• ༒☬𝐈𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐈𝐍𝐆☬༒

    ── 𝐕𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐨, 𝐯𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐚 𝐝𝐨𝐦𝐢𝐧𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨. ──


    Kiev observaba con desinterés el jet privado que estaba a punto de abordar. El destino era claro: Rusia. El aire fresco rozaba su rostro helado mientras su mirada se perdía en el cielo, algo ausente.

    Entonces sintió algo junto a sus pies. Se giró lentamente, solo para encontrar al pequeño perro ahí, ese cachorro que había encontrado en la mansión. Supuestamente era su mascota, aunque aún no entendía cómo era posible que aquel animal no creciera considerando el tiempo en que se le dijo que habia estado. Había llamado a un veterinario, pero su salud estaba completamente normal, no se sabia su raza, pero aun así se lo quedó.

    Miro al cachorro unos segundos aun extrañado, lo tomó entre sus manos, con cuidado de no arrugar el traje hecho a medida, el que habia mandado hacer a medida, algo que no solia hacer, pero lo vio necesario.

    Fue entonces cuando uno de sus hombres se acercó con un par de guantes de cuero negro.

    —Señor, aquí tiene. —Marcos extendió el par de guantes hacia él.

    Kiev dejó al cachorro en brazos de su asistente antes de tomar los guantes. Comenzó a colocárselos uno por uno, pero al hacerlo, notó un pequeño bulto en uno de ellos: el anillo seguía ahí, persistente.

    —Una vez que llegue, Iván te lo informará. Encárgate del resto. Y no te olvides de llevarme el informe. Para cuando llegues, quiero todo listo. —murmuró el ruso, tomando nuevamente al cachorro.

    —Entendido. Pero… ¿era necesario llevarse al cachorro? Puede quedarse con nosotros —sugirió el asistente.

    Kiev lo miró con una ceja alzada, como si acabara de ofenderlo gravemente.

    —Es mío. Lo cuidaré yo. No seas metido. — Con tranquilidad dejo al pequeño cachorro en el suelo, quien un movia la cola animado. — Nos vemos, Marcos. Y no olvides informar de mi partida a esas personas —sentenció, con tono seco.

    Dos hombres se acercaron y lo escoltaron. Kiev comenzó a caminar hacia el jet. El pequeño cachorro trotaban a su lado, siguiendo sus pasos hacia el futuro que lo esperaba.

    Moscú.
    La sede principal de la Mafia Roja.

    II Paso a informar que ya me pondré al día con los roles. Tuve un pequeño incidente con una respuesta larga de 7 párrafos que estaba escribiendo para responder, pero se me terminó borrando, y el User entró en depresión, ¿?. Contestare de a poco en poco.
    ༒☬𝐈𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐈𝐍𝐆☬༒ ── 𝐕𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞ñ𝐨, 𝐯𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐚 𝐝𝐨𝐦𝐢𝐧𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨. ── Kiev observaba con desinterés el jet privado que estaba a punto de abordar. El destino era claro: Rusia. El aire fresco rozaba su rostro helado mientras su mirada se perdía en el cielo, algo ausente. Entonces sintió algo junto a sus pies. Se giró lentamente, solo para encontrar al pequeño perro ahí, ese cachorro que había encontrado en la mansión. Supuestamente era su mascota, aunque aún no entendía cómo era posible que aquel animal no creciera considerando el tiempo en que se le dijo que habia estado. Había llamado a un veterinario, pero su salud estaba completamente normal, no se sabia su raza, pero aun así se lo quedó. Miro al cachorro unos segundos aun extrañado, lo tomó entre sus manos, con cuidado de no arrugar el traje hecho a medida, el que habia mandado hacer a medida, algo que no solia hacer, pero lo vio necesario. Fue entonces cuando uno de sus hombres se acercó con un par de guantes de cuero negro. —Señor, aquí tiene. —Marcos extendió el par de guantes hacia él. Kiev dejó al cachorro en brazos de su asistente antes de tomar los guantes. Comenzó a colocárselos uno por uno, pero al hacerlo, notó un pequeño bulto en uno de ellos: el anillo seguía ahí, persistente. —Una vez que llegue, Iván te lo informará. Encárgate del resto. Y no te olvides de llevarme el informe. Para cuando llegues, quiero todo listo. —murmuró el ruso, tomando nuevamente al cachorro. —Entendido. Pero… ¿era necesario llevarse al cachorro? Puede quedarse con nosotros —sugirió el asistente. Kiev lo miró con una ceja alzada, como si acabara de ofenderlo gravemente. —Es mío. Lo cuidaré yo. No seas metido. — Con tranquilidad dejo al pequeño cachorro en el suelo, quien un movia la cola animado. — Nos vemos, Marcos. Y no olvides informar de mi partida a esas personas —sentenció, con tono seco. Dos hombres se acercaron y lo escoltaron. Kiev comenzó a caminar hacia el jet. El pequeño cachorro trotaban a su lado, siguiendo sus pasos hacia el futuro que lo esperaba. Moscú. La sede principal de la Mafia Roja. II Paso a informar que ya me pondré al día con los roles. Tuve un pequeño incidente con una respuesta larga de 7 párrafos que estaba escribiendo para responder, pero se me terminó borrando, y el User entró en depresión, ¿?. Contestare de a poco en poco.
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  • “Corre el rumor.”

