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    • que pena es pasar todos tus "26 años" encerrada entre habitaciones vacias, no compartir tantas risas con la gente, por mas que quieras a tu pueblo, ninguno es tan cercano a ti, todos te tratan como lo que eres, "su reina", pero nadie te ve como su amiga o compañera de vida. De vez en cuando vas a otros lugares para trer conocimientos a tu pueblo, hay pequeñas maravillas en ellas que para los ojos de los habitantes de ese lugar son comunes, ves como la tecnología de otros mundos es avanzada porque han explorado por todos lados para obtenerlas, cuando tu solo puedes mantener a tu pueblo encerrado sin que vayan a explorar por su cuenta para requerir conocimientos básicos de un ser vivo. Solo puedes quedarte ahi, observando cuando estas al mando de todo, mientras que la culpa te consume profundamente.

    Por mas cosas que hagas por ellos, mas culpa sientes, no puedes recibir ayuda porque sientes que tienes que hacer todo, aunque no sea 100% tu responsabilidad, crees que si haces eso, ellos no tendran que preocuparse por las perdidas anteriores o de las bestias asechando mas alla del campo de fuerza que creaste. A todo esto le cuentas a tu amigo, pero el no te da las mejores ideas, aun asi te preguntas porqué tu no sientes la cercanía de esa persona que se auto proclama tu amigo, si ni siquiera tiene la mayor idea de lo que es ser rey, solo te habla de lo genial que seria y cuanto dinero gastaria, "una persona superficial" te dices para ti misma mientras sigues buscando una solución para tus problemas. Por mas que lo piensas, no lo encuentras, tienes que acabar con todo antes de que sea tarde y logren hacer daño a tu pueblo cuando menos te lo esperes.

    - que loco, es raro hablarle de tus problemas a tu propio peluche ¿a no verdad?

    - su mirada se dirige aquel peluche viejo de la esquina de su cama con una expresión sarcástica para dar su mejor sonrisa forzada antes de irse a trabajar en el cultivo de moras -

