Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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La advertencia de Arc
Cuando por fin me alejo del jardín y de la risa de Ryu, un silencio extraño me envuelve.
No el silencio de Veythra.
Otro.
Más profundo.
Más viejo.
—Lili…
La voz no viene de ningún lado.
Viene de dentro.
De esa parte de mi alma donde Arc dejó siempre un hilo de luz desde el Jardín de las Visiones.
Su tono no es cálido esta vez.
Es… decepcionado.
—El eclipse de sol se aproxima. Y no trae augurios de amor… sino de ruptura.
—Arc… —susurro, sintiendo un nudo formarse en mi garganta.
—Si no dominas a Veythra antes de que el sol cubra a la luna… el Caos encontrará un canal. Y ese canal… serás tú.
Mi respiración se corta.
—No puedo dejar que pase eso…
—Entonces levántate, pequeña Umbrélun. Antes de que la luz se fracture.
La conexión se apaga.
Y yo corro.
---
Akane… desaparecida de nuevo
Voy directa hacia sus aposentos, casi tropezando en cada escalón, porque todo el peso de la advertencia se ha convertido en una presión insoportable en mi pecho.
Empujo la puerta.
Nada.
Ni rastro.
Ni aroma.
Ni sombra.
—Akane…
—Akane, por favor…
El vacío me responde.
Otra vez.
La habitación está perfectamente ordenada.
Demasiado.
Como si nunca hubiese estado allí.
Y esa pequeña punzada en mi pecho, la de siempre, vuelve a clavarse:
me ha dejado sola otra vez.
Mi garganta se quiebra.
—Ya basta… —susurro, pero no sé si hablo de Akane, de Veythra, del eclipse, o de mí misma.
La segunda punzada llega sin avisar.
Las lágrimas.
Primero una.
Luego todas.
No quiero llorar.
No quiero.
Pero me siento como una niña abandonada en medio de un templo vacío, con un arma que me odia y un destino que no pedí.
Me cubro la cara con las manos y dejo que salga todo lo que duele.
---
La mirada de Ryu
No escucho cuando entra.
No siento su paso.
Ryu siempre fue así: aparece como una sombra, pero una sombra cálida… y peligrosa.
Cuando por fin levanto la mirada, ella está allí.
Apoyada en el marco de la puerta, los brazos cruzados.
Su sonrisa pequeña.
Sus colmillos asomando justo lo justo como para dar miedo y ternura.
Esos ojos dorados.
Esos ojos que siempre me ven entera.
Siempre me observa.
Siempre.
Pero esta vez no me observa a mí sola.
También mira a Veythra, que tiembla suavemente dentro de la vaina, como si quisiera salir a desgarrar el aire.
Un brillo pasa por los ojos de Ryu.
Una mezcla de advertencia… y fascinación.
Ella lo siente.
Siente a la espada.
Y siente cómo la espada me altera a mí.
Yo aprieto los puños.
No quiero entrenar.
No quiero ver a nadie.
No quiero cargar todo esto otra vez.
Me levanto de golpe, sin mirarla.
—¡No quiero saber nada!
Ni de Akane… ni de Veythra… ¡ni de nadie!
Camino rápido, casi corriendo.
Veythra vibra furiosa con cada paso, como si se quejara, como si quisiera hablar, como si disfrutara mi descontrol.
Pero Ryu no se mueve.
No intenta detenerme.
Solo me sigue con la mirada…
su sonrisa ladeada…
y una preocupación oculta en la curva de sus ojos.
Porque Ryu sabe.
Sabe más que yo misma.
Sabe que cuando Veythra vibra, algo dentro de mí vibra también.
Y que si yo me rompo…
la espada encontrará la grieta.
Y el Caos…
sonríe desde dentro.
La advertencia de Arc
Cuando por fin me alejo del jardín y de la risa de Ryu, un silencio extraño me envuelve.
No el silencio de Veythra.
Otro.
Más profundo.
Más viejo.
—Lili…
La voz no viene de ningún lado.
Viene de dentro.
De esa parte de mi alma donde Arc dejó siempre un hilo de luz desde el Jardín de las Visiones.
Su tono no es cálido esta vez.
Es… decepcionado.
—El eclipse de sol se aproxima. Y no trae augurios de amor… sino de ruptura.
—Arc… —susurro, sintiendo un nudo formarse en mi garganta.
—Si no dominas a Veythra antes de que el sol cubra a la luna… el Caos encontrará un canal. Y ese canal… serás tú.
Mi respiración se corta.
—No puedo dejar que pase eso…
—Entonces levántate, pequeña Umbrélun. Antes de que la luz se fracture.
La conexión se apaga.
Y yo corro.
---
Akane… desaparecida de nuevo
Voy directa hacia sus aposentos, casi tropezando en cada escalón, porque todo el peso de la advertencia se ha convertido en una presión insoportable en mi pecho.
Empujo la puerta.
Nada.
Ni rastro.
Ni aroma.
Ni sombra.
—Akane…
—Akane, por favor…
El vacío me responde.
Otra vez.
La habitación está perfectamente ordenada.
Demasiado.
Como si nunca hubiese estado allí.
Y esa pequeña punzada en mi pecho, la de siempre, vuelve a clavarse:
me ha dejado sola otra vez.
Mi garganta se quiebra.
—Ya basta… —susurro, pero no sé si hablo de Akane, de Veythra, del eclipse, o de mí misma.
La segunda punzada llega sin avisar.
Las lágrimas.
Primero una.
Luego todas.
No quiero llorar.
No quiero.