    Aquella noche no era diferente de cualquier otra; Kazuo dormía junto a su prometida. Pero algo lo hizo inquietarse, haciendo que abriera sus brillantes ojos azules, los cuales resplandecían como los de un felino en la oscuridad.

    Se incorporó, sintiendo una leve taquicardia en el pecho. Miró a Elizabeth, cerciorándose de que todo estaba en orden. Su mirada se arrastró lentamente por su figura hasta que se detuvo en su vientre. Habían pasado ya más del primer trimestre, y su embarazo era más que evidente a estas alturas.

    Fue entonces cuando sintió una punzada de miedo. Aún no había encontrado a nadie que pudiera darle información sobre su caso. La descendencia de demonios era muy escasa, y la de humanos con estos, algo muy raro de ver.

    Se deslizó hasta salir del lecho, como una culebra silenciosa, teniendo especial cuidado en no despertar a Elizabeth de su profundo sueño. Como un gato, caminó hacia el exterior sin hacer un solo ruido. Era tan silencioso que ni siquiera la madera protestaba bajo el peso de sus pies.
    Caminó descalzo, sintiendo la hierba y la humedad de la tierra bajo sus pies. La noche estaba bastante iluminada, ya que tan solo faltaban cinco días para que la luna estuviera en su total plenitud.

    Siguió caminando, bajando una pequeña cuesta hasta dar con el torii de madera que daba la bienvenida a su templo. Tras este, un recorrido de escaleras de piedra descendía para permitir bajar del monte.
    Kazuo dirigió sus pasos hasta la estructura de madera, de un rojo desgastado por el paso de los siglos. Soltó un trémulo suspiro antes de flanquear sus columnas. Una luz cálida lo recibió, al igual que un bullicio constante. Había llegado al mundo de los espíritus.

    Se encontraba en una ciudad estancada en una perpetua noche. Yōkais, espíritus y criaturas de todas las clases y reinos deambulaban por sus calles. Puestos de comida, comercios y espectáculos callejeros eran los protagonistas, convirtiendo aquella ciudad en un festival sin intención de tocar fin.

    Así de fácil era para Kazuo caminar entre dos mundos, como si de alguna forma no fuera capaz de pertenecer del todo a ninguno de los dos.

    Caminó por la arteria principal de aquella ciudad nocturna, poniendo especial atención en las conversaciones que lo rodeaban. Su intención no era escuchar lo ajeno, sino buscar respuestas al desasosiego de su corazón.

    Mientras caminaba, no se hicieron esperar los seres que lo invitaban a sus negocios: mercaderes, restaurantes de comida… incluso un burdel que le ofrecía opio y buena compañía. En todas esas ocasiones, Kazuo declinó las ofertas con esa amabilidad que tanto lo caracterizaba.

    Pero el zorro no estaba allí por ocio. Había ido con un claro objetivo: buscar respuestas.
    El yōkai siguió recorriendo las intrincadas calles. Estas estaban tejidas de una forma que parecía que aquella ciudad no tuviese ni un principio ni un fin. Cualquier alma descarriada se habría perdido en la eternidad de estas, sin ser consciente del tiempo que había pasado en ellas. Por suerte, Kazuo no era un mero visitante.

    Frustrado al no obtener respuestas, se dirigió a la parte más alta de la ciudad. Allí observó cómo su luz iluminaba el cielo de una forma que ninguna otra ciudad podía hacer, ni siquiera las modernas que había podido ver en otros planos temporales. Necesitaba respuestas, y con la mayor premura posible.

    Kazuo juntó sus manos, dejando un hueco entre ellas, como si quisiera arropar algo. De pronto, un suave brillo dorado emergió desde el interior de sus manos, filtrándose la luz a través de los huecos entre sus dedos, como si un amanecer intentase abrirse paso entre un cielo encapotado por densas nubes.

    —Corre el rumor de que la semilla de un zorro floreció en el vientre de una joven humana… —comenzó a decir Kazuo, con los labios cerca de aquellas manos bañadas por el oro.

    —Corre el rumor de que este busca respuestas sobre cómo terminará todo aquello… —su voz vibraba de una forma diferente, como si la intención de esta calase como un antiguo hechizo.
    Kazuo comenzó a abrir sus manos lentamente, dejando salir el brillo de estas, acompañado de unos pétalos de cerezo que alzaron vuelo con la primera brisa del viento.

    El zorro siguió con la mirada cómo estos volaban, impregnados con una súplica.

    —Divulgad mi mensaje. Sed mis oídos en todas partes. Traedme lo que busco, pues lo anhelo con desespero. Solo y cuando hayáis finalizado vuestro cometido, seréis libres de marchitaros… —No era una orden como tal; más bien, se trataba de una súplica.

