• “Corre el rumor.”

    Aquella noche no era diferente de cualquier otra; Kazuo dormía junto a su prometida. Pero algo lo hizo inquietarse, haciendo que abriera sus brillantes ojos azules, los cuales resplandecían como los de un felino en la oscuridad.

    Se incorporó, sintiendo una leve taquicardia en el pecho. Miró a Elizabeth, cerciorándose de que todo estaba en orden. Su mirada se arrastró lentamente por su figura hasta que se detuvo en su vientre. Habían pasado ya más del primer trimestre, y su embarazo era más que evidente a estas alturas.

    Fue entonces cuando sintió una punzada de miedo. Aún no había encontrado a nadie que pudiera darle información sobre su caso. La descendencia de demonios era muy escasa, y la de humanos con estos, algo muy raro de ver.

    Se deslizó hasta salir del lecho, como una culebra silenciosa, teniendo especial cuidado en no despertar a Elizabeth de su profundo sueño. Como un gato, caminó hacia el exterior sin hacer un solo ruido. Era tan silencioso que ni siquiera la madera protestaba bajo el peso de sus pies.
    Caminó descalzo, sintiendo la hierba y la humedad de la tierra bajo sus pies. La noche estaba bastante iluminada, ya que tan solo faltaban cinco días para que la luna estuviera en su total plenitud.

    Siguió caminando, bajando una pequeña cuesta hasta dar con el torii de madera que daba la bienvenida a su templo. Tras este, un recorrido de escaleras de piedra descendía para permitir bajar del monte.
    Kazuo dirigió sus pasos hasta la estructura de madera, de un rojo desgastado por el paso de los siglos. Soltó un trémulo suspiro antes de flanquear sus columnas. Una luz cálida lo recibió, al igual que un bullicio constante. Había llegado al mundo de los espíritus.

    Se encontraba en una ciudad estancada en una perpetua noche. Yōkais, espíritus y criaturas de todas las clases y reinos deambulaban por sus calles. Puestos de comida, comercios y espectáculos callejeros eran los protagonistas, convirtiendo aquella ciudad en un festival sin intención de tocar fin.

    Así de fácil era para Kazuo caminar entre dos mundos, como si de alguna forma no fuera capaz de pertenecer del todo a ninguno de los dos.

    Caminó por la arteria principal de aquella ciudad nocturna, poniendo especial atención en las conversaciones que lo rodeaban. Su intención no era escuchar lo ajeno, sino buscar respuestas al desasosiego de su corazón.

    Mientras caminaba, no se hicieron esperar los seres que lo invitaban a sus negocios: mercaderes, restaurantes de comida… incluso un burdel que le ofrecía opio y buena compañía. En todas esas ocasiones, Kazuo declinó las ofertas con esa amabilidad que tanto lo caracterizaba.

    Pero el zorro no estaba allí por ocio. Había ido con un claro objetivo: buscar respuestas.
    El yōkai siguió recorriendo las intrincadas calles. Estas estaban tejidas de una forma que parecía que aquella ciudad no tuviese ni un principio ni un fin. Cualquier alma descarriada se habría perdido en la eternidad de estas, sin ser consciente del tiempo que había pasado en ellas. Por suerte, Kazuo no era un mero visitante.

    Frustrado al no obtener respuestas, se dirigió a la parte más alta de la ciudad. Allí observó cómo su luz iluminaba el cielo de una forma que ninguna otra ciudad podía hacer, ni siquiera las modernas que había podido ver en otros planos temporales. Necesitaba respuestas, y con la mayor premura posible.

    Kazuo juntó sus manos, dejando un hueco entre ellas, como si quisiera arropar algo. De pronto, un suave brillo dorado emergió desde el interior de sus manos, filtrándose la luz a través de los huecos entre sus dedos, como si un amanecer intentase abrirse paso entre un cielo encapotado por densas nubes.

    —Corre el rumor de que la semilla de un zorro floreció en el vientre de una joven humana… —comenzó a decir Kazuo, con los labios cerca de aquellas manos bañadas por el oro.

