Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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La perturbación lunar
Al despertar, todavía siento el eco del sueño de Selin en mi pecho. No sé si es capricho de la mente o del corazón, pero aunque Akane ha dejado marcas profundas en mi alma…
…no consigo sacar a Ryu de mis pensamientos.
La necesito.
La extraño como si algo dentro de mí reclamara su presencia.
Así que me dirijo a su apartamento.
No está en casa.
La luz apagada, la ventana entreabierta por el viento de la mañana.
Me cuelo sin pensarlo —como tantas veces cuando la añoranza podía más que la prudencia— y dejo una pequeña nota junto a su cama:
> “Pasaré a verte más tarde.
No huyas de mí.
—L.”
Salgo igual de silenciosa que entré… pero no igual de tranquila.
---
De vuelta al castillo Queen, algo en el ambiente es distinto.
La luna está escondida tras el día, pero la siento igual.
Un pulso extraño, un tirón en los huesos que no pertenece ni a mí ni al Caos…
…sino a ella.
Akane me intercepta en el pasillo principal.
Su presencia, normalmente serena, hoy es como una cuerda tensa a punto de romperse.
Akane:
—Lili… hay una perturbación.
La miro sin entender del todo.
Yo:
—¿Perturbación? ¿Dónde?
Akane eleva la vista hacia las ventanas del corredor, aunque afuera sólo haya cielo diurno.
Pero yo también lo siento ahora:
un latido irregular, como si algo hubiese tocado la Luna con manos que no pertenecen ni a los Elunai ni a los espíritus lunares.
Akane:
—En ella. La Luna.
Los espíritus están inquietos.
Incluso los espíritus del Sol —los verdaderos— han abierto un ojo.
Algo está desequilibrando los planos… y te está buscando.
Un escalofrío me recorre.
No es miedo.
Es… reconocimiento.
Selin.
Su voz aún arde en mi memoria:
> “Déjame contarte cómo fue el día que moriste.”
La luna nueva.
La sombra liberada.
Akane devorada y renacida.
Mi “Renge”.
Algo se ha reactivado en el cosmos.
Akane da un paso hacia mí, seria, casi solemne:
Akane:
—Tu sombra no ha sido la única en despertar esta noche.
Los habitantes del Sol —los Phyros— han notado un vacío en la luna.
Creen que algo antiguo va a reclamar lo que perdió.
Yo:
—¿Selin…?
Ella niega suavemente.
Akane:
—Algo más profundo que tu abuela.
Algo que no ha tenido nombre desde antes que existieran los Elunai Custodis.
Siento el golpe en el pecho.
Un hilo invisible tirando de mí, desde el cielo.
Mis manos tiemblan sin querer.
Akane me observa… pero no cruza la distancia.
No quiere romperme… ni volver a acercarse demasiado.
Akane (suavemente):
—Lili…
No vayas sola.
Trago saliva.
Pienso en Ryu.
En la nota que le dejé.
En la necesidad de verla.
En lo que la luna está reclamando.
Y digo, casi en un susurro:
Yo:
—No sé quién quiere verme primero…
si la Luna…
o ella.
La perturbación se intensifica.
El día se vuelve más pálido.
Las sombras más densas.
La luna, incluso invisible, está llamando.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de que me arrastre con ella.
La perturbación lunar
Al despertar, todavía siento el eco del sueño de Selin en mi pecho. No sé si es capricho de la mente o del corazón, pero aunque Akane ha dejado marcas profundas en mi alma…
…no consigo sacar a Ryu de mis pensamientos.
La necesito.
La extraño como si algo dentro de mí reclamara su presencia.
Así que me dirijo a su apartamento.
No está en casa.
La luz apagada, la ventana entreabierta por el viento de la mañana.
Me cuelo sin pensarlo —como tantas veces cuando la añoranza podía más que la prudencia— y dejo una pequeña nota junto a su cama:
> “Pasaré a verte más tarde.
No huyas de mí.
—L.”
Salgo igual de silenciosa que entré… pero no igual de tranquila.
---
De vuelta al castillo Queen, algo en el ambiente es distinto.