    Kazuo observó cómo los pétalos de sakura se dispersaban en movimientos suaves, bajando hasta la ciudad, donde pensaban divulgar aquel rumor y así escuchar lo que los demonios y espíritus tenían que decir sobre aquello.
    Era su última esperanza. Si aun así no obtenía respuestas, el futuro que le esperaba a él y a su amada Elizabeth era totalmente incierto.
    “Corre el rumor.” Aquella noche no era diferente de cualquier otra; Kazuo dormía junto a su prometida. Pero algo lo hizo inquietarse, haciendo que abriera sus brillantes ojos azules, los cuales resplandecían como los de un felino en la oscuridad. Se incorporó, sintiendo una leve taquicardia en el pecho. Miró a Elizabeth, cerciorándose de que todo estaba en orden. Su mirada se arrastró lentamente por su figura hasta que se detuvo en su vientre. Habían pasado ya más del primer trimestre, y su embarazo era más que evidente a estas alturas. Fue entonces cuando sintió una punzada de miedo. Aún no había encontrado a nadie que pudiera darle información sobre su caso. La descendencia de demonios era muy escasa, y la de humanos con estos, algo muy raro de ver. Se deslizó hasta salir del lecho, como una culebra silenciosa, teniendo especial cuidado en no despertar a Elizabeth de su profundo sueño. Como un gato, caminó hacia el exterior sin hacer un solo ruido. Era tan silencioso que ni siquiera la madera protestaba bajo el peso de sus pies. Caminó descalzo, sintiendo la hierba y la humedad de la tierra bajo sus pies. La noche estaba bastante iluminada, ya que tan solo faltaban cinco días para que la luna estuviera en su total plenitud. Siguió caminando, bajando una pequeña cuesta hasta dar con el torii de madera que daba la bienvenida a su templo. Tras este, un recorrido de escaleras de piedra descendía para permitir bajar del monte. Kazuo dirigió sus pasos hasta la estructura de madera, de un rojo desgastado por el paso de los siglos. Soltó un trémulo suspiro antes de flanquear sus columnas. Una luz cálida lo recibió, al igual que un bullicio constante. Había llegado al mundo de los espíritus. Se encontraba en una ciudad estancada en una perpetua noche. Yōkais, espíritus y criaturas de todas las clases y reinos deambulaban por sus calles. Puestos de comida, comercios y espectáculos callejeros eran los protagonistas, convirtiendo aquella ciudad en un festival sin intención de tocar fin. Así de fácil era para Kazuo caminar entre dos mundos, como si de alguna forma no fuera capaz de pertenecer del todo a ninguno de los dos. Caminó por la arteria principal de aquella ciudad nocturna, poniendo especial atención en las conversaciones que lo rodeaban. Su intención no era escuchar lo ajeno, sino buscar respuestas al desasosiego de su corazón. Mientras caminaba, no se hicieron esperar los seres que lo invitaban a sus negocios: mercaderes, restaurantes de comida… incluso un burdel que le ofrecía opio y buena compañía. En todas esas ocasiones, Kazuo declinó las ofertas con esa amabilidad que tanto lo caracterizaba. Pero el zorro no estaba allí por ocio. Había ido con un claro objetivo: buscar respuestas. El yōkai siguió recorriendo las intrincadas calles. Estas estaban tejidas de una forma que parecía que aquella ciudad no tuviese ni un principio ni un fin. Cualquier alma descarriada se habría perdido en la eternidad de estas, sin ser consciente del tiempo que había pasado en ellas. Por suerte, Kazuo no era un mero visitante. Frustrado al no obtener respuestas, se dirigió a la parte más alta de la ciudad. Allí observó cómo su luz iluminaba el cielo de una forma que ninguna otra ciudad podía hacer, ni siquiera las modernas que había podido ver en otros planos temporales. Necesitaba respuestas, y con la mayor premura posible. Kazuo juntó sus manos, dejando un hueco entre ellas, como si quisiera arropar algo. De pronto, un suave brillo dorado emergió desde el interior de sus manos, filtrándose la luz a través de los huecos entre sus dedos, como si un amanecer intentase abrirse paso entre un cielo encapotado por densas nubes. —Corre el rumor de que la semilla de un zorro floreció en el vientre de una joven humana… —comenzó a decir Kazuo, con los labios cerca de aquellas manos bañadas por el oro. —Corre el rumor de que este busca respuestas sobre cómo terminará todo aquello… —su voz vibraba de una forma diferente, como si la intención de esta calase como un antiguo hechizo. Kazuo comenzó a abrir sus manos lentamente, dejando salir el brillo de estas, acompañado de unos pétalos de cerezo que alzaron vuelo con la primera brisa del viento. El zorro siguió con la mirada cómo estos volaban, impregnados con una súplica. —Divulgad mi mensaje. Sed mis oídos en todas partes. Traedme lo que busco, pues lo anhelo con desespero. Solo y cuando hayáis finalizado vuestro cometido, seréis libres de marchitaros… —No era una orden como tal; más bien, se trataba de una súplica. Kazuo observó cómo los pétalos de sakura se dispersaban en movimientos suaves, bajando hasta la ciudad, donde pensaban divulgar aquel rumor y así escuchar lo que los demonios y espíritus tenían que decir sobre aquello. Era su última esperanza. Si aun así no obtenía respuestas, el futuro que le esperaba a él y a su amada Elizabeth era totalmente incierto.
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  • Las cosas que tengo que hacer para conseguir información.. Tch pero bueno.. A darle.
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  • "no lo repetiré , Noe ya sabes lo que pienso que vebas mi sangre ...... Iré a ver buscar a portador de la maldición, gracias Dante por la información luego te pago zanahoria."
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  • El daño del pasado hizo creer que una estrella no podría brillar en un cielo iluminado por una estrella mayor a la todos aman, pero sigue estando ahí, y por la noche ilumina cuando nadie la vé, como las sinfonías de las nebulosas resonando en un espacio lejano de todos. Y personas que no creen en las estrellas fugaces antes que amar la beldad del llanto de estas al caer sin ser más que la muerte de un encanto desvanecido en cualquier lugar. Y ellas siguen soñando en conceder los deseos de los menos afortunados...

