Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Esto se ha publicado como Out Of Character.
Tenlo en cuenta al responder.
Lili atrapada en el Lienzo del Caos — Hakos Baelz
El mundo desaparece.
El blanco se derrite en rojo.
El rojo se pliega sobre sí mismo hasta formar cuadros, espirales, manchas, símbolos que cambian cada vez que los miras.
Todo es pintura líquida… pero vibra como carne.
Lili intenta respirar, pero el aire es espeso como tinta.
Intenta moverse… pero su cuerpo está clavado en el lienzo, como si hubiera sido pintada allí.
Una sombra pequeña y risueña aparece dando saltitos, dejando huellas de color que se retuercen detrás de ella como colas de serpiente.
Hakos Baelz.
Su silueta vibra entre caricatura y entidad primordial. Sus ojos, demasiado brillantes, lo ven todo y nada al mismo tiempo.
—Ejejeje… ¿Así que tú eres la hijita que tanto se resiste a romperse? —dice mientras se inclina hacia Lili, observando su rostro atrapado entre pinceladas vivas—. Qué mona. Qué trágica. Qué… deliciosamente incorrecta.
Lili fuerza un grito, pero la voz se derrama como pintura negra por sus labios.
Hakos la empuja con un dedo… pero su dedo se hunde en el lienzo como si Lili fuera solo un boceto mal terminado.
—Ay, Lili, Lili, Lili… —suspira fingiendo angustia—. ¿Ves lo que pasa cuando juegas con una espada que corta el hilo de la realidad?
Has venido a parar aquí… a mi estudio.
Levanta una brocha cuya punta palpita como un ojo abierto.
—Relájate. No voy a matarte. Aún no.
Primero… voy a ver cómo te ves por dentro.
Y luego…
quizá te rehaga un poquito.
La risa de Hakos Baelz se dobla sobre sí misma, repitiéndose con ecos imposibles, como si varios futuros se rieran al mismo tiempo.
El lienzo empieza a absorber a Lili más profundo.
Sus brazos desaparecen bajo capas de color viviente.
Su corazón late al ritmo del Caos.
Y Hakos sonríe, encantada.
El mundo desaparece.
El blanco se derrite en rojo.
El rojo se pliega sobre sí mismo hasta formar cuadros, espirales, manchas, símbolos que cambian cada vez que los miras.
Todo es pintura líquida… pero vibra como carne.
Lili intenta respirar, pero el aire es espeso como tinta.
Intenta moverse… pero su cuerpo está clavado en el lienzo, como si hubiera sido pintada allí.
Una sombra pequeña y risueña aparece dando saltitos, dejando huellas de color que se retuercen detrás de ella como colas de serpiente.
Hakos Baelz.
Su silueta vibra entre caricatura y entidad primordial. Sus ojos, demasiado brillantes, lo ven todo y nada al mismo tiempo.
—Ejejeje… ¿Así que tú eres la hijita que tanto se resiste a romperse? —dice mientras se inclina hacia Lili, observando su rostro atrapado entre pinceladas vivas—. Qué mona. Qué trágica. Qué… deliciosamente incorrecta.
Lili fuerza un grito, pero la voz se derrama como pintura negra por sus labios.
Hakos la empuja con un dedo… pero su dedo se hunde en el lienzo como si Lili fuera solo un boceto mal terminado.
—Ay, Lili, Lili, Lili… —suspira fingiendo angustia—. ¿Ves lo que pasa cuando juegas con una espada que corta el hilo de la realidad?
Has venido a parar aquí… a mi estudio.
Levanta una brocha cuya punta palpita como un ojo abierto.
—Relájate. No voy a matarte. Aún no.
Primero… voy a ver cómo te ves por dentro.
Y luego…
quizá te rehaga un poquito.
La risa de Hakos Baelz se dobla sobre sí misma, repitiéndose con ecos imposibles, como si varios futuros se rieran al mismo tiempo.
El lienzo empieza a absorber a Lili más profundo.
Sus brazos desaparecen bajo capas de color viviente.
Su corazón late al ritmo del Caos.
Y Hakos sonríe, encantada.
Lili atrapada en el Lienzo del Caos — Hakos Baelz
El mundo desaparece.
El blanco se derrite en rojo.
El rojo se pliega sobre sí mismo hasta formar cuadros, espirales, manchas, símbolos que cambian cada vez que los miras.
Todo es pintura líquida… pero vibra como carne.
Lili intenta respirar, pero el aire es espeso como tinta.
Intenta moverse… pero su cuerpo está clavado en el lienzo, como si hubiera sido pintada allí.
Una sombra pequeña y risueña aparece dando saltitos, dejando huellas de color que se retuercen detrás de ella como colas de serpiente.
Hakos Baelz.
Su silueta vibra entre caricatura y entidad primordial. Sus ojos, demasiado brillantes, lo ven todo y nada al mismo tiempo.
—Ejejeje… ¿Así que tú eres la hijita que tanto se resiste a romperse? —dice mientras se inclina hacia Lili, observando su rostro atrapado entre pinceladas vivas—. Qué mona. Qué trágica. Qué… deliciosamente incorrecta.
Lili fuerza un grito, pero la voz se derrama como pintura negra por sus labios.
Hakos la empuja con un dedo… pero su dedo se hunde en el lienzo como si Lili fuera solo un boceto mal terminado.
—Ay, Lili, Lili, Lili… —suspira fingiendo angustia—. ¿Ves lo que pasa cuando juegas con una espada que corta el hilo de la realidad?
Has venido a parar aquí… a mi estudio.
Levanta una brocha cuya punta palpita como un ojo abierto.
—Relájate. No voy a matarte. Aún no.
Primero… voy a ver cómo te ves por dentro.
Y luego…
quizá te rehaga un poquito.
La risa de Hakos Baelz se dobla sobre sí misma, repitiéndose con ecos imposibles, como si varios futuros se rieran al mismo tiempo.
El lienzo empieza a absorber a Lili más profundo.
Sus brazos desaparecen bajo capas de color viviente.
Su corazón late al ritmo del Caos.
Y Hakos sonríe, encantada.
1
comentario
1
compartido