• "Día 3. Has enojar a una Karen (¡Como más te divierta! Puedes lanzar papel a su casa o ser más creativo!)"

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    -AU-
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    El día de brujas era una de esas festividades del año que más disfrutaba, y no solo por el hecho de poder comer dulces hasta reventar, o disfrazarse y hacer travesuras, sino porque podía desquitarse con quienes detestaba, usando la excusa que el "truco o trato" ofrecía, y Junior no se limitaba a tirar papel higiénico por el jardín del desafortunado.
    Por eso mismo, estaba en su bicicleta, que tenía un carrito adherido en la parte trasera, lleno de elementos para sus travesuras. Junior iba disfrazado de pirata, incluso llevaba un parche negro en el ojo izquierdo.
    Y no solo eso, estaba acompañado.
    La verdad era que no recordaba cómo lo había conocido, simplemente tenían cosas en común hoy.
    —Mi profesora de historia se creía muy lista humillándome en clase —comenzó diciendo con rencor poco disimulado.
    —Como no podía vencerme desde el lado del conocimiento, se burló de mí por…
    Se había burlado de él por llevar consigo un pequeño conejito de juguete, Junior lo tenía siempre porque era lo único que le quedaba de su madre. Sin embargo, no lo dijo en voz alta, ya que sabía que era algo vergonzoso para alguien de su edad.
    —¿Y usted? ¿Cuál es su blanco esta noche?

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    George Collins
    #Inkfest
    "Día 3. Has enojar a una Karen (¡Como más te divierta! Puedes lanzar papel a su casa o ser más creativo!)" ----- -AU- ----- El día de brujas era una de esas festividades del año que más disfrutaba, y no solo por el hecho de poder comer dulces hasta reventar, o disfrazarse y hacer travesuras, sino porque podía desquitarse con quienes detestaba, usando la excusa que el "truco o trato" ofrecía, y Junior no se limitaba a tirar papel higiénico por el jardín del desafortunado. Por eso mismo, estaba en su bicicleta, que tenía un carrito adherido en la parte trasera, lleno de elementos para sus travesuras. Junior iba disfrazado de pirata, incluso llevaba un parche negro en el ojo izquierdo. Y no solo eso, estaba acompañado. La verdad era que no recordaba cómo lo había conocido, simplemente tenían cosas en común hoy. —Mi profesora de historia se creía muy lista humillándome en clase —comenzó diciendo con rencor poco disimulado. —Como no podía vencerme desde el lado del conocimiento, se burló de mí por… Se había burlado de él por llevar consigo un pequeño conejito de juguete, Junior lo tenía siempre porque era lo único que le quedaba de su madre. Sin embargo, no lo dijo en voz alta, ya que sabía que era algo vergonzoso para alguien de su edad. —¿Y usted? ¿Cuál es su blanco esta noche? ------ [jorgito444] #Inkfest
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  • 𝐎𝐣𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐫 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐍𝐢𝐞𝐯𝐞 𝐈𝐧𝐟𝐢𝐧𝐢𝐭𝐚
    Fandom Oc
    Categoría Romance
    En un tranquilo pueblo rodeado de montañas nevadas, vive Langa, un joven con unos ojos azules que reflejan su espíritu aventurero. Aunque ama su hogar, a menudo siente que su vida es monótona, atrapado en la rutina de la escuela y el trabajo en la tienda familiar...pero, salir con la gente de su escuela tampoco le parece buena idea, sus actividades son un poco...fueras de su rutina, y no piensa salir a fiestas ni mucho menos, la sola idea de fumar hace que su nariz se arruge.

    Un día, mientras pasea por el bosque nevado en busca de un buen lugar para practicar, Langa se encuentra con un viejo amigo/a de la infancia que acaba de regresar al pueblo después de varios años. Su amigo/a con su energía contagiosa, le recuerda a Langa los sueños que una vez tuvo de explorar el mundo y vivir nuevas experiencias.

    A medida que se reencuentran, Langa se da cuenta de que su contrario/a ha cambiado. Ha viajado a lugares increíbles y tiene historias emocionantes que contar. Y el, obvio que necesitaba escucharlas.

    ¿Que harás?
    ¿Será que le enseñarás a Langa los rincones más obscuros del mundo?
    En un tranquilo pueblo rodeado de montañas nevadas, vive Langa, un joven con unos ojos azules que reflejan su espíritu aventurero. Aunque ama su hogar, a menudo siente que su vida es monótona, atrapado en la rutina de la escuela y el trabajo en la tienda familiar...pero, salir con la gente de su escuela tampoco le parece buena idea, sus actividades son un poco...fueras de su rutina, y no piensa salir a fiestas ni mucho menos, la sola idea de fumar hace que su nariz se arruge. Un día, mientras pasea por el bosque nevado en busca de un buen lugar para practicar, Langa se encuentra con un viejo amigo/a de la infancia que acaba de regresar al pueblo después de varios años. Su amigo/a con su energía contagiosa, le recuerda a Langa los sueños que una vez tuvo de explorar el mundo y vivir nuevas experiencias. A medida que se reencuentran, Langa se da cuenta de que su contrario/a ha cambiado. Ha viajado a lugares increíbles y tiene historias emocionantes que contar. Y el, obvio que necesitaba escucharlas. ¿Que harás? ¿Será que le enseñarás a Langa los rincones más obscuros del mundo?
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  • ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ me gusta cerrar los ojos con fuerza e imaginar que mi vida es distinta.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Imaginar una vida en la que nadie puede decirme lo que tengo o no que hacer, una en la que yo decido lo que quiero ser sin temor a fallar, una en la que sí puedo ser feliz.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Esa es la razón por la que amo leer, porque al perderme entre los libros, puedo imaginar tener una vida diferente. Porque los libros te dan la opción de elegir lo que quieras ser. Eres el villano en una historia de fantasía o el héroe en una de acción; eres el protagonista de una comedia romántica o el asesino de una novela de suspenso; eres todo, menos tú.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ E incluso, si te esfuerzas, eres feliz.
    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Feliz.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ¿Cuando fue la última vez que fui realmente feliz?

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Ha pasado tanto tiempo que ni siquiera lo recuerdo. Aunque, no voy a negarlo, si, he sido feliz, Soy feliz cuando paso las páginas de los libros, soy feliz deseando ser la persona que te gusta.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Pero cuando hablo de felicidad, no hablo de una felicidad falsa, hablo de una real, una que, al abrir los ojos, seguirá estando ahí.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Y,para mí mala fortuna, mi imaginación, los libros y tú me dan una falsa felicidad.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Sin embargo, eso también me asusta, por qué mi imaginación sobrepasa los limites a tal punto que me cuesta separar lo que quiero de lo que tengo. Me aterra desear algo diferente porque sé que no importa cuánto me esmere en imaginar todos los posibles escenarios, al final eso no va a cambiar mi realidad.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Sin importar qué imagine, todo seguirá igual.
    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Mi vida será la misma mierda.
    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Yo seré el mismo idiota.
    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Y tú... Tú seguirás siendo la misma persona a la que le dedico lo que escribo.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Por qué todo es falso en mi vida, tu eres lo único que se siente verdadero.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Por qué eres el rayo de luz al que tanto me aferró.
    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Por qué incluso si todo se apaga, voy a buscarte a ciegas.
    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Porque incluso si tú mundo se cae a pedazos, levantaré cada pieza. Porque incluso si todo es falso, me encargaré de que se sienta real.

