ο½₯.¸β€¸.ο½₯ 𝕋𝕙𝕖 𝔼𝕝π•ͺπ•€π•šπ•’π•Ÿ β„π•–π•’π•π•ž ο½₯.¸β€¸.ο½₯
Fandom Continente de Ruthouryn
CategorΓ­a Fantasía
“𝑰 π’Œπ’π’†π’˜ 𝑰 π’˜π’‚π’” π’ˆπ’π’Šπ’π’ˆ 𝒕𝒐 π’…π’Šπ’† 𝒐𝒓 𝒔𝒍𝒆𝒆𝒑 𝒇𝒐𝒓𝒆𝒗𝒆𝒓 𝒂𝒏𝒅 𝑰 π’˜π’‚π’” π’„π’π’Žπ’‘π’π’†π’•π’†π’π’š π’‡π’Šπ’π’† π’˜π’Šπ’•π’‰ 𝒕𝒉𝒂𝒕”
― π‘³π’Šπ’› π‘©π’“π’‚π’”π’˜π’†π’π’, 𝑢𝒏𝒄𝒆 𝑼𝒑𝒐𝒏 𝒂 π‘«π’“π’†π’‚π’Ž

→ ΰΌ„ β€§β‚ŠΛš γ€Œ [DaCapo] 」

⁺˚*•Μ©Μ©Ν™βœ©•Μ©Μ©Ν™*ΛšβΊβ€§Ν™βΊΛš*•Μ©Μ©Ν™βœ©•Μ©Μ©Ν™*ΛšβΊβ€§Ν™βΊΛš*•Μ©Μ©Ν™βœ©•Μ©Μ©Ν™*ΛšβΊβ€§Ν™

—Dos dones le había concedido Shadi a Aidna con el paso de los años.

El primer don, otorgado el día de su creación, era el de ser capaz de comunicarse con todo ser vivo. Esta habilidad le servía de extrema utilidad a la hora de domar bestias salvajes en el bosque y de compartir los cotilleos de las ninfas. También la consolaba en sus días de extrema soledad, puesto que no debemos olvidar que Aidna solo estaba por detrás de Su Alteza Real Rhianwen en la lista de las diez regentes más odiadas por los reinos.

Sí, hablar con los animales era un don de princesa perfecta. Quizá un poco estereotípico, pero ¿Quienes somos para cuestionar los designios de los Aotrom?

El segundo don de Shadi no fue, realmente, otorgado por Shadi, sino por la Diosa Luna, y fue el de la adivinación.

Como Cazadora de la Luna, la princesa posee la habilidad de leer el sino en las estrellas. Este don es poco predecible y los expertos (ella misma) recomiendan no confiar demasiado en él. Gracias a este fantástico truco, Aidna puede predecir con una fiabilidad del 99'98% el clima, resolver el misterio de dónde estaba el anillo desaparecido de la Duquesa Gamora de Fjellkiret y anteponerse a la epidemia de Gripe Azul que azotó el reino varios meses atrás.

En conclusión, ese don no debería haber servido para grandezas visto en el gran esquema de las cosas.

Pero había algo más, algo que solo sabía una persona en la vida de Aidna.

La princesa era una Devoradora de Sueños.

Sí, un título cuanto menos omnioso y un término acuñado por ella misma al descubrir que, muy posiblemente, era la única de todo el continente que podía hacerlo.

Ser Devoradora de Sueños no implicaba nada tan grave como su nombre indicaba. Significa, literalmente, que la joven Aidna puede ver el futuro en sueños. O, más bien, transformar ese futuro en un espacio en el que puede interactuar con otros seres y lanzarles divertidas advertencias sobre su futuro; a la vez que modificarlo un poco, si se le antoja. Es una habilidad sensacional, excepto cuando los sueños son pesadillas.

Obviamente, cuando vives quinientos años encerrada por tu propia madre, es muy posible que tengas alguna que otra pesadilla.

Esta vez, la pesadilla se sentía más vívida que nunca. Aidna estaba en un claro, rodeada de lobos feroces que no respondían a sus súplicas. Aidna arrancó a correr en dirección contraria. Corrió y corrió, no sabe siquiera cuánto, ¿Dias... Horas... Semanas...? El tiempo en los sueños era impreciso.

Sus pasos la llevaron hasta un lago, en la frontera entre Vindur y Fjellkiret. Sin pensárselo demasiado, se lanzó al agua. No le importó la gelidez impactando contra su cuerpo, solo la imagen de las fauces sangrientas de los lobos tras ella. Aidna no sabía qué pasaría si moría en uno de sus sueños, pero no quería averiguarlo.

Trató de trepar a una de las rocas que flotaban en el lago, y allí se topó de bruces con una joven que la miraba fijamente. Aquel encuentro la sorprendió por dos motivos;

El primero, porque jamás había encontrado a nadie en sus pesadillas.

El segundo, porque la había visto antes en sus sueños. En múltiples de ellos. Aidna vaciló y estuvo a punto de caer; sin embargo, pudo afianzarse al agarre de aquella mujer.

