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La caída de Veythra — El Cometa del Tiempo Roto

Era de madrugada cuando el cielo se contrajo sobre sí mismo.

Ryu, que velaba inquieta mirando hacia el horizonte desde la terraza del castillo Ishtar, sintió primero el crujido, como si el firmamento estuviera hecho de cristal y alguien lo hubiera arañado desde el otro lado.

La luna, quieta.
Las estrellas, temblorosas.
El aire, helado.

Entonces ocurrió.

Una brecha, fina como el filo de una katana, rasgó el cielo verticalmente.
La grieta no tenía color: tenía todos los colores a la vez, como si el tiempo y el espacio estuvieran sangrando luz.

Ryu se incorporó de golpe.

De la brecha estalló un relámpago negro-plateado, un cometa que no emitía luz sino sombra pulida.
Cayó trazando una línea perfecta, directa, hiriente.
No descendía: era expulsado, como si otro mundo lo estuviera escupiendo de vuelta.

El impacto fue silencioso.
No hubo explosión.
Solo un pulso que hizo temblar los huesos de Ryu.

El cometa atravesó las nubes…
atravesó el bosque…
atravesó el tiempo…

Hasta que, muy lejos, se hundió en la tierra dejando un cráter sin fuego.
La caída de Veythra — El Cometa del Tiempo Roto Era de madrugada cuando el cielo se contrajo sobre sí mismo. Ryu, que velaba inquieta mirando hacia el horizonte desde la terraza del castillo Ishtar, sintió primero el crujido, como si el firmamento estuviera hecho de cristal y alguien lo hubiera arañado desde el otro lado. La luna, quieta. Las estrellas, temblorosas. El aire, helado. Entonces ocurrió. Una brecha, fina como el filo de una katana, rasgó el cielo verticalmente. La grieta no tenía color: tenía todos los colores a la vez, como si el tiempo y el espacio estuvieran sangrando luz. Ryu se incorporó de golpe. De la brecha estalló un relámpago negro-plateado, un cometa que no emitía luz sino sombra pulida. Cayó trazando una línea perfecta, directa, hiriente. No descendía: era expulsado, como si otro mundo lo estuviera escupiendo de vuelta. El impacto fue silencioso. No hubo explosión. Solo un pulso que hizo temblar los huesos de Ryu. El cometa atravesó las nubes… atravesó el bosque… atravesó el tiempo… Hasta que, muy lejos, se hundió en la tierra dejando un cráter sin fuego.
La caída de Veythra — El Cometa del Tiempo Roto

Era de madrugada cuando el cielo se contrajo sobre sí mismo.

Ryu, que velaba inquieta mirando hacia el horizonte desde la terraza del castillo Ishtar, sintió primero el crujido, como si el firmamento estuviera hecho de cristal y alguien lo hubiera arañado desde el otro lado.

La luna, quieta.
Las estrellas, temblorosas.
El aire, helado.

Entonces ocurrió.

Una brecha, fina como el filo de una katana, rasgó el cielo verticalmente.
La grieta no tenía color: tenía todos los colores a la vez, como si el tiempo y el espacio estuvieran sangrando luz.

Ryu se incorporó de golpe.

De la brecha estalló un relámpago negro-plateado, un cometa que no emitía luz sino sombra pulida.
Cayó trazando una línea perfecta, directa, hiriente.
No descendía: era expulsado, como si otro mundo lo estuviera escupiendo de vuelta.

El impacto fue silencioso.
No hubo explosión.
Solo un pulso que hizo temblar los huesos de Ryu.

El cometa atravesó las nubes…
atravesó el bosque…
atravesó el tiempo…

Hasta que, muy lejos, se hundió en la tierra dejando un cráter sin fuego.
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