    • que pena es pasar todos tus "26 años" encerrada entre habitaciones vacias, no compartir tantas risas con la gente, por mas que quieras a tu pueblo, ninguno es tan cercano a ti, todos te tratan como lo que eres, "su reina", pero nadie te ve como su amiga o compañera de vida. De vez en cuando vas a otros lugares para trer conocimientos a tu pueblo, hay pequeñas maravillas en ellas que para los ojos de los habitantes de ese lugar son comunes, ves como la tecnología de otros mundos es avanzada porque han explorado por todos lados para obtenerlas, cuando tu solo puedes mantener a tu pueblo encerrado sin que vayan a explorar por su cuenta para requerir conocimientos básicos de un ser vivo. Solo puedes quedarte ahi, observando cuando estas al mando de todo, mientras que la culpa te consume profundamente. Por mas cosas que hagas por ellos, mas culpa sientes, no puedes recibir ayuda porque sientes que tienes que hacer todo, aunque no sea 100% tu responsabilidad, crees que si haces eso, ellos no tendran que preocuparse por las perdidas anteriores o de las bestias asechando mas alla del campo de fuerza que creaste. A todo esto le cuentas a tu amigo, pero el no te da las mejores ideas, aun asi te preguntas porqué tu no sientes la cercanía de esa persona que se auto proclama tu amigo, si ni siquiera tiene la mayor idea de lo que es ser rey, solo te habla de lo genial que seria y cuanto dinero gastaria, "una persona superficial" te dices para ti misma mientras sigues buscando una solución para tus problemas. Por mas que lo piensas, no lo encuentras, tienes que acabar con todo antes de que sea tarde y logren hacer daño a tu pueblo cuando menos te lo esperes. - que loco, es raro hablarle de tus problemas a tu propio peluche ¿a no verdad? - su mirada se dirige aquel peluche viejo de la esquina de su cama con una expresión sarcástica para dar su mejor sonrisa forzada antes de irse a trabajar en el cultivo de moras -
    Me entristece
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  • Un amor para Dos capt 2
    Fandom Tenebra
    Categoría Romance
    -Justo cuando el sillón se desocupo, el chico señalo con su dedo para que ella lo notase, aunque claro ella ya sabia que estaba disponible -
    "Ahí está,tu lo viste primero linda"
    -aunque Arant si deseaba seguir en su texto, apenas detalló el número de la pagina en que iba y luego lo miro a él y oe dedicó una sonrisa burlona mientras se escondia detrás del libro -
    "No hay espacio para dos"
    -justo en ese momento el chico la interrumpio con la tipica presentación formal de- " soy Hank tengo 22 años vivo en la calle st Francis, mi hobby es dibujar pintar y en mis ratos libres escribir y oir psycho"
    - Arant quedo sorprendida al oir el pequeño discurso, no esperaba todo eso en tan pocos instantes.
    Aunque sabia que el esperaba una respuesta similar solo se le ocurrió un ingenioso-"
    Vaya, sabes mas de ti que yo de mi ajajaj"
    -sus ojos se encontraron con la mirada color marrón de el y su linda sonrisa, que parecia llena de alegria. Justo cuando Arant ordenaba sus ideas para responder, ante ellos apareció una dependiente de biblioteca con su uniforme de paño gris, su gafete con el nombre *Greta* quien hizo un gesto con sus manos para enfatizar el susurro -
    " Pueden pasar a la cafetería para charlar, o acercarse al pasillo del auditorio, esta sala es de lectura exclusiva"
    -Ante el regaño Arant quedo congelada intentando pensar en una excusa, pero Hank se adelanto con un gesto arrogante y un bastante fresco-
    " De todos modos no habia lugar para los dos, estaremos bien al aire libre ¿Me sigues?"
    - Aun perpleja por la situación únicamente sonrio y le entrego el libro a la dependiente, luego siguió a Hank a la escalinata de edificio, dónde se sentaron a platicar. Básicamente ambos disfrutaban de la musica Spycho
    Aunque ella preferia leer y hacer otras actividades.
    Sin embargo Hank vivia en una calle comercial de la localidad donde no habia hogares familiares, solo tiendas restaurantes y centros comerciales, lo que explicaria porque tenia tiempo para tantas cosas . mientras fueron hablando de una cosa , de aca y de alla Hank le explicó a Arant que la había visto hacia algún tiempo en una tienda de artículos para papelería,pero le había dado vergüenza atreverse a saludar . Que ese dia cuando la vio no supo que decir. Ambos de rieron, ciertamente Arant habia quedado muy sorprendida con la presentación, asi que con mas calma le conto sobre ella-
    " Bueno ....Soy Arantxza, vivo en la rocco que es a dos calles de la tuya y también me dedico a manejar un cafe en la gaudit "
    - se sonrojo un poco antes de invitarle a visitarla cualquier dia de la semana, cuando vieron la hora ya habian pasado 4 horas desde que habian salido de la biblioteca. Una chispa de curiosidad y de gusto se había encendido para los dos.
    Al despedirse, solo levantaron las manitos ya que era mutuo el sentirse algo avergonzados pero felices
    -Justo cuando el sillón se desocupo, el chico señalo con su dedo para que ella lo notase, aunque claro ella ya sabia que estaba disponible - "Ahí está,tu lo viste primero linda" -aunque Arant si deseaba seguir en su texto, apenas detalló el número de la pagina en que iba y luego lo miro a él y oe dedicó una sonrisa burlona mientras se escondia detrás del libro - "No hay espacio para dos" -justo en ese momento el chico la interrumpio con la tipica presentación formal de- " soy Hank tengo 22 años vivo en la calle st Francis, mi hobby es dibujar pintar y en mis ratos libres escribir y oir psycho" - Arant quedo sorprendida al oir el pequeño discurso, no esperaba todo eso en tan pocos instantes. Aunque sabia que el esperaba una respuesta similar solo se le ocurrió un ingenioso-" Vaya, sabes mas de ti que yo de mi ajajaj" -sus ojos se encontraron con la mirada color marrón de el y su linda sonrisa, que parecia llena de alegria. Justo cuando Arant ordenaba sus ideas para responder, ante ellos apareció una dependiente de biblioteca con su uniforme de paño gris, su gafete con el nombre *Greta* quien hizo un gesto con sus manos para enfatizar el susurro - " Pueden pasar a la cafetería para charlar, o acercarse al pasillo del auditorio, esta sala es de lectura exclusiva" -Ante el regaño Arant quedo congelada intentando pensar en una excusa, pero Hank se adelanto con un gesto arrogante y un bastante fresco- " De todos modos no habia lugar para los dos, estaremos bien al aire libre ¿Me sigues?" - Aun perpleja por la situación únicamente sonrio y le entrego el libro a la dependiente, luego siguió a Hank a la escalinata de edificio, dónde se sentaron a platicar. Básicamente ambos disfrutaban de la musica Spycho Aunque ella preferia leer y hacer otras actividades. Sin embargo Hank vivia en una calle comercial de la localidad donde no habia hogares familiares, solo tiendas restaurantes y centros comerciales, lo que explicaria porque tenia tiempo para tantas cosas . mientras fueron hablando de una cosa , de aca y de alla Hank le explicó a Arant que la había visto hacia algún tiempo en una tienda de artículos para papelería,pero le había dado vergüenza atreverse a saludar . Que ese dia cuando la vio no supo que decir. Ambos de rieron, ciertamente Arant habia quedado muy sorprendida con la presentación, asi que con mas calma le conto sobre ella- " Bueno ....Soy Arantxza, vivo en la rocco que es a dos calles de la tuya y también me dedico a manejar un cafe en la gaudit " - se sonrojo un poco antes de invitarle a visitarla cualquier dia de la semana, cuando vieron la hora ya habian pasado 4 horas desde que habian salido de la biblioteca. Una chispa de curiosidad y de gusto se había encendido para los dos. Al despedirse, solo levantaron las manitos ya que era mutuo el sentirse algo avergonzados pero felices
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  • #MonoRol | La metamorfosis de la inocencia Pt. 02

    Las alarmas de los vehículos policiales que sonaban al fondo de sus pensamientos, se escuchaban como un eco sordo. Los pasos de los oficiales recorrían la escena sobre el piso de madera cubierto de sangre, y las voces de las conversaciones se escuchaban lejanas, como si su mente intentara apagar el ruido. Una pequeña Illyiv de siete años estaba sentada sobre una silla de madera, sus pies no tocaban el suelo. Estaba cubierta por una manta que una oficial le había ofrecido, intentando brindarle algo de consuelo en medio de la situación.