Pero me siento como una niña abandonada en medio de un templo vacío, con un arma que me odia y un destino que no pedí.
Me cubro la cara con las manos y dejo que salga todo lo que duele.
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La mirada de Ryu
No escucho cuando entra.
No siento su paso.
Ryu siempre fue así: aparece como una sombra, pero una sombra cálida… y peligrosa.
Cuando por fin levanto la mirada, ella está allí.
Apoyada en el marco de la puerta, los brazos cruzados.
Su sonrisa pequeña.
Sus colmillos asomando justo lo justo como para dar miedo y ternura.
Esos ojos dorados.
Esos ojos que siempre me ven entera.
Siempre me observa.
Siempre.
Pero esta vez no me observa a mí sola.
También mira a Veythra, que tiembla suavemente dentro de la vaina, como si quisiera salir a desgarrar el aire.
Un brillo pasa por los ojos de Ryu.
Una mezcla de advertencia… y fascinación.
Ella lo siente.
Siente a la espada.
Y siente cómo la espada me altera a mí.
Yo aprieto los puños.
No quiero entrenar.
No quiero ver a nadie.
No quiero cargar todo esto otra vez.
Me levanto de golpe, sin mirarla.
—¡No quiero saber nada!
Ni de Akane… ni de Veythra… ¡ni de nadie!
Camino rápido, casi corriendo.
Veythra vibra furiosa con cada paso, como si se quejara, como si quisiera hablar, como si disfrutara mi descontrol.
Pero Ryu no se mueve.
No intenta detenerme.
Solo me sigue con la mirada…
su sonrisa ladeada…
y una preocupación oculta en la curva de sus ojos.
Porque Ryu sabe.
Sabe más que yo misma.
Sabe que cuando Veythra vibra, algo dentro de mí vibra también.
Y que si yo me rompo…
la espada encontrará la grieta.
Y el Caos…
sonríe desde dentro.
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La advertencia de Arc
Cuando por fin me alejo del jardín y de la risa de Ryu, un silencio extraño me envuelve.
No el silencio de Veythra.
Otro.
Más profundo.
Más viejo.
—Lili…
La voz no viene de ningún lado.
Viene de dentro.
De esa parte de mi alma donde Arc dejó siempre un hilo de luz desde el Jardín de las Visiones.
Su tono no es cálido esta vez.
Es… decepcionado.
—El eclipse de sol se aproxima. Y no trae augurios de amor… sino de ruptura.
—Arc… —susurro, sintiendo un nudo formarse en mi garganta.
—Si no dominas a Veythra antes de que el sol cubra a la luna… el Caos encontrará un canal. Y ese canal… serás tú.
Mi respiración se corta.
—No puedo dejar que pase eso…
—Entonces levántate, pequeña Umbrélun. Antes de que la luz se fracture.
La conexión se apaga.
Y yo corro.
---
Akane… desaparecida de nuevo
Voy directa hacia sus aposentos, casi tropezando en cada escalón, porque todo el peso de la advertencia se ha convertido en una presión insoportable en mi pecho.
Empujo la puerta.
Nada.
Ni rastro.
Ni aroma.
Ni sombra.
—Akane…
—Akane, por favor…
El vacío me responde.
Otra vez.
La habitación está perfectamente ordenada.
Demasiado.
Como si nunca hubiese estado allí.
Y esa pequeña punzada en mi pecho, la de siempre, vuelve a clavarse:
me ha dejado sola otra vez.
Mi garganta se quiebra.
—Ya basta… —susurro, pero no sé si hablo de Akane, de Veythra, del eclipse, o de mí misma.
La segunda punzada llega sin avisar.
Las lágrimas.
Primero una.
Luego todas.
No quiero llorar.
No quiero.
Pero me siento como una niña abandonada en medio de un templo vacío, con un arma que me odia y un destino que no pedí.
Me cubro la cara con las manos y dejo que salga todo lo que duele.
---
La mirada de Ryu
No escucho cuando entra.
No siento su paso.
Ryu siempre fue así: aparece como una sombra, pero una sombra cálida… y peligrosa.
Cuando por fin levanto la mirada, ella está allí.
Apoyada en el marco de la puerta, los brazos cruzados.
Su sonrisa pequeña.
Sus colmillos asomando justo lo justo como para dar miedo y ternura.
Esos ojos dorados.
Esos ojos que siempre me ven entera.
Siempre me observa.
Siempre.
Pero esta vez no me observa a mí sola.
También mira a Veythra, que tiembla suavemente dentro de la vaina, como si quisiera salir a desgarrar el aire.
Un brillo pasa por los ojos de Ryu.
Una mezcla de advertencia… y fascinación.
Ella lo siente.
Siente a la espada.
Y siente cómo la espada me altera a mí.
Yo aprieto los puños.
No quiero entrenar.
No quiero ver a nadie.
No quiero cargar todo esto otra vez.
Me levanto de golpe, sin mirarla.
—¡No quiero saber nada!
Ni de Akane… ni de Veythra… ¡ni de nadie!
Camino rápido, casi corriendo.
Veythra vibra furiosa con cada paso, como si se quejara, como si quisiera hablar, como si disfrutara mi descontrol.
Pero Ryu no se mueve.
No intenta detenerme.
Solo me sigue con la mirada…
su sonrisa ladeada…
y una preocupación oculta en la curva de sus ojos.
Porque Ryu sabe.
Sabe más que yo misma.
Sabe que cuando Veythra vibra, algo dentro de mí vibra también.
Y que si yo me rompo…
la espada encontrará la grieta.
Y el Caos…
sonríe desde dentro.
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