La luna está escondida tras el día, pero la siento igual.
Un pulso extraño, un tirón en los huesos que no pertenece ni a mí ni al Caos…
…sino a ella.
Akane me intercepta en el pasillo principal.
Su presencia, normalmente serena, hoy es como una cuerda tensa a punto de romperse.
Akane:
—Lili… hay una perturbación.
La miro sin entender del todo.
Yo:
—¿Perturbación? ¿Dónde?
Akane eleva la vista hacia las ventanas del corredor, aunque afuera sólo haya cielo diurno.
Pero yo también lo siento ahora:
un latido irregular, como si algo hubiese tocado la Luna con manos que no pertenecen ni a los Elunai ni a los espíritus lunares.
Akane:
—En ella. La Luna.
Los espíritus están inquietos.
Incluso los espíritus del Sol —los verdaderos— han abierto un ojo.
Algo está desequilibrando los planos… y te está buscando.
Un escalofrío me recorre.
No es miedo.
Es… reconocimiento.
Selin.
Su voz aún arde en mi memoria:
> “Déjame contarte cómo fue el día que moriste.”
La luna nueva.
La sombra liberada.
Akane devorada y renacida.
Mi “Renge”.
Algo se ha reactivado en el cosmos.
Akane da un paso hacia mí, seria, casi solemne:
Akane:
—Tu sombra no ha sido la única en despertar esta noche.
Los habitantes del Sol —los Phyros— han notado un vacío en la luna.
Creen que algo antiguo va a reclamar lo que perdió.
Yo:
—¿Selin…?
Ella niega suavemente.
Akane:
—Algo más profundo que tu abuela.
Algo que no ha tenido nombre desde antes que existieran los Elunai Custodis.
Siento el golpe en el pecho.
Un hilo invisible tirando de mí, desde el cielo.
Mis manos tiemblan sin querer.
Akane me observa… pero no cruza la distancia.
No quiere romperme… ni volver a acercarse demasiado.
Akane (suavemente):
—Lili…
No vayas sola.
Trago saliva.
Pienso en Ryu.
En la nota que le dejé.
En la necesidad de verla.
En lo que la luna está reclamando.
Y digo, casi en un susurro:
Yo:
—No sé quién quiere verme primero…
si la Luna…
o ella.
La perturbación se intensifica.
El día se vuelve más pálido.
Las sombras más densas.
La luna, incluso invisible, está llamando.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de que me arrastre con ella.
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La perturbación lunar
Al despertar, todavía siento el eco del sueño de Selin en mi pecho. No sé si es capricho de la mente o del corazón, pero aunque Akane ha dejado marcas profundas en mi alma…
…no consigo sacar a Ryu de mis pensamientos.
La necesito.
La extraño como si algo dentro de mí reclamara su presencia.
Así que me dirijo a su apartamento.
No está en casa.
La luz apagada, la ventana entreabierta por el viento de la mañana.
Me cuelo sin pensarlo —como tantas veces cuando la añoranza podía más que la prudencia— y dejo una pequeña nota junto a su cama:
> “Pasaré a verte más tarde.
No huyas de mí.
—L.”
Salgo igual de silenciosa que entré… pero no igual de tranquila.
---
De vuelta al castillo Queen, algo en el ambiente es distinto.
La luna está escondida tras el día, pero la siento igual.
Un pulso extraño, un tirón en los huesos que no pertenece ni a mí ni al Caos…
…sino a ella.
Akane me intercepta en el pasillo principal.
Su presencia, normalmente serena, hoy es como una cuerda tensa a punto de romperse.
Akane:
—Lili… hay una perturbación.
La miro sin entender del todo.
Yo:
—¿Perturbación? ¿Dónde?
Akane eleva la vista hacia las ventanas del corredor, aunque afuera sólo haya cielo diurno.
Pero yo también lo siento ahora:
un latido irregular, como si algo hubiese tocado la Luna con manos que no pertenecen ni a los Elunai ni a los espíritus lunares.
Akane:
—En ella. La Luna.
Los espíritus están inquietos.
