• The end.

    — Skylar, ¿Qué día es hoy?
    — Mamá, dice el doctor que día es hoy, ¿es lunes?
    — Skylar, no hay nadie aquí, ¿Dónde está tu madre?
    — Mamá está a mi costado.
    — Skylar, tu mamá no está aquí.
    — Sí, ella me pegó porque rompí un vaso, me dejó y se fue; pero dice que regresará.

    Y así, ella terminó de romperse, la encontraron tirada en la calle, con múltiples golpes en la cara y en el cuerpo; balbuceando incoherencias y con la mirada perdida. Repetía que sus padres estaban allí molestándola por no aprender un paso de baile o no tener citas con otros hombres. La trasladaron a una habitación de hospital para curar sus golpes, cosa que no quería; ahuyentaba a las enfermeras gritando y amenazando con hacerse daño, para que al. final, termine escapándose.

    #BrokeSky
    The end. — Skylar, ¿Qué día es hoy? — Mamá, dice el doctor que día es hoy, ¿es lunes? — Skylar, no hay nadie aquí, ¿Dónde está tu madre? — Mamá está a mi costado. — Skylar, tu mamá no está aquí. — Sí, ella me pegó porque rompí un vaso, me dejó y se fue; pero dice que regresará. Y así, ella terminó de romperse, la encontraron tirada en la calle, con múltiples golpes en la cara y en el cuerpo; balbuceando incoherencias y con la mirada perdida. Repetía que sus padres estaban allí molestándola por no aprender un paso de baile o no tener citas con otros hombres. La trasladaron a una habitación de hospital para curar sus golpes, cosa que no quería; ahuyentaba a las enfermeras gritando y amenazando con hacerse daño, para que al. final, termine escapándose. #BrokeSky
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  • Una jaula sigue siendo una jaula, aunque se decore con suaves telas, elegantes perfumes, regalos y flores.

    Yelena no era más que una prisionera, una figura cuya existencia se limitaba a ser una imagen pública.

    Ellos manejaban sus hilos, y ella, obediente, agachaba la cabeza.

    La encerraban en una habitación meticulosamente organizada, diseñada para evitar que acabara con su propia vida.

    Siempre había guardias en las ventanas y en la puerta, y un doctor perforaba su piel con agujas, pues ella ya no tenía deseo alguno de comer.

    Sus sueños eran su único refugio, el último rincón donde podía recordar cómo lucían las flores, el cielo y el mar.

    El día que olvidara los colores, ese día, Yelena sabría que habría muerto en vida.

    Una jaula sigue siendo una jaula, aunque se decore con suaves telas, elegantes perfumes, regalos y flores. Yelena no era más que una prisionera, una figura cuya existencia se limitaba a ser una imagen pública. Ellos manejaban sus hilos, y ella, obediente, agachaba la cabeza. La encerraban en una habitación meticulosamente organizada, diseñada para evitar que acabara con su propia vida. Siempre había guardias en las ventanas y en la puerta, y un doctor perforaba su piel con agujas, pues ella ya no tenía deseo alguno de comer. Sus sueños eran su único refugio, el último rincón donde podía recordar cómo lucían las flores, el cielo y el mar. El día que olvidara los colores, ese día, Yelena sabría que habría muerto en vida.
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  • el ciclo de la vida:
    Naces, creces, cuidas a los sobrinos ...
    - bajate de ahí!
    - bajate de ahí!
    - bajate de ahi! -
    - no toques eso!
    - acabate tus verduras !
    - que tienes en la boca? Dame eso! -
    -aqui no es restaurante , acabate el caldo de pollo! -
    - ya terminaste tu tarea? -
    - si no te pones un suéter le diré al doctor que te inyecte! -
    - aplastate ahí! *Le da una tablet con juegos y YouTube*...
    el ciclo de la vida: Naces, creces, cuidas a los sobrinos ... - bajate de ahí! - bajate de ahí! - bajate de ahi! - - no toques eso! - acabate tus verduras ! - que tienes en la boca? Dame eso! - -aqui no es restaurante , acabate el caldo de pollo! - - ya terminaste tu tarea? - - si no te pones un suéter le diré al doctor que te inyecte! - - aplastate ahí! *Le da una tablet con juegos y YouTube*...
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  • Todo cuenta, ¿no?
    Si hay que enseñorearse de todo lo que esté al alcance, o bien, hay que dominar todo aquello que sea susceptible de dominación, entonces toda experiencia es valiosa, porque expande el conocimiento e incrementa el poder...
    Un "qvamtvm" de pulsión es un "qvamtvm" de poder... ¿O cómo era?
    Tres veces más grande, tres veces más fuerte, tres veces más alto...
    Al árbol de navidad tres veces más grande que cualquier otro lo hará leña...
    ¿Y el doctor Fausto?
    Todo cuenta, ¿no? Si hay que enseñorearse de todo lo que esté al alcance, o bien, hay que dominar todo aquello que sea susceptible de dominación, entonces toda experiencia es valiosa, porque expande el conocimiento e incrementa el poder... Un "qvamtvm" de pulsión es un "qvamtvm" de poder... ¿O cómo era? Tres veces más grande, tres veces más fuerte, tres veces más alto... 😂😂😂😂 Al árbol de navidad tres veces más grande que cualquier otro lo hará leña... ¿Y el doctor Fausto?
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  • El doctor del barco es tan valiente como adorable. Es fascinante verlo aprender mientras salva vidas.
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  • El chirrido del último escalón resonó en la pequeña escalera que conectaba la tienda de conveniencia con el apartamento familiar en el segundo piso. Carmina cargaba una bolsa de provisiones mientras sus pasos fatigados marcaban el final de otro turno. Apenas pasaba de las diez de la noche, pero su cuerpo ya pedía descanso.

