Una vez más caminaba por un pasillo, pasaba puerta tras puerta, lo revisaban, le preguntaron qué traía en el paquete en manos y, para sorpresa de nadie, lo destrozaron para confirmar si lo que decía era verdad.
Por dentro Demian sentía la creciente necesidad de golpear en medio de la cara a cada policía penitenciario con el que se encontraba...