• ☆ STREAM URGENTE ☆ La Mediación Divina
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    El escenario estaría listo, una corte de aspecto divino y celestial perfecto para la ocasión. ¿Cómo consiguió Xin Yi un sitio así? No importaba, aunque últimamente ella guardaría más secretos de los de costumbre.

    — ¡Les doy la bienvenida al evento que estaban todos esperando! ¡Aquí se decidirá el destino de más de un alma, con el abismo como testigo! — Levantaría las manos al aire y un brillo extraño aparecería en sus ojos aunque sólo duraría menos de un segundo.

    — Primero que nada, tenemos a ❛ 𝐀𝐩𝐡𝐫𝐨 ❜ una Diosa en persona. Ella será quien decida el resultado final de este juicio divino.

    Daría una reverencia a la Diosa y sonreiría, de cierta manera un poco antinatural.

    — En segundo lugar, está Diva , la demandante. Asegura que las acciones de ciertas personas acabaron injustamente con la vida de sus seres queridos y busca retribución.

    Presentaría a la chica peliazul del mismo modo, sus mirada se afilaría.

    — Y finalmente, la demandada y la líder del consejo Aikaterine Ouro quien defiende su inocencia.

    Asimismo daría una reverencia para ésta última.

    — Comencemos entonces. Diva, por favor presenta tus argumentos, después, Aikaterine tendrá derecho a réplica. Aphro será quien tome la decisión final. ¡Que el juicio Divino dé inicio!
    El escenario estaría listo, una corte de aspecto divino y celestial perfecto para la ocasión. ¿Cómo consiguió Xin Yi un sitio así? No importaba, aunque últimamente ella guardaría más secretos de los de costumbre. — ¡Les doy la bienvenida al evento que estaban todos esperando! ¡Aquí se decidirá el destino de más de un alma, con el abismo como testigo! — Levantaría las manos al aire y un brillo extraño aparecería en sus ojos aunque sólo duraría menos de un segundo. — Primero que nada, tenemos a [AfroTheSmilingOne] una Diosa en persona. Ella será quien decida el resultado final de este juicio divino. Daría una reverencia a la Diosa y sonreiría, de cierta manera un poco antinatural. — En segundo lugar, está [d_i_v_a], la demandante. Asegura que las acciones de ciertas personas acabaron injustamente con la vida de sus seres queridos y busca retribución. Presentaría a la chica peliazul del mismo modo, sus mirada se afilaría. — Y finalmente, la demandada y la líder del consejo [Mercenary1x] quien defiende su inocencia. Asimismo daría una reverencia para ésta última. — Comencemos entonces. Diva, por favor presenta tus argumentos, después, Aikaterine tendrá derecho a réplica. Aphro será quien tome la decisión final. ¡Que el juicio Divino dé inicio!
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  • — Una mediación entre una diosa y una guardiana del tiempo. ¿Estoy lista para algo como esto? ¡No, no es momento de dudar! ¡Es nuestro momento, Nee-nah! ¡Es todo por lo que hemos estado trabajando!
    — Una mediación entre una diosa y una guardiana del tiempo. ¿Estoy lista para algo como esto? ¡No, no es momento de dudar! ¡Es nuestro momento, Nee-nah! ¡Es todo por lo que hemos estado trabajando!
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  • —¿Qué les parece? ¿Creen que le guste?

    Un regalo perfectamente normal para una chica normal. Claro, ¿es que no era todo normal ahora? No había más mentiras, no había más engaños. No tenía que vestirse con la piel de una serpiente, los cuernos de un demonio, o las alas de un ángel.

    Era, simple y sencillamente, él. Belial. El protagonista de una vida perfectamente normal. Tan normal como un sueño.

    "Yo sigo diciendo que desperdiciaste tu dinero, Beli", dijo uno del grupo que, evidentemente, eran de los problemáticos, ovejas negras, delincuentes juveniles, y todo tipo de similares etiquetas.

    "¡Es verdad! ¿Por qué iba a hacerte caso? Ella es, ya sabes, de esas chicas estudiosas, condecoradas y todo, y tú eres..."

    —¿Yo soy qué, bastardo? —El rumbo de la conversación no le estaba gustando. Se puso de pie y levantó a su compinche por la camisa. —¡Anda, termina lo que ibas a decir!

    "M-M-Me refiero a que... s-son de mundos diferentes, cálmate..."

    Lo soltó. Se dio media vuelta y vio una vez más el regalo. Una manzana de peluche con una carita sonriente... ¿por qué una manzana, de entre todas las cosas que pudo haber comprado?

    "Ni siquiera sabes si le gustan los peluches. O las manzanas. ¿Qué tal si es alérgica? Mi primo casi se muere de una alergia".

    —A ella le gustará. Lo sé, ¿sí? No sé cómo, sólo... lo sé.