    La puerta del apartamento estaba entreabierta. Carmina frunció el ceño, alarmada. Lucia, su abuela, siempre se aseguraba de cerrarla con cuidado. Dejó la bolsa en la entrada y empujó la puerta.

    —¿Nonna? —llamó, su voz temblando ligeramente.

    No hubo respuesta. La luz de la cocina estaba encendida, proyectando sombras alargadas en el estrecho pasillo. Carmina avanzó, su corazón latiendo con fuerza. Al llegar al comedor, su estómago se hundió: Lucia yacía en el suelo, inmóvil, con una mano extendida hacia la mesa.

    —¡Nonna! —gritó, corriendo hacia ella.

    Se arrodilló a su lado, sus manos temblorosas buscando algún signo de respuesta. Lucia abrió los ojos lentamente, un gemido suave escapando de sus labios.

    —Estoy bien, niña... solo un mareo —murmuró, su voz débil pero firme.

    Carmina no podía tranquilizarse. Las palabras de su abuela no coincidían con la palidez de su rostro ni con la forma en que su cuerpo parecía sin fuerzas. Ayudándola a sentarse con cuidado, buscó su teléfono móvil y marcó rápidamente el número de emergencias.

    —Nonna, no es solo un mareo. Vamos al hospital —dijo, tratando de sonar más calmada de lo que se sentía.

    Lucia intentó protestar, pero Carmina no cedió. En minutos, una ambulancia llegó frente a la tienda, iluminando la calle con luces rojas y azules que rompían la quietud de la noche.


    ---

    Horas después, Carmina estaba sentada en una silla incómoda de la sala de espera de urgencias, con un vaso de café en la mano. Su mente estaba en un torbellino. Lucia había sido llevada para una serie de pruebas, y aunque los paramédicos aseguraron que su presión arterial estaba peligrosamente baja, no se atrevían a hacer conjeturas.

    La joven apenas notó cuando un médico de cabello gris y expresión tranquila se le acercó.

    —¿Eres la nieta de Lucia Valenti?

    Carmina asintió rápidamente, poniéndose de pie.

    —Sí, soy yo. ¿Cómo está?

    El médico esbozó una leve sonrisa.

    —Tu abuela está estable. Parece que tuvo una caída por un episodio de hipotensión. Vamos a mantenerla en observación por la noche, pero estará bien. Lo más importante será asegurarse de que descanse y siga una dieta adecuada para evitar esto en el futuro.

    Carmina soltó un suspiro que ni siquiera sabía que estaba conteniendo.

    —Gracias, doctor. ¿Puedo verla?

    El médico asintió y la guió a una pequeña sala. Allí estaba Lucia, recostada en una camilla, con una expresión más relajada. Cuando Carmina entró, su abuela abrió los ojos y sonrió suavemente.

    —Te dije que no era nada —bromeó con voz ronca.

    Carmina se dejó caer en la silla junto a ella, tomando su mano con cuidado.

    —Nonna, casi me das un infarto. Si esto es "nada", no quiero imaginar cómo sería algo serio.

