• -Después de mucho esperar, me quedé dormido y, entre sueños, pronunciaba tu nombre. Con el paso de las horas, pude sentir la calidez de tu mano sosteniendo la mía.-
    -Después de mucho esperar, me quedé dormido y, entre sueños, pronunciaba tu nombre. Con el paso de las horas, pude sentir la calidez de tu mano sosteniendo la mía.-
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  • La noche caía con una tranquilidad inusual en aquella ciudad colgante entre riscos, iluminada por linternas de papel que danzaban suavemente con el viento. En una callejuela secundaria, oculta entre los niveles bajos del distrito, un pequeño puesto de ramen iluminaba el empedrado con su calidez. Jett estaba sentado en un banco de madera, sorbiendo el caldo humeante de su tazón con una satisfacción apenas disimulada.

    El hombre que atendía el puesto —un anciano de cabello gris recogido en una coleta baja y voz áspera pero amable— le lanzó una mirada curiosa mientras secaba un tazón.

    —¿Te dolió la caída? —preguntó con una ceja levantada, mirando más allá del hombro de Jett, al Deora II estacionado cerca. El auto, normalmente reluciente, estaba cubierto de polvo y presentaba marcas de raspaduras por ambos flancos.

    Jett tragó el último bocado de huevo cocido y soltó una risilla.

    —¿Eso? Nah, los Vigías. —Se acomodó en el taburete, recargando los codos en la barra—. ¿Sabes? Todo por tomar un atajo por esas colinas del sur… esas que parecen hechas a mano por un dios apurado.

    El anciano asintió, como si supiera exactamente de qué colinas hablaba.

    —Vi a una pareja ahí. Él estaba pálido, ella... bueno, se notaba que el bebé no pensaba esperar mucho. Así que les ofrecí mi servicio de transporte interdimensional de emergencia gratuita. Subieron sin preguntar y *boom*, directo al hospital de la capital colina abajo.

    —¿Y los Vigías? —preguntó el anciano, girando el caldo con su cuchara de madera.

    —Aparecieron cuando crucé el límite de velocidad por el Arco del Silencio —dijo Jett, levantando el dedo índice como si fuera una lección—. Odiaban que alguien pisara sus senderos sagrados con ruedas y estilo. Me siguieron en esas máquinas flotantes que chillan más que arrancar una guitarra sin afinar.

    La escena se había grabado en su mente con precisión cinematográfica: el motor rugiendo mientras derrapaba por un sendero de tierra; una de las torres de vigilancia activando luces rojas; los Vigías bajando en su transporte elegante, frío, silencioso… hasta que empezaron a disparar haces de parálisis.

    —Tuve que improvisar. Me metí por un acueducto abandonado, pegué un salto sobre el puente de los Cien Suspiros —exageró, levantando la mano—, perdí un espejo retrovisor ahí. ¡Y luego usé una rampa hecha con una carreta caída para pasar por encima de uno de sus drones!

    —¿Y el hospital?

    —Llegué justo a tiempo —sonrió, mirando su auto por un momento—. Dejé a la pareja con el personal. El padre me dio un apretón de manos tan fuerte que por poco me deja sin nudillos.

    —¿Y luego escapaste?

    —Claro. Solo había una salida: una pendiente de piedra que baja hacia el túnel de tren abandonado. Cerré los ojos, pisé el acelerador, y recé a los dioses de los amortiguadores. Lo demás... son esas rayas que viste.

    El anciano lo miró largo rato y luego soltó una risa ronca.

    —Eres todo un personaje, chico. Uno de esos que sólo aparecen cuando el mundo quiere entretenerse un rato.

    Jett levantó su tazón con los restos de caldo y brindó.

    —Pero hey, almenos la joven pareja tiene una historia interesante para contar, jajajaja.

