• — Aveces las cenas de negocios son un poco fastidiosas, pero hoy me gustaron las medias.—
    — Aveces las cenas de negocios son un poco fastidiosas, pero hoy me gustaron las medias.—
    Me encocora
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  • ¿He llegado a amar verdaderamente a alguien alguna vez?
    ¿Soy digno de lo que poseo?

    Hoy, el intrincado tejido de las relaciones personales se ha transformado.
    Ahora son una serie de trampas insidiosas.
    Mientras el miedo muta, cambiando mi repertorio de aliados y confidentes.

    Poseo acciones valoradas en un millones de dólares,
    Sin embargo, la serenidad del sueño me elude noche tras noche.

    ¿En qué abismo me he convertido?
    ¿He llegado a amar verdaderamente a alguien alguna vez? ¿Soy digno de lo que poseo? Hoy, el intrincado tejido de las relaciones personales se ha transformado. Ahora son una serie de trampas insidiosas. Mientras el miedo muta, cambiando mi repertorio de aliados y confidentes. Poseo acciones valoradas en un millones de dólares, Sin embargo, la serenidad del sueño me elude noche tras noche. ¿En qué abismo me he convertido?
    Me entristece
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  • Se había dado cuenta últimamente que el horario de Utahime era un poco apretado, así que decidió hacer algo para que ella se estrese menos con su vida

    — ¿Hola, si?, Si no me equivoco hablo con los superiores de Utahime...

    Se le ocurrió llamar a esas personas tan fastidiosas, no le importa la diferencia de escuelas o el resto de esas idioteces, va a reducir su horario
    Se había dado cuenta últimamente que el horario de Utahime era un poco apretado, así que decidió hacer algo para que ella se estrese menos con su vida — ¿Hola, si?, Si no me equivoco hablo con los superiores de Utahime... Se le ocurrió llamar a esas personas tan fastidiosas, no le importa la diferencia de escuelas o el resto de esas idioteces, va a reducir su horario
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  • Shoko estaba sentada en el alféizar de su ventana, observando el cielo teñido de tonos anaranjados mientras el sol se ocultaba tras los edificios del campus. En la distancia, podía escuchar los ecos lejanos de estudiantes jugando, riendo, viviendo vidas que parecían tan normales, tan mundanas.

    Con un suspiro, dejó caer su espalda contra el marco de la ventana. Sus días estaban llenos de exorcismos, entrenamientos y largas horas aprendiendo a salvar vidas en un mundo que la mayoría de las personas nunca conocería. No podía evitar pensar en cómo habría sido crecer sin maldiciones, sin este peso invisible. Quizá habría pasado más tiempo preocupándose por exámenes o clubes escolares en lugar de proteger su vida o la de sus compañeros.

    “¿Es raro que me sienta envidiosa?” murmuró para sí misma, revolviendo su cabello con una mano. Había veces que la normalidad parecía un lujo inalcanzable, una fantasía que nunca podría tocar.

    Sus pensamientos vagaron hacia algo más trivial pero igual de incómodo: el hecho de que nunca había tenido un novio, ni siquiera un pretendiente. Claro, eso no era exactamente una prioridad cuando se vivía entre maldiciones y misiones constantes, pero… ¿acaso era tan extraño querer experimentar algo típico? Un beso, por ejemplo. Algo que otras chicas de su edad parecían dar por sentado.

    Cerró los ojos, tratando de imaginar cómo sería. ¿Emocionante? ¿Incómodo? ¿Una completa decepción? Sus mejillas se tiñeron levemente de rojo al darse cuenta de que no tenía ni idea. Todo lo que sabía venía de películas o novelas que rara vez tenía tiempo de terminar.

    Entonces, un pensamiento surgió, absurdo al principio, pero difícil de ignorar. Había alguien en quien confiaba completamente, alguien que no se reiría de ella ni aprovecharía la situación. Suguru.

    La idea la hizo apretar los labios. Era ridículo, pero también tenía sentido de alguna manera. Suguru siempre había sido tranquilo, considerado y, sobre todo, respetuoso. Si había alguien con quien podía confiar para algo tan embarazoso, era él.

    Antes de darse cuenta, ya estaba bajándose del alféizar y caminando hacia la puerta de su habitación. Su corazón latía con fuerza mientras avanzaba por el pasillo, los ecos de sus pasos resonando en la quietud. Al llegar frente a la puerta de Suguru, alzó la mano para tocar, pero dudó un segundo.