    Lucia rió, un sonido suave que alivió un poco la tensión en el pecho de Carmina.

    —Sabes, niña... eres muy fuerte. Más de lo que yo era a tu edad. Estoy orgullosa de ti.

    Las palabras sorprendieron a Carmina, quien sintió un nudo en la garganta. Esa noche, mientras miraba a su abuela descansar, tomó una decisión silenciosa: haría todo lo posible para cuidar de Lucia, incluso si eso significaba replantear la vida que estaba llevando. No iba a perder a la persona que más amaba.

    Las luces del hospital parpadearon débilmente, pero Carmina, por primera vez en mucho tiempo, sintió que podía ver con claridad.

    El chirrido del último escalón resonó en la pequeña escalera que conectaba la tienda de conveniencia con el apartamento familiar en el segundo piso. Carmina cargaba una bolsa de provisiones mientras sus pasos fatigados marcaban el final de otro turno. Apenas pasaba de las diez de la noche, pero su cuerpo ya pedía descanso. La puerta del apartamento estaba entreabierta. Carmina frunció el ceño, alarmada. Lucia, su abuela, siempre se aseguraba de cerrarla con cuidado. Dejó la bolsa en la entrada y empujó la puerta. —¿Nonna? —llamó, su voz temblando ligeramente. No hubo respuesta. La luz de la cocina estaba encendida, proyectando sombras alargadas en el estrecho pasillo. Carmina avanzó, su corazón latiendo con fuerza. Al llegar al comedor, su estómago se hundió: Lucia yacía en el suelo, inmóvil, con una mano extendida hacia la mesa. —¡Nonna! —gritó, corriendo hacia ella. Se arrodilló a su lado, sus manos temblorosas buscando algún signo de respuesta. Lucia abrió los ojos lentamente, un gemido suave escapando de sus labios. —Estoy bien, niña... solo un mareo —murmuró, su voz débil pero firme. Carmina no podía tranquilizarse. Las palabras de su abuela no coincidían con la palidez de su rostro ni con la forma en que su cuerpo parecía sin fuerzas. Ayudándola a sentarse con cuidado, buscó su teléfono móvil y marcó rápidamente el número de emergencias. —Nonna, no es solo un mareo. Vamos al hospital —dijo, tratando de sonar más calmada de lo que se sentía. Lucia intentó protestar, pero Carmina no cedió. En minutos, una ambulancia llegó frente a la tienda, iluminando la calle con luces rojas y azules que rompían la quietud de la noche. --- Horas después, Carmina estaba sentada en una silla incómoda de la sala de espera de urgencias, con un vaso de café en la mano. Su mente estaba en un torbellino. Lucia había sido llevada para una serie de pruebas, y aunque los paramédicos aseguraron que su presión arterial estaba peligrosamente baja, no se atrevían a hacer conjeturas. La joven apenas notó cuando un médico de cabello gris y expresión tranquila se le acercó. —¿Eres la nieta de Lucia Valenti? Carmina asintió rápidamente, poniéndose de pie. —Sí, soy yo. ¿Cómo está? El médico esbozó una leve sonrisa. —Tu abuela está estable. Parece que tuvo una caída por un episodio de hipotensión. Vamos a mantenerla en observación por la noche, pero estará bien. Lo más importante será asegurarse de que descanse y siga una dieta adecuada para evitar esto en el futuro. Carmina soltó un suspiro que ni siquiera sabía que estaba conteniendo. —Gracias, doctor. ¿Puedo verla? El médico asintió y la guió a una pequeña sala. Allí estaba Lucia, recostada en una camilla, con una expresión más relajada. Cuando Carmina entró, su abuela abrió los ojos y sonrió suavemente. —Te dije que no era nada —bromeó con voz ronca. Carmina se dejó caer en la silla junto a ella, tomando su mano con cuidado. —Nonna, casi me das un infarto. Si esto es "nada", no quiero imaginar cómo sería algo serio. Lucia rió, un sonido suave que alivió un poco la tensión en el pecho de Carmina. —Sabes, niña... eres muy fuerte. Más de lo que yo era a tu edad. Estoy orgullosa de ti. Las palabras sorprendieron a Carmina, quien sintió un nudo en la garganta. Esa noche, mientras miraba a su abuela descansar, tomó una decisión silenciosa: haría todo lo posible para cuidar de Lucia, incluso si eso significaba replantear la vida que estaba llevando. No iba a perder a la persona que más amaba. Las luces del hospital parpadearon débilmente, pero Carmina, por primera vez en mucho tiempo, sintió que podía ver con claridad.
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  • Era un día común en la escuela, y Shoko estaba más que lista para una pausa bien merecida. Había sobrevivido a un sinfín de quejas de estudiantes sobre rasguños "mortales" y "heridas letales" que no eran más que cortes superficiales. Todo lo que quería era un café frío de la máquina expendedora cerca de la enfermería.