    El viento agitó las linternas suavemente. Afuera, bajo el brillo tenue de las farolas, el Deora II descansaba como un corcel tras la batalla: maltrecho, pero orgulloso.
    La noche caía con una tranquilidad inusual en aquella ciudad colgante entre riscos, iluminada por linternas de papel que danzaban suavemente con el viento. En una callejuela secundaria, oculta entre los niveles bajos del distrito, un pequeño puesto de ramen iluminaba el empedrado con su calidez. Jett estaba sentado en un banco de madera, sorbiendo el caldo humeante de su tazón con una satisfacción apenas disimulada. El hombre que atendía el puesto —un anciano de cabello gris recogido en una coleta baja y voz áspera pero amable— le lanzó una mirada curiosa mientras secaba un tazón. —¿Te dolió la caída? —preguntó con una ceja levantada, mirando más allá del hombro de Jett, al Deora II estacionado cerca. El auto, normalmente reluciente, estaba cubierto de polvo y presentaba marcas de raspaduras por ambos flancos. Jett tragó el último bocado de huevo cocido y soltó una risilla. —¿Eso? Nah, los Vigías. —Se acomodó en el taburete, recargando los codos en la barra—. ¿Sabes? Todo por tomar un atajo por esas colinas del sur… esas que parecen hechas a mano por un dios apurado. El anciano asintió, como si supiera exactamente de qué colinas hablaba. —Vi a una pareja ahí. Él estaba pálido, ella... bueno, se notaba que el bebé no pensaba esperar mucho. Así que les ofrecí mi servicio de transporte interdimensional de emergencia gratuita. Subieron sin preguntar y *boom*, directo al hospital de la capital colina abajo. —¿Y los Vigías? —preguntó el anciano, girando el caldo con su cuchara de madera. —Aparecieron cuando crucé el límite de velocidad por el Arco del Silencio —dijo Jett, levantando el dedo índice como si fuera una lección—. Odiaban que alguien pisara sus senderos sagrados con ruedas y estilo. Me siguieron en esas máquinas flotantes que chillan más que arrancar una guitarra sin afinar. La escena se había grabado en su mente con precisión cinematográfica: el motor rugiendo mientras derrapaba por un sendero de tierra; una de las torres de vigilancia activando luces rojas; los Vigías bajando en su transporte elegante, frío, silencioso… hasta que empezaron a disparar haces de parálisis. —Tuve que improvisar. Me metí por un acueducto abandonado, pegué un salto sobre el puente de los Cien Suspiros —exageró, levantando la mano—, perdí un espejo retrovisor ahí. ¡Y luego usé una rampa hecha con una carreta caída para pasar por encima de uno de sus drones! —¿Y el hospital? —Llegué justo a tiempo —sonrió, mirando su auto por un momento—. Dejé a la pareja con el personal. El padre me dio un apretón de manos tan fuerte que por poco me deja sin nudillos. —¿Y luego escapaste? —Claro. Solo había una salida: una pendiente de piedra que baja hacia el túnel de tren abandonado. Cerré los ojos, pisé el acelerador, y recé a los dioses de los amortiguadores. Lo demás... son esas rayas que viste. El anciano lo miró largo rato y luego soltó una risa ronca. —Eres todo un personaje, chico. Uno de esos que sólo aparecen cuando el mundo quiere entretenerse un rato. Jett levantó su tazón con los restos de caldo y brindó. —Pero hey, almenos la joven pareja tiene una historia interesante para contar, jajajaja. El viento agitó las linternas suavemente. Afuera, bajo el brillo tenue de las farolas, el Deora II descansaba como un corcel tras la batalla: maltrecho, pero orgulloso.
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  • 『 DRAUGR: 』

    Fue una noche de verano en el que la luna se aumentaba en el firmamento, las sombras se camuflaban perfectamente por lo que pasaban desapercibidas. En medio de aquel manto nocturno por sobre los.bosques que apartados de las grandes metrópolis aún corrían los rumores que en la antigüedad circulaba n colo si fueran de lo más reciente.