    —Corre el rumor de que este busca respuestas sobre cómo terminará todo aquello… —su voz vibraba de una forma diferente, como si la intención de esta calase como un antiguo hechizo.
    Kazuo comenzó a abrir sus manos lentamente, dejando salir el brillo de estas, acompañado de unos pétalos de cerezo que alzaron vuelo con la primera brisa del viento.

    El zorro siguió con la mirada cómo estos volaban, impregnados con una súplica.

    —Divulgad mi mensaje. Sed mis oídos en todas partes. Traedme lo que busco, pues lo anhelo con desespero. Solo y cuando hayáis finalizado vuestro cometido, seréis libres de marchitaros… —No era una orden como tal; más bien, se trataba de una súplica.

    Kazuo observó cómo los pétalos de sakura se dispersaban en movimientos suaves, bajando hasta la ciudad, donde pensaban divulgar aquel rumor y así escuchar lo que los demonios y espíritus tenían que decir sobre aquello.
    Era su última esperanza. Si aun así no obtenía respuestas, el futuro que le esperaba a él y a su amada Elizabeth era totalmente incierto.
    “Corre el rumor.” Aquella noche no era diferente de cualquier otra; Kazuo dormía junto a su prometida. Pero algo lo hizo inquietarse, haciendo que abriera sus brillantes ojos azules, los cuales resplandecían como los de un felino en la oscuridad. Se incorporó, sintiendo una leve taquicardia en el pecho. Miró a Elizabeth, cerciorándose de que todo estaba en orden. Su mirada se arrastró lentamente por su figura hasta que se detuvo en su vientre. Habían pasado ya más del primer trimestre, y su embarazo era más que evidente a estas alturas. Fue entonces cuando sintió una punzada de miedo. Aún no había encontrado a nadie que pudiera darle información sobre su caso. La descendencia de demonios era muy escasa, y la de humanos con estos, algo muy raro de ver. Se deslizó hasta salir del lecho, como una culebra silenciosa, teniendo especial cuidado en no despertar a Elizabeth de su profundo sueño. Como un gato, caminó hacia el exterior sin hacer un solo ruido. Era tan silencioso que ni siquiera la madera protestaba bajo el peso de sus pies. Caminó descalzo, sintiendo la hierba y la humedad de la tierra bajo sus pies. La noche estaba bastante iluminada, ya que tan solo faltaban cinco días para que la luna estuviera en su total plenitud. Siguió caminando, bajando una pequeña cuesta hasta dar con el torii de madera que daba la bienvenida a su templo. Tras este, un recorrido de escaleras de piedra descendía para permitir bajar del monte. Kazuo dirigió sus pasos hasta la estructura de madera, de un rojo desgastado por el paso de los siglos. Soltó un trémulo suspiro antes de flanquear sus columnas. Una luz cálida lo recibió, al igual que un bullicio constante. Había llegado al mundo de los espíritus. Se encontraba en una ciudad estancada en una perpetua noche. Yōkais, espíritus y criaturas de todas las clases y reinos deambulaban por sus calles. Puestos de comida, comercios y espectáculos callejeros eran los protagonistas, convirtiendo aquella ciudad en un festival sin intención de tocar fin. Así de fácil era para Kazuo caminar entre dos mundos, como si de alguna forma no fuera capaz de pertenecer del todo a ninguno de los dos. Caminó por la arteria principal de aquella ciudad nocturna, poniendo especial atención en las conversaciones que lo rodeaban. Su intención no era escuchar lo ajeno, sino buscar respuestas al desasosiego de su corazón. Mientras caminaba, no se hicieron esperar los seres que lo invitaban a sus negocios: mercaderes, restaurantes de comida… incluso un burdel que le ofrecía opio y buena compañía. En todas esas ocasiones, Kazuo declinó las ofertas con esa amabilidad que tanto lo caracterizaba. Pero el zorro no estaba allí por ocio. Había ido con un claro objetivo: buscar respuestas. El yōkai siguió recorriendo las intrincadas calles. Estas estaban tejidas de una forma que parecía que aquella ciudad no tuviese ni un principio ni un fin. Cualquier alma descarriada se habría perdido en la eternidad de estas, sin ser consciente del tiempo que había pasado en ellas. Por suerte, Kazuo no era un mero visitante. Frustrado al no obtener respuestas, se dirigió a la parte más alta de la ciudad. Allí observó cómo su luz iluminaba el cielo de una forma que ninguna otra ciudad podía hacer, ni siquiera las modernas que había podido ver en otros planos temporales. Necesitaba respuestas, y con la mayor premura posible. Kazuo juntó sus manos, dejando un hueco entre ellas, como si quisiera arropar algo. De pronto, un suave brillo dorado emergió desde el interior de sus manos, filtrándose la luz a través de los huecos entre sus dedos, como si un amanecer intentase abrirse paso entre un cielo encapotado por densas nubes. —Corre el rumor de que la semilla de un zorro floreció en el vientre de una joven humana… —comenzó a decir Kazuo, con los labios cerca de aquellas manos bañadas por el oro. —Corre el rumor de que este busca respuestas sobre cómo terminará todo aquello… —su voz vibraba de una forma diferente, como si la intención de esta calase como un antiguo hechizo. Kazuo comenzó a abrir sus manos lentamente, dejando salir el brillo de estas, acompañado de unos pétalos de cerezo que alzaron vuelo con la primera brisa del viento. El zorro siguió con la mirada cómo estos volaban, impregnados con una súplica. —Divulgad mi mensaje. Sed mis oídos en todas partes. Traedme lo que busco, pues lo anhelo con desespero. Solo y cuando hayáis finalizado vuestro cometido, seréis libres de marchitaros… —No era una orden como tal; más bien, se trataba de una súplica. Kazuo observó cómo los pétalos de sakura se dispersaban en movimientos suaves, bajando hasta la ciudad, donde pensaban divulgar aquel rumor y así escuchar lo que los demonios y espíritus tenían que decir sobre aquello. Era su última esperanza. Si aun así no obtenía respuestas, el futuro que le esperaba a él y a su amada Elizabeth era totalmente incierto.
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  • Las cosas que tengo que hacer para conseguir información.. Tch pero bueno.. A darle.
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  • "no lo repetiré , Noe ya sabes lo que pienso que vebas mi sangre ...... Iré a ver buscar a portador de la maldición, gracias Dante por la información luego te pago zanahoria."
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  • 𝙷𝚎𝚕𝚕 𝚘𝚏 𝚊 𝚐𝚘𝚘𝚍 𝚝𝚒𝚖𝚎 — 𝙷𝚊𝚒𝚍𝚎𝚗 𝙷𝚎𝚗𝚍𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗

    𝑺𝒉𝒆'𝒔 𝒕𝒉𝒆 𝒅𝒆𝒗𝒊𝒍
    𝑺𝒉𝒆'𝒔 𝒔𝒉𝒂𝒓𝒑𝒆𝒏𝒊𝒏𝒈 𝒉𝒆𝒓 𝒏𝒂𝒊𝒍𝒔
    𝑨𝒏𝒅 𝒔𝒉𝒆'𝒔 𝒉𝒊𝒅𝒊𝒏𝒈 𝒍𝒊𝒕𝒕𝒍𝒆 𝒉𝒐𝒓𝒏𝒔 𝒊𝒏 𝒉𝒆𝒓 𝒉𝒂𝒊𝒓
    𝑪𝒂𝒏𝒅𝒚 𝒄𝒐𝒂𝒕𝒆𝒅
    𝑯𝒆𝒓 𝒍𝒊𝒑𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒇𝒖𝒍𝒍 𝒐𝒇 𝒔𝒖𝒈𝒂𝒓
    𝑺𝒉𝒆'𝒍𝒍 𝒌𝒊𝒔𝒔 𝒚𝒐𝒖 𝒕𝒉𝒆𝒏 𝒔𝒉𝒆'𝒍𝒍 𝒌𝒊𝒍𝒍 𝒚𝒐𝒖 𝒃𝒆𝒘𝒂𝒓𝒆...