    — Mmm.. qué tienen de malo mis ojos??
    El daño del pasado hizo creer que una estrella no podría brillar en un cielo iluminado por una estrella mayor a la todos aman, pero sigue estando ahí, y por la noche ilumina cuando nadie la vé, como las sinfonías de las nebulosas resonando en un espacio lejano de todos. Y personas que no creen en las estrellas fugaces antes que amar la beldad del llanto de estas al caer sin ser más que la muerte de un encanto desvanecido en cualquier lugar. Y ellas siguen soñando en conceder los deseos de los menos afortunados... — Mmm.. qué tienen de malo mis ojos?? :STK-12:
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  • Bueno señoras y señores, damos y caballeras, me complace informar que yo solita me amarré jejeje, y me dijeron que si, ahora tengo de novia a una hermosa pelirroja

    Lilith Romanov
    Bueno señoras y señores, damos y caballeras, me complace informar que yo solita me amarré jejeje, y me dijeron que si, ahora tengo de novia a una hermosa pelirroja [drift_fuchsia_fox_888]
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  • ༒☬𝐋𝐎𝐒𝐓 𝐆𝐀𝐌𝐄☬༒

    ── 𝐒𝐚𝐛í𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐩é𝐬𝐢𝐦𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐞𝐧𝐬é 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨...



    Kiev no miró directamente a Marcos, solo alzó la ceja cuando las cartas volaron frustradas sobre la mesa. El ruso, en contraste, ni se inmutó. Dejó caer con parsimonia sus propias cartas sobre el tapete: una escalera real de corazones.

    Hubo silencio por unos segundos, hasta que el resto de hombres empujaron sus sillas hacia atrás con fastidió. Habían perdido hasta la última ficha.

    Se encontraba en uno de sus casinos. Tomándose un tiempo de relajo, aunque probablemente hubiera terminado molesto si hubiera hecho equipo con su asistente. Después de la discusión con él italiano, la mansión parecía haberse inundando de un aire totalmente pesado.

    Pero dentro de ello había recordado una conversación con una dama.

    “¿Entonces qué te gusta hacer para divertirte o entretenerte?”

    Una pregunta simple. Casi banal. Y sin embargo, había removido algo. No recordaba la última vez que se permitió relajarse desde que había despertado. Aunque cuando se había decidido por ir, recordó que normalmente solía ir a ese casino con Ryan.

    Obviamente, no iba a llamarlo.

    Por eso había traído a Marcos. Aunque, al parecer, su asistente no era bueno para mucho fuera del trabajo.

    —Recuérdame no jugar contigo en el mismo equipo. Me habrías hecho perder dinero. — Dijo desinteresado, mientras aplastaba el cigarro en el cenicero. Era el tercero de la noche. Tal vez debería dejar de fumar tanto, tal vez.

    Tomó su vaso y bebió otro sorbo de vodka, antes de posar la mirada sobre el rostro frustrado de Marcos.

    —¿Conseguiste algo sobre ese chico?

    El pelinegro tardó unos segundos en reaccionar. Aún parecía procesar la derrota cuando uno de los hombres le alcanzó una carpeta. Kiev la tomó sin miramientos.

    —Su nombre es Joon y es detective —informó Marcos, aún algo ido.

    El ceño del ruso se frunció al instante.

    ¿Un detective?

    Abrió el archivo. Fotos, informes y conexiones. No le gustaba lo que veía.

    —¿Y la mujer de la fiesta? —preguntó sin apartar la mirada del documento.

    Marcos titubeó.

    —Todavía estoy revisando la lista de invitados. Era una peliblanca, así que probablemente ya demos con su nombre. Él señor Ryan no me dejó acercarme esa vez.

    Kiev cerró el portafolio, lo dejó sobre la mesa y terminó el vodka de un solo trago.

