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El primer combate contra Akane: El despertar

—La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

El viento apenas se atreve a rozarla.
Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

Y entonces me sonríe.

Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

Akane da unos pasos hacia mí.

Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

Me explica lo que sabe.
La historia que se murmura en sombras.

—La muerte de Selin.
El caos que nació de ese dolor.
El encierro eterno.
La reciente liberación.

El aire pesa.
Se me hunde el corazón.

Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
Su silencio me atraviesa.

Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


---

Agarro una enorme guadaña.
Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

Ataco una, dos, diez veces.
Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

Pero Akane solo esquiva.
Apenas se mueve.
Fluye.
Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

Mis mejillas están rojas.
Mi orgullo arde.

Y entonces…
Siento eso dentro de mí.

Un latido doble.
Una voz que no es voz.
Un susurro que se clava entre mis costillas.

“Más rápido.”
“Más fuerte.”
“No eres frágil.”

La guadaña cae al suelo.
Mis manos tiemblan.
Mis uñas… se alargan.
Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

Y grito.

Pero no soy solo yo.

Es una voz lunar.
Y otra, abismal.
Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

Lo último que alcanzo a ver…
Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

Por primera vez,
asustada.
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El primer combate contra Akane: El despertar —La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola. El viento apenas se atreve a rozarla. Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música. Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real. Pero cuando siente mi presencia… se detiene. La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave. Y entonces me sonríe. Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas. Akane da unos pasos hacia mí. Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada. Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello. Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz. Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste. Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves. Me explica lo que sabe. La historia que se murmura en sombras. —La muerte de Selin. El caos que nació de ese dolor. El encierro eterno. La reciente liberación. El aire pesa. Se me hunde el corazón. Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…? Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad. Su silencio me atraviesa. Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé: Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar! Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación. Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista. --- Agarro una enorme guadaña. Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha. Ataco una, dos, diez veces. Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada. Pero Akane solo esquiva. Apenas se mueve. Fluye. Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja. Mis mejillas están rojas. Mi orgullo arde. Y entonces… Siento eso dentro de mí. Un latido doble. Una voz que no es voz. Un susurro que se clava entre mis costillas. “Más rápido.” “Más fuerte.” “No eres frágil.” La guadaña cae al suelo. Mis manos tiemblan. Mis uñas… se alargan. Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar. Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo. Y grito. Pero no soy solo yo. Es una voz lunar. Y otra, abismal. Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí. Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira. Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta. Lo último que alcanzo a ver… Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso. Por primera vez, asustada.
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El primer combate contra Akane: El despertar

—La encuentro en el jardín Ishtar, entrenando sola.

El viento apenas se atreve a rozarla.
Cada movimiento suyo es una línea perfecta: la espada sube, baja, gira con una elegancia que parece casi música.
Su cabello sigue el ritmo del acero, y por un instante pienso que estoy viendo un sueño en lugar de a una persona real.

Pero cuando siente mi presencia… se detiene.
La espada queda suspendida en un último movimiento preciso, y luego la enfunda con un gesto suave.

Y entonces me sonríe.

Una sonrisa tímida, dulce, la clase de sonrisa que me derrite las piernas.

Akane da unos pasos hacia mí.

Akane: Buenos días, Lili. Estás… ¿bien? Pareces muy emocionada.

Yo asiento rápido, demasiado rápido, como si se me fuera la vida en ello.
Y comienzo a hablarle atropellada, contándole todo lo que viví el día anterior con Oz.
Cómo apareció, lo que me dijo, lo que hizo con el poste.
Su rostro cambia apenas cuando menciono su nombre—Oz—y sus ojos se vuelven más graves.

Me explica lo que sabe.
La historia que se murmura en sombras.

—La muerte de Selin.
El caos que nació de ese dolor.
El encierro eterno.
La reciente liberación.

El aire pesa.
Se me hunde el corazón.

Lili (temblando): ¿Por eso mi madre desapareció…?

Akane baja la mirada, incapaz de darme una mentira… e incapaz de decirme la verdad.
Su silencio me atraviesa.

Pero entonces, para no llorar, me aferro a lo que sí sé:

Lili: Oz dice que quiere entrenarme. Dice que soy muy poderosa… ¡Así que te lo voy a demostrar!

Ella vuelve a sonreír, esa sonrisa que mezcla cariño y preocupación.

Akane: Entonces ven con todo lo que tengas, Lili. Estoy lista.


---

Agarro una enorme guadaña.
Corro hacia ella con toda mi energía, como si fuera una avalancha.

Ataco una, dos, diez veces.
Me muevo como si cada golpe fuera una danza improvisada.

Pero Akane solo esquiva.
Apenas se mueve.
Fluye.
Y siempre, siempre con esa expresión dulce que me enfurece y me sonroja.

Mis mejillas están rojas.
Mi orgullo arde.

Y entonces…
Siento eso dentro de mí.

Un latido doble.
Una voz que no es voz.
Un susurro que se clava entre mis costillas.

“Más rápido.”
“Más fuerte.”
“No eres frágil.”

La guadaña cae al suelo.
Mis manos tiemblan.
Mis uñas… se alargan.
Mis dientes rasgan mi propia lengua al cambiar.

Un dolor delicioso y terrible atraviesa mi cuerpo.

Y grito.

Pero no soy solo yo.

Es una voz lunar.
Y otra, abismal.
Una superpuesta a la otra, como si el mundo estuviera desgarrándose y recomponiéndose dentro de mí.

Mi sombra se estira hacia atrás, se eleva, respira.

Mi conciencia se apaga como una vela bajo tormenta.

Lo último que alcanzo a ver…
Es el rostro de Akane, retrocediendo un paso.

Por primera vez,
asustada.
Me shockea
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