    La escena era desoladora. Su madre, quien había sido asesinada a golpes por su padrastro, yacía sobre el piso frío. Los oficiales y autoridades analizaban la escena, tomando notas y fotografiando cada detalle. Su padrastro había huido, y la única prueba era el testimonio de la pequeña niña de cabello blanco, quien una hora antes había realizado una llamada al servicio de emergencia.

    —Mi padrastro ha matado a mi madre... —había dicho Illyiv a través del teléfono, con una voz tan plana como el agua estancada, fría, vacía, y carente de emociones.

    Ahora, Illyiv observaba la escena como si fuera una extraña en su propio cuerpo. No hubo lágrimas, ni gritos, ni siquiera un temblor en su voz. Era como si una parte de sí misma hubiera muerto hacía mucho tiempo. Los años de abuso la habían convertido en eso, una observadora fría y distante de su propia vida.

    Una trabajadora social, que había sido llamada para hacerse cargo de la niña, se acercó a Illyiv. Colocó unos zapatos en sus pies pequeños y le dijo que era momento de que se fueran, con una voz que intentaba ser amable y comprensiva. La pequeña Illyiv, con la mirada perdida en la distancia, solo podía sentir un vacío abrumador.

    —Vamos, cariño. Es hora de irnos —dijo la trabajadora social, tomando la mano de Illyiv con suavidad—. Pronto todo estará bien.

    Illyiv no respondió, su mirada perdida en algún punto del suelo. La mujer la guió hacia un carro, abriendo la puerta trasera y ayudándola a subir. Mientras el vehículo se alejaba de la escena, Ia pequeña miró por la ventana, viendo cómo las luces de las patrullas se desvanecían en la distancia.

    La trabajadora social la llevó a un centro de acogida temporal, un lugar donde los niños en situaciones de emergencia eran llevados hasta que se pudiera encontrar una solución más permanente. El edificio tenía paredes grises y habitaciones austeras. Illyiv fue llevada a una pequeña habitación con una cama y una mesita de noche.

    —Aquí estarás segura por ahora —dijo la trabajadora social, intentando sonreír—. Si necesitas algo, solo tienes que pedirlo.

    Illyiv asintió ligeramente, pero no dijo nada. Se sentó en la cama, abrazando la manta que aún llevaba consigo. Sabía que las palabras de la trabajadora social eran una mentira piadosa. Nada estaría bien. No ahora, no nunca. Pero en ese momento, no tenía la energía para pensar en el futuro. Solo podía concentrarse en el presente, y en la confusión que la envolvía.

    Mientras la noche caía, Illyiv se acurrucó en la cama, cerrando los ojos y deseando que lo que había dicho esa mujer fuera cierto; que todo pronto estuviera bien. Pero sabía que no era así. Esta era su nueva realidad, y tendría que encontrar la manera de sobrevivir en ella.

    El centro de acogida temporal fue solo eso, temporal. Unos días más tarde, Illyiv fue trasladada a un orfanato en un pueblo cercano, donde tendría una estadía más "permanente", o al menos hasta que alguien decidiera adoptarla, si es que eso llegaba a suceder.

    La pequeña de cabello blanco y ojos vacíos, ahora en el orfanato, estaba sentada en una pequeña sala de terapia, con paredes decoradas con dibujos infantiles y juguetes brillantes que la rodeaban y parecían burlarse de ella. El lugar había sido diseñado para ser acogedor, pero para Illyiv resultaba frío y ajeno. Frente a ella, una psicóloga infantil la observaba con una mirada comprensiva. Sobre la mesa, había un dibujo que Illyiv había hecho a petición de la psicóloga: una casa solitaria sin puertas ni ventanas, rayada con un lápiz negro.

    La psicóloga, sentía un nudo en el estómago mientras miraba a la pequeña niña frente a ella. Sabía que debía manejar la situación con delicadeza, pero cada respuesta de Illyiv le rompía un poco más el corazón.

    —Illyiv, ¿tu padrastro te llegó a maltratar de alguna forma? ¿También te pegaba? —preguntó la psicóloga con suavidad, tratando de mantener su voz calmada, mientras permanecía atenta ante cualquier señal de dolor o miedo en sus ojos.

    —No —respondió Illyiv, su voz vacía y carente de emociones—. Mi padrastro nunca me pegó.

    La doctora asintió, tomando notas, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación, siendo consciente de que cada detalle era importante para reconstruir el rompecabezas de su trauma.

    —¿No te hizo daño de ninguna otra forma? —insistió, esperando obtener más información.