    Era pronto para reunirse con Ryan, Kiev y las chicas.
    Aclaración, no porque no quisiera pero desde que llegó esa sensación de tensión en el ambiente no la dejaba tranquila.
    Recurriría a viejas fuentes de información para tener una preliminar de la situación actual.

    Probablemente se sabría que estaba de nuevo en la ciudad o quizás no; la forma en que dejó de verse fue sin duda confusa. Era irrelevante, al final ya estaba ahí.

    Haría un par de trabajos simples; mover mercancía, ajustar cuentas, ensuciarse las manos por otros... lo normal.

    Nunca falta quien necesite un 𝒔𝒆𝒓𝒗𝒊𝒄𝒊𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍...
    𝙷𝚎𝚕𝚕 𝚘𝚏 𝚊 𝚐𝚘𝚘𝚍 𝚝𝚒𝚖𝚎 — 𝙷𝚊𝚒𝚍𝚎𝚗 𝙷𝚎𝚗𝚍𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗 𝑺𝒉𝒆'𝒔 𝒕𝒉𝒆 𝒅𝒆𝒗𝒊𝒍 𝑺𝒉𝒆'𝒔 𝒔𝒉𝒂𝒓𝒑𝒆𝒏𝒊𝒏𝒈 𝒉𝒆𝒓 𝒏𝒂𝒊𝒍𝒔 𝑨𝒏𝒅 𝒔𝒉𝒆'𝒔 𝒉𝒊𝒅𝒊𝒏𝒈 𝒍𝒊𝒕𝒕𝒍𝒆 𝒉𝒐𝒓𝒏𝒔 𝒊𝒏 𝒉𝒆𝒓 𝒉𝒂𝒊𝒓 𝑪𝒂𝒏𝒅𝒚 𝒄𝒐𝒂𝒕𝒆𝒅 𝑯𝒆𝒓 𝒍𝒊𝒑𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒇𝒖𝒍𝒍 𝒐𝒇 𝒔𝒖𝒈𝒂𝒓 𝑺𝒉𝒆'𝒍𝒍 𝒌𝒊𝒔𝒔 𝒚𝒐𝒖 𝒕𝒉𝒆𝒏 𝒔𝒉𝒆'𝒍𝒍 𝒌𝒊𝒍𝒍 𝒚𝒐𝒖 𝒃𝒆𝒘𝒂𝒓𝒆... Era pronto para reunirse con Ryan, Kiev y las chicas. Aclaración, no porque no quisiera pero desde que llegó esa sensación de tensión en el ambiente no la dejaba tranquila. Recurriría a viejas fuentes de información para tener una preliminar de la situación actual. Probablemente se sabría que estaba de nuevo en la ciudad o quizás no; la forma en que dejó de verse fue sin duda confusa. Era irrelevante, al final ya estaba ahí. Haría un par de trabajos simples; mover mercancía, ajustar cuentas, ensuciarse las manos por otros... lo normal. Nunca falta quien necesite un 𝒔𝒆𝒓𝒗𝒊𝒄𝒊𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍...
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  • ᴄᴀᴘ. ③
    ────────────
    Continuación de:

    Cap.① https://ficrol.com/posts/243909

    Cap.② https://ficrol.com/posts/271000

    ≫ ──────── ≪•◦ ✴ ◦•≫ ──────── ≪

    Un zumbido sórdido se adueñó de los oídos de Elizabeth, la noticia le causó tal conmoción que quedó aturdida por unos minutos.

    Los ojos estaban puestos en Elías, pero no lo veía, su mirada viajaba mas allá del presente; A la nostalgia de sus vagos recuerdos de su infancia, la sufrida doctrina militar, el día que lo perdió todo y por supuesto, los intensos años de búsqueda y penurias que padeció con la esperanza de encontrar a alguien de su estirpe.