    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Y tal vez, algún día, pueda decirte lo que siento.
    ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ me gusta cerrar los ojos con fuerza e imaginar que mi vida es distinta. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Imaginar una vida en la que nadie puede decirme lo que tengo o no que hacer, una en la que yo decido lo que quiero ser sin temor a fallar, una en la que sí puedo ser feliz. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Esa es la razón por la que amo leer, porque al perderme entre los libros, puedo imaginar tener una vida diferente. Porque los libros te dan la opción de elegir lo que quieras ser. Eres el villano en una historia de fantasía o el héroe en una de acción; eres el protagonista de una comedia romántica o el asesino de una novela de suspenso; eres todo, menos tú. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ E incluso, si te esfuerzas, eres feliz. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Feliz. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ¿Cuando fue la última vez que fui realmente feliz? ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Ha pasado tanto tiempo que ni siquiera lo recuerdo. Aunque, no voy a negarlo, si, he sido feliz, Soy feliz cuando paso las páginas de los libros, soy feliz deseando ser la persona que te gusta. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Pero cuando hablo de felicidad, no hablo de una felicidad falsa, hablo de una real, una que, al abrir los ojos, seguirá estando ahí. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Y,para mí mala fortuna, mi imaginación, los libros y tú me dan una falsa felicidad. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Sin embargo, eso también me asusta, por qué mi imaginación sobrepasa los limites a tal punto que me cuesta separar lo que quiero de lo que tengo. Me aterra desear algo diferente porque sé que no importa cuánto me esmere en imaginar todos los posibles escenarios, al final eso no va a cambiar mi realidad. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Sin importar qué imagine, todo seguirá igual. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Mi vida será la misma mierda. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Yo seré el mismo idiota. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Y tú... Tú seguirás siendo la misma persona a la que le dedico lo que escribo. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Por qué todo es falso en mi vida, tu eres lo único que se siente verdadero. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Por qué eres el rayo de luz al que tanto me aferró. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Por qué incluso si todo se apaga, voy a buscarte a ciegas. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Porque incluso si tú mundo se cae a pedazos, levantaré cada pieza. Porque incluso si todo es falso, me encargaré de que se sienta real. ឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ Y tal vez, algún día, pueda decirte lo que siento.
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  • *Hace años conocí a un mortal peculiar, se lograba distinguir entre miles de ellos, los aldeanos decían que fue marcado por Dios debido a su don; sin embargo, era despreciado por dicha manera de ser.
    Logré establecerme por unos cuantos meses en aquel lugar, donde viví en concordia, el joven era bastante curioso, más de una ocasión me di cuenta de su presencia, siguiéndome sigilosamente, a cualquier lugar al que iba, supo inmediatamente que era yo, sus enormes orbes oscuros me lo dijeron en el momento que mis pies tocaron esta tierra. Al paso de los días la primera conversación de varias, se dio, su nombre era Navine, le faltaban unos cuantos meses para cumplir 17 y vivía con sus abuelos enfermos en lo más alto del sitio. 
    Respondí a unas cuantas dudas, llamando mi atención un par de preguntas. *

    — ¿Eres la muerte?
    — Tal vez. 
    — ¿Veré a mi madre cuando muera?
    — Tal vez.

    *Esa fue mi contestación, seguí mi camino a casa y lo vi quedarse atrás, dio media vuelta con una sonrisa tímida en los labios, marchándose de nuevo a su destino con un tal vez que salió de mi boca.  El tiempo no se detuvo, las noches se hicieron cortas y la presencia de Navine hacía falta, me acostumbré a sus preguntas e historias infantiles, no pude evitar preocuparme, desvaneciendo mi cuerpo, tomé el viento como medio de transporte, siendo ese humo ligero guiada por el sendero y las pequeñas luces de las luciérnagas que danzaban armoniosamente, entré por las rejillas de aquella casa vieja y apolillada, el joven estaba postrado sobre una cama individual, ambos abuelos oraban por su sanación. 

    El alado que lo protegía no me permitió acercarme a él, el ser el rey demonio de las almas perdidas me limitaba a muchas cosas, tomé la apariencia de aquella madre amorosa de la que me habló, permitiendo que solo esos ojos oscuros pudieran ver, las palabras de aliento salieron, confortando los últimos instantes de vida en esta tierra del menor. El alado que seguía tomando la mano del Navine, estaba confundido, yo era un demonio, que estaba a la presencia de un alma pura, el joven mortal sonrió viéndome, soltó aquel aliento largo y pocos segundos después se fue. El llanto de los abuelos se dejó escuchar, primero su hija y ahora su adorado nieto. 

    Yo, solo me mantuve unos cuantos días ahí, después... seguí mi camino, como de costumbre. *
    *Hace años conocí a un mortal peculiar, se lograba distinguir entre miles de ellos, los aldeanos decían que fue marcado por Dios debido a su don; sin embargo, era despreciado por dicha manera de ser. Logré establecerme por unos cuantos meses en aquel lugar, donde viví en concordia, el joven era bastante curioso, más de una ocasión me di cuenta de su presencia, siguiéndome sigilosamente, a cualquier lugar al que iba, supo inmediatamente que era yo, sus enormes orbes oscuros me lo dijeron en el momento que mis pies tocaron esta tierra. Al paso de los días la primera conversación de varias, se dio, su nombre era Navine, le faltaban unos cuantos meses para cumplir 17 y vivía con sus abuelos enfermos en lo más alto del sitio.  Respondí a unas cuantas dudas, llamando mi atención un par de preguntas. * — ¿Eres la muerte? — Tal vez.  — ¿Veré a mi madre cuando muera? — Tal vez. *Esa fue mi contestación, seguí mi camino a casa y lo vi quedarse atrás, dio media vuelta con una sonrisa tímida en los labios, marchándose de nuevo a su destino con un tal vez que salió de mi boca.  El tiempo no se detuvo, las noches se hicieron cortas y la presencia de Navine hacía falta, me acostumbré a sus preguntas e historias infantiles, no pude evitar preocuparme, desvaneciendo mi cuerpo, tomé el viento como medio de transporte, siendo ese humo ligero guiada por el sendero y las pequeñas luces de las luciérnagas que danzaban armoniosamente, entré por las rejillas de aquella casa vieja y apolillada, el joven estaba postrado sobre una cama individual, ambos abuelos oraban por su sanación.  El alado que lo protegía no me permitió acercarme a él, el ser el rey demonio de las almas perdidas me limitaba a muchas cosas, tomé la apariencia de aquella madre amorosa de la que me habló, permitiendo que solo esos ojos oscuros pudieran ver, las palabras de aliento salieron, confortando los últimos instantes de vida en esta tierra del menor. El alado que seguía tomando la mano del Navine, estaba confundido, yo era un demonio, que estaba a la presencia de un alma pura, el joven mortal sonrió viéndome, soltó aquel aliento largo y pocos segundos después se fue. El llanto de los abuelos se dejó escuchar, primero su hija y ahora su adorado nieto.  Yo, solo me mantuve unos cuantos días ahí, después... seguí mi camino, como de costumbre. *
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  • Historías cortitas de Halloween parte 1

    Te has preguntado alguna vez por qué las calabazas son un elemento representativo en Halloween?