    —¿Qué les parece? ¿Creen que le guste? Un regalo perfectamente normal para una chica normal. Claro, ¿es que no era todo normal ahora? No había más mentiras, no había más engaños. No tenía que vestirse con la piel de una serpiente, los cuernos de un demonio, o las alas de un ángel. Era, simple y sencillamente, él. Belial. El protagonista de una vida perfectamente normal. Tan normal como un sueño. "Yo sigo diciendo que desperdiciaste tu dinero, Beli", dijo uno del grupo que, evidentemente, eran de los problemáticos, ovejas negras, delincuentes juveniles, y todo tipo de similares etiquetas. "¡Es verdad! ¿Por qué iba a hacerte caso? Ella es, ya sabes, de esas chicas estudiosas, condecoradas y todo, y tú eres..." —¿Yo soy qué, bastardo? —El rumbo de la conversación no le estaba gustando. Se puso de pie y levantó a su compinche por la camisa. —¡Anda, termina lo que ibas a decir! "M-M-Me refiero a que... s-son de mundos diferentes, cálmate..." Lo soltó. Se dio media vuelta y vio una vez más el regalo. Una manzana de peluche con una carita sonriente... ¿por qué una manzana, de entre todas las cosas que pudo haber comprado? "Ni siquiera sabes si le gustan los peluches. O las manzanas. ¿Qué tal si es alérgica? Mi primo casi se muere de una alergia". —A ella le gustará. Lo sé, ¿sí? No sé cómo, sólo... lo sé.
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  • La nueva cosecha del Viñedo del Amanecer es grandiosa~.
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  • ¿Porque habría de preocuparme? Si estoy con la diosa más adorable de todos los multiversos? Querida pinguinita... Volví por y para ti.
    ¿Porque habría de preocuparme? Si estoy con la diosa más adorable de todos los multiversos? Querida pinguinita... Volví por y para ti.
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  • -Sin duda uno de los mejores momentos que podría pasar, es compartir tiempo juntos, en ese momento, Robin cantaba mientras su hermano, Sunday tocaba el piano.

    Ambos hermanos siempre disfrutaba de ese momento de compañía, pues Sunday estaba ocupado y Robin estaba siempre de viaje para llevar a todos los lugares a donde va la luz de la armonía, pues ambos hermanos, estaba bendecido por Xipe la diosa de la armonía.

    Por eso esos momentos son realmente valiosos para ambos hermanos.-.
    -Sin duda uno de los mejores momentos que podría pasar, es compartir tiempo juntos, en ese momento, Robin cantaba mientras su hermano, Sunday tocaba el piano. Ambos hermanos siempre disfrutaba de ese momento de compañía, pues Sunday estaba ocupado y Robin estaba siempre de viaje para llevar a todos los lugares a donde va la luz de la armonía, pues ambos hermanos, estaba bendecido por Xipe la diosa de la armonía. Por eso esos momentos son realmente valiosos para ambos hermanos.-.
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  • Dos estrellas se extinguen en la inmensidad del cielo nocturno. La lluvia cae con más fuerza, pareciendo ser la única dispuesta a no olvidar este mundo roto y marginado que da sus últimos sollozos, su núcleo sangrando.

    Una diosa perdió a su familia hoy, y se jura: "Nunca más".
    Dos estrellas se extinguen en la inmensidad del cielo nocturno. La lluvia cae con más fuerza, pareciendo ser la única dispuesta a no olvidar este mundo roto y marginado que da sus últimos sollozos, su núcleo sangrando. Una diosa perdió a su familia hoy, y se jura: "Nunca más".
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  • Frente a la Pusa, Diosa y Buda de la Compasión.
    Frente a la Pusa, Diosa y Buda de la Compasión.
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  • «Día -1».

    — ¡Mira! ¡Eθ él, eθ él! ¡Edward Colton en perθona! —

    Ahí estaba el sujeto. ¿Era ridículo para una jovencita tener de ídolo a un hombre de ciencia? En medio de la feria organizada por la fundación, corrió entre la multitud para pedirle un autógrafo, arrastrando a su acompañante al llevarle por la muñeca.

    — ¡B-B-Buenaθ tardeθ, θeñor Colton! M-Me llamo... aahh... —

    ¿Estaba tan nerviosa que había olvidado su propio nombre? Él sonrió y respondió: "Sé quién eres".

    — ¿θabe quién θoy? —

    Asintió. Tras él, una muchacha de cabello negro como el cielo de la noche, usando gafas, apareció.

    "Todos sabemos quién eres".

    — ¿Gaby...? Pero... —

    De más estaba decir que estaba confundida. Ella no conocería a Gaby sino hasta dentro de un año, más o menos...

    En realidad... ¿Cómo sabía quién era, sin conocerla?

    "¿Olvidaste quién eres? Qué vergüenza."

    Esa voz... su hijo. El hombre que había rescatado de la muerte, al que le había dado un nuevo cuerpo, un nuevo propósito.

    "¡Lo olvidaste! ¿Te ayudo a recordarlo con una canción?"

    Volteó hacia atrás. ¿Dónde estaba la multitud? Densa neblina evitaba vislumbrar lo que había más allá de unos cuantos metros a su alrededor. Esa última voz, melodiosa y suave, la reconoció también. Su hija, la segunda de ellas.