Incluso los espíritus del Sol —los verdaderos— han abierto un ojo.
Algo está desequilibrando los planos… y te está buscando.
Un escalofrío me recorre.
No es miedo.
Es… reconocimiento.
Selin.
Su voz aún arde en mi memoria:
> “Déjame contarte cómo fue el día que moriste.”
La luna nueva.
La sombra liberada.
Akane devorada y renacida.
Mi “Renge”.
Algo se ha reactivado en el cosmos.
Akane da un paso hacia mí, seria, casi solemne:
Akane:
—Tu sombra no ha sido la única en despertar esta noche.
Los habitantes del Sol —los Phyros— han notado un vacío en la luna.
Creen que algo antiguo va a reclamar lo que perdió.
Yo:
—¿Selin…?
Ella niega suavemente.
Akane:
—Algo más profundo que tu abuela.
Algo que no ha tenido nombre desde antes que existieran los Elunai Custodis.
Siento el golpe en el pecho.
Un hilo invisible tirando de mí, desde el cielo.
Mis manos tiemblan sin querer.
Akane me observa… pero no cruza la distancia.
No quiere romperme… ni volver a acercarse demasiado.
Akane (suavemente):
—Lili…
No vayas sola.
Trago saliva.
Pienso en Ryu.
En la nota que le dejé.
En la necesidad de verla.
En lo que la luna está reclamando.
Y digo, casi en un susurro:
Yo:
—No sé quién quiere verme primero…
si la Luna…
o ella.
La perturbación se intensifica.
El día se vuelve más pálido.
Las sombras más densas.
La luna, incluso invisible, está llamando.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de que me arrastre con ella.
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
La perturbación lunar
Al despertar, todavía siento el eco del sueño de Selin en mi pecho. No sé si es capricho de la mente o del corazón, pero aunque Akane ha dejado marcas profundas en mi alma…
…no consigo sacar a Ryu de mis pensamientos.
La necesito.
La extraño como si algo dentro de mí reclamara su presencia.
Así que me dirijo a su apartamento.
No está en casa.
La luz apagada, la ventana entreabierta por el viento de la mañana.
Me cuelo sin pensarlo —como tantas veces cuando la añoranza podía más que la prudencia— y dejo una pequeña nota junto a su cama:
> “Pasaré a verte más tarde.
No huyas de mí.
—L.”
Salgo igual de silenciosa que entré… pero no igual de tranquila.
---
De vuelta al castillo Queen, algo en el ambiente es distinto.
La luna está escondida tras el día, pero la siento igual.
Un pulso extraño, un tirón en los huesos que no pertenece ni a mí ni al Caos…
…sino a ella.
Akane me intercepta en el pasillo principal.
Su presencia, normalmente serena, hoy es como una cuerda tensa a punto de romperse.
Akane:
—Lili… hay una perturbación.
La miro sin entender del todo.
Yo:
—¿Perturbación? ¿Dónde?
Akane eleva la vista hacia las ventanas del corredor, aunque afuera sólo haya cielo diurno.
Pero yo también lo siento ahora:
un latido irregular, como si algo hubiese tocado la Luna con manos que no pertenecen ni a los Elunai ni a los espíritus lunares.
Akane:
—En ella. La Luna.
Los espíritus están inquietos.
Incluso los espíritus del Sol —los verdaderos— han abierto un ojo.
Algo está desequilibrando los planos… y te está buscando.
Un escalofrío me recorre.
No es miedo.
Es… reconocimiento.
Selin.
Su voz aún arde en mi memoria:
> “Déjame contarte cómo fue el día que moriste.”
La luna nueva.
La sombra liberada.
Akane devorada y renacida.
Mi “Renge”.
Algo se ha reactivado en el cosmos.
Akane da un paso hacia mí, seria, casi solemne:
Akane:
—Tu sombra no ha sido la única en despertar esta noche.
Los habitantes del Sol —los Phyros— han notado un vacío en la luna.
Creen que algo antiguo va a reclamar lo que perdió.
Yo:
—¿Selin…?
Ella niega suavemente.
Akane:
—Algo más profundo que tu abuela.
