• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ||- Que bueno que se solucionó el problema que tenía para logear aquí estaré un tanto más seguido.
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  • —Maldita sea, maldita sea... Ese hijo de puta... me las voy a cobrar, maldito cabrón.

    No podía si no maldecir cuando todo había pasado, molesto con él y consigo mismo, gruñendo por recordar lo sucedido, avergonzado y encabronado.

    Era definitivo, su cola era un problema, siempre lo había sido y no pensaba exponerse más, menos para un hijo de puta que se estaba aprovechando de burlarse de él, pero que le quedara claro, donde viera su asquerosa cara de nuevo, no le importaba salir por otra tangente del contrato.
    Quizá él por mano propia no podría dañarlo, pero se iba a encargar de que todo el jodido infierno se fuera a su contra.

    —Puto venado...

    Volvió a maldecir, chasqueando la lengua y tratando de olvidar todo, yendo directo a su reserva de vino. Olvidaba porque olvidaba, así fuera poniéndose hasta atrás con algo de licor.
    —Maldita sea, maldita sea... Ese hijo de puta... me las voy a cobrar, maldito cabrón. No podía si no maldecir cuando todo había pasado, molesto con él y consigo mismo, gruñendo por recordar lo sucedido, avergonzado y encabronado. Era definitivo, su cola era un problema, siempre lo había sido y no pensaba exponerse más, menos para un hijo de puta que se estaba aprovechando de burlarse de él, pero que le quedara claro, donde viera su asquerosa cara de nuevo, no le importaba salir por otra tangente del contrato. Quizá él por mano propia no podría dañarlo, pero se iba a encargar de que todo el jodido infierno se fuera a su contra. —Puto venado... Volvió a maldecir, chasqueando la lengua y tratando de olvidar todo, yendo directo a su reserva de vino. Olvidaba porque olvidaba, así fuera poniéndose hasta atrás con algo de licor.
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  • - Que hermosa noche para trabajar.

    ' Dijo mientras esparcía aquel brebaje extraño y brillante, podía sentirse el olor a sangre que este emanaba, además de variedad de intensos y curiosos aromas en una mezcla tan repulsiva como cautivadora, llamando atención de algunos animales, quizás alguna criatura curiosa ... Quizás más que eso. Mientras dicho aroma se esparcía por los alrededores del bosque, que se veía tan hermoso y siniestro como de costumbre, el hechicero se sentaba al costado de un árbol, mirando el brillo de su preparación moverse entre los árboles, como serpientes rojas desvaneciéndose en el camino tan oscuro al frente suyo '

    - Tengo ganas de cazar demonios, o quizás de hacerme su amigo, ¿Qué será esta vez?

    ' Y mientras terminaba de hablar, daba una fuerte pisada al suelo, produciendo un efecto contundente a su alrededor, esparciendo fuera de los límites de su bosque aquel cebo para criaturas oscuras, y se recargaba en el árbol para esperar, esperar ... Siempre era la peor parte, la segunda peor, era limpiar ese aroma ... Y la sangre de demonio de su ropa '
    - Que hermosa noche para trabajar. ' Dijo mientras esparcía aquel brebaje extraño y brillante, podía sentirse el olor a sangre que este emanaba, además de variedad de intensos y curiosos aromas en una mezcla tan repulsiva como cautivadora, llamando atención de algunos animales, quizás alguna criatura curiosa ... Quizás más que eso. Mientras dicho aroma se esparcía por los alrededores del bosque, que se veía tan hermoso y siniestro como de costumbre, el hechicero se sentaba al costado de un árbol, mirando el brillo de su preparación moverse entre los árboles, como serpientes rojas desvaneciéndose en el camino tan oscuro al frente suyo ' - Tengo ganas de cazar demonios, o quizás de hacerme su amigo, ¿Qué será esta vez? ' Y mientras terminaba de hablar, daba una fuerte pisada al suelo, produciendo un efecto contundente a su alrededor, esparciendo fuera de los límites de su bosque aquel cebo para criaturas oscuras, y se recargaba en el árbol para esperar, esperar ... Siempre era la peor parte, la segunda peor, era limpiar ese aroma ... Y la sangre de demonio de su ropa '
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  • — Muy bien — dijo abriendo el periódico de hoy — Veamos en qué uso el bigotón las fotos que le envié ayer.