    Con su cigarrillo apagado en los labios y unas monedas en la mano, se dirigió al imponente artefacto, que, según los rumores, tenía una tendencia a "tragarse" el dinero de los estudiantes.

    —No me decepciones —le dijo a la máquina, como si fuera un compañero de trabajo que ya había arruinado demasiadas cosas.

    Insertó las monedas y pulsó el botón para su café frío favorito. La máquina zumbó, parpadeó... y nada salió. Shoko la miró fijamente, evaluando la situación como si se tratara de una cirugía de alto riesgo.

    —Ah, ¿así vamos a jugar? —murmuró, encendiendo el cigarrillo para calmarse mientras observaba el panel de botones.

    Volvió a presionar. Esta vez con más fuerza. El zumbido aumentó, pero el café seguía sin aparecer. Shoko soltó el humo con un suspiro cansado y dio un paso atrás, evaluando sus opciones.

    Plan A: Presionar todos los botones. Lo hizo, y lo único que consiguió fue un ruido preocupante y más luces parpadeantes.
    Plan B: Golpear la máquina. Dio un leve empujón con la cadera, y luego un golpe con el puño. Nada.
    Plan C: Llamar a alguien para que la ayudara. Pero, claro, no iba a darle esa satisfacción a nadie.

    —Está bien. Si quieres guerra, tendrás guerra.

    Con una determinación poco común, Shoko dejó su cigarrillo a un lado y se arremangó. Intentó inclinar la máquina hacia adelante, pero esta se tambaleó y cayó de golpe hacia atrás. El ruido resonó en toda la escuela.

    La puerta del pasillo se abrió de golpe, y un par de estudiantes asomaron la cabeza.

    —¿Doctora Ieiri? ¿Está bien? —preguntó uno, con una mezcla de curiosidad y miedo.

    —Perfectamente —respondió Shoko, sacudiéndose el polvo de las manos mientras encendía otro cigarrillo—. Ahora, largo de aquí. —

    Los estudiantes desaparecieron al instante, y Shoko volvió a mirar a la máquina, que yacía en el suelo con una leve inclinación. Fue entonces cuando vio su victoria: el café frío rodó lentamente fuera de la ranura, como un soldado derrotado que entregaba sus armas.

    Shoko lo recogió, dio un sorbo y suspiró con satisfacción.

    —Sabía que ganaría, pero tenía que hacerte sufrir.

    Dejó la máquina en el suelo y volvió a la enfermería como si nada hubiera pasado. Desde ese día, nadie se atrevió a tocar la máquina expendedora sin antes asegurarse de que Shoko no estuviera cerca.