    Una lágrima iba humedeciendo el camino recorrido hasta su mejilla. ¿Por qué lloraba? No lo sabía, era una mezcla de enojo, impotencia, incredulidad y sí... alivio, alivio de no ser la única.

    Tan rápido como sintió que la gota resbalaba por su rostro se la limpió con la manga de su capa. Detestaba que la vieran débil, mas alguien tan ajeno como lo era este hombre que se decía llamar su hermano.

    Elizabeth no habló, en cambio se limitó a observarlo con un ojo clínico y en extremo agudo.
    Las manos gruesas y toscas del pelirrojo aún extendidas en lo alto como señal de "paz" eran de alguien que ha empuñado el acero incontables veces, de hecho si se acercaba un poco más podía incluso ver el entramado de la empuñadura marcada en su palma. Sus muñecas tenía cicatrices mal cerradas de lo que parecía ser grilletes
    ¿Acaso había sido esclavo o era un asesino fugitivo?

    Una marca alargada atravesaba uno de sus ojos carmesí, Elizabeth podía asumir que como ella,el resto de su cuerpo padecía la misma suerte que su cara, era algo casi obvio.

    ── En el año del Búho te vi huir entre los escombros cerca del arroyo - confesó mientras lentamente con una de sus manos apartaba la punta de la espada de su garganta

    Liz salió de su profundo análisis al oírle hablar.

    ── Hay mucho que no calza en tu historia mediocre. - Dejó con cuidado a sus pies la comida que había comprado para Kazuo .
    La espada que Elías había apartado la situó a la altura de su vientre. No pensaba bajar la guardia ── Dices que eres mi hermano, pero nunca supe de tu existencia, dices que me viste huir y... ¿Donde estabas tú? ¿Cómo sé que dices la verdad? Lo único que no puedo negar porque es evidente, es tu raza, eres un Llama de Sangre... veo el fuego en tus ojos.

    ── Leezy ... o mejor dicho Elizabeth, Elizabeth Rose, de los Bloodflame.
    Madre, Padre y yo elegimos tus nombres por tu fuerza inquebrantable a pesar de que al nacer parecías una pequeña flor salida de un rosal siempre tuviste espinas para defenderte.
    Tú sabes como funcionaba todo en Knaresborough, no podían haber lazos familiares pero Hamza y Astrid nuestros padres, se la ingeniaron para no romper lo que era nuestra familia. Aunque... - tomó un segundo de silencio solemne, uno que Liz respetó. Todo su relato la había atrapado por completo ── Su osadía los llevó a la muerte, por eso no los conociste, lo lamento. Yo guardé mis distancias era un niño, temía llegar al mismo destino, te observaba desde lejos. Nunca necesitaste mi ayuda hasta el año del Búho claro... pero ahí no pide ofrecértela, fui secuestrado y vendido como esclavo... Fueron ocho años y cincuenta y siete días oscuros, muy oscuros.

    Era demasiado información para Elizabeth, su mente y corazón habían colapsado. La mezcla de emociones que no lograba entender la abrumó por completo.
    Entonces hizo lo único que sabía hacer: explotar en ira

    ── ¡VETE! ¡No te quiero ver! - sus ojos se tornaron de rojo intenso y su espada se envolvió en llamas ── ¡¡¡Tú y tu maldita historia se pueden volver por donde vinieron!!!!

    Elizabeth retrocedió un par de pasos y empezó a arrojar dardos de fuego directo al pecho de Elías. Pero este era un hábil guerrero, incluso mas experimentado que Liz, evadió cada ataque sin problemas, la abordó de manera brusca tomándole sus muñecas. La aproximación hizo que Liz alcanzara a herir con su espada uno de sus costados.

    ── ¡Basta Leezy! No quiero lastimarte ¡¿Que no entiendes?!

    ── No soy la puta Leezy, mi nombre es Elizabeth, ¡Suéltame! - Elizabeth flexionó una de sus piernas incrustando su rodilla con fuerza justo en la boca del estómago de Elías.