    1836, en irlanda existió un hombre nombrado Stingy Jack (Jack el Tacaño). era un hombre borracho y tacaño pero muy astuto que, por intentar ser más listo que el Diablo pagó un alto precio.

    Su mala fama era tal que despertó la curiosidad del mismísimo Diablo, quien decidió visitarle para comprobar personalmente si esa reputación era cierta: así, se presentó una noche ante Jack diciéndole que había venido a llevarse su alma. Este, a pesar de estar borracho como siempre, ideó un plan y le convenció para que le permitiera tomarse una última cerveza.

    El Diablo, que no se fiaba, adoptó la apariencia de un hombre y lo acompañó a un bar, pero cuando llegó el momento de pagar Jack dijo que no llevaba dinero y pidió a su acompañante que se transformase en una moneda y, cuando el propietario no mirase, volviera a su forma real y se reuniera con él. El Diablo así lo hizo pero Jack, en vez de pagar con la moneda en la que se había transformado, se la metió en el bolsillo donde llevaba un crucifijo, impidiendo que el Diablo recuperase su forma. A cambio de liberarle, Jack pidió al Diablo que le perdonase la vida por otros diez años.

    Humillado y deseoso de tomarse la revancha, el Diablo se presentó de nuevo ante Jack al cabo de una década. Pero de nuevo subestimó a aquel borracho y accedió a un último deseo: dejarle comer una manzana de un árbol cercano. Después de haber subido a las ramas, lanzó crucifijos a los pies del Diablo, inmovilizándolo. Este no tuvo más remedio que aceptar de nuevo las exigencias de Jack, quien esta vez le hizo prometer que nunca se llevaría su alma al Infierno. Harto de aquel hombre, accedió y nunca volvió a por él.

    Sin embargo, lo que el Diablo no había logrado lo consiguió el alcohol, y llegó el día que Jack murió enfermo a causa de sus excesos. Debido a su comportamiento en vida, Dios le negó la entrada al Cielo: entonces fue él mismo quien se dirigió a las puertas del Infierno para pedir a su viejo némesis que le permitiera entrar… pero el Diablo le recordó su promesa de que nunca se llevaría su alma al Infierno: el precio por haberle engañado sería vagar eternamente sin ser admitido en ningún lugar. Como única posesión, el Diablo le entregó un farolillo fabricado con un nabo en cuyo interior ardía una brasa eterna, para que alumbrara su camino.

    Conclusión de la historia:
    1.- No deberían de ser calabazas sino nabos.
    2.- Beber en exceso mata.
    3.- Los trucos sucios siempre tienen un precio a pagar!.

    Feliz noche a todos! ♥
    Historías cortitas de Halloween parte 1 Te has preguntado alguna vez por qué las calabazas son un elemento representativo en Halloween? 1836, en irlanda existió un hombre nombrado Stingy Jack (Jack el Tacaño). era un hombre borracho y tacaño pero muy astuto que, por intentar ser más listo que el Diablo pagó un alto precio. Su mala fama era tal que despertó la curiosidad del mismísimo Diablo, quien decidió visitarle para comprobar personalmente si esa reputación era cierta: así, se presentó una noche ante Jack diciéndole que había venido a llevarse su alma. Este, a pesar de estar borracho como siempre, ideó un plan y le convenció para que le permitiera tomarse una última cerveza. El Diablo, que no se fiaba, adoptó la apariencia de un hombre y lo acompañó a un bar, pero cuando llegó el momento de pagar Jack dijo que no llevaba dinero y pidió a su acompañante que se transformase en una moneda y, cuando el propietario no mirase, volviera a su forma real y se reuniera con él. El Diablo así lo hizo pero Jack, en vez de pagar con la moneda en la que se había transformado, se la metió en el bolsillo donde llevaba un crucifijo, impidiendo que el Diablo recuperase su forma. A cambio de liberarle, Jack pidió al Diablo que le perdonase la vida por otros diez años. Humillado y deseoso de tomarse la revancha, el Diablo se presentó de nuevo ante Jack al cabo de una década. Pero de nuevo subestimó a aquel borracho y accedió a un último deseo: dejarle comer una manzana de un árbol cercano. Después de haber subido a las ramas, lanzó crucifijos a los pies del Diablo, inmovilizándolo. Este no tuvo más remedio que aceptar de nuevo las exigencias de Jack, quien esta vez le hizo prometer que nunca se llevaría su alma al Infierno. Harto de aquel hombre, accedió y nunca volvió a por él. Sin embargo, lo que el Diablo no había logrado lo consiguió el alcohol, y llegó el día que Jack murió enfermo a causa de sus excesos. Debido a su comportamiento en vida, Dios le negó la entrada al Cielo: entonces fue él mismo quien se dirigió a las puertas del Infierno para pedir a su viejo némesis que le permitiera entrar… pero el Diablo le recordó su promesa de que nunca se llevaría su alma al Infierno: el precio por haberle engañado sería vagar eternamente sin ser admitido en ningún lugar. Como única posesión, el Diablo le entregó un farolillo fabricado con un nabo en cuyo interior ardía una brasa eterna, para que alumbrara su camino. Conclusión de la historia: 1.- No deberían de ser calabazas sino nabos. 2.- Beber en exceso mata. 3.- Los trucos sucios siempre tienen un precio a pagar!. Feliz noche a todos! ♥
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  • La coronación de Adrián estaba por comenzar, pero en su mente, todo era un caos. Apenas el domingo había recibido la impactante noticia de que su hermana mayor, Alía, quien era la reina del reino, había desaparecido sin dejar rastro. No había tenido tiempo de procesar lo sucedido, y ahora, tan solo dos días después, el martes, se encontraba de pie frente a una multitud que esperaba que asumiera el trono.