    Había tomado unas cuantas fotos de Spider-Man ayudando a una anciana a cruzar la calle. Algo noble, y de lo que difícilmente Jonah sacaría un titular malo y amarillista, como siempre.

    Pero nunca había que subestimar a su jefe. En la portada se podía leer: "La Amenaza Arácnida captada secuestrando a una pobre anciana en el Bronx."

    Peter suspiró con fastidio.

    — Claro... olvidé que estoy trabajando para el maldito J. Jonah Jameson...
    — Muy bien — dijo abriendo el periódico de hoy — Veamos en qué uso el bigotón las fotos que le envié ayer. Había tomado unas cuantas fotos de Spider-Man ayudando a una anciana a cruzar la calle. Algo noble, y de lo que difícilmente Jonah sacaría un titular malo y amarillista, como siempre. Pero nunca había que subestimar a su jefe. En la portada se podía leer: "La Amenaza Arácnida captada secuestrando a una pobre anciana en el Bronx." Peter suspiró con fastidio. — Claro... olvidé que estoy trabajando para el maldito J. Jonah Jameson...
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  • -ante la extraña situación donde el agua cae en el cuarto de baño un rápido movimiento tras escuchar la puerta abrirse detiene esa actividad-
    "ejem, te importaría? es de mala educación espiar"
    -ni siquiera sabes quien es pero te habla con tal igualdad y en este caso ofendido mientras terminaba de ajustarse la bata-
    "quizás es una sorpresa mi presencia aquí pero no te preocupes solo me cambiare y me iré, no es mi elección donde aparezco y bueno, necesitaba esto... ahora me permites terminar? esto se esta haciendo incomodo y comienza a hacer frio"
    -como si nada tomo una de las toallas que había para secarse el cabello-
    -ante la extraña situación donde el agua cae en el cuarto de baño un rápido movimiento tras escuchar la puerta abrirse detiene esa actividad- "ejem, te importaría? es de mala educación espiar" -ni siquiera sabes quien es pero te habla con tal igualdad y en este caso ofendido mientras terminaba de ajustarse la bata- "quizás es una sorpresa mi presencia aquí pero no te preocupes solo me cambiare y me iré, no es mi elección donde aparezco y bueno, necesitaba esto... ahora me permites terminar? esto se esta haciendo incomodo y comienza a hacer frio" -como si nada tomo una de las toallas que había para secarse el cabello-
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  • —Una palabra más y haré que se trague la engrapadora... —soltó en un susurro cansado. Estaba llegando a su límite, tener que hacer absolutamente todo cuando habían otros que podrían ayudarlo. Pero no...

    Rachel dijo "Puedes con esto, ¿verdad? Tienes mucha experiencia, seguro que lo haces muy rápido con lo increíble que eres".

    Pudo ser un halago para algunos, pero Liam sabía muy bien que solo era una maldita burla.
    —Una palabra más y haré que se trague la engrapadora... —soltó en un susurro cansado. Estaba llegando a su límite, tener que hacer absolutamente todo cuando habían otros que podrían ayudarlo. Pero no... Rachel dijo "Puedes con esto, ¿verdad? Tienes mucha experiencia, seguro que lo haces muy rápido con lo increíble que eres". Pudo ser un halago para algunos, pero Liam sabía muy bien que solo era una maldita burla.
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  • "Dejenme sola, no quiero hablar con nadie.."
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  • Meredith no recordaba exactamente cuándo lo había dibujado.
    No había fecha, ni contexto, ni memoria clara del momento. Solo el trazo demasiado seguro para haber sido casual.

    Últimamente, la imagen regresaba a su mente a diario, apareciendo sin aviso en los momentos más insignificantes: mientras cerraba la heladería, mientras escuchaba la estática de la radio, mientras Hawkins fingía ser un pueblo normal.
    El dibujo le provocaba escalofríos, pero no era miedo lo que sentía… era algo peor.

    Una molestia persistente.
    Como una astilla enterrada bajo la piel.

