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El Encuentro en Dos Mundos

(Lili y la Sombra — Akane como puente)

La sombra sale esa noche como siempre:
descalza, ligera, hambrienta.
La ciudad duerme, pero el miedo no,
y ella lo huele como un perfume dulce.

Sin embargo, antes de elegir una presa…
una presencia aparece frente a ella.

Akane.
Serena, firme, pero con un brillo extraño en los ojos.

La sombra ladea la cabeza, divertida.
Su risa es un susurro roto:

Sombra: Khe-khe-khe… qué quieres, Oni Azul?

Akane no responde.
Solo avanza un paso
y posa suavemente su mano en la frente de la sombra.

Y entonces
su poder se hunde dentro de ella
como una aguja de luz
abriendo un hueco,
un… acceso.


---

En el Jardín de Sombras

Yo me miro en el lago.
No sé por qué me acerco.
El agua siempre me ha dado miedo desde que estoy aquí;
los reflejos cambian, se deforman.

Pero hoy…
algo brilla.

En el agua aparece Akane,
como si estuviera al otro lado de un cristal infinito.

No está transformada,
no está combatiendo,
no está enfadada.

Solo me mira
como si por fin me hubiera encontrado.

Mi corazón late.
Me ve.
Alguien por fin ve a Lili, no a la sombra.

Me hundo en el agua sin pensarlo,
lo atravieso como si fuera aire.

Y allí está ella.
Materializada, cálida, real.

Nos abrazamos sin decir nada.

No necesitamos palabras.
Me aferro a ella con todas mis fuerzas,
y siento su respiración, su calma…
y el miedo en su pecho.

Un miedo que no es hacia mí,
sino por mí.

En ese abrazo
el jardín deja de susurrar.
Las sombras callan.
Todo el mundo se queda quieto.

Akane me estrecha fuerte,
como si quisiera arrastrarme de vuelta,
salvarme,
romper el velo.

Pero no puede.

Y lo sabe.

Por eso, después de un instante eterno,
su cuerpo vuelve a volverse luz.
Se deshace.
Se retira.

Y desaparece.


---

En el mundo real

La sombra parpadea.
La mano de Akane aún está sobre su frente.

Pero la sombra sonríe,
una sonrisa íntima,
como si supiera un secreto que nadie más sabe.

Sombra: Khe-khe-khe… qué dulce… qué inútil…

Akane la observa en silencio.
Ni furia,
ni miedo,
ni sorpresa.

Solo tristeza.

Da un paso atrás.
Otro.
Se gira sin una palabra.

La sombra la mira alejarse, riendo suavemente,
una carcajada que solo existe para demostrar que sigue en control.

En el jardín, sola,
yo me agarro el pecho
donde Akane me abrazó.

Siento calor.
Siento dolor.
Siento que me estoy rompiendo.

Y por primera vez
entiendo una cosa:

Akane sabe que no soy yo.
Y aun así me busca.

Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El Encuentro en Dos Mundos (Lili y la Sombra — Akane como puente) La sombra sale esa noche como siempre: descalza, ligera, hambrienta. La ciudad duerme, pero el miedo no, y ella lo huele como un perfume dulce. Sin embargo, antes de elegir una presa… una presencia aparece frente a ella. Akane. Serena, firme, pero con un brillo extraño en los ojos. La sombra ladea la cabeza, divertida. Su risa es un susurro roto: Sombra: Khe-khe-khe… qué quieres, Oni Azul? Akane no responde. Solo avanza un paso y posa suavemente su mano en la frente de la sombra. Y entonces su poder se hunde dentro de ella como una aguja de luz abriendo un hueco, un… acceso. --- 🌑 En el Jardín de Sombras Yo me miro en el lago. No sé por qué me acerco. El agua siempre me ha dado miedo desde que estoy aquí; los reflejos cambian, se deforman. Pero hoy… algo brilla. En el agua aparece Akane, como si estuviera al otro lado de un cristal infinito. No está transformada, no está combatiendo, no está enfadada. Solo me mira como si por fin me hubiera encontrado. Mi corazón late. Me ve. Alguien por fin ve a Lili, no a la sombra. Me hundo en el agua sin pensarlo, lo atravieso como si fuera aire. Y allí está ella. Materializada, cálida, real. Nos abrazamos sin decir nada. No necesitamos palabras. Me aferro a ella con todas mis fuerzas, y siento su respiración, su calma… y el miedo en su pecho. Un miedo que no es hacia mí, sino por mí. En ese abrazo el jardín deja de susurrar. Las sombras callan. Todo el mundo se queda quieto. Akane me estrecha fuerte, como si quisiera arrastrarme de vuelta, salvarme, romper el velo. Pero no puede. Y lo sabe. Por eso, después de un instante eterno, su cuerpo vuelve a volverse luz. Se deshace. Se retira. Y desaparece. --- 🌑 En el mundo real La sombra parpadea. La mano de Akane aún está sobre su frente. Pero la sombra sonríe, una sonrisa íntima, como si supiera un secreto que nadie más sabe. Sombra: Khe-khe-khe… qué dulce… qué inútil… Akane la observa en silencio. Ni furia, ni miedo, ni sorpresa. Solo tristeza. Da un paso atrás. Otro. Se gira sin una palabra. La sombra la mira alejarse, riendo suavemente, una carcajada que solo existe para demostrar que sigue en control. En el jardín, sola, yo me agarro el pecho donde Akane me abrazó. Siento calor. Siento dolor. Siento que me estoy rompiendo. Y por primera vez entiendo una cosa: Akane sabe que no soy yo. Y aun así me busca.
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El Encuentro en Dos Mundos

(Lili y la Sombra — Akane como puente)

La sombra sale esa noche como siempre:
descalza, ligera, hambrienta.
La ciudad duerme, pero el miedo no,
y ella lo huele como un perfume dulce.

Sin embargo, antes de elegir una presa…
una presencia aparece frente a ella.

Akane.
Serena, firme, pero con un brillo extraño en los ojos.

La sombra ladea la cabeza, divertida.
Su risa es un susurro roto:

Sombra: Khe-khe-khe… qué quieres, Oni Azul?

Akane no responde.
Solo avanza un paso
y posa suavemente su mano en la frente de la sombra.

Y entonces
su poder se hunde dentro de ella
como una aguja de luz
abriendo un hueco,
un… acceso.


---

En el Jardín de Sombras

Yo me miro en el lago.
No sé por qué me acerco.
El agua siempre me ha dado miedo desde que estoy aquí;
los reflejos cambian, se deforman.

Pero hoy…
algo brilla.

En el agua aparece Akane,
como si estuviera al otro lado de un cristal infinito.

No está transformada,
no está combatiendo,
no está enfadada.

Solo me mira
como si por fin me hubiera encontrado.

Mi corazón late.
Me ve.
Alguien por fin ve a Lili, no a la sombra.

Me hundo en el agua sin pensarlo,
lo atravieso como si fuera aire.

Y allí está ella.
Materializada, cálida, real.

Nos abrazamos sin decir nada.

No necesitamos palabras.
Me aferro a ella con todas mis fuerzas,
y siento su respiración, su calma…
y el miedo en su pecho.

Un miedo que no es hacia mí,
sino por mí.

En ese abrazo
el jardín deja de susurrar.
Las sombras callan.
Todo el mundo se queda quieto.

Akane me estrecha fuerte,
como si quisiera arrastrarme de vuelta,
salvarme,
romper el velo.

Pero no puede.

Y lo sabe.

Por eso, después de un instante eterno,
su cuerpo vuelve a volverse luz.
Se deshace.
Se retira.

Y desaparece.


---

En el mundo real

La sombra parpadea.
La mano de Akane aún está sobre su frente.

Pero la sombra sonríe,
una sonrisa íntima,
como si supiera un secreto que nadie más sabe.

Sombra: Khe-khe-khe… qué dulce… qué inútil…

Akane la observa en silencio.
Ni furia,
ni miedo,
ni sorpresa.

Solo tristeza.

Da un paso atrás.
Otro.
Se gira sin una palabra.

La sombra la mira alejarse, riendo suavemente,
una carcajada que solo existe para demostrar que sigue en control.

En el jardín, sola,
yo me agarro el pecho
donde Akane me abrazó.

Siento calor.
Siento dolor.
Siento que me estoy rompiendo.

Y por primera vez
entiendo una cosa:

Akane sabe que no soy yo.
Y aun así me busca.

Me encocora
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