Asiente con un gesto vago aunque la pregunta no requiera respuesta. Sí, eso era Adda, y Khan apenas va notando la obsesión que la niña arcoíris tiene por el preservador.
— No te disculpes —también ha notado que se encuentran en los dominios de Añil, allí él es amo y señor, lo último que debería hacer es disculparse— Estoy bien —y puede mantenerse en pie por si mismo siempre y cuando no se vea en necesidad de moverse con brusquedad, pero la palidez de su rostro y las suaves sombras bajo sus ojos aún le acompañan— Solo es cansancio. No me fue sencillo llegar hasta aquí.
Al oírle, nota las incongruencias. Un preservador guarda conocimiento y Añil solo habla de emociones y sentimientos, unos muy usuales, que termina por darle una pizca de sentido cuando el preservador se suma a la ecuación haciendo mención del grupo al que pertenece.
— Puedes vivir en la panadería, conmigo, y me aseguraré que los caprichos de la niña arcoíris no te alcancen allí.
— No te disculpes —también ha notado que se encuentran en los dominios de Añil, allí él es amo y señor, lo último que debería hacer es disculparse— Estoy bien —y puede mantenerse en pie por si mismo siempre y cuando no se vea en necesidad de moverse con brusquedad, pero la palidez de su rostro y las suaves sombras bajo sus ojos aún le acompañan— Solo es cansancio. No me fue sencillo llegar hasta aquí.
Al oírle, nota las incongruencias. Un preservador guarda conocimiento y Añil solo habla de emociones y sentimientos, unos muy usuales, que termina por darle una pizca de sentido cuando el preservador se suma a la ecuación haciendo mención del grupo al que pertenece.
— Puedes vivir en la panadería, conmigo, y me aseguraré que los caprichos de la niña arcoíris no te alcancen allí.
Asiente con un gesto vago aunque la pregunta no requiera respuesta. Sí, eso era Adda, y Khan apenas va notando la obsesión que la niña arcoíris tiene por el preservador.
— No te disculpes —también ha notado que se encuentran en los dominios de Añil, allí él es amo y señor, lo último que debería hacer es disculparse— Estoy bien —y puede mantenerse en pie por si mismo siempre y cuando no se vea en necesidad de moverse con brusquedad, pero la palidez de su rostro y las suaves sombras bajo sus ojos aún le acompañan— Solo es cansancio. No me fue sencillo llegar hasta aquí.
Al oírle, nota las incongruencias. Un preservador guarda conocimiento y Añil solo habla de emociones y sentimientos, unos muy usuales, que termina por darle una pizca de sentido cuando el preservador se suma a la ecuación haciendo mención del grupo al que pertenece.
— Puedes vivir en la panadería, conmigo, y me aseguraré que los caprichos de la niña arcoíris no te alcancen allí.