    El pelirrojo se apartó de ella tratando de recuperar el aire.

    Liz por su parte sin saber que sentir lo observaba mientras este se arrodillaba por el impacto del golpe resiente
    ᴄᴀᴘ. ③ ──────────── Continuación de: Cap.① https://ficrol.com/posts/243909 Cap.② https://ficrol.com/posts/271000 ≫ ──────── ≪•◦ ✴ ◦•≫ ──────── ≪ Un zumbido sórdido se adueñó de los oídos de Elizabeth, la noticia le causó tal conmoción que quedó aturdida por unos minutos. Los ojos estaban puestos en Elías, pero no lo veía, su mirada viajaba mas allá del presente; A la nostalgia de sus vagos recuerdos de su infancia, la sufrida doctrina militar, el día que lo perdió todo y por supuesto, los intensos años de búsqueda y penurias que padeció con la esperanza de encontrar a alguien de su estirpe. Una lágrima iba humedeciendo el camino recorrido hasta su mejilla. ¿Por qué lloraba? No lo sabía, era una mezcla de enojo, impotencia, incredulidad y sí... alivio, alivio de no ser la única. Tan rápido como sintió que la gota resbalaba por su rostro se la limpió con la manga de su capa. Detestaba que la vieran débil, mas alguien tan ajeno como lo era este hombre que se decía llamar su hermano. Elizabeth no habló, en cambio se limitó a observarlo con un ojo clínico y en extremo agudo. Las manos gruesas y toscas del pelirrojo aún extendidas en lo alto como señal de "paz" eran de alguien que ha empuñado el acero incontables veces, de hecho si se acercaba un poco más podía incluso ver el entramado de la empuñadura marcada en su palma. Sus muñecas tenía cicatrices mal cerradas de lo que parecía ser grilletes ¿Acaso había sido esclavo o era un asesino fugitivo? Una marca alargada atravesaba uno de sus ojos carmesí, Elizabeth podía asumir que como ella,el resto de su cuerpo padecía la misma suerte que su cara, era algo casi obvio. ── En el año del Búho te vi huir entre los escombros cerca del arroyo - confesó mientras lentamente con una de sus manos apartaba la punta de la espada de su garganta Liz salió de su profundo análisis al oírle hablar. 🌹── Hay mucho que no calza en tu historia mediocre. - Dejó con cuidado a sus pies la comida que había comprado para [8KazuoAihara8]. La espada que Elías había apartado la situó a la altura de su vientre. No pensaba bajar la guardia ── Dices que eres mi hermano, pero nunca supe de tu existencia, dices que me viste huir y... ¿Donde estabas tú? ¿Cómo sé que dices la verdad? Lo único que no puedo negar porque es evidente, es tu raza, eres un Llama de Sangre... veo el fuego en tus ojos. ── Leezy ... o mejor dicho Elizabeth, Elizabeth Rose, de los Bloodflame. Madre, Padre y yo elegimos tus nombres por tu fuerza inquebrantable a pesar de que al nacer parecías una pequeña flor salida de un rosal siempre tuviste espinas para defenderte. Tú sabes como funcionaba todo en Knaresborough, no podían haber lazos familiares pero Hamza y Astrid nuestros padres, se la ingeniaron para no romper lo que era nuestra familia. Aunque... - tomó un segundo de silencio solemne, uno que Liz respetó. Todo su relato la había atrapado por completo ── Su osadía los llevó a la muerte, por eso no los conociste, lo lamento. Yo guardé mis distancias era un niño, temía llegar al mismo destino, te observaba desde lejos. Nunca necesitaste mi ayuda hasta el año del Búho claro... pero ahí no pide ofrecértela, fui secuestrado y vendido como esclavo... Fueron ocho años y cincuenta y siete días oscuros, muy oscuros. Era demasiado información para Elizabeth, su mente y corazón habían colapsado. La mezcla de emociones que no lograba entender la abrumó por completo. Entonces hizo lo único que sabía hacer: explotar en ira 🌹── ¡VETE! ¡No te quiero ver! - sus ojos se tornaron de rojo intenso y su espada se envolvió en llamas ── ¡¡¡Tú y tu maldita historia se pueden volver por donde vinieron!!!! Elizabeth retrocedió un par de pasos y empezó a arrojar dardos de fuego directo al pecho de Elías. Pero este era un hábil guerrero, incluso mas experimentado que Liz, evadió cada ataque sin problemas, la abordó de manera brusca tomándole sus muñecas. La aproximación hizo que Liz alcanzara a herir con su espada uno de sus costados. ── ¡Basta Leezy! No quiero lastimarte ¡¿Que no entiendes?! 🌹── No soy la puta Leezy, mi nombre es Elizabeth, ¡Suéltame! - Elizabeth flexionó una de sus piernas incrustando su rodilla con fuerza justo en la boca del estómago de Elías. El pelirrojo se apartó de ella tratando de recuperar el aire. Liz por su parte sin saber que sentir lo observaba mientras este se arrodillaba por el impacto del golpe resiente
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  • En ese momento tuve que vestirme así para infitrarme en un lugar, debia conseguir información de un portador de la maldición.
    En ese momento tuve que vestirme así para infitrarme en un lugar, debia conseguir información de un portador de la maldición.
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  • *El viaje de trabajo le llevó mas tiempo del que esperaba, uno nunca sabe los problemas que se pueden generar en poco tiempo, igual a el no le importaba, al fin y al cabo era una de sus responsabilidades solucionarlos*

