpeó el hombro, haciéndolo tambalearse. Takeru escupió saliva. Le ardía todo el cuerpo. Harold sonrió. —No eres nada mal—dijo con burla—. Pero eres un boxeador, no puedes ganarme en un combate sin reglas. Takeru jadeó, limpiándose el sudor de la frente. Luego, alzó la guardia de nuevo. —Dilo cuando aún puedas hablar. Harold frunció el ceño y cargó de nuevo, girando con una patada giratoria. Takeru sonrió. **"Te tengo."** En el momento exacto en que la pierna de Harold pasó frente a él, Takeru dio un paso lateral y golpeó con toda su fuerza. **¡BAM!** Un **cross** de derecha le impactó directamente en la mandíbula. **¡CRACK!** El canadiense se tambaleó. Sus piernas fallaron. Su cuerpo cayó de espaldas como un árbol derribado. Silencio. Luego, la multitud explotó en vítores y apuestas cerrándose de golpe. Takeru jadeó, con el puño aún en el aire. Apenas podía mantenerse de pie. Christopher chasqueó la lengua y encendió otro cigarro. —No fue bonito, pero lo lograste. Bienvenido al Torneo Kengan.
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  • — I am the monster you created
    You ripped out all my parts
    And worst of all, for me to live, I gotta kill the part of me that saw
    That I needed you more
    I hope you know we had everything
    And you broke me and left these pieces
    I want you to hurt like you hurt me today and…—
    — I am the monster you created You ripped out all my parts And worst of all, for me to live, I gotta kill the part of me that saw That I needed you more I hope you know we had everything And you broke me and left these pieces I want you to hurt like you hurt me today and…—🎶
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  • « Call me in the morning to apologize
    Every little lie gives me butterflies
    Something in the way you're looking through my eyes
    Don't know if I'm gonna make it out alive
    Fight so dirty but your love's so sweet
    Talk so pretty but your heart got teeth
    Late night devil, put your hands on me
    And never, never, never ever let go »
    « Call me in the morning to apologize Every little lie gives me butterflies Something in the way you're looking through my eyes Don't know if I'm gonna make it out alive Fight so dirty but your love's so sweet Talk so pretty but your heart got teeth Late night devil, put your hands on me And never, never, never ever let go »
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  • **Entrega Especial: Un Encuentro Inesperado**

    *El rugido de una vieja scooter resonaba en las calles de la ciudad. Fran, el delivery más caótico del planeta, zigzagueaba entre autos y peatones con una bolsa de pedidos tambaleándose en la parte trasera de su moto. *

    *Detuvo la moto en seco frente a un destino que no reconocía.*
    -Raro, no recuerdo haber aceptado este pedido...-*pensó, sacando su teléfono solo para encontrar un mensaje confuso:

    *"Entrega especial. Destino desconocido. Cliente fuera de lo común."*

    *Levantó la vista y vio a alguien parado en la sombra, esperándolo. Podía ser cualquiera… y eso era lo más interesante. *

    — Hola, ¿tú pediste esto? —*preguntó con su tono despreocupado, sosteniendo una bolsa que, curiosamente, no recordaba haber revisado antes.*
    📦 **Entrega Especial: Un Encuentro Inesperado** *El rugido de una vieja scooter resonaba en las calles de la ciudad. Fran, el delivery más caótico del planeta, zigzagueaba entre autos y peatones con una bolsa de pedidos tambaleándose en la parte trasera de su moto. * *Detuvo la moto en seco frente a un destino que no reconocía.* -Raro, no recuerdo haber aceptado este pedido...-*pensó, sacando su teléfono solo para encontrar un mensaje confuso: *"Entrega especial. Destino desconocido. Cliente fuera de lo común."* *Levantó la vista y vio a alguien parado en la sombra, esperándolo. Podía ser cualquiera… y eso era lo más interesante. * — Hola, ¿tú pediste esto? —*preguntó con su tono despreocupado, sosteniendo una bolsa que, curiosamente, no recordaba haber revisado antes.*
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