    El peso de la situación se sentía aplastante sobre sus hombros. Sabía que desde ese momento, su vida cambiaría por completo. Las aventuras despreocupadas, las bromas compartidas, las noches sin preocupaciones sobre el mañana... todo eso quedaba atrás. Ahora debía enfocarse en algo mucho más grande: el reino, su gente y las expectativas que todos habían puesto sobre él, aunque nadie le hubiera preguntado si estaba listo. La verdad era que ni siquiera él había tenido tiempo para asimilar lo que estaba ocurriendo. Todo había sucedido demasiado rápido.

    Los preparativos para su coronación comenzaron casi inmediatamente después de la desaparición de Alía, y Adrián apenas había tenido un momento para detenerse a pensar. Se sentía atrapado en una mezcla de confusión, tristeza y un sentido de responsabilidad que lo abrumaba, pero sabía que no podía permitirse el lujo de dejarse llevar por esas emociones. El reino necesitaba un líder, y a él lo habían elegido, estuviera preparado o no.

    Junto a él, caminaba su hermana gemela, Adriana. Ella, a pesar de compartir la preocupación y el peso emocional del momento, intentaba infundirle ánimos con una ligera sonrisa y un toque de complicidad. Ambos avanzaban hacia el Gran Salón del Castillo Real, y en su trayecto, Adrián no pudo evitar notar algunas caras conocidas entre la multitud. Cerca de la entrada, sus ojos se encontraron brevemente con Alexa y Daniel Selene, quienes observaban la escena con una mezcla de preocupación y apoyo. Saber que ellos estaban presentes le brindó un leve consuelo, recordándole que, a pesar de todo, no estaba completamente solo en esta travesía.

    El Gran Salón estaba repleto de personas, y aunque trataba de mantener una fachada de compostura, cada vez le resultaba más difícil ignorar el peso de las miradas que lo observaban con duda, escepticismo, e incluso desdén. Después de todo, Adrián era conocido como el hijo ilegítimo del antiguo rey, y muchos todavía no aceptaban que alguien con su origen pudiera sentarse en el trono.

    El sumo sacerdote, encargado de presidir la ceremonia, se acercó a Adrián para comenzar el ritual de coronación. Mientras las oraciones y ofrendas a los dioses ancestrales resonaban en todo el salón, Adrián permanecía en silencio, con sus pensamientos acelerados. ¿Realmente estaba preparado para asumir ese papel? Sabía que su vida de libertad había llegado a su fin, y que ahora debía convertirse en el rey que su pueblo necesitaba, a pesar de que muchos no lo querían allí.

    — "Que los dioses antiguos bendigan este día y guíen al nuevo rey en su reinado,"—

    proclamó el sumo sacerdote con voz firme, mientras encendía una antorcha que simbolizaba el inicio de una nueva era. Adrián observó la llama con atención y, por un instante, se sintió reflejado en esa luz: rodeado por la oscuridad, pero tratando de brillar a pesar de todo.

    El sumo sacerdote, al terminar sus oraciones, se dirigió entonces a la multitud

    — "Hoy, el destino del reino está en las manos de Adrián Salvatore. Aunque su historia esté llena de sombras y secretos, ha sido llamado a guiar a su pueblo. Que la sabiduría de los dioses lo acompañe en cada paso que dé.—


    Estas palabras resonaron en el salón, provocando murmullos entre los presentes, pero la ceremonia continuaba imperturbable. Adrián sabía que el momento de hablar había llegado. Se acercó al estrado, tomó aire profundamente y enfrentó a la multitud, consciente de que debía elegir bien sus palabras, que debían ser sinceras y transmitir firmeza.


    — Gente del reino—

    comenzó con voz firme pero cargada de emoción

    — sé que esta situación ha sido inesperada para todos, incluyéndome a mí. Hace apenas unos dias, éramos gobernados por mi hermana Alía, y hoy me encuentro ante vosotros, asumiendo una responsabilidad que jamás imaginé que llegaría tan rápido—

    Hizo una pausa, permitiéndose observar a las personas frente a él. Sabía que muchos aún dudaban de su capacidad para gobernar, y eso lo motivaba a ser más honesto.

    — No tuve tiempo para prepararme, y soy consciente de que algunos de vosotros habéis dudado de mi habilidad para ser rey. También sé lo que significa mi origen para muchos de vosotros. Sin embargo, os prometo que mi compromiso con este reino es inquebrantable. No os fallaré.—

    Con cada palabra que pronunciaba, su voz se volvía más segura, aunque en su interior aún batallaba con el nerviosismo y la presión del momento.

    — Mi hermana, Alía, dejó un legado que siempre recordaré. Aunque ya no esté aquí para guiarme, sé que su espíritu me acompañará en cada decisión que tome. A partir de hoy, no caminaré solo, porque caminaré junto a vosotros. Juntos construiremos un futuro mejor para este reino.—

    El silencio que siguió a sus palabras estaba cargado de tensión, pero también de una nueva esperanza que comenzaba a surgir entre la multitud.

    El sumo sacerdote, entonces, se acercó con la corona dorada en sus manos, el símbolo máximo de poder y responsabilidad. Con un gesto solemne, la colocó sobre la cabeza de Adrián, declarando con voz ceremoniosa:

    — "Con esta corona, te declaro Adrián Salvatore, Rey de este...nuestro reino...nuestro hogar. Que gobiernes con justicia, fortaleza y compasión.—


    Una luz del sol entró por las grandes ventanas del salón, iluminando a Adrián con un resplandor dorado mientras la corona reposaba sobre su cabeza.

    Adrián levantó la mano derecha, preparándose para hacer el juramento que sellaría su destino


    — Yo, Adrián Salvatore, juro gobernar con justicia, defender este reino y a su gente con todo mi ser. No descansaré hasta demostrar que soy digno de vuestra confianza, y juntos construiremos un futuro mejor—

    Sus palabras resonaron en cada rincón del salón, cargadas de convicción. El sumo sacerdote, levantando sus manos hacia el cielo, finalizó el rito con un grito imponente

    — "¡Larga vida al Rey Adrián!"—

    La respuesta de la multitud fue inmediata y unánime, una explosión de voces que llenó el salón

    — "¡Larga vida al Rey Adrián! ¡Larga vida al Rey Adrián!"—

    Todos, desde los nobles hasta los ciudadanos más humildes, se arrodillaron ante su nuevo rey, inclinando la cabeza en señal de respeto.

    Adrián, observando cómo su pueblo se inclinaba ante él, sintió finalmente el verdadero peso de la corona sobre sus hombros. Su vida había cambiado de forma radical, y el destino de todo el reino descansaba ahora en sus manos.

    Con paso decidido, avanzó entre la multitud postrada, pero en lugar de dirigirse al Gran Salón donde comenzaba la celebración, optó por caminar hacia los Jardines Reales. Allí, el aire fresco lo recibió, proporcionándole unos momentos de tranquilidad en medio del caos que ahora era su vida. Sabía que su reinado apenas estaba comenzando, y que el camino por delante sería largo y arduo, pero, por primera vez en el día, sintió que tal vez, solo tal vez, estaba preparado para lo que vendría..