    — Yo... No... Yo θé quién θoy, yo θoy... —

    Por algún motivo, aunque lo sabía, y lo había sabido siempre, era imposible decirlo. Como si estuviese prohibido.

    "Mamá".

    Esa palabra... Esa voz...

    — ¿Magnolia...? —

    Ahí estaba. Su cabello desordenado, sus rodillas raspadas y cubiertas de tierra, sus manitas manchadas de pintura. Era ella. Como fue al principio, como siempre debió haber sido.

    "Bienvenida."
    «Día -1». — ¡Mira! ¡Eθ él, eθ él! ¡Edward Colton en perθona! — Ahí estaba el sujeto. ¿Era ridículo para una jovencita tener de ídolo a un hombre de ciencia? En medio de la feria organizada por la fundación, corrió entre la multitud para pedirle un autógrafo, arrastrando a su acompañante al llevarle por la muñeca. — ¡B-B-Buenaθ tardeθ, θeñor Colton! M-Me llamo... aahh... — ¿Estaba tan nerviosa que había olvidado su propio nombre? Él sonrió y respondió: "Sé quién eres". — ¿θabe quién θoy? — Asintió. Tras él, una muchacha de cabello negro como el cielo de la noche, usando gafas, apareció. "Todos sabemos quién eres". — ¿Gaby...? Pero... — De más estaba decir que estaba confundida. Ella no conocería a Gaby sino hasta dentro de un año, más o menos... En realidad... ¿Cómo sabía quién era, sin conocerla? "¿Olvidaste quién eres? Qué vergüenza." Esa voz... su hijo. El hombre que había rescatado de la muerte, al que le había dado un nuevo cuerpo, un nuevo propósito. "¡Lo olvidaste! ¿Te ayudo a recordarlo con una canción?" Volteó hacia atrás. ¿Dónde estaba la multitud? Densa neblina evitaba vislumbrar lo que había más allá de unos cuantos metros a su alrededor. Esa última voz, melodiosa y suave, la reconoció también. Su hija, la segunda de ellas. — Yo... No... Yo θé quién θoy, yo θoy... — Por algún motivo, aunque lo sabía, y lo había sabido siempre, era imposible decirlo. Como si estuviese prohibido. "Mamá". Esa palabra... Esa voz... — ¿Magnolia...? — Ahí estaba. Su cabello desordenado, sus rodillas raspadas y cubiertas de tierra, sus manitas manchadas de pintura. Era ella. Como fue al principio, como siempre debió haber sido. "Bienvenida."
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  • ⠀⠀Nadie lo vio llegar. Las masas no lo notaron, y el cetrino pálido de la piedra iluminado por la luna simplemente ignoró su sombra.

    ⠀⠀Pero cuando Cipriano cruzó la puerta del convento de San Giovanni, las piedras susurraron su nombre. No el que porta ahora —condenado y santo a la vez—, sino aquel que había sido tallado en los altares rotos de Pafos, consagrado en la espuma y el paganismo, bajo los ojos de una diosa icónica.

    ⠀⠀No había ídolos en el convento. Solo cruces, cilicios, vitrales con santos que lloraban. Pero como un aroma perdido entre incienso y el musgo viejo de las paredes. Los muros blancos de mármol, que deberían haberlo repelido, le ofrecieron abrigo. Porque ella —la que fue Afrodita— lo había amado antes de que el tiempo se enredara en dogmas nuevos.

    ⠀⠀Los pasos de Cipriano no sonaban, pero los ecos del pasado sí. Las novicias bajaron la mirada sin saber por qué. Los crucifijos temblaron en las paredes.

    ⠀⠀Pero no lo encontraron.

    ⠀⠀Cipriano ya había salido del lugar, una noche sin demonios que exorcizar, ni sueño que apaciguar.
    ⠀ ⠀⠀Nadie lo vio llegar. Las masas no lo notaron, y el cetrino pálido de la piedra iluminado por la luna simplemente ignoró su sombra. ⠀⠀Pero cuando Cipriano cruzó la puerta del convento de San Giovanni, las piedras susurraron su nombre. No el que porta ahora —condenado y santo a la vez—, sino aquel que había sido tallado en los altares rotos de Pafos, consagrado en la espuma y el paganismo, bajo los ojos de una diosa icónica. ⠀⠀No había ídolos en el convento. Solo cruces, cilicios, vitrales con santos que lloraban. Pero como un aroma perdido entre incienso y el musgo viejo de las paredes. Los muros blancos de mármol, que deberían haberlo repelido, le ofrecieron abrigo. Porque ella —la que fue Afrodita— lo había amado antes de que el tiempo se enredara en dogmas nuevos. ⠀⠀Los pasos de Cipriano no sonaban, pero los ecos del pasado sí. Las novicias bajaron la mirada sin saber por qué. Los crucifijos temblaron en las paredes. ⠀⠀Pero no lo encontraron. ⠀⠀Cipriano ya había salido del lugar, una noche sin demonios que exorcizar, ni sueño que apaciguar. ⠀
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