«Era hermosa. Desde joven, fue usado su rostro como inspiración para figuras, lienzos y otras representaciones de lo Divino. Estuvieron sus inmaculadas facciones tan ligadas con la Santidad, que los fieles empezaron a adorarla a ella, como si pasaran por encima del intermediario que eran las imágenes, y al rendirle tributo, se comunicasen directamente con "Eso" que observa desde arriba.
No pudo soportarlo mucho. ¿Quién podría? ¿Ser Divino entre mortales? De dementes. Con aceite caliente, desfiguró la preciosa faz que la había maldecido. Dicen que se retorció de dolor por siete días.
Su horrible suplicio, aunque tortuoso y duradero, no logró terminar con ella, ni con sus días como Santa. No, por el contrario: Creyentes de que el dolor la había convertido en una pía de aún mayor trascendencia, sus fieles sólo se multiplicaron, diseminando la maravillosa historia de la virgen doncella de la tez dorada que había decidido burlar a la muerte y permanecer aquí, con los mortales, los sucios, los pecadores. Bendita sea su misericordia y bondad.
Qué sufrimiento tan puro y catártico es aquel que proviene de la fe. Que sean tus ojos cuencas vacías, que la carne viva de tus pies se cauterice con la ardiente arena del desierto, que el peregrinaje te transforme. Quería entenderlo, quería saber qué clase de inquebrantable devoción hacía capaz el empaparse de ese trascendental dolor. ¿Puedo sentirla? ¿Puedo ser capaz de entregarme así? Necesitaba saberlo.»
No pudo soportarlo mucho. ¿Quién podría? ¿Ser Divino entre mortales? De dementes. Con aceite caliente, desfiguró la preciosa faz que la había maldecido. Dicen que se retorció de dolor por siete días.
Su horrible suplicio, aunque tortuoso y duradero, no logró terminar con ella, ni con sus días como Santa. No, por el contrario: Creyentes de que el dolor la había convertido en una pía de aún mayor trascendencia, sus fieles sólo se multiplicaron, diseminando la maravillosa historia de la virgen doncella de la tez dorada que había decidido burlar a la muerte y permanecer aquí, con los mortales, los sucios, los pecadores. Bendita sea su misericordia y bondad.
Qué sufrimiento tan puro y catártico es aquel que proviene de la fe. Que sean tus ojos cuencas vacías, que la carne viva de tus pies se cauterice con la ardiente arena del desierto, que el peregrinaje te transforme. Quería entenderlo, quería saber qué clase de inquebrantable devoción hacía capaz el empaparse de ese trascendental dolor. ¿Puedo sentirla? ¿Puedo ser capaz de entregarme así? Necesitaba saberlo.»
«Era hermosa. Desde joven, fue usado su rostro como inspiración para figuras, lienzos y otras representaciones de lo Divino. Estuvieron sus inmaculadas facciones tan ligadas con la Santidad, que los fieles empezaron a adorarla a ella, como si pasaran por encima del intermediario que eran las imágenes, y al rendirle tributo, se comunicasen directamente con "Eso" que observa desde arriba.
No pudo soportarlo mucho. ¿Quién podría? ¿Ser Divino entre mortales? De dementes. Con aceite caliente, desfiguró la preciosa faz que la había maldecido. Dicen que se retorció de dolor por siete días.
Su horrible suplicio, aunque tortuoso y duradero, no logró terminar con ella, ni con sus días como Santa. No, por el contrario: Creyentes de que el dolor la había convertido en una pía de aún mayor trascendencia, sus fieles sólo se multiplicaron, diseminando la maravillosa historia de la virgen doncella de la tez dorada que había decidido burlar a la muerte y permanecer aquí, con los mortales, los sucios, los pecadores. Bendita sea su misericordia y bondad.
Qué sufrimiento tan puro y catártico es aquel que proviene de la fe. Que sean tus ojos cuencas vacías, que la carne viva de tus pies se cauterice con la ardiente arena del desierto, que el peregrinaje te transforme. Quería entenderlo, quería saber qué clase de inquebrantable devoción hacía capaz el empaparse de ese trascendental dolor. ¿Puedo sentirla? ¿Puedo ser capaz de entregarme así? Necesitaba saberlo.»
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