    Era un día común en la escuela, y Shoko estaba más que lista para una pausa bien merecida. Había sobrevivido a un sinfín de quejas de estudiantes sobre rasguños "mortales" y "heridas letales" que no eran más que cortes superficiales. Todo lo que quería era un café frío de la máquina expendedora cerca de la enfermería. Con su cigarrillo apagado en los labios y unas monedas en la mano, se dirigió al imponente artefacto, que, según los rumores, tenía una tendencia a "tragarse" el dinero de los estudiantes. —No me decepciones —le dijo a la máquina, como si fuera un compañero de trabajo que ya había arruinado demasiadas cosas. Insertó las monedas y pulsó el botón para su café frío favorito. La máquina zumbó, parpadeó... y nada salió. Shoko la miró fijamente, evaluando la situación como si se tratara de una cirugía de alto riesgo. —Ah, ¿así vamos a jugar? —murmuró, encendiendo el cigarrillo para calmarse mientras observaba el panel de botones. Volvió a presionar. Esta vez con más fuerza. El zumbido aumentó, pero el café seguía sin aparecer. Shoko soltó el humo con un suspiro cansado y dio un paso atrás, evaluando sus opciones. Plan A: Presionar todos los botones. Lo hizo, y lo único que consiguió fue un ruido preocupante y más luces parpadeantes. Plan B: Golpear la máquina. Dio un leve empujón con la cadera, y luego un golpe con el puño. Nada. Plan C: Llamar a alguien para que la ayudara. Pero, claro, no iba a darle esa satisfacción a nadie. —Está bien. Si quieres guerra, tendrás guerra. Con una determinación poco común, Shoko dejó su cigarrillo a un lado y se arremangó. Intentó inclinar la máquina hacia adelante, pero esta se tambaleó y cayó de golpe hacia atrás. El ruido resonó en toda la escuela. La puerta del pasillo se abrió de golpe, y un par de estudiantes asomaron la cabeza. —¿Doctora Ieiri? ¿Está bien? —preguntó uno, con una mezcla de curiosidad y miedo. —Perfectamente —respondió Shoko, sacudiéndose el polvo de las manos mientras encendía otro cigarrillo—. Ahora, largo de aquí. — Los estudiantes desaparecieron al instante, y Shoko volvió a mirar a la máquina, que yacía en el suelo con una leve inclinación. Fue entonces cuando vio su victoria: el café frío rodó lentamente fuera de la ranura, como un soldado derrotado que entregaba sus armas. Shoko lo recogió, dio un sorbo y suspiró con satisfacción. —Sabía que ganaría, pero tenía que hacerte sufrir. Dejó la máquina en el suelo y volvió a la enfermería como si nada hubiera pasado. Desde ese día, nadie se atrevió a tocar la máquina expendedora sin antes asegurarse de que Shoko no estuviera cerca.
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  • ¡Holmes!

    —Exclama con fuerza el doctor al entrar en la habitación principal y encontrarse con lo que parecían ser restos de un experimento sobre la alfombra—

    Un día de estos la señora Hudson nos va a correr de aquí y con justa razón.
    #nvsv
    ¡Holmes! —Exclama con fuerza el doctor al entrar en la habitación principal y encontrarse con lo que parecían ser restos de un experimento sobre la alfombra— Un día de estos la señora Hudson nos va a correr de aquí y con justa razón. #nvsv
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  • Musical (?
    Fandom Random
    Categoría Otros
    -algo que destaca de la angel exterminadora era esa maldita manía de interponer sus emociones para priorizar la salud y felicidades de los demás. Pro supuesto que hacer eso no le está haciendo ningún bien solo está volviéndose una bomba de tiempo pero es imposible que simplemente finja que no le importan los demás menos cuando esos demás son parte de su "familia"
    Supo que algo estaba mal con Sebastián antes de que se encerrará en la habitación lo vio discutiendo consigo mismo de una forma curiosamente familiar "ambas partes estaban despiertas y en conflicto. Agarro a del brazo al primer Adán que se encontró colándose por una ventana, su intuición no falló vio a Sebastián dividido en dos en medio de un conflicto y no dudo en arrastrar a Adán en una de las molestas cancioncitas que al parecer Sebastián amaba ¿Acaso le recordaba algo de su pasado? No lo pondría en duda el pasado de la lujuria es ... Extraño-

    https://youtu.be/CPa8mif7HOw?si=fpHDQcMdKfsf2VI9


    Adan- La cita empezó tan bien
    Que no le esperaba el susto que me iba a llevar
    Fue perfecta en lo que pude ver
    Cómo no ví el peligro que estaba junto a mi?

    Lute- El pescado es mi pasión

    Baby soy igual que tú

    Y los perros cartoon

    Baby amo Scooby doo

    Tu peli favorita es
    Dijo

    Amo a la mejor entre todos los tiempos

    -lute voló rodeando ambas partes de su hermano murmurando el nombre de la película que sigue sin entender porque le gusta a su hermano si es tan mala....-

    Human centipede
    Human centipede

    Creo que en esta noche me van a matar

    -volo regresando con Adán deslizando su daga entre los labios de su señor metiéndose en el personaje de la canción -

    Human centipede

    Es en serio si
    Dijo

    Los diseños y el traje son arte
    La trama es lo mejor

    Y la trama cuál es

    El doctor cose gente como un cien pies

    Cool...

    Human centipede

    -lute se sienta sobre la cama agitando sus alas levantando el polvo de la habitación dibujando un cien pies humano -

    Sácame de aquí creo que es una red flag puedo ver mi muerte
    Dijo

    Human centipede cine en su esplendor


    Pensé
    Voy a formar parte del menú de hoy
    Dijo

    Amo el desarrollo y la narración

    Hago señales en código morse llamando al mesero

    Pestañas mucho ¿No?

