- Ríndete o serás el siguiente....

Dijo entre jadeos y una agitada respiración la Maestra Interina hacia una figura desconocida, claramente parecía no poder seguir peleando pero su orgullo y si instinto no le dejaban rendirse, no ahora.

Horas antes había llegado a la sede una carta, lo que parecía una petición para una escolta desde la Colina Silbante hacia Espinadragón. La petición era rara ¿Por qué una escolta en aquella colonia? ¿A quién querían proteger? La caligrafía de la carta era tan perfecta que estaba lejos de ser de un mercader e incluso de algún aristócrata por lo que en lugar de enviar a sus caballeros tomó el cargo ella, por precaución.

Al llegar a la Colina la Interina no vio a nadie, todo parecía normal, salvo un pilar que estaba casi en la sima, se acercó con cautela pues estaba segura que ese pilar no estaba ahí días atrás, al acercarse lo suficiente el pilar emitió un brillo el cual expandió una amplia barrera dejándola encerrada apareciendo 4 Guardianes de las Ruinas e incluso un Cazador iniciando una intensa y feroz batalla donde no le daban tregua ni para respirar, aquellas máquinas tenían algo extraño, si bien ya eran duras, éstas parecían tener más aguante e incluso inteligencia pues la coordinación de sus ataques eran casi perfectos. Jean haciendo gala de su agilidad, rapidez y certeza esquivaba, y acertaba en lo que deberían ser sus puntos débiles, que si lo eran pero su aguante era notoriamente mayor.

El tiempo de la batalla le parecía eterno hasta utilizar sus últimas energías para usar una última Brisa de Dandelion y recuperar un poco el aliento del daño que había recibido el cual aprovechó para acestar el último golpe a cada una de las máquinas, impulsarse hacia el cielo y de una estocada atravezar al Cazador de las Ruinas terminando por explotar cada una de ellas. La barrera había cedido y apareció una silueta.

+Me impreciona, Gran Maestra Interina. Sería una deshonra aprovecharme después de su gloriosa victória, en respeto a su desempeño y como agradecimiento por probar mis nuevos juguetes, me iré por ahora.

Dicho ello, la silueta desapareció atravezando un portal.

-¡Espe..¡.. ¡Tsk!...
Su lastimado cuerpo le cobró factura después de sentir que el peligro había pasado, el característico brillo en sus ojos había desaparecido en una mirada opaca y perdida, había quedado inconciente, de pie, con su espada clavada en el suelo como único apoyo evitando su desplome rodeada de aquellos trozos de ahora inservible chatarra.

- Ríndete o serás el siguiente.... Dijo entre jadeos y una agitada respiración la Maestra Interina hacia una figura desconocida, claramente parecía no poder seguir peleando pero su orgullo y si instinto no le dejaban rendirse, no ahora. Horas antes había llegado a la sede una carta, lo que parecía una petición para una escolta desde la Colina Silbante hacia Espinadragón. La petición era rara ¿Por qué una escolta en aquella colonia? ¿A quién querían proteger? La caligrafía de la carta era tan perfecta que estaba lejos de ser de un mercader e incluso de algún aristócrata por lo que en lugar de enviar a sus caballeros tomó el cargo ella, por precaución. Al llegar a la Colina la Interina no vio a nadie, todo parecía normal, salvo un pilar que estaba casi en la sima, se acercó con cautela pues estaba segura que ese pilar no estaba ahí días atrás, al acercarse lo suficiente el pilar emitió un brillo el cual expandió una amplia barrera dejándola encerrada apareciendo 4 Guardianes de las Ruinas e incluso un Cazador iniciando una intensa y feroz batalla donde no le daban tregua ni para respirar, aquellas máquinas tenían algo extraño, si bien ya eran duras, éstas parecían tener más aguante e incluso inteligencia pues la coordinación de sus ataques eran casi perfectos. Jean haciendo gala de su agilidad, rapidez y certeza esquivaba, y acertaba en lo que deberían ser sus puntos débiles, que si lo eran pero su aguante era notoriamente mayor. El tiempo de la batalla le parecía eterno hasta utilizar sus últimas energías para usar una última Brisa de Dandelion y recuperar un poco el aliento del daño que había recibido el cual aprovechó para acestar el último golpe a cada una de las máquinas, impulsarse hacia el cielo y de una estocada atravezar al Cazador de las Ruinas terminando por explotar cada una de ellas. La barrera había cedido y apareció una silueta. +Me impreciona, Gran Maestra Interina. Sería una deshonra aprovecharme después de su gloriosa victória, en respeto a su desempeño y como agradecimiento por probar mis nuevos juguetes, me iré por ahora. Dicho ello, la silueta desapareció atravezando un portal. -¡Espe..¡.. ¡Tsk!... Su lastimado cuerpo le cobró factura después de sentir que el peligro había pasado, el característico brillo en sus ojos había desaparecido en una mirada opaca y perdida, había quedado inconciente, de pie, con su espada clavada en el suelo como único apoyo evitando su desplome rodeada de aquellos trozos de ahora inservible chatarra.
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