    Había algo en esas líneas que no encajaba, algo que vibraba con la misma frecuencia incómoda que precede a las tragedias. Meredith no lo veía como una pesadilla, sino como un eco adelantado, un presagio torcido de que algo —algo realmente malo— estaba a punto de ocurrir en Hawkins.

    Y lo más inquietante no era el dibujo en sí.
    Era la certeza silenciosa de que, cuando lo hizo, sabía exactamente lo que estaba viendo.
    Meredith no recordaba exactamente cuándo lo había dibujado. No había fecha, ni contexto, ni memoria clara del momento. Solo el trazo demasiado seguro para haber sido casual. Últimamente, la imagen regresaba a su mente a diario, apareciendo sin aviso en los momentos más insignificantes: mientras cerraba la heladería, mientras escuchaba la estática de la radio, mientras Hawkins fingía ser un pueblo normal. El dibujo le provocaba escalofríos, pero no era miedo lo que sentía… era algo peor. Una molestia persistente. Como una astilla enterrada bajo la piel. Había algo en esas líneas que no encajaba, algo que vibraba con la misma frecuencia incómoda que precede a las tragedias. Meredith no lo veía como una pesadilla, sino como un eco adelantado, un presagio torcido de que algo —algo realmente malo— estaba a punto de ocurrir en Hawkins. Y lo más inquietante no era el dibujo en sí. Era la certeza silenciosa de que, cuando lo hizo, sabía exactamente lo que estaba viendo.
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  • « Vuelta a casa »
    𝐌𝖾𝗅𝗂𝗇𝖺 𝐅𝗂𝗋𝖾𝖻𝗅𝗈𝗈𝗆

    Era la primera nevada del año; aquel manto blanco, virgen, se tiñó de carmesí en aquel ocaso. Los Kamis los habían castigado, como a un perro desobediente que reta a su amo.

    Sus últimas palabras y pensamientos fueron volver a casa. No sabía cuántos días habían pasado; en el mundo de los espíritus la noche siempre era perpetua, por lo que no fue consciente del tiempo que pasó fuera.

    Recordó ser arropado por los brazos de Inari, y segundos después, tras sus últimas palabras, sentir que el frío del invierno lo abrazaba. Apareció en el exterior del templo, boca arriba sobre el manto blanco que había viajado con aquella primera nevada. Sintió incluso alivio al sentir la frescura sobre su piel lacerada. Aún así, el dolor le había robado el aliento; eso sumado a la falta de comida, agua y sueño durante días, había hecho que finalmente colapsara. Pero tras unos largos segundos, con el poco hilo de voz que le quedaba, pudo decir una sola cosa.

    - Me...Melina....-

    « Vuelta a casa » [Fire.bl00m] Era la primera nevada del año; aquel manto blanco, virgen, se tiñó de carmesí en aquel ocaso. Los Kamis los habían castigado, como a un perro desobediente que reta a su amo. Sus últimas palabras y pensamientos fueron volver a casa. No sabía cuántos días habían pasado; en el mundo de los espíritus la noche siempre era perpetua, por lo que no fue consciente del tiempo que pasó fuera. Recordó ser arropado por los brazos de Inari, y segundos después, tras sus últimas palabras, sentir que el frío del invierno lo abrazaba. Apareció en el exterior del templo, boca arriba sobre el manto blanco que había viajado con aquella primera nevada. Sintió incluso alivio al sentir la frescura sobre su piel lacerada. Aún así, el dolor le había robado el aliento; eso sumado a la falta de comida, agua y sueño durante días, había hecho que finalmente colapsara. Pero tras unos largos segundos, con el poco hilo de voz que le quedaba, pudo decir una sola cosa. - Me...Melina....-
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  • La caja del árbol llevaba años siendo la misma. Cartón gastado, cinta vieja, una esquina hundida por el tiempo y la memoria. Mika la arrastró por el suelo del departamento con cuidado, como si dentro no hubiera solo esferas y luces… sino fragmentos de otras navidades.

    — Siempre lo armaba sola… — dijo sin dramatismo, como quien confiesa algo cotidiano pero importante.

    Se sentó en el suelo, piernas cruzadas, abriendo la caja con lentitud. El olor a plástico, a polvo leve, a luces guardadas demasiado tiempo, llenó el aire. Sacó la primera esfera: roja, opaca, con un pequeño raspón.