Algo que no ha tenido nombre desde antes que existieran los Elunai Custodis.
Siento el golpe en el pecho.
Un hilo invisible tirando de mí, desde el cielo.
Mis manos tiemblan sin querer.
Akane me observa… pero no cruza la distancia.
No quiere romperme… ni volver a acercarse demasiado.
Akane (suavemente):
—Lili…
No vayas sola.
Trago saliva.
Pienso en Ryu.
En la nota que le dejé.
En la necesidad de verla.
En lo que la luna está reclamando.
Y digo, casi en un susurro:
Yo:
—No sé quién quiere verme primero…
si la Luna…
o ella.
La perturbación se intensifica.
El día se vuelve más pálido.
Las sombras más densas.
La luna, incluso invisible, está llamando.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de que me arrastre con ella.
La perturbación lunar
Al despertar, todavía siento el eco del sueño de Selin en mi pecho. No sé si es capricho de la mente o del corazón, pero aunque Akane ha dejado marcas profundas en mi alma…
…no consigo sacar a Ryu de mis pensamientos.
La necesito.
La extraño como si algo dentro de mí reclamara su presencia.
Así que me dirijo a su apartamento.
No está en casa.
La luz apagada, la ventana entreabierta por el viento de la mañana.
Me cuelo sin pensarlo —como tantas veces cuando la añoranza podía más que la prudencia— y dejo una pequeña nota junto a su cama:
> “Pasaré a verte más tarde.
No huyas de mí.
—L.”
Salgo igual de silenciosa que entré… pero no igual de tranquila.
---
De vuelta al castillo Queen, algo en el ambiente es distinto.
La luna está escondida tras el día, pero la siento igual.
Un pulso extraño, un tirón en los huesos que no pertenece ni a mí ni al Caos…
…sino a ella.
Akane me intercepta en el pasillo principal.
Su presencia, normalmente serena, hoy es como una cuerda tensa a punto de romperse.
Akane:
—Lili… hay una perturbación.
La miro sin entender del todo.
Yo:
—¿Perturbación? ¿Dónde?
Akane eleva la vista hacia las ventanas del corredor, aunque afuera sólo haya cielo diurno.
Pero yo también lo siento ahora:
un latido irregular, como si algo hubiese tocado la Luna con manos que no pertenecen ni a los Elunai ni a los espíritus lunares.
Akane:
—En ella. La Luna.
Los espíritus están inquietos.
Incluso los espíritus del Sol —los verdaderos— han abierto un ojo.
Algo está desequilibrando los planos… y te está buscando.
Un escalofrío me recorre.
No es miedo.
Es… reconocimiento.
Selin.
Su voz aún arde en mi memoria:
> “Déjame contarte cómo fue el día que moriste.”
La luna nueva.
La sombra liberada.
Akane devorada y renacida.
Mi “Renge”.
Algo se ha reactivado en el cosmos.
Akane da un paso hacia mí, seria, casi solemne:
Akane:
—Tu sombra no ha sido la única en despertar esta noche.
Los habitantes del Sol —los Phyros— han notado un vacío en la luna.
Creen que algo antiguo va a reclamar lo que perdió.
Yo:
—¿Selin…?
Ella niega suavemente.
Akane:
—Algo más profundo que tu abuela.
Algo que no ha tenido nombre desde antes que existieran los Elunai Custodis.
Siento el golpe en el pecho.
Un hilo invisible tirando de mí, desde el cielo.
Mis manos tiemblan sin querer.
Akane me observa… pero no cruza la distancia.
No quiere romperme… ni volver a acercarse demasiado.
Akane (suavemente):
—Lili…
No vayas sola.
Trago saliva.
Pienso en Ryu.
En la nota que le dejé.
En la necesidad de verla.
En lo que la luna está reclamando.
Y digo, casi en un susurro:
Yo:
—No sé quién quiere verme primero…
si la Luna…
o ella.
La perturbación se intensifica.
El día se vuelve más pálido.
Las sombras más densas.
La luna, incluso invisible, está llamando.
Y sé que no tengo mucho tiempo antes de que me arrastre con ella.