    —No. Solo le pegaba a mi madre, no a mí.

    La psicóloga frunció el ceño ligeramente, mirando las cicatrices de quemaduras que cubrían la piel de Illyiv, que iban desde su espalda y se extendían hasta llegar hacia parte sus hombros. Aquellas marcas parecían formar el mapa de un territorio devastado por el fuego.

    —Entonces, ¿quién te hizo esas quemaduras en la espalda? —preguntó, con un nudo en la garganta.

    —Mi madre —dijo Illyiv, con la misma voz vacía—. Era un castigo.

    La doctora intentó mantener la calma, aunque su corazón latía con fuerza.

    —¿Por qué te castigaba de esa manera?

    —Me castigaba cuando me equivocaba en mis pasos de ballet, cuando me cansaba, cuando me quejaba por no querer practicar, o simplemente cuando era débil...

    La psicóloga tragó saliva y respiró hondo, tratando de procesar la información. Sentía una profunda tristeza por la niña que tenía frente a ella.

    —¿Nunca se lo contaste a nadie? ¿Por qué no se lo contaste a amigos o algún maestro? ¿Nunca intentaste pedir ayuda?

    —No tengo amigos. Mi madre no me dejaba salir de casa, y no iba al instituto.

    —Entonces, ¿no has recibido ningún tipo de educación?

    —Mis clases eran particulares... en casa.

    —¿Nunca le contaste a tu profesora particular sobre lo que hacía tu madre?

    —Mi madre siempre estaba presente en mis clases. No quería que nadie me metiera ideas en la cabeza o me malinfluyera.

    La doctora asintió lentamente, sintiendo una mezcla de impotencia, frustración y compasión.

    —¿Tu padrastro sabía lo que te hacía tu madre? ¿Cómo era tu relación con él?

    —Nunca estaba en casa. No sabía que me quemaba, pero tampoco le importaba. Decía que yo no era su hija.

    La psicóloga tomó notas, su corazón pesado con la carga de la historia de Illyiv. Sabía que el camino hacia la recuperación sería largo y difícil, pero estaba decidida a ayudar a la niña a encontrar algo de paz en medio de su tormento.

    —Illyiv, ¿cómo te sientes ahora? —preguntó la psicóloga, intentando conectar con la niña.

    —No lo sé —respondió Illyiv, su voz aún carente de emoción—. No me gusta este lugar —se limitó a decir.

    —¿Hay algo que te haga sentir mejor? —insistió la psicóloga, buscando una chispa de esperanza.

    Illyiv pensó por un momento.

    —Me gusta bailar...

    La mujer sonrió ligeramente, viendo una pequeña chispa de interés en los ojos de Illyiv.

    —Eso es bueno. Bailar puede ser una forma de expresar tus sentimientos y encontrar un poco de paz...