    Una gélido corriente perturbó el.sueño de varias criaturas, las hicieron huir, aquella sombra entre sombras solo se la pasaba jugando como un niño en navidad. Frenético de su diversión. Perturbada la tierra, los árboles y al mismo viento. Y, así mismo a los que ya descansaban en paz, aquellos olvidados por los mismos dioses y los hombres, aquellos que no hallaron la gloria y que vivieron en el olvido gracias a sus repugnantes acciones.

    Al paso de aquella sombra, su sueño eterno fue perturbado para hacerles abrir sus ojos nuevamente, y avanzados en su putrefacción se alzaron con lo poco que tenían para asi comenzar una noche de pesadilla. Les llamaban draugr.

    Rol con: Laila Sallow
    『 DRAUGR: 』 Fue una noche de verano en el que la luna se aumentaba en el firmamento, las sombras se camuflaban perfectamente por lo que pasaban desapercibidas. En medio de aquel manto nocturno por sobre los.bosques que apartados de las grandes metrópolis aún corrían los rumores que en la antigüedad circulaba n colo si fueran de lo más reciente. Una gélido corriente perturbó el.sueño de varias criaturas, las hicieron huir, aquella sombra entre sombras solo se la pasaba jugando como un niño en navidad. Frenético de su diversión. Perturbada la tierra, los árboles y al mismo viento. Y, así mismo a los que ya descansaban en paz, aquellos olvidados por los mismos dioses y los hombres, aquellos que no hallaron la gloria y que vivieron en el olvido gracias a sus repugnantes acciones. Al paso de aquella sombra, su sueño eterno fue perturbado para hacerles abrir sus ojos nuevamente, y avanzados en su putrefacción se alzaron con lo poco que tenían para asi comenzar una noche de pesadilla. Les llamaban draugr. Rol con: [myth_white_kangaroo_553]
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  • El rugido de la multitud retumba por todo el estadio. Las luces brillan con intensidad, iluminando el campo donde los jugadores se preparan para el gran enfrentamiento. Pero todo eso pasa a segundo plano cuando ella entra en escena.

    Con un movimiento ágil y una sonrisa radiante, Zhamira, la carismática líder del equipo de animadoras de la academia , alza sus pompones y dirige la atención del público. Su uniforme púrpura resplandece bajo los focos, haciendo juego con su largo cabello trenzado adornado con cintas doradas.

    —¡Vamos, equipo! ¡Esta noche es nuestra! —grita con entusiasmo, mientras salta al ritmo de la música y su voz se mezcla con los vítores.

    Pero Zhamira no está solo aquí por el espectáculo… Entre la multitud, busca una mirada conocida. Alguien que prometió venir esta noche.



    ✓ Inspirado en los días de instituto de mi pequeña.
    El rugido de la multitud retumba por todo el estadio. Las luces brillan con intensidad, iluminando el campo donde los jugadores se preparan para el gran enfrentamiento. Pero todo eso pasa a segundo plano cuando ella entra en escena. Con un movimiento ágil y una sonrisa radiante, Zhamira, la carismática líder del equipo de animadoras de la academia , alza sus pompones y dirige la atención del público. Su uniforme púrpura resplandece bajo los focos, haciendo juego con su largo cabello trenzado adornado con cintas doradas. —¡Vamos, equipo! ¡Esta noche es nuestra! —grita con entusiasmo, mientras salta al ritmo de la música y su voz se mezcla con los vítores. Pero Zhamira no está solo aquí por el espectáculo… Entre la multitud, busca una mirada conocida. Alguien que prometió venir esta noche. ✓ Inspirado en los días de instituto de mi pequeña.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Morfeo comenzó a sentir una fisura en los cimientos de su imperio. Al principio fue sutil: un silencio anómalo en los corredores de la fantasía, una ausencia creciente de rostros humanos en los salones de la ensoñación. Luego vinieron las grietas, los cielos que antes se teñían de luz líquida comenzaron a desvanecerse, y los paisajes oníricos, antaño ricos y vibrantes, se marchitaban como pergaminos olvidados.