    *Con un refresco en una mano y su cuaderno en la otra, analiza toda la información que anotó en este tiempo que estuvo afuera, le quedaban pocas hojas, por lo que aprovecharía al maximo las que le quedaban*

    *Observa a unos aviones despegando y otros aterrizando, luego de unos segundos decide que era hora de ponerse en marcha, levantandose de su asiento para regresar a su hogar*
    *El viaje de trabajo le llevó mas tiempo del que esperaba, uno nunca sabe los problemas que se pueden generar en poco tiempo, igual a el no le importaba, al fin y al cabo era una de sus responsabilidades solucionarlos* *Con un refresco en una mano y su cuaderno en la otra, analiza toda la información que anotó en este tiempo que estuvo afuera, le quedaban pocas hojas, por lo que aprovecharía al maximo las que le quedaban* *Observa a unos aviones despegando y otros aterrizando, luego de unos segundos decide que era hora de ponerse en marcha, levantandose de su asiento para regresar a su hogar*
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  • 7:02 p.m: pleno atardecer en la ciudad.

    Hari Engelin

    Mark estaba de pie afuera de una cafetería cercana a su universidad. Había escogido justamente ese lugar porque era uno de sus favoritos para pasar el rato; su temática era pura y exclusivamente japonesa, y aunque el no era muy amante del manga, disfrutaba viendo anime y por eso el local le parecía más que cómodo. Allí mismo había citado a la joven de cabello corto y tatuajes, a la cual había invitado ha tomar un café luego de una extraña interacción. Fue algo espontaneo, aunque para el eso no era un problema.

    El joven estaba apoyado contra una farola, con la mirada fija en la pantalla de su celular, sin prestar realmente atención a lo que veía en el. Lo desbloqueaba y lo bloqueaba de nuevo cada tanto, solo para asegurarse de que no se le hubiera pasado algún mensaje. Por el momento no hubo ninguna llamada de urgencia por parte de los guardianes del globo, ni tampoco información reciente sobre los villanos que estaba persiguiendo que recibía de parte de Robot, por lo que Mark finalmente guardó su celular en el bolsillo derecho e intentó olvidarse de todo eso.

    —Ok Mark, no digas nada sobre tu identidad secreta. —murmuró para sí mismo, aunque la sonrisa que se le escapó después fue más honesta de lo que habría admitido.

    Levantó la vista, buscando entre los rostros de los transeúntes para ver si ella estaba cerca. Nada todavía. Se acomodó el cuello de la chaqueta, como si eso fuera a hacer que pasara el tiempo más rápido.