    “Solo dilo rápido. No lo pienses demasiado,” se dijo en voz baja, intentando convencerse.

    Tocó dos veces.
    Apenas escuchó el chirrido de la puerta al empezar a abrirse, y que Suguru pudiera detenerse, las palabras salieron de su boca, rápidas y cortas:

    — Quiero que me beses. —

    El sonrojo que inundó su rostro no era por la emoción de la propuesta, ni por la curiosidad que la impulsaba a dar el paso. Era el calor de exponer esa vulnerabilidad, ese lado curioso y emocional que siempre trataba de mantener oculto bajo capas de indiferencia. No era como si estuviera nerviosa por el beso en sí, sino por mostrar una parte de sí misma que no acostumbraba compartir, especialmente con alguien como Suguru.

    Los latidos de su corazón aumentaron, no por el gesto, sino por la incomodidad de ser vista de esa manera, tan abierta y sin reservas.
    Suguru Geto
    Shoko estaba sentada en el alféizar de su ventana, observando el cielo teñido de tonos anaranjados mientras el sol se ocultaba tras los edificios del campus. En la distancia, podía escuchar los ecos lejanos de estudiantes jugando, riendo, viviendo vidas que parecían tan normales, tan mundanas. Con un suspiro, dejó caer su espalda contra el marco de la ventana. Sus días estaban llenos de exorcismos, entrenamientos y largas horas aprendiendo a salvar vidas en un mundo que la mayoría de las personas nunca conocería. No podía evitar pensar en cómo habría sido crecer sin maldiciones, sin este peso invisible. Quizá habría pasado más tiempo preocupándose por exámenes o clubes escolares en lugar de proteger su vida o la de sus compañeros. “¿Es raro que me sienta envidiosa?” murmuró para sí misma, revolviendo su cabello con una mano. Había veces que la normalidad parecía un lujo inalcanzable, una fantasía que nunca podría tocar. Sus pensamientos vagaron hacia algo más trivial pero igual de incómodo: el hecho de que nunca había tenido un novio, ni siquiera un pretendiente. Claro, eso no era exactamente una prioridad cuando se vivía entre maldiciones y misiones constantes, pero… ¿acaso era tan extraño querer experimentar algo típico? Un beso, por ejemplo. Algo que otras chicas de su edad parecían dar por sentado. Cerró los ojos, tratando de imaginar cómo sería. ¿Emocionante? ¿Incómodo? ¿Una completa decepción? Sus mejillas se tiñeron levemente de rojo al darse cuenta de que no tenía ni idea. Todo lo que sabía venía de películas o novelas que rara vez tenía tiempo de terminar. Entonces, un pensamiento surgió, absurdo al principio, pero difícil de ignorar. Había alguien en quien confiaba completamente, alguien que no se reiría de ella ni aprovecharía la situación. Suguru. La idea la hizo apretar los labios. Era ridículo, pero también tenía sentido de alguna manera. Suguru siempre había sido tranquilo, considerado y, sobre todo, respetuoso. Si había alguien con quien podía confiar para algo tan embarazoso, era él. Antes de darse cuenta, ya estaba bajándose del alféizar y caminando hacia la puerta de su habitación. Su corazón latía con fuerza mientras avanzaba por el pasillo, los ecos de sus pasos resonando en la quietud. Al llegar frente a la puerta de Suguru, alzó la mano para tocar, pero dudó un segundo. “Solo dilo rápido. No lo pienses demasiado,” se dijo en voz baja, intentando convencerse. Tocó dos veces. Apenas escuchó el chirrido de la puerta al empezar a abrirse, y que Suguru pudiera detenerse, las palabras salieron de su boca, rápidas y cortas: — Quiero que me beses. — El sonrojo que inundó su rostro no era por la emoción de la propuesta, ni por la curiosidad que la impulsaba a dar el paso. Era el calor de exponer esa vulnerabilidad, ese lado curioso y emocional que siempre trataba de mantener oculto bajo capas de indiferencia. No era como si estuviera nerviosa por el beso en sí, sino por mostrar una parte de sí misma que no acostumbraba compartir, especialmente con alguien como Suguru. Los latidos de su corazón aumentaron, no por el gesto, sino por la incomodidad de ser vista de esa manera, tan abierta y sin reservas. [Suguru.Geto]
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  • La estación orbital Aurora estaba abarrotada como nunca. Los viajeros se agolpaban en los corredores, mirando las pantallas holográficas que anunciaban el evento del año: un concierto de Robin, la voz que había conquistado galaxias enteras. Su música era más que entretenimiento; era un puente que conectaba a seres de diferentes mundos, un idioma universal que resonaba con el corazón de todos.