    Morfeo caminaba solo por lo que quedaba de su reino, y en cada paso percibía el peso de una realidad incuestionable: los humanos lo habían olvidado. Habían comenzado a temer al sueño, a rechazar la noche en favor de luces artificiales, de pantallas que nunca parpadeaban. Habían silenciado los cuentos, apagado la imaginación, desterrado los símbolos y los mitos. Ya no dormían para soñar; dormían apenas para sobrevivir.

    Los templos oníricos se desmoronaban en ruinas de niebla. Las bestias de los mitos, alimentadas por la fantasía humana, yacían en letargo eterno. El gran Árbol del Recuerdo, cuyas hojas contenían los secretos más antiguos de la humanidad, perdió su follaje en un lamento invisible.

    El principio de su fin estaba más cerca.
    Morfeo comenzó a sentir una fisura en los cimientos de su imperio. Al principio fue sutil: un silencio anómalo en los corredores de la fantasía, una ausencia creciente de rostros humanos en los salones de la ensoñación. Luego vinieron las grietas, los cielos que antes se teñían de luz líquida comenzaron a desvanecerse, y los paisajes oníricos, antaño ricos y vibrantes, se marchitaban como pergaminos olvidados. Morfeo caminaba solo por lo que quedaba de su reino, y en cada paso percibía el peso de una realidad incuestionable: los humanos lo habían olvidado. Habían comenzado a temer al sueño, a rechazar la noche en favor de luces artificiales, de pantallas que nunca parpadeaban. Habían silenciado los cuentos, apagado la imaginación, desterrado los símbolos y los mitos. Ya no dormían para soñar; dormían apenas para sobrevivir. Los templos oníricos se desmoronaban en ruinas de niebla. Las bestias de los mitos, alimentadas por la fantasía humana, yacían en letargo eterno. El gran Árbol del Recuerdo, cuyas hojas contenían los secretos más antiguos de la humanidad, perdió su follaje en un lamento invisible. El principio de su fin estaba más cerca.
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  • -Todos somos marionetas en las manos de alguien o algo al menos una vez, pues la experiencia se obtiene al enfrentar las diferentes situaciones que nos presenta la vida.
    -Todos somos marionetas en las manos de alguien o algo al menos una vez, pues la experiencia se obtiene al enfrentar las diferentes situaciones que nos presenta la vida.
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  • • Night of madness
    - Friends


    Tenía un grupo de amigos y junto a ellos acordaban visitar lugares exóticos casi todas las noches, lugares no aptos para ellos, pero de ahí nacían las más grandes e inolvidables aventuras.

    Esa noche iban sin rumbo por el subterráneo, dónde uno de ellos se asustó todo el camino debido a la oscuridad. Era un subterráneo abandonado, los autos tomaban otra ruta ya que desconfiaban de ese lugar por lo desolado que estaba. Mientras que ellos caminaban tranquilamente, era la manera más rápida de llegar a su destino, el cual residía en el otro extremo de la ciudad.

    Lo cruzaron sin peligro y Asher tuvo que consolar con su hombro a su amiga que había estado llorando por el miedo. Cabía decir que era un asco siendo de suporte, pero con su amiga tenía confianza, todos sus amigos eran como hermanos perdidos.