    Es mi ojo algo entro

    Ven te lo quito

    No gracias no moriré hoy

    -saco el peluche que su padre les había dado a ambos hace mucho tiempo, un mini peluche de títere con la forma de alastor para hacer al mesero -

    Bon jour, le pestañeaba a mi pues siñu cita es alguna frick?

    No

    Perfecto bon apetit

    -tiro al muñeco a las sombras para regresarlo al eden infernal -

    Deja de esconderte en esas tontas reglas no desperdicies la mejor pareja que podrías tener

    Quizás sea yo quien me pierdo en escusas mi corazón debería arriesgarse por este amor

    Puede ser mi amor mi amor de verdad

    Seremos pareja y nos podremos casar

    Tendremos la ceremonia con la boda ideal


    Solo si la boda es de

    Que temática tu dime

    Human centipede
    Human centipede

    Así ahorraremos en el Caterine

    Human centipede

    Una boca para mí

    -rodea de nuevo a Sebastián esperando a que se distrajera para que esas dos gemas se volvieran a unir en uno solo. Le puso la daga en las manos -

    Si eres el padrino sabes cómo ir
    Por fin e cruzado el portal del amor

    Por fin cosere bocas como el doctor

    Human centipede
    Human centipede

    -respiro agitada esperando hacerlo distraído lo suficiente para que olvidará su pelea interna -
    -algo que destaca de la angel exterminadora era esa maldita manía de interponer sus emociones para priorizar la salud y felicidades de los demás. Pro supuesto que hacer eso no le está haciendo ningún bien solo está volviéndose una bomba de tiempo pero es imposible que simplemente finja que no le importan los demás menos cuando esos demás son parte de su "familia" Supo que algo estaba mal con Sebastián antes de que se encerrará en la habitación lo vio discutiendo consigo mismo de una forma curiosamente familiar "ambas partes estaban despiertas y en conflicto. Agarro a del brazo al primer Adán que se encontró colándose por una ventana, su intuición no falló vio a Sebastián dividido en dos en medio de un conflicto y no dudo en arrastrar a Adán en una de las molestas cancioncitas que al parecer Sebastián amaba ¿Acaso le recordaba algo de su pasado? No lo pondría en duda el pasado de la lujuria es ... Extraño- https://youtu.be/CPa8mif7HOw?si=fpHDQcMdKfsf2VI9 Adan- La cita empezó tan bien Que no le esperaba el susto que me iba a llevar Fue perfecta en lo que pude ver Cómo no ví el peligro que estaba junto a mi? Lute- El pescado es mi pasión Baby soy igual que tú Y los perros cartoon Baby amo Scooby doo Tu peli favorita es Dijo Amo a la mejor entre todos los tiempos -lute voló rodeando ambas partes de su hermano murmurando el nombre de la película que sigue sin entender porque le gusta a su hermano si es tan mala....- Human centipede Human centipede Creo que en esta noche me van a matar -volo regresando con Adán deslizando su daga entre los labios de su señor metiéndose en el personaje de la canción - Human centipede Es en serio si Dijo Los diseños y el traje son arte La trama es lo mejor Y la trama cuál es El doctor cose gente como un cien pies Cool... Human centipede -lute se sienta sobre la cama agitando sus alas levantando el polvo de la habitación dibujando un cien pies humano - Sácame de aquí creo que es una red flag puedo ver mi muerte Dijo Human centipede cine en su esplendor Pensé Voy a formar parte del menú de hoy Dijo Amo el desarrollo y la narración Hago señales en código morse llamando al mesero Pestañas mucho ¿No? Es mi ojo algo entro Ven te lo quito No gracias no moriré hoy -saco el peluche que su padre les había dado a ambos hace mucho tiempo, un mini peluche de títere con la forma de alastor para hacer al mesero - Bon jour, le pestañeaba a mi pues siñu cita es alguna frick? No Perfecto bon apetit -tiro al muñeco a las sombras para regresarlo al eden infernal - Deja de esconderte en esas tontas reglas no desperdicies la mejor pareja que podrías tener Quizás sea yo quien me pierdo en escusas mi corazón debería arriesgarse por este amor Puede ser mi amor mi amor de verdad Seremos pareja y nos podremos casar Tendremos la ceremonia con la boda ideal Solo si la boda es de Que temática tu dime Human centipede Human centipede Así ahorraremos en el Caterine Human centipede Una boca para mí -rodea de nuevo a Sebastián esperando a que se distrajera para que esas dos gemas se volvieran a unir en uno solo. Le puso la daga en las manos - Si eres el padrino sabes cómo ir Por fin e cruzado el portal del amor Por fin cosere bocas como el doctor Human centipede Human centipede -respiro agitada esperando hacerlo distraído lo suficiente para que olvidará su pelea interna -
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    Grupal
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  • La luz del mediodía se colaba entre las persianas torcidas de la oficina de Shoko, iluminando partículas de polvo que flotaban perezosamente en el aire. Con los pies descalzos y un cigarrillo apagado entre los labios, observó el desastre a su alrededor: papeles desparramados, cajas de medicamentos mal apiladas y una taza con algo que había dejado de ser café hacía días.