    —Vigila a Ryan. En este punto, es en quien menos confío.

    Marcos asintió con rigidez. Pero aún intentó:

    —Señor… ¿no cree que sería mejor evitar más peleas? Quizá si hablara con él—

    La mirada que recibió bastó para que callara de inmediato.

    —Él eligió su camino. — Dirigió su vista en el vaso.

    Un destello metálico brilló en su mano: el anillo que Sky le había dado seguía ahí, frío contra su piel. Un símbolo de protección.

    —Y si se cruza en el mío... — Siguió hablando, su tono se fue apagando. — Destrozare lo mas importante para él.

    Por un instante, logro visualizar la sangre del italiano en su mano. La imagen no se le había podido sacar de la cabeza y eso le frustraba. Porque muy a pesar en un fondo. Hubiera deseado no tener aquella reunión con él.

    Sin embargo, todo estaba hecho. Ryan mencionó algo que no debía, aquella comparación había sido un golpe bajo. Y el italiano lo sabia, sabía muy bien la historia de él. Habían sido años de una gran amistad. Y cada uno conocía sus puntos débiles tanto como las fuerte, y Ryan, había tocado algo que no debió.

    Se incorporó con lentitud, recogiendo el portafolio.

    —Quédate con eso —señaló las fichas del casino—. Y no olvides liberar mi agenda para reunirme con la señorita Lancaster.

    Con ello simplemente se marchó.
    ༒☬𝐋𝐎𝐒𝐓 𝐆𝐀𝐌𝐄☬༒ ── 𝐒𝐚𝐛í𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐩é𝐬𝐢𝐦𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐞𝐧𝐬é 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨... Kiev no miró directamente a Marcos, solo alzó la ceja cuando las cartas volaron frustradas sobre la mesa. El ruso, en contraste, ni se inmutó. Dejó caer con parsimonia sus propias cartas sobre el tapete: una escalera real de corazones. Hubo silencio por unos segundos, hasta que el resto de hombres empujaron sus sillas hacia atrás con fastidió. Habían perdido hasta la última ficha. Se encontraba en uno de sus casinos. Tomándose un tiempo de relajo, aunque probablemente hubiera terminado molesto si hubiera hecho equipo con su asistente. Después de la discusión con él italiano, la mansión parecía haberse inundando de un aire totalmente pesado. Pero dentro de ello había recordado una conversación con una dama. “¿Entonces qué te gusta hacer para divertirte o entretenerte?” Una pregunta simple. Casi banal. Y sin embargo, había removido algo. No recordaba la última vez que se permitió relajarse desde que había despertado. Aunque cuando se había decidido por ir, recordó que normalmente solía ir a ese casino con Ryan. Obviamente, no iba a llamarlo. Por eso había traído a Marcos. Aunque, al parecer, su asistente no era bueno para mucho fuera del trabajo. —Recuérdame no jugar contigo en el mismo equipo. Me habrías hecho perder dinero. — Dijo desinteresado, mientras aplastaba el cigarro en el cenicero. Era el tercero de la noche. Tal vez debería dejar de fumar tanto, tal vez. Tomó su vaso y bebió otro sorbo de vodka, antes de posar la mirada sobre el rostro frustrado de Marcos. —¿Conseguiste algo sobre ese chico? El pelinegro tardó unos segundos en reaccionar. Aún parecía procesar la derrota cuando uno de los hombres le alcanzó una carpeta. Kiev la tomó sin miramientos. —Su nombre es Joon y es detective —informó Marcos, aún algo ido. El ceño del ruso se frunció al instante. ¿Un detective? Abrió el archivo. Fotos, informes y conexiones. No le gustaba lo que veía. —¿Y la mujer de la fiesta? —preguntó sin apartar la mirada del documento. Marcos titubeó. —Todavía estoy revisando la lista de invitados. Era una peliblanca, así que probablemente ya demos con su nombre. Él señor Ryan no me dejó acercarme esa vez. Kiev cerró el portafolio, lo dejó sobre la mesa y terminó el vodka de un solo trago. —Vigila a Ryan. En este punto, es en quien menos confío. Marcos asintió con rigidez. Pero aún intentó: —Señor… ¿no cree que sería mejor evitar más peleas? Quizá si hablara con él— La mirada que recibió bastó para que callara de inmediato. —Él eligió su camino. — Dirigió su vista en el vaso. Un destello metálico brilló en su mano: el anillo que Sky le había dado seguía ahí, frío contra su piel. Un símbolo de protección. —Y si se cruza en el mío... — Siguió hablando, su tono se fue apagando. — Destrozare lo mas importante para él. Por un instante, logro visualizar la sangre del italiano en su mano. La imagen no se le había podido sacar de la cabeza y eso le frustraba. Porque muy a pesar en un fondo. Hubiera deseado no tener aquella reunión con él. Sin embargo, todo estaba hecho. Ryan mencionó algo que no debía, aquella comparación había sido un golpe bajo. Y el italiano lo sabia, sabía muy bien la historia de él. Habían sido años de una gran amistad. Y cada uno conocía sus puntos débiles tanto como las fuerte, y Ryan, había tocado algo que no debió. Se incorporó con lentitud, recogiendo el portafolio. —Quédate con eso —señaló las fichas del casino—. Y no olvides liberar mi agenda para reunirme con la señorita Lancaster. Con ello simplemente se marchó.
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  • 𝙷𝚎𝚕𝚕 𝚘𝚏 𝚊 𝚐𝚘𝚘𝚍 𝚝𝚒𝚖𝚎 — 𝙷𝚊𝚒𝚍𝚎𝚗 𝙷𝚎𝚗𝚍𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗

    𝑺𝒉𝒆'𝒔 𝒕𝒉𝒆 𝒅𝒆𝒗𝒊𝒍
    𝑺𝒉𝒆'𝒔 𝒔𝒉𝒂𝒓𝒑𝒆𝒏𝒊𝒏𝒈 𝒉𝒆𝒓 𝒏𝒂𝒊𝒍𝒔
    𝑨𝒏𝒅 𝒔𝒉𝒆'𝒔 𝒉𝒊𝒅𝒊𝒏𝒈 𝒍𝒊𝒕𝒕𝒍𝒆 𝒉𝒐𝒓𝒏𝒔 𝒊𝒏 𝒉𝒆𝒓 𝒉𝒂𝒊𝒓
    𝑪𝒂𝒏𝒅𝒚 𝒄𝒐𝒂𝒕𝒆𝒅
    𝑯𝒆𝒓 𝒍𝒊𝒑𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒇𝒖𝒍𝒍 𝒐𝒇 𝒔𝒖𝒈𝒂𝒓
    𝑺𝒉𝒆'𝒍𝒍 𝒌𝒊𝒔𝒔 𝒚𝒐𝒖 𝒕𝒉𝒆𝒏 𝒔𝒉𝒆'𝒍𝒍 𝒌𝒊𝒍𝒍 𝒚𝒐𝒖 𝒃𝒆𝒘𝒂𝒓𝒆...

    Era pronto para reunirse con Ryan, Kiev y las chicas.
    Aclaración, no porque no quisiera pero desde que llegó esa sensación de tensión en el ambiente no la dejaba tranquila.
    Recurriría a viejas fuentes de información para tener una preliminar de la situación actual.

    Probablemente se sabría que estaba de nuevo en la ciudad o quizás no; la forma en que dejó de verse fue sin duda confusa. Era irrelevante, al final ya estaba ahí.

    Haría un par de trabajos simples; mover mercancía, ajustar cuentas, ensuciarse las manos por otros... lo normal.

    Nunca falta quien necesite un 𝒔𝒆𝒓𝒗𝒊𝒄𝒊𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍...
    𝙷𝚎𝚕𝚕 𝚘𝚏 𝚊 𝚐𝚘𝚘𝚍 𝚝𝚒𝚖𝚎 — 𝙷𝚊𝚒𝚍𝚎𝚗 𝙷𝚎𝚗𝚍𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗 𝑺𝒉𝒆'𝒔 𝒕𝒉𝒆 𝒅𝒆𝒗𝒊𝒍 𝑺𝒉𝒆'𝒔 𝒔𝒉𝒂𝒓𝒑𝒆𝒏𝒊𝒏𝒈 𝒉𝒆𝒓 𝒏𝒂𝒊𝒍𝒔 𝑨𝒏𝒅 𝒔𝒉𝒆'𝒔 𝒉𝒊𝒅𝒊𝒏𝒈 𝒍𝒊𝒕𝒕𝒍𝒆 𝒉𝒐𝒓𝒏𝒔 𝒊𝒏 𝒉𝒆𝒓 𝒉𝒂𝒊𝒓 𝑪𝒂𝒏𝒅𝒚 𝒄𝒐𝒂𝒕𝒆𝒅 𝑯𝒆𝒓 𝒍𝒊𝒑𝒔 𝒂𝒓𝒆 𝒇𝒖𝒍𝒍 𝒐𝒇 𝒔𝒖𝒈𝒂𝒓 𝑺𝒉𝒆'𝒍𝒍 𝒌𝒊𝒔𝒔 𝒚𝒐𝒖 𝒕𝒉𝒆𝒏 𝒔𝒉𝒆'𝒍𝒍 𝒌𝒊𝒍𝒍 𝒚𝒐𝒖 𝒃𝒆𝒘𝒂𝒓𝒆... Era pronto para reunirse con Ryan, Kiev y las chicas. Aclaración, no porque no quisiera pero desde que llegó esa sensación de tensión en el ambiente no la dejaba tranquila. Recurriría a viejas fuentes de información para tener una preliminar de la situación actual. Probablemente se sabría que estaba de nuevo en la ciudad o quizás no; la forma en que dejó de verse fue sin duda confusa. Era irrelevante, al final ya estaba ahí. Haría un par de trabajos simples; mover mercancía, ajustar cuentas, ensuciarse las manos por otros... lo normal. Nunca falta quien necesite un 𝒔𝒆𝒓𝒗𝒊𝒄𝒊𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍...
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  • ᴄᴀᴘ. ③
    ────────────
    Continuación de:

    Cap.① https://ficrol.com/posts/243909

    Cap.② https://ficrol.com/posts/271000

    ≫ ──────── ≪•◦ ✴ ◦•≫ ──────── ≪

    Un zumbido sórdido se adueñó de los oídos de Elizabeth, la noticia le causó tal conmoción que quedó aturdida por unos minutos.

