Al amanecer, el ruido de la alarma del celular le taladra los oídos, la mente, incluso hasta el alma. Un par de maldiciones en ruso después, logra incorporarse sentándose en la cama y sólo entonces apaga la alarma.

Siente un latigazo en el cuello, la nuca y la cabeza. Bebió demasiado. Con mareos se levanta y se prepara para iniciar el día.

Espera a Thomas en la mesa con el desayuno servido, cabizbajo y con la mirada perdida.

— Soy un zombi —le comunica, como si hiciera falta—. Bebí demasiado.

No se lamenta, al contrario, se le ve sonriente.

#ElBrujoCojo
Al amanecer, el ruido de la alarma del celular le taladra los oídos, la mente, incluso hasta el alma. Un par de maldiciones en ruso después, logra incorporarse sentándose en la cama y sólo entonces apaga la alarma. Siente un latigazo en el cuello, la nuca y la cabeza. Bebió demasiado. Con mareos se levanta y se prepara para iniciar el día. Espera a Thomas en la mesa con el desayuno servido, cabizbajo y con la mirada perdida. — Soy un zombi —le comunica, como si hiciera falta—. Bebí demasiado. No se lamenta, al contrario, se le ve sonriente. #ElBrujoCojo
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