    Pero la noche era joven y el subterráneo era lo principal, ahora irían a visitar locales y lugares nocturnos, se habían cansado de ir a los mismos de siempre. Asher no ponía objeción, siempre se dejaba llevar por ellos y por eso se había divertido mucho, aunque a veces se metían el problemas, pensaba que haberse hecho amigo de éstos humanos había valido completamente la pena en su vida, no se arrepentía de nada ya que no había motivos para hacerlo.
    • Night of madness - Friends Tenía un grupo de amigos y junto a ellos acordaban visitar lugares exóticos casi todas las noches, lugares no aptos para ellos, pero de ahí nacían las más grandes e inolvidables aventuras. Esa noche iban sin rumbo por el subterráneo, dónde uno de ellos se asustó todo el camino debido a la oscuridad. Era un subterráneo abandonado, los autos tomaban otra ruta ya que desconfiaban de ese lugar por lo desolado que estaba. Mientras que ellos caminaban tranquilamente, era la manera más rápida de llegar a su destino, el cual residía en el otro extremo de la ciudad. Lo cruzaron sin peligro y Asher tuvo que consolar con su hombro a su amiga que había estado llorando por el miedo. Cabía decir que era un asco siendo de suporte, pero con su amiga tenía confianza, todos sus amigos eran como hermanos perdidos. Pero la noche era joven y el subterráneo era lo principal, ahora irían a visitar locales y lugares nocturnos, se habían cansado de ir a los mismos de siempre. Asher no ponía objeción, siempre se dejaba llevar por ellos y por eso se había divertido mucho, aunque a veces se metían el problemas, pensaba que haberse hecho amigo de éstos humanos había valido completamente la pena en su vida, no se arrepentía de nada ya que no había motivos para hacerlo.
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  • • Night of madness
    #libre


    No diría que no estaba cansado luego de su jornada de estudio, pero sus amigos le invitaron a salir y no pudo decir que no. Habían acordado hace aproximadamente una media hora, pero ellos nunca habían llegado. Se aburrió luego de maldecirlos y se puso a jugar un juego de máquina que había cerca del establecimiento porque los muy infelices nunca habían llegado. Debía admitir que era Asher quién se tardaba milenios en llegar a las salidas y los hacía esperar, ahora comenzaba a sospechar sobre el que ellos se estaban vengando de él...

    Entrecerró sus ojos en la pequeña figura de conejo diabólico color blanco con morado que parecía burlarse de él debido a sus anteriores intentos fallidos y nuevamente cuando la garra mecánica la había sujetado, su mano resbaló sobre el control y la garra soltó la figura, quería decir, por octava vez. Asher se frotó el cabello frustrado mientras maldecía y algunas personas le daban miradas juzgándolo.

    — Maldita sea, debería de simplemente romper el maldito cristal.

    Murmuró observando fijamente el cristal que separaba esa figura de su mano, la cual ya la tenía cerrada en un puño. No había ningún inspector cerca, así que si rompía el cristal y tomaba la figura y luego huía, seguramente funcionaría. Además que su fuerza y velocidad era extrema al no ser humano, consideraba seriamente en intentarlo, no era un ser de paciencia.
    • Night of madness #libre No diría que no estaba cansado luego de su jornada de estudio, pero sus amigos le invitaron a salir y no pudo decir que no. Habían acordado hace aproximadamente una media hora, pero ellos nunca habían llegado. Se aburrió luego de maldecirlos y se puso a jugar un juego de máquina que había cerca del establecimiento porque los muy infelices nunca habían llegado. Debía admitir que era Asher quién se tardaba milenios en llegar a las salidas y los hacía esperar, ahora comenzaba a sospechar sobre el que ellos se estaban vengando de él... Entrecerró sus ojos en la pequeña figura de conejo diabólico color blanco con morado que parecía burlarse de él debido a sus anteriores intentos fallidos y nuevamente cuando la garra mecánica la había sujetado, su mano resbaló sobre el control y la garra soltó la figura, quería decir, por octava vez. Asher se frotó el cabello frustrado mientras maldecía y algunas personas le daban miradas juzgándolo. — Maldita sea, debería de simplemente romper el maldito cristal. Murmuró observando fijamente el cristal que separaba esa figura de su mano, la cual ya la tenía cerrada en un puño. No había ningún inspector cerca, así que si rompía el cristal y tomaba la figura y luego huía, seguramente funcionaría. Además que su fuerza y velocidad era extrema al no ser humano, consideraba seriamente en intentarlo, no era un ser de paciencia.
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  • Gracias, has convertido un día que odiaba en algo increíble y eso que acaba de empezar, te quiero muchísimo

    Aurora Cupper
    Gracias, has convertido un día que odiaba en algo increíble y eso que acaba de empezar, te quiero muchísimo 💘 [glow_beryl_hippo_480]
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