    //aqui pongan las reacciones si quieren y en el siguiente publicacion sera la comida con todos los invitados
    La coronación de Adrián estaba por comenzar, pero en su mente, todo era un caos. Apenas el domingo había recibido la impactante noticia de que su hermana mayor, Alía, quien era la reina del reino, había desaparecido sin dejar rastro. No había tenido tiempo de procesar lo sucedido, y ahora, tan solo dos días después, el martes, se encontraba de pie frente a una multitud que esperaba que asumiera el trono. El peso de la situación se sentía aplastante sobre sus hombros. Sabía que desde ese momento, su vida cambiaría por completo. Las aventuras despreocupadas, las bromas compartidas, las noches sin preocupaciones sobre el mañana... todo eso quedaba atrás. Ahora debía enfocarse en algo mucho más grande: el reino, su gente y las expectativas que todos habían puesto sobre él, aunque nadie le hubiera preguntado si estaba listo. La verdad era que ni siquiera él había tenido tiempo para asimilar lo que estaba ocurriendo. Todo había sucedido demasiado rápido. Los preparativos para su coronación comenzaron casi inmediatamente después de la desaparición de Alía, y Adrián apenas había tenido un momento para detenerse a pensar. Se sentía atrapado en una mezcla de confusión, tristeza y un sentido de responsabilidad que lo abrumaba, pero sabía que no podía permitirse el lujo de dejarse llevar por esas emociones. El reino necesitaba un líder, y a él lo habían elegido, estuviera preparado o no. Junto a él, caminaba su hermana gemela, Adriana. Ella, a pesar de compartir la preocupación y el peso emocional del momento, intentaba infundirle ánimos con una ligera sonrisa y un toque de complicidad. Ambos avanzaban hacia el Gran Salón del Castillo Real, y en su trayecto, Adrián no pudo evitar notar algunas caras conocidas entre la multitud. Cerca de la entrada, sus ojos se encontraron brevemente con Alexa y Daniel Selene, quienes observaban la escena con una mezcla de preocupación y apoyo. Saber que ellos estaban presentes le brindó un leve consuelo, recordándole que, a pesar de todo, no estaba completamente solo en esta travesía. El Gran Salón estaba repleto de personas, y aunque trataba de mantener una fachada de compostura, cada vez le resultaba más difícil ignorar el peso de las miradas que lo observaban con duda, escepticismo, e incluso desdén. Después de todo, Adrián era conocido como el hijo ilegítimo del antiguo rey, y muchos todavía no aceptaban que alguien con su origen pudiera sentarse en el trono. El sumo sacerdote, encargado de presidir la ceremonia, se acercó a Adrián para comenzar el ritual de coronación. Mientras las oraciones y ofrendas a los dioses ancestrales resonaban en todo el salón, Adrián permanecía en silencio, con sus pensamientos acelerados. ¿Realmente estaba preparado para asumir ese papel? Sabía que su vida de libertad había llegado a su fin, y que ahora debía convertirse en el rey que su pueblo necesitaba, a pesar de que muchos no lo querían allí. — "Que los dioses antiguos bendigan este día y guíen al nuevo rey en su reinado,"— proclamó el sumo sacerdote con voz firme, mientras encendía una antorcha que simbolizaba el inicio de una nueva era. Adrián observó la llama con atención y, por un instante, se sintió reflejado en esa luz: rodeado por la oscuridad, pero tratando de brillar a pesar de todo. El sumo sacerdote, al terminar sus oraciones, se dirigió entonces a la multitud — "Hoy, el destino del reino está en las manos de Adrián Salvatore. Aunque su historia esté llena de sombras y secretos, ha sido llamado a guiar a su pueblo. Que la sabiduría de los dioses lo acompañe en cada paso que dé.— Estas palabras resonaron en el salón, provocando murmullos entre los presentes, pero la ceremonia continuaba imperturbable. Adrián sabía que el momento de hablar había llegado. Se acercó al estrado, tomó aire profundamente y enfrentó a la multitud, consciente de que debía elegir bien sus palabras, que debían ser sinceras y transmitir firmeza. — Gente del reino— comenzó con voz firme pero cargada de emoción — sé que esta situación ha sido inesperada para todos, incluyéndome a mí. Hace apenas unos dias, éramos gobernados por mi hermana Alía, y hoy me encuentro ante vosotros, asumiendo una responsabilidad que jamás imaginé que llegaría tan rápido— Hizo una pausa, permitiéndose observar a las personas frente a él. Sabía que muchos aún dudaban de su capacidad para gobernar, y eso lo motivaba a ser más honesto. — No tuve tiempo para prepararme, y soy consciente de que algunos de vosotros habéis dudado de mi habilidad para ser rey. También sé lo que significa mi origen para muchos de vosotros. Sin embargo, os prometo que mi compromiso con este reino es inquebrantable. No os fallaré.— Con cada palabra que pronunciaba, su voz se volvía más segura, aunque en su interior aún batallaba con el nerviosismo y la presión del momento. — Mi hermana, Alía, dejó un legado que siempre recordaré. Aunque ya no esté aquí para guiarme, sé que su espíritu me acompañará en cada decisión que tome. A partir de hoy, no caminaré solo, porque caminaré junto a vosotros. Juntos construiremos un futuro mejor para este reino.— El silencio que siguió a sus palabras estaba cargado de tensión, pero también de una nueva esperanza que comenzaba a surgir entre la multitud. El sumo sacerdote, entonces, se acercó con la corona dorada en sus manos, el símbolo máximo de poder y responsabilidad. Con un gesto solemne, la colocó sobre la cabeza de Adrián, declarando con voz ceremoniosa: — "Con esta corona, te declaro Adrián Salvatore, Rey de este...nuestro reino...nuestro hogar. Que gobiernes con justicia, fortaleza y compasión.— Una luz del sol entró por las grandes ventanas del salón, iluminando a Adrián con un resplandor dorado mientras la corona reposaba sobre su cabeza. Adrián levantó la mano derecha, preparándose para hacer el juramento que sellaría su destino — Yo, Adrián Salvatore, juro gobernar con justicia, defender este reino y a su gente con todo mi ser. No descansaré hasta demostrar que soy digno de vuestra confianza, y juntos construiremos un futuro mejor— Sus palabras resonaron en cada rincón del salón, cargadas de convicción. El sumo sacerdote, levantando sus manos hacia el cielo, finalizó el rito con un grito imponente — "¡Larga vida al Rey Adrián!"— La respuesta de la multitud fue inmediata y unánime, una explosión de voces que llenó el salón — "¡Larga vida al Rey Adrián! ¡Larga vida al Rey Adrián!"— Todos, desde los nobles hasta los ciudadanos más humildes, se arrodillaron ante su nuevo rey, inclinando la cabeza en señal de respeto. Adrián, observando cómo su pueblo se inclinaba ante él, sintió finalmente el verdadero peso de la corona sobre sus hombros. Su vida había cambiado de forma radical, y el destino de todo el reino descansaba ahora en sus manos. Con paso decidido, avanzó entre la multitud postrada, pero en lugar de dirigirse al Gran Salón donde comenzaba la celebración, optó por caminar hacia los Jardines Reales. Allí, el aire fresco lo recibió, proporcionándole unos momentos de tranquilidad en medio del caos que ahora era su vida. Sabía que su reinado apenas estaba comenzando, y que el camino por delante sería largo y arduo, pero, por primera vez en el día, sintió que tal vez, solo tal vez, estaba preparado para lo que vendría.. //aqui pongan las reacciones si quieren y en el siguiente publicacion sera la comida con todos los invitados
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  • Una inspiración que tuve, fue la historia de Violet... Es tan hermosa y conmovedora qué te llega.