    Illyiv no respondió, parecía atrapada en su propio mundo, pero la psicóloga sentía que había encontrado un pequeño punto de conexión. Ella estaba dispuesta a acompañarla en cada paso del proceso, genuinamente interesada en ayudar a la pequeña. Sin embargo, para ese momento aquella mujer desconocía que el destino no le permitiría ayudarla, y es que la vida muchas veces puede ser cruel e impredecible.
    #MonoRol | La metamorfosis de la inocencia Pt. 02 Las alarmas de los vehículos policiales que sonaban al fondo de sus pensamientos, se escuchaban como un eco sordo. Los pasos de los oficiales recorrían la escena sobre el piso de madera cubierto de sangre, y las voces de las conversaciones se escuchaban lejanas, como si su mente intentara apagar el ruido. Una pequeña Illyiv de siete años estaba sentada sobre una silla de madera, sus pies no tocaban el suelo. Estaba cubierta por una manta que una oficial le había ofrecido, intentando brindarle algo de consuelo en medio de la situación. La escena era desoladora. Su madre, quien había sido asesinada a golpes por su padrastro, yacía sobre el piso frío. Los oficiales y autoridades analizaban la escena, tomando notas y fotografiando cada detalle. Su padrastro había huido, y la única prueba era el testimonio de la pequeña niña de cabello blanco, quien una hora antes había realizado una llamada al servicio de emergencia. —Mi padrastro ha matado a mi madre... —había dicho Illyiv a través del teléfono, con una voz tan plana como el agua estancada, fría, vacía, y carente de emociones. Ahora, Illyiv observaba la escena como si fuera una extraña en su propio cuerpo. No hubo lágrimas, ni gritos, ni siquiera un temblor en su voz. Era como si una parte de sí misma hubiera muerto hacía mucho tiempo. Los años de abuso la habían convertido en eso, una observadora fría y distante de su propia vida. Una trabajadora social, que había sido llamada para hacerse cargo de la niña, se acercó a Illyiv. Colocó unos zapatos en sus pies pequeños y le dijo que era momento de que se fueran, con una voz que intentaba ser amable y comprensiva. La pequeña Illyiv, con la mirada perdida en la distancia, solo podía sentir un vacío abrumador. —Vamos, cariño. Es hora de irnos —dijo la trabajadora social, tomando la mano de Illyiv con suavidad—. Pronto todo estará bien. Illyiv no respondió, su mirada perdida en algún punto del suelo. La mujer la guió hacia un carro, abriendo la puerta trasera y ayudándola a subir. Mientras el vehículo se alejaba de la escena, Ia pequeña miró por la ventana, viendo cómo las luces de las patrullas se desvanecían en la distancia. La trabajadora social la llevó a un centro de acogida temporal, un lugar donde los niños en situaciones de emergencia eran llevados hasta que se pudiera encontrar una solución más permanente. El edificio tenía paredes grises y habitaciones austeras. Illyiv fue llevada a una pequeña habitación con una cama y una mesita de noche. —Aquí estarás segura por ahora —dijo la trabajadora social, intentando sonreír—. Si necesitas algo, solo tienes que pedirlo. Illyiv asintió ligeramente, pero no dijo nada. Se sentó en la cama, abrazando la manta que aún llevaba consigo. Sabía que las palabras de la trabajadora social eran una mentira piadosa. Nada estaría bien. No ahora, no nunca. Pero en ese momento, no tenía la energía para pensar en el futuro. Solo podía concentrarse en el presente, y en la confusión que la envolvía. Mientras la noche caía, Illyiv se acurrucó en la cama, cerrando los ojos y deseando que lo que había dicho esa mujer fuera cierto; que todo pronto estuviera bien. Pero sabía que no era así. Esta era su nueva realidad, y tendría que encontrar la manera de sobrevivir en ella. El centro de acogida temporal fue solo eso, temporal. Unos días más tarde, Illyiv fue trasladada a un orfanato en un pueblo cercano, donde tendría una estadía más "permanente", o al menos hasta que alguien decidiera adoptarla, si es que eso llegaba a suceder. La pequeña de cabello blanco y ojos vacíos, ahora en el orfanato, estaba sentada en una pequeña sala de terapia, con paredes decoradas con dibujos infantiles y juguetes brillantes que la rodeaban y parecían burlarse de ella. El lugar había sido diseñado para ser acogedor, pero para Illyiv resultaba frío y ajeno. Frente a ella, una psicóloga infantil la observaba con una mirada comprensiva. Sobre la mesa, había un dibujo que Illyiv había hecho a petición de la psicóloga: una casa solitaria sin puertas ni ventanas, rayada con un lápiz negro. La psicóloga, sentía un nudo en el estómago mientras miraba a la pequeña niña frente a ella. Sabía que debía manejar la situación con delicadeza, pero cada respuesta de Illyiv le rompía un poco más el corazón. —Illyiv, ¿tu padrastro te llegó a maltratar de alguna forma? ¿También te pegaba? —preguntó la psicóloga con suavidad, tratando de mantener su voz calmada, mientras permanecía atenta ante cualquier señal de dolor o miedo en sus ojos. —No —respondió Illyiv, su voz vacía y carente de emociones—. Mi padrastro nunca me pegó. La doctora asintió, tomando notas, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación, siendo consciente de que cada detalle era importante para reconstruir el rompecabezas de su trauma. —¿No te hizo daño de ninguna otra forma? —insistió, esperando obtener más información. —No. Solo le pegaba a mi madre, no a mí. La psicóloga frunció el ceño ligeramente, mirando las cicatrices de quemaduras que cubrían la piel de Illyiv, que iban desde su espalda y se extendían hasta llegar hacia parte sus hombros. Aquellas marcas parecían formar el mapa de un territorio devastado por el fuego. —Entonces, ¿quién te hizo esas quemaduras en la espalda? —preguntó, con un nudo en la garganta. —Mi madre —dijo Illyiv, con la misma voz vacía—. Era un castigo. La doctora intentó mantener la calma, aunque su corazón latía con fuerza. —¿Por qué te castigaba de esa manera? —Me castigaba cuando me equivocaba en mis pasos de ballet, cuando me cansaba, cuando me quejaba por no querer practicar, o simplemente cuando era débil... La psicóloga tragó saliva y respiró hondo, tratando de procesar la información. Sentía una profunda tristeza por la niña que tenía frente a ella. —¿Nunca se lo contaste a nadie? ¿Por qué no se lo contaste a amigos o algún maestro? ¿Nunca intentaste pedir ayuda? —No tengo amigos. Mi madre no me dejaba salir de casa, y no iba al instituto. —Entonces, ¿no has recibido ningún tipo de educación? —Mis clases eran particulares... en casa. —¿Nunca le contaste a tu profesora particular sobre lo que hacía tu madre? —Mi madre siempre estaba presente en mis clases. No quería que nadie me metiera ideas en la cabeza o me malinfluyera. La doctora asintió lentamente, sintiendo una mezcla de impotencia, frustración y compasión. —¿Tu padrastro sabía lo que te hacía tu madre? ¿Cómo era tu relación con él? —Nunca estaba en casa. No sabía que me quemaba, pero tampoco le importaba. Decía que yo no era su hija. La psicóloga tomó notas, su corazón pesado con la carga de la historia de Illyiv. Sabía que el camino hacia la recuperación sería largo y difícil, pero estaba decidida a ayudar a la niña a encontrar algo de paz en medio de su tormento. —Illyiv, ¿cómo te sientes ahora? —preguntó la psicóloga, intentando conectar con la niña. —No lo sé —respondió Illyiv, su voz aún carente de emoción—. No me gusta este lugar —se limitó a decir. —¿Hay algo que te haga sentir mejor? —insistió la psicóloga, buscando una chispa de esperanza. Illyiv pensó por un momento. —Me gusta bailar... La mujer sonrió ligeramente, viendo una pequeña chispa de interés en los ojos de Illyiv. —Eso es bueno. Bailar puede ser una forma de expresar tus sentimientos y encontrar un poco de paz... Illyiv no respondió, parecía atrapada en su propio mundo, pero la psicóloga sentía que había encontrado un pequeño punto de conexión. Ella estaba dispuesta a acompañarla en cada paso del proceso, genuinamente interesada en ayudar a la pequeña. Sin embargo, para ese momento aquella mujer desconocía que el destino no le permitiría ayudarla, y es que la vida muchas veces puede ser cruel e impredecible.
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    hoy escribo la continuacion