En el instante en que sus manos la tocaron, los lobos se desvanecieron, junto al frío y la sensación de peligro. Aidna se apartó bruscamente de ella, mirándola a los ojos—. ¿Quién eres...?
“𝑰 π’Œπ’π’†π’˜ 𝑰 π’˜π’‚π’” π’ˆπ’π’Šπ’π’ˆ 𝒕𝒐 π’…π’Šπ’† 𝒐𝒓 𝒔𝒍𝒆𝒆𝒑 𝒇𝒐𝒓𝒆𝒗𝒆𝒓 𝒂𝒏𝒅 𝑰 π’˜π’‚π’” π’„π’π’Žπ’‘π’π’†π’•π’†π’π’š π’‡π’Šπ’π’† π’˜π’Šπ’•π’‰ 𝒕𝒉𝒂𝒕” ― π‘³π’Šπ’› π‘©π’“π’‚π’”π’˜π’†π’π’, 𝑢𝒏𝒄𝒆 𝑼𝒑𝒐𝒏 𝒂 π‘«π’“π’†π’‚π’Ž → ΰΌ„ β€§β‚ŠΛš γ€Œ [DaCapo] 」 ⁺˚*•Μ©Μ©Ν™βœ©•Μ©Μ©Ν™*ΛšβΊβ€§Ν™βΊΛš*•Μ©Μ©Ν™βœ©•Μ©Μ©Ν™*ΛšβΊβ€§Ν™βΊΛš*•Μ©Μ©Ν™βœ©•Μ©Μ©Ν™*ΛšβΊβ€§Ν™ —Dos dones le había concedido Shadi a Aidna con el paso de los años. El primer don, otorgado el día de su creación, era el de ser capaz de comunicarse con todo ser vivo. Esta habilidad le servía de extrema utilidad a la hora de domar bestias salvajes en el bosque y de compartir los cotilleos de las ninfas. También la consolaba en sus días de extrema soledad, puesto que no debemos olvidar que Aidna solo estaba por detrás de Su Alteza Real Rhianwen en la lista de las diez regentes más odiadas por los reinos. Sí, hablar con los animales era un don de princesa perfecta. Quizá un poco estereotípico, pero ¿Quienes somos para cuestionar los designios de los Aotrom? El segundo don de Shadi no fue, realmente, otorgado por Shadi, sino por la Diosa Luna, y fue el de la adivinación. Como Cazadora de la Luna, la princesa posee la habilidad de leer el sino en las estrellas. Este don es poco predecible y los expertos (ella misma) recomiendan no confiar demasiado en él. Gracias a este fantástico truco, Aidna puede predecir con una fiabilidad del 99'98% el clima, resolver el misterio de dónde estaba el anillo desaparecido de la Duquesa Gamora de Fjellkiret y anteponerse a la epidemia de Gripe Azul que azotó el reino varios meses atrás. En conclusión, ese don no debería haber servido para grandezas visto en el gran esquema de las cosas. Pero había algo más, algo que solo sabía una persona en la vida de Aidna. La princesa era una Devoradora de Sueños. Sí, un título cuanto menos omnioso y un término acuñado por ella misma al descubrir que, muy posiblemente, era la única de todo el continente que podía hacerlo. Ser Devoradora de Sueños no implicaba nada tan grave como su nombre indicaba. Significa, literalmente, que la joven Aidna puede ver el futuro en sueños. O, más bien, transformar ese futuro en un espacio en el que puede interactuar con otros seres y lanzarles divertidas advertencias sobre su futuro; a la vez que modificarlo un poco, si se le antoja. Es una habilidad sensacional, excepto cuando los sueños son pesadillas. Obviamente, cuando vives quinientos años encerrada por tu propia madre, es muy posible que tengas alguna que otra pesadilla. Esta vez, la pesadilla se sentía más vívida que nunca. Aidna estaba en un claro, rodeada de lobos feroces que no respondían a sus súplicas. Aidna arrancó a correr en dirección contraria. Corrió y corrió, no sabe siquiera cuánto, ¿Dias... Horas... Semanas...? El tiempo en los sueños era impreciso. Sus pasos la llevaron hasta un lago, en la frontera entre Vindur y Fjellkiret. Sin pensárselo demasiado, se lanzó al agua. No le importó la gelidez impactando contra su cuerpo, solo la imagen de las fauces sangrientas de los lobos tras ella. Aidna no sabía qué pasaría si moría en uno de sus sueños, pero no quería averiguarlo. Trató de trepar a una de las rocas que flotaban en el lago, y allí se topó de bruces con una joven que la miraba fijamente. Aquel encuentro la sorprendió por dos motivos; El primero, porque jamás había encontrado a nadie en sus pesadillas. El segundo, porque la había visto antes en sus sueños. En múltiples de ellos. Aidna vaciló y estuvo a punto de caer; sin embargo, pudo afianzarse al agarre de aquella mujer. En el instante en que sus manos la tocaron, los lobos se desvanecieron, junto al frío y la sensación de peligro. Aidna se apartó bruscamente de ella, mirándola a los ojos—. ¿Quién eres...?
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