    ✶ Fandom: #VanitasNoCarte
    ✶ Comunidad: #Comunidad2D #Personaje2D
    Una inspiración que tuve, fue la historia de Violet... Es tan hermosa y conmovedora qué te llega. ✶ Fandom: #VanitasNoCarte ✶ Comunidad: #Comunidad2D #Personaje2D
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  • Cuando Yaken tenía 4 años, su vida era complicada. Su padre le pegaba por unas cuantas razones. Las principal fue que Yaken logro heredar la magia de su madre a la perfección, mientras Kori, quien era el favorito del padre de Yaken porque nació "hermoso" ante los ojos del hombre a pesar de que los dos eran gemelos, no logro tener la magia perfecta si no la incompleta.

    Yaken recibía golpes a menudo, más estos golpes incrementaron luego de la muerte natural de la madre de ambos niños. Desde entonces el padre amarra a Yaken a paredes y lo golpea con un látigo los fines de semana para quitarse el estrés de encima. Yaken vivís en en infierno diario el cual ocultaba de su hermano Kori.

    Siempre que Yaken jugaba con su hermano Kori era... unos 20 minutos a la semana pues su padre le tenía prohibido verlo, solo lo dejaba durante ese tiempo. Los dos hermanos eran unidos, y siempre Yaken inventaba escusas para las heridas que tenía, diciendo que se caía o jugaba con ramas lastimandose, eso para que Kori no se enterará del maltrato que le hacía su padre. Gracias a qué Yaken le oculto eso a Kori, el mismo, Kori no le creyó el día en que Yaken mato a su padre bajo la escusa de que "siempre me pegaba".

    Luego de la muerte del padre, a los 5 años de ambos hermanos, estos se pelearon y termino con la muerte de Yaken. Al tiempo revivió y el resto es historia

    Cuando Yaken tenía 4 años, su vida era complicada. Su padre le pegaba por unas cuantas razones. Las principal fue que Yaken logro heredar la magia de su madre a la perfección, mientras Kori, quien era el favorito del padre de Yaken porque nació "hermoso" ante los ojos del hombre a pesar de que los dos eran gemelos, no logro tener la magia perfecta si no la incompleta. Yaken recibía golpes a menudo, más estos golpes incrementaron luego de la muerte natural de la madre de ambos niños. Desde entonces el padre amarra a Yaken a paredes y lo golpea con un látigo los fines de semana para quitarse el estrés de encima. Yaken vivís en en infierno diario el cual ocultaba de su hermano Kori. Siempre que Yaken jugaba con su hermano Kori era... unos 20 minutos a la semana pues su padre le tenía prohibido verlo, solo lo dejaba durante ese tiempo. Los dos hermanos eran unidos, y siempre Yaken inventaba escusas para las heridas que tenía, diciendo que se caía o jugaba con ramas lastimandose, eso para que Kori no se enterará del maltrato que le hacía su padre. Gracias a qué Yaken le oculto eso a Kori, el mismo, Kori no le creyó el día en que Yaken mato a su padre bajo la escusa de que "siempre me pegaba". Luego de la muerte del padre, a los 5 años de ambos hermanos, estos se pelearon y termino con la muerte de Yaken. Al tiempo revivió y el resto es historia
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  • — Nuestra historia llegó al final, pero solo es el inicio en el corazón de ustedes
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  • Texto no apto para gente aprensiva.

    Analepsis. "Historias de su pasado".

    𝓥𝓮𝓷𝓰𝓪𝓷𝔃𝓪 ( 𝓟𝓪𝓻𝓽𝓮 2 )

    Se había vengado... ¿Por qué entonces se sentía tan vacío?

    Habían muerto... Toda su familia humana habían muerto. Aquellos que le dieron un nombre, enseñado hablar y a ser invisible. Aquellos que les había enseñado que era amar. 

    No paraba de llover. Kazuo, transformado después de tantos años en un imponente zorro de dos colas, corría de forma frenética, zigzagueando entre los árboles del bosque, como si fuera una sombra entre estos. Su poder explotaba en una maraña salvaje, incontrolable y voraz.

    Podía olerlos... Podía oler a los culpables de aquel acto atroz, de aquel asesinato a sangre fría, sin compasión y brutal. No estaban lejos, su hedor cada vez más intenso, mezclado con la sangre de sus padres y sus hermanos. Sentía como le ardían los pulmones, como estos amenazaban por salir de su boca en un estallido. Pero no podía parar, estaba tan cerca de alcanzarlos que casi podía sentir la anticipación del crujir de sus huesos en su mandíbula.

    El cuerpo del zorro se movía solo. Su mente en modo automático, conectado con el botón de destruir activado. Oteando el horizonte, allí estaban, cuatro jinetes a caballo desbocado, riendo y hablando como si no acabarán de arrebatarles la vida a una familia entera, a su familia. La impotencia era desmedida, tan dolorosa que por unos instantes hubiese preferido la muerte al dolor que estaba experimentando. 

    Con cada zancada a cuatro patas, Kazuo comienza a acercarse peligrosamente, hasta que finalmente en un impulso la enorme criatura se alzaba por encima de estos, agarrando una de las cabezas de los jinetes entre sus fauces, arrancándosela de cuajo con una facilidad pasmosa. 

    El zorro aterrizaba frente a ellos, aun con la cabeza chorreante entre sus dientes, una imagen visceral, solo a la altura de la más tenebrosa de las pesadillas. Estaba nublado por la rabia, un sentimiento que descubrió ese mismo día, ya que ciento de años atrás no tenía consciencia de sus sentimientos, simplemente el de la pura supervivencia. Todos estos cambiaría después de conocer a su familia, ahora muerta, con sus cuerpos aún calientes en lo que era su hogar. 

    Kazuo daba un latigazo con su cuello, arrojando la cabeza del jinete frente a los otros que frenaban en seco sus caballos. El zorro rugía, un gutural sonido que emanaba de su pecho, ahora tintando por el líquido carmesí, ensuciando su pelaje blanco y puro como el color de la luna. Este hacía retroceder sus orejas hacia atrás, apretando sus colmillos mientras todo su gesto se tensaba en una amenaza, sintiendo el sabor metálico de la sangre ajena en su boca.