    Los ojos estaban puestos en Elías, pero no lo veía, su mirada viajaba mas allá del presente; A la nostalgia de sus vagos recuerdos de su infancia, la sufrida doctrina militar, el día que lo perdió todo y por supuesto, los intensos años de búsqueda y penurias que padeció con la esperanza de encontrar a alguien de su estirpe.

    Una lágrima iba humedeciendo el camino recorrido hasta su mejilla. ¿Por qué lloraba? No lo sabía, era una mezcla de enojo, impotencia, incredulidad y sí... alivio, alivio de no ser la única.

    Tan rápido como sintió que la gota resbalaba por su rostro se la limpió con la manga de su capa. Detestaba que la vieran débil, mas alguien tan ajeno como lo era este hombre que se decía llamar su hermano.

    Elizabeth no habló, en cambio se limitó a observarlo con un ojo clínico y en extremo agudo.
    Las manos gruesas y toscas del pelirrojo aún extendidas en lo alto como señal de "paz" eran de alguien que ha empuñado el acero incontables veces, de hecho si se acercaba un poco más podía incluso ver el entramado de la empuñadura marcada en su palma. Sus muñecas tenía cicatrices mal cerradas de lo que parecía ser grilletes
    ¿Acaso había sido esclavo o era un asesino fugitivo?

    Una marca alargada atravesaba uno de sus ojos carmesí, Elizabeth podía asumir que como ella,el resto de su cuerpo padecía la misma suerte que su cara, era algo casi obvio.

    ── En el año del Búho te vi huir entre los escombros cerca del arroyo - confesó mientras lentamente con una de sus manos apartaba la punta de la espada de su garganta

    Liz salió de su profundo análisis al oírle hablar.

    ── Hay mucho que no calza en tu historia mediocre. - Dejó con cuidado a sus pies la comida que había comprado para Kazuo .
    La espada que Elías había apartado la situó a la altura de su vientre. No pensaba bajar la guardia ── Dices que eres mi hermano, pero nunca supe de tu existencia, dices que me viste huir y... ¿Donde estabas tú? ¿Cómo sé que dices la verdad? Lo único que no puedo negar porque es evidente, es tu raza, eres un Llama de Sangre... veo el fuego en tus ojos.

    ── Leezy ... o mejor dicho Elizabeth, Elizabeth Rose, de los Bloodflame.
    Madre, Padre y yo elegimos tus nombres por tu fuerza inquebrantable a pesar de que al nacer parecías una pequeña flor salida de un rosal siempre tuviste espinas para defenderte.
    Tú sabes como funcionaba todo en Knaresborough, no podían haber lazos familiares pero Hamza y Astrid nuestros padres, se la ingeniaron para no romper lo que era nuestra familia. Aunque... - tomó un segundo de silencio solemne, uno que Liz respetó. Todo su relato la había atrapado por completo ── Su osadía los llevó a la muerte, por eso no los conociste, lo lamento. Yo guardé mis distancias era un niño, temía llegar al mismo destino, te observaba desde lejos. Nunca necesitaste mi ayuda hasta el año del Búho claro... pero ahí no pide ofrecértela, fui secuestrado y vendido como esclavo... Fueron ocho años y cincuenta y siete días oscuros, muy oscuros.

    Era demasiado información para Elizabeth, su mente y corazón habían colapsado. La mezcla de emociones que no lograba entender la abrumó por completo.
    Entonces hizo lo único que sabía hacer: explotar en ira

    ── ¡VETE! ¡No te quiero ver! - sus ojos se tornaron de rojo intenso y su espada se envolvió en llamas ── ¡¡¡Tú y tu maldita historia se pueden volver por donde vinieron!!!!

    Elizabeth retrocedió un par de pasos y empezó a arrojar dardos de fuego directo al pecho de Elías. Pero este era un hábil guerrero, incluso mas experimentado que Liz, evadió cada ataque sin problemas, la abordó de manera brusca tomándole sus muñecas. La aproximación hizo que Liz alcanzara a herir con su espada uno de sus costados.

    ── ¡Basta Leezy! No quiero lastimarte ¡¿Que no entiendes?!

    ── No soy la puta Leezy, mi nombre es Elizabeth, ¡Suéltame! - Elizabeth flexionó una de sus piernas incrustando su rodilla con fuerza justo en la boca del estómago de Elías.

    El pelirrojo se apartó de ella tratando de recuperar el aire.