    Robin estaba en su camerino, ajustándose el último detalle de su atuendo: un vestido que parecía estar hecho de nebulosas en movimiento, diseñado por un famoso artista de Andrómeda. Frente al espejo, respiró profundamente. A pesar de los años de experiencia, aún sentía ese cosquilleo antes de salir al escenario.

    “Cinco minutos, Robin,” anunció su asistente, una androide llamada Selene con voz melodiosa y ojos que brillaban como pequeñas lunas.

    “Gracias, Selene,” respondió Robin, tomando un momento para mirar por la ventana hacia el espacio infinito. Cada estrella que veía le recordaba una historia, un rostro, una emoción que había capturado en sus canciones.

    Cuando las luces del escenario se encendieron y el público rugió, Robin dio un paso adelante. Desde la primera nota, el ambiente cambió. Las galaxias parecían detenerse para escuchar. Su voz era un torbellino de emociones: la calidez de un amanecer, la tristeza de una despedida, la esperanza de un nuevo comienzo.

    Entre las canciones, Robin habló al público. “He viajado por muchos lugares, visto maravillas que nunca olvidaré, pero siempre me sorprende lo que la música puede hacer. No importa de dónde vengamos, quiénes somos o qué hemos vivido. Aquí, en este momento, somos uno.”

    El público respondió con una ovación que hizo temblar los muros de la estación. Robin continuó, tocando su balada más famosa, una canción que había inspirado a exploradores a cruzar galaxias y a soñadores a nunca rendirse.

    Cuando el concierto terminó, Robin se quedó un momento más en el escenario, mirando a los miles de rostros emocionados frente a ella. Sabía que, aunque su vida estaba llena de viajes y luces brillantes, lo que realmente importaba era la conexión que creaba con cada palabra y cada nota.

    Al salir del escenario, Selene la esperaba con una toalla y una sonrisa. “El universo sigue hablando de ti, Robin.”

    Robin sonrió, agotada pero feliz. “Es porque, en el fondo, todos necesitamos una canción que nos haga sentir menos solos.”

    Y así, la estrella que iluminaba galaxias volvió a perderse entre las luces del cosmos, dejando a su paso una melodía que nunca se apagaría.

    La estación orbital Aurora estaba abarrotada como nunca. Los viajeros se agolpaban en los corredores, mirando las pantallas holográficas que anunciaban el evento del año: un concierto de Robin, la voz que había conquistado galaxias enteras. Su música era más que entretenimiento; era un puente que conectaba a seres de diferentes mundos, un idioma universal que resonaba con el corazón de todos. Robin estaba en su camerino, ajustándose el último detalle de su atuendo: un vestido que parecía estar hecho de nebulosas en movimiento, diseñado por un famoso artista de Andrómeda. Frente al espejo, respiró profundamente. A pesar de los años de experiencia, aún sentía ese cosquilleo antes de salir al escenario. “Cinco minutos, Robin,” anunció su asistente, una androide llamada Selene con voz melodiosa y ojos que brillaban como pequeñas lunas. “Gracias, Selene,” respondió Robin, tomando un momento para mirar por la ventana hacia el espacio infinito. Cada estrella que veía le recordaba una historia, un rostro, una emoción que había capturado en sus canciones. Cuando las luces del escenario se encendieron y el público rugió, Robin dio un paso adelante. Desde la primera nota, el ambiente cambió. Las galaxias parecían detenerse para escuchar. Su voz era un torbellino de emociones: la calidez de un amanecer, la tristeza de una despedida, la esperanza de un nuevo comienzo. Entre las canciones, Robin habló al público. “He viajado por muchos lugares, visto maravillas que nunca olvidaré, pero siempre me sorprende lo que la música puede hacer. No importa de dónde vengamos, quiénes somos o qué hemos vivido. Aquí, en este momento, somos uno.” El público respondió con una ovación que hizo temblar los muros de la estación. Robin continuó, tocando su balada más famosa, una canción que había inspirado a exploradores a cruzar galaxias y a soñadores a nunca rendirse. Cuando el concierto terminó, Robin se quedó un momento más en el escenario, mirando a los miles de rostros emocionados frente a ella. Sabía que, aunque su vida estaba llena de viajes y luces brillantes, lo que realmente importaba era la conexión que creaba con cada palabra y cada nota. Al salir del escenario, Selene la esperaba con una toalla y una sonrisa. “El universo sigue hablando de ti, Robin.” Robin sonrió, agotada pero feliz. “Es porque, en el fondo, todos necesitamos una canción que nos haga sentir menos solos.” Y así, la estrella que iluminaba galaxias volvió a perderse entre las luces del cosmos, dejando a su paso una melodía que nunca se apagaría.
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  • Xipe Diosa o Aeon de la armonía.
    Nuevo ser al cual sirvió y sigo su via.
    Xipe Diosa o Aeon de la armonía. Nuevo ser al cual sirvió y sigo su via.
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  • -Es hora de ir a un evento por eso Robin se estaba arreglando para ir, hizo llegar una invitación a Lute , pues como es desde siempre su mejor amiga, hasta cuando el cielo estaba habitado, ella siempre estuvo a su lado, aunque por su carácter dosis, aveces sacaba de sus casilla a la exterminadora.