    Agazapado, listo para abalanzarse, este comienza a acercarse, lentamente, acechando a sus presas que comenzaban a jadear presas del pánico. Estos no sabían las razones por las que el demonio arremetía contra ellos, pero mientras estos murieran, el Yokai no necesitaba nada más. En un abrir y cerrar de ojos, como si de un espectro se tratase, el zorro se abalanzaba sobre otro de los jinetes, haciéndole caer a él y su caballo al suelo. Mientras el equino se ponía en pie y se marchaba, dejaba al descubierto la sanguinaria escena, mientras el asesino gritaba con desesperación, Kazuo mordía su estómago con saña, desperdigando sus tripas por la tierra, llenando esta de sus vísceras y su sangre. Había sido una muerte agónica, tortuosa, solo el primero de los jinetes que habían muerto había tenido la suerte de tener una muerte limpia y rápida. ¿El resto?; estos iban a sufrir, primero con el miedo, el miedo certero de la llegada de su muerte, y más tarde la consecuencia de esta con un dolor y sufrimiento cruel y despiadado.

    Mientras el zorro se volteaba, los otros dos hombres restantes había cardado sus arcos, y sin que este pudiera evitarlo, sentía los punzantes filos de hierro atravesar su carne. Las pupilas del zorro se dilataban y sin proliferar el más mínimo aullido de dolor, unas llamas azules envuelven su cuerpo, haciendo consumir las fechas, reduciéndolas a cenizas que la misma brisa del viento se llevaba. 

    El zorro dirigía su mirada a uno de los atacantes, dejando que sus ojos penetraran en los del contrario. Este comenzaba a gritar, comenzaba a tocarse todo su cuerpo, arañar su carne con desesperación. Ampollas empezaban a adornar su piel, explotando, dejando escapar vapor con cada implosión. Le estaba quemando desde dentro, dejaba que una furiosa llama purificase su interior de dentro hacia afuera hasta que este explota en una llamarada, cayendo del caballo y retorciéndose en el suelo de dolor, arrastrándose por el suelo como la escoria que era. En algún momento este dejaba de gritar, y cuando esto ocurre Kazuo miraba al que quedaba, aparentemente el cabecilla del grupo.

    El asesino de su familia, temeroso, había emprendido una carrera frenética para intentar escapar. El zorro, con tranquilidad inquietante y pétrea, se desvanece entre llamas, desplazándose como si de un espectro se tratase. Finalmente, la figura de un joven de cabellos color plata se plantaba frente al jinete. Este, con sus cabellos plateados cayendo de sus hombros hasta su cintura, con dos puntiagudas orejas en lo alto de su cabeza y dos colas que oscilaban de un lado para el otro, ardoradas de llamas color zafiro, tan brillantes como sus ojos. La imponente presencia del zorro hacía que el caballo se alzase de sus patas delanteras, tirando al aquel temeroso hombre de su montura. Kazuo se aproxima con tanta calma que daba aún más miedo que en su forma más primitiva. Este se agacha a la altura del asesino, mirándolo a los ojos con una frialdad que casi se podían saborear.

    En un rápido movimiento toma al contrario del cuello, haciendo que se levante del suelo para después alzarlo con una sola mano por encima de su cabeza, clavando sus garras en el cuello de este. La mirada del zorro era vacía y distante, como el eco de una piedra cayendo en el fondo de un pozo. 

    - Ojo por ojo.-

    Aquella era una expresión tan humana. En el pasado no le encontraba sentido. No hasta ese momento. Mientras aquel hombre luchaba por respirar, la mano libre del zorro se posicionaba a la altura del corazón de la escoria que sostenía en el aire. Sus músculos tensos por el esfuerzo de la elevación, marchándose todos y cana unos de estos. Poco a poco sus garras penetraban su carne, abriéndose paso con la facilidad con la que los pies entraban al barro. 

    Este gritaba, gritaba tanto que el zorro incluso lo estaba disfrutando. Continuaba su perforación hasta que en un golpe seco toda la longitud de su mano se introducía en su pecho. Los ojos vidriosos de aquel hombre se clavaban en los fríos e inexpresivos del zorro. Este dejaba de patalear en el momento justo que Kazuo extrae su corazón, aún palpitante entre sus alargados dedos. Este deja caer el cuerpo inerte del cabecilla de los asesinos de su familia, como si fuera un muñeco de trapo, profiriendo un chasquido seco al contacto con el suelo. Instantes más tarde, mientras Kazuo seguía mirándolo, aprieta su puño, estrujando el corazón aún humeante con sus garras, transformando este en un amasijo de carne deshecha.

    Finalizada su venganza, se mira las manos, llena de la sangre de sus enemigos. Sentía el juicio de Inari sobre sus hombros, y sabía que necesitaría siglos de redención por sus actos. Después de hacer aquello esperaba sentir paz, su familia había sido vengada con creces, a costa del sufrimiento de sus asesinos. Pero el zorro no se sentía mejor, no encontraba consuelo en esas muertes. Lo único que veía era un animal que había perdido el control de sus actos, un ser que se había dejado llevar por la oscuridad de su corazón.

    La lluvia intentaba llevarse el rastro de lo acontecido, más era imposible borrar nada de aquella escena. Kazuo miraba al cielo, dejando que el agua se llevase la sangre de su cuerpo, que la frialdad de esta apagase su rabia y su fuego.

