— Amo, deberías estar durmiendo —dice su cuervo familiar.

— Lo sé —le responde, casi sin voz.

Se siente somnoliento mientras observa las llamas danzando en la chimenea, una imagen que le invita a la comodidad y a la reflexión.
Es eso último lo que no le deja dormir.

— Es el sentido común, Lester. Ese es el problema —comenta, pensando en voz alta, aunque disfónica, sin quitar la mirada del fuego—. ¿Por qué es tan difícil que la gente se dé cuenta de que existe?

El cuervo, arrellanado sobre la estantería de la chimenea, se permite un momento de silencio antes de responder.

— Amo, soy un cuervo. Si no vivo apegado al sentido común, me muero, y mi familia también. No sé qué se siente no tener sentido común.

El brujo se queda pensando en lo que el ave le acaba de responder.

— Claro, eres un animal no humano, eres parte de la naturaleza terrestre y sus ciclos —concuerda—. ¿Cuándo fue que las personas nos volvimos tan individuales como para pasar de esa conexión?

— Quizás fue... ¿Cuando dejaron de sobrevivir? Las personas parecen tener todo resuelto. No tienen que cazar para tener comida, no tienen depredadores, la lluvia no les afecta y el frío no le preocupa.

Tolek, acomodado en el sofá que también le sirve de cama, piensa que su cuervo tiene mucha razón.

— En algún momento conseguimos garantizar nuestra supervivencia... y ya nada importa, ni siquiera el sentido común —reflexiona—. Ni siquiera la vida importa.

— Amo, ¿Otra vez estás pensando en...?

— No —le interrumpe—. [Thomas] es un poderoso motivo para vivir para mí. Pero 🔥 Khan 🔥 ...

— Está viejo, es normal que no quiera vivir más.

El brujo deja escapar un hondo suspiro de frustración tras oír esas palabras.

— Así no me ayudas, Lester —protesta—. ¡Mantenerse vivo es puro sentido común!

— El amo también quiso acabar con su vida, aunque el amo dice tener sentido común.

— Eso fue diferente. Yo no quería vivir más, pero con Khan es que no le teme a causar su propia muerte —explica—. Aunque ambos fuéramos suicidas, lo suyo no necesariamente incluye la idea de no querer vivir más. Y yo sí temía a causar mi propia muerte a manos de Thomas.

Toma el bastón para acercar un leño de la pila a un lado de la chimenea, enganchándolo con la empuñadura y arrastrándolo hacia sí para luego lanzarlo al fuego.

— El amo tendrá que preguntarle a Khan directamente para saber más.

— Sí, claro. Como si me fuera a responder así como así algo tan privado —se mofa—. Hasta para saber que tenía pesadillas tuve que batallar un día entero.

— ¿Quizás Khan no quería decírselo?

— Somos amigos, Lester. Decirse las cosas o forzarlas a salir es lo que hacen los amigos, él mismo lo ha hecho mil veces conmigo.

— ¿Una amistad sin respeto? —Pregunta el cuervo, tan curioso como el amo al que sirve.

— Una amistad con... —responde, interrumpiéndose al caer en cuenta de algo importante—. Confianza —sentencia, luego se lamenta—. En algún momento olvidé que Khan no confía en mí.

"Pero yo sí confío en él", piensa, lo que Lester también puede saber dado al lado que comparten.

— Qué amistad tan rara.

— Eso no es amistad, pero tampoco sé qué es —concluye, con seriedad—. Por lo pronto, debería dejar de sentirlo como tal... ¿También debería disculparme por ser un idiota?

— No lo creo, amo. Ambos han sido igual de idiotas, ¿No?
— Amo, deberías estar durmiendo —dice su cuervo familiar. — Lo sé —le responde, casi sin voz. Se siente somnoliento mientras observa las llamas danzando en la chimenea, una imagen que le invita a la comodidad y a la reflexión. Es eso último lo que no le deja dormir. — Es el sentido común, Lester. Ese es el problema —comenta, pensando en voz alta, aunque disfónica, sin quitar la mirada del fuego—. ¿Por qué es tan difícil que la gente se dé cuenta de que existe? El cuervo, arrellanado sobre la estantería de la chimenea, se permite un momento de silencio antes de responder. — Amo, soy un cuervo. Si no vivo apegado al sentido común, me muero, y mi familia también. No sé qué se siente no tener sentido común. El brujo se queda pensando en lo que el ave le acaba de responder. — Claro, eres un animal no humano, eres parte de la naturaleza terrestre y sus ciclos —concuerda—. ¿Cuándo fue que las personas nos volvimos tan individuales como para pasar de esa conexión? — Quizás fue... ¿Cuando dejaron de sobrevivir? Las personas parecen tener todo resuelto. No tienen que cazar para tener comida, no tienen depredadores, la lluvia no les afecta y el frío no le preocupa. Tolek, acomodado en el sofá que también le sirve de cama, piensa que su cuervo tiene mucha razón. — En algún momento conseguimos garantizar nuestra supervivencia... y ya nada importa, ni siquiera el sentido común —reflexiona—. Ni siquiera la vida importa. — Amo, ¿Otra vez estás pensando en...? — No —le interrumpe—. [Thomas] es un poderoso motivo para vivir para mí. Pero [TheBalrog] ... — Está viejo, es normal que no quiera vivir más. El brujo deja escapar un hondo suspiro de frustración tras oír esas palabras. — Así no me ayudas, Lester —protesta—. ¡Mantenerse vivo es puro sentido común! — El amo también quiso acabar con su vida, aunque el amo dice tener sentido común. — Eso fue diferente. Yo no quería vivir más, pero con Khan es que no le teme a causar su propia muerte —explica—. Aunque ambos fuéramos suicidas, lo suyo no necesariamente incluye la idea de no querer vivir más. Y yo sí temía a causar mi propia muerte a manos de Thomas. Toma el bastón para acercar un leño de la pila a un lado de la chimenea, enganchándolo con la empuñadura y arrastrándolo hacia sí para luego lanzarlo al fuego. — El amo tendrá que preguntarle a Khan directamente para saber más. — Sí, claro. Como si me fuera a responder así como así algo tan privado —se mofa—. Hasta para saber que tenía pesadillas tuve que batallar un día entero. — ¿Quizás Khan no quería decírselo? — Somos amigos, Lester. Decirse las cosas o forzarlas a salir es lo que hacen los amigos, él mismo lo ha hecho mil veces conmigo. — ¿Una amistad sin respeto? —Pregunta el cuervo, tan curioso como el amo al que sirve. — Una amistad con... —responde, interrumpiéndose al caer en cuenta de algo importante—. Confianza —sentencia, luego se lamenta—. En algún momento olvidé que Khan no confía en mí. "Pero yo sí confío en él", piensa, lo que Lester también puede saber dado al lado que comparten. — Qué amistad tan rara. — Eso no es amistad, pero tampoco sé qué es —concluye, con seriedad—. Por lo pronto, debería dejar de sentirlo como tal... ¿También debería disculparme por ser un idiota? — No lo creo, amo. Ambos han sido igual de idiotas, ¿No?
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