-Solo pido una pizca de tu fortaleza para hacer un buen trabajo sobre Mondstadt....
Murmuró la Gran Maestra Intendente ante la estatua.
Fueran o no escuchadas sus plegarias, ella hacía todo lo que estaba en sus manos para hacer de Mondstadt un buen lugar para todos. Se preguntaba si estaba a la altura del Gran Maestro Varka, si tan si quiera llegaba a los talones de él, si podría manejar todo hasta el regreso de él.
-.....
Aunque la ciudad estuviera contenta con el trabajo que hacía, aunque la mayoría de los caballeros estuvieran orgullosos de tener a Jean como Gran Maestra, aunque sus capitanes, sus caballeros de más confianza y, su bibliotecaria en más de una ocasión le reconocían su trabajo e incluso le exigían descansar a veces llegaba a sentir que no era suficiente, se preguntaba como Varka podía hacerlo ver tan fácil ¿Acaso él se sentiría por dentro igual que Jean?.
-...No, no podría ser...
Sonrió ligeramente mientras negaba con la cabeza. El Gran Maestro Varka no podría sentirse así, el Gran Maestro a quien tanto admiraba Jean, el Maestro que la reconoció como sucesora a cargo de Mondstadt y de sus caballeros en lo que él regresaba de su peligrosa expedición era alguien que, ante ella hacía todo como si fuera pan comido. Jean, después de su tiempo a solas, de desahogar su frustración sacude ligeramente su cabeza de lado a lado sonriendo un poco volviendo si aquella Alma Rebelde como era conocida en sus tiempos de caballera, con un aire más ligero regresa a la ciudadela.
Murmuró la Gran Maestra Intendente ante la estatua.
Fueran o no escuchadas sus plegarias, ella hacía todo lo que estaba en sus manos para hacer de Mondstadt un buen lugar para todos. Se preguntaba si estaba a la altura del Gran Maestro Varka, si tan si quiera llegaba a los talones de él, si podría manejar todo hasta el regreso de él.
-.....
Aunque la ciudad estuviera contenta con el trabajo que hacía, aunque la mayoría de los caballeros estuvieran orgullosos de tener a Jean como Gran Maestra, aunque sus capitanes, sus caballeros de más confianza y, su bibliotecaria en más de una ocasión le reconocían su trabajo e incluso le exigían descansar a veces llegaba a sentir que no era suficiente, se preguntaba como Varka podía hacerlo ver tan fácil ¿Acaso él se sentiría por dentro igual que Jean?.
-...No, no podría ser...
Sonrió ligeramente mientras negaba con la cabeza. El Gran Maestro Varka no podría sentirse así, el Gran Maestro a quien tanto admiraba Jean, el Maestro que la reconoció como sucesora a cargo de Mondstadt y de sus caballeros en lo que él regresaba de su peligrosa expedición era alguien que, ante ella hacía todo como si fuera pan comido. Jean, después de su tiempo a solas, de desahogar su frustración sacude ligeramente su cabeza de lado a lado sonriendo un poco volviendo si aquella Alma Rebelde como era conocida en sus tiempos de caballera, con un aire más ligero regresa a la ciudadela.
-Solo pido una pizca de tu fortaleza para hacer un buen trabajo sobre Mondstadt....
Murmuró la Gran Maestra Intendente ante la estatua.
Fueran o no escuchadas sus plegarias, ella hacía todo lo que estaba en sus manos para hacer de Mondstadt un buen lugar para todos. Se preguntaba si estaba a la altura del Gran Maestro Varka, si tan si quiera llegaba a los talones de él, si podría manejar todo hasta el regreso de él.
-.....
Aunque la ciudad estuviera contenta con el trabajo que hacía, aunque la mayoría de los caballeros estuvieran orgullosos de tener a Jean como Gran Maestra, aunque sus capitanes, sus caballeros de más confianza y, su bibliotecaria en más de una ocasión le reconocían su trabajo e incluso le exigían descansar a veces llegaba a sentir que no era suficiente, se preguntaba como Varka podía hacerlo ver tan fácil ¿Acaso él se sentiría por dentro igual que Jean?.
-...No, no podría ser...
Sonrió ligeramente mientras negaba con la cabeza. El Gran Maestro Varka no podría sentirse así, el Gran Maestro a quien tanto admiraba Jean, el Maestro que la reconoció como sucesora a cargo de Mondstadt y de sus caballeros en lo que él regresaba de su peligrosa expedición era alguien que, ante ella hacía todo como si fuera pan comido. Jean, después de su tiempo a solas, de desahogar su frustración sacude ligeramente su cabeza de lado a lado sonriendo un poco volviendo si aquella Alma Rebelde como era conocida en sus tiempos de caballera, con un aire más ligero regresa a la ciudadela.