    mi cabeza tiene un revuelto de ideas y aun quiero ver como ordenarlo XD//
    hoy escribo la continuacion mi cabeza tiene un revuelto de ideas y aun quiero ver como ordenarlo XD//
    Desastre y llanto nocturno: La noche que lo cambio todo parte 1
    A veces el pasado volvía a ella como fantasmas susurrándole al oído cosas que ella luchaba por olvidar, tras la conversación mas reciente con su hermano habían vuelto detalles a su mente, cada cosa que había hecho los últimos 12 años lejos de su hogar, sin embargo los recuerdos mas dolorosos eran los de aquella noche que cambió...
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  • Este lindo gatito necesita un hogar asi que denme ideas para darle un nombre (es macho)
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    ||¡Disculpenme si no contesto constantemente estoy ocupada o no tengo ideas y me quedo pensando TwT!
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    ‎⠀ 𓂃 ♡◞ se busca : enemy to lovers
    ‎⠀ ‎⠀ ‎⠀ futura pareja de Ellie

    ━ Masculino.
    ━ Estudiante de ( ??? )
    ━ Comportamiento ( ??? )
    ━ Fc a elegir pero por dar ideas: Andy Biersack, Sang Heon Lee.
    ━ Aparte del rol, interacciones por post y regalitos.
    ━ Opción a tener algo más aparte de estudiar.
    ━ Será roleo en un grupo privado, la trama se hablará por privado con el/la user a pactar.
    ━ Personaje 3D
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    ━ Habrá drama, muchas peleas, celos.. novela Wattpad de 10/10
    ‎⠀ 𓂃 ♡◞ se busca : enemy to lovers ‎⠀ ‎⠀ ‎⠀ futura pareja de Ellie ━ Masculino. ━ Estudiante de ( ??? ) ━ Comportamiento ( ??? ) ━ Fc a elegir pero por dar ideas: Andy Biersack, Sang Heon Lee. ━ Aparte del rol, interacciones por post y regalitos. ━ Opción a tener algo más aparte de estudiar. ━ Será roleo en un grupo privado, la trama se hablará por privado con el/la user a pactar. ━ Personaje 3D ━ User +18 ━ Habrá drama, muchas peleas, celos.. novela Wattpad de 10/10
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  • La lámpara del tocador proyectaba una cálida luz amarilla sobre el cuarto de Carmina. Sentada frente al espejo, su cabello rizado caía en cascadas rebeldes, aún húmedo por el rocío del atomizador. Dividió los mechones con cuidado, dejando que el peine de dientes anchos resbalara entre ellos mientras aplicaba la crema para definir rizos. Aquel ritual nocturno, que siempre la tranquilizaba, esta vez no lograba acallar los pensamientos que bullían en su mente.

    El amor.

    Carmina suspiró, sus ojos perdiéndose en su reflejo. En su pecho se revolvía una mezcla de anhelo y duda, una tensión que la hacía preguntarse si algún día alguien podría estar a la altura de lo que ella imaginaba. "¿Y si pido demasiado? ¿Y si mis ideas son solo cuentos que me vendí a mí misma?"

    Sus dedos se detuvieron por un momento, recordando las palabras de su abuela Lucia. La imagen de la anciana se formó con claridad en su mente: el cabello canoso recogido con elegancia, el rostro lleno de arrugas que parecían trazos de una historia bien vivida, y la voz firme que siempre llevaba un tinte de dulzura.

    —Carmina, il cuore non si accontenta di favole, ma di realtà, —le había dicho una vez Lucia, mientras tejía con paciencia en el jardín.

    De niña, esas palabras habían parecido contradictorias. ¿Qué significaba amar en "realidad"? Para Carmina, el amor siempre había sido algo grande, mágico, como los romances de los libros que leía hasta la madrugada. Pero para Lucia, el amor era... diferente.