    Liz por su parte sin saber que sentir lo observaba mientras este se arrodillaba por el impacto del golpe resiente
    ᴄᴀᴘ. ③ ──────────── Continuación de: Cap.① https://ficrol.com/posts/243909 Cap.② https://ficrol.com/posts/271000 ≫ ──────── ≪•◦ ✴ ◦•≫ ──────── ≪ Un zumbido sórdido se adueñó de los oídos de Elizabeth, la noticia le causó tal conmoción que quedó aturdida por unos minutos. Los ojos estaban puestos en Elías, pero no lo veía, su mirada viajaba mas allá del presente; A la nostalgia de sus vagos recuerdos de su infancia, la sufrida doctrina militar, el día que lo perdió todo y por supuesto, los intensos años de búsqueda y penurias que padeció con la esperanza de encontrar a alguien de su estirpe. Una lágrima iba humedeciendo el camino recorrido hasta su mejilla. ¿Por qué lloraba? No lo sabía, era una mezcla de enojo, impotencia, incredulidad y sí... alivio, alivio de no ser la única. Tan rápido como sintió que la gota resbalaba por su rostro se la limpió con la manga de su capa. Detestaba que la vieran débil, mas alguien tan ajeno como lo era este hombre que se decía llamar su hermano. Elizabeth no habló, en cambio se limitó a observarlo con un ojo clínico y en extremo agudo. Las manos gruesas y toscas del pelirrojo aún extendidas en lo alto como señal de "paz" eran de alguien que ha empuñado el acero incontables veces, de hecho si se acercaba un poco más podía incluso ver el entramado de la empuñadura marcada en su palma. Sus muñecas tenía cicatrices mal cerradas de lo que parecía ser grilletes ¿Acaso había sido esclavo o era un asesino fugitivo? Una marca alargada atravesaba uno de sus ojos carmesí, Elizabeth podía asumir que como ella,el resto de su cuerpo padecía la misma suerte que su cara, era algo casi obvio. ── En el año del Búho te vi huir entre los escombros cerca del arroyo - confesó mientras lentamente con una de sus manos apartaba la punta de la espada de su garganta Liz salió de su profundo análisis al oírle hablar. 🌹── Hay mucho que no calza en tu historia mediocre. - Dejó con cuidado a sus pies la comida que había comprado para [8KazuoAihara8]. La espada que Elías había apartado la situó a la altura de su vientre. No pensaba bajar la guardia ── Dices que eres mi hermano, pero nunca supe de tu existencia, dices que me viste huir y... ¿Donde estabas tú? ¿Cómo sé que dices la verdad? Lo único que no puedo negar porque es evidente, es tu raza, eres un Llama de Sangre... veo el fuego en tus ojos. ── Leezy ... o mejor dicho Elizabeth, Elizabeth Rose, de los Bloodflame. Madre, Padre y yo elegimos tus nombres por tu fuerza inquebrantable a pesar de que al nacer parecías una pequeña flor salida de un rosal siempre tuviste espinas para defenderte. Tú sabes como funcionaba todo en Knaresborough, no podían haber lazos familiares pero Hamza y Astrid nuestros padres, se la ingeniaron para no romper lo que era nuestra familia. Aunque... - tomó un segundo de silencio solemne, uno que Liz respetó. Todo su relato la había atrapado por completo ── Su osadía los llevó a la muerte, por eso no los conociste, lo lamento. Yo guardé mis distancias era un niño, temía llegar al mismo destino, te observaba desde lejos. Nunca necesitaste mi ayuda hasta el año del Búho claro... pero ahí no pide ofrecértela, fui secuestrado y vendido como esclavo... Fueron ocho años y cincuenta y siete días oscuros, muy oscuros. Era demasiado información para Elizabeth, su mente y corazón habían colapsado. La mezcla de emociones que no lograba entender la abrumó por completo. Entonces hizo lo único que sabía hacer: explotar en ira 🌹── ¡VETE! ¡No te quiero ver! - sus ojos se tornaron de rojo intenso y su espada se envolvió en llamas ── ¡¡¡Tú y tu maldita historia se pueden volver por donde vinieron!!!! Elizabeth retrocedió un par de pasos y empezó a arrojar dardos de fuego directo al pecho de Elías. Pero este era un hábil guerrero, incluso mas experimentado que Liz, evadió cada ataque sin problemas, la abordó de manera brusca tomándole sus muñecas. La aproximación hizo que Liz alcanzara a herir con su espada uno de sus costados. ── ¡Basta Leezy! No quiero lastimarte ¡¿Que no entiendes?! 🌹── No soy la puta Leezy, mi nombre es Elizabeth, ¡Suéltame! - Elizabeth flexionó una de sus piernas incrustando su rodilla con fuerza justo en la boca del estómago de Elías. El pelirrojo se apartó de ella tratando de recuperar el aire. Liz por su parte sin saber que sentir lo observaba mientras este se arrodillaba por el impacto del golpe resiente
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  • En ese momento tuve que vestirme así para infitrarme en un lugar, debia conseguir información de un portador de la maldición.
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