    —Acepta una cita con una chica que parece que escucha a Nirvana mientras entierra cuerpos. ¿Qué podría salir mal? —comentó en su mente con algo de sarcasmo, aunque sin rastro de burla real.

    Vagamente recordaba su rostro y modales: aunque parecía que era una mujer bastante ruda e independiente, también se la veía triste; como si todavía no hubiera encontrado algo que la haga feliz. El esperaba ver esa tristeza en su mirada otra vez. No por querer que siguiera con ese sentimiento, sino porque algo le hacía sentir que tal vez… el también podía ser alguien con quien compartir ese silencio incómodo del mundo.

    —Solo espero que Cecil no me joda esta vez, odio a ese anciano. —dijo en voz baja, aún sin moverse de su lugar.

    Y entonces…
    Escuchó pasos.
    7:02 p.m: pleno atardecer en la ciudad. [flash_navy_bat_117] Mark estaba de pie afuera de una cafetería cercana a su universidad. Había escogido justamente ese lugar porque era uno de sus favoritos para pasar el rato; su temática era pura y exclusivamente japonesa, y aunque el no era muy amante del manga, disfrutaba viendo anime y por eso el local le parecía más que cómodo. Allí mismo había citado a la joven de cabello corto y tatuajes, a la cual había invitado ha tomar un café luego de una extraña interacción. Fue algo espontaneo, aunque para el eso no era un problema. El joven estaba apoyado contra una farola, con la mirada fija en la pantalla de su celular, sin prestar realmente atención a lo que veía en el. Lo desbloqueaba y lo bloqueaba de nuevo cada tanto, solo para asegurarse de que no se le hubiera pasado algún mensaje. Por el momento no hubo ninguna llamada de urgencia por parte de los guardianes del globo, ni tampoco información reciente sobre los villanos que estaba persiguiendo que recibía de parte de Robot, por lo que Mark finalmente guardó su celular en el bolsillo derecho e intentó olvidarse de todo eso. —Ok Mark, no digas nada sobre tu identidad secreta. —murmuró para sí mismo, aunque la sonrisa que se le escapó después fue más honesta de lo que habría admitido. Levantó la vista, buscando entre los rostros de los transeúntes para ver si ella estaba cerca. Nada todavía. Se acomodó el cuello de la chaqueta, como si eso fuera a hacer que pasara el tiempo más rápido. —Acepta una cita con una chica que parece que escucha a Nirvana mientras entierra cuerpos. ¿Qué podría salir mal? —comentó en su mente con algo de sarcasmo, aunque sin rastro de burla real. Vagamente recordaba su rostro y modales: aunque parecía que era una mujer bastante ruda e independiente, también se la veía triste; como si todavía no hubiera encontrado algo que la haga feliz. El esperaba ver esa tristeza en su mirada otra vez. No por querer que siguiera con ese sentimiento, sino porque algo le hacía sentir que tal vez… el también podía ser alguien con quien compartir ese silencio incómodo del mundo. —Solo espero que Cecil no me joda esta vez, odio a ese anciano. —dijo en voz baja, aún sin moverse de su lugar. Y entonces… Escuchó pasos.
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  • • Si quería sacar información para seguir con su misión, algunas veces tenía que usar su "seducción".
    Lo cual no era mucho de su agrado, pero al final los hombres nunca obtenian lo que querían de ella. •
    • Si quería sacar información para seguir con su misión, algunas veces tenía que usar su "seducción". Lo cual no era mucho de su agrado, pero al final los hombres nunca obtenian lo que querían de ella. •
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  • *Mire que ya había puesto en orden todo cada libro cada pergamino cada vestigio de información las puertas de mi palacio se cerraron me concentre únicamente en mis deberes creando y reescribiendo cada línea de tiempo que aparece*
    *Mire que ya había puesto en orden todo cada libro cada pergamino cada vestigio de información las puertas de mi palacio se cerraron me concentre únicamente en mis deberes creando y reescribiendo cada línea de tiempo que aparece*
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