Rosas de Fuego [ rol abierto | libre ]
Fandom Original - Infierno
Categoría Otros
→ En la actualidad. Infierno, Sexto Círculo.

Érase una vez un rey demonio disfrutando de la tranquilidad en los jardines de su palacio. A simple vista, se trataba de un yerno estéril, cubierto de cenizas, salpicado de brazas y pequeñas llamas aquí y allá, donde las chispas revoloteaban como si de mariposas se tratarán, un inmenso campo de batalla que no hizo otra cosa que sufrir la crueldad de la guerra, la violencia y la muerte, ininterrumpidamente durante siglos.

La suave brisa removía las cenizas que hacían las veces que tierra y camino, alzando una bruma difícil de atravesar, pero, quien supiera ver, descubriría que cada uno de esos pequeños montículos incandescentes no eran otra cosa que hermosas y mimadas plantas infernales, las más finas, delicadas y poderosas de los Nueve Círculos.

XaWue, regente del Sexto Circulo, acuclillado, cuidaba de sus rosas de fuego acariciando los finos pétalos a la vez que los alimentaba con una pizca de su energía, cortando los brotes inadecuados con unas finas tijeras de obsidiana.

Aquellas flores, gracias a sus cualidades mágicas calidad y escases, eran codiciadas en todos los planos, y no era raro para el rey descubrir algún intruso intentando hacerse con ellas, después de todo, entrar al Infierno siempre fue sencillo, lo complicado era salir.

Alzó la mirada al sentir una presencia desconocida. Sus ojos brillaron igual que el fuego, igual que las flores, y la brisa obedeció su mandato despejando su campo visual. Inclinó la cabeza, curioso ante la llegada del desconocido cuya figura veía perfectamente en la distancia, causando que una traviesa mantis negra se asomara de entre sus largos y finos cabellos.

— Bienvenido, extraño — dijo y, en cuanto sonó su voz, incontables puntos luminosos se encendieron alrededor. Ojos. Bestias demoníacas descubriéndose en sus retorcidas formas entre las sombras y la oscuridad. Sus subordinados, los guardianes del Palacio de Hueso, listos para atacar en cuanto recibieran la orden o cualquier señal de amenaza para su amo— ¿En qué puedo ayudarte?
→ En la actualidad. Infierno, Sexto Círculo. Érase una vez un rey demonio disfrutando de la tranquilidad en los jardines de su palacio. A simple vista, se trataba de un yerno estéril, cubierto de cenizas, salpicado de brazas y pequeñas llamas aquí y allá, donde las chispas revoloteaban como si de mariposas se tratarán, un inmenso campo de batalla que no hizo otra cosa que sufrir la crueldad de la guerra, la violencia y la muerte, ininterrumpidamente durante siglos. La suave brisa removía las cenizas que hacían las veces que tierra y camino, alzando una bruma difícil de atravesar, pero, quien supiera ver, descubriría que cada uno de esos pequeños montículos incandescentes no eran otra cosa que hermosas y mimadas plantas infernales, las más finas, delicadas y poderosas de los Nueve Círculos. XaWue, regente del Sexto Circulo, acuclillado, cuidaba de sus rosas de fuego acariciando los finos pétalos a la vez que los alimentaba con una pizca de su energía, cortando los brotes inadecuados con unas finas tijeras de obsidiana. Aquellas flores, gracias a sus cualidades mágicas calidad y escases, eran codiciadas en todos los planos, y no era raro para el rey descubrir algún intruso intentando hacerse con ellas, después de todo, entrar al Infierno siempre fue sencillo, lo complicado era salir. Alzó la mirada al sentir una presencia desconocida. Sus ojos brillaron igual que el fuego, igual que las flores, y la brisa obedeció su mandato despejando su campo visual. Inclinó la cabeza, curioso ante la llegada del desconocido cuya figura veía perfectamente en la distancia, causando que una traviesa mantis negra se asomara de entre sus largos y finos cabellos. — Bienvenido, extraño — dijo y, en cuanto sonó su voz, incontables puntos luminosos se encendieron alrededor. Ojos. Bestias demoníacas descubriéndose en sus retorcidas formas entre las sombras y la oscuridad. Sus subordinados, los guardianes del Palacio de Hueso, listos para atacar en cuanto recibieran la orden o cualquier señal de amenaza para su amo— ¿En qué puedo ayudarte?
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