    ⚠️ Texto no apto para gente aprensiva.⚠️ Analepsis. "Historias de su pasado". 𝓥𝓮𝓷𝓰𝓪𝓷𝔃𝓪 ( 𝓟𝓪𝓻𝓽𝓮 2 ) Se había vengado... ¿Por qué entonces se sentía tan vacío? Habían muerto... Toda su familia humana habían muerto. Aquellos que le dieron un nombre, enseñado hablar y a ser invisible. Aquellos que les había enseñado que era amar.  No paraba de llover. Kazuo, transformado después de tantos años en un imponente zorro de dos colas, corría de forma frenética, zigzagueando entre los árboles del bosque, como si fuera una sombra entre estos. Su poder explotaba en una maraña salvaje, incontrolable y voraz. Podía olerlos... Podía oler a los culpables de aquel acto atroz, de aquel asesinato a sangre fría, sin compasión y brutal. No estaban lejos, su hedor cada vez más intenso, mezclado con la sangre de sus padres y sus hermanos. Sentía como le ardían los pulmones, como estos amenazaban por salir de su boca en un estallido. Pero no podía parar, estaba tan cerca de alcanzarlos que casi podía sentir la anticipación del crujir de sus huesos en su mandíbula. El cuerpo del zorro se movía solo. Su mente en modo automático, conectado con el botón de destruir activado. Oteando el horizonte, allí estaban, cuatro jinetes a caballo desbocado, riendo y hablando como si no acabarán de arrebatarles la vida a una familia entera, a su familia. La impotencia era desmedida, tan dolorosa que por unos instantes hubiese preferido la muerte al dolor que estaba experimentando.  Con cada zancada a cuatro patas, Kazuo comienza a acercarse peligrosamente, hasta que finalmente en un impulso la enorme criatura se alzaba por encima de estos, agarrando una de las cabezas de los jinetes entre sus fauces, arrancándosela de cuajo con una facilidad pasmosa.  El zorro aterrizaba frente a ellos, aun con la cabeza chorreante entre sus dientes, una imagen visceral, solo a la altura de la más tenebrosa de las pesadillas. Estaba nublado por la rabia, un sentimiento que descubrió ese mismo día, ya que ciento de años atrás no tenía consciencia de sus sentimientos, simplemente el de la pura supervivencia. Todos estos cambiaría después de conocer a su familia, ahora muerta, con sus cuerpos aún calientes en lo que era su hogar.  Kazuo daba un latigazo con su cuello, arrojando la cabeza del jinete frente a los otros que frenaban en seco sus caballos. El zorro rugía, un gutural sonido que emanaba de su pecho, ahora tintando por el líquido carmesí, ensuciando su pelaje blanco y puro como el color de la luna. Este hacía retroceder sus orejas hacia atrás, apretando sus colmillos mientras todo su gesto se tensaba en una amenaza, sintiendo el sabor metálico de la sangre ajena en su boca. Agazapado, listo para abalanzarse, este comienza a acercarse, lentamente, acechando a sus presas que comenzaban a jadear presas del pánico. Estos no sabían las razones por las que el demonio arremetía contra ellos, pero mientras estos murieran, el Yokai no necesitaba nada más. En un abrir y cerrar de ojos, como si de un espectro se tratase, el zorro se abalanzaba sobre otro de los jinetes, haciéndole caer a él y su caballo al suelo. Mientras el equino se ponía en pie y se marchaba, dejaba al descubierto la sanguinaria escena, mientras el asesino gritaba con desesperación, Kazuo mordía su estómago con saña, desperdigando sus tripas por la tierra, llenando esta de sus vísceras y su sangre. Había sido una muerte agónica, tortuosa, solo el primero de los jinetes que habían muerto había tenido la suerte de tener una muerte limpia y rápida. ¿El resto?; estos iban a sufrir, primero con el miedo, el miedo certero de la llegada de su muerte, y más tarde la consecuencia de esta con un dolor y sufrimiento cruel y despiadado. Mientras el zorro se volteaba, los otros dos hombres restantes había cardado sus arcos, y sin que este pudiera evitarlo, sentía los punzantes filos de hierro atravesar su carne. Las pupilas del zorro se dilataban y sin proliferar el más mínimo aullido de dolor, unas llamas azules envuelven su cuerpo, haciendo consumir las fechas, reduciéndolas a cenizas que la misma brisa del viento se llevaba.  El zorro dirigía su mirada a uno de los atacantes, dejando que sus ojos penetraran en los del contrario. Este comenzaba a gritar, comenzaba a tocarse todo su cuerpo, arañar su carne con desesperación. Ampollas empezaban a adornar su piel, explotando, dejando escapar vapor con cada implosión. Le estaba quemando desde dentro, dejaba que una furiosa llama purificase su interior de dentro hacia afuera hasta que este explota en una llamarada, cayendo del caballo y retorciéndose en el suelo de dolor, arrastrándose por el suelo como la escoria que era. En algún momento este dejaba de gritar, y cuando esto ocurre Kazuo miraba al que quedaba, aparentemente el cabecilla del grupo. El asesino de su familia, temeroso, había emprendido una carrera frenética para intentar escapar. El zorro, con tranquilidad inquietante y pétrea, se desvanece entre llamas, desplazándose como si de un espectro se tratase. Finalmente, la figura de un joven de cabellos color plata se plantaba frente al jinete. Este, con sus cabellos plateados cayendo de sus hombros hasta su cintura, con dos puntiagudas orejas en lo alto de su cabeza y dos colas que oscilaban de un lado para el otro, ardoradas de llamas color zafiro, tan brillantes como sus ojos. La imponente presencia del zorro hacía que el caballo se alzase de sus patas delanteras, tirando al aquel temeroso hombre de su montura. Kazuo se aproxima con tanta calma que daba aún más miedo que en su forma más primitiva. Este se agacha a la altura del asesino, mirándolo a los ojos con una frialdad que casi se podían saborear. En un rápido movimiento toma al contrario del cuello, haciendo que se levante del suelo para después alzarlo con una sola mano por encima de su cabeza, clavando sus garras en el cuello de este. La mirada del zorro era vacía y distante, como el eco de una piedra cayendo en el fondo de un pozo.  - Ojo por ojo.- Aquella era una expresión tan humana. En el pasado no le encontraba sentido. No hasta ese momento. Mientras aquel hombre luchaba por respirar, la mano libre del zorro se posicionaba a la altura del corazón de la escoria que sostenía en el aire. Sus músculos tensos por el esfuerzo de la elevación, marchándose todos y cana unos de estos. Poco a poco sus garras penetraban su carne, abriéndose paso con la facilidad con la que los pies entraban al barro.  Este gritaba, gritaba tanto que el zorro incluso lo estaba disfrutando. Continuaba su perforación hasta que en un golpe seco toda la longitud de su mano se introducía en su pecho. Los ojos vidriosos de aquel hombre se clavaban en los fríos e inexpresivos del zorro. Este dejaba de patalear en el momento justo que Kazuo extrae su corazón, aún palpitante entre sus alargados dedos. Este deja caer el cuerpo inerte del cabecilla de los asesinos de su familia, como si fuera un muñeco de trapo, profiriendo un chasquido seco al contacto con el suelo. Instantes más tarde, mientras Kazuo seguía mirándolo, aprieta su puño, estrujando el corazón aún humeante con sus garras, transformando este en un amasijo de carne deshecha. Finalizada su venganza, se mira las manos, llena de la sangre de sus enemigos. Sentía el juicio de Inari sobre sus hombros, y sabía que necesitaría siglos de redención por sus actos. Después de hacer aquello esperaba sentir paz, su familia había sido vengada con creces, a costa del sufrimiento de sus asesinos. Pero el zorro no se sentía mejor, no encontraba consuelo en esas muertes. Lo único que veía era un animal que había perdido el control de sus actos, un ser que se había dejado llevar por la oscuridad de su corazón. La lluvia intentaba llevarse el rastro de lo acontecido, más era imposible borrar nada de aquella escena. Kazuo miraba al cielo, dejando que el agua se llevase la sangre de su cuerpo, que la frialdad de esta apagase su rabia y su fuego.
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