Tan acostumbrado a habitar entre las sombras de la panadería y, sobre todo, en el cuarto de Khan, Añil se conduce hábilmente hasta pararse frente al dueño de la casa retomando su forma humana.

Su rostro exhibe una mueca de tribulación frente a lo que está por decir.

— Khan, me temo que... la muerte ronda a tu amigo, el brujo de las cicatrices.
Tan acostumbrado a habitar entre las sombras de la panadería y, sobre todo, en el cuarto de Khan, Añil se conduce hábilmente hasta pararse frente al dueño de la casa retomando su forma humana. Su rostro exhibe una mueca de tribulación frente a lo que está por decir. — Khan, me temo que... la muerte ronda a tu amigo, el brujo de las cicatrices.
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