Durante una lenta madrugada de invierno, el brujo asoma a través de la puerta de su cabaña.

Sus pies descalzos le llevan ingrávido por encima de la gruesa capa de nieve, caminando con el peso de la modorra hacia el bosque de pinos que Thomas cuida con tanta dedicación. Los brotes imposibles, estos hijos del invierno frutos del cuidado del dragón, parecen adorables miniaturas de nieve a semejanza de sus altos padres.

Pero no es eso lo que llama la atención del brujo, sino una estela brillante que se dibuja entre los árboles del otro lado del lago. Se trata de un frágil resto de magia.

El brujo se concentra y fija la mirada en la lejanía, esperando ver algún movimiento o alguna otra señal de la criatura que ha sido la causa del rastro. Y ahí está, puede verle poco después, cuando una suerte de canino se deja ver apenas distinguible del paisaje de fondo nevado. Es un zorro de pelaje blanco, y Tolek se pregunta si la población de conejos será lo suficientemente próspera como alimentar a una familia de zorros, además de a la manada de lobos que ha escuchado con frecuencia últimamente. Entonces, de pronto, el zorro enseña no una, sino varias colas ondeando alegremente tras su andar.

— ¿Un kitsune? ¿Aquí? —Murmura para sí, asombrado—. Pero, ¿Cómo...?

Así, las palabras de [Herejia] le vienen a la cabeza casi como si el propio demonio se encontrara a su lado. Sólo él, junto a Xiao (de quien no puede esperar un acto tan prodigioso), muestra una inclinación hacia la cultura oriental que podría darle alguna pista sobre el origen de la legendaria criatura.

— El obsequio, es el obsequio del que hablaba... —cae en cuenta.

Luego, se toma largos minutos para observar al curioso espíritu moviéndose de aquí para allá, cómodo, como si estuviera en su propia casa. Se alegra, pues eso significa que el bosque es de su agrado, y ya no tiene que preocuparse por los conejos pues, según sabe, los kitsune tienen dietas más elaboradas.

— Y justo aquí cerca hay un lindo pueblo para explorar —piensa en voz alta—. XeWue sabía exactamente lo que hacía al traerte hasta aquí.

De pronto, el kitsune levanta la cabeza y dirige la mirada al brujo, como si fuera capaz de oír lo que dice, y observa en la dirección donde se encuentra el pueblo después. Al parecer, Tolek piensa, el espíritu ya ha visitado a los pueblerinos.

El brujo está contento. El bosque se va llenando de vida, poco a poco, y cada vez se vuelve más peculiar.

#ElBrujoCojo
Durante una lenta madrugada de invierno, el brujo asoma a través de la puerta de su cabaña. Sus pies descalzos le llevan ingrávido por encima de la gruesa capa de nieve, caminando con el peso de la modorra hacia el bosque de pinos que Thomas cuida con tanta dedicación. Los brotes imposibles, estos hijos del invierno frutos del cuidado del dragón, parecen adorables miniaturas de nieve a semejanza de sus altos padres. Pero no es eso lo que llama la atención del brujo, sino una estela brillante que se dibuja entre los árboles del otro lado del lago. Se trata de un frágil resto de magia. El brujo se concentra y fija la mirada en la lejanía, esperando ver algún movimiento o alguna otra señal de la criatura que ha sido la causa del rastro. Y ahí está, puede verle poco después, cuando una suerte de canino se deja ver apenas distinguible del paisaje de fondo nevado. Es un zorro de pelaje blanco, y Tolek se pregunta si la población de conejos será lo suficientemente próspera como alimentar a una familia de zorros, además de a la manada de lobos que ha escuchado con frecuencia últimamente. Entonces, de pronto, el zorro enseña no una, sino varias colas ondeando alegremente tras su andar. — ¿Un kitsune? ¿Aquí? —Murmura para sí, asombrado—. Pero, ¿Cómo...? Así, las palabras de [Herejia] le vienen a la cabeza casi como si el propio demonio se encontrara a su lado. Sólo él, junto a Xiao (de quien no puede esperar un acto tan prodigioso), muestra una inclinación hacia la cultura oriental que podría darle alguna pista sobre el origen de la legendaria criatura. — El obsequio, es el obsequio del que hablaba... —cae en cuenta. Luego, se toma largos minutos para observar al curioso espíritu moviéndose de aquí para allá, cómodo, como si estuviera en su propia casa. Se alegra, pues eso significa que el bosque es de su agrado, y ya no tiene que preocuparse por los conejos pues, según sabe, los kitsune tienen dietas más elaboradas. — Y justo aquí cerca hay un lindo pueblo para explorar —piensa en voz alta—. XeWue sabía exactamente lo que hacía al traerte hasta aquí. De pronto, el kitsune levanta la cabeza y dirige la mirada al brujo, como si fuera capaz de oír lo que dice, y observa en la dirección donde se encuentra el pueblo después. Al parecer, Tolek piensa, el espíritu ya ha visitado a los pueblerinos. El brujo está contento. El bosque se va llenando de vida, poco a poco, y cada vez se vuelve más peculiar. #ElBrujoCojo
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