Tarde por la noche y tras regresar de cumplir exitosamente su misión en el bar, Tolek decide ponerse a trabajar en la tediosa labor de registrar calificaciones en los archivos de la academia.

Ha sido un día fructífero, agradable y exento de dolores intensos o fuera de lo común. Un día normal, como los de antes, pues últimamente pareciera que todo estaba patas arriba en su vida. No quiere arruinarlo con tareas rutinarias, pero si no cumple, sus obligaciones acabarían acumulándose inevitablemente.

Llega a un acuerdo consigo mismo: subirá las calificaciones a la nube mientras se da un baño de burbujas.

— ¿Ves qué bien sienta? Te lo dije, sólo necesitabas práctica y confiar un poco —dice el brujo, mientras tipea con dedos ágiles en la computadora portátil.

Cerca de su rodilla derecha medio asomaba en la superficie espumosa, Lester, su cuervo familiar, disfruta dejándose llevar y flotando en el agua caliente tanto como el brujo se relaja sumergido en esta.

— El amo sabe que no podemos nadar, temía por hundirme —explica el ave.

— Lo sé, pero mientras haya espuma, flotarás —asegura. Luego, toma una botella plástica del borde de la bañera y la sacude suavemente—. Y aún queda jabón como para tres días de espuma.

— El amo se arrugará como una pasa de uva —comenta el cuervo.

— Y tú serás caldo de pollo.

#ElBrujoCojo
Tarde por la noche y tras regresar de cumplir exitosamente su misión en el bar, Tolek decide ponerse a trabajar en la tediosa labor de registrar calificaciones en los archivos de la academia. Ha sido un día fructífero, agradable y exento de dolores intensos o fuera de lo común. Un día normal, como los de antes, pues últimamente pareciera que todo estaba patas arriba en su vida. No quiere arruinarlo con tareas rutinarias, pero si no cumple, sus obligaciones acabarían acumulándose inevitablemente. Llega a un acuerdo consigo mismo: subirá las calificaciones a la nube mientras se da un baño de burbujas. — ¿Ves qué bien sienta? Te lo dije, sólo necesitabas práctica y confiar un poco —dice el brujo, mientras tipea con dedos ágiles en la computadora portátil. Cerca de su rodilla derecha medio asomaba en la superficie espumosa, Lester, su cuervo familiar, disfruta dejándose llevar y flotando en el agua caliente tanto como el brujo se relaja sumergido en esta. — El amo sabe que no podemos nadar, temía por hundirme —explica el ave. — Lo sé, pero mientras haya espuma, flotarás —asegura. Luego, toma una botella plástica del borde de la bañera y la sacude suavemente—. Y aún queda jabón como para tres días de espuma. — El amo se arrugará como una pasa de uva —comenta el cuervo. — Y tú serás caldo de pollo. #ElBrujoCojo
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