    "El amor no siempre llega con flores y promesas perfectas," continuó la voz de su abuela en su memoria. "Llega con paciencia. Con días buenos y otros no tanto. Pero cuando es real, aprendes a verlo en los pequeños gestos, no en las grandes palabras."

    Carmina sonrió apenas, masajeando las raíces de su cabello con un poco de aceite. ¿Y si ese era el problema? ¿Y si esperaba que el amor fuera siempre perfecto, como en las novelas? Pensaba en Lucia y Pietro, su abuelo, y en las historias que su abuela le contaba: cómo se conocieron cuando él se atrevió a robarle un baile, cómo discutían por cosas tan mundanas como la forma de colgar la ropa, y cómo, incluso en los días difíciles, encontraban maneras de reír juntos.

    "No era un amor de cuento de hadas," recordó que Lucia le había dicho una vez. "Era un amor real. Un amor que eliges cada día, incluso cuando es más difícil que fácil."

    Carmina suspiró, peinando un último mechón con cuidado. Sus expectativas tal vez no eran irreales, pero quizás necesitaban espacio para lo impredecible, lo imperfecto. Porque tal vez, pensó mientras miraba su reflejo, amar no era solo encontrar a alguien que cumpliera todas tus fantasías, sino aprender a construir algo único con otra persona.

    Apagó la lámpara del tocador, dejando que el cuarto se llenara de sombras. Mientras se acomodaba en la cama, cerró los ojos con una ligera sonrisa. —Tal vez no estoy buscando algo imposible... Tal vez solo necesito aprender a ver el amor cuando toque a mi puerta, aunque no traiga flores.—

    Se giró entre las sábanas, dejando que el sueño comenzara a envolverla, pero antes de cerrar los ojos del todo, murmuró: —Aunque, bueno… sería lindo recibir un ramo de flores solo porque sí.—
    La lámpara del tocador proyectaba una cálida luz amarilla sobre el cuarto de Carmina. Sentada frente al espejo, su cabello rizado caía en cascadas rebeldes, aún húmedo por el rocío del atomizador. Dividió los mechones con cuidado, dejando que el peine de dientes anchos resbalara entre ellos mientras aplicaba la crema para definir rizos. Aquel ritual nocturno, que siempre la tranquilizaba, esta vez no lograba acallar los pensamientos que bullían en su mente. El amor. Carmina suspiró, sus ojos perdiéndose en su reflejo. En su pecho se revolvía una mezcla de anhelo y duda, una tensión que la hacía preguntarse si algún día alguien podría estar a la altura de lo que ella imaginaba. "¿Y si pido demasiado? ¿Y si mis ideas son solo cuentos que me vendí a mí misma?" Sus dedos se detuvieron por un momento, recordando las palabras de su abuela Lucia. La imagen de la anciana se formó con claridad en su mente: el cabello canoso recogido con elegancia, el rostro lleno de arrugas que parecían trazos de una historia bien vivida, y la voz firme que siempre llevaba un tinte de dulzura. —Carmina, il cuore non si accontenta di favole, ma di realtà, —le había dicho una vez Lucia, mientras tejía con paciencia en el jardín. De niña, esas palabras habían parecido contradictorias. ¿Qué significaba amar en "realidad"? Para Carmina, el amor siempre había sido algo grande, mágico, como los romances de los libros que leía hasta la madrugada. Pero para Lucia, el amor era... diferente. "El amor no siempre llega con flores y promesas perfectas," continuó la voz de su abuela en su memoria. "Llega con paciencia. Con días buenos y otros no tanto. Pero cuando es real, aprendes a verlo en los pequeños gestos, no en las grandes palabras." Carmina sonrió apenas, masajeando las raíces de su cabello con un poco de aceite. ¿Y si ese era el problema? ¿Y si esperaba que el amor fuera siempre perfecto, como en las novelas? Pensaba en Lucia y Pietro, su abuelo, y en las historias que su abuela le contaba: cómo se conocieron cuando él se atrevió a robarle un baile, cómo discutían por cosas tan mundanas como la forma de colgar la ropa, y cómo, incluso en los días difíciles, encontraban maneras de reír juntos. "No era un amor de cuento de hadas," recordó que Lucia le había dicho una vez. "Era un amor real. Un amor que eliges cada día, incluso cuando es más difícil que fácil." Carmina suspiró, peinando un último mechón con cuidado. Sus expectativas tal vez no eran irreales, pero quizás necesitaban espacio para lo impredecible, lo imperfecto. Porque tal vez, pensó mientras miraba su reflejo, amar no era solo encontrar a alguien que cumpliera todas tus fantasías, sino aprender a construir algo único con otra persona. Apagó la lámpara del tocador, dejando que el cuarto se llenara de sombras. Mientras se acomodaba en la cama, cerró los ojos con una ligera sonrisa. —Tal vez no estoy buscando algo imposible... Tal vez solo necesito aprender a ver el amor cuando toque a mi puerta, aunque no traiga flores.— Se giró entre las sábanas, dejando que el sueño comenzara a envolverla, pero antes de cerrar los ojos del todo, murmuró: —Aunque, bueno… sería lindo recibir un ramo de flores solo porque sí.—
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  • "Quizá debí preocuparme más por los exámenes antes de las festividades que después. Odio los exámenes de recuperación."