    — Bueno, esto es deprimente. — murmuró, soltando el cigarrillo en un cenicero ya colmado.

    Abrió una ventana para dejar entrar el aire fresco y, tras un suspiro resignado, se ató el cabello en un moño desordenado. En un acto más de aburrimiento que de convicción, comenzó a recoger hojas sueltas, tarareando una melodía que poco a poco se convirtió en una canción.

    “ Ah ~ poison on the inside, I could be your antidote tonight. "

    Su voz resonaba en el espacio vacío mientras apilaba los papeles en una esquina de su escritorio. De vez en cuando, movía las caderas al ritmo de la canción, levantando una ceja al encontrar un paquete de cigarrillos vacío bajo un montón de revistas médicas.

    Agarró un trapo húmedo y empezó a limpiar las superficies, cantando ahora a todo pulmón.

    “I could play the doctor, I can cure your disease. If you were a sinner, I could make you believe."

    Con cada verso, sus movimientos se hacían más exagerados, como si estuviera en un escenario. Limpió la mesa, la lámpara, incluso el marco torcido de una vieja fotografía de su grupo de amigos de la escuela. Una leve sonrisa se asomó al ver la cara de uno de ellos, pero rápidamente la ocultó sacudiendo la cabeza.

    “I can smell your sickness, I can cure ya, cure your disease."

    En un giro particularmente entusiasta, tropezó con una pila de revistas y cayó sentada al suelo con un estruendo. Soltó una carcajada al verse rodeada de desorden nuevamente.

    — Bueno, al menos me queda la música,— dijo en voz alta, retomando la canción desde donde la había dejado, sin intención alguna de parar.
    La luz del mediodía se colaba entre las persianas torcidas de la oficina de Shoko, iluminando partículas de polvo que flotaban perezosamente en el aire. Con los pies descalzos y un cigarrillo apagado entre los labios, observó el desastre a su alrededor: papeles desparramados, cajas de medicamentos mal apiladas y una taza con algo que había dejado de ser café hacía días. — Bueno, esto es deprimente. — murmuró, soltando el cigarrillo en un cenicero ya colmado. Abrió una ventana para dejar entrar el aire fresco y, tras un suspiro resignado, se ató el cabello en un moño desordenado. En un acto más de aburrimiento que de convicción, comenzó a recoger hojas sueltas, tarareando una melodía que poco a poco se convirtió en una canción. “ Ah ~ poison on the inside, I could be your antidote tonight. " Su voz resonaba en el espacio vacío mientras apilaba los papeles en una esquina de su escritorio. De vez en cuando, movía las caderas al ritmo de la canción, levantando una ceja al encontrar un paquete de cigarrillos vacío bajo un montón de revistas médicas. Agarró un trapo húmedo y empezó a limpiar las superficies, cantando ahora a todo pulmón. “I could play the doctor, I can cure your disease. If you were a sinner, I could make you believe." Con cada verso, sus movimientos se hacían más exagerados, como si estuviera en un escenario. Limpió la mesa, la lámpara, incluso el marco torcido de una vieja fotografía de su grupo de amigos de la escuela. Una leve sonrisa se asomó al ver la cara de uno de ellos, pero rápidamente la ocultó sacudiendo la cabeza. “I can smell your sickness, I can cure ya, cure your disease." En un giro particularmente entusiasta, tropezó con una pila de revistas y cayó sentada al suelo con un estruendo. Soltó una carcajada al verse rodeada de desorden nuevamente. — Bueno, al menos me queda la música,— dijo en voz alta, retomando la canción desde donde la había dejado, sin intención alguna de parar.
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