    — Esta era de mi papá. La compró en un mercado, dijo que no necesitaba ser perfecta para ser bonita.

    Sonrió apenas. Esa sonrisa que no es tristeza, pero tampoco alegría completa. Mika apoyó la esfera sobre la alfombra, luego sacó otra, dorada, con una cinta deshilachada.

    — Mi mamá siempre decía que el árbol no era para presumir… era para recordar.

    Levantó la mirada hacia Kensuke, que estaba ahí, presente, sin apuro. Eso ya era distinto. Eso ya cambiaba todo.

    — Después de que ellos murieron… — hizo una pausa, breve, honesta — la Navidad se volvió silenciosa. No triste. Silenciosa.

    Tomó las luces, las desenredó con paciencia casi ritual.

    — Pero este año… — respiró hondo — no quiero armarlo sola.

    Se levantó, colocó el árbol en su base, enderezándolo con cuidado. Sus manos temblaron apenas cuando sostuvo la estrella.

    — No quiero reemplazar nada — dijo, mirándolo — solo… sumar.

    Le tendió una esfera simple, blanca, sin historia previa.

    — Esta no significa nada todavía. Pensé que podríamos empezar con esta.

    Se acercó, lo suficiente para que sus hombros casi se tocaran.

    — No quiero una Navidad perfecta, Ken… quiero una real. Con calcetines rotos, luces mal puestas y alguien que se quede.

    Encendió las luces. El árbol parpadeó primero, inseguro, y luego se iluminó por completo, bañando el departamento en dorado suave.

    Mika lo miró. Luego al árbol. Luego a él otra vez.

    — Supongo que… bienvenido a mi Navidad.

    Y por primera vez en años, no sonó a despedida. Sonó a comienzo.

    𝐊𝐞𝐧𝐬𝐮𝐤𝐞
    La caja del árbol llevaba años siendo la misma. Cartón gastado, cinta vieja, una esquina hundida por el tiempo y la memoria. Mika la arrastró por el suelo del departamento con cuidado, como si dentro no hubiera solo esferas y luces… sino fragmentos de otras navidades. — Siempre lo armaba sola… — dijo sin dramatismo, como quien confiesa algo cotidiano pero importante. Se sentó en el suelo, piernas cruzadas, abriendo la caja con lentitud. El olor a plástico, a polvo leve, a luces guardadas demasiado tiempo, llenó el aire. Sacó la primera esfera: roja, opaca, con un pequeño raspón. — Esta era de mi papá. La compró en un mercado, dijo que no necesitaba ser perfecta para ser bonita. Sonrió apenas. Esa sonrisa que no es tristeza, pero tampoco alegría completa. Mika apoyó la esfera sobre la alfombra, luego sacó otra, dorada, con una cinta deshilachada. — Mi mamá siempre decía que el árbol no era para presumir… era para recordar. Levantó la mirada hacia Kensuke, que estaba ahí, presente, sin apuro. Eso ya era distinto. Eso ya cambiaba todo. — Después de que ellos murieron… — hizo una pausa, breve, honesta — la Navidad se volvió silenciosa. No triste. Silenciosa. Tomó las luces, las desenredó con paciencia casi ritual. — Pero este año… — respiró hondo — no quiero armarlo sola. Se levantó, colocó el árbol en su base, enderezándolo con cuidado. Sus manos temblaron apenas cuando sostuvo la estrella. — No quiero reemplazar nada — dijo, mirándolo — solo… sumar. Le tendió una esfera simple, blanca, sin historia previa. — Esta no significa nada todavía. Pensé que podríamos empezar con esta. Se acercó, lo suficiente para que sus hombros casi se tocaran. — No quiero una Navidad perfecta, Ken… quiero una real. Con calcetines rotos, luces mal puestas y alguien que se quede. Encendió las luces. El árbol parpadeó primero, inseguro, y luego se iluminó por completo, bañando el departamento en dorado suave. Mika lo miró. Luego al árbol. Luego a él otra vez. — Supongo que… bienvenido a mi Navidad. Y por primera vez en años, no sonó a despedida. Sonó a comienzo. [BigB0y]
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