Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Esto se ha publicado como Out Of Character.
Tenlo en cuenta al responder.
La frustración me quema por dentro.
No saber cómo hablar, no poder explicarme, me enciende la sangre. Golpeo el suelo con fuerza y la piedra se resquebraja, abriéndose una pequeña grieta lunar. No es destrucción: es desgarro. La luz plateada palpita desde el interior como un latido antiguo.
Sasha no se levanta de su trono.
Pero el aire se vuelve pesado.
Su sola presencia impone orden.
Respiro.
El temblor cesa. Mi cuerpo se aquieta.
De la grieta surge algo imposible: una flor de luna. No hecha de materia, sino de espíritu. Pálida, etérea, ajena a este mundo.
La arranco del suelo y clavo la mirada en la loba.
—Ishtarin…
Suelto la flor.
Danza en el aire como si supiera adónde ir. Se detiene frente a Ryu. Por un instante, ella se queda sin aliento. Sus ojos brillan, reflejando algo que no recuerda pero reconoce.
Entonces su instinto despierta.
El cuchillo de obsidiana corta la flor en dos.
Río.
No por burla.
Por certeza.
Como si el propio Caos ya conociera el destino de cada hilo.
El cuchillo cambia.
La obsidiana se tiñe de plateado lunar, y en el filo aparece una palabra grabada como un juramento antiguo:
Ishtarin.
Sasha lo comprende.
Comprende mi petición. Comprende también que mi existencia aquí es un riesgo, y que mi ser debe abandonar este plano cuanto antes. Acepta ayudarme con una condición clara: cuando consiga un cuerpo estable, me marcharé por donde he venido.
Asiento.
Entonces la siento.
Lejos. Clara. Real.
—Jennifer Queen—
No hay clones. No hay ecos. Ella.
Me acerco al balcón. En el patio, Ayane mira el horizonte en la misma dirección. Aún no se conocen. Ni siquiera sabe por qué su mirada se ha detenido ahí.
Pero yo sí.
El recuerdo de Lili cruza mi mente y sonrío.
No con dulzura.
Con malicia.
Mis alas se despliegan y el aire se rompe bajo mi impulso. El mundo se comprime.
En menos de un segundo, estoy allí.
Frente a Jennifer.
Y ella…
parecía estar esperándome.
No saber cómo hablar, no poder explicarme, me enciende la sangre. Golpeo el suelo con fuerza y la piedra se resquebraja, abriéndose una pequeña grieta lunar. No es destrucción: es desgarro. La luz plateada palpita desde el interior como un latido antiguo.
Sasha no se levanta de su trono.
Pero el aire se vuelve pesado.
Su sola presencia impone orden.
Respiro.
El temblor cesa. Mi cuerpo se aquieta.
De la grieta surge algo imposible: una flor de luna. No hecha de materia, sino de espíritu. Pálida, etérea, ajena a este mundo.
La arranco del suelo y clavo la mirada en la loba.
—Ishtarin…
Suelto la flor.
Danza en el aire como si supiera adónde ir. Se detiene frente a Ryu. Por un instante, ella se queda sin aliento. Sus ojos brillan, reflejando algo que no recuerda pero reconoce.
Entonces su instinto despierta.
El cuchillo de obsidiana corta la flor en dos.
Río.
No por burla.
Por certeza.
Como si el propio Caos ya conociera el destino de cada hilo.
El cuchillo cambia.
La obsidiana se tiñe de plateado lunar, y en el filo aparece una palabra grabada como un juramento antiguo:
Ishtarin.
Sasha lo comprende.
Comprende mi petición. Comprende también que mi existencia aquí es un riesgo, y que mi ser debe abandonar este plano cuanto antes. Acepta ayudarme con una condición clara: cuando consiga un cuerpo estable, me marcharé por donde he venido.
Asiento.
Entonces la siento.
Lejos. Clara. Real.
—Jennifer Queen—
No hay clones. No hay ecos. Ella.
Me acerco al balcón. En el patio, Ayane mira el horizonte en la misma dirección. Aún no se conocen. Ni siquiera sabe por qué su mirada se ha detenido ahí.
Pero yo sí.
El recuerdo de Lili cruza mi mente y sonrío.
No con dulzura.
Con malicia.
Mis alas se despliegan y el aire se rompe bajo mi impulso. El mundo se comprime.
En menos de un segundo, estoy allí.
Frente a Jennifer.
Y ella…
parecía estar esperándome.
La frustración me quema por dentro.
No saber cómo hablar, no poder explicarme, me enciende la sangre. Golpeo el suelo con fuerza y la piedra se resquebraja, abriéndose una pequeña grieta lunar. No es destrucción: es desgarro. La luz plateada palpita desde el interior como un latido antiguo.
Sasha no se levanta de su trono.
Pero el aire se vuelve pesado.
Su sola presencia impone orden.
Respiro.
El temblor cesa. Mi cuerpo se aquieta.
De la grieta surge algo imposible: una flor de luna. No hecha de materia, sino de espíritu. Pálida, etérea, ajena a este mundo.
La arranco del suelo y clavo la mirada en la loba.
—Ishtarin…
Suelto la flor.
Danza en el aire como si supiera adónde ir. Se detiene frente a Ryu. Por un instante, ella se queda sin aliento. Sus ojos brillan, reflejando algo que no recuerda pero reconoce.
Entonces su instinto despierta.
El cuchillo de obsidiana corta la flor en dos.
Río.
No por burla.
Por certeza.
Como si el propio Caos ya conociera el destino de cada hilo.
El cuchillo cambia.
La obsidiana se tiñe de plateado lunar, y en el filo aparece una palabra grabada como un juramento antiguo:
Ishtarin.
Sasha lo comprende.
Comprende mi petición. Comprende también que mi existencia aquí es un riesgo, y que mi ser debe abandonar este plano cuanto antes. Acepta ayudarme con una condición clara: cuando consiga un cuerpo estable, me marcharé por donde he venido.
Asiento.
Entonces la siento.
Lejos. Clara. Real.
—Jennifer Queen—
No hay clones. No hay ecos. Ella.
Me acerco al balcón. En el patio, Ayane mira el horizonte en la misma dirección. Aún no se conocen. Ni siquiera sabe por qué su mirada se ha detenido ahí.
Pero yo sí.
El recuerdo de Lili cruza mi mente y sonrío.
No con dulzura.
Con malicia.
Mis alas se despliegan y el aire se rompe bajo mi impulso. El mundo se comprime.
En menos de un segundo, estoy allí.
Frente a Jennifer.
Y ella…
parecía estar esperándome.
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