    Aunque esta vez planea ir a un evento asi con ella, ya sin dios, la ángel Robin, ahora trabajaba para Xipe, Aeon de la armonía o diosa de la armonía como se quiera decir.

    Viaja ahora entre galaxias para llevar la armonía en sus canciones y esta vez no será diferente, arreglandose para ir a Jairo un mundo antes dominado por el hielo y aislado, con su regreso la comunicación, Robin opto por llevarles un concierto y evento.

    Sabía que Lute solo conocía el cielo, infierno y tierra, por lo que le Podría emocionar conocer otro lugar ajeno a esos.

    Solo queda esperar que acepte ir porque, una vez lista ira al trasporte qué la llevara a Jairo -.
    -Es hora de ir a un evento por eso Robin se estaba arreglando para ir, hizo llegar una invitación a [Lute1], pues como es desde siempre su mejor amiga, hasta cuando el cielo estaba habitado, ella siempre estuvo a su lado, aunque por su carácter dosis, aveces sacaba de sus casilla a la exterminadora. Aunque esta vez planea ir a un evento asi con ella, ya sin dios, la ángel Robin, ahora trabajaba para Xipe, Aeon de la armonía o diosa de la armonía como se quiera decir. Viaja ahora entre galaxias para llevar la armonía en sus canciones y esta vez no será diferente, arreglandose para ir a Jairo un mundo antes dominado por el hielo y aislado, con su regreso la comunicación, Robin opto por llevarles un concierto y evento. Sabía que Lute solo conocía el cielo, infierno y tierra, por lo que le Podría emocionar conocer otro lugar ajeno a esos. Solo queda esperar que acepte ir porque, una vez lista ira al trasporte qué la llevara a Jairo -.
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  • Todos calleron Pero , no hay necesidad de peliar .....
    Los gigantes , las hadas , las diosas y los humanos, incluso los demonios ay caído aquella guerra santa hace 16 años
    Todos calleron Pero , no hay necesidad de peliar ..... Los gigantes , las hadas , las diosas y los humanos, incluso los demonios ay caído aquella guerra santa hace 16 años
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  • -alli en medio de la nada, en un silencio sepulcral el demonio se preguntaba que fue lo que le vio a un miembro de la especie más repulsiva y odiosa que conoce y lo peor es que se enamoro del creador de esa miserable plaga que lo condeno a la vida que tiene..... Se llegó las manos al rostro ¿En serio que le vio al anciano que se siente tan débil a su lado pero le gusta esa sensacion de debilidad ?-
    -alli en medio de la nada, en un silencio sepulcral el demonio se preguntaba que fue lo que le vio a un miembro de la especie más repulsiva y odiosa que conoce y lo peor es que se enamoro del creador de esa miserable plaga que lo condeno a la vida que tiene..... Se llegó las manos al rostro ¿En serio que le vio al anciano que se siente tan débil a su lado pero le gusta esa sensacion de debilidad ?-
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  • Si un día se me escapa el secreto, y muero devorado por una diosa nórdica, debéis de saber que no arrepentiré de nada.
    Si un día se me escapa el secreto, y muero devorado por una diosa nórdica, debéis de saber que no arrepentiré de nada.
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