    Lev maldijo en su mente. Odiaba tener ideas tan "brillantes" que después terminaban perjudicandolo como en ese momento. De verdad, ¿por qué había pensado que era una idea brillante aceptar más trabajos de modelaje en lugar de estudiar? Ah sí, porque necesitaba comprarles buenos regalos de navidad a sus hermanas. No había duda de que el Nikolay del pasado era demasiado idiota, tanto que había dejado todos los problemas para la época donde todos preferían divertirse.

    Por eso, es que ahora estaba fuera de la habitación de Russell, el chico que tenía mejores notas en las materias de números que se le complicaban. Aún no entendía para qué los necesitaba si él solo iba a terminar como secretario de Alek. No es que no aspirase más en la vida pero, siendo honestos, ¿cómo iba a esforzarse más con sus antecedentes y sus problemas? Suspiró en silencio y volvió a maldecir. Se suponía que el chico llegaría desde el día anterior a los dormitorios de la universidad, ¿por qué tardaba tanto? Su teléfono vibró, leyó el mensaje y entonces lo comprendió: Russell iba a tomarse otra semana de vacaciones para pasar el tiempo con su abuela a quien no veía en meses.

    "Voy a matarlo. Cuando ponga un pie en el campus lo mataré. Llevo tres horas aquí. Tengo el trasero frío y ya no siento las piernas. Que te den Russell."

    Inspiró hondo e intentó estirar las piernas, pero éstas no le respondieron en lo más mínimo al sentir cómo empezaban a hormiguear. Por ello, fue que terminó leyendo sus propios apuntes para forzarse a entender todo lo que se le dificultaba. Él siempre había sido bueno en la escuela, cuando niño al menos, ¿sería que toda su vida estaba fracasando como consecuencia de sus acciones? Sacudió la cabeza, despejó aquellas ideas erróneas y continuó leyendo. ¿Qué tan difícil podían ser las matemáticas para las estadísticas?

    "Odio aquí. Ya me quiero ir."
    "Quizá debí preocuparme más por los exámenes antes de las festividades que después. Odio los exámenes de recuperación." Lev maldijo en su mente. Odiaba tener ideas tan "brillantes" que después terminaban perjudicandolo como en ese momento. De verdad, ¿por qué había pensado que era una idea brillante aceptar más trabajos de modelaje en lugar de estudiar? Ah sí, porque necesitaba comprarles buenos regalos de navidad a sus hermanas. No había duda de que el Nikolay del pasado era demasiado idiota, tanto que había dejado todos los problemas para la época donde todos preferían divertirse. Por eso, es que ahora estaba fuera de la habitación de Russell, el chico que tenía mejores notas en las materias de números que se le complicaban. Aún no entendía para qué los necesitaba si él solo iba a terminar como secretario de Alek. No es que no aspirase más en la vida pero, siendo honestos, ¿cómo iba a esforzarse más con sus antecedentes y sus problemas? Suspiró en silencio y volvió a maldecir. Se suponía que el chico llegaría desde el día anterior a los dormitorios de la universidad, ¿por qué tardaba tanto? Su teléfono vibró, leyó el mensaje y entonces lo comprendió: Russell iba a tomarse otra semana de vacaciones para pasar el tiempo con su abuela a quien no veía en meses. "Voy a matarlo. Cuando ponga un pie en el campus lo mataré. Llevo tres horas aquí. Tengo el trasero frío y ya no siento las piernas. Que te den Russell." Inspiró hondo e intentó estirar las piernas, pero éstas no le respondieron en lo más mínimo al sentir cómo empezaban a hormiguear. Por ello, fue que terminó leyendo sus propios apuntes para forzarse a entender todo lo que se le dificultaba. Él siempre había sido bueno en la escuela, cuando niño al menos, ¿sería que toda su vida estaba fracasando como consecuencia de sus acciones? Sacudió la cabeza, despejó aquellas ideas erróneas y continuó leyendo. ¿Qué tan difícil podían ser las matemáticas para las estadísticas? "Odio aquí. Ya me quiero ir."
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Empecé el año con gripe y fiebre pero ya estoy bien (?) Feliz Año super atrasado a todos, gracias a quienes soportan a la brujita, sé que puede ser todo un desafío. (?)

    Voy a esforzarme por responder más rápido este año y en general a desarrollar algunas ideas que tengo. Espero que hayan empezado el año mejor que yo(?), los quiero.
    Empecé el año con gripe y fiebre pero ya estoy bien (?) Feliz Año super atrasado a todos, gracias a quienes soportan a la brujita, sé que puede ser todo un desafío. (?) Voy a esforzarme por responder más rápido este año y en general a desarrollar algunas ideas que tengo. Espero que hayan empezado el